Cuestiones organizativas del anarquismo
Publicado originalmente en la revista académica "Espaço Livre" (http://revistaespacolivre.net), num. 15, de 2013, ese texto tiene por objetivo discutir, desde una perspectiva teórico-histórica, algunas cuestiones organizativas relativas al anarquismo. [Português]
Bakunin y Gerdzhikov
Cuestiones organizativas del anarquismo
Introducción
El presente texto tiene por objeto discutir, desde una perspectiva teórico-histórica, algunas cuestiones organizativas relativas al anarquismo. El contesta a la afirmación repetida constantemente, de que esta sería una ideología/doctrina esencialmente espontaneista y contraria a la organización. Retomando el debate sobre la organización entre anarquistas, el articulo afirma haber tres posiciones fundamentales sobre el asunto: aquellos que son contrarios a la organización y/o defienden articulaciones informales en pequeños grupos (antiorganicionismo), aquellos que defienden solamente a la organización en el nivel de masas (sindicalismo/comunitarismo) y aquellos que sustentan la necesidad de articulación en dos niveles, político-ideológico de masas (dualismo organizacional).
Profundizando en las posiciones de la tercera corriente, trayendo elementos teóricos de M. Bakunin y, a continuación presentando un caso histórico en el que los anarquistas sostuvieron, en teoría y práctica, esa posición: la actuación de la Federación de los Anarco-Comunistas de Bulgaria (FAKB) entre los años 1920 y 1940.
Anarquismo: ¿espontaneísmo y antiorganicionismo?
En el epílogo que realiza, a la compilacion de textos de Karl Marx, Friedrich Engels y Vladimir I Lenin sobre el anarquismo (Marx, Engels, Lenin, 1976) -una obra financiada por Moscú en el contexto soviético para promover las
ideas del marxismo-leninismo - Kolpinsky (1976, pp. 332-333) afirma que el anarquismo es una doctrina “pequeño-burguesa”, “ajena al proletariado”, basada en el “aventurarismo”, en las “concepciones voluntaristas” y en los “sueños utópicos sobre la libertad absoluta del individuo”. Además de eso, enfatiza:
“Son propios de todas las corrientes anarquistas los sueños utópicos de creación de una sociedad sin estado y sin clases explotadoras, por medio de una rebelión espontánea de las masas populares y de la abolición inmediata del poder del Estado y de todas sus instituciones, y no por medio de la lucha política de la clase obrera, de la revolución
socialista y del establecimiento de la dictadura del proletariado”. (Kolpinsky, 1976, p. 332, cursiva añadida)
Afirmaciones de ese tipo fueron hechas durante toda las historia del anarquismo, tanto por sus adversarios, como por sus enemigos. Todavía, diversos estudios recientes de base teórica y/o histórica[1] vienen demostrando que tales afirmaciones no poseen respaldo de la realidad en los hechos.
Conforme se ha sustentado más detalladamente en otros estudios (Corrêa, 2012) el espontaneismo [2] y la posición contraria a la organización no constituyen principios políticos-ideológicos del anarquismo y, por eso, no son comunes a todas sus corrientes. La cuestión organizativa caracteriza uno de los debates mas relevantes entre los anarquistas y está en la base de la constitución de las propias corrientes del anarquismo [3].
Un análisis amplio del anarquismo, en términos históricos y geográficos, como el realizado por Michael Schmidt y Lucien van der Walt (2009), permite afirmar que hay un sector minoritario, contrario a la organización y otro, mayoritario que la defiende; los anarquistas poseen distintas concepciones de la organización a nivel de masas, incluyendo articulación comunitaria y sindical [4], y diferentes posiciones acerca de la organización especifica anarquista.
Tres posiciones anarquistas sobre la organización
De acuerdo con Schmidt y van der Walt (2009, p 239), en el debate anarquista sobre la cuestión organizativa, se evidencian tres posiciones fundamentales: 1,) el antiorganicianismo. Que se coloca, en general, contra la organización, tanto as nivel social, de masas, como a nivel político-ideológico, específicamente anarquista; eses anarquistas defienden el espontaneismo o, como máximo, la articulación en redes informales y/o pequeños grupos de militantes; 2.) el sindicalismo/comunitarismo, comprendiendo que la organización de los anarquistas se debe dar solamente a nivel social, de masas, y que las organizaciones políticas anarquistas serian redundantes, en algunos casos hasta peligrosas; ya que los movimientos populares, dotados de una capacidad revolucionaria, pueden llevar a cabo todas las proposiciones anarquistas; 3.) el dualismo organizacional. Que sustenta ser necesario articularse, al mismo tiempo, en movimientos de masas y organizaciones políticas, con vistas a promover las posiciones anarquistas de manera mas coherente y eficaz en movimientos mas amplios.
El antiorganizacionismo posee sus bases en proposiciones como las de Luigi Galleani, militante anarquista italiano que cree que una organización política – o como la denominaba su paisano Errico Malatesta, un “partido anarquista” –
conduce necesariamente a una jerarquía de tipo gubernamental que viola la libertad individual:
“El partido, cualquier partido, posee su programa, que es su propia constitución, posee su asamblea de secciones o grupos delegados, su parlamento; en su cuerpo directivo o en sus secciones ejecutivas posee su propio gobierno. Por tanto, es una superposición gradual de cuerpos por medio de los cuales una jerarquía real y verdadera se impone entre los varios niveles e esos grupos que están ligados: a la disciplina, a las infracciones, a las contradicciones que son tratadas con sus castigos correspondientes, que pueden ser tanto la censura como la expulsión”. (Galleani, 2011 p. 2)
Galleani sustenta que los anarquistas deben de asociarse en redes poco organizadas, casi informales, pues la organización, principalmente programática, conduce a la dominación. Tal posición fue asumida tanto en relación a los
agrupamientos anarquistas, como en relación a los movimientos populares de forma generalizada. Para Galleani (2011, p. 3; 6; traducción nuestra), “el movimiento anarquista y el movimiento obrero recorren caminos paralelos y la constitución geométrica de lineas paralelas esta hecha de manera que ellos nunca se puedan encontrar o puedan coincidir”. Anarquismo o movimiento popular constituyen, para él, campos distintos; las organizaciones obreras
son víctimass de un “conservadurismo ciego y parcial” responsable de “establecer un obstáculo, muchas veces un peligro” a los objetivos anarquistas. Los anarquistas, según mantiene, deben actuar por medio de la educación, de la propaganda, y de la acción directa violenta, sin involucrarse en los movimientos de masas organizados. [5]
El sindicalismo/comunitarismo se vincula a la idea de que el movimiento popular posee todas las condiciones para barcar posiciones libertarias y revolucionarias, de manera que cumpliría todas las funciones necesarias a un proceso de transformación; las organizaciones políticas anarquistas son innecesarias o una cuestión secundaria. Si las defensas de la organización exclusivamente a nivel comunitario son escasas (como en las proposiciones del norte-americano Murray Bookchin), no ocurre lo mismo con el sindicalismo de intención revolucionaria. [6]
Esa posición es defendida por muchos sindicalistas revolucionarios, como fue el caso del francés Pierre Monatte (1998, p. 206-207) que, en el Congreso Anarquista de Amsterdam, en 1907, mantiene que el sindicalismo revolucionario “se basta a si mismo”. Monatte cree que el movimiento popular iniciado por la Conféderation Generale du Travail (CGT), en Francia, en 1895, había posibilitado una reaproximación entre los anarquistas y las masas y por eso recomienda: “que todos los anarquistas ingresen en el sindicalismo”. Por más que el contexto histórico posea relevancia en el alejamiento que sucedió en Francia, después de la Comuna de París, entre el anarquismo y los movimientos de masas, esa posición de Monatte fue predominante en el anarquismo del siglo XX en todo el mundo, si no en teoría, por lo menos en la práctica.
En ese mismo congreso, que puede ser considerado el primer momento histórico de debate amplio sobre las cuestiones organizativas del anarquismo, otros anarquistas se posicionarón. Malatesta (1998, p. 208) concordaba con la participación anarquista en los movimientos populares, pero reforzaba: ”dentro de los sindicatos es preciso que permanezcamos anarquistas, con toda la fuerza y amplitud implícitas de esa definición”; es decir, el anarquismo no se podría disolver en el movimiento sindical, no podría ser tragado por él, dejando de existir como ideología/doctrina con posiciones e instancias propias. Posición semejante, pero con una base más enfáticamente clasista, fue defendida por Amedée Dunois, que mantenía, además del trabajo sindical, la necesidad de una organización anarquista:
“Los anarquistas sindicalistas […] están abandonados a si mismos y, fuera del sindicato no poseen ningún contacto real entre ellos o sus otros compañeros. Ellos no poseen ningún apoyo y no reciben ayuda. Por eso, pretendemos crear ese contacto, proporcionar ese apoyo constante; y yo estoy personalmente convencido de que la unión de nuestras actividades solo puede traer beneficios, tanto en términos de energía, como de inteligencia. Y cuanto mas fuertes somos – y solo seremos fuertes organizándonos – mas fuerte será el flujo de ideas, que podremos sostener en el movimiento obrero, que se ira, poco a poco, impregnando del espíritu anarquista. […] Seria suficiente para la organización anarquista agrupar, en torno a un programa de acción práctica y concreta, todos los compañeros que acepten nuestros principios y que quieran trabajar con nosotros, de acuerdo a nuestros métodos”. (Dunois, 2010)
Las posiciones de Malatesta y Dunois se refieren al dualismo organizacional, que se apoya en la idea de que los anarquistas se deben organizar, paralelamente, en dos niveles: uno social, de masas, y otro político-ideológico, anarquista. Malatesta (2000a, pp. 56; 55; 60) define el “partido anarquista” como “el conjunto de aquellos que quieren contribuir para realizar la anarquía, y que por consecuencia, precisan fijar un objetivo a alcanzar y un camino a recorrer”. “Permanecer incomunicado, haciendo o queriendo hacer cada uno por su cuenta, sin entenderse con los otros, sin prepararse, sin agrupar las débiles fuerzas de los incomunicados”, significa para los anarquistas, “condenarse a la debilidad, desperdiciar sus energías en pequeños actos ineficaces, perder rápidamente la fe en el objetivo y caer en la completa innacción”. La manera de superar el aislamiento y la falta de coordinación es invirtiendo en la formación de una organización política anarquista: “si no quiere permanecer inactivo e impotente, [el militante anarquista] se deberá procurar otros individuos que piensen como él, y volverse iniciador de una nueva organización”.
Pero, para Malatesta (2000b), la organización especifica anarquista no es suficiente: “favorecer las organizaciones populares de todos los tipos es la consecuencia lógica de nuestras ideas fundamentales y, así debería formar parte integral de nuestro programa”. Apunta en ese sentido, la necesidad de un trabajo de base intenso en medio de las organizaciones populares de masas:
“Es preciso, por tanto, en tiempos normales, realizar el trabajo amplio y paciente de preparación y organización popular y no caer en la ilusión de la revolución a corto plazo, factible solamente por la iniciativa de unos pocos, sin participación suficiente de las masas. A esa preparación, contando que ella pueda ser realizada en un ambiente adverso, hay, entre otras cosas, la propaganda, la agitación y la organización de las masas que nunca deben de ser descuidadas”. (Malatesta, 2008, p. 31)
Los anarquistas organizacionistas (sindicalistas, comunitaristas, dualistas organizacionales) han contribuido, teórica y prácticamente, con el debate sobre las cuestiones organizativas del anarquismo. El dualismo organizacional [7] posee contribuciones que serán, enseguida, abordadas teórica y prácticamente por medio de los escritos de Mikhail Bakunin y de la experiencia de la Federación de los Anarco-comunistas de Bulgaria.
Anarquismo y dualismo organizacional: los escritos de M. Bakunin
El dualismo organizacional se vincula a las propias raíces del anarquismo, siendo formulado en la obra de Bakunin, que se refiere, con frecuencia, a las practicas de la Alianza de la Democracia Socialista (ADS) en el seno de la asociación internacional de los trabajadores (AIT) . [8]
Para Bakunin (2000a; traducción nuestra) la ADS tiene un doble objetivo; por un lado, estimular el crecimiento y el fortalecimiento de la AIT [9]; y por otro, aglutinar en torno a unos principios, un programa y una estrategia común, a
aquellos que posean afinidades político-ideológicas con el anarquismo. En suma, crear/fortalecer una organización política y un movimiento de masas:
“Ellos, [los militantes de la ADS] formarán la alma inspiradora y vivificante de ese inmenso cuerpo al que llamamos Asociación Internacional de los Trabajadores […]; en seguida se ocuparan de las cuestiones que son imposibles de ser tratadas públicamente – ellos formaran el puente necesario entre la propaganda de las teorías socialistas y la práctica revolucionaria.” (Bakunin, 2000b)
Bakunin (2000c, 2000b, 2000a, traducción nuestra) sostiene que la ADS no necesita de una cantidad muy grande de militantes: “el número de esos individuos no debe pues ser enorme”; ella constituye una organización política,
pública y secreta, de minoría activa, con responsabilidad colectiva entre los integrantes, que reúne “a los miembros más seguros, los más devotos, los más inteligentes y los más enérgicos, en unas palabra, los más íntimos”, nucleados en diversos países, con condiciones de influenciar de forma determinante a las masas.
Esa organización tiene por base una regulación interna y un programa estratégico, los cuales establecen, respectivamente, su funcionamiento orgánico, sus bases político-ideológicas y programático-estratégicas, forjando un eje común para la actuación anarquista. Pueden hacerse miembros de la organización, según Bakunin (2000d, 2000c; traducción nuestra) solamente “aquellos que hubiesen francamente aceptado todo el programa con todas sus consecuencias teóricas y prácticas y que, junto a la inteligencia, la energía, la honestidad y la discreción, tienen aún la pasión revolucionaria”.
Internamente, no hay jerarquía entre los miembros, y las decisiones son tomadas de abajo hacia arriba, en general por mayoría (variando del consenso a la mayoría simple, dependiendo de la relevancia de la cuestión), y con todos los
miembros acatando las decisiones tomadas colectivamente. Eso significa aplicar el federalismo – defendido como forma de organización social, que debe de descentralizar el poder y crear “una organización revolucionaria de abajo hacia arriba y de la circunferencia al centro” - en las instancias internas de la organización anarquista.
Incentivar el crecimiento y el fortalecimiento de la AIT en diferentes países, e influenciarla en el sentido de su programa constituye también, conforme se ha señalado, uno de los objetivos de la ADS. Este amplio movimiento de
masas internacional e internacionalista, según Bakunin (2008, p. 67) debe de ser el protagonista de la revolución social, ya que ninguna revolución puede triunfar si no es exclusivamente por la fuerza del pueblo”. Tal proceso revolucionario – que no se puede resumir en cambios esencialmente políticos, y sí alcanzar los mas profundos fundamentos sociales, incluyendo la economía – altera las bases del sistema capitalista/estatista y establece el socialismo libertario. [10]
“La asociación internacional de los trabajadores, fiel a su principio, jamás apoyaría una agitación política que no tenga por objetivo inmediato y directo la completa emancipación económica del trabajador, esto es, la abolición de la
burguesía como clase económicamente separada de la masa de la población, ni cualquier revolución que desde el primer día, desde la primera hora, no incluya en su bandera la liquidacion social. […] Ella dará a la agitación laboral en todos los países un carácter esencialmente económico, colocando como objetivos la disminución de la jornada de trabajo y el aumento de los salarios; como medios, la asociación de las masas obreras y la formación de cajas de
resistencia. […] Ella se ampliará, en fin, organizandose con firmeza atravesando las fronteras de todos los países a fin de que, cuando la revolución, conducida por la fuerza de las cosas, haya eclosionado, exista una fuerza real, sabiendo lo que debe hacer y, por eso mismo, capaz de apoderarse de ella y darle una dirección verdaderamente constructiva para el pueblo; una organización internacional seria de las asociaciones obreras de todos los países, capaz de sustituir ese mundo político de los estados y de la burguesía que parte." (Bakunin, 2008, pp. 67-69)
El movimiento de masas moviliza trabajadores a partir de sus necesidades económicas y organiza las luchas sindicales a corto plazo, por medio de mecanismos organizativos propios e instituciones creadas por los trabajadores,
abarcando el centro de trabajo y el domicilio; la acumulación permanente de la fuerza social de los trabajadores y la
radicalización de las luchas permite el avance hacia la revolución social.
Crear una asociación popular con base en necesidades económicas implica, “eliminar inicialmente del programa de esta asociación todas las cuestiones políticas y religiosas”, pues lo mas relevante es ”buscar una base común, una serie de simples principios sobre los cuales todos los obreros, cualesquiera fueran por otra parte sus aberraciones políticas y religiosas, […] están y deben de estar de acuerdo”. Al paso que la cuestión económica une a los trabajadores, cuestiones político-ideológicas y religiosas los separan; éstas, aún no constituyendo principios de la AIT, deben de ser debatidas al lo largo del proceso de las luchas. [11] (Bakunin, 2008 pp. 42-43)
Se trata de estimular la unidad de los trabajadores sobre bases clasistas, por medio de la asociación en torno a intereses comunes de un conjunto de sujetos oprimidos –trabajadores del campo y de la ciudad, campesinado y marginados en general-, para la lucha de clases directa contra las clases dominantes, pues “el antagonismo que existe entre el mundo obrero y el mundo burgués” no permite “ninguna reconciliación”. En la lucha de clases los trabajadores conocen “a sus verdaderos enemigos,, que son las clases privilegiadas, incluyendo al clero, la burguesía, la nobleza y el Estado”, comprenden las razones que los unen a los otros oprimidos, adquieren consciencia de clase, perciben los intereses compartidos, conocen cuestiones político-filosóficas; eso constituye un verdadero proceso pedagógico. (Bakunin, 2008 pp. 56-54)
El movimiento de masas debe, todavía, constituir las bases organizacionales e institucionales de la sociedad futura y mantener una coherencia con sus objetivos revolucionarios y socialistas. Bakunin (2000e; traducción nuestra) enfatiza que una “sociedad igualitaria y libre“ no emanará “de una organización autoritaria”; por tanto, a “la internacional”, embrión de la futura sociedad humana, debe ser, desde ya, la imagen fiel de nuestros principios de libertad y de federación, y rechazar en su seno todo principio tendente a la autoridad, a la dictadura”. Él sostiene una coherencia entre medios y fines; la AIT debe de organizarse de manera libertaria y federalista -es necesario, dice Bakunin, “aproximar lo máximo posible esa organización a nuestro ideal”-, estimulando la creación de un andamiaje organizativo e institucional que pueda sustituir al capitalismo y al Estado: “la sociedad futura no debe ser otra cosa sino la universalización de la organización que la Internacional haya creado”.
La ADS no ejerce relación de dominación y/o jerarquía sobre la AIT, si no que la complementa; y viceversa. Juntas, esas dos instancias organizativas se complementan y potencian el proyecto revolucionario de los trabajadores, sin la sumisión de cualquiera de las partes. [12]
“La alianza es el complemento necesario de la Internacional... -Pero la Internacional y la Alianza, tendiendo para el mismo objetivo final, persiguen al mismo tiempo objetivos diferentes. Una tiene por misión reunir a las masas obreras, los millones de trabajadores, con sus diferentes profesiones y países, a través de las fronteras de todos los Estados, en un solo cuerpo inmenso y compacto; la otra, la Alianza, tiene por misión dar a las masas una dirección realmente revolucionaria. Los programas de una y de la otra, sin ser en modo alguno opuestos, son diferentes por el propio grado de su desarrollo respectivo. El de la Internacional si es tomado en serio, contiene en germen, mas sólo en germen, todo el programa de la Alianza. El programa de la Alianza es la explicación última del [programa] de la Internacional”.(Bakunin, 2000a)
La unión de esas dos organizaciones -una política, de minorías (cuadros); otra social, de mayorías (masas)- y su articulación horizontal y permanente potencian la fuerza de los trabajadores y aumentan las oportunidades del proceso de transformación anarquista. Dentro del movimiento de masas, la organización política da más eficacia a los anarquistas en las disputas de posiciones. Ella contrapone, organizadamente y en favor de su programa, a fuerzas que se dirigen en sentido contrario y que buscan: elevar a la condición de principio una de las diferentes posiciones político-ideológicas y/o religiosas, minimizando su carácter eminentemente clasista, fortaleciendo las posiciones reformistas (que ven la reforma como un fin) y la perdida de combatividad del movimiento, estableciendo jerarquías internas y/o relaciones de dominación, dirigendo la fuerza de los trabajadores hacia las elecciones y/o hacia estrategias de cambio que impliquen la toma del Estado, someter el movimiento a partidos, Estados u otros organismos que eliminan, en ese proceso, el protagonismo de las clases oprimidas y de sus instituciones. [13]
Anarquismo y dualismo organizacional: la experiencia de la Federación de los Anarco-Comunistas de Bulgaria
En este momento se presentan las lineas generales del dualismo organizacional anarquista, desarrollado por la experiencia de la Federación de los Anarco-Comunistas de Bulgaria (FAKB) entre los años 1920 y 1940.
En el Este europeo, los anarquistas tuvieron una actuación determinante, en 1903, en la revuelta de Macedonia, implicados en dos episodios: el primero, con la revuelta de Ilinden y la proclamación de la Comuna de Krouchevo; el segundo con la insurrección de Preobrojenié y la proclamación de la Comuna de Strandzha, ambas libertarias. La comuna de Strandzha fue responsable de la toma del territorio y del establecimiento de experiencias de autogestión durante un mes, constituyendo la primera tentativa local de edificar una nueva sociedad sobre los principios del omunismo libertario. Con el aplastamiento de la revuelta y de las experiencias por ella constituidas, se fundaran en Bulgaria, periódicos relevantes como Sociedad Libre, Acracia, Probuda, Rabotnicheska Misl, diversos grupos anarquistas y, en 1914, un grupo de Ruse lanzó las bases de un movimiento anarco-sindicalista. Después de problemas ocasionados por la Primera Guerra, el anarquismo búlgaro resurgió renovado con la fundación de la Federación de los Anarco-Comunistas de Bulgaria (FAKB), en 1919, en un congreso con 150 delegados.
“En el caliente año de 1919, en el auge de la revuelta global de los trabajadores contra el capitalismo, los anarco-sindicalistas búlgaros (los primeros grupos se habían establecido en 1910) y el núcleo de la antigua Federación Anarquista Macedonica y Búlgara (un núcleo que había sido fundado en 1909) hicieron un llamado al movimiento para reorganizarse. La Federación de los Anarco-Comunistas de Bulgaria (FAKB) fue fundada en un congreso abierto por el guerrillero anarquista Mikhail Gerdzhikov (1877-1947), uno de lols fundadores del comité Revolucionario Clandestino Macedonico (MTRK) en 1898 y comandante de su cuerpo de Primera Linea en la Revuelta Macedonica de 1903”. (Schmidt, 2009, p. 7)
De acuerdo con Schmidt (2009, p. 9), en Bulgaria, la FAKB protagonizo experiencias relevantes que implicaban sindicalismo urbano y rural, cooperativas, guerrilla y movilización de la juventud; “la FAKB se constituyo en secciones: sindical, guerrillera, profesional y de juventudes, lo que la diferenciaba en toda la sociedad búlgara”. Ella ayudo a fundar y fortalecer organizaciones como “la Federación Búlgara de Estudiantes Anarquistas (BONSF); una federación de artistas anarquistas, escritores, intelectuales, médicos e ingenieros; y la Federación de la Juventud Anarquista (FAM), que tenia extensiones en la ciudades, en los pueblos y en todas las grandes escuelas”.
Su 5º congreso, en 1923, contó con 104 delegados y 350 observadores de 89 organizaciones, lo que muestra la amplia influencia anarquista, posiblemente mayoritaria entre los trabajadores de Yambol, Kyustendil, Rodomir, pueblo de Nueva Zagora (Khaskjovo), Kilifaevo y Delebets, además de la creciente influencia en Sofia, Plovdiv, Ruse
y otros centros. El crecimiento de la (FAKB) atrajo represiones severas de la derecha fascista que, entre 1923 a 1931, matá a más de 30 mil obreros. Conforme señala Schmidt (2009, p. 16) en ese contexto muchos militantes de la FAKB fueron asesinados; aún así, otros, que no fueron exiliados, “formaron destacamentos de combate conocidos como 'cheti' y se involucraron en un importante esfuerzo para coordinar un levantamiento con el BKP [Partido Comunista Búlgaro] en 1923”, y también se implicaron en combates guerrilleros, en 1925, junto con el BKN y la BZS [Unión Agraria Búlgara].
Entre 1926 y 1927, la FAKB adopto la “Plataforma” del grupo de exiliados rusos Dielo Truda[14,], que sustentaba la
necesidad de una organización anarquista programática, fundamentada en la unidad ideológica, en la unidad táctica (método colectivo de acción), en la responsabilidad colectiva y en el federalismo, que tuvo un impacto relevante sobre la elaboración de su programa de 1945, la “Plataforma de la FAKB”, la cual sera abordada más adelante.
En 1930, en Bulgaria, apunta Schmidt (2009, p. 23-25), se destaca la influencia anarquista en la formación de la
Confederación Vlassovden, organización sindical rural, que se articuló en torno de múltiples demandas: ”reducción de los impuestos directos e indirectos, disolución de los carteles agrarios, asistencia médica gratuita para los campesinos, seguro y jubilación para los trabajadores agrícolas y la autonomía de la comunidad”. Extendiéndose rápidamente, el llamado ”sindicalismo vlassovden” llegó, el año siguiente, a estar representado en 130 secciones de la confederación, posibilitando un “gran avance de las organizaciones y publicaciones anarquistas, de modo que el movimiento anarquista, en aquel momento, puede ser situado como la tercera mayor fuerza en la izquierda, después de la BZS y del BKP”.
Durante la Revolución Española (1936-1939), 30 anarquistas Búlgaros lucharon como voluntarios en las milicias anarquistas.
Entre 1941 y 1944, una guerrilla anarquista combatió al nazi-fascismo, aliándose al Frente Patriótico en la organización de la insurrección de septiembre de 1944 contra la ocupación nazi. Mientras tanto, con el Ejército Rojo sustituyendo a los alemanes como fuerza de ocupación, se estableció una alianza entre la derecha y la izquierda -llamada “alianza rojo-naranja-marrón” (Schmidt, 2009 p. 33)- que reprimió brutalmente a los anarquistas. Los trabajadores fueron obligados a entrar en un sindicato único, ligado al Estado, en una política claramente inspirada en Mussolini, y, en 1945, en un congreso de la FAKB, en Sofía, la milicia comunista arresto a los 90 delegados presentes, lo que no impidió que el periódico de la FAKB, Rabotnicheska Misl, llegase en aquel año, a una tirada de 60 mil ejemplares por número. A finales de los años 1940, de acuerdo con Schmidt (2009, p. 36), centenares de
anarquistas habían sido ejecutados y cerca de 1000 militantes de la FAKB fueron mandados a campos de concentración donde las torturas, los malos tratos y el hambre de los veteranos antifascistas (es decir no comunistas) […] eran prácticamente rutina”. Fue prácticamente el final de la experiencia de la FAKB, iniciada en 1919.
En un balance de esa experiencia organizativa, se puede decir que ella permite concluir.
“que varios tipos de organización de clase trabajadora son indispensables y entrelazadas, sin subordinación de una a la otra: organizaciones ideológicas anarco-comunistas, sindicatos obreros, sindicatos de agricultores, cooperativas y organizaciones culturales y de intereses específicos, por ejemplo, de jóvenes y mujeres”. (Schmidt, 2009, p, 42)
La práctica de la FAKB durante esas más de dos décadas, así como el aporte teórico que se produjo en ese periodo, juntamente con la relación establecida con la “Plataforma” del Dielo Truda, se vio reflejado, en 1945, en un documento programático: la “Plataforma de la Federación de los Anarco-Comunistas de Bulgaria”. De acuerdo con ese documento, la FAKB preveía, apoyandose en el dualismo organizacional, una organización política anarquista y un
movimiento de masas de la ciudad y del campo, formado por sindicatos y cooperativas.
La organización política anarquista reúne a los anarquistas, por medio de principios político-ideológicos anarco- comunistas, articulándose regionalmente, con las siguientes tareas fundamentales:
“El desarrollo, la realización y la difusión de las ideas anarco-comunistas; el estudio de todas las cuestiones actuales y vitales de la vida cotidiana de las masas trabajadoras y los problemas de la reconstrucción social; la lucha multifacética por la defensa de su ideal social y por la causa del pueblo trabajador; La participación en la creación de grupos de trabajadores, en el nivel de producción, profesión, intercambio y consumo, cultura y educación, y todas las otras organizaciones que pueden ser útiles en la preparación de la reconstrucción social; La participación armada en toda insurrección revolucionaria; La preparación y la organización de estas insurrecciones; La tilización de todos los medios correctos que puedan conducir a la revolución social”.(FAKB, 2009, pp. 61-62)
Los anarquistas también participan de los movimientos de masas, en especial de los sindicatos y las cooperativas. Los sindicatos de trabajadores deben articular la fuerza de los trabajadores -a partir de una articulación por local
de trabajo o categoría, basándose en el federalismo, en la acción directa y en la autonomía/independencia de clase- y sus tareas fundamentales son:
“La defensa de los intereses inmediatos de la clase trabajadora; La lucha por la mejora de las condiciones de trabajo de los trabajadores; El estudio de los problemas de la producción; El control de la producción y la preparación ideológica, técnica y organizativa para la reconstrucción social radical, en la cual estas organizaciones
estarán obligadas de asegurar la producción industrial”. (FAKB, 2009, pp. 63-64)
Las cooperativas agrícolas articulan al campesinado sin tierra y a los pequeños propietarios que no explotan el trabajo de otros, con las siguientes tareas:
“Defender los intereses de los campesinos sin tierras, con poca o pequeñas parcelas de tierra; Organizar a los grupos de producción agrícola para estudiar los problemas de la producción agrícola; Prepararse para la futura reconstrucción social, en la que estas organizaciones serán las pioneras en la reorganización de la producción agrícola,
mirando de asegurar la subsistencia de toda la población.”(FAKB, 2009, pp. 64-65)
La experiencia de la FAKB, que se refleja en este documento programático, presenta elementos históricos relevantes para la comprensión del dualismo organizacional anarquista.
Apuntes conclusivos
La relevancia de la discusión sobre las cuestiones organizativas del anarquismo es doble. Por un lado, aún es necesario abordar el anarquismo seriamente, contraponiendo argumentos sustentados por sus adversarios y enemigos, con la intención de proporcionar un conocimiento más adecuado de esa ideología/doctrina política y de
sus principales debates. Por otro, el ahondamiento de la discusión sobre el dualismo organizacional puede contribuir al debate contemporáneo acerca de la organización de las clases oprimidas [15], trayendo elementos para la reflexión de aquellos que se interesan por movimientos de resistencia y lucha contra la dominación en general, y el capitalismo y el Estado en particular.
Traducido al castellano por Celine y correcciones Parco.
Notas:
1.De entre los estudios producidos en los últimos años, que toman por
base cortes históricos y geográficos amplios -trabajan con una
periodicidad de largo plazo, autores y episodios de diversos países
y continentes- se pueden citar: Corrêa, 2002; Corrêa, 2013; Schmidt
y van der Walt, 2009; Schmidt, 2012; Schmidt y van der Walt, inédito;
Silva, 2013.
2. Se trata de la noción de que las masas se
movilizan por si mismas, sin necesidad de organización, articulación
o preparación previas, pudiendo así, llegar a proveer procesos de
transformación de gran envergadura. Se diferencia por tanto, de la
noción de “espontaneidad”, componente inevitable de cualquier
movilización popular transformadora.
3. De acuerdo con Corrêa, (2012, pp. 168-186) son tres los debates centrales entre los
anarquistas, tomando como base su continuidad y permanencia, y que
constituyen los fundamentos de la definición de sus corrientes
(anarquismo de masas y anarquismo insurrecionalista): posiciones
favorables y contrarias a la organización, posiciones favorables y
contrarias a las victorias a corto plazo (reformas); posiciones
distintas en relación al contexto de utilización y la función de
la violencia. Mas allá de eso hay un cuarto debate relevante, ,
transversal a las corrientes anarquistas, sobre el modelo de la
organización especifica anarquista.
4. Según apuntan Schmidt y van der Walt (2009), en sus 150 años de historia, movimientos
populares por local de trabajo y vivienda constituían vectores
sociales del anarquismo, conformados sobre bases clasistas,
combativas, independientes, autogestionarias y revolucionarias, eses
movimientos fortalecieron la intervención social anarquista.
5. Las posiciones antiorganicionistas poseen, históricamente, eco
significativo entre los anarquistas, pero, conforme demuestran
Schmidt y van der Walt (2009), fueron siempre minoritarias en
relación a las otras dos, organicionistas; con frecuencia, las
primeras incorporaron argumentos individualistas externos al
anarquismo, de autores como Max Stirner y Friedrich Nietzsche.
6. El sindicato de intención revolucionaria fue, durante el siglo XX,
conforme señala Schmidt y van der Walt (2009), la posición
estratégica hegemónica del anarquismo a nivel global,
desdoblándose, principalmente, en el sindicalismo revolucionario y
en el anarco-sindicalismo.
7. Aunque, conforme Schmidt y van
der Walt (2009), sea históricamente minoritario, en relación al
sindicalismo de intención revolucionaria.
8. En este momento, se elaboran las lineas generales de la teoria del dualismo
organizacional anarquista de Bakunin. La teoría y la organización
política anarquista fue desarrollada por Bakunin, en escritos y
cartas, a partir de 1868, cuando fue formada la ADS; escritos sobre
el tema elaborados antes de eso no son aún plenamente anarquistas y,
por eso, no son aquí utilizados.
9. Su mayor realización histórica concreta fue la creación de las AIT en países donde ella
aún no existía y la creación de nuevas secciones de la
Internacional donde ya estaba en funcionamiento;tales fueron los
casos de España, de Italia, de Portugal y de Suiza, mas allá de
casos en la América Latina, estimulados por correspondencias.
(Corrêa, 2003)
10. De acuerdo con Corrêa (2012), entre los anarquistas, en general, los fundamentos sociales de esa transformación revolucionaria envuelven la sustitución de la dominación en nivel sistémico, con relieve para la dominación de clase, por un sistema de autogestión generalizada en las tres esferas (económica, política y cultural) y una sociedad sin clases. Los anarquistas proponen sustituir, por medio de un proceso revolucionario: la explotación económica capitalista por la socialización de la propiedad, la dominación política del Estado por el autogobierno democrático, la dominación ideológica y cultural de la religión, de la educación y, más recientemente, de los medios de comunicación, por una cultura autogestionaria. Se trata, así, de una crítica a la dominación en general, con énfasis en la dominación de clase, y una proposición de autogestión generalizada.
11. De acuerdo con Corrêa (2011), esa posición
no implica una defensa del “apoliticismo”, si no una concepción
de que los movimientos de masas no deben subordinarse o vincularse a
una posición político-doctrinaria determinada; un sindicato
revolucionario “anarquista”, por ejemplo, como en la concepción
anarco-sindicalista, tendería, así, a alejar trabajadores con otras
concepciones. Se trata de considerar que los movimientos deben
abarcar las diferentes posiciones político-doctrinales y que una
posición política no puede subordinar los movimientos populares. La
posición de Bakunin, así como la de los sindicalistas
revolucionarios, anarquistas o no, sustenta que los movimientos
populares deben articularse en torno de banderas concretas que unan a
los trabajadores sin un vinculo programático con cualquier doctrina
política o religiosa. Segundo sustentan, los debates entre las
diferentes posiciones políticas se deberían de dar dentro de los
movimientos, aunque sin apuntar para la creación, por ejemplo, de
sindicatos comunistas, católicos etc; dentro de un sindicato
deberían de estar todos los trabajadores dispuestos a luchar,
independientemente de sus posiciones políticas o creencias
religiosas.
12. La propuesta de organización política de
Bakunin implica un modelo, tomando por base la discusión clásica de
los “modelos de partido” en un “partido de cuadros” que no
concurre a las elecciones y tiene a los movimientos populares como
campo de actuación; por razón de priorizar la calidad y no la
cantidad de miembros y por el hecho de poseer criterios rigurosos de
selección y de ingreso diferenciándose de los “partidos de
masas”, que priorizan la cantidad y cuyos criterios de
participación son bien amplios; se afilia, en general, quien
quiere.
13. Así se pueden apuntar dos diferencias
fundamentales entre la teoría organizativa de Bakunin y aquella que
será desarrollada por Lenin, años después. La primera, en relación
a la organización interna; mientras que el partido Bakuniano es
federalista, con las decisiones siendo compartidas colectivamente, de
abajo hacia arriba, de manera democrática y autogestionaria, el
partido leninista defiende el centralismo democrático, con las bases
siendo consultadas pero las decisiones tomadas por la dirección, de
arriba hacia abajo, de la cúpula jerárquica hacia las bases, que
son obligadas a acatarlas. La segunda, en relación con los
movimientos de masas; el partido bakuniano defiende una actuación
complementaria entre partido y movimientos, sin cualquier tipo de
jerarquías o dominación ejercida por el partido -su función es
fortalecer el protagonismo de esos movimientos- ya que las masas
deben ser las responsables de la transformación social
revolucionaria; el partido leninista se caracteriza por situarse por
encima del pueblo y, así, defender la jerarquía entre partido y
movimiento y, de esa forma, ejercer una relación de dominación.
Mientras que el primero defiende que el agente de la transformación
revolucionaria es el movimiento de masas, el segundo defiende que
esos movimientos poseen solamente capacidad para las luchas a corto
plazo, y que el partido debe dotarles de capacidad a largo plazo y,
és mimso, protagonizar la transformación.
14. Dielo Truda.
“Plataforma Organizacional dos Comunistas Libertários”, 1926.
[http//www.nestormakhno.info/portuguese/platform2/org_p...t.htm NdT:
El enlace no funciona, el texto en castellano se puede encontrar en
http://kclibertaria.comyr.com/lpdf/l092.pdf]
15. El concepto de clases oprimidas, aquí, se fundamenta en Errandonea (1989). Se
trata de conceptualizar a las clases sociales a partir de la
categoría dominación, que abarca la explotación. Así concebidas
las clases sociales estarían mas allá de la esfera económica y de
las relaciones de trabajo; la lucha de clases se caracteriza por dos
amplios conjuntos de clases dominadas y dominantes, oprimidas y
opresoras. Las clases oprimidas están compuestas por trabajadores
asalariados de la ciudad y del campo campesinos precarizados,
marginalizados y pobres en general; las clases dominantes incluyen,
mas allá de la burguesía (propietarios de los medios de
producción), ricos, gestores de grandes empresas, gestores del
Estado como gobernantes, militares de alto escalafón y jueces, mas
allá de una parte significativa de los propietarios de los grandes
medios de información (mass-media), de los lideres religiosos y de
aquellos que monopolizan estrategicamente el
conocimiento.
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