La disputa de proyectos educativos en la Universidad de Chile, ¿en qué vereda estamos?

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Friday April 05, 2013 20:22

by Fabián Araneda

Columna de opinión del vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Fabián Araneda

Durante los últimos años los estudiantes universitarios y secundarios hemos protagonizado fuertes movilizaciones para construir una nueva educación, que abandone el lucro y la mercantilización para ser un derecho para todos, y orientada a las necesidades de nuestro pueblo. En ese camino hemos realizado paros, tomas, marchas y protestas denunciando las incuestionables injusticias que repletan nuestro sistema educativo, y exigiendo una transformación profunda de lo que tenemos hoy en día. Pero muchas veces esas transformaciones no se traducen en cambios en nuestros propios espacios locales, como si las contradicciones y conflictos que cruzan a la educación no se vieran reflejadas en nuestras propias carreras, facultades y universidades.

Pareciera que toda nuestra lucha dependiera de las posibilidades que nos entreguen los administradores de turno del Estado, o del humor de los parlamentarios en Valparaíso, mientras el modelo hace ajustes para que no haya cambios reales que pongan en peligro una educación tan beneficiosa para sus privilegios y sus negocios. Lo cierto es que en nuestro caso, la Universidad de Chile está tan afectada por el elitismo, por el abandono del Estado y los altos aranceles como cualquier otra, y está en manos de la comunidad el iniciar un cambio de verdad.

Lamentablemente nuestra Universidad no está ajena a la pasividad que pareciera reinar en este momento. Basta dar una vuelta por las facultades para darse cuenta de los resabios que dos años de movilización potente han generado: desazón por un lado, y también, basado en las pocas claridades del momento, cierta desorganización que nos impide avanzar, llegando a tener asambleas poco concurridas y sin objetivos claros al salir de ellas. Aunque nos duela decirlo, esas pocas claridades no se deben a que la cŕítica al modelo educativo no haya sido lo suficientemente potente, sino que aunque muy válida, no ha sido capaz de levantar una propuesta de proyecto educativo distinto al existente. He ahí por donde debemos avanzar.

Pero, ¿cómo avanzamos en la Universidad de Chile? Una buena manera es poner el ojo en uno de los varios conflictos internos que aquejan a nuestra institución, como el de las pedagogías. Hace un año y un poco más, el rector de nuestra Universidad informó con bombos y platillos que se generaría un proyecto de Facultad de Educación, con el cual la Universidad de Chile, “la más grande y la mejor universidad del país”, basándose en el problema estructural, intentará ser un puntal en el desarrollo de la formación de profesores y la investigación en materia de pedagogía. La noticia fue bien recibida por la comunidad educativa, pero inmediatamente empezaron a nacer los primeros cuestionamientos. Cuestionamientos que me hago yo, que se hacen muchos académicos y que se deberían hacer gran parte de los miembros de nuestra comunidad.

¿Cuál es el modelo educativo que debería desarrollar la Universidad de Chile?

Cuando anticipaba que este conflicto es un buen foco para hacer una crítica más profunda al modelo, es porque la forma en como se ha ido desarrollando, es fácilmente identificable con la forma en que se ha desarrollado el conflicto nacional por la educación. Lo que se plantea a grandes rasgos en el LIBRO AZUL del Proyecto Institucional de Educación de la Universidad de Chile es una gran facultad (eso aún está en cuestión en las comisiones) con los más altos estándares internacionales – los precursores tienden a citar a universidades como Harvard y Helsinki –, pero que pareciera olvidar que de un tiempo a esta parte los estudiantes y el movimiento por la educación hace rato no solo venimos exigiendo educación gratuita, sino que también hemos planteado que lo que queremos es otra educación, verdaderamente pública y orientada a las necesidades de nuestro pueblo.

Esos conceptos de otra educación existen en la Universidad de Chile, como es el caso del Departamento de Estudios Pedagógicos que desde 1994 ha desarrollado un proyecto de formación del profesorado y de investigación profundamente crítico, y que representa el espíritu de los cambios que como sociedad estamos pidiendo. Pero no solo el DEP es un buen ejemplo, sino que existen un sinnúmero de instancias en la Universidad que han planteado otros paradigmas educativos como lo podrían ser las escuelas de educación popular, que con distintos niveles de éxito han logrado hacer algo que la educación formal no ha hecho y debería, que es vincularse con el pueblo, para desde ahí producir y transformar la sociedad.

Presentado el problema de proyecto, nos queda ahora reflexionar acerca del cómo enfrentar estos conflictos producidos en la Universidad, cuestión que nos lleva de una u otra forma a la disputa por la democratización. En el caso de la Facultad de Educación ¿cómo se decide cuál es el proyecto que desarrollará la Universidad? ¿en qué instancia y quiénes lo decidirán? Que nos estemos haciendo estas preguntas habla de los nulos espacios democráticos que existen en la Universidad, acostumbrada a las comisiones donde 3 ó 4 delegados representan a 25.000 estudiantes, y que en lo concreto no tienen incidencia real.

La disputa del proyecto y la democratización de los espacios son luchas importantes y que cuestionan el modelo. De eso no hay que tener duda. Esta lucha por las pedagogías debe ser sólo el inicio de una lucha mayor, que permita avanzar desde nuestras localidades y de la mano de la comunidad en su conjunto, en la construcción de una educación transformadora y liberadora, íntimamente vinculada a nuestras demandas nacionales. La lucha por un sistema educativo para y por el pueblo hay que enfrentarla en todos los espacios, pero para eso necesitamos claridades y organización. La invitación es a hacerse parte de estos conflictos, reconociéndolos como una lucha por un nuevo proyecto educativo y nos compete a todos por ser un conflicto nacional, y no uno particular y aislado. El movimiento estudiantil no acaba el 2013 con las promesas de cambio sino que se fortalece ante la inmovilidad de aquellos que quieren seguir fortaleciendo este modelo que se viene rompiendo hace rato.

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