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Carta Abierta al Movimiento Independentista Catalán

category iberia | represión / presos | debate author Tuesday June 09, 2020 10:19author by Diarmuid Breatnach - independent activist Report this post to the editors

Esta carta es un llamado al movimiento independentista catalán para que extienda su solidaridad a las demandas del prisionero político vasco Patxi Ruiz, actualmente en huelga de hambre. Si bien esta solidaridad debiera ser hecha por un sentido humanitario básico, esta posición fortalecería la solidaridad entre los elementos progresistas en ambas naciones que confrontan la represión del Estado Español.
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CARTA ABIERTA AL MOVIMIENTO INDEPENDENTISTA CATALÁN

Diarmuid Breatnach


Hermanos y hermanas, ¡saludos! Vuestra valiente lucha se encuentra ahora en una pausa. Aunque en la lucha revolucionaria es importante mantener el impulso, a veces una pausa da tiempo para la reflexión. Un momento útil para ver lo que funcionó y lo que no, para repasar las lecciones aprendidas hasta ahora en la lucha y también para comparar con otros períodos históricos.

NO PODÉIS GANAR SOLOS

Está claro para la mayoría de la gente que Catalunya no puede, tal como están las cosas, ganar la independencia solo por sus propios esfuerzos. La población total de Catalunya, más o menos similar a la de Irlanda, supera por poco los 7,5 millones, mientras que la población del resto del Estado español asciende a casi 45,5 millones. Incluso con las poblaciones del resto de los Països Catalans, Valencia, Baleares y Catalunya Nord, los números no suman suficiente. Y tampoco todos los catalanes están a favor de la independencia, aunque la mayoría parlamentaria la pueda apoyar. Tampoco debe ser ignorado el Estado francés, que se encuentra en vuestra frontera norte y reclama el dominio sobre la Catalunya Nord.

Los Estados franceses y españoles son poderosos y también miembros prominentes de las alianzas económicas y militares, entre las que, en lo tocante a esta discusión, destaca sin duda la Unión Europea. Muchos de vosotros pedisteis apoyo a la UE cuando el Estado español envió sus fuerzas policiales para atacaros con ocasión de vuestro referéndum sobre la independencia en 2017. Recibisteis su respuesta cuando el entonces presidente de la Comisión, Claude Junkers, declaró que "no quieren una Unión Europea de 99 Estados" y también indicó que algunos de los estados miembros de la UE podrían enfrentarse a problemas similares a los del Estado español (en clara alusión a Francia, Italia, el Reino Unido - en ese momento - y Bélgica, estados que incluyen naciones o identidades nacionales en conflicto). La respuesta se repitió cuando a los eurodiputados catalanes Puigdemont y Comin se les prohibió durante un período la entrada al Parlamento Europeo.

Aquellos de vosotros que esperabais de la UE algo diferente sufristeis una decepción, en algunos casos muy amarga. Fue tan injusto. Sí, fue muy injusto… pero era totalmente previsible. La UE es una alianza que no sólo es capitalista, no sólo está dominada por un enfoque neoliberal de la economía, sino que también está dominada por Estados imperialistas. Y no se esperaba que alentaran la ruptura de uno de esos estados, aun cuando hubieran preferido que se comportara con más astucia y menos fuerza bruta. Por cierto, prefieren la astucia a la fuerza bruta no porque crean que ésta última está mal, sino porque una vez se ha recurrido a la fuerza bruta, caen las máscaras y entonces el resultado del envite depende de qué lado tiene más fuerza. Los gobernantes de los estados son muy pocos en número y sus partidarios cercanos pocos también. En el otro bando, el pueblo gobernado constituye una enorme masa.

Esto me lleva de nuevo a la cuestión de los números y lo pocos que sois. Tenéis valor e innovaciones inteligentes, pero necesitáis aliados. Hay muchos lugares en el mundo para buscar aliados, pero los lugares más obvios y efectivos son los más cercanos, en los mismos estados que os oprimen. Concentrémonos por un momento en el territorio de su principal opresor aquí: el Estado español.

EL ALIADO MÁS CERCANO Y OBVIO


Si se buscan aliados potenciales hay uno obvio que viene a la mente: el País Vasco. La población de esa nación no es ni siquiera la mitad del tamaño de la vuestra y está dividida mucho más que la vuestra por la frontera con el Estado francés. Sin embargo, después de la victoria del ejército fascista de Franco, esa pequeña nación luchó una dura lucha contra el Estado español a lo largo de la dictadura, durante la Transición y después. Aunque los observadores a menudo se centran sólo en su vertiente armada, se podría decir que la lucha fue también, y principalmente, social, linguística, ideológica y sindicalista. Un socio obvio, podría pensarse. Sin embargo, las cosas no han resultado, hasta ahora, de esa manera. Parece interesante analizar el por qué.

Una razón, creo, fue el rechazo de gran parte del movimiento independentista catalán a la vertiente armada de la lucha vasca, aunque ya hubiese terminado en 2012. Uno de los líderes catalanes exiliados, por el momento eurodiputada, incluso declaró públicamente que "nosotros los catalanes no somos como los vascos; nuestra lucha es pacífica". Estaba repitiendo lo que innumerables catalanes han dicho también sobre el carácter pacífico de su lucha, aunque desde luego el insulto y la alienación respecto a otra nación en dificultades fueron gratuitos.

En primer lugar, aunque la lucha de los catalanes por la independencia vaya a ser pacífica por los siglos de los siglos amén, eso no sería razón para rechazar la ayuda de un aliado que, además, había abandonado la lucha armada hacía ya más de cinco años. Lamento decir, y no os gustará admitir, que esos comentarios de distanciamiento de los vascos y de la vertiente armada de su historia de resistencia tenían como objetivo hacerse más atractivos para la UE. No funcionó, como bien sabéis ahora, y de hecho nunca podría funcionar, porque es la consecuencia propia de luchar por conseguir un Estado propio al que la UE se opone, independientemente de los métodos usados.

En segundo lugar, desde un punto de vista tanto histórico como práctico, es ilógico comprometerse para siempre a uno mismo (o a su pueblo) a un solo método de lucha. Contradice la historia de Catalunya, así como la historia de prácticamente cualquier otra nación del planeta que se haya resistido a una fuerza invasora o colonizadora. Ignora también la historia del propio Estado español que desde sus inicios ha sido represor violento no sólo de cada pueblo que ha invadido fuera de la península, así como de las naciones dentro de sus fronteras actuales, sino también de todos los movimientos democráticos, liberales y socialistas que surgieron entre su propia población. Pero dejemos esta cuestión a un lado por el momento y volvamos a la de los aliados.

Conociendo la historia del pueblo vasco, muchos en 2017 esperaban que surgiese allí algún tipo de movimiento popular en apoyo de Catalunya, para presionar a las fuerzas represoras y dar al Estado español un mayor quebradero de cabeza. No sucedió. Aparte de una o dos manifestaciones y mensajes de apoyo, sólo vimos el bloqueo por un breve tiempo de una de las principales autopistas comerciales del Estado español. Muchos quedaron sorprendidos o incluso impactados ante una respuesta tan débil de un movimiento que poco antes había sido capaz de poner a decenas de miles de personas en las calles en protesta contra el Estado.

Si los catalanes pidieron ese tipo de apoyo, o no, en realidad es lo de menos. La oportunidad estaba ahí, el enemigo era el mismo, pero los líderes del movimiento independentista vasco optaron por no actuar.

¿Significa esto que los vascos nunca apoyarán la lucha de Catalunya por la independencia? No es eso lo que pienso... pero el tema requiere una investigación un poco más profunda.

UN CAMBIO DE LIDERAZGO

Si esta crisis hubiera surgido en los años 70 o 80, el apoyo práctico del País Vasco habría sido enorme y habría tensionado enormemente a las fuerzas represoras del Estado español. Tal vez incluso a principios de la década de 1990. Sin embargo, al final de esa década la mayoría de los líderes de la izquierda abertzale estaban tratando de abandonar por completo la lucha armada y se sintieron atraídos por lo que veían como el éxito de los procesos de pacificación en Irlanda, Palestina (por un corto período) y Sudáfrica. A diferencia de los ejemplos irlandés y sudafricano, disolvieron la vertiente militar de su organización sin obtener del Estado español ni una sola cosa a cambio (excepto más represión). Pronto se hizo evidente que la actividad armada no era la única forma de lucha a la que estaban renunciando, y que a partir de entonces se centrarían casi completamente en el camino electoral.

Parece lógico hacerse preguntas sobre un liderazgo que en su momento se declaró a favor de la independencia y el socialismo de una entera nación en torno al euskera, y que ahora se conforma con campañas electorales en las que, incluso en el muy improbable caso de convertirse en un partido mayoritario en una parte de su nación, todavía tendría su territorio dividido entre dos estados poderosos. Por ridículo que parezca, tal vez sólo tenían ganas de volver a tener “vidas normales” y les faltó valor para admitir su verdadera motivación.

Mientras tanto, los catalanes, ahora alzándose en lucha, tienen vidas lejos de lo que podría considerarse "normal". Sus organizaciones independentistas se están preparando para la siguiente etapa de la guerra y su gente se pregunta en qué consistirá y si sus líderes tienen la capacidad de tomar las decisiones correctas; otros líderes en la cárcel o en el exilio por acusaciones amañadas, más de 700 activistas que se enfrentan a futuros procesos, y todo ello a raíz de la lucha contra un Estado que no ha cedido ni un milímetro.

La necesidad de aliados eficaces, en todo caso, es ahora mayor. Todavía están los vascos. Sí, lo digo a pesar del abandono de la lucha por los líderes de su movimiento. Allí el corazón de la resistencia todavía late, aunque la cabeza esté algo confusa e incierta.

POR LOS DERECHOS HUMANOS Y LA SOLIDARIDAD


Hace casi cuatro semanas, Patxi Ruiz Romero, un preso político vasco que podría ser considerado por algunos un "disidente", inició una huelga de hambre, durante la cual 12 días fueron también una huelga de sed. Un movimiento vasco que también algunos consideran "disidente", el Movimiento por la Amnistía y Contra la Represión, ha movilizado protestas públicas en solidaridad con Patxi Ruiz y han tenido lugar ayunos, concentraciones y marchas en todo el País Vasco, incluyendo cada una de sus cinco ciudades: Gasteiz / Vitoria, Iruñea / Pamplona, Donosti / San Sebastián, Baiona / Bayona y Bilbo / Bilbao. Todo esto ha ocurrido no sólo con la falta de apoyo del liderazgo de la izquierda abertzale, sino incluso con su condena de la movilización en las calles. ¡Y vosotros, catalanes, sabéis de la importancia de las calles! ¿No es “Els carres seran sempre nostres” ("Las calles siempre serán nuestras") uno de los eslóganes populares de vuestro movimiento?

Os pido ahora que tendáis públicamente la mano de vuestra solidaridad con este movimiento (como hicisteis el viernes pasado en la concentración de Barcelona). Tanto por solidaridad por los derechos humanos como por hermandad en la lucha con el País Vasco. Algunos diréis que no estáis de acuerdo con el camino elegido por Patxi Ruiz y que llevó a su arresto. Yo respondo que no tenéis por qué apoyar ese camino, pero sí que DEBERÍAIS APOYAR LOS DERECHOS HUMANOS a la autodeterminación, contra la tortura, contra las palizas en prisión y a favor de cumplir su condena cerca de su familia (¿recordáis cuando los presos políticos catalanes estaban detenidos en Madrid?).

Otros podéis objetar que el movimiento "disidente" es pequeño. Yo respondería que un pequeño movimiento que lucha vale mucho más que otro enorme pero frenado por sus propios líderes. También respondería que la izquierda abertzale fue también, en algún momento, un movimiento pequeño.

Algunos podéis decir que vuestro movimiento será acusado de ser partidario de ETA, cuando no lo sois. En primer lugar, ETA ya no existe. En segundo lugar, ¿qué importancia tiene una acusación más contra vosotros lanzada por fascistas y unionistas españoles?
No deberíais necesitarme a mí, un militante insignificante aunque con muchos años de experiencia, para entender esto. La verdad está clara en este caso. Y a estas alturas, tal vez incluso vuestro apoyo será insuficiente para salvar la vida de Patxi. Pero sería apreciado y recordado, y ayudaría a forjar una unidad de acción contra un enemigo común, una unidad a la que otras fuerzas, en este momento más o menos inactivas, acudirían y ayudarían a romper este Estado fascista y traer la libertad para todos. Desde dondequiera que esté en ese momento, estoy seguro de que Patxi os lo agradecería. Y vuestro propio pueblo también. Y otras muchas personas que están en lucha en todo el mundo.

Diarmuid Breatnach, Dublín.

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