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Berri txarrak y ¿Qué hacer?

category iberia | la izquierda | other libertarian press author Tuesday January 08, 2013 00:50author by Borroka Garaia Report this post to the editors

Esta semana el conocido grupo de música Berri txarrak colgaba un video en la red que está montado con imágenes de seguidores del grupo interpretando un tema que me gusta mucho; “Harra”, ya sea tocándolo solos, en el local con sus bandas o al aire libre, con guitarras eléctricas, clásicas o de juguete, todo intercalado con grabaciones domésticas del grupo.

Es posible que igual estés pensando que me he equivocado de sección y que el vídeo debería ir en gure musika. Sin embargo, no te estoy hablando de música sino de un problema candente de nuestro movimiento. La interconexión entre la espontaneidad de las masas y el movimiento revolucionario, su caracterización, siempre en constante movimiento, no para re-adecuarse a nada mas que para facilitar el camino revolucionario siendo la estrategia la gente y no llevar a la gente a un lugar determinado. Un punto determinante en la coyuntura actual; La falta de esa pata.

Y es que el video es el resumen perfecto de las tareas a realizar, y es una especie de manual explicativo musico-teórico del ¿Qué hacer? de Lenin.

El término vanguardia es un término temido. Y hay razones para ello. No simplemente desde la óptica del que teme la revolución, que también. Entender la vanguardia revolucionaria como un grupo de iluminados auto-eregidos que tienen como misión el dirigismo del rebaño hacia el paraíso es una de ellas. Entender la vanguardia como “el que manda” es otra.

La vanguardia no se puede auto-eregir, ni estar encerrada en sí misma, ni ser una autocracia. Se funde con el pueblo, es pueblo y se interpreta, no para acomodarse en él sino para activarlo hacia el cambio. Es un rango que ese pueblo ofrece. Surge como una necesidad y aparece en su momento sin ser forzada. Crece en fuerza si se lo merece y es débil si se lo merece.

Tiene sus características. Debe tener una teoría revolucionaria, debe tener una auto-crítica radical, debe ser anónima pero accesible y transparente en sus intenciones, debe crear protagonistas y no serlo, debe blindarse frente al enemigo siendo una forma con no forma. No existe revolución posible sin ella. Si el objetivo no es la revolución no es necesaria.

Sus características concretas dependen de la coyuntura, del futuro requerido, no tiene dogmas. Ni siquiera que solo sea necesariamente una. Realmente la vanguardia de múltiples cabezas es la más peligrosa y la que hoy en día puede enfrentarse a la vanguardia reaccionaria con sus múltiples cabezas y vencerlas.

Partituras, guitarras … lo espontáneo, lo conciso, el protagonismo social desde la base y para la base. Así es la vanguardia y no un grupo conspirador ni un lobby ideológico o estratégico, pese a que conspire e ideologize.

Son ya prácticamente dos décadas desde que se llevó a cabo un cambio de paradigma en la forma de encarar diversos aspectos de la lucha política y social en el MLNV. “Se abandonó” la herriko taberna y el carácter endogámico de las iniciativas políticas, se hizo una autocrítica potente ante actitudes vanguardistas sin sentido y se dieron los primeros pasos en el abandono del “partidismo”.

Efectivamente, se dio inicio a una estrategia de construcción nacional y social que no requería galones de revolucionarios para participar en ella pese a que fuera impulsada por éstos.

De abajo a arriba, pueblo a pueblo, barrio a barrio y a nivel nacional. Se empezó a trabajar mas intensamente que nunca en todos los sectores estratégicos; cultura, euskara, lucha de clases, enseñanza… y no solo con el sector clásico simpatizante de la izquierda abertzale. No, para nada. Se activó a toda persona que compartiera los objetivos concretos en cada iniciativa. Y se estrecharon lazos con movimientos muy diferentes.

La izquierda abertzale no esperó que la sociedad fuera a ella sino que fue a buscarla. La activó, trabajó con ella y se fueron creando esos lazos que aún perduran y que han ido creando poco a poco un tejido social idóneo para los intereses abertzales de izquierda. Con paciencia y mucho trabajo de fondo. Una lucha anónima y profundamente revolucionaria. Con frutos que tardan en recogerse pero que llegan.

El movimiento popular vasco ha capitalizado esa lucha y no es casualidad que la sociedad vasca cuente con el mayor movimiento social y contestatario de Europa.

Es probable que en esta nueva fase política que se ha abierto en Euskal Herria que cuenta con sus potencialidades pero también con su peligrosidad se haya llegado a un punto final de las “rentas generadas” y sea difícil encontrar nuevos generadores de ellas si exceptuamos el frente electoral. Lo cual puede hacernos entrar en una especie de realidad virtual que nos coloque con una visión de embudo y no nos haga percatarnos de la fotografía al completo.

En estos momentos de extensión electoral, de unidad del pueblo abertzale de izquierda, no contar con las herramientas del socialismo revolucionario puede abocar en relación al proyecto independentista y socialista en su faceta socio-económica la reparación del sistema, su parcheo y mejora en vez de su aniquilación/transformación y en el apartado nacional chocar contra el muro de la imposición y hacernos adentrar en la desorientación debido a la falta de teoría y acción necesaria para derribar ese muro.

De la misma manera, el abandono progresivo de la construcción nacional y social afectando directamente a la eficacia del movimiento popular. La fase de las “rentas” ha entrado en un periodo de fecha con caducidad y harán falta nuevos generadores.

La partitura está por componer, los instrumentos están por seleccionar pero el pueblo ya está ahí. Esperando la música. La juventud nos dará una canción, la está componiendo ahora, pero hará falta alguna más.

Se nos objetará que una organización tan poderosa y tan rigurosamente secreta, que concentra en sus manos todos los hilos de la actividad conspirativa, organización necesariamente centralista, puede lanzarse con excesiva ligereza a un ataque prematuro, puede enconar irreflexivamente el movimiento antes de que lo hagan posible y necesario la extensión del descontento político, la fuerza de la efervescencia y de la exasperación de la clase obrera, etc. Nosotros contestaremos que, hablando en términos abstractos, no es posible negar, desde luego, que una organización de combate puede abocar en una batalla impremeditada, la cual puede acabar en una derrota que en modo alguno sería inevitable en otras condiciones. Pero, en semejante problema, es imposible limitarse a consideraciones abstractas, porque todo combate entraña la posibilidad abstracta de la derrota, y no hay otro medio de disminuir esta posibilidad que preparar organizadamente el combate. Justamente ahora, cuando carecemos de semejante organización y cuando el movimiento revolucionario crece espontánea y rápidamente, se observan ya dos extremos opuestos (que, como es lógico, “se tocan”): o un “economismo” sin el menor fundamento, acompañado de prédicas de moderación, o un “terrorismo excitante”, con tan poco fundamento, que tiende “a producir artificiosamente”, en el movimiento que se desarrolla y se consolida, pero que todavía está más cerca de su principio que de su fin, síntomas de su fin”
V. I. Lenin ¿Qué hacer?.

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