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Apuntes sobre el Paro Cívico Nacional de 1977

category venezuela / colombia | historia | opinión / análisis author Monday September 23, 2019 05:29author by ViaLibre - 1 of Anarkismo Editorial Groupauthor email grupolibertariovialibre at gmail dot com Report this post to the editors

En el presente escrito se realizan algunas reflexiones sobre el paro cívico nacional del 14 de septiembre de 1977. Se analiza así la situación internacional y nacional en las que se inscribe el movimiento, la preparación y el desarrollo del paro general, y se plantean algunas perspectivas para el presente.
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En el presente escrito se realizan algunas reflexiones sobre el paro cívico nacional del 14 de septiembre de 1977. Se analiza así la situación internacional y nacional en las que se inscribe el movimiento, la preparación y el desarrollo del paro general, y se plantean algunas perspectivas para el presente.

Situación internacional

En 1977 el mundo sobresale por la apertura limitada que supone la administración del demócrata Jimmy Carter en Estados Unidos que limita la intervención estadounidense en algunos países y la política conservadora de Leonid Brézhnev en la Unión Soviética que hunde el país en la crisis burocrática. En la República Popular China se está produciendo el hermético proceso de transición tras la muerte de Mao y el ascenso del líder liberal Deng Xiaping que inicia su política de la modernización técnica y económica del país. En Europa Occidental en Gran Bretaña inicia el gobierno neo conservador de Margaret Tatcher y continúa la transición pactada hacia la democracia en España con la nueva constitución monárquica liderada por el tradicionalista Adolfo Suarez. A nivel global, la década está marcada por un crecimiento débil, tras el fin de la importante crisis de 1973-1975, que se cerrara con una nueva aunque más moderada recesión en 1981.

En América Latina se produce el auge de la insurgencia sandinista en vías de unificación en Nicaragua contra la dictadura de Anastasio Somoza y una profundización del conflicto armado en El Salvador y Guatemala. En el Cono Sur las dictaduras cívico militares que implementan planes de genocidio político contra la izquierda, encabezadas por Videla en Argentina, Pinochet en Chile, Strossner en Paraguay y la Junta Militar en Uruguay y Brasil, experimentan crisis económicas como resultado de la aplicación pionera que hacen de las políticas neoliberales. En Perú y en menor medida el propio Brasil, se da una relativa apertura política. En la Cuba de Castro inicia un proceso de desaceleración económica y mayor institucionalización del régimen de partido único. Alrededor de toda la economía subcontinental se presentan los primeros brotes de déficit y fuga de capitales, que luego estallaran con la crisis de deuda de la década siguiente.

Situación nacional

En Colombia inicia en medio de esperanzas rápidamente frustradas, el lento desmonte del régimen del Frente Nacional. Así en abril de 1974 se presentan las primeras elecciones presidenciales abiertas desde 1945, de las que sale ganador por un gran margen el ex gobernador y senador Alfonso López Michelsen, hijo del histórico ex presidente Alfonso López Pumarejo. El burgués y oligárquico “Pollo” López, aprovechando la imagen de cambio forjada en sus distantes años en el MRL y alineado con el proyecto modernizador autoritario del Llerismo de cuyo jefe toma distancia, vence con el 56% de los votos en unas elecciones especialmente concurridas, resultando electo con el programa del “Mandato claro” que la ironía popular bautizara más tarde como “Mandato Caro” y el plan de desarrollo “Para cerrar la brecha”, en medio de un gobierno que terminará aumentando la desigualdad.

López Michelsen inicia un programa de gobierno contradictorio que incluye por un lado una alianza de gobierno con el conservatismo y el mantenimiento de muchos acuerdos bipartidistas y un programa de modernización económica para convertir al país en el “Japón de Suramérica” que suponía un fuerte giro hacia el mercado y la desregulación pública. Por otra parte suponía un inicial levantamiento del estado de sitio, el otorgamiento de las personerías jurídicas para la CSTC y la CGT, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba y un inicial apoyo a la autonomía universitaria. La tensión se resuelve de forma más o menos temprana desde 1975, cuando su gobierno impulsa un programa autoritario más cerrado, restableciendo el Estado de sitio y una política de criminalización del conflicto social que lleva a la famosa formula de las “guerrillas sindicales” y la agresiva intervención gubernamental ante grandes huelgas del periodo como las de los seguros sociales o el sector bancario.

La coyuntura económica del país estaba marcada por un alta inflación que en 1976 llega al 25.4%, el registro más alto en una década, así como una reducción del poder adquisitivo del salario en 16.8%. Aunque en 1977 se registraba un descenso importante del desempleo que, por primera vez en tres años, se situaba en un solo digito con el 9.4%, la coyuntura se enmarcaba en una reducción importante de los salarios como porcentaje del ingreso nacional que entre 1970 a 1975 pasaron de representan el 41.2% al 36.5% .

La preparación del paro

El paro cívico nacional es la primera huelga general a nivel nacional desde la más localizada protesta de 1971 y el gran unificador de luchas tras el pico de conflictos obreros y populares de 1975. Archila lo enmarca en el periodo largo 1971-1979 en materia de historia política y en el ciclo de luchas 1975-1977. Este último año se presentan 17 paros cívicos y 130 huelgas, lo que es de hecho un descenso importante frente a las cifras de 1976 con 21 y 131 y 1975 con 34 y 213 respectivamente. Al tiempo se presentan 95 acciones colectivas de sectores cívicos, 29 de campesinos, 158 de asalariados lo que supone un repunte importante frente al año anterior, 114 de estudiantes, 3 de indígenas y 5 de mujeres, para un total con el agregado de otros sectores, de 434 acciones colectivas populares, de nuevo un número menor que el bienio anterior, pero que no será igualado hasta 1985 .

Se gestación empalma con los importantes paros cívicos locales de Medellín y Barrancabermeja en el primer semestre de ese mismo año, las huelgas de los trabajadores de Indupalma en el Cesar liderados por Utrasan desde el 17 de agosto por el recorte de las largas jornadas laborales y la eliminación del sistema de contratistas y de los trabajadores del Cemento de 8 empresas del sector desde el 26 de julio, finalmente reprimidos por el gobierno. Así también se da los paros nacionales escalonados de los maestros estatales reunidos en Fecode por la reivindicación del Estatuto Docente con varios dirigentes detenidos y los petroleros de Ecopetrol desde el 25 de agosto agremiados en la USO, que se hallaba ilegalizada. En menor medida se cuenta con cierto resurgimiento de la actividad del movimiento estudiantil de universidades públicas como la nacional cerrada por el gobierno durante el mes de septiembre y el sector secundario.

El paro cívico nacional es convocado por el Consejo Nacional Sindical (CNS) formado en el segundo semestre del año por la confluencia de las 4 centrales sindicales, las amarrilla UTC mayoritaria pero disminuida y distanciada del gobierno aunque con un sector interno contrario a la protesta, la CTC en crisis y fracturada entre la dirección y el sector de restructuración, la ambigua CGT en procesos de derechización y la clasista CSTC con un importante crecimiento, y que será la principal fuerza en liderar esta convocatoria desde el 1 de mayo. Las centrales organizan un pliego de exigencias que demanda el alza de salarios, el control de precios, el fin de las políticas represivas contra las organizaciones y luchas sociales, el cese de los tribunales de arbitramiento obligatorios en conflictos sindicales y la reestructuración del ICSS.

Tras una coordinación militante entre la CSTC y CGT que presentaron un pliego de exigencias sin respuesta gubernamental, la confluencia de estas organizaciones con sectores del sindicalismo independiente y clasista como Fecode y Fedepetrol en diferentes organismos unitarios coyunturales y la adhesión de las centrales concertacionistas, permite la convocatoria al paro general, que es tachado por el gobierno López como un paro subversivo y político. En las labores de preparación se convocan Encuentros o Cabildos populares sindicales, femeninos y barriales que se realizan con buena participación para finales de agosto y de los que sale ya en septiembre el diario “Cabildo Abierto” .

Uno nota negativa la constituye el sectarismo de los llamados sectores marxistas-leninistas, que con algunas críticas válidas a las direcciones del movimiento, deciden marginarse del mismo, sino boicotear activamente la realización de una protesta popular urgente y legitima, que termina por convertirse en una acción de masas de proporciones historicas. Así la asamblea de estudiantes de la Universidad de Antioquia bastión maoísta, en paro de solidaridad con la huelga de maestros, así como las direcciones de Sintrapopular y Sintrabanca disminuidas tras la derrota de la huelga bancaria, votan resoluciones contra el paro oportunista, revisionista y electorero. Se llegándose a exhibir en Medellín una serie de carteles que dicen: “No al paro impulsado por la oligarquía y el social imperialismo”.

El paro general

El paro inicialmente previsto para el 1 de septiembre se lazo finalmente para el día 14 del mismo mes, tras el fracaso de las últimas negociaciones de la UTC-CTC con el gobierno. La jornada que el gobierno López había buscado evitar con el decreto 2004 que estipulaba penas de arresto de hasta 180 días para participantes de protestas ilegales , inicio con el lanzamiento de pólvora en la madrugada del 14 de septiembre y tiene su último coletazo con las pedreas nocturnas de la noche del 15 de septiembre.
Su eje fueron los barrios populares de las grandes ciudades, principalmente Bogotá, Cali, Barranquilla y Bucaramanga, aunque se presentan movilizaciones campesinas en Cundinamarca y Cauca lideradas por la ANUC, así como concentraciones obreras y piquetes de huelga en las zonas industriales como Puente Aranda y de servicios como el centro de la capital, evitando como se había acordado inicialmente las concentraciones masivas que pudieran facilitar la represión.

La huelga logra en gran medida la paralización del transporte urbano, así como los servicios educativos, bancarios, de salud, comercio y administración pública. Se presentan bloqueos multitudinarios de carreteras y también vías férreas, así como choques con la policía que en algunos casos derivan en saqueo de grandes comercios. La jornada se salda con más de 30 personas muertas, en su gran mayoría por acción del Ejército y la Policía, y la concesión de un aumento salarial de emergencia por el acorralado gobierno López.

En un balance general debemos anotar la participación pasiva en la huelga de entre 3 y 5 millones de trabajadores y la inclusión en actividades de protesta más de un centenar de miles de personas por todo el país. El paro se convierte en la interpretación de Archila en la mayor protesta de masas de la segunda mitad del siglo XX y junto con el Colombianazo de 1948 la principal acción de masas de la centuria. Medina la ve como la mayor protesta organizada de la historia republicana y la principal acción de masas influida por la izquierda radical. Sectores de la insurgencia armada como FARC, M-19 y ADO que tuvieron participaciones menores en el evento, leen que el mismo inaugura un ciclo revolucionario en el país, que justifica la estrategia insureccional, una lectura que invierte la realidad empírica y subvalora la importancia de la organización y movilización popular, clave pero insuficiente en el periodo, al tiempo que afirma la centralidad del accionar armado.

Perspectivas para el presente

El paro cívico nacional de 1977 supuso un punto de inflexión en las luchas sociales y populares del país. El mismo con su éxito relativo, estimulo la organización de los más pequeños movimientos del segundo paro de 1981 y el tercero de 1985, los paros regionales de 1986-1987, las jornadas de 1999 o el paro agrario del 2013, resaltó la importancia de la unidad sindical y gremial, y mostro la potencia de la combinación de organización de las de abajo y acción directa popular.

En el último periodo hemos experimentado los comparativamente pequeños movimientos de paro nacional del pasado 28 de noviembre de 2018 y del 25 de abril del año en curso, sobre todo jornadas de movilización obrera, con paros sectoriales parciales y variables participación estudiantil clave en noviembre, campesina relevante en abril y barrial. Las herramientas de la organización popular en clave de federalismo y horizontalidad, así como de discusión programática y decisión política desde la base son aún débiles. Para fortalecerlas, es muy importante pensar la especificad y originalidad del movimiento del 77, con el fin de incorporar su experiencia para los retos y luchas de nuestro propio presente.

¡Con palos, machetes, otro 77!
¡Arriba las que luchan!

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