user preferences

New Events

Bolivia / Peru / Ecuador / Chile

no event posted in the last week

Síntomas de una ausencia

category bolivia / peru / ecuador / chile | movimiento anarquista | opinión / análisis author Monday February 11, 2013 06:41author by V. Benoit Report this post to the editors

En torno al estado de la izquierda libertaria.

En este contexto de crisis política que cruza a los libertarios es que se vuelve necesario iniciar los debates de cara a los trabajadores y demás grupos organizados. Todo esto como un esfuerzo por crear un espacio público común, colectivo, donde el conjunto de los actores puedan debatir ideas y políticas, no sólo el ejercicio onanista que espera la legitimación del acre de tierra –por grande que sea.
estrategia.jpg


La autocrítica, la crítica cruel e implacable que va hasta la raíz del mal, es vida y aliento para el proletariado
R. Luxemburg.

De un tiempo a esta parte, ideas como soberanía, patria y nacionalidad, movimiento de masas, candidaturas, programa, etc. han sido temas mencionados de forma recurrente en la política libertaria (1), la cual se ha esforzado en avanzar en el desarrollo estratégico e inserción en la clase trabajadora. Entre tantos palos de ciego, se ha caído en un demagogo intento por desarrollar “política de masas”, creyendo que la adopción de símbolos patrios o el aludir a cierta capacidad abstracta (soberanía) de un sujeto abstracto (pueblo) permitirán orientar de mejor forma la lucha de los sectores de la clase trabajadora que inician combate. Sin embargo, este tipo de maniobras políticas, que hipotecan toda claridad estratégica, hacen pensar en un intento desesperado por lograr aumentar el contingente social, un esfuerzo urgente y desordenado por buscar visibilizarse y adaptarse a los códigos del “sentido común”, sin importar el hecho de obviar el rol fundamental de toda organización política que se dice revolucionaria: el desarrollo de una perspectiva socialista y libertaria en la clase trabajadora y demás sectores oprimido, que los oriente en la superación de la sociedad de clases. Estas consignas, que pretenden “tapar” una clara ausencia estratégica -debate político en torno al sentido general de los combates parciales-, tienen su origen no en la arbitrariedad –aunque esa sea su forma inmediata-, sino que es expresión de cierta etapa de crisis que aún no ha sido superada.

Esta falla tiene un fuerte arraigo en la débil capacidad teórica y política del movimiento libertario en particular y de la izquierda en general. Sin embargo, esta ausencia tiene una contraparte de cierto aspecto notable y positivo: el avanzar en la inserción de masas, en cumplir un rol protagónico creciente en la actividad del movimiento social, el ocupar cargos dirigenciales de alto compromiso político, el aumento de las alianzas con otros sectores, etc. –que no se deriva necesariamente de una política correcta, pero como experiencia son notables. En otras palabras, la misma presión de la realidad ha demandado estrategia y tácticas a los libertarios, tarea para la cual no nos hemos encontrado preparados, patentado las deficiencias y haciendo que la confusión sea la norma del quehacer político. Estas demandas de la realidad, que han minado las certezas ideológicas y políticas que sosteníamos, han obligado a sustituir la política revolucionaria por las maniobras prácticas, nos han obligado a adoptar concepciones ideológicas oportunistas que no emergen como teoría sino en la práctica misma y que poco tiene que ver con la creación o innovación libertaria, pero si mucho más con el calco y la copia de la izquierda tradicional (como es la consigna vacía de “pueblo digno y soberano”). En otras palabras, la desconexión, la necesidad de “operar” ha desarrollado una tendencia incipiente a la burocratización y al oportunismo político, expresada en una desconexión patente entre la tradición histórica, el horizonte de comprensión estratégico característico del comunismo libertario, sus expresiones en la realidad y las características fundamentales de la formación social. Los principios se han vuelto un mero horizonte general que cede el paso a la “política de verdad”, al “realismo” organizativo, relegando todo debate posible a una suerte de escala meritocrática que opera como un tribunal a priori, donde cada voz vale por “cuando gente hay detrás” o cuanta “base social se mueve”, más que los argumentos y el debate de ideas. La reflexión política cede el paso a la falacia argumental ad hominem, a una disposición defensiva ante la crítica o la duda, donde “los que no están ahí” se les está vetado el debate.

Varios sabrán, ya sea por recuerdos propios o por memorias compartidas, que en los años 70s al interior del sector reformista se recurría mucho a la falacia argumental “otra cosa es con guitarra”, a pito de anular las críticas realizadas al gobierno y en especial al PC desde los sectores más a las izquierda. Hoy, estás mismas argucias se repiten, pero al interior de la izquierda revolucionaria. Nuestra tradición política, la pesada mochila del estalinismo, la idea de que la fortaleza yace en lo monolítico, en lo impermeable, en que la unidad de propósito es excusa suficiente para enterrar la reflexión crítica por el bien mayor, hace mella en la posibilidad de encontrar los punto de inflexión, los lineamientos y tendencias de la lucha de clases, castra el debate político y estratégico mermando la posibilidad de dar con las formas necesarias que asume el conflicto. La reflexión crítica queda sustituida por un supuesto virtuosismo de maniobra, adosado a una consigan abstracta y mecánica que jamás se topa con la realidad, pero justifica cada movimiento de muñeca. La política de masas se torna, nuevamente, en la política de los dirigentes, los espacios de masas se vuelven escenarios para el show histriónico de lo políticamente correcto, mientras que los cuadros se valoran por su operatividad política, las maquinas electorales y las transas de todo tipo y el fanfarroneo descarado que hacen de estos vicios virtudes de iluminado. Los militantes parecen no importar por su capacidad de ser representativos del espíritu de las organizaciones de masa, de ser un punto de retroalimentación del desarrollo político de aquellos que participan de los espacios, por su capacidad de leer el momento político, hacer lo mejor en el marco del desarrollo de la auto-actividad de masas y hacer de cada conflicto escuelas de lucha y socialismo.

Todo lo anterior se plasma en un perfil autoasignado, claramente “monolitizante” y que se concibe a si mismo supuestamente maduro, serio y resuelto, que se auto-concibe como “política real” y “de masas”. Este perfil se caracteriza también por el rechazo casi visceral de la teoría revolucionaria, la incapacidad crónica de revisar la enorme y rica tradición tanto del anarquismo como de lo más potente del marxismo, y que se conforma con lecturas de manual o con la más plena ignorancia de los debates que han recorrido y constituido al movimiento obrero internacional. La política vive dominada por “la práctica” local o meramente nacional. Finalmente, la praxis, ese complejo campo de actividades diversas, interconectadas y necesariamente complementarias, queda reducida a la práctica del dirigente social, que si bien es fundamental, es sólo un aspecto del todo.

En definitiva, impulsados por la ansiedad de llegar a la adultez, muchos sectores muestran claras dificultades interiores para tolerar el proceso mismo de la maduración, del difícil camino del aprendizaje que antecede necesariamente a la “vida adulta” y a la perspectiva madura. La política revolucionaria, en general, no ha salido de su fase adolecente, narcisistas y autorreferente. El exceso de pragmatismo, entonces, es una conducta compensatoria que viene a reparar, por un lado, la incapacidad de elaborar teoría revolucionaria (en su sentido estratégico, como un saber sobre la realidad concreta y no como mera abstracción académica y que se cristaliza como organización política), por el otro, nuestro reciente despertar a la política de masas.

Un ejemplo

A un nivel más concreto, estas conductas se expresan en el rol que los libertarios han asumido en espacios de confluencia política. Actualmente, el ejemplo más significativo es la coordinadora Luchar. Si bien no es el lugar para un análisis detallado (que debemos desarrollar en otro artículo), es necesario mencionar un par de cosas que deberían ser consideradas.

A primera vista, no se puede negar la importancia de un espacio de esa naturaleza. La confluencia de grupos y sectores al interior de Luchar lo hacen un ejemplo de falta de sectarismo, de intentos honestos de convergencia y sintomatiza la necesidad de buscar alternativas a las tradicionales conducciones del movimiento estudiantil que, en el marco del rearme de la clase trabajadora, puede cumplir un importante rol de catalizador, así como sus logros a nivel de base como son la central de práctica o la secretaria de trabajo. Pero al mismo tiempo, en ese gran polo de atracción, diverso y heterogéneo, los libertarios han callado todo debate político con los sectores en su interior, siendo incapaces de plantear con claridad el tipo de coordinación (instrumental, estratégica, permanente, con proyecciones de confluencia orgánica, meramente electoral, con intenciones de impulsar políticas hacia otros sectores, etc.), sus límites y perspectivas, situara el panorama que permita una política clara, precisa y que no confunda a los sectores más resueltos, que sea capaz de anular las líneas del reformismo emergente –que se hace parte de lucha y se expresa en los sectores cercanos al Partido Igualdad- y dejando que reine la confusión programática (2). Peor aún, en la misma línea que el año anterior, el FEL ha operado sin lineamientos claros al interior de Luchar, ganando posiciones en la Fech pero sin programa claro o política precisa, sino que se fue armando sobre la marcha. No se generó un debate político amplio, abierto, que permitiera hacer de los sucesos de la Fech un ejemplo para discutir en torno a temas más transversales como es el ocupar espacios dirigenciasles en periodos de reflujo parcial, el rol de los libertarios en espacios de importante compromiso político, cual es el rol de la Fech en el despliegue táctico y estratégico de una política de clase al interior de la educación superior (3) y, más relevante, que relación debe sostener la izquierda libertaria con el reformismo emergente, etc. Finalmente, la política del FEL se termina confundiendo con la política de Luchar, la organización se diluye en la coordinación y dedica todas sus fuerzas a esta alianza, perdiendo perspectiva. Es más, estamos seguros que, a la hora que en Luchar emerja el debate político (que inevitablemente se dará) la ruptura será inevitable. El reformismo y los revolucionarios son incompatibles. Si bien hay tareas similares en lo inmediato, en el marco del diseño estratégico deberían cumplir un rol completamente diferente haciendo insostenible tanto el diagnóstico común, como las tareas políticas comunes. Por lo tanto, inevitablemente, los libertarios deberíamos pensar, además del sentido preciso de Luchar, qué pasa después.

Este largo rodeo es para colocar en evidencia que esta forma de pensar y realizar la política libertaria tiene consecuencias reales y no es sólo un debate en torno a actitudes, maneras de mesa o poses de lo políticamente correcto, sino que hay una fuerte correlación entre el cómo se construye y qué resultado se espera o se obtiene.

Finalmente

Todas estas conductas derivadas de la falta de orientación teórica y política –fuertemente correlacionadas- se explican, en parte, en la falta de campo común de debate, en un claro perfil sectario e intolerante y una flojera intelectual evidente. El temor a lo empinado y escarpado que es el camino de la ciencia y la crítica de lo existente parece ser más fuerte que la voluntad de los revolucionarios. La actividad teórica y la reflexión política se ha instrumentalizado –no en todos los casos y momentos, pero si como tendencia- con el único objetivo de dar con motivos ad hoc, pero en ningún caso han sido producto de la reflexión, de la rigurosidad y el estudio meticuloso que permita sintetizar expresiones de ser (como diría Marx) que justifiquen objetivamente las decisiones políticas y estratégicas. En muchos casos, la política revolucionaria está a las puertas del oportunismo. El adoptar una política “atractiva”, como quien vende algún producto, como si se trata de publicidad, ha llevado a olvidar el rol de los revolucionarios en los procesos históricos: el de elevar el imaginario de los trabajadores a una nueva concepción de mundo, conquistar a las masas para una nueva cultura y no sólo “una política” o “una consigna”, como si esta fuese pensable sin un complejo campo cultural e historio propio, desarrollado a lo largo de las luchas de los trabajadores. Esta “pura actividad política” que sólo oculta un claro economicismo, es la incapacidad de pensar el socialismo, los problemas nacionales e internacionales, la figura, rol y fisonomía de un partido de clase trabajadora para una formación social concreta, etc. No se comprende que hoy las armas de la crítica son fundamento de las futuras críticas de las armas.

En este contexto de crisis política que cruza a los libertarios es que se vuelve necesario iniciar los debates de cara a los trabajadores y demás grupos organizados. Todo esto como un esfuerzo por crear un espacio público común, colectivo, donde el conjunto de los actores puedan debatir ideas y políticas, no sólo el ejercicio onanista que espera la legitimación del acre de tierra –por grande que sea. Las diversas experiencias orgánicas que hoy sobreviven no sólo deben esforzarse por leer la realidad, sino que deben dejarse escribir por ella. De ahí que periódicos como Solidaridad, revistas como Política y Sociedad o sitios como Perspectiva Diagonal sean de suma relevancia, pero es necesario darles uso, incentivar que los militantes reflexionen y compartan sus inquietudes en un espacio común. Esto implica, necesariamente, estar atentos no sólo a los movimientos reales de la clase trabajadora, sino a la multiplicidad de sesgos interpretativos que le son congénitos y cómo esto nos obliga a una dura lucha ideológica. Las ideas dominantes son las ideas de la clase dominante, decía Marx, por lo que no es extraño que lo nuevo emerja con los ropajes de lo viejo y debamos rasgar sus vestimentas con la praxis revolucionaria e ir cavando nuestras trincheras en esta dura guerra de posiciones.

El forcejeo, el debate, la lucha ideológica y política es vital si queremos que los trabajadores decidamos nosotros mismo como emanciparnos. No nos sirve la política de camarilla, sino que la política, para ser de masas, debe ser patrimonio de la actividad de las masas –por incipiente que sea-, de sus reflexiones, de las diversas expresiones política que hoy constituyen, nos guste o no, el campo político del movimiento popular.


Vladimir Benoit.
Diciembre 2012.


Notas:
(1) Ver, por ejemplo, la editorial del Solidaridad, nº , http://anarkismo.net/article/24482 o bien la entrevista a Unlem, en el mismo número, donde se repiten argumentos ya dados en una pasada entrevista, http://anarkismo.net/article/17850?search_text=umlem.
(2) Otro ejemplo de la confusión que reina en Luchar puede verse en las declaraciones del actual vicepresidente de la Fech, Fabián Araneda, hechas al periódico Punto Final: http://www.puntofinal.cl/772/araneda772.php
(3) Esto tuvo algún tipo de eco tardío, argumentando que la Fech era un espacio para visibilizar apuestas programáticas, lo que es correcto. El problema es que no se visibiliza ninguna propuesta. Ver, por ejemplo, http://www.perspectivadiagonal.org/elecciones-fech-un-p...rrer/

author by Sindicalistapublication date Sat Mar 02, 2013 07:56author address author phone Report this post to the editors

Mucha verborrea y parafraseo que en nada solucionan la problemática en cuestión. Propinar criticas arcaicas y ya muy típicas del tipo "fraseología y pueblo abstracto" contribuyen majaderamente a echar abajo el trabajo mancomunado de militantes, estudiantes y obreros de raigambre libertaria que en las ultimas décadas y especialmente ahora, han dado muestras genuinas de trabajo concreto. Por otra parte la utilización de la palabra "demagogia" produce sorpresa viniendo de alguien que por lo visto, ni milita ni tiene participación directa en la construcción del trabajo social y revolucionario. Lo identitario se construye en este momento en que el proyecto político se ancle directamente con el sentido de clase del pueblo explotado y las muestras de ello, son las luchas populares y sindicales en pro de reconstruir el demoledor paso de la dictadura. Estimado suena bonito, pero salga a la calle y vea in situ lo que se construye bloque por bloque...

author by Luchopublication date Tue Feb 26, 2013 11:26author address author phone Report this post to the editors

¿No serán demasiadas palabras fuertes, acusaciones profundas, insultos e insinuaciones para alguien que en realidad ni siquiera milita? No voy a hablar por el FEL porque ni siquiera participo de ese espacio, pero los libertarios ya sabemos hace rato el daño que causan los egos y la soberbia desbocada de ciertos elementos que disparan desde la casa, pero que no son capaces de aportar en lo más mínimo al trabajo cotidiano. La crítica desde la teoría y desde la práctica y el compañerismo que genera el encontrarse día a día trabajando, para iluminados ya existen otros sectores... este tipo de textos sólo hacen daño y hacen dudar de las intenciones reales del autor.

 
This page can be viewed in
English Italiano Deutsch
© 2005-2024 Anarkismo.net. Unless otherwise stated by the author, all content is free for non-commercial reuse, reprint, and rebroadcast, on the net and elsewhere. Opinions are those of the contributors and are not necessarily endorsed by Anarkismo.net. [ Disclaimer | Privacy ]