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opinión / análisis
Sunday December 29, 2013 02:59 by V. Benoit
De forma evidente, el movimiento libertario se encuentra en uno de sus puntos más altos. Sin embargo, el crecimiento y el desarrollo no es algo lineal, simple o armónico, menos si hablamos de un movimiento político que, inserto en la lucha de clases, padece de sus vaivenes y trata de sortear los embates. En ese marco, no es extraño que cada cierto tiempo se abran importantes discusiones políticas. Lamentablemente, el actual debate llega un tanto atrasado. La decisión de un sector de los libertarios por hacerse parte de una apuesta táctica –respetable como cualquier decisión, pero errada en nuestra opinión- y que considera un componente frente al cual existe toda una tradición crítica (anarquista y marxista), como es el electoral, fue tomada sin mediar el debate público y abierto (al cual los libertarios no estamos en absoluto acostumbrados) y hoy nos tiene a todas y todos expectantes y parece no resolverse al corto plazo . Principios y Principismo“El eclecticismo por definición, siempre es excesivo porque se basa en la incapacidad de ver que cualquier fusión teórica auténtica se produce por absorción, y esto requiere que una sea la teoría absorbente y la otra la absorbida. Ello significa que el sistema conceptual al que se incorporan los elementos metabolizados procedentes del exterior sigue siendo el mismo sistema conceptual (aunque esté en un proceso de crecimiento)”De forma evidente, el movimiento libertario se encuentra en uno de sus puntos más altos. Sin embargo, el crecimiento y el desarrollo no es algo lineal, simple o armónico, menos si hablamos de un movimiento político que, inserto en la lucha de clases, padece de sus vaivenes y trata de sortear los embates. En ese marco, no es extraño que cada cierto tiempo se abran importantes discusiones políticas. Lamentablemente, el actual debate llega un tanto atrasado. La decisión de un sector de los libertarios por hacerse parte de una apuesta táctica –respetable como cualquier decisión, pero errada en nuestra opinión- y que considera un componente frente al cual existe toda una tradición crítica (anarquista y marxista), como es el electoral, fue tomada sin mediar el debate público y abierto (al cual los libertarios no estamos en absoluto acostumbrados) y hoy nos tiene a todas y todos expectantes y parece no resolverse al corto plazo . Del conjunto de decisiones y apuestas se ha repetido como argumento que cierto sector que no comulgamos con la participación en el comando de “Todos a la Moneda”, caemos en el principismo. Por otro lado, se argumenta que “lo libertario”, en su amplitud, se caracteriza por su heterodoxia y falta de dogmatismo. En nuestra opinión, lo primero no puede ser más que una arbitrariedad y no aporta nada al debate, mientras que lo segundo debe ser relativizado. La heterodoxia, si uno es riguroso con su concepto, alude a una posición respecto de la ortodoxia, es decir, de las ideas dominantes en un momento determinado. En ese sentido, su carácter es relativo y, en determinados momento, la heterodoxia puede, fácilmente, pasar a ser dominante, es decir ortodoxia, más aún: dogma. Esto se ve claro en economía, por ejemplo, donde las perspectivas económicas adscritas a la teoría del valor o al socialismo como perspectiva política emergen como heterodoxas en el marco de la economía neoclásica dominante . Por lo tanto, señalar que “lo libertario” se caracteriza por su heterodoxia no dice mucho, sino que señala un rasgo pero no justifica un contenido. En nuestra opinión, creemos que esta idea de heterodoxia es algo propio de lo libertario porque este ideario histórico, arraigado en la matriz anarquista, se ubica a la izquierda del imaginario revolucionario predominantemente autoritario, destacando una serie de “principios” que no son formulas abstractas, sino son conclusiones históricas derivadas de la lucha misma de los trabajadores, lecciones de sus encuentros abiertos con la burguesía, etc. es sólo por eso que podemos señalar que el pensamiento libertario, el anarquismo, siguen siendo profundamente heterodoxo, pero nada más. En ese mismo sentido, la apuesta electoral que algunos han optado por desarrollar se mostraría, en principio, como heterodoxa porque es una posición minoritaria, extraña a la tradición libertaria, pero se trata de una situación relativa y que nada dice de las virtudes de la misma. De todas formas, nuestra opinión es que la actual apuesta electoral –como fue planteada en lo concreto- no es heterodoxa sino que se inscribe abiertamente en el eclecticismo (tal cual lo definimos en el epígrafe del texto). De todas formas, esto tampoco dice mucho sobre sus virtudes o defectos, pero nos sirve para ir afinando el juico al respecto de la apuesta misma.
¿A qué tradición no renunciamos?
En un lugar de Europa, de cuyo nombre muchos no quieren acordarse, no hace mucho tiempo que vivía un gigante de mente brillante, pluma afilada, barba abundante y padecimientos varios. Con su visión de alcance histórico, allá por 1864, sintetizaba la máxima de todo el movimiento obrero: “…que la emancipación de la clase obrera debe ser conquistada por la clase obrera misma…” . Tal cual lo hacía Bakunin cuando declaraba su entrega completa a la causa de los trabajadores, dejando de lado los movimientos nacionalistas y se integraba a la misma organización del barbón ya citado. Esto que ahora nos parece un principio no es sino el resultado de largas batallas dada por los trabajadores desde 1848 y que, para esa fecha, ya decantaban en una perspectiva teórica propia y un programa de una clase que entraba con pie firme en la historia. En otras palabras, la independencia política de los trabajadores, como partido diferente y separado de la burguesía y las demás clases –que no impide que las conduzca bajo su programa, obviamente- tiene un arraigo histórico, en tanto es la clase trabajadora la única con capacidad transformadora real mientras el modo de producción dominante sea el capitalista. Este “principio” ha sido el guía de todas las apuestas revolucionarias digas de tal nombre. Por lo tanto, hay que decir que “los principios” no son una arbitrariedad teórica, sino que son un resultado histórico derivado no sólo de la lucha de los trabajadores, sino del estudio cuidadoso de la realidad concreta que acompaña esa lucha. A diferencia del “principismo”, que no es sino una mera caricaturización del argumento. |