Dicen que la historia la escriben los vencedores, aun así, eso no tiene demasiada importancia porque en tiempos de sobreabundancia de datos y cuando existen universidades para todo tipo de corrientes de pensamiento, sean conservadoras o revolucionarias, en una época en la que hay gurús de todas las escuelas apadrinados por la academia y cualquier espacio de reflexión crítico es asimilado, becado y promocionado por el sistema, el mercado oferta relatos históricos a la medida ideológica del consumidor, para que éste no desbarate una parte de su identidad predeterminada y pueda seguir con su vida normal, de producción y consumo.
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