user preferences

La crisis en/de Europa: una breve aproximación

category internacional | la izquierda | opinión / análisis author Saturday June 09, 2012 07:42author by Manu García Report this post to the editors

El siguiente artículo fue escrito para los "Cuadernillos internacionalistas" de la revista CEPA, de Colombia, en junio de 2011.

Un año después, lo expuesto conserva plena vigencia, por eso hemos considerado oportuno publicarlo en Anarkismo.net en estos momentos en que arrecia en Europa la ofensiva privatizadora y liquidadora de conquistas populares y el debate en la izquierda sobre ¿qué hacer? es aún más necesario y urgente que hace un año, tras la llegada de François Hollande a la presidencia de Francia con la promesa de retomar la línea histórica socialdemócrata y en puertas de la elección del Parlamento y gobierno griego.
europaresquebraja.jpg

La crisis en Europa no sólo está siendo una crisis financiera con un impacto cada vez mayor en la economía productiva y en las condiciones de vida y de trabajo de las grandes mayorías, sino que también está suponiendo una grave crisis, la peor desde sus inicios, de la Unión Europea como proyecto. Una crisis que, como veremos, no es al fin y al cabo más que la manifestación pública de una realidad velada hasta ahora por un discurso sin reflejo en la realidad.

La integración europea, dirigida por las burguesías de Alemania y Francia, los países más poderosos del continente (excepción hecha de la insular, y no sólo en el sentido geográfico, Gran Bretaña) y hecha a su medida, ha entrado en un proceso de turbulencias por las propias contradicciones en el modo en que se ha ido construyendo. Hablando de solidaridad y de europeísmo, pero estableciendo estándares macroeconómicos para favorecer la competitividad de los productos franceses y sobre todo alemanes en el mercado europeo y mundial a costa del desmantelamiento de las estructuras productivas de los países periféricos y su terciarización acelerada y dependiente. No se ha tratado de un proceso de integración real, de una relación sobre bases igualitarias y fundada en la adopción de un marco regulatorio beneficioso para todos, sino de subordinación de las economías periféricas (y de integración más tardía al proyecto) a las centrales y de las clases populares europeas a las elites financieras y a las grandes empresas, con la participación activa en su implementación de las fuerzas políticas conservadoras, liberales y socialdemócratas del continente.

El Pacto por la Competitividad franco-alemán de febrero de este año busca profundizar en esa vía, acentuando la posición privilegiada de las elites económicas de estas potencias sobre la eurozona. Vemos cómo ese barniz solidario que había en los discursos (que no en las prácticas) durante el tiempo de bonanza se evapora y crecen las tendencias “anti-europeistas” y las resistencias de quienes, en los países centrales, se niegan a financiar (de boquilla: luego imponen, como chantaje, duros ajustes en su beneficio) los “fondos de rescate” afirmando que los llamados PIGS están endeudados por no haber hecho bien sus deberes, obviando el impacto de las condiciones severas de entrada y mantenimiento en la Unión Europea que han tenido un papel central en la formación y explosión de los bluffs especulativos (“milagros económicos” a finales de los 90 y principios de este siglo que según los popes del capitalismo probaban las virtudes de la bancarización de la economía y de la privatización de todo lo privatizable) de los llamados PIGS (“cerdos”, en inglés: Portugal, Irlanda, Grecia y España).

Economías periféricas que, a día de hoy, recogen los frutos de haber seguido a pie juntillas las recomendaciones de los gurús del “libre mercado”: niveles de desempleo galopantes (en algunas regiones españolas, de más del 30% de la población activa) fundamentalmente entre la juventud; creciente diferencia en los niveles de renta; caída en el poder de compra de la población; aumento de las bolsas de pobreza y de exclusión… todo ello sin el colchón de un sistema de protección social (“Estado del bienestar”) poco a poco desmantelado ante la domesticación de la izquierda. Países donde hace tan solo unos años quienes insinuaban la posibilidad de que acabaran como la Argentina neoliberal eran tachados de locos se encuentran ahora al dictado de las políticas emanadas del FMI y sus clases populares sufriendo las duras condiciones del organismo, en el marco de toda una ofensiva capitalista que está destruyendo los derechos conseguidos y busca desarticular toda posibilidad de resistencia popular.

Aparejado a este desenmascaramiento de la verdadera naturaleza, insolidaria y ventajista, del “proyecto europeo” tal y como fue diseñado por la elite económica del continente, estamos asistiendo a un avance generalizado de la xenofobia. No sólo por el crecimiento de los partidos de la extrema derecha, sino también (y principalmente) por la introducción de este tipo de propuestas en los programas de la llamada derecha democrática y la aplicación de políticas abiertamente racistas. Lo peor es que, a falta de una alternativa revolucionaria, verdaderamente anticapitalista, capaz de disputarle seriamente ese campo, el discurso xenófobo está penetrando con fuerza en la base social tradicional de la izquierda, donde ganan posiciones quienes contemplan al trabajador llegado de África, de Latinoamérica o de Asia como un vecino indeseado que contribuye a bajar los salarios y a empeorar las condiciones laborales y le disputa unos servicios sociales en retroceso. La lamentable bajada de pantalones ante la patronal y la burocratización del sindicalismo mayoritario en Europa, su pérdida acelerada de representatividad y de referencia para los trabajadores, la aceptación por sus dirigentes de los valores de las clases dominantes, sin duda ha ayudado para que se produzca este retroceso en la conciencia de clase.

Aprovechando esta desarticulación de la clase trabajadora, en todos los países europeos avanza el programa neoliberal de “ajuste del cinturón” espoleado, en el caso de las actividades de los sectores primario y secundario, por el chantaje de la competencia de otros países y la amenaza de la deslocalización (traslado del centro productivo a países con costes de producción más bajos). Se coloca a los trabajadores entre la espada y la pared, “dándoles a elegir” entre renunciar a derechos sociales adquiridos a lo largo de décadas o renunciar al propio empleo. Las opciones de clase que rechazan esa falsa disyuntiva y llaman a la resistencia, salvo escasas excepciones, son derrotadas. Recientemente tuvimos el ejemplo de FIAT en Italia, otrora buque insignia de la lucha obrera y ahora sometida a los dictados de su patronal.

La socialdemocracia, convertida en social-liberalismo, incapaz de presentarse como alternativa y de desarrollar una línea propia, diferente de la neoliberal (allí donde todavía gobierna o donde ha gobernado, aplica su agenda) es expulsada de los gobiernos nacionales. La consolidación de la derecha como fuerza de gobierno en el continente es un hecho. Uno de los últimos gobiernos social-liberales en Europa, el portugués, caía la semana pasada arrastrado por su manejo torpe y servil de la crisis, atrapado entre la tenaza de la derecha dura y de su cobardía política y cooptación por las ideas y valores de la clase dominante. El electorado, como suele suceder, prefiere el original a la copia. Castiga al social-liberalismo donde gobierna y la izquierda se presenta incapaz de ocupar su espacio. Un ejemplo de esto último lo vemos en las recientes elecciones locales del estado español (desplome del PSOE, avance leve de Izquierda Unida: triunfo del derechista Partido Popular), pero también este mismo año en el resto de países que están siendo más duramente castigados por la crisis de la deuda: en Grecia, en Irlanda o en el caso ya citado de Portugal, a pesar del tímido esbozo de alianza entre PCP y Bloco. Se manifiesta, en el plano electoral, una barrera para las fuerzas de izquierda real en leyes electorales hechas a la medida de las maquinarias de los partidos de la clase dominante, pese a lo cual se sigue insistiendo en la estrategia de subordinar la lucha a los tiempos y dinámicas de la institucionalidad burguesa y en la aceptación de estas reglas de juego (que hace tiempo pasó de ser táctica y coyuntural a estratégica y cuestión de principios).

Por una Europa de los pueblos y de los trabajadores

En definitiva, como afirmaba el recientemente desaparecido Ramón Fernández Durán, sólo hay un camino para una auténtica integración europea: el de la regeneración democrática a través de la socialización del poder, de la activa participación de la población en la toma de decisiones no únicamente a nivel político, sino también económico; en la forja de lazos sólidos a través de un verdadero federalismo (el que respeta la pluralidad y no subordina porque se trata de un pacto entre iguales) con base no en los Estados sino en los pueblos; y en la apertura hacia el mundo no tratando de recomponer hegemonías neocoloniales y establecer áreas de influencia frente a otras potencias, sino tejiendo una estrecha alianza con los pueblos que, tanto en el centro como en la periferia, en las potencias decadentes como en las emergentes, precisan de una salida solidaria a la grave crisis civilizatoria en la que estamos sumidos.

Esa tarea no la podrán realizar, no debemos albergar la menor esperanza en ello, los mercachifles que han abanderado hasta ahora el proyecto europeo, ni los políticos a su servicio, que actúan como sus testaferros y socios en negocios particulares cuyos resultados sólo han llegado a las clases populares en forma de migajas… y ahora, ni eso.

Desde la izquierda debemos deshacernos de las ilusiones de transformar el sistema desde dentro y apuntar, en lugar de ello, a la construcción de un pueblo fuerte, porque sólo mediante la creación de sus propias instituciones, de sus organismos de representación y de defensa, de su propio poder, será capaz de frenar la ofensiva de los arriba y de conquistar una vida digna. Hemos de ser capaces de conectar con las demandas, intereses y aspiraciones populares, de capitalizar el descontento, el malestar difuso, que crece en las calles, y de convertirlo en un ariete efectivo para luchar contra los recortes y construir un proyecto social alternativo, un proyecto abierto y en construcción en el que hay que seguir trabajando desde los procesos y organizaciones que levantamos día a día, con nuestros problemas, con nuestras contradicciones, retrocesos y limitaciones, los de abajo. Ahí está la verdadera fuerza de la izquierda europea y donde ha forjado sus mayores triunfos y avances, abandonarla o minusvalorarla es un suicidio y apostar a ella garantía de futuro, de salida de este negro panorama que tenemos ante nosotros actualmente.

Manu García


12 de junio de 2011

This page has not been translated into Català yet.

This page can be viewed in
English Italiano Deutsch
© 2005-2024 Anarkismo.net. Unless otherwise stated by the author, all content is free for non-commercial reuse, reprint, and rebroadcast, on the net and elsewhere. Opinions are those of the contributors and are not necessarily endorsed by Anarkismo.net. [ Disclaimer | Privacy ]