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[Colombia] El valor de la paz, o la paz como negocio

category venezuela / colombia | imperialismo / guerra | opinión / análisis author Monday February 25, 2013 17:57author by El (A)guijón Report this post to the editors

Editorial de la publicación anarquista de Medellín El (A)guijón, No.22, Enero-Febrero 2013.
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EDITORIAL - “El valor de la paz o la paz como negocio”

Manteniendo la autonomía en la construcción de la agenda temática para cada edición, el periódico El Aguijón la sigue planteando como uno de los principales elementos para el ejercicio de una comunicación liberada de las actuales formas en que se produce, es decir, como instrumento alienante, uniformizador y generador de una ignorancia en cuanto a los hechos sociales.

Aun así, no queriendo reproducir esa extraña coincidencia de que casi todos los medios balbucean acerca de los mismos temas, así sea desde diferentes posturas, no podemos dejar por alto el hecho de que las FARC-EP estén en la Habana en conversaciones formales con el Estado colombiano. Nos parece importante que, siendo la paz hoy una ilusión de gran cambio, poder ofrecer un planteamiento que se pregunta por: ¿cómo el capital no sólo encuentra beneficios económicos en la guerra sino también en su contraria: la pax[1]? Responder esa pregunta equivaldría a entender aspectos clave de nuestra realidad social local, Colombia.

La guerra social en Colombia, en lo que tiene que ver con las clases sociales, entre ellas o dentro de ellas, está caracterizada por una vieja historia de confrontaciones armadas desde el mismo proceso colonizador, pasando por la creación del Estado colombiano como forma política de los dueños del noroccidente suramericano, hasta la época actual: la era del Estado como forma política a la cual aspirar, incluso por parte de los alzados en armas.

El control del Estado se ha impuesto como el fin, como la posibilidad de la realización práctica de las utopías y el único mecanismo que puede organizar la sociedad al antojo de sus ejecutores. Como idea dominante desplazó de manera importante otras formas, y habiendo colonizado incluso la cultura de la rebelión, hoy sólo grupos anarquistas, unas minorías dentro del propio marxismo y comunismo, y algunas comunidades indígenas del cauca, plantean como fundamento social la autonomía efectiva respecto del Estado y el Capital, sin tratar de emular sus instituciones y sus procedimientos. En nuestra historia, las armas y lo bélico han sido elementos centrales de la sociedad colombiana.

¿Pero que ganancia tienen los capitalistas y los gobernantes de un periodo sin confrontación armada con las guerrillas?, ¿por qué ante la agudización de la sociedad mercantil generalizada, pretender acabar el antagonismo social negociando sólo entre dos actores enfrentados?, ¿la causa de la jerarquía social, de la no influencia sobre nuestras propias vidas, del producto del esfuerzo del trabajo en manos ajenas, pueden ser superadas en un pacto entre dos actores reales de poder armados, uno en relación de sometimiento gradual hacia el otro?

Para el debate tengamos en cuenta dos niveles.

En lo político:

Quizá hoy en la mente de las fracciones que tienen y mantienen a Santos al frente del gobierno puede estar resonando esta inquietud: ¿Qué beneficios puede conllevar un armisticio con las FARC-EP para el modelo económico que hoy se consolida? Obviamente, plantear esa pregunta dentro del mismo seno burgués no es nada fácil, ya que los capitalistas acumuladores de tierras y de ganado representantes de una fracción importante no ven nada conveniente el tema de la titulación de la tierra y su uso. Mientras que otras fracciones pueden estar viendo como beneficioso un posible escenario de explotación despreocupada de los recursos minero-energéticos y agro-industriales.

El “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”[2] consta de una agenda de 6 puntos en la cual, el primero es el que nos llama más la atención: “La política de desarrollo agrario integral”. Al Estado colombiano no le preocupa la participación política (segundo punto de la agenda) bajo los mecanismos estatales. La misma historia puede dar fe de que el sistema burocrático, electoral y de partidos políticos, han sido un filtro y una barrera por la cual tiene que pasar toda aspiración al poder del Estado, y sin duda el movimiento político que recoja a los excombatientes de las FARC-EP y otros opositores, tendrá que ganarle a esas grandes maquinarias electorales de la oligarquía colombiana. Y si aun así el embudo permite colados, ya son conocidas las tácticas que erradicarían el problema, para un ejemplo el genocidio de la Unión Patriótica.

En resumen, el valor político que ciertas fracciones burguesas pueden ver en la llamada paz, giraran en torno a: legitimidad de las instituciones, aumento de las cifras de votantes y de participación en el sistema electoral, legitimación de la autoridad, la justicia y la soberanía del Estado, deslegitimación y represión sistemática de otras formas de resistencia popular debido a que la paz ya fue pactada y fracturas importantes en los movimientos sociales.

En lo económico:

Si bien hay una continuidad de los modelos económicos, entre los cuales se destacan la sesión de funciones publicas a los capitales privados, la economía extractiva, la producción energética, la inversión extranjera, la actualización de la infraestructura y la reconversión de los roles productivos en las diferentes regiones a raíz de los TLC’s, los monocultivos para la producción de agro-combustibles, la consolidación de unos capitales financieros colombianos fuertes y la internacionalización, en la balanza, puede estar pesando más lo rentable de la paz que de la guerra misma.

Ante la avalancha de propuestas de las FARC-EP en relación con la titulación de tierras, sus posibles usos, manejos y beneficios, no parece nada descabellado una entrega de tierras baldías y otras incautadas por parte del gobierno. Pequeñas regiones agrícolas demarcadas y respetadas pueden, teniendo en cuenta el respeto a las concesiones mineras y a la propiedad privada, asegurar el rol económico que hoy menos interesa, el de la agricultura y la producción de alimentos.

Más allá de este pequeño análisis que trata encontrar los argumentos por los cuales puede haber más beneficios en la paz para el capital y la autoridad, es decir, en un cambio momentáneo del paradigma de la guerra como negocio, lo que esperamos del lector es que se atreva a pensar si en el dominio del capital y del Estado como su asegurador ¿es realmente posible la tan vociferada paz?

En estos tiempos hay que sostener una firme voz en medio de tanto ruido producto del espectáculo de la paz. Desde el ámbito de los poderosos hay razones por las cuales, en la balanza de la política, eliminar un actor que limita la actual explotación acelerada los recursos minero-energéticos puede significar un aumento de renta, y de la mano, sumergir en el océano de los procedimientos y los mecanismos estatales un montón de personas subvertidas que impiden la explotación de los recursos y el control efectivo del territorio.

¿Paz o guerra? Los poderosos alistan sus calculadoras. En eso consiste el negocio.

El (A)guijón. Enero – Febrero 20013


[1] La pax, referente estatal de una añoranza que se niega por el hecho de que el Estado es el principal propiciador de la guerra, en términos generales, proviene etimológicamente del latín y define la idea de un periodo de estabilidad, sin guerras y de pactos, ya que también fue utilizada para referirse a pacto o tributo. En términos históricos, marca una edad dorada recordada de manera nostálgica por la cultura occidental.

[2]https://www.mesadeconversaciones.com.co/sites/default/f...o.pdf

Related Link: http://issuu.com/elaguijon-klavandoladuda/docs/agui_22/1
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