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VI Encuentro Latino-americano de Organizaciones Populares Autonomas

category internacional | imperialismo / guerra | news report author Friday January 18, 2008 05:00author by Comissão Organizadora do VI ELAOPA - ELAOPAauthor email elaopa at bastardi dot net

VI ELAOPA

Texto base para el VI ELAOPA

Reunidos en el VI Encuentro Latino-americano de Organizaciones Populares Autónomas, los movimientos sociales que estarán presentes en Porto Alegre en este mes de febrero debatirán el tema: “América Latina: dominación versus resistencia”. En verdad, todos sabemos que este tema recorre los más de 500 años marcados por la lucha de los pueblos contra la explotación y dominación extranjera en América Latina.

En el contexto actual, la dominación está representada principalmente por Estados Unidos y Unión Europea, que han implementado las políticas neoliberales en nuestro continente. A los países ricos les interesa solamente el libre comercio, la expansión de sus empresas multinacionales, el control de nuestro territorio y de nuestros pueblos, el dominio de la tierra, de los recursos naturales y la biodiversidad. Los ricos quieren imponernos su modelo de ciudad, su modelo de educación, y sus relaciones de trabajo que explotan cada vez más al obrero, cuando no se le descarta en nombre del lucro. Todas esas políticas neoliberales vienen aplicadas desde hace cerca de dos décadas, utilizando para ello la mentira propagada por los medios, con la colaboración de gobiernos que se dicen democráticos y haciendo uso de la violencia contra la resistencia popular.

Todos esos años de neoliberalismo han servido para fortalecer la hegemonía política y militar del gobierno estadounidense y de sus capitales, además de abrir espacio para el fortalecimiento del imperialismo económico de las grandes empresas europeas, que han pasado a controlar diversos sectores de la economía latino-americana (materias primas, celulosa, servicios, agua, transportes, telecomunicaciones, sistema financiero, etc.).

Sin embargo, en los últimos años de este nuevo siglo, la furia popular se ha levantado contra el modelo neoliberal y se ha afirmado en distintos hechos la acción directa popular como arma de los de abajo para hacer justicia enfrentándose con el modelo. Es justamente de las experiencias de resistencia que gana valor la propuesta del ELAOPA, reunido por primera vez en Porto Alegre, Brasil, en el año 2003, y que en este 2008 vuelve a la ciudad de donde arrancó. Desde 2003, la realidad latino-americana ha cambiado y mucho. No significa necesariamente que nuestro proyecto sea el protagonista de esos cambios. Vamos a los hechos.

Los movimientos populares del Continente están, en general, en una posición más ofensiva que hace cinco años. Aparentemente, América Latina está más a la izquierda. Tenemos gobiernos que se dicen de izquierda y gobiernan como derecha, gobiernos nacionalistas, otros entremedio, y los aliados directos de Estados Unidos. Afirmando la opción bolivariana, con distintos matices, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Hugo Chávez en Venezuela acumulan décadas de odio de clase y organización popular. El planteo para estos pueblos está en saber si la adhesión crítica a un gobierno inspirado en Simón Bolívar alcanzará la marca de auto-organización y poder popular.

En Brasil, Chile y Uruguay la situación es distinta. Gobiernos que se dicen de izquierda pero orientados a la subordinación neoliberal de estos países. El uruguayo Tabaré Vázquez y el Frente Amplio flirtean públicamente con George Bush, sirviendo como cabeza de puente para la alianza Lula-Bush a cambio de migajas. En Chile, Michelle Bachelet se olvida de su condición de ex-torturada y presa política, afilando las garras de la Concertación y aumentando la represión en las calles. Nunca está de más recordar que fue durante la dictadura de Pinochet que el neoliberalismo empezó su experiencia macabra en nuestros pagos. Con un balance de cuentas en una mano y la bayoneta en la otra, milicos y economistas giraron el mundo cabeza abajo, suspendiendo a los opositores en aparatos de tortura y privatizaciones.

Hablando de ex, Lula supera el record como ex-todo. Ex-sindicalista, ex-metalúrgico, ex-militante, ex-trabajador, pero actuando con sinceridad. Así, afirma alto y claro que “nunca fue de izquierda ni socialista”. No tenia que recordarlo, basta observar su gobierno de derechas para darse cuenta. Cuesta desvincular de él las esperanzas de millones de buenos militantes de base, luchadores sociales sin miedo de tomar las calles, pero aún confiados en las vagas promesas y posibilidades de los gobiernos de turno. En menor grado, esto pasa también en Argentina.

Para quien mira la sociedad de abajo para arriba, tomando como norte el sur del mundo, nuestros desafíos son aún mayores hoy que en la década pasada. Esta democracia de fachada a cada día que pasa cae más en descrédito. Aumentar la participación en la toma de las decisiones importantes, convocar las fuerzas vivas de las clases oprimidas para luchas directas, apuntar en el largo plazo hacia un horizonte de Poder Popular que no pase por la intermediación de políticos profesionales, es solamente una parte de nuestros desafíos.

Es con muchas ganas que organizamos este ELAOPA, que en esta edición seguirá estudiando problemas, intercambiando experimentos y debatiendo ejes de lucha para América Latina.

Tierra, Recursos Naturales y Biodiversidad

Los discursos propagados por los organismos internacionales (por ejemplo ONU, G8, Banco Mundial) han difundido la preocupación por el calentamiento global y el futuro del planeta. En este contexto, el medio ambiente pasa a tener cada vez más importancia y América Latina, por su parte, es extremamente rica en biodiversidad, en disponibilidad de recursos naturales y de tierras para la actividad agrícola. La región en que vivimos es una de las pocas del planeta que combina cuatro recursos naturales considerados estratégicos: hidrocarburos, minerales, biodiversidad y agua. Sin embargo, la tierra, los recursos y la biodiversidad, a cada día que pasa son utilizados solamente para beneficio de una minoría en el continente y el planeta.

Con relación a la biodiversidad, el continente latino por la zona que va desde la Amazonía Sudamericana hasta las montañas frías de Puebla (México) corresponde a un riquísimo corredor de biodiversidad, con una infinidad de especies y una diversidad biológica que se convierte en estratégica dentro de los nuevos patrones de dominación capitalista. Esa zona ha sido penetrada por proyectos controlados por Estados Unidos y Banco Mundial con el objetivo de dominar el conocimiento y las informaciones sobre biodiversidad, conectado con el desarrollo de biotecnología e industria farmacéutica. Para las comunidades tradicionales eso ha significado luchas contra la expulsión de sus poblaciones y contra la explotación de las potencias y conocimientos populares. Otros proyectos como las llamadas iniciativas de seguridad regional (Planes México, Guatemala, El Salvador, Honduras) y el Plan Puebla Panamá también incluyen, entre otras propuestas, el control de la biodiversidad que complementa las ganancias del imperio norte-americano en la región.

En lo que respecta a la tierra, su utilización históricamente en el continente sigue siendo para el cultivo extensivo de monocultivos dirigidos a la exportación y generación de guita para el pago de la deuda externa. Actualmente, en un contexto internacional donde los países ricos debaten acerca de la seguridad energética, se reserva a los pobres la función de producir los biocombustibles. Esto surge como el más novedoso monocultivo que invade el continente latino-americano y pretende expandirse por él. Esa expansión intenta justificarse con un discurso ambiental que enmascara la degradación que los monocultivos provocan destruyendo florestas, además de conservar el latifundio y provocar el aumento en los precios de los alimentos y amenazar la soberanía alimentaria de los pueblos. Distintos tipos de cultivos son utilizados para la producción de biocombustibles, como la palma africana, que abarca desde los países andinos hasta el sur de México, pasando por América central; y, en el caso brasileño, por ejemplo, principalmente la caña de azúcar, utilizada desde la llegada del colonizador y que ahora se expandirá para la producción de combustible.

En el Cono Sur del continente, empresas nórdico-españolas que controlan más del 80% de la producción mundial de celulosa han impuesto los monocultivos de eucalipto, trayendo consecuencias a la tierra, a los recursos naturales y a la biodiversidad. Todas ellas utilizan los mismos métodos para actuar, asociándose a grupos nacionales, logrando inversiones públicas, financiando campañas de políticos y comprando publicidad en la prensa local. Al instalarse se quedan con las ganancias y socializan la pobreza, desocupación, polución, degradación ambiental, y la reducción de la capa freática. Casi la totalidad de la producción esta dirigida a la exportación, siendo el 80% destinada a la producción de embalajes para las grandes empresas de los países ricos del norte. En la medida misma en que se exporta madera o celulosa, exportamos agua, una de las riquezas naturales más disputadas actualmente en el mundo. Por eso también esas empresas vienen justamente a instalarse en la región donde se encuentra el Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del mundo, que se halla en el subsuelo de Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay.

Sobre el tema del agua concretamente, 92 millones de personas en América Latina no tienen agua segura (potable) para beber y 128 millones no tiene sanidad adecuada. Por eso, debemos luchar para que todos tengan acceso al agua, derecho básico del ser humano, y al mismo tiempo no permitir que sea privatizada. Tomamos como ejemplo de lucha y organización social los levantamientos protagonizados por los pueblos de Bolivia y Venezuela, retomando algunos recursos estratégicos vendidos a empresas extranjeras.

Espacio Urbano: impacto local de cambios globales

Actualmente, el 75% de la población latino-americana vive en áreas urbanas, o mejor dicho, sobrevive. En el total del continente el 41% de la gente vive bajo la línea de la pobreza y el 17% está en la condición de indigentes. La mayoría se halla en las ciudades, espacio éste que representa la conflictividad del sistema capitalista, donde los problemas son de los más diverso: hambre, desocupación, vivienda, falta de acceso a servicios, etc. Todos ellos son problemas históricos constitutivos de la estructura del sistema que pretendemos cambiar. Sin embargo, los que surgen como nuevas son las modificaciones en marcha impuestas por el neoliberalismo, agravantes de la desigualdad existente en el espacio urbano.

Las directrices impuestas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) exigen que las ciudades sean modificadas bajo criterios de eficiencia económica y rentabilidad de las inversiones. Las políticas de revitalización de los centros urbanos plantean recuperar las zonas centrales para inversión y uso privado. Participan de esta directriz las inversiones inmobiliarias, los incentivos públicos concedidos para el sector privado y el estímulo al turismo que concentra la riqueza y excluye a las poblaciones pobres y a los trabajadores de los centros urbanos. El cambio conservador toca también el sistema de transportes que pasa a integrar los intereses del capital incrementando los precios de los servicios y perjudicando a los más pobres. Todo es planeado desde Washington y Europa de acuerdo con la elite local. Además de especulación aplicada sobre el espacio urbano, la revitalización pretende acabar con el trabajo informal, artesanía, pequeño comercio, cartoneros y recolectores, abriendo camino a las multinacionales.

Nuevas formas de segregación traídas por el neoliberalismo han modificado y profundizado la geografía de nuestras ciudades. Han incrementado cada año las inversiones privadas en el sector inmobiliario, marcando un contraste cada vez mayor entre la riqueza y la pobreza, entre barrios cerrados y periferia urbana. Decir de paso acerca del tema, que uno de cada cuatro latino-americanos habitan en viviendas precarias.

Acompañando a las políticas neoliberales surgen nuevas formas de control social. Entre ellas, programas de apoyo a las familias más pobres que no se traducen en dignidad, deconstruyen valores de trabajo, y son funcionales a las estadísticas de los gobiernos sin perjuicio de la patronal (ejemplo: “oportunidades” en México y “bolsa-familia” en Brasil). Otro factor creciente en los últimos años es la criminalización de la pobreza y de los movimientos sociales por parte de los medios, producción ideológica para justificar la represión de los gobiernos. Junto a eso tenemos la expansión de las drogas en la periferia urbana, medida empleada por el sistema para fomentar la guerra entre los pobres y que está en sintonía con la política externa de Washington de intervención militar bajo el discurso de “guerra contra las drogas”.

A las organizaciones adheridas al ELAOPA toca intercambiar experiencias y construir programas para intervenir en las ciudades y dar lucha de resistencia a la ofensiva neoliberal.

Derechos Humanos

La violación de los derechos humanos en América Latina ha sido un factor creciente en todo el continente. Eso ocurre de distintos modos, dependiendo, incluso, de los vínculos y acuerdos existentes entre los gobiernos nacionales y el gobierno de Estados Unidos. Por su parte, la estrategia militar del imperio para América Latina es construir un ejército continental bajo mando de los Estados Unidos para garantizar sus intereses políticos y económicos. Eso objetivo viene sido implementado poco a poco, por ejemplo con los acuerdos bilaterales entre el imperio y los gobiernos nacionales.

Los hechos más marcados de violación de los derechos humanos están en Colombia, como resultado del Plan Colombia que entrará en una nueva fase, profundizando la intromisión de militares en la vida civil y militarizando zonas de frontera, de comunidades afro-descendientes y indígenas, de riquezas naturales y con presencia de multinacionales, además de las áreas de cultivo de biocombustibles; también es grave la situación en los países abarcados por la llamada Iniciativa de Seguridad Regional (comandada por Estados Unidos) como por ejemplo México, Guatemala, El Salvador y Honduras, donde han sido frecuentes la militarización y actuación de grupos paramilitares, además de asesinatos, secuestros y desapariciones de luchadores populares; como último ejemplo entre los más graves apuntamos el Paraguay, en que la militarización, principalmente en el campo, se ha profundizado rápidamente desde 2003 con el Decreto 167, que autoriza a las Fuerzas Armadas a actuar en colaboración con la policía nacional en la persecución a militantes populares bajo acusación de terroristas.

Otros hechos de violación de los derechos humanos en América Latina no ocurren directamente con intervención militar externa, pero son consecuencia de los vínculos políticos y económicos de los gobiernos nacionales con el extranjero. En caso de Brasil, los acuerdos entre Lula y Bush sobre biocombustibles tienen su reflejo en el aumento de la represión a los movimientos sociales y en el entrenamiento ofrecido a la policía militar brasileña que ha profundizado en la utilización de métodos como la ocupación militar de favelas y prácticas de tortura. De modo general, en países como Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, donde los gobiernos proponen una política de conciliación con los de arriba o de pacto social, se ha acentuado la represión a los pobres, luchadores del pueblo y la criminalización de la protesta, como ejemplo tenemos a los presos políticos mapuche en Chile.

En relación a los militares asesinos, sigue la lucha de los pueblos latino-americanos para que ellos y sus cómplices de la dictadura sean enjuiciados y castigados. Para este año de 2008, la lucha por la justicia gana un nuevo elemento más, que es el pedido de extradición por la justicia italiana de una lista de 140 elementos, entre dictadores, ministros y jefes de servicios secretos de la policía de los países del Cono Sur implicados en la Operación Cóndor. Sin embargo, la movilización popular es la única medida de fuerza capaz de hacer que los asesinos sean realmente castigados.

Raza y Género

Pasados más de 500 años de dominación y explotación de nuestro continente, un mecanismo ideológico de discriminación aún opera con la misma crueldad que sacó brutalmente a millones de seres humanos de sus tierras. La esclavitud negra e indígena en nuestro continente hasta hoy pone sus marcas en la estructura social de América Latina. La discriminación racial no se manifiesta sólo como prejuicio en el campo de las relaciones cotidianas. En caso brasileño, último país en abolir la esclavitud, y el que recibió el mayor número de negros durante todo el período esclavista, los negros están en el escalón más bajo de la estructura social. Mientras que el sueldo medio de un hombre blanco en Brasil es de R$ 847,00, el de un hombre negro es de apenas R$ 402,00. Y esa desigualdad continúa cuando analizamos otros indicadores sociales, como escolarización, acceso a servicios de salud, etc.

Pero si la desigualdad entre blancos y negros es grande, ese abismo aumenta aún más cuando se plantea también el tema de género. La mujer no es sólo víctima del machismo que la ve como mercancía y de la violencia familiar y cotidiana. La mujer en nuestro continente está también entre las más explotadas. Como promedio, una mujer gana un tercio de lo que gana el hombre.

Para los indígenas, la lucha es cotidiana para mantener viva la tradición de los pueblos originarios del continente. Además del genocidio sufrido, hoy en día el avance de la ganancia capitalista recorta o limita cada vez más el acceso de los indígenas a sus tierras, como en el hecho de la expulsión de los Tupis-Guaranís de Espírito Santo, impulsado por la empresa papelera Aracruz Celulose, o de los indígenas de los estados de Oaxaca e Chiapas en México, que dan ejemplo de lucha y rebeldía resistiendo la opresión racista del estado mexicano.

Dado este contexto, debemos avanzar en la lucha contra las desigualdades raciales, étnicas y de género con respecto a las diferencias existentes. Avanzar en dirección a políticas reparatorias es ajustar las cuentas con el pasado de nuestros pueblos. Garantizar el acceso digno de la mujer al trabajo y combatir la violencia contra ellas, demarcación y garantía de posesión de tierras según su cultura a indígenas y pobladores de los quilombos, reserva de puestos en el trabajo y en las instituciones de enseñanza para la población negra son algunas de las luchas que tenemos por delante.

Trabajo y organización sindical

Frente a la globalización capitalista y las políticas neoliberales, los trabajadores latino-americanos han sufrido los efectos de la apertura comercial, de las privatizaciones y la desregulación. Esas transformaciones redefinen los mecanismos de organización de la vida productiva de modo estructural.

Entre las primeras medidas tomadas por la ofensiva neoliberal tuvimos las privatizaciones de sectores estratégicos de las economías nacionales provocando desocupaciones y rompiendo las relaciones de estabilidad del trabajador. Otras medidas, en marcha sobre todo desde la década de los 90, son las reformas laborales que incluyen distintos aspectos, por ejemplo la flexibilización en los contractos de trabajo, el cambio de los criterios de negociación con la clase patronal, la prohibición y las restricciones del derecho de huelga, cambios en las formas de organización sindical. El recorte de los derechos de los trabajadores es un tema continuamente presente en la agenda de los gobiernos que buscan mayor competitividad, en cuyas decisiones pesan, sobre todo, las empresas interesadas en la desregulación de las relaciones de trabajo y también por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Otras formas de desregulación han sido empleadas por parte de las empresas, como la aplicación del llamado “código de conducta”, que funciona como una especie de institucionalidad laboral paralela a la legislación laboral que no tiene fuerza legal, pero en la practica impone los intereses de las empresas. Tomemos como ejemplo los métodos utilizados por la red norteamericana Wal-Mart, que esclaviza sus trabajadores obligando a mantenerse en sus puestos de trabajo bajo cualquier circunstancia y controlando hasta el tiempo que usan para ir al baño, además de no permitir que se sindicalicen para la defensa de sus derechos.

La desregulación produce el crecimiento del sector informal que muchas veces tiene relaciones con la actividad formal, pero no puede ser considerado como tal debido a la precariedad con que son realizadas las actividades. En América Latina y Caribe, el trabajo informal ocupa el 54% de los puestos de trabajo en áreas urbanas.

De este modo, la apertura comercial y la consecuente desregulación de las relaciones laborales explican en parte el debilitamiento del sindicalismo en América Latina. Las condiciones en que opera el sindicalismo hoy son radicalmente distintas de cuando predominaba el empleo formal, cuando la estabilidad en el trabajo permitía desarrollar estrategias de afiliación consistentes y prolongadas en el tiempo, y aún la fuerza de trabajo era reducida.

Sin embargo, es necesario también que el movimiento sindical haga una lectura crítica de los métodos de actuación que también han contribuido substancialmente al debilitamiento del sindicalismo. En diversos casos, la estrecha relación entre sindicalismo y gobierno es uno de los factores que permiten el recorte de derechos con consenso de dirigentes sindicales y perjuicio del poder de los trabajadores.

Educación

De acuerdo con el neoliberalismo, la educación debe ser una mercancía. El objetivo de ese modelo es poner la educación al servicio de las grandes corporaciones capitalistas. Según ellas, la educación básica y superior debería formar sujetos condicionados a obedecer o a pensar solamente aquello que sirva para reproducir el sistema mercantil en que vivimos.

Para cumplir ese plan, América Latina, en mayor o menor grado, atraviesa un contexto en que las inversiones en educación son limitadas por las políticas de ajuste fiscal, el pago de la deuda externa y la generación de superávit primario, conforme a las orientaciones del Banco Mundial. A lo largo de las últimas décadas las condiciones de trabajo y de vida de los profesionales de la educación han empeorado, con el descenso de los niveles salariales, el recorte de derechos, los procesos de contratación en base a la terciarización, la precariedad de los ambientes escolares y la fragmentación de las políticas de formación inicial y continuada. Todos esos factores han contribuido a una peor calidad de la educación en América Latina.

Frente a ese escenario, nosotros debemos pensar en formas de organización y lucha para crear unidad con los distintos sujetos implicados en la educación: maestros, estudiantes, trabajadores de la educación, los diferentes espacios de educación popular y las comunidades. Es necesario romper con el corporativismo e ir más allá de luchas que piensen solamente en uno u otro tema. La educación que tiene como horizonte el Poder Popular debe preocuparse desde ahora de los métodos que utiliza para alcanzar eso objetivo. La experiencia de lucha en Oaxaca ciertamente nos sirve de modelo para lo que pretendemos.

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