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¿Y qué piensa hoy el presidente Uribe del general Rito Alejo?

category venezuela / colombia | cultura | non-anarchist press author Wednesday September 17, 2008 02:02author by Juan Diego Restrepo E. Report this post to the editors

Me pregunto si el presidente Uribe aún considera a Del Río “un buen ejemplo para los soldados y policías de Colombia”, tal como lo aseguró en 1999 en el homenaje al general.

¿Qué pensará el Presidente Álvaro Uribe Vélez al ver detenido nuevamente al ex general Rito Alejo Del Río por sus presuntos vínculos con el paramilitarismo cuando comandó, en Urabá, la Brigada XVII entre 1995 y 1997?

Ésta y otras preguntas me vienen a la cabeza al contrastar la decisión de la Fiscalía General de la Nación de dictarle medida de aseguramiento al ex general Del Río con el discurso que pronunció en Bogotá, el miércoles 29 de abril de 1999, el entonces ex gobernador de Antioquia durante un acto “de homenaje y por supuesto de protesta”, tal como él mismo lo calificara, hacia el alto oficial y a otros más, destituidos ese año de las Fuerzas Armadas por el presidente Andrés Pastrana.

¿Qué pensará el presidente Uribe del ex general, a quien le rindió “testimonio de gratitud” frente a más de 1.500 personas pese a las evidencias sobre su participación en la expansión y consolidación del proyecto paramilitar en el Urabá antioqueño y las selvas del Bajo Atrato chocoano que dejó miles de muertos y desaparecidos, y generó masivos desplazamientos forzados?

Me pregunto si aún puede sostener la idea de que “nadie mejor que el General del Río comprendió que a Urabá había llegado la hora de la paz, el Estado, la ciudadanía, y a fe que avanzó notablemente”. En esa memorable ocasión, Uribe indicó que durante su gestión al frente de la Gobernación de Antioquia para intervenir en aquella región “en todas partes estaba presente el acompañamiento discreto y eficaz del general Del Río”.

Cuando los líderes políticos, representantes gremiales y empresarios agasajaron al general Del Río corrían tiempos de amplias discusiones sobre la decisión del presidente Pastrana de despejar un amplio territorio en el sur del país y crear una zona de distensión para hablar de paz con la guerrilla de las Farc.

Uribe, uno de los principales críticos de la zona de distensión, aprovechó su discurso para advertir que la solicitud de destitución de Del Río provino de la insurgencia “con base no en providencias de la justicia del Estado sino en sus prevenciones, prejuicios y estrategias”.

Con ese escenario de fondo y bajo la presión de organismos internacionales, el general Del Río fue llamado a calificar servicios cuando se desempeñaba como comandante de la Brigada XIII, con sede en Bogotá, a donde había sido trasladado desde el 16 de diciembre de 1997 como premio a su destacada labor en Urabá. La decisión, que afectó a este oficial y a otros más, fue duramente cuestionada por Uribe.

“¡Qué mala retribución da el Estado a unos generales inspirados en el amor a la Patria, con la circunstancia de separarlos de su institución, producida en un contexto que hace presumir el hecho como una sanción moral por violación de derechos humanos, sin fórmula de juicio y creando el riesgo injusto de que las nuevas cortes internacionales los sindiquen de ser autores de delitos contra la humanidad!”, dijo el ex gobernador de Antioquia en aquella ocasión, intuyo que con la misma vehemencia con la que hoy ataca a todos sus opositores.

¿Será que frente a la decisión de capturarlo nuevamente y dictarle medida de aseguramiento, el presidente Uribe podrá esgrimir los mismos argumentos para defender a su eficaz aliado militar en Urabá?

Contrario a las voces de auxilio de las comunidades, y a las denuncias internacionales, expuestas en sendos informes por el Departamento de Estado de Estados Unidos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Uribe aseveró que “el General y sus soldados trabajaron para contener a los violentos con una intensidad sin antecedentes”.

Y al advertir que el acatamiento al Estado de Derecho no podía convertirse en síndrome para dejar de actuar en contra de la subversión, resaltó que Del Río y los otros homenajeados “actuaron, no se dejaron paralizar por el síndrome, fueron conscientes de que tenían que proceder dentro del Estado de Derecho y procedieron”.

¿Será posible que frente a las versiones de los ex comandantes paramilitares de las Auc entregadas a los fiscales de la Unidad de Justicia y Paz, que dan cuenta del apoyo de Del Río en sus incursiones a Urabá, el presidente Uribe se sostenga en señalar que éste actuó “con respeto a la Procuraduría y a los diferentes órganos de control”?

El ex gobernador Uribe tuvo la suficiente lucidez para ver lo que el futuro les podría deparar a los militares cuestionados por sus presuntas actividades a favor de los grupos paramilitares: “en el marco de circunstancias en que han sido removidos se corre el riesgo de crearle al Ejército y a la fuerza pública un nuevo síndrome que jamás los debería afectar: el temor a la interpretación o calificación que el Comandante Civil dé a la mala información o a las falsas imputaciones, que en esta ocasión provienen de la insurgencia y en el futuro podrían originarse en la autodefensas”.

Durante el periodo de Luis Camilo Osorio al frente de la Fiscalía, ese argumento pudo imponerse y por eso disfruta hoy su rol de embajador en México y el ex general gozaba de libertad. Pero los testimonios de los ex jefes de las Auc no son falsas imputaciones y guardan coherencia con las denuncias, acalladas y desestimadas, que durante aquellos años oscuros hicieron las comunidades de Urabá.

Me pregunto si frente a la contundencia de las pruebas contra Rito Alejo Del Río, el presidente Uribe aún lo considera “un buen ejemplo para los soldados y policías de Colombia”, tal como lo aseguró aquel 29 de abril en el hotel Tequendama. Qué bueno sería que el Presidente de la República respondiera.

PD: Los fragmentos hacen parte del discurso La seguridad, la autoridad y la paz y fueron tomados del texto Del escritorio de Uribe, publicado, una compilación realizada por Jose Obdulio Gaviria publicada en Medellín en el año 2002 por el Instituto de Estudios Liberales de Antioquia (Iela)

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