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La problemática pesquera más allá de la urgencia

category bolivia / peru / ecuador / chile | medio ambiente | reseña author Tuesday November 20, 2012 19:32author by Luis Bedriñana Report this post to the editors

¿Es posible una buena pesca?

Recientemente tuvimos la oportunidad de participar en el lanzamiento, en Valdivia, del documental “Mala Pesca”, que realizaron algunos compañeros y algunas compañeras de la región del BIO BIO. Frente a la elocuente enunciación de la problemática pesquera por parte del documental, el sin sabor que queda en la boca, más allá de la indignación, es el de la ausencia de un proyecto que se oponga al que viene ideando y materializando la derecha (incluida la concertación) durante los últimos 22 años.
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En un artículo escrito anteriormente en esta tribuna, señalamos que la Ley Longueira no es más que el avance de un esfuerzo programático de la derecha, concibiendo esta reciente iniciativa como “la guinda de la torta”, ya que el mayor avance en cuanto a la privatización de los recursos pesqueros se realizó durante el gobierno de Lagos. Reconociendo este hecho, entendemos además que los vicios del sindicalismo pesquero hayan sido la razón cómplice de la avanzada patronal en estas materias. Lo preocupante es que su legado trasciende incluso su incipiente desacreditación.

Años de dirigencia corrupta y bases pasivas y desinformadas, han generado una pesca artesanal de visión cortoplacista y escudada en una política de resistencia a la retirada. La lucha por millas y cuotas se ahoga en el pequeño vaso de agua que se le concede al sector artesanal, con recursos diezmados, sujetos a la eventual desaparición producto de la sobrepesca industrial y en condiciones laborales y de mercado que propician la miseria. En este escenario de crisis, que poco tiene que ver con la aprobación o no de la ley, la pesca artesanal se ha visto obligada a reaccionar.

Reconocemos que, a corto plazo, la oposición a la Ley Longueira tiene un valor en cuanto motor coyuntural de la articulación del sector pesquero artesanal con otros sectores de la sociedad, y eso es siempre bueno. Por otro lado, más allá de que los recursos pesqueros son prácticamente privados desde hace 10 años, entendemos que la Ley Longueira abre las puertas anchas para el ingreso del capital extranjero y la plenitud de la especulación financiera (verdadero objetivo de la ley Longueira, ya que mucho pescado no va ir quedando) por lo que su oposición, también es siempre buena. Pero tras la próxima votación del 19 de Noviembre, ¿Cuál será nuestro horizonte?

Unidad en la lucha, es la consigna, las grandes conquistas no se lograrán en forma gremial. Ciertamente hacia la integración de la clase trabajadora es donde apuntamos. Pero dentro del sector particular que nos convoca, frente a esta mala pesca, ¿es posible una buena pesca? La clase empresarial tiene una visión común, un programa y los medios para lograr sus cometidos. ¿Y nosotros y nosotras?

Frente a la necesidad de pensar un proyecto de pesca al servicio del pueblo se hace interesante analizar el concepto de sustentabilidad, ya que este ha sido el horizonte común de las consignas populares, los sectores reformistas (como las ONG ambientalistas que viven del problema) e incluso del gobierno. Esta aparentemente paradojal coincidencia interclasista tiene su explicación en las diversas definiciones del concepto, las cuales amparan las más diversas intenciones.

El concepto de sustentabilidad presenta dentro de sí, indefectiblemente, el concepto de equilibrio, proyectándose como la armonía entre las distintas actividades de los seres humanos con los ciclos de la naturaleza. Por supuesto que esta definición es extremadamente vaga e infinitamente criticable, pero es así como es concebida si se entiende solo como una nebulosa declaración de buena voluntad. La sustentabilidad, o la ausencia de la misma que la proyecta como un horizonte deseable, reconoce que existen prácticas que causan el menoscabo de cualquiera de sus tres componentes, lo ambiental, lo social y lo económico (y sus relaciones). Lo problemático, y es aquí donde yace lo ideológico tras cada concepto de sustentabilidad, es que a la hora de implementar acciones para lograr el deseado cometido de la armonía, la delimitación de “lo central” dentro de las problemáticas económicas, sociales y ambientales, implica también la necesidad de “supuestos”, es decir, lo que no se está dispuesto a cuestionar.

Para entender la sustentabilidad de la derecha analicemos ciertos conceptos incorporados en la Ley Longueira. En una entrevista a CNN, Longueira explica el concepto de rendimiento máximo sostenible (RMS), principio de manejo pesquero incorporado en la ley, que apunta a la sostenibilidad de la pesca y que consiste en definir cuotas de captura lo más altas posibles, sin menoscabar las poblaciones de los recursos objetivo. Este concepto, que es también aplaudido por ciertas ONG ambientalistas, hace uso indistinto del concepto de sustentabilidad, que aparece como eje central de la ley, con el concepto de sostenibilidad. Más allá del debate, aparentemente superado en Latinoamérica, sobre las diferencias entre estos dos conceptos, el RMS es un claro ejemplo de que son “lo central” y los “supuestos” para la derecha chilena y los sectores reformistas dentro de las problemáticas sociales, económicas y ambientales. Para este sector “lo central” es maximizar el lucro en la pesca y “los supuestos” son la economía de mercado, la libre competencia, la propiedad privada, etc. En este escenario el daño ambiental, y en menor medida el daño social, son concebidos como una amenaza a “lo central” (el lucro), ya que poblaciones diezmadas y un proletariado demasiado miserable podrían atentar contra la continuidad de su bonanza económica. El carácter subalterno de lo ambiental para el empresariado criollo es tal que este puede darse el lujo de implementar medidas de manejo desacreditadas, incluso por su propia clase, desde hace 3 décadas. Las dinámicas ecológicas de las poblaciones marinas son tan complejas que definir cuotas para cada recurso, en forma que no amenace la conservación de los mismos, si es que fuera posible, sería tan costoso en términos de investigación científica que harían la actividad pesquera poco rentable. ¿Cómo se solventa este problema?, fácil, la erradicación de los recursos pesqueros no es un problema, ya que cuando el tiempo de las vacas gordas termina, la especulación comienza. Las cuotas, ahora derechos privados de pesca, sostendrán “lo central”.

El pensar la problemática pesquera desde la izquierda implica dotar de contenido al horizonte de la sustentabilidad y no utilizar el concepto en forma vana. Aquí aparece un nuevo problema, ya que la tarea de definir “lo central” y “los supuestos” para nosotros y nosotras no puede ignorar las condiciones de poder. Es decir, no podemos simplemente proyectar un horizonte de sustentabilidad sin diseñar el camino hacia él. No se trata simplemente de reconfigurar la posición de “lo central” y “los supuestos” dentro del esquema de las 3 esferas (social, ambiental, económico) sino que analizar, a nivel estratégico, las concesiones que deberemos realizar para la acumulación de fuerza necesaria para materializar un mejor proyecto de sociedad. Si bien la reconfiguración económica del sector, en conjunto con los demás sectores, en pos de una economía popular es un claro frente de lucha, no podemos olvidar que ciertas actividades económicas tienen un valor estratégico para el capital internacional y su apropiación es vital. En este contexto, ciertos aspectos de la mala pesca, que afectan la esfera de lo ambiental, deberán permanecer, al menos por un tiempo, en función de una mejora considerable en la esfera de lo social. El cómo reducir los costos ambientales a la vez que se incrementan los beneficios sociales, entendidos de manera clasista y de izquierda, es la tarea que se viene por delante con o sin Ley Longueira.

Luis Bedriñana


Publicado en la revista digital "Perspectiva Diagonal"

Related Link: http://www.perspectivadiagonal.org/la-problematica-pesquera-mas-alla-de-la-urgencia-es-posible-una-buena-pesca/
author by Christopher Pala - Periodismo Humanopublication date Fri Nov 23, 2012 00:33author address author phone Report this post to the editors

Aumentan las protestas mundiales para que las grandes potencias pesqueras dejen de subsidiar flotas internacionales cuyos métodos atentan contra los recursos marinos y reducen las capturas de los pescadores artesanales.

Los subsidios ascienden a 27.000 millones de dólares al año, de los cuales alrededor de dos tercios proceden de China, Corea del Sur y Taiwán, además de Japón, Estados Unidos y países de Europa, según una investigación de la canadiense Universidad de Columbia Británica. La mayor parte del dinero va para la construcción de barcos cada vez más eficientes para capturar las disminuidas poblaciones de peces del mundo, y más recursos se van en compensar el creciente consumo de combustible para adentrarse en lo profundo del mar. El resultado, según el autor principal del estudio, Rashid Sumaila, es que los contribuyentes financian el agotamiento de reservas marinas y el empobrecimiento de las comunidades costeras en el extranjero.

“Una gran cantidad del pescado consumido en Europa, Estados Unidos y Japón procede de otros países, en general pobres”, porque hace mucho tiempo que los ricos sobreexplotaron sus propios recursos, nos dice en entrevista telefónica. “Cuánto más pescan sus flotas en una zona, más difícil se hace seguir pescando en ella y más subsidios piden”, explicó. “Es de locos”, exclamó.

El relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, dijo que en los países ricos se come tres veces más pescado por habitante que en los pobres, lo que agota los océanos y priva a los pescadores de las naciones en desarrollo de sus ingresos y a las poblaciones costeras de alimento. “Sin una acción rápida” para eliminar las prácticas destructivas, “la pesca no podrá seguir desempeñando el papel fundamental de asegurar el derecho a la alimentación de millones de personas”, alertó De Schutter. Al reclamar el fin de los subsidios dijo que “las generaciones futuras pagarán el precio cuando los océanos estén desprovistos”.

El informe de la ONU “Fisheries and the Right to Food” (Las pesquerías y el derecho a la alimentación), señala que tratados internacionales como la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y la Organización Mundial del Comercio hace tiempo que llamaron a terminar con los subsidios a las flotas que no usan métodos de pesca sostenibles.

Además, el dinero que las flotas industriales pagan a las naciones en desarrollo para pescar en sus aguas suelen terminar en manos de gobiernos corruptos, mientras el impacto lo sufren las comunidades costeras pobres.
La mayoría de los barcos industriales no solo no serían rentables sin subsidios, sino que ofrecen muchos menos empleos, 200 cada 1.000 toneladas de pescado, frente a los 2.400 de la pesca artesanal y con embarcaciones pequeñas, según otro estudio citado en el informe de la ONU.

A escala global, eso se traduce en que 500.000 pescadores industriales capturan 30 millones de toneladas de pescado, desechan al mar 15 millones de toneladas y queman 37 millones de toneladas de combustible.

La pesca artesanal también extrae 30 millones de toneladas de recursos marinos. Pero emplea a 12 millones de personas, no desecha casi nada, usa la séptima parte de combustible que los barcos industriales y recibe un quinto de los subsidios. Además, el alimento que suministran desempeña un papel mucho mayor en la salud de las poblaciones locales que el pescado más caro que se vende en los países más ricos.

Los barcos industriales pescan otros 35 millones de toneladas de otros recursos marinos. El resultado de esto es que desaparecen muchos de los recursos vitales para los peces, además de grandes cantidades de plancton, la base de la cadena alimenticia.

A escala global, 95 por ciento del arroz y 80 por ciento del trigo se consumen en el país en el que fueron cultivados, pero solo 60 por ciento del pescado se come en donde fue capturado. El resto se exporta, según el estudio.
Por el derecho a pescar en aguas jurisdiccionales, las flotas industriales pagan a los gobiernos entre dos por ciento, a Guinea Bissau, y seis por ciento, a las islas del océano Pacífico en cuyas aguas se obtiene la mitad del atún consumido en el mundo. En comparación, las compañías extranjeras que fabrican aceite pagan a los gobiernos entre 30 y 70 por ciento del valor del producto extraído de su territorio.

En algunos países, los pequeños pescadores llegaron al límite. En mayo, 50.000 pescadores artesanales de Senegal, molestos por la reducción de su captura a causa de las flotas europeas dedicadas a la pesca de arrastre, obligaron al nuevo gobierno a cancelar las licencias de las flotas extranjeras otorgadas por su predecesor, con apoyo de organizaciones como Greenpeace. Namibia, por ejemplo, prohibió la presencia de barcos extranjeros en sus aguas pues luego de su independencia, en 1990, desarrolló su propia pesca industrial. Maldivas, en el océano Índico, clausuró la pesca de atún para embarcaciones industriales extranjeras para favorecer a los pequeños barcos cerqueros, que consiguen peces de mejor calidad.

El informe de la ONU llama a los gobiernos con costa a negociar nuevos acuerdos con flotas extranjeras para mantener los barcos lejos del fondo del mar y permitir la recuperación de los recursos de pequeña escala. “Los recursos deben ser alejados de la sobreexplotación para beneficiar a las comunidades locales”, remarcó De Schutter.

Related Link: http://periodismohumano.com/economia/subsidios-multimillonarios-alimentan-la-sobrepesca-insostenible.html
 

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