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[Colombia] A propósito del terrorismo de Estado

category venezuela / colombia | antifascismo | opinión / análisis author Monday February 25, 2013 17:48author by El (A)guijón Report this post to the editors

Hablar de terrorismo de Estado hoy, en climas de progresismo político, de democracia, de aparente limpieza de las actuaciones del gobierno anterior, parece innecesario dirían los alineados al gobierno, esos que creen que Juan Manuel Santos representa una versión más moderada de la oligarquía colombiana, pero para muchos otros, los que no nos quedamos satisfechos con ese mundo de las apariencias proyectado, no es más que uno de los tantos disfraces con los que se revisten los dominadores de siempre.
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Colombia es una rara mezcla de historias. Historias que van desde las más perversas prácticas en contra de la dignidad de las personas y sus vidas, hasta las más valientes muestras de resistencia y lucha por ella, por libertad, igualdad y justicia. Hablar de terrorismo de Estado hoy, en climas de progresismo político, de democracia, de aparente limpieza de las actuaciones del gobierno anterior, parece innecesario dirían los alineados al gobierno, esos que creen que Juan Manuel Santos representa una versión más moderada de la oligarquía colombiana, pero para muchos otros, los que no nos quedamos satisfechos con ese mundo de las apariencias proyectado, no es más que uno de los tantos disfraces con los que se revisten los dominadores de siempre.

No olvidamos pues que la presencia de Álvaro Uribe Vélez en la Casa de Nariño no se debió a casualidades o un inesperado triunfo electoral de la fracción burguesa más asesina, fue la oligarquía tradicional, esa que siempre ha llevado las riendas del Estado la que lo colocó allí. Todo un proyecto montado con el fin de despojar grandes cantidades de tierra y asegurarla en manos de las multinacionales de la minería, la agroindustria y la energía, toda una estrategia asesina y perversa dirigida contra organizaciones, movimientos e individuos que se resisten a llevar la vida que les ha tocado vivir: una vida miserable, vacía, llena de miedo, ajena a nosotros y a nuestras comunidades. Por eso, las banderas de cambio que supuestamente ondea el gobierno Santos no son más que patrañas; nada ha cambiado, continúa pues la explotación y opresión a nuestros pueblos.

Las ya conocidas formas de terrorismo de Estado en lo rural, es decir, aterrorizar mediante la masacre, el asesinato, la amenaza, el despojo, no son ahora exclusivas de ese lugar. En los barrios pobres, ante el ordenamiento territorial de la alcaldía y la gobernación, y frente a los cambios de uso del suelo que demanda la ciudad capitalista, en su crecimiento y organización, se han venido implementando esas tácticas macabras. Hoy en los barrios periféricos de Medellín el asesinato, la amenaza, y la confrontación armada le aseguran a los gobernantes futuros proyectos urbanos, lo que inmediatamente nos sugiere que políticos, empresarios, policías, paramilitares y mafias están estrechamente ligados. Violencia, ordenamiento urbano y proyectos económicos suenan en la misma clave: en clave neoliberal. El terrorismo de Estado sirve pues, en última instancia, a la defensa de la propiedad privada, el desarrollo capitalista y a la sumisión del individuo a un orden impuesto por fuerza y ley.

En la ficción llamada “lucha contra el terrorismo” ya que el mismo Estado es el principal representante, y en la “integral gestión pública de la seguridad ciudadana del territorio nacional”, lo privado y empresarial vienen jugando un papel fundamental. La ESU[1] (empresa de seguridad urbana) que en otrora fuera METROSEGURIDAD, evidencia que el capital ve un potencial lucro en el negocio de la seguridad ciudadana, y ya lo está explotando. Infraestructura física y tecnológica, cámaras, programas y estrategias de seguridad, venta de servicios y asesorías a otros municipios, administraciones locales o instituciones oficiales, hacen parte del creciente negocio de la seguridad. Al ya conocido control policial con sus grupos especializados por un lado, y paramilitar desde las bandas y las empresas de vigilancia privada por el otro, ahora hay que sumarle, que consorcios privados tengan a cargo la función de espiar, vigilar, controlar, reprimir y defender el orden social de los gobiernos.

También se viene reforzando desde la policía el llamado “Plan nacional de Vigilancia comunitaria por cuadrantes”. Una estrategia que divide el territorio en cuadriculas de control policial, con redes de cooperantes, espías, vigilantes y una gran dotación de herramientas tecnologías para el control social, ya que asegurar una eficiente circulación de mercancías y recursos, tener la capacidad de observar la mayor parte de los espacios y los comportamientos de los ciudadanos, recolectar la mayor cantidad de datos e información, permite una práctica más eficiente de la represión y el terror de Estado. Tenemos un policía interno ya nos lo vino a demostrar el anterior gobierno; contra el terrorismo y la inestabilidad todos debemos ser potenciales informantes. Podemos saber cuál es el policía a cargo del cuadrante al que pertenecemos, tenemos su número telefónico y podemos hablar con él. Es allí precisamente donde el ciudadano termina siendo cómplice de toda una red dirigida contra el mismo, guiado por el miedo y la inseguridad que la ciudad muy sabiamente le ha inculcado.

La sociedad de las cámaras, esa en la que nada escapa al lente, le juega en ocasiones una mala pasada a la policía, el ejército y sus mercenarios. Así los grandes medios de comunicación dispongan y utilicen constantemente el veto para declarar inexistente cualquier hecho que no le guste al establecimiento, no ha podido esconder del todo el actuar de sus fuerzas.

Día tras día parecen ocurrir los tan llamados “comportamientos aislados de las fuerzas armadas”. Como por ejemplo, las brutales y sangrientas incursiones en el Quimbo, las operaciones de desalojo de los indígenas de la base militar del cerro Berlín, en Toribio Cauca, los constantes hostigamientos a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, la irónica criminalización de estudiantes por destruir las cámaras que usan para criminalizar, las repetidas agresiones cada primero de mayo, la desaparición de diferentes líderes sociales, el encarcelamiento y señalamiento de activistas y defensores de derechos humanos, la criminalización y represión en las diferentes movilizaciones estudiantiles, la agresión sexual y tortura a una niña en Medellín y a otros jóvenes de la comuna 8, o la golpiza y el ataque con acido a un joven y los constantes agraviones en Pradera Valle del Cauca, en fin, un acumulado de acciones represivas que no han dejado de parar y que hasta el más incauto pensaría que tal recurrencia no es más que una política global, un manual de procedimientos que los esbirros del poder toman como guía de acción. Con el terrorismo de Estado nada es aislado, todo corresponde a una lógica de dominación.

No obstante, la resistencia, la denuncia y la acción directa en contra de todo este entramado represivo sigue demostrando la tenacidad del ser humano, de muchas organizaciones sociales, de comunidades e individuos que se levantan y siguen luchando firmemente en contra de la autoridad y la explotación. Por todo esto y por mucho más, seguimos sin olvidar los crímenes y a los culpables. No olvidamos a Nicolás Neira, Jhony Silva, Simón Torres, Jaime Acosta, Oscar Salas, a muchos comuneros del Cauca, campesinos, estudiantes universitarios, trabajadores informales, sindicalistas y a los moradores de los barrios más pobres, todos ellos como víctimas directas de uno de los escuadrones que encarna las diferentes formas del terrorismo de Estado como lo es el ESMAD, pero tampoco a los generales, las instituciones, los políticos, las organizaciones y empresas que se reafirman con el dolor y el sufrimiento de nuestros pueblos.


[1]La ESU es una Empresa Industrial y Comercial del Estado dedicada a la logística y la convivencia ciudadana, así como el diseño, integración y comercialización de proyectos, soluciones tecnológicas y sistemas en seguridad, dirigidos a apoyar las políticas públicas de seguridad ciudadana. Por el momento participa de lo que ellos llaman “las cinco líneas de negocio”: consultoría y asesoría en seguridad, logística especializada, sistemas Integrales de seguridad, vigilancia física y combustibles. http://www.esu.com.co/esu/index.php/es/

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