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Presas políticas vascas

category iberia | género | non-anarchist press author Sunday December 23, 2012 04:38author by Ainhoa Güemes - Naiz.info Report this post to the editors

“Nuestro mayor delito ha sido subvertir los roles hegemónicos de la feminidad"

Hoy me he despertado con mal pie, es uno de esos días obtusos en los que, dispuesta a desobedecer a la rapacidad del tiempo impuesto, una se cruza de brazos, negándose a articular palabra. Hubiera permanecido todo el día en silencio, atrapada en un sentimiento de tristeza y frustración, en modo introspectivo, con el ceño fruncido y la mirada perdida. Pero con estos tiempos que corren, me veo obligada a escribir, a no callar, a dar testimonio, a ser valiente y solidaria.
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Así que me he armado de valor y me he enfrentado una vez más a la página en blanco; como fondo de pantalla he elegido un retrato de Angela Davis, realizado por la artista catalana Btoy, y que expone en su reciente obra ‘Beautiful transgressions’, en la SC Gallery de Bilbo. La artista indaga la personalidad de mujeres visionarias del s.XX y XXI, que han puesto en tela de juicio las costumbres o leyes establecidas. Btoy retrata a diferentes activistas sociales, pintoras, actrices o cantantes (La Pasionaria, Marlene Dietrich o Simone de Beauvoir, hasta las contemporáneas como Susan Sontag, Kiki Smith o Pussy Riot…) que son y han sido impulsadas por la pasión, por la capacidad de aspirar e imaginar lo que todavía no existía, o que se han enfrentado a lo que consideran como atentado a la igualdad y la justicia en la sociedad actual.

El Estado español vuelve a cubrirse de gloria y ataca la libertad de expresión

Como decía, hoy, golpean mi ánimo dos razones de peso para seguir expresándome, para no permanecer callada por miedo a posibles represalias. Desgraciadamente, el director de este medio, Iñaki Soto y otros compañeros han sido imputados y llamados a declarar en la Audiencia Nacional, por un artículo de opinión que supuestamente enaltece el terrorismo. ¿Qué se puede esperar de aquellos que nos criminalizan por pretender articular, crear, construir un mundo mejor, y hacerlo armadas y armados de palabras que son gritos, que son afectos, que son un explosivo gesto de afirmación y vitalidad? Aquellos que debilitan la voluntad de vivir y expresarse libremente que todo un pueblo anhela no merecen nuestro respeto.

Su mayor delito: salirse del programa que el sistema capitalista y patriarcal diseña para las mujeres

Hay otra razón de peso que hoy me anima a escribir. Ayer asistí con gran interés a la conferencia que ofrecieron varias activistas de la izquierda abertzale: Irati Tobar, Ainhoa Gutierrez, Olatz Dañobeitia y Larraitz Ugarte; todas ellas ex presas políticas, que fue moderada por la periodista de Berria, Irune Berro, y organizada por Herrira y Bilgune Feminista, en el Kafe Antzokia de Bilbo. Estoy segura de que su testimonio, finamente hilado con el firme propósito de poner cara y voz a los sujetos políticos feministas que protagonizan la lucha por la liberación de nuestro pueblo, no dejó a nadie indiferente. Yo no me moví apenas de la silla y mantuve emocionada la respiración hasta el final.

De la mesa desde la que hablaron, colgaba una banderola morada: Gora borroka feminista! Lo dijeron alto y claro: “Nuestro delito es sobretodo haber transgredido los roles que el patriarcado reserva para las mujeres”, durante toda la condena, el sistema penitenciario evidencia y retroalimenta esas creencias tan arraigadas en la sociedad que, constantemente y repetidamente, difunden la idea de que las chicas no se organizan colectivamente contra las medidas represivas de los estados, al parecer, pocos advierten que ellas han adquirido un compromiso con la libertad, por lo que erróneamente (incluso malintencionadamente) se tiende a pensar que han caído presas por apoyar a sus novios, a sus hermanos, a sus amigos. A los opresores les gusta imaginar que ellas lo único que han hecho en su militancia política ha sido ofrecer servicios sexuales y cocinar para el resto del comando. En esta coyuntura, “una llega a sentir una bocanada de oxígeno cuando en una disputa con un funcionario detectas un atisbo de reconocimiento por lo que realmente eres, una militante política, y no un objeto sexual”.

De esta manera, se potencian los roles propios de la feminidad que deben ser asumidos: el cuidado de los otros, la pasividad, la sumisión, la falta de agresividad,… y por el contrario se consideran atributos propios de los hombres la fuerza y la autosuficiencia. No en vano, los insultos que reciben por parte de los funcionarios apuntan a esas facetas y funciones a las que ellas se han declarado insumisas: “Eres la puta de fulano, no eres una buena madre, no eres una buena hermana, no eres una buena hija, no eres una buena esposa”, o, con más sutileza: “…que desordenada tiene usted la celda”. Así se hace oír la voz del patriarca, así nos tortura psicológicamente, en la calle, en casa, en las comisarías y en las cárceles. Se les prohíbe hacer deporte, y los cursos a los que pueden asistir: macramé o costura (ni confección en cuero ni talla de madera), dicen, no tienen otro fin que intentar infantilizarlas, es decir, minar su autoestima recordándoles que son seres inferiores y dependientes. Si esta es la formación laboral diseñada tanto para presas políticas como para las sociales, es indudable que al sistema le interesa hundir en la precariedad laboral a las mujeres.

“La cárcel no está pensada para las mujeres”, a lo largo de la historia, en el caso de las activistas lesbianas y transexuales, por ejemplo, se ha demostrado que se nos reprime tanto o más, con más ahínco y decoro en los centros psiquiátricos que en los penitenciarios. Esta estrategia de guantes y bata blanca parece más adecuada si de lo que se trata es de mantener a las mujeres en los confines de la pulcra y pura invisibilidad, allí donde hasta la leona más fiera debe comportarse como una linda gatita domesticada; escindida de su deseo, separada de su voluntad de poder y de querer. Hay que ser muy fuerte para no cruzar el umbral de la locura en estas situaciones límite, infrahumanas.

La cárcel, según nuestras compañeras, concretamente los módulos de mujeres, son lugares fantasmales, viejos almacenes o enfermerías rehabilitados (sin ningún lujo, por supuesto, no creamos que en la actualidad los centros penitenciarios en los estados español y francés son balnearios; la que fue directora general de Instituciones Penitenciarias de 2004 a 2011, Mercedes Gallizo, también nos la metió doblada).

Una de las ponentes contó que después de defender su derecho a ser madre, tras el periodo de embarazo, al nacer la criatura, las dos fueron aisladas en una habitación al lado de la lavadora, con colchones tirados en el suelo. Bonito experimento, maquiavélico, bonita forma de ‘reeducar’ a las insurrectas. La criatura convivió con su madre hasta los tres años, rodeada de mujeres presas y funcionarias, a los funcionarios varones solo los veía en situaciones violentas, cuando había algún conflicto en el módulo y ellos se hacían ver, para dejar claro quién manda: política de garrote y mano dura. Una versión aun más terrorífica del personaje del folclore infantil español, el famoso hombre del saco. Al salir de prisión, cada vez que veía a un hombre acercarse, aunque fuera un vecino o un allegado, la niña reaccionaba presa del miedo. También subrayan que respecto al tema de la maternidad, suele haber un cierto recelo por parte del colectivo, de los familiares y allegados ante el deseo de ser madre o padre en estas circunstancias tan desfavorables. Pero no hay que olvidar que serlo o no es un derecho, y que ellas deciden. Sin la política de dispersión todo sería más fácil, ya que podrían escolarizar a sus hijxs en escuelas cercanas, y compartir con familiares o amigos las tareas de crianza.

La cárcel es un lugar donde la agresividad y la competitividad campan a sus anchas. Cuentan que en los módulos de mujeres se da el fenómeno de las “machitos”, mujeres que adoptan roles masculinos, establecen relaciones de poder desiguales porque esa actitud les otorga poder: consiguen que otras les obedezcan. Como el sistema penitenciario se sirve de las y los presos para gestionar el espacio carcelario, realizar todo tipo de tareas cotidianas y de mantenimiento, este tipo de actitudes, permiten a un pequeño grupo de mujeres mantener a raya al resto de la comunidad. Luego, lejos de cultivar relaciones afectivas saludables, las cárceles son el dominio ideal para reproducir relaciones destructivas de poder, en detrimento del apoyo mutuo, de una saludable afectividad o un trato más igualitario y equitativo entre las personas. Eso sí, “aprendes a defenderte y te haces más consciente de tu propia agresividad”.

Aunque el modelo de militancia va cambiando, a diferencia de los presos de ETA, ellas afirman que en general reciben menor apoyo y aliento del exterior. Si las condenas son largas, sus compañeros sentimentales acaban distanciándose, incapaces de continuar junto a ellas todo el proceso. Por el contrario, son muchas las mujeres que acompañan durante años y alientan a su pareja varón mientras permanece encarcelado. Por no hablar de cómo el sistema penitenciario impide a las personas vivir plenamente su sexualidad: “imaginaos qué panorama, despertarse a las 8 de la mañana, y dirigirse a una habitación cutre y fría esposada por policías, que te sueltan allí y sin ningún tipo de delicadeza te espetan: a ver si relajas a la bestia, tienes hora y media; ¿cómo, tener ganas y relajar a quién?, es muy duro, sabes que están al otro lado de la puerta posiblemente escuchando”. Parece que los bis a bis íntimos están pensados para el goce del varón, y los policías se prestan a reforzar el mandato de género: “ale chavales, dejad el listón alto, ahí las tenéis”. Por no hablar de la hipocresía del Estado francés, que directamente niega la sexualidad de la persona presa. Y qué decir de la sexualidad no heteronormativa. Esto da para otro artículo. Incluso tener intimidad para masturbarse es realmente complicado, ya que en cualquier momento puede entrar una funcionaria, sin previo aviso, eso sí, “le echas mucha imaginación y buscas el placer”. Por supuesto, en los módulos de mujeres está prohibido el consumo de materiales pornográficos.

Las cuatro activistas coinciden en que la conciencia feminista se agudiza dentro de la cárcel, todas ellas han tenido sed y hambre de feminismo, en esa lucha por recuperar el control de tu vida, tu sexualidad, la alimentación, el poder decidir si quieres ser madre o no,… el empoderamiento feminista es vital contra la opresión y la segregación. “Queremos que esta realidad, que nuestras historias se visibilicen”. Es muy importante pensar entre todas, idear estrategias que impidan que las mujeres presas estén más aisladas, más solas incluso que sus compañeros presos. “En la cárcel nadie vive bien, no se trata de comparar, sino de comprender por qué las mujeres recibimos un trato diferenciado”. Se preguntan cómo evitar tanta soledad y aislamiento: “Hay que entrar en las celdas, hay que activar los vasos comunicantes, hacer llegar hasta el último rincón de las ciegas los estímulos liberadores que el movimiento feminista produce en la calle”.

Tomemos nota de sus testimonios, para que no haga falta recordar a nadie una vez más que el feminismo es un movimiento de liberación para el conjunto de las personas, que la revolución en Euskal Herria y en otros pueblos libres del mundo será feminista o no será. En respuesta a cualquier enmienda (obviamente me refiero al proceso constitutivo de Sortu), a cualquier queja, a esas opiniones sin criterio que abundan también en nuestro entorno, decir que no, que no lo vamos a llamar de otra manera, que se trata precisamente de visibilizar nuestra lucha, y nuestra lucha es ante todo FEMINISTA; que el movimiento feminista está legitimado, autorizado y reforzado por la vida ejemplar de todas aquellas que lucharon antes por un mundo donde la diversidad y las diferencias de sexo y género generen riqueza y satisfacción, no represión y segregación. Este es nuestro linaje, un linaje de heroínas combativas, supervivientes de ayer y hoy.

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