Reflexiones en torno al peor incendio en la historia de Valparaíso

bolivia / peru / ecuador / chile | miscellaneous | opinión / análisis Tuesday April 29, 2014 18:19 by Joaquín Gómez

Los recurrentes incendios en la Quinta Región, especialmente en Viña del Mar y Valparaíso (incluyendo Placilla), son un problema muy antiguo, que se arrastra, según algunas investigaciones históricas, desde antesde la llegada de Juan de Saavedra en 1536 quien bautizó al puerto como “Valparaíso”. De hecho los antiguos habitantes de estos territorios lo denominaban “Aliamapu”, que significa “tierra quemada” o “país quemado”.

La topografía de los cerros, con sus laderas y quebradas expuestas al calor del verano y a los fuertes vientos que a veces alcanzan fácilmente los 80 kilómetros por hora, hace que sea extremadamente fácil la provocación de incendios en la parte alta de los cerros.

Así, la ciudad cuenta con una trágica y abundante historia de incendios, pero que sin embargo parece no tomarse en cuenta a la hora tomar los resguardos necesarios y llevar a cabo las acciones pertinentes para proteger las áreas más vulnerables a este tipo de tragedias, que como siempre, son los espacios donde habita la clase trabajadora precarizada. Y es que en este modelo lo que importa es financiar y ayudar a la casta empresarial para que lleven a cabo sus inversiones, disminuir el gasto social y aumentar el gasto en la subvención a los privados ¿Qué importa que las poblaciones se quemen? Si las protagonistas de la sociedad son las grandes empresas.

La ubicación de los barrios populares

Los barrios populares en Valparaíso se encuentran a partir de las partes medias de los cerros, principalmente en las partes altas, colindando muchos de ellos con el camino “La Pólvora” (ruta camionera que se encuentra en el extremo superior de los cerros, entre Placilla y Valparaíso) y con los antiguos fundos forestales, repletos de pinos y eucaliptos, que actualmente se encuentran prácticamente abandonados. Estas zonas abundantes de vegetación seca durante la primavera y el verano albergan populosas poblaciones y tomas de terreno.

Es más que sabido, tanto por la gente como por las autoridades, que los pastizales secos y los micro-basurales son una bomba de tiempo, pero nunca hay recursos para corregir esta situación porque los fondos se desplazan constantemente, en claros actos de corrupción, para financiar campañas políticas y mejorar la cara de los barrios turísticos, donde por lo demás vive la gente acomodada.

¿Dónde quedó el desmalezado? ¿Dónde quedaron los cortafuegos? ¿Dónde quedó la educación ambiental? ¿Dónde quedó la formación de cuadrillas y capacitación? ¿Por qué las brigadas de CONAF siguen siendo activas casi exclusivamente en el verano? En una ciudad constantemente atacada por incendios forestales. Bajo este contexto, estas tragedias no son azarosas.

El megaincendio del 12 de abril: tragedia para la clase trabajadora, oro para los grandes empresarios

El incendio se inició a orillas del camino La Pólvora, probablemente en el fundo “El Pajonal” o en el fundo “Los Perales”, y desde ahí se propagó, bajando principalmente por los Cerros Mariposas, Monjas, La Cruz, El Litre, Las Cañas, Merced, La Virgen, Santa Elena, Ramaditas y Rocuant.

Resulta que gran parte de los terrenos afectados por el incendio fueron “beneficiados”, en el año 2012, por los cambios realizados al plan regulador, cambiándoles el uso de suelo, que antes estaba como zonas de forestación, dándoles la categoría de “extensión urbana”, lo que quiere decir que se pueden desarrollar proyectos inmobiliarios en dichas zonas. De hecho, hay un cuantioso proyecto de instalación de un anexo logístico para el puerto en esas zonas, probablemente para almacenamiento de contenedores u otra función.

Diferentes testimonios de vecinos afectados por el incendio comentan que el accionar de las autoridades fue muy lento, casi como esperando un momento límite, tal como se deduce de las palabras de Mauricio Salazar, dirigente vecinal en el Cerro Las Cañas: “El incendio comenzó temprano, bomberos llegó mas tarde y un helicóptero se paseó alrededor y luego se fue. Aún era controlable. Lo combatimos y llamamos al número que nos había dejado la ONEMI quienes nos pedían coordenadas y otras cosas mientras les gritábamos el nombre del sector, donde ya era visible el humo, y que éste se acercaba a la zona de casas. Además no había gente de la CONAF”.

Luego las autoridades empezaron a plantear la teoría de que el incendio fue iniciado por dos aves que se electrocutaron en el tendido eléctrico, cayendo en llamas sobre vegetación seca. Al respecto, las palabras de Enzo Gagliardo son categóricas: “Extraña. En 41 años en Bomberos nunca había escuchado algo de esa naturaleza”. La verdad es que cualquier porteño con dos dedos de frente sabe que esta “hipótesis” es lo más estúpido que se haya escuchado, y es una verdadera falta de respeto. Más tarde la ONEMI aseguró que en el lugar de inicio del incendio no hay tendido eléctrico.

Por otro lado, la velocidad de propagación y la cantidad de puntos afectados, algunos alejados de los otros, hace pensar seriamente que aquí hubo una planificación.

Ahora, durante el período de trabajos voluntarios, en la búsqueda de mantener algo de control sobre el proceso de limpieza y reconstrucción, el gobierno lo único que ha hecho es limitar y cercenar la solidaridad que el pueblo ha ejercido desde abajo con entusiasmo y organización. Debido a las diversas restricciones que están imponiendo, los voluntarios han disminuido drásticamente (algunos aseguran que hasta en un 70 u 80%). La verdad es que ningún aporte relevante ha llegado desde la institucionalidad estatal. Los carabineros y militares instalados en la zona ni siquiera conocen las calles y están ahí apostados con sus armas de grueso calibre haciendo acto de presencia. De alguna forma, al gobierno le desespera que sean las organizaciones sociales y populares las que estén tomando la delantera en este proceso, y buscarán obstaculizarlas para que “los especialistas” puedan llevar a cabo sus planificaciones diseñadas unilateralmente entre cuatro paredes.

La tarea es fortalecer la influencia y acción de las organizaciones populares en este proceso de reconstrucción, construyendo comunidades cada vez más organizadas y preparadas, y de paso impidiendo que las empresas inmobiliarias se llenen los bolsillos a partir de esta tragedia. Si en este proceso hay que llegar a conflictos con la institucionalidad estatal y su burocracia, que así sea.