El actual escenario político brasileño exige mucha lucidez y frialdad para el conjunto de los luchadores y de las luchadoras populares y su análisis de la realidad. Nosotros de la Coordinación Anarquista Brasileña, modestamente, buscamos dar nuestra contribución a la comprensión del convulsionado escenario político-social, cuyo principal corte se encuentra en el golpe jurídico-parlamentario que derribó a Rousseff del gobierno. Vivimos recientemente el llamado agotamiento del pacto de la Nueva República de 1988. Tal pacto mantenía la exclusión social de los de abajo, mientras garantizaba derechos jurídicos mínimos, en una coalición que involucró a políticos burgueses, al empresariado, a los militares y parte de los sectores reformistas la izquierda.La construcción del Estado brasileño, sin embargo, siempre estuvo más cerca de los intereses de las potencias imperialistas de turno que de la mayoría de la población. El estado penal para los pobres siempre fue la norma de las instituciones de la democracia burguesa. Los gobiernos del PT, desde Lula, incrementaron la máquina criminal del orden público con todo un aparato legislativo-judicial que reprodujeron el super-encarcelamiento de los pobres y negros y la parafernalia represiva que ataca las luchas sociales. El pacto de conciliación de clases se rompió y el colaboracionismo rasgado dando lugar a la agenda agresiva del capitalismo financiero sobre los derechos sociales, las libertades parciales y los bienes públicos, que fueron conquistas históricas del movimiento popular.
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La construcción del Estado brasileño, sin embargo, siempre estuvo más cerca de los intereses de las potencias imperialistas de turno que de la mayoría de la población. El estado penal para los pobres siempre fue la norma de las instituciones de la democracia burguesa. Los gobiernos del PT, desde Lula, incrementaron la máquina criminal del orden público con todo un aparato legislativo-judicial que reprodujeron el super-encarcelamiento de los pobres y negros y la parafernalia represiva que ataca las luchas sociales. El pacto de conciliación de clases se rompió y el colaboracionismo rasgado dando lugar a la agenda agresiva del capitalismo financiero sobre los derechos sociales, las libertades parciales y los bienes públicos, que fueron conquistas históricas del movimiento popular.
Tal plan significó una nueva ofensiva en consonancia con tratados de libre comercio establecidos entre Estados Unidos y algunos países de la región. En el intento de ampliación del modelo neoliberal en América del Sur, aún en la ola de gobiernos progresistas y de centroizquierda.
La crisis económica de 2008 creó grandes dificultades para que Estados Unidos mantenga la agenda internacional, que a partir de la caída de las Torres Gemelas, pasó a tener como principal objetivo la garantía de su hegemonía global, lo que es muy evidente en las varias agresivas intervenciones impulsadas por el imperio . Hay una lectura clara por parte del imperialismo de que "donde Brasil va la América Latina va junto". En este sentido, como nuestro continente latinoamericano es visto como una reserva estratégica de EEUU (de recursos naturales, energéticos, y políticos), los desdoblamientos del escenario político brasileño son de gran importancia para Washington.
El golpe de 2016 no sólo desmontó las pequeñas logros del período anterior como profundizó el control financiero e internacional de la economía nacional, en forma de compra de "activos". Ajuste que se impone en la escena a golpes de toga, con la Lava Jato alineada con el imperialismo por la estrategia del lawfare. Crece también el control de los sectores de infraestructura, energías renovables, servicio, salud y educación por empresas norteamericanas y chinas. En lo que se refiere al petróleo, 13 multinacionales ya se apropiaron del 75% del pre-sal, con liderazgo de Shell y BP, cuyas últimas subastas se produjeron en octubre de este año. Desde el punto de vista político, la acción del imperialismo consiste en desorganizar cualquier posibilidad del escenario brasileño -aunque bajo un gobierno de una centroizquierda reformista- representar cualquier amenaza a sus intereses a nivel continental. Es importante tener claro que el desarrollo de la disputa electoral en Brasil tendrá claros desdoblamientos sobre la crisis del régimen venezolano. Puede al final de ese proceso ser efectiva la contribución a la desestabilización política del país, o incluso a la posibilidad de una intervención militar.
Fue esa nueva doctrina responsable del lobby de aprobación de la ley antiterrorista aprobada por Dilma. Su objetivo se inscribe en la creación de un nuevo pacto, una "nueva democracia", donde los militares tengan un papel activo en esta nueva geopolítica del continente y en la política nacional.
Para resumir. El "estado democrático de derecho" montado sobre la excepción para las "clases peligrosas" está en proceso de reconfiguración como juego de poder de las clases dominantes (en algunos lugares, narco-estado), y hace emerger de su interior las razones de Estado y sus relaciones con los intereses del imperialismo. Los factores de reacción operan en la coyuntura, como Estado policial. Un ajuste que corta tan profundo en la carne del pueblo y hace explotar las ambiciones de la clase capitalista y de sus lacayos, tarde o temprano, llama la seguridad en su favor y amplía el espacio de la excepción para redefinir la norma del sistema.
El centroizquierda se esfuerza para canalizar esos esfuerzos en acumulación electoral, gastando toda su energía con la disputa institucional y el juego podrido de los partidos electorales, en detrimento de la lucha de clases. La escena política brasileña está maculada por el fraude de una representación que para los liberales burgueses siempre ha sido un mecanismo legitimador de la usurpación de las fuerzas colectivas y de los bienes comunes por la voluntad poderosa de minorías. Pero sabemos que el sistema tuerce la constitución y derrite el estado de derecho cuando se trata de defender los intereses de sus clases dominantes.
Debemos esforzarnos para construir un trabajo prolongado que apunte a los sindicatos, las organizaciones populares como la alternativa más correcta para el pueblo a defender sus derechos y participar en la vida política, profundizando la democracia directa, repudiando la conciliación de clases y dando combate sin tregua al proto- fascismo.
No es sólo eso. Se sintoniza también con la frustración económica, el fracaso de soluciones políticas por la representación y la desestabilización de valores asociados a posiciones de poder en la familia, cultura, educación. Una producción subjetiva conservadora que tiene en los evangélicos y su base popular un vector de capilarización. Esta nueva derecha transitó del discurso petista a la radicalidad del discurso anti-político y “anti-sistema”, configurándose como una derecha que no habla sólo para las élites, sino también a los sectores populares y periféricos. Actuan en el vacío social dejado por la centroizquierda, que se sitúa sólo en la defensa de la democracia burguesa.
La figura despreciable de Bolsonaro se inserta en ese intento de profundización de la destrucción de los derechos sociales y de violencia patriarcal contra mujeres, LGBTs, indígenas, negros / as y quilombolas. Violencias que se materializaron en diversos ataques por Brasil protagonizados por sus partidarios, entre ellos, lo que resultó en el brutal asesinato del Maestro Moa del Katendê, en Salvador. Lejos de minimizar la barbarie que Bolsonaro representa es necesario insertarlo dentro de una lógica funcional de la aplicación del ajuste, de la recolonización imperialista del país a un ritmo más acelerado que en un gobierno de centroizquierda.
Nuestras banderas de clase necesitan estar levantadas hacia arriba en este momento de ataque proto-fascista y ultraliberal. No podemos sucumbir al pánico que desmoviliza y al temor provocado por las elites reaccionarias. Nuestro papel es resistir activamente, reforzando la solidaridad de clase, garantizar la lucha en las calles y la movilización permanente de los de abajo!
- Lucha por la defensa de los derechos sociales. Lucha contra las privatizaciones y los ataques a los de abajo. Lucha contra los ataques a la educación, reforma de los juiblados, lucha contra el aumento del costo de vida, contra la criminalización de los movimientos sociales y el proceso de genocidio del pueblo negro, periférico e indígena.
- Construcción de una huelga general contra el avance del fascismo y los ataques a los derechos de los trabajadores que es la agenda del imperialismo del próximo período, de las élites empresariales y políticas independientes de las elecciones.
¡Contra la barbarie neoliberal, lucha y organización!