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[Colombia] Maricas o No

category venezuela / colombia | género | opinión / análisis author Friday February 19, 2016 13:02author by Colectiva Libertaria Severas Flores - Colectiva Libertaria Severas Flores Report this post to the editors

En los últimos dos días la noticia que ha conmocionado al país es la de una supuesta red de prostitución masculina en el seno de la Policía Nacional y que cuenta con la participación de altos funcionarios públicos. Esto gracias a la divulgación de un vídeo que hace parte del corpus de pruebas que la Procuraduría General ha construido para iniciar un proceso en la Fiscalía a los funcionarios implicados. El asunto se ha convertido es un circo mediático completo.
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En los últimos dos días la noticia que ha conmocionado al país es la de una supuesta red de prostitución masculina en el seno de la Policía Nacional y que cuenta con la participación de altos funcionarios públicos. Esto gracias a la divulgación de un vídeo que hace parte del corpus de pruebas que la Procuraduría General ha construido para iniciar un proceso en la Fiscalía a los funcionarios implicados. El asunto se ha convertido es un circo mediático completo.

Muchas personas han salido a la defensa del derecho a la intimidad. Los funcionarios públicos abogan por que se respete la vida privada de sus pares, quienes deben ser considerados de manera especial al ser figuras públicas, bajo constante vigilancia de los medios de comunicación. Otros defienden simplemente el derecho de las preferencias sexuales de cualquier persona, asegurando que nadie esta libre de “fetiches” y que por ello, deben respetarse. No sobra decir que ambos argumentos se basan en la idea de la sexualidad como un campo privado y puro. Esto es una estupidez.

La Policía Nacional, al igual que el Ejército Nacional, son instituciones atravesadas por una fuerte idea de masculinidad. El guerrero o el guardián son representaciones de una virilidad, que no solo debe ser demostrada, sino que también probada constantemente. Las personas que acceden a esta institución pasan por un adoctrinamiento sin igual que refuerza la idea del macho violento. El control que ejercen sobre los cuerpos es uno que solo es comparable al de las prisiones. De allí, que la noticia sobre las relaciones homo-eróticas a escondidas parezcan tan sorprendentes. Pero esta situación no es nueva. Una institución tan masculinizada es un espacio ideal para que se den relaciones de todo tipo entre los hombres que allí se encuentran. Siempre se han presentado estos casos y la falsa sorpresa mediática es un reflejo de la falsa moral que tienen respecto a la idea de rectitud que debe tener la institución (Valdría la pena preguntarse si La Ciudad y Los Perros es una lectura que realizan los policías o soldados). Los hombres reafirman su virilidad en rituales de dominación sobre otros hombres, que se someten a la voluntad de sus superiores. La cadena vertical de poder se refuerza en actos violentos de todo tipo y esto está atravesado por una idea de la heterosexualidad obligatoria, así sean relaciones entre solo hombres.

La red de prostitución masculina que se ha descubierto es solamente un síntoma de lo podrida que esta la institución en su interior. Las relaciones de dominación que se presentan, reflejan la necesidad constante de la reafirmación masculina, donde el secretísimo es parte de la vida diaria de los mismos oficiales que por la noche salen a golpear a personas trans en rondas por la ciudad. Estas personas han decidido hacer parte de la hipocresía institucional y han reprimido sus cuerpos para poder participar de un sistema violento e intolerante. Tan intolerante que deben esconder sus propios deseos de sus compañeros o de sus seres queridos. Algunos incluso llegando a formar familias para complacer los estándares de masculinidad que la sociedad les reclama y que la institución hipócritamente cumple.

No reclamemos el derecho a la vida privada de sujetos que han decidido darle la espalda a la violencia de género para salvar su propio pellejo, reforzando la idea de lo que es ser un hombre. El hetero-patriarcado refuerza relaciones de dominación, que se manifiestan en este caso en la red de prostitución masculina, a la vez que refuerza la idea de vergüenza en las relaciones sexuales disidentes. Por ello los funcionarios prefieren renunciar antes que enfrentarse con sus propios deseos y con una sociedad que saben que va a rechazar su comportamiento al haber accedido a la auto culpabilización que produce la vida doble que han decidido vivir.

La sexualidad también es política y el secretísimo solo se reclama cuando se teme a lo que pueda suceder si se vive plenamente. Maricas o no, debemos asumir nuestros deseos y nuestros cuerpos como formas de lucha contra el hetero-patriarcado y sus múltiples manifestaciones en la sociedad actual. Solo un empoderamiento de los cuerpos podrá permitir la articulación de una organización que le pueda hacer frente a la violencia de género que emana de instituciones como estas. Y de la misma forma, manifestaciones públicas (acciones directas) pueden romper con la falsa idea de privacidad que solo sirve para reforzar la culpabilidad y el secretísimo hipócrita. Así, hasta un simple beso puede ser una acto revolucionario.

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