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La Distinción entre las Categorías Ciencia y Doctrina/Ideología en la Obra de Errico Malatesta

category brazil/guyana/suriname/fguiana | movimiento anarquista | opinión / análisis author Saturday January 18, 2014 03:31author by Felipe Corrêa Report this post to the editors

Este artículo discute la relación entre las categorías ciencia y doctrina/ideología en la obra del anarquista italiano Errico Malatesta, una de sus contribuciones más significativas a la Filosofía y las Ciencias Sociales, particularmente al campo epistemológico y teórico-metodológico. Establecido en base a la crítica de las nociones de socialismo/anarquismo científico, y relacionándose, más o menos críticamente, con la contribución de teóricos notables como Max Weber o Karl Marx, esa distinción tiene por objetivos proporcionar una herramienta conceptual para que la teoría y práctica puedan ser conciliadas adecuadamente. La ciencia es definida por Malatesta, en su sentido social, como una forma de producción y sistematización de conocimientos pasados y/o presentes, históricos y/o teóricos, estructurales y/o coyunturales, que explican realidades sociales en las que se respaldan. Ella posee condiciones para explicar la ocurrencia y la repetición de uno o varios hechos sociales y puede realizar predicciones futuras sobre aquello que obligatoriamente ocurrirá como consecuencia de los actos pasados y presentes. La doctrina/ideología es un conjunto de principios que poseen como fundamento posiciones ético-valorativas y que establecen objetivos normativos pautados en la aspiración de un conjunto de agentes sociales. Ella puede interactuar con la ciencia en lo que dice respecto a las herramientas utilizadas para explicar la realidad social, más aún, principalmente, proporciona un cuadro de referencia capaz de orientar la evaluación de esa realidad, ofrece elementos para que se piense como ella debería ser y se conciben posiciones políticas, ideales y acciones para mantenerla o modificarla. Distinguir ciencia y doctrina/ideología constituye un paso fundamental para: 1) la búsqueda antidogmática de métodos de análisis y teorías sociales que puedan explicar de manera más adecuada la sociedad; 2) pensar el lugar de las doctrinas/ideologías políticas en los procesos de cambio y transformación social; 3) mejorar las prácticas políticas que apuntan hacia los objetivos establecidos bajo presupuestos ideológico-doctrinarios y que por medio de un conocimiento científico de la realidad, buscan las mejores estrategias y tácticas para llegar de un punto a otro.
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Introducción

Errico Malatesta (1853-1932) fue un importante anarquista italiano, que contribuyó, en teoría y en práctica, con el desarrollo del anarquismo en muchos países; militó en distintas localidades de Europa, de las Américas, del África y de Asia. Hijo de una familia de comerciantes con algunos recursos, estudió en el Liceo de Santa Maria Capua Vetere, localidad de su nacimiento, ingresando posteriormente a la facultad de medicina, de la universidad de Nápoles. Los contratiempos, en parte del orden político, lo hicieron abandonar el curso, viviendo a partir de entonces, haciendo pequeños trabajos, entre ellos el oficio de mecánico y electricista. Aún joven, se afilió por algún tiempo al republicanismo de Giuseppe Mazzini, aunque luego lo abandonaría, convirtiéndose al anarquismo entre el 1871 y el 1872 – en cuyo proceso Mikhail Bakunin fue determinante -, doctrina que defendió hasta su muerte en Roma. De los casi 80 años de vida, más de 60 Malatesta fue anarquista. Acompañó, por eso, un período amplio del anarquismo en distintas localidades, los flujos y reflujos de los movimientos populares y del propio anarquismo, así como diferentes ideas y prácticas hegemónicas que se impregnaron en ese período. Creó y participó de organizaciones anarquistas, organizaciones y movimientos de masas, insurrecciones e iniciativas que incluyeron a la propaganda escrita y oral. Muchas veces llevado a prisión, pasó prácticamente 10 años de su vida en las prisiones. (Fabbri, 2010; Nettlau, 2008, 2012; Richard, 2007b)

Cualquier investigación teórica y/o histórica de la obra de Malatesta debe ser realizada cuidadosamente, sin aportar conclusiones demasiado definitivas. Eso es debido a que sus obras completas no están aún disponibles al público; los escritos a los cuales se puede acceder, por lo tanto, apenas parte de su producción. Si ni en italiano las obras completas están disponibles[1], en los otros idiomas el acceso es aún más limitado. Otro factor relevante es que Malatesta nunca fue, y no pretendió ser, un gran teórico. Sus escritos tenían como función, principalmente la propaganda anarquista; artículos de periódicos y material de divulgación/vulgarización de las propuestas anarquistas constituyen la mayor parte de su producción.

Entre tanto un análisis más detallado de la obra malatestiana disponible, evidencia que el autor, el cuál no tenía la erudición de un Bakunin o un Piotr Kropotin, posee contribuciones relevantes, no solamente sobre el anarquismo y sus estrategias[2], sino también al campo de la Filosofía y de las Ciencias Sociales, en especial sus reflexiones sobre epistemología, método de análisis y teoría social.[3]

Su discípulo Luigi Fabbri afirma, en este sentido, que Malatesta

“Dedicó mucho de su tiempo en acompañar las corrientes intelectuales, no solo de los individuos de ideología y práctica anarquista en diferentes países, sino también de los desarrollos del pensamiento filosófico y científico contemporáneo, al cual dedicó atención y gran interés.” (Fabbri, 2010)

Tal vez, justamente, por conocer de los debates filosóficos y científicos de su tiempo, por no estar directamente vinculado a las discusiones académicas y por teorizar muchas veces sobre sus propias observaciones, Malatesta estaba desarrollando posiciones relativamente innovadoras. Desde una perspectiva filosófica y científica, Malatesta puede ser considerado como un hombre del siglo XX, en alguna medida “al frente de su tiempo”, distinguiéndose, por ejemplo, de Kropotkin, apenas 10 años mayor y cuya producción en esos campos se vincula, en gran medida, a las posiciones mayoritarias del siglo XIX.

El presente artículo tiene como propósito, a partir de la limitada obra disponible del autor y de sus propias complicaciones[4], elaborar un análisis fundamentado de una de sus contribuciones más importantes en el campo epistemológico y teórico-metodológico: la distinción entre las categorías ciencia y doctrina/ideología. De este modo, no se pretende profundizar en la discusión sobre el anarquismo y sus estrategias, sino más bien abordar una cuestión que ofrece elementos para que se establezcan los límites de una conceptuación adecuada del anarquismo y para que se reflexione acerca de su relación con el campo científico.

La contribución de Malatesta aquí discutida parece ser no solamente la más adecuada entre sus contemporáneos, algo que como parte de un instrumental analítico más amplio, puede auxiliar la comprensión del mundo contemporáneo y subsidiar reflexiones acerca de las maneras más adecuadas de intervenir en él.


La distinción entre las categorías ciencia y doctrina/ideología

Para la distinción de las categorías ahora abordadas, el punto de partida de Malatesta es la noción de “socialismo/anarquismo científico” que, originada durante el siglo XIX, avanzó por el siglo XX, tanto en el campo del marxismo[5] como del anarquismo[6]. Aunque la concepción marxista de “socialismo científico” y la noción kropotkiana de “anarquismo científico” tenían diferencias sustantivas, apoyándose en elementos teórico-metodológicos distintos, ellas poseen una similitud: pretender dar a la doctrina político/ideológica del socialismo, aunque en diferentes corrientes, un carácter científico.

Al paso, que en gran medida, desde Marx y Engels, el marxismo viene insistiendo en mantener ese vínculo socialismo-ciencia, el debate epistemológico, metodológico y teórico del anarquismo, tomando en cuenta producciones anteriores y posteriores a las de Kropotkin, varió significativamente.[7] El hecho es que, siendo Kropotkin, sin duda el clásico más difundido entre los anarquistas del siglo XX, sus posiciones, entre las cuales se encuentra la anteriormente mencionada, tuvieron un impacto considerable. Fue con los continuadores de esas posiciones, así como los marxistas, que Malatesta debatió, buscando demostrar que ese vínculo socialismo-ciencia estaría errado. Según el,

“el cientificismo (no dijo la ciencia) que prevaleció en la segunda mitad del siglo XIX produce la tendencia a considerar verdades científicas, o sea, leyes naturales, y por tanto, necesarias y fatales, lo que era solamente concepto, correspondiente a los diversos intereses y a las diversas aspiraciones, que cada uno tenía de justicia, progreso, etc., de la cual nace ‘el socialismo científico’ y también el “anarquismo científico” que, era profesado por igual por nuestros grandes representantes, siempre me parecieron concepciones barrocas, que confundían cosas y conceptos distintos por su propia naturaleza. (Malatesta, 2007a, pp. 39-40)

Para Malatesta este vínculo base de las nociones de socialismo y anarquismo científico, constituye una confusión de categorías que en realidad son distintas y no pueden ser tratadas como si fuesen una sola. En muchos casos, argumenta Malatesta (2007a, p. 39), la noción científica unida al socialismo/anarquismo, sería solamente “el revestimiento científico con el cual algunos gustan de encubrir sus deseos y voluntades”; la utilización del adjetivo “científico” constituiría, en la mayor parte de los casos, tan solamente una base para las tentativas de autolegitimación.

Partiendo de esa crítica Malatesta defiende la necesidad de definir y distinguir dos categorías fundamentales, que aunque se relacionan no pueden ser reducidas a una sola: ciencia y doctrina/ideología.

“La ciencia es la compilación y la sistematización de lo que se sabe y de lo que se afirma saber; enuncia el hecho y trata de descubrir su ley, o sea, las condiciones en las cuales el hecho ocurre y necesariamente se repite […] La misión de la ciencia es descubrir y formular las condiciones en las cuales el hecho necesariamente se produce y se repite: o sea, es decir el qué es y lo que necesariamente debe ser.
El anarquismo es, indistintamente, una aspiración humana, que no se funda en ninguna necesidad natural verdadera o supuestamente verdadera, sino que se podrá realizar según la voluntad humana. Aprovecha los medios que la ciencia proporciona al hombre en la lucha contra la naturaleza y contra las voluntades contrastantes; puede sacar provecho de los progresos del pensamiento filosófico, cuando estos sirven para enseñar a los hombres a razonar mejor y distinguir con mayor precisión lo real de lo fantástico; más no se puede confundirlo, sin caer en el absurdo, ni con la ciencia, ni con cualquier sistema filosófico.” (Malatesta, 2007a, pp.41-43)

Partiendo de estos extractos se puede afirmar que en la concepción de Malatesta, ciencia y anarquismo son cosas distintas.

La concepción malatestiana de la ciencia implica una noción en la que el objeto está en el pasado y no en el presente; de lo que fue y/o de lo que es. Toma como base los fenómenos que se desarrollan en la vida natural y social, desde un puno de vista teórico y/o histórico, estructural y/o coyuntural, y establece los marcos para una explicación de esos fenómenos. La capacidad de generalización, o sea, de la explicación del fenómeno o conjunto de fenómenos, constituye uno de sus aspectos centrales. La ciencia nunca tiene por objeto el futuro; ella puede, a lo máximo, realizar predicciones sobre aquello que, basado en el análisis de lo que fue y de lo que es, necesariamente será, como consecuencia de esa interpretación pasada y presente.

Cuando reflexiona sobre el anarquismo, Malatesta, en realidad aborda un elemento que está incluido en una categoría más amplia, que puede ser definida por las categorías doctrina y/o ideología, que es aquí abordada por medio de una categoría-síntesis: doctrina/ideología.[8]

La doctrina/ideología ofrece un cuadro de referencia pautado en un conjunto de valores y en una noción ética que proporciona una herramienta para el análisis de la realidad pasada y presente, estructural y coyuntural, además permite juzgar esa realidad, ofreciendo elementos para que se piense, a partir de aquello lo que fue y lo que es, lo que debería ser. O sea, la doctrina/ideología ofrece una base valorativa que permite juzgar y orientar posiciones políticas, ideales y acciones en el sentido de mantener o modificar el status-quo, en un sentido normativo.[9]

Malatesta considera el anarquismo como una doctrina/ideología pautada que, en aspiraciones humanas, afirma aquello que la sociedad debería de ser, posición ético-valorativa de un devenir que está más allá del campo científico. Capitalismo y Estado deben de ser destruidos, dando lugar a una sociedad sin clases, explotación y dominación, no debido a que, por medio de un análisis científico del sistema actual de dominación se constata que este es el fin natural de la evolución de la sociedad, hacia un telos conocido, sino porque según valores y nociones éticas y a partir de una posición normativa se considera podría ser mejor y más justas de lo que actualmente es, y que la acción humana, situada dentro de los límites estructurales, debería ser utilizada para impulsar una transformación revolucionaria de la sociedad.

Ese objetivo, que se podría llamar “finalista”, no es consecuencia de una predicción necesaria de aquello que obligatoriamente debe ser, y no constituye una necesidad verdadera de una consecuencia normal del desarrollo del actual sistema de dominación; se trata de una posibilidad deseada, de algo que se considera mejor, más justo en comparación con aquello que está dado.


Malatesta, Weber y Marx: teoría y práctica

Esta distinción realizada por Malatesta entre ciencia y doctrina/ideología parece anticipar, en alguna medida, la conocida distinción entre los conceptos de ciencia y política.

Para Max Weber (2010, pp. 17; 96; 19), la ciencia “no tiene como enseñar a nadie sobre lo que debe, solamente sobre lo que puede y – eventualmente – sobre lo que quiere”; la ciencia esclarece aquello que existe. La función de la ciencia es, por tanto, conocer, y su propia historia constituye “una alternancia constante entre la tentativa de ordenar teóricamente los hechos mediante una construcción de conceptos […] y la construcción de nuevos conceptos sobre la base así modificada”. Para ello la ciencia afirma que es, y no lo que debería ser.

La política, en Weber (2010, pp. 25; 22; 20), posee como fundamento la “exposición de ideales”; o sea, ella se apoya, necesariamente en un porvenir, que se encuentra en el futuro, el cual orientaría mediaciones valorativas y tomadas de posiciones en relación a distintas cuestiones prácticas: el agente político puede “actuar como mediador entre opiniones opuestas dadas” o “tomar partido por una de ellas. Pero eso nada tiene que ver con la “objetividad” científica.” La política incluye un posicionamiento no solo valorativo, sino también volitivo y normativo de agentes sociales con intereses futuros, formulados bajo “criterios de valor reguladores [que] pueden y deben de ser objeto de controversia”; ella no puede, por tanto, ser resuelta “con base en consideraciones meramente técnicas”.

Al paso de la ciencia permite conocer teóricamente una realidad como ella es, la política incluye un posicionamiento concreto que dice respecto a las relaciones de poder sobre como esa realidad debería ser.

La distinción conceptual de Malatesta entre las categorías ciencia y doctrina/ideología podría subsidiar críticas que él defendería una escisión entre teoría y práctica, la neutralidad de la ciencia y/o del científico, entre otras críticas que son frecuentemente dirigidas a Weber, en general por marxistas y muchas veces sin fundamento.[10]

En la propia obra de Marx, se pueden distinguir, de manera bastante clara, sus contribuciones teórico-metodológicas y sus posiciones político-doctrinarias. Aunque muchas veces interpretadas o reivindicadas como parte de un mismo proyecto, ellas son cosas distintas y así deben ser consideradas. Utilizando las categorías malatestianas, parece claro que, en los escritos de Marx, hay diferencias marcadas entre el análisis histórico – y por tanto, perteneciente al campo científico – de la Comuna de París, en La Guerra Civil en Francia (2008), y su análisis teórico-histórico – también perteneciente al campo científico -, de los fundamentos del capitalismo en El Capital (1985) y sus propuestas político-ideológicas – pertenecientes al campo doctrinario/ideológico – presentes en Manifiesto Comunista (2010).

Si diversos intérpretes atribuirían, por ejemplo, a La Guerra Civil en Francia una contribución político-ideológica, de cómo se debería procesar la transformación revolucionaria encabezada por la clase trabajadora[11], ellos no hicieron más de lo que, aun utilizando las categorías malatestianas, transformar la ciencia, un análisis de lo que fue, en doctrina/ideológica, una posición de aquello que debería ser. Y las propias posiciones de Marx en el seno de la Primera Internacional en 1872, un año después de la Comuna y de la Guerra Civil, confirman esa afirmación.[12] Al igual que al análisis de aquello que fue y/o es, se hace imprescindible para proponer aquello que debería de ser, no se trata de la misma cosa, inclusive en la obra marxiana.

Si la crítica marxista a Weber es facilitada por sus propias posiciones políticas conservadoras y por su prioridad en la producción teórico-científica en relación a la práctica política[13], la condición de Malatesta es bien diferente.

Malatesta fue un hombre mucho más dedicado a la práctica política que a la producción teórico-científica. Él participó con Bakunin, de la Alianza de la Democracia Socialista, en 1872, y de una tentativa de rearticulación de esa organización política en 1877, encabezada por Kropotkin, creó y animó el Partido Revolucionario Socialista Anarquista, de 1891, el Partido Anarquista de Ancona, de 1913 y la Unión Comunista Anarquista Italiana / Unión Anarquista Italiana de 1919/1920. Fue miembro de la sección italiana de la Primera Internacional, a partir de 1871; fundó los primeros sindicatos revolucionarios en la Argentina, a fines de los años 1880; participó de huelgas en Bélgica, en 1893, de protestas contra el aumento del precio del pan en Italia, en 1898; contribuyó con la Unión Sindical Italiana (USI); participó de la huelga general y de la Semana Roja de 1914, en Italia; articuló a la izquierda antifascista en la Alianza del Trabajo, en los inicios de los años 1920. Participó, de armas en mano, de las insurrecciones de Apulia, en 1874, de Benevento, en 1877, y fue arrestado más de una decena de veces. (Fabbri, 2010; Nettlau, 2008, 2012; Richards, 2007b)

No se puede decir que, al defender esa distinción entre las categorías ciencia y doctrina/ideología, Malatesta estuviese planteando cualquier tipo de “escisión entre teoría y práctica”; sus posiciones fueron elaboradas exactamente en el sentido de proporcionar una comprensión más adecuada de la realidad para, a partir de ella, concebir las mejores maneras de intervenir, promoviendo el avance del programa anarquista, en base a los objetivos por ellos establecidos. Se debe, aun, adicionar que Malatesta tampoco sustentó la neutralidad de la ciencia o cualquier posición que permita aproximarlo al positivismo.[14]

Malatesta posee una noción clara de la relación entre ciencia y doctrina/ideología, y la demuestra en sus reflexiones acerca del conocimiento científico de la realidad social y del anarquismo. Para él, métodos de análisis y teorías sociales pertenecen al campo científico: buscan subsidiar un conocimiento de la realidad así como ella es; el anarquismo, partiendo de esas consideraciones, establece sus objetivos finalistas, que Malatesta llama “anarquía”, preconizando como la realidad debería ser, y concibiendo estrategias y tácticas para transformar la realidad en ese sentido.

En la búsqueda de conocer científicamente la realidad social, Malatesta (2007a, pp. 39-41) enfatiza que “la duda debe ser la posición mental de aquellos que aspiran aproximarse cada vez más de verdad o, por lo menos, de esa porción de verdad que es posible alcanzar”. Tal apertura para la comprensión de la realidad social sería fundamental, visto que en particular en las ciencias sociales, las verdades absolutas, de certeza predictiva, son prácticamente inexistentes. Para él, “en la ciencia, las teorías [son] siempre hipotéticas y provisionales” y “las pruebas son algo relativo”; la ciencia se contenta “con acercarse [a la verdad absoluta] fatigosamente, descubriendo verdades parciales, que [son consideradas] siempre provisionales y revisables”. Al resaltar esa “porción de verdad que es posible alcanzar”, Malatesta reconoce que la complejidad de la vida, de la realidad social, es mucho mayor de la capacidad de aquellos que quieren aprenderla; debido a la distinción entre naturaleza y pensamiento, al analizar la realidad, una persona, al igual que un grupo, nunca posee condiciones de comprenderla en su totalidad y por eso el conocimiento es siempre parcial, fragmentario.[15]

Son, por tanto, los métodos y las teorías las que deben ser adaptadas a la realidad y no al contrario. Deben ser utilizados en la medida en que ayuden a comprender esa realidad y, mostrándose ineficaces, tienen que ser mejorados y/o sustituidos. Se debe, según sustenta Malatesta, buscar una postura antidogmática delante de los hechos y un instrumental teórico-metodológico que no se confunda con doctrina/ideología y que pueda ser utilizado, mejorado o sustituido, en la medida de su capacidad explicativa.

Al caracterizar el anarquismo como una doctrina/ideología, Malatesta reconoce que no hay método de análisis o una teoría social anarquista; en términos históricos, los anarquistas utilizan diferentes herramientas teórico-metodológicas para la comprensión de la realidad sin, con eso, dejar de ser anarquistas. Lo que caracteriza al anarquismo es un conjunto de principios político-ideológicos y hay diferentes posiciones estratégicas bajo las cuales se constituyen, históricamente, sus diferentes corrientes.[16]

En líneas generales, las posiciones doctrinarias y estratégicas que caracterizan al anarquismo malatestiano son las siguientes. Malatesta realiza críticas a la explotación del trabajo, la propiedad privada, la dominación estatista, la educación, la religión y el patriotismo de su tiempo; la violencia y la lucha de clases son, para él, rasgos fundamentales de este sistema de dominación. Él realiza esas críticas con elementos teórico-metodológicos para aproximarse, tanto como es posible, desde las ciencias sociales. Propone como objetivos finalistas la socialización de la propiedad, del poder, el fin de las clases sociales, la libertad y la igualdad para todos. Esos objetivos, conforme él los concibe, no son consecuencia obligatoria de reflexiones científicas. Su estrategia es la dialéctica organizacional, que preconiza la organización simultáneamente política (específicamente anarquista) y de masas (movimientos populares), impulsando el trabajo de base, la propaganda, la educación entre los trabajadores y conformando una fuerza social capaz, por medio de las luchas por reformas, de promover una revolución social. Esta estrategia, por más que contenga rasgos científicos que la guían (subordinación de las tácticas a las estrategia y de esta al objetivo[17]), no puede ser considera completamente científica.

En fin, se puede afirmar que la distinción teórico-conceptual propuesta por Malatesta es hecha, en realidad, para potenciar la práctica política anarquista; tal es la manera encontrada por él para conciliar teoría y práctica.


Ciencia y doctrina/ideología

Para propósitos didácticos, se propone sistematizar las definiciones de las categorías malatestianas anteriormente discutidas.

Ciencia. En su sentido social, constituye una forma de producción y sistematización de conocimientos pasados y/o presentes, históricos y/o teóricos, estructurales y/o coyunturales, que explican realidades sociales y en las que poseen respaldo. Posee condiciones para explicar la ocurrencia y la repetición de uno o varios hechos sociales y puede realizar predicciones futuras sobre aquello que obligatoriamente ocurrirá como consecuencia de los hechos pasados y presentes.

Doctrina/ideología. Conjunto de principios que poseen como fundamento posiciones ético-valorativas y que establecen objetivos normativos pautados en la aspiración de un conjunto de agentes sociales. Puede interactuar con la ciencia en lo que dice respecto al instrumental utilizado para explicar la realidad social, además, principalmente, proporciona un cuadro de referencia capaz de orientar el juicio de esa realidad, ofrece elementos para que se piense como ella debería ser y que se conciban posiciones políticas, ideales y acciones para mantenerla o modificarla.


Algunas conclusiones

Las distinciones entre las categorías ciencia y doctrina/ideología en la obra de Malatesta constituye una contribución relevante al campo epistemológico y teórico-metodológico de la Filosofía y de las Ciencias Sociales. Establecida con base en la crítica de las nociones de socialismo/anarquismo científico, y relacionándose, más o menos críticamente, a la contribución de teóricos notables como Weber o Marx, esa distinción forma parte de un instrumental conceptual para que la teoría y práctica puedan ser conciliadas adecuadamente.

Distinguir ciencia y doctrina/ideología, al igual que ciencia y anarquismo, constituye un paso fundamental para la búsqueda antidogmática de métodos de análisis y teorías sociales que puedan explicar de manera más adecuada la sociedad. Contribuye, también, para pensar el lugar de las doctrinas/ideologías políticas, dentro de las cuales se encuentra el anarquismo, en los procesos de cambio y transformación social. Finalmente, esa distinción, permite aproximar las prácticas políticas que apunten hacia los objetivos establecidos bajo supuestos ideológico-doctrinarios y que, por medio de un conocimiento científico de la realidad, busquen las mejores estrategias y tácticas para llegar de un punto a otro. Realizando un análisis adecuado de la realidad social y con sus objetivos finalistas bien delineados el anarquismo puede concebir medios adecuados para una transformación social revolucionaria que sustituya el capitalismo/estatismo por el socialismo libertario y autogestionario.


* Artículo elaborado como contribución al “Coloquio Internacional Ciencia y Anarquismo” (del 11 al 14 de noviembre en São Paolo) [https://cienciaeanarquismo.milharal.org/], promovido por la Biblioteca Terra Livre [http://bibliotecaterralivre.noblogs.org/]. Eje: Concepciones anarquistas de la ciencia. Texto traducido del portugués por Jesús Jiménez Javeliano: anarquista y bachiller en Psicología, UNMSM.


Notas:

[1] Está en curso un proyecto coordinado por Davide Turcato de la publicación de las obras completas de Malatesta en italiano. De los diez volúmenes previstos, apenas los primeros están disponibles. Cf. http://www.zeroincondotta.org/em_operecomplete.html.

[2] Para breves exposiciones de las contribuciones de Malatesta al campo del anarquismo y sus estrategias, cf. Correa, 2009, 2013a.

[3] Para una discusión más pormenorizada sobre epistemología, método de análisis y teoría social en Malatesta, cf. Correa, 2013b. Este texto constituye una versión ampliada del presente artículo y discute no solamente las categorías ciencia y doctrina/ideología, sino también otras cuestiones epistemológicas y contribuciones teórico-metodológicas para el análisis social elaboradas por Malatesta.

[4] Obras de divulgación del pensamiento del autor, como Richards (2007a) y Malatesta (2008) – que compilan diferentes escritos, producidos en diversos momentos históricos, presentándolos por tema -, si por un lado permiten una comprensión temática de sus ideas, por otro lado complican el análisis histórico más pormenorizado, que abarque el contexto. Otro aspecto a ser destacado son los problemas de orden lógico, que atraviesan parte de la producción del autor, en especial en lo que se refiere a sus reflexiones teórico-metodológicas sobre la relación entre las esferas: económica, política/jurídica/militar y cultural/ideológica y sobre el poder.

[5] Friedrich Engels, en Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico, de 1880, considerado por Karl Marx (1880) “una introducción al socialismo científico”, afirma: “La realización de este acto [la revolución proletaria], que redimirá el mundo, es la misión histórica del proletariado moderno. Y el socialismo científico, expresión teórica del movimiento proletario moderno, se destina a investigar las condiciones históricas y, a partir de eso, la naturaleza misma de este acto, inspirando así a la clase llamada a hacer esa revolución, la clase hoy oprimida, la conciencia de las condiciones y de la naturaleza de su propia acción.” (Engels, 2008, p. 126)

[6] Piotr Kropotkin, en “Modern Science and Anarchism”, en la edición de 1913, así conceptúa lo que ha sido llamado como “anarquismo científico”: “El anarquismo es un concepto universal basado en una explicación mecánica de todos los fenómenos, comprendiendo la totalidad de la naturaleza – esto es, abarcando la vida de las sociedades humanas y sus problemas económicos, políticos y morales. Su método de investigación es el de las ciencias naturales exactas y, si se pretende ser científico, todas sus conclusiones deben necesariamente ser verificadas por el método por el cual toda conclusión científica debe ser comprobada. Su objetivo es construir una filosofía sintética comprendiendo, en una generalización, todos los fenómenos de la naturaleza – y por tanto, también la vida de las sociedades.” (Kropotkin, 1970, p. 150)

[7] Para una reflexión más profunda, que presenta y discute las distintas posiciones entre los anarquistas respecto a la epistemología, métodos de análisis y teoría social, cf. Correa, 2012, pp. 83-92.

[8] Se propone la adopción de esa categoría-síntesis (doctrina/ideología), priorizando la elección terminológica del propio Malatesta. Él utiliza muy poco el término de “ideología”, tal vez para evitar la confusión con la concepción marxista. Es más común, no obstante, la utilización del término “doctrina”. Malatesta habla en “doctrina socialista” (2007b, p.91), en “sindicalismo como doctrina y práctica” (1995a, p. 32) y que “bajo el nombre de anarquía se exponen doctrinas tan divergentes y contradictorias” (2000a, p. 45). Habla del “individualismo anárquico” como “doctrina distinta” (2007c, p. 34), considera el “tolstoismo” y el “antimilitarismo” doctrinas (2004, p. 53), refiriéndose a la Plataforma Organizacional.

[9] La categoría doctrina/ideología, en la concepción malatestiana, se relaciona a lo que Stoppino (2004, pp. 585-587) conceptúa como ideología en “sentido franco”; se trata de “un conjunto de ideales y de valores respectos al orden público y tienen como función orientar comportamientos políticos colectivos”, o también, “un sistema de ideales conectados a la acción”, que comprende “un programa y una estrategia para su actuación”. Este concepto se distingue del concepto de ideología en “sentido fuerte” que en bases marxistas la concibe como una “creencia falsa”, un “concepto negativo que denota precisamente el carácter mistificante de falsa consciencia de una creencia política”.

[10] Weber (2010, pp. 31; 24) reconoce que el conocimiento “está condicionado por la orientación de nuestros intereses de conocimiento”. Hay un interés del investigador que, en última instancia, orientará toda la producción científica. Así, la ciencia no es neutra, es mediada por intereses que son inherentes a aquellos que la realizan. Al mismo tiempo, los investigadores, cuando realizan producciones científicas, no deben buscar desprenderse de sus ideales políticos, sino “trazar claramente en la consciencia del lector y en la propia quais son los criterios según los cuales la realidad es medida y el juicio de valor es derivado”. Se trata, conforme Weber (2001) discute de manera más detallada en su noción de “neutralidad axiológica”, de distinguir ciencia y juicio de valor. Weber (2010, p. 24) enfatiza que, se hizo por hecho, “asumir una posición evaluadora práctica puede ser no sólo inofensivo para el interés puramente científico como directamente útil, incluso debido”. O sea, él no sustenta que el conocimiento científico es neutro y tampoco que los científicos no puedan tener posiciones políticas; coloca, solamente, la necesidad de diferenciar la producción científica de los juicios de valor y de distinguir las categorías ciencia y política. No está en cuestión, en este momento, discutir en qué medida la neutralidad axiológica es posible o deseable.

[11] Cf., por ejemplo: Rubel y Janover, 2010; Guérin, 1979; Guillerm e Bourdet, 1976.

[12] La escisión de la Internacional, ocurrida en 1872, tuvo como motivo principal las diferentes concepciones acerca del papel del Estado en la revolución. Marx defendió e hizo aprobar un texto que consideraba la “unificación del proletariado en partido político” y “la conquista del poder político”, una “gran obligación del proletariado”. (AIT, 2012, pp. 81-82) Posición en evidente contradicción con la Comuna de París, conforme apunta Samis (2011), y que se remite directamente a la estrategia del Manifiesto Comunista.

[13] Prioridad que parece también haber sido la de Marx si se toma en cuenta todo el conjunto de su producción, los análisis teóricos e históricos constituyen la inmensa mayoría de su producción y temas esencialmente políticos, como las estrategias de movilización y lucha, aparecen muy marginalmente. Elementos biográficos de Marx (cf. Mehring, 1973), como, por ejemplo, su prioridad en escribir El Capital en vez de participar en los congresos de la Internacional, parecen también reforzar esta hipótesis.

[14] Para Malatesta (2007a, pp. 42; 45), “la ciencia satisface ciertas necesidades intelectuales y es, al mismo tiempo, un instrumento mucho más eficaz de poder”. La estructuración dominadora y jerárquica de la sociedad cuenta, en la esfera cultural/ideológica, con ese poderoso instrumento de poder, que puede ser utilizado para la dominación; no conocer implica que se acepte el conocimiento de otros y, en el caso de esos otros estarán comprometidos con los interés dominantes, como frecuentemente ocurre, significa aceptar una lectura dominante del mundo. Así como la economía y la política, para Malatesta, en una futura sociedad, la ciencia debería ser socializada. “En nuestro programa está escrito no solamente pan para todos, sino también ciencia para todos.” Esa socialización de la ciencia sería importante debido a que su producción está ligada, en la mayoría de los casos, a los intereses dominantes; la propia producción del conocimiento separada de la sociedad en general y de os trabajadores en particular fortalecería las diferencias de clase. Según la noción malatestiana, los trabajadores deberían tener condiciones, por sí mismos, colocando fin entre la división de trabajo manual e intelectual, dedicarse a la producción científica y desarrollarla en su propio favor.

[15] Hay, en esta posición, similitudes con Bakunin (2011, p. 91), que afirmó: “la ciencia comprende el pensamiento de la realidad, no la realidad en sí misma; el pensamiento de la vida, no la vida”

[16] Sobre los principios anarquistas, sus debates estratégicos más relevantes y sus corrientes, cf.: Corrêa, 2012.

[17] Cf. Clausewitz, 2010, p. 71.


Bibliografía

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