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Guantánamo y Haití: conexión ignorada

category américa central / caribe | imperialismo / guerra | opinión / análisis author Monday August 07, 2006 08:00author by José Antonio Gutiérrez D. Report this post to the editors

Jiska Laviktwa!

El siguiente artículo trata sobre un capítulo poco conocido de la Base Militar de Guantánamo: su rol como campo de concentración de balseros haitianos, donde éstos recibieron un trato inhumano y absolutamente cruel, sentando así el referente directo para el trato que hoy reciben las víctimas de la "Guerra contra el Terrorismo".
Los detenidos por tratar de salvar sus vidas...
Los detenidos por tratar de salvar sus vidas...

“Bay kou, bliye. Pote mak, sonje”
(“Quien golpea, olvida. Quien recibe, recuerda” Proverbio haitiano.)

Durante los últimos meses, el gobierno de Bush ha estado bajo fuego constante por parte de las organizaciones de derechos humanos y la “comunidad internacional” debido a la utilización de la base militar yanqui de Guantánamo, en Cuba, como campo de concentración para detenidos en su “Guerra contra el Terrorismo”.

Guantánamo es una base militar yanqui, en la costa oriental de Cuba, la cual tiene su origen en una “concesión” indefinida en 1903. Por no estar bajo jurisdicción cubana, no se aplican las leyes de ese país; así como por estar fuera del territorio norteamericano han considerado que “técnicamente” no se le pueden aplicar la Constitución yanqui u otras leyes internacionales suscritas por ellos. Se le considera en una especie de limbo jurídico ideal para que la CIA aplique sus técnicas de tortura y un trato francamente inhumano a los allí detenidos.

Gracias a la presión internacional y al hecho que se han dado a conocer con bastante detalle las torturas medievales que los presos de esta cruzada yanqui han ocasionado, los tribunales norteamericanos han emitido una serie de fallos que podrían forzar a la administración Bush a cerrarle. Si bien el trato barbárico a que son sometidos los presos de esta supuesta “Guerra contra el Terrorismo” es bastante conocido, lo que no es muy conocido, es la conexión que la base militar de Guantánamo ha tenido con la represión al pueblo ayisien (haitiano), una prueba más de la necesidad de cerrar para siempre este símbolo del horror imperialista en nuestro mundo de hoy.

Guantánamo: un campo de concentración en el limbo



Luego del sangriento golpe militar del 30 de Septiembre de 1991, liderado por el general Raoul Cédras, auspiciado por Bush padre y respaldado por la CIA, miles de ayisiens debieron escapar de la violencia, de la persecusión y del terrorismo de Estado desatado por las elites haitianas y los militares, como castigo ejemplar a las masas por haber osado poner en riesgo, durante las movilizaciones de los pasados años y con la elección democrática del presidente Jean Bertrand Aristide, la hegemonía absoluta de la cual éstas habían gozado durante casi dos siglos. El principal objetivo de la represión era la inmensa red de organizaciones populares de base, con un profundo sentido de la democracia directa, que representaban el principal motor de las luchas ayisien contra los macoutes y la oligarquía (a quienes tal organización hacía temblar con un pueblo que frecuentemente amenazaba con pasar a la ofensiva). Estas organizaciones eran las que, en realidad, representaban las posibilidades de regeneración de Ayití (Haití). En las semanas que siguieron al golpe, miles de ayisiens fueron torturados, encarcelados y en un par de semanas, los muertos ya ascendían a 1.000. [1]

Para escapar de tal violencia, miles de ayisiens abordaron precarias embarcaciones con rumbo a los EEUU, con la esperanza de recibir asilo político. Ingenua esperanza, tomando en consideración la historia reciente: los ayisiens que buscaron refugio político en los EEUU durante la brutal dictadura de los Duvalier (1957-1986), fueron devueltos a Haití para ser fichados, perseguidos y asesinados, muchas veces, por el dictador o por quienes lo relevaron en su cargo (las dictaduras de Namphy y Avril). De hecho, durante el decenio de 1981 a inicios de 1991, de los más de 24.559 haitianos que solicitaron asilo político en los EEUU, sólo 11 lo recibieron, siendo el resto deportados, detenidos o devueltos inmediatamente. Esto ya sería un escándalo, pero lo es más aún en vista de que en el mismo período, de 75.000 cubanos que solicitaron asilo, todos, absolutamente todos, lo obtuvieron, para efectos obviamente, de la propaganda anti-castrista de Reagan y Bush [2]. Una prueba más del compromiso yanqui con las razones humanitarias...

Se calcula que durante los primeros tres meses de la dictadura de Cédras, unos 200.000 ayisiens abandonaron Haití, en su mayoría con rumbo a EEUU y República Dominicana [3]. Y si bien es cierto que, por las dos primeras semanas que siguieron al golpe, EEUU se vio forzado a suspender las devoluciones de balseros, debido a la presión internacional, apenas ésta se relajó, la Guardia Costera volvió a estar ocupada interceptando embarcaciones ayisien. Algunos pocos, sin embargo, lograron alcanzar las costas de Florida y se adentraban en el país del ratón Mickey sin papeles y arriesgándose a ser deportados de ser descubiertos. Con las consecuencias predecibles, por supuesto. Otros se desviaban, por las corrientes marinas cambiantes, hacia otras islas caribeñas como Caicos y Bahamas. Otros, tomaban rumbo con dirección a Cuba y Jamaica, siempre a favor del viento. Pero la mayoría de los que se dirigían a los EEUU no lograban sortear el bloqueo de la Guardia Costera de los EEUU; una vez interceptadas sus frágiles embarcaciones, eran devueltos a Haití, donde les aguardaría la cárcel, la muerte u otros agasajos del régimen de Cédras. El 13 de noviembre de 1991, fue devuelto a Haití el primer cargamento de refugiados ayisiens [4]. El 18 de noviembre de 1991, Bush padre anunciaba que reanudaría la práctica de repatriar las embarcaciones interceptadas sin previa entrevista; para entonces, los muertos por razones políticas ya sumaban 1.500 [5].

Organizaciones de derechos humanos, indignadas con la actitud criminal de los EEUU, levantaron cargos contra la administración de Bush padre, y las Cortes se vieron presionadas a frenar la devolución inmediata de presos a Haití por parte de la Guardia Costera. Como resultado de este traspié legal, pero sin la voluntad de aceptar en su territorio a los refugiados políticos, Bush habilitó un campamento en la base de Guantánamo que sirviera de campo de detención previsorio para aquellos ayisiens interceptados en embarcaciones con dirección a los EEUU.

Las condiciones del campo de detención son relatadas vívidamente por una ex-detenida:

“Estábamos en un espacio cercado por una alambrada. No podías salir del espacio que te adjudicaban, no podías ni moverte. Los retretes rebosaban de mierda. No había agua limpia para beber, para mojarse los labios. Solamente teníamos el agua de una cisterna que el sol hacía hervir. Cuando la bebías te provocaba diarrea... Las ratas corrían encima nuestro durante la noche... Cuando veíamos todas estas cosas, pensábamos que no era posible, que no podía continuar así. Nosotros somos humanos como todos los demás” [6]

Ciertamente, a los ojos de los EEUU, el ayisien no es igual a los “demás”... quizás, en el racismo prevalente en los EEUU hacia Ayití, ni siquiera clasifiquen como humanos propiamente tales. El trato recibido en Guantánamo, análogo al que han recibido recientemente los presos afganos, iraquíes, etc... demuestra, una vez más, que la mejor manera para sobrellevar una política imperialista es negando completamente la humanidad del pueblo subyugado y eso es reforzado con una continua propaganda racista.

Como podemos inferir del relato anterior, las condiciones de hacinamiento, sanitarias, etc. eran absolutamente deplorables; no era ni siquiera propias de animales. A esto había que sumarle el maltrato y el abuso bestial al que los detenidos eran sometidos por parte de los militares yanquis que, frecuentemente, golpeaban, escupían y esposaban a los detenidos por el más mínimo de los reclamos y a veces, sólo para divertirse. Cuando las noticias de los abusos se filtraron hacia la prensa estadounidense, los abogados del gobierno de Bush lo justificaron con los argumentos de costumbre: “Guantánamo no puede técnicamente ser considerado bajo jurisdicción norteamericanas, por tanto las leyes y garantías aplicables a las personas según la Constitución, no son aplicables a los haitianos en Guantánamo, etc.”

Hacia Febrero de 1992 la Corte Suprema de EEUU falló a favor de retornar a los refugiados ayisiens a Haití y el 24 de mayo de ese mismo año, Bush promulgaba una orden ejecutiva que instruía devolver a Puerto Príncipe de inmediato, sin entrevista, a todos los ayisiens en embarcaciones interceptadas [7]. Hasta entonces, 34.000 ayisiens habían sido interceptados y enviados a Guantánamo.

Bulkeley Camp



De ese universo de detenidos, 268 resultaron ser seropositivos; sin tener ninguna relación con el proceso de petición de asilo político, el gobierno yanqui y el INS (Servicio de Naturalización e Inmigración) de los EEUU, les había aplicado tests de VIH como una más de las pruebas a sortear en caso de aceptárseles el asilo político. Recordemos que por mucho tiempo, los EEUU han culpado a los haitianos de haber llevado el virus del SIDA a Norteamérica, en circunstancias que es un hecho comprobado que éste llegó a Haití vía EEUU gracias al turismo sexual de los años ‘70 y comienzos de los ’80. Como sea, el VIH no debiera por qué ser un factor de peso a la hora de determinar la calificación como refugiado político (de hecho, a los cubanos no se les ha aplicado jamás el test del VIH y se les acepta inmediatamente como refugiados políticos); sin embargo, las leyes de inmigración norteamericanas prohibían el ingreso de personas infectadas con el virus, y en ello encontraron una excusa para dificultar aún más el ingreso de ayisiens cuyas vidas estaban en serio riesgo en su propio país. Esto motivó a que, incluso habiendo ya calificado para refugiados políticos, a estos presos se les mantuviera fuera de las fronteras estadounidenses; es más, se repatrió a Haití a 89 refugiados infectados a fines de abril del ’92 (los tests se habían aplicado en febrero) [8].

Presiones de diversa naturaleza de grupos defensores de derechos humanos, que llevaron el caso nuevamente a las cortes, hicieron que los presos ayisiens seropositivos, tuvieran derecho a ver a un abogado en caso de una eventual deportación. Con lo que EEUU paró los procesos de deportaciones, a fin de evitar que los detenidos pudieran ver abogados. Esto convirtió a Guantánamo en un auténtico “campo de concentración” para infectados del virus de SIDA, donde quedarían indefinidamente detenidos en las condiciones más deplorables que se puedan imaginar, sin tener siquiera derecho a abandonar el campo para ir a Cuba, cosa que muchos solicitaron. Este trato carcelario es sorprendente, en vista que no habían cometido ningún crimen.

Los detenidos infectados con el VIH fueron enviados a un campamento especial dentro de Guantánamo, el infame Campo Bulkeley. Los detenidos en ese campo, de modo similar a los marcadores usados por el nazismo en sus propios campos de concentración, debían usar brazaletes que les distinguían como infectados. Ellos fueron los que sufrieron más con el horrible trato de los militares. Desde ya, el hacinamiento en un campo reducido de cientos de personas sensibles a enfermedades contagiosas, constituye un hecho criminal. Pero lo es más aún si vemos las condiciones en que estaban y el trato que recibían, que estaban lejos de ser condiciones propias para alguien que padece una enfermedad. Al parecer, todo estaba diseñado para hacer las condiciones lo más deplorables posibles y para propiciar la propagación de epidemias:

“Viven en campos cercados por alambradas. Tienen que atar bolsas de plástico a los lados de edificio para evitar que entre la lluvia. Duermen en literas y tienen que colgar sábanas para conseguir un poco de intimidad. Están vigilados por militares y no se les permite abandonar el campo si no es con escolta militar. Los haitianos detenidos han sufrido redadas nocturnas mientras están durmiendo por parte de unos 400 soldados pertrechados con equipo antidistrubios. Están encerrados como prisioneros y expuestos a ser recluidos en el calabozo sin conocer siquiera las normas del campo” [9]

“Les habíamos pedido que retirasen la alambrada; los niños jugaban por allí, se caían y se hacían daño. La comida que nos servían, incluido el pollo envasado, llevaba gusanos y ellos insistían en que nos la comiéramos. No teníamos otra alternativa. Fue por estos motivos que empezamos a manifestarnos.” [10]

Como si esto fuera poco, algunos de los detenidos dudaban si realmente fueran seropositivos, o si no se tratara más que de una excusa para no permitírles el asilo en territorio norteamericano. [11] Además, se les forzaba a mostreos de sangre, a tomar medicamentos sin que se les explicara para qué eran y muchas veces estos medicamentos les causaban mareos, náuseas y sangramientos. “Como si fuéramos monos, ellos experimentaban medicamentos con nosotros para ver si eran efectivos.” [12]

Como era de esperar, el trato bestial encontró la resistencia de los ayisiens. Esta resistencia, sumada a la acción de presión por parte de los agrupaciones de DDHH en los EEUU, fue la que pudo solucionar, a la larga, la situación de muchos de estos detenidos. En junio de 1992, los presos comenzaron a realizar manifestaciones pacíficas para mejorar el trato, las que fueron violentamente reprimidas, con golpes de bates de aluminio, intimidaciones, amenazas y detenciones en calabozos totalmente arbitrarias. El 18 de julio de 1992, se produjo un amotinamiento y los presos combatieron a la represión con piedras, única arma que podían tener a mano. 20 detenidos fueron aislados a un campo reducidísimo, sin camas ni literas, con espacios individuales cercados por alambradas que no les permitían ni siquiera darse vuelta sin hacerse daño. El 28 de enero de 1993, los refugiados comenzaron una huelga de hambre que duró quince días, durante la cual fueron rutinariamente golpeados por los militares, debiendo los detenidos defenderse a pedradas, como pudieran. Luego, fueron encerrados, aislados y forzados a alimentarse. Muchos de los presos trataban dramáticamente de escapar a Cuba, pero no lo lograron. Al final, gracias a su determinación y movilización, el 26 de marzo de 1993, los tribunales norteamericanos ordenaron que todos los refugiados que tuvieran menos de 200 linfocitos T por milímetro cúbico de sangre (criterio médico que utilizaron para definir el SIDA), fuesen admitidos en los EEUU. Un grupo de ayisiens llegó así a los EEUU el 8 de abril de ese mismo año. Pero quedaban 150 detenidos aún en Guantánamo, que iniciaron una nueva huelga de hambre y nuevamente, gracias a su movilización, más la presión doméstica de ciertas organizaciones, lograron que se cerrara este campo de concentración. [13]

El terror continúa y con ello, el flujo de refugiados...



"La gente huye de los "haitís" del mundo por una combinación de motivos. Todos se merecen algo de compasión, pero ¿cuánta?"
(Newsweek, 1 de diciembre, 1991)

Pero en vista que la situación no mejoraba en Haití, como el flujo de refugiados no podía ser detenido por ninguna orden del gobierno, y como siempre existía el riesgo de que algunos lograran alcanzar las costas norteamericanas, los EEUU adoptaron por medida tramitar los pedidos de asilo político en la embajada norteamericana en Puerto Príncipe. Como era de esperar, mucha gente que requería asilo, no iba a ir a la embajada a vista y paciencia de los macoutes, para luego esperar semanas o meses una respuesta, arriesgándose así a recibir las represalias de las fuerzas represivas de la dictadura. Aún así, y pese a lo riesgoso del trámite, más de 60.000 personas postularon a asilo político en la embajada. De aquellos, tan sólo 13.000 recibieron asilo político [14]. Esto, en momentos en que los asesinatos políticos ya se comenzaban a contar en varios miles –aparte de las torturas, los presos, etc. Así que como era esperable, la mayoría se arriesgaba a embarcarse con rumbo a EEUU o a donde el viento les llevara, siendo la mayor parte de ellos intereceptados por la Guardia Costera en las mismísimas aguas haitianas y devueltos a Puerto Príncipe.

Pero cuando a mediados de 1994, en vista de la prolongación del régimen de Cédras y de una actitud cada vez más represiva de éste (ejemplifiacada en la masacre de Raboteau, el 22 de abril de ese año, donde más de 15 jóvenes fueron masacrados por paramilitares), así como por las dificultades emandas del embargo económico de la ONU, se intensificó el éxodo de ayisiens escapando de la dictadura y las dificultades domésticas, los EEUU, esta vez con el “demócrata” de Bill Clinton a la cabeza, nuevamente decidieron abrir el campo de detención en Guantánamo, como una manera de contrarrestar la incapacidad de la Guardia Costera de controlar la situación [15]. Solamente el 27 de junio, la Guardia Costera recogió a 1.486 balseros ayisiens. Un día más tarde, el infame campo de detención en Guantánamo se re abría. Dentro de poco, el campo de detención se llenaría con 21.000 refugiados políticos [16].

Al igual que sus predecesores, estos presos optaron por luchar ante la incertidumbre y las pésimas condiciones de existencia en el campamento: el 13 de agosto, 750 detenidos se amotinaron y se enfrentaron con los militares, resultando 20 militares y 45 detenidos heridos. 120 detenidos lograron escapar hacia Cuba esta vez. Del resto, 329 fueron aislados y castigados en recintos de reclusión, de igual manera que ya habían hecho antes [17]. Esta situación empeoró para los detenidos ayisiens cuando ante un flujo extraordinario de balseros cubanos, la Guardia Costera trajo a 32.000 de ellos a Guantánamo, aumentando el número total de detenidos a 50.000, en circunstancias que el recinto no podía albergar a más de 5.000.

Es sabido que el flujo de refugiados fue una de las razones por las cuales Clinton presionó el término de la dictadura de Cédras, la cual fue pactada con una aministía a los carniceros de Ayití, con el permiso de que el dictador escapara en un avión de EEUU a Panamá, con todo el dinero que había logrado acaparar durante su saqueo/dictadura, el cual fue convenientemente depositado en cuantas bancarias en los EEUU y con U$1.000.000 donados por el gobierno de Clinton por favores concedidos [18]; además, el mismo país que impedía el asilo a los ayisiens perseguidos, aceptó, en calidad de refugiado político a Emmanuel Totó Constant, fundador del FRAPH, organización paramilitar responsable de miles de las muertes durante el régimen dictatorial de Cédras, a cambio de su silencio sobre la resposabilidad de la CIA en la masacre y dictadura haitiana [19]. Cedras, incluso, fue premiado con el arriendo norteamericano de tres de sus casas en Haití, por varios miles de dólares, lo cual le permite vivir comodamente en su “exilio”. Como se ve, los EEUU saben recompensar bien a sus “amigos”. A Aristide, le correspondía cumplir con una serie de medidas económicas neoliberales que los acuerdos para su reinstalación en el poder exigían y hacerse cargo de un país arruinado y en bancarrota tras una nueva dictadura de cleptomaníacos. Con todas estas condiciones, los EEUU invadían Haití con 20.000 marines el 19 de septiembre de 1994, con la misión expresa de: restaurar al presidente Aristide, supervisar que se mantuviera a raya al pueblo y hacer desaparecer 160.000 páginas de evidencia en documentos, almacenadas en las oficinas del FRAPH, que probaban la complicidad del gobierno y los servicios de inteligencia norteamericanos en la dictadura, involucrándoles directamente en violaciones a DDHH ocurridas bajo la dictadura [20].

Sin meternos ahora en la discusión si la decisión de Aristide de volver tras una ocupación encabezada por 20.000 marines era la correcta en ese momento, lo cierto, es que esta invasión sentó un precedente para muchas de las calamidades que posteriormente viviría Ayití, al dar luz verde al imperialismo yanqui para solucionar manu militari los problemas internos de ese país. Pero para fines de la administración Clinton, la ocupación de septiembre de 1994 significó que pudo parar el flujo de refugiados ayisiens a territorio norteamericano, volviendo los balseros a sus números habituales para un país tan empobrecido, y repatriar a los que quedaban en Guantánamo. Los últimos ayisiens detenidos, fueron repatriados a comienzos de enero de 1995 [21]. Desde entonces, mucha agua y mucha sangre han corrido bajo el puente. Las cosas han cambiado bastante en EEUU, en Haití y en el panorama mundial dentro del cual éstos se insertan. Nuevas generaciones de refugiados del terror desatado en Haití, con la complicidad de las tropas de ocupación de la ONU, por el golpe del 2004, han sufrido, al igual que sus predecesores entre el ‘91-’94, la repatriación forzosa a Puerto Príncipe. Pero aún con toda el agua y sangre que hayan corrido bajo el puente, para los ayisiens, Guantánamo quedó en su memoria, fijo, como un símbolo del racismo y del terror yanqui. Es un testimonio de lo poco o nada que valen los ayisiens para el Imperio. Una herida tan honda ni cicatriza tan rápido, ni es tan fácil de olvidar.

José Antonio Gutiérrez Danton
Julio del 2006

Notas:
[1] Para más detalles del golpe de Cedras, se puede consultar en este mismo portal, “Haití, la Cara Sucia de las Razones Humanitarias”, del mismo autor, editado en Buenos Aires, Argentina, por OSL (Organización Socialista Libertaria), Junio del 2004.
[2] “The Tragedy of Haiti” Noam Chomsky, en “The Haiti Files”, p. 12, editado por James Ridgeway, Azul ed. 1994. Ver también “Haití Para Qué”, Paul Farmer, p. 273, ed. Hiru, sf. Original en inglés “The Uses of Haiti”, Common Courage Press, 1994.
[3] Paul Farmer, op. cit., p.274.
[4] “Haiti, land of inequality” Mary C. Turck, p.28, Lerner Publications Co., 1999.
[5] Paul Farmer, op. cit., p.274. El destino de los repatriados era esperable: el caso de Oman Desanges es bastante ilustrativo. Devuelto en 1992 a Haití, su cuerpo apareció cerca del aeropuerto de Puerto Prínicipe en enero de 1994 con sus brazos atados, con una soga al cuello, con el estómago apuñalado, con una oreja cortada y con los ojos arrancados. Un pañuelo rojo en su brazo decía “indigente lavalassien”. La mayoría de los repatriados podían esperar desde una paliza, a la cárcel o en algunos casos, el destino de Oman Desanges. Este caso aparece en el informe de Amnistía Internacional, “Entre la espado y la pared: ¿Represión militar o intervención extranjera?”, p.18, agosto de 1994.
[6] Paul Farmer, op. cit., p.270. La cita es tomada de una entrevista realizada a mediados de 1993 a Yolande Jean, mujer detenida en Guantánamo por once largos meses.
[7] Mary C. Turck, op. cit. p.29.
[8] “Guantánamo Bay: When Will the Suffering End?” Michael Ratner / Center for Constitutional Rights, en “The Haiti Files”, p.200, editado por James Ridgeway, Azul ed. 1994. Este documento fue publicado originalmente en noviembre de 1992.
[9] Paul Farmer, op. cit., p. 283.
[10] Paul Farmer, op. cit., p.284. entrevista a Yolande Jean.
[11] Michael Ratner, op. cit., p.201.
[12] Paul Famer, op. cit., p. 294. Testimonio de Yolande Jean.
[13] Paul Farmer, op. cit., pp.284-290.
[14] Haiti Progrés, 29 de junio de 1994.
[15] “Refugees and the Diaspora” Charles Arthur y Michael Dash en “Libéte: a Haiti Anthology”, p.181, LAB, 1999.
[16] Haiti Progrés, 29 de junio de 1994. El 4 de julio fueron interceptados 3.247 refugiados en ese solo día.
[17] New York Times, 16 de agosto de 1994.
[18] Mary C. Turck, op. cit. p. 81.
[19] Recientemente, el 6 de julio, Emmanuel Constant fue detenido en los EEUU bajo cargos de evasión de impuesto y fraude. Al parecer, la evasión de impuestos, a los racistas ojos yanquis, es un crimen, mientras que la tortura y asesinato de unos cuantos miles de ayisiens es un hecho “normal” del nuevo orden mundial.
[20] “Keeping the Peace in Haiti?” Harvard Law Student Advocates for Human Rights, Cambridge, Massachusetts, Centro de Justiça Global, Rio de Janeiro y Sao Paulo, Brasil, p.7, marzo del 2005.
[21] New York Times, 7 de enero de 1995.

Haití, un lugar seguro según Bush y Clinton (fosa común en 1991)
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La política de repatriación de Bush
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