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[Catalunya] Proceso destituyente, proceso constituyente

category iberia | antifascismo | opinión / análisis author Thursday November 02, 2017 02:49author by Miguel Gómez - Embat Report this post to the editors

A estas alturas de la película desde las posiciones libertarias ya hemos dicho prácticamente de todo sobre la cuestión catalana. Para resumir mi posición – desde las libertarias de Embat y desde una parte del movimiento anarquista de Cataluña – muy pragmática, apoyamos la independencia de Cataluña no sólo como protesta contra la represión y no sólo para debilitar el estado español: Apoyamos la independencia como parte del proceso de autodeterminación de nuestro pueblo y como vehículo de una revolución democrática en curso. Es decir que creemos que hay una cuestión estratégica a largo plazo detrás el 1 de Octubre.
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Entendemos que el estado español está debilitado por la persistencia de una crisis económica que ya se arrastra desde hace una década y que ha lastrado las vidas de las clases populares creando un malestar permanente. Además el estado está debilitado por una corrupción sistemática que crea todavía más desafección popular, con la idea que se nos están meando encima. Y si todo esto todavía fuera poco, la respuesta del estado a sus problemas es más autoritarismo que canalizan desde cuerpos policiales o desde el poder judicial, la ley mordaza, etc.

En Cataluña las clases populares, ya activadas desde el 15M, fueron vehiculadas luego a través de un movimiento soberanista transversal. Una vez agotada la oleada del 15M con los movimientos de calle a la baja, la vía «social» acabaría dando forma a Podemos y a los Comunes que más tarde a su vez chocaron contra los muros institucionales que bloquean cualquier vía de cambio social rápido. O sea que estos partidos que se habían creado a los hombros de las movilizaciones, entendiendo que esta vía de calle había llegado a un límite, encontraron a su vez el límite de las instituciones. Todavía peor, se acomodaron enseguida a las poltronas y la cuestión social quedó arrinconada quemando una parte de su electorado.

En definitiva, somos perfectamente conscientes que es sólo una mitad del pueblo catalán la que está activa por esta causa. Con todo, la situación es única en Europa. También hay que añadir que no se puede hablar de un movimiento de élites. No son las élites de la burguesía catalana las que dirigen el movimiento. Es obvio que hay una parte de la élite también, pero está presente para no perder sus parcelas de poder. La mayoría de las élites abandonaron el movimiento en cuanto se dieron cuenta que iba de verdad. Lo cierto es que el movimiento está dirigido ideológicamente por la clase media, cosa típica de cualquier movimiento de carácter democrático.

Además, hay que reconocer que este movimiento por la independencia tiene en frente suyo a la burguesía capitalista (esta que se lleva las empresas fuera de Cataluña) y a todos los estamentos del Estado (fiscalía, judicatura, cuerpos legislativos, ejército, fuerzas policiales…) que ahora babean pensando en la aplicación del artículo 155 de la Constitución española. ¿Esta población desafecta (de 3 millones de personas: aquellos 2,2 millones de participación el 1O + 775.000 votos robados más) permanecerá pasiva en la destrucción del suyos derechos? ¿Permanecerá pasiva a su humillación?

Podemos ver un «desborde» el 1 de Octubre. También el 3 de Octubre. La gente común no atendió las consignas de la ANC y Òmnium y ocupó los colegios electorales. Las clases populares no hicieron un simple «paro de país» sino una huelga general. La gente no necesitó el aval del Parlamento. La gente se autodeterminó. Nos desbordó incluso a las organizaciones revolucionarias. Nos toca recordar que la calle cambia las cosas, mientras que las instituciones las paralizan. El ejemplo lo hemos visto con la incapacidad de en Carles Puigdemont para proclamar la independencia de una manera inteligible.

¿Y ahora qué?

Ahora toca el camino largo del proceso constituyente. Hay que pensar un nuevo país y que no lo decidan entre cuatro en un despacho o que nos den a votar tres opciones cerradas. Si hemos iniciado el proceso destituyente de España, queremos iniciar el proceso constituyente del nuevo país también. Este proceso constituyente lo puede aprovechar la izquierda ibérica apostando por un modelo confederal y republicano. Pero hay que entender que la confederación ibérica sólo será posible desde las periferias y no desde los grandes pensadores de la Complutense de Madrid. Desde la periferia y no desde la mentalidad del centro. La parte destituyente vendrá de la cuestión social que tendrá que volver a la palestra. Tienen una oportunidad histórica de impulsar una nueva sociedad. Ya no vale culpar los catalanes del ascenso del fascismo por todas partes España. Habría surgido igualmente con un gobierno de Podemos.

El proceso constituyente debe tener dos vertientes. Una de cariz nacional/territorial. Todavía se tiene que proclamar una República. Ante la aplicación del 155 es posible un escenario de doble institucionalidad si la Generalitat actual se niega a entregarle el poder a los Ministros del PP. De hecho hay una pequeña posibilidad de que se declare en rebeldía y que haya dos legalidades a la vez. También es posible que el Parlamento no declare una DUI y que vuelva por enésima vez a apelar al diálogo con quien los tiene cogidos por el cuello. Bien, con las dos opciones surge una oportunidad de crear una institucionalidad desde abajo basada en las asambleas populares y en una desobediencia sistemática a las órdenes y normativas del estado. Para esta tarea se podría utilizar la red de CDRs que intentan sacar la cabeza por el territorio. Pero los CDRs todavía tienen que demostrar que están a la altura de las circunstancias y que son actores políticos legítimos del momento actual (cosa que todavía está por hacer).

La segunda vertiente es de cariz social. Es vital un «frente social» que funcione a modo de Asamblea Social Catalana que convoque movilizaciones según una serie de aspiraciones sentidas por nuestro pueblo: trabajo, sanidad, educación, vivienda, alimentación, barrios vivos, defiende del territorio, etc. La función de la Asamblea (o cómo se quiera llamar) será la de crear unas normativas escritas y apoyadas por las organizaciones sociales desde las cuales se ofrecería una alternativa de sociedad. En este sentido el ariete de este movimiento sería una mesa de sindicatos que tienen que convertirse en la fuerza de choque del movimiento social convocando huelgas y creando en todo lo posible una sensación de «ruptura de la normalidad».

Todo esto, como es evidente será cuestionado o combatido por las entidades de la burguesía. No es ningún secreto la hoja de ruta del tándem ANC/Òmnium-PDCAT/ERC-Generalitat que pretende controlar totalmente el movimiento independentista. En este sentido destacan sus mensajes-consigna virales por los grupos de whatsapp o su ataque a plataformas que consideran competencia. También hay que tener en cuenta la función de sus militantes dentro de los CDR, que en no pocos casos intentarán tomar el control.

Otra cosa a recordar es el caso vasco. En Euskal Herria su movimiento de liberación inició un camino muy largo asumiendo que este sería largo y costoso. Aquí en Cataluña, se nos ha vendido la idea que sólo votando ya lo tendríamos todo hecho y que seríamos como una nueva Dinamarca. Pero los palos del 1O despertaron una memoria colectiva dormida desde el franquismo. La población recordó de golpe qué implica el estado español a pesar de que todavía quiere creer de manera naif que el pacifismo del movimiento posicionaría la comunidad internacional a favor de Cataluña. Tácticamente nos beneficia la comparativa de los procesos.

Conclusiones

No nos hacemos ilusiones sobre «repúblicas desde abajo». Sabemos que Cataluña seguirá, pase lo que pase, insertada dentro de la economía capitalista de mercado y con un modelo de estado liberal en un contexto de crisis globales encadenadas y convergentes. Lo que nos interesa de todo este proceso es la politización masiva y el aprendizaje colectivo de buena parte de la población.

Con un enemigo como el estado español existe la posibilidad real de que grandes porciones del pueblo catalán viren hacia posiciones antioligárquicas. Por eso hay que insistir tanto en conceptos clave como la desobediencia, la destitución, la soberanía popular, el poder del pueblo… Es importante estar en el proceso constituyente para que este refleje las soluciones desde abajo y desde la izquierda por un nuevo modelo de país. Se tendrá que seguir cuestionando la Unión Europea y la OTAN y cómo se puede ganar más soberanía para disponer de instrumentos eficientes para construir la sociedad socialista libertaria que deseamos. Todo esto es un proceso muy largo, lleno de curvas y contradicciones.

Lo que no podemos hacer las libertarias es esconder la cabeza bajo el ala, situarnos fuera, quedarnos paralizadas en el mundo de las ideas. Estamos muy orgullosas de la respuesta digna de gran parte de nuestro movimiento, que ha compartido el destino de nuestro pueblo. Tenemos que apoyar a quien quiera luchar contra la dominación.

De forma pragmática entre monarquía autoritaria y república, elegimos república. Ante una república hecha en los despachos de la burguesía, preferimos una Constituyente del Pueblo con toda su diversidad (sabiendo que la mayoría del pueblo está lejos de las posiciones libertarias). Ante la UE y la OTAN queremos nuevos referéndums para salir de su influencia… Sabemos que tenemos que acompañar en el pueblo en su proceso, caminando un paso por ante él, pero no dos pasos para no perdernos.

Nos toca crear organizaciones de masas. Grandes, plurales, obreras. En los barrios y en los pueblos, al campo. Medios de comunicación con llegada en todas partes. Capaces de crear un relato diferenciado al del poder. La vía institucional queda nuevamente como un freno a las aspiraciones de la población. Las organizaciones populares o los comités de base tienen que poder crear una institucionalidad alternativa, que no se dará a través de la movilización por la movilización si no ante la organización. Y todo a la vez tendrá que poder presentarse unido y cohesionado frente a la previsible respuesta del estado ante nuestro desafío. ¿Lo haremos solas? ¿Lo haremos con el resto de pueblos del estado? Esto lo tendrán que responder los otros territorios.

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