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La indignación nacional tumbó la Reforma

category venezuela / colombia | antifascismo | non-anarchist press author Monday July 09, 2012 18:21author by Editorial Revista Insurrección - ELN Report this post to the editors

El viernes 22 de junio, el ministro de justicia, vocero autorizado por el Presidente Santos, anunció al país con inocultable alborozo, que el país contaba por fin con un sistema de justicia.

Que la reforma constitucional de la Justicia había sido una victoria del poder ejecutivo y el poder legislativo.

Entre aplausos y abrazos los congresistas celebraban el acontecimiento, que algunos llamaron el hecho más trascendente e histórico para el país. Ejecutivo y legislativo creyeron que toda Colombia tragaría entero y subestimaron, propio de la prepotencia del poder, las voces opositoras que rechazaron categóricamente, a través de muchas maneras críticas, el llamado proyecto de reforma de la justicia.

Se equivocaron de nuevo de cabo a rabo; señor presidente, gobierno y congresistas.

Ustedes olvidaron fácilmente las enseñanzas de la lucha de un país, que echó atrás la reforma a la Ley 30 de la educación liderada por los estudiantes; Grave olvido y subestimación.

Desde la otra orilla de la Colombia mamada de tanta injusticia y arbitrariedad, contenida a punta del miedo que produce el asesino terrorismo de Estado, desde abajo y desde las capas intermedias de la sociedad, que ya no le come cuento a los desafueros de los poderosos y privilegiados, se hundió su contra reforma.

Se equivocaron los gobernantes. Todo ese sueño de nación justa y de grandeza que se la juega todos los días por sobrevivir, desde todos aquellos rincones que ejercen la crítica sana y responsable, desde todas las expresiones que se oponen a que Colombia sea el mar de impunidad e injusticia que la ha caracterizado durante centenas de años, desde esa multicolor franja de la dignidad nacional, se fue tejiendo la fuerza y la indignación.

La aprobación de una reforma a la justicia, que de justicia solo llevaba el nombre porque establecía otra locomotora, la de la impunidad, colmó la paciencia y estalló el florero de Llorente. La impunidad para la mafia político paramilitar que gobierna el país cuyo poder buscaba inmunizarse; el cese de juzgamientos a reconocidos criminales y estafadores de la sociedad, de todos aquellos que se han alimentado del erario público, que han gozado de las privatizaciones de la salud y todos los activos públicos de la nación, el recorte de las funciones de los órganos de justicia y otros elementos que niegan un Estado de derecho, chocaron de frente con la sed de justicia de un pueblo al que le han burlado sus aspiraciones de equidad.

TODA LA GEOGRAFIA SE INDIGNO: EL REFERENDO ES EL CAMINO

El cántaro se rompió. El dique que contenía las aguas turbulentas se abrió y ellas comenzaron a manifestarse en toda la geografía de Colombia. El sábado 23 y domingo 24 de junio, se comenzó a organizar la respuesta social al esperpento de la reforma a la justicia.

Desde las redes sociales, virtuales y físicas, desde los blogs, los Facebook, los twitters, en reuniones de organizaciones sociales y políticas quienes se convocaron de emergencia, desde la oposición de izquierda, con el impulso de juristas, desde toda una opinión política, se fue cociendo la idea de un referendo revocatorio para echar atrás la falsa reforma de la justicia.

El lunes 25 de junio en todas las ciudades principales y sus lugares más históricos de congregación social, amanecieron instaladas mesas por el referendo, espacios de denuncia a la inconstitucionalidad de un gobierno y un congreso doblegados a la parapolítica y el narcoterrorismo.

Se hizo visible el clamor de una sociedad que no quiere más de lo mismo y por eso desconoce al congreso de la Republica y se rebela ante el gobierno nacional que sigue expresando los intereses de una minoría antidemocrática y antipatriota, que ha ejercido el poder atropellando a los pobres y a los sectores medios de la sociedad, entregando los intereses nacionales para sustentar su propio gozo y bienestar, que vende a las transnacionales el territorio y sus riquezas, mientras la mayorías de Colombia viven en las privaciones, la pobreza y la ausencia de vida digna.

Decenas de miles de firmas fueron recogidas en pocas horas y pocos días, expresión de una masiva ola social que quiere ver a Colombia gobernada bajo otros postulados de la transparencia, la democracia participativa, la no corrupción, de una nueva gobernabilidad que moralice la gestión pública como un servicio a la gente y para el desarrollo de la patria.

SE DEBE HUNDIR EL CONGRESO Y EL GOBIERNO TODO.

Desde el gobierno se maniobró para quitarle fuerza al clamor popular objetando el presidente la nueva ley y convocando a sesiones extraordinarias al Congreso y orientó a los miembros de la Unidad Nacional, su partido de gobierno, a que hundieran la ley aprobada. El Presidente acude ahora a los mismos congresistas, que días atrás le habían cumplido su orientación de aprobar la reforma a la justicia a que la hundan, para evitar una catástrofe política. Pero señores el mal está hecho desde hace años, no se trata de hundir la reforma, sino de caminar en otra dirección por donde apuntan las voces y fuerzas de la sociedad.

Abajo el congreso, abajo el mal gobierno es el anunció de todo el movimiento por el referendo que debe derogarle el mandato al órgano legislativo y al ejecutivo. Aquí está la esencia de la lucha que debe proseguir, el acento de la dirección del movimiento de indignación nacional que recorre ciudades y campos colombianos, sintonizado con los otros indignados del planeta.

Un congreso conformado en su mayoría por criminales y corruptos no puede seguir, su mandato debe ser derogado y elegirse un nuevo congreso. A un ejecutivo que se alía con esos malhechores de la sociedad y los representa, se le debe cortar su mandato.

Colombia necesita transitar una nueva gobernabilidad. La vieja manera de gobernar y legislar para unos intereses minoritarios de la sociedad por una misma elite que hace parte de esa minoría de la sociedad, debe abrirle paso a una manera de gobernar que sea en esencia democrática, donde se legisle a favor de las aspiraciones de toda la sociedad basados en una auténtica justicia social, que proporcione bienestar y felicidad a todos y todas, sin la politiquería y la trampas, sin violencias ni engaños, sin dobleces.

La reforma a la justicia costó la astronómica suma de 3 mil millones de pesos. Dinero que puede servir para aliviar la tragedia ambiental o inyectarlos a la educación, sin embargo son malgastados por el gobierno para pagar el voto de los congresistas que aprobaron la tramposa ley de justicia. Esto nos llama a que toda Colombia debe seguir impulsando el referendo revocatorio al mandato de los congresistas y del ejecutivo, porque todos son responsables de la tragedia nacional.

Si la indignación nacional tumbó la reforma, debe continuar para tumbar el mal gobierno y el mal congreso.
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