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12 de febrero de 2012: la noche más cálida del invierno

category grecia / turquía / chipre | community struggles | opinión / análisis author Monday March 05, 2012 18:02author by un compañero de Verba Volant Report this post to the editors

El 12 de febrero de 2012 en Atenas vivimos la micrografía y un episodio más de una rebelión, de una guerra social, que en Grecia está en plena marcha desde hace años, pero las circunstancias de la época en que vivimos la han hecho manifestarse y reavivarse. Después de diciembre de 2008 – y quizá las manifestaciones del mayo/junio pasado- esta vez una sola noche fue suficiente para hacer temblar los cimientos podridos e hiperhinchados del Régimen.
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El 12 de febrero de 2012 en Atenas vivimos la micrografía y un episodio más de una rebelión, de una guerra social, que en Grecia está en plena marcha desde hace años, pero las circunstancias de la época en que vivimos la han hecho manifestarse y reavivarse. Después de diciembre de 2008 – y quizá las manifestaciones del mayo/junio pasado- esta vez una sola noche fue suficiente para hacer temblar los cimientos podridos e hiperhinchados del Régimen. Sin embargo, tras aquella única noche (literal y metafóricamente) están los procesos que tienen lugar desde hace muchos años en aquel componente de la sociedad que aún está vivo, que resiste al totalitarismo, al nuevo fascismo, a la alienación y alteración del ser humano, a la muerte de la sociedad, al Poder.

No es sólo por los cientos de miles de personas que salieron a las calles. No es sólo por la rabia de los manifestantes, su sed de libertad, el estado de ánimo insurreccional. No es sólo por el alcance y la intensidad de los hechos. Es por el impacto que tuvo aquella noche en la sociedad, tanto en los gobernantes y los varios títeres suyos, tanto- sobre todo- en aquellos que no estuvieron presentes en la noche de libertad ateniense. El eje principal de todos los análisis realizados sobre la rebelión del 12 de febrero o son los que participaron en ella o estos análisis se valen principalmente del punto de vista de ellos para aproximarse a ella y sacar algunas conclusiones. En los comentarios que siguen se pretenderá incluir también el impacto que tuvo aquella noche en aquel componente de la sociedad que permanece inactivo y apático. La razón es que el bando de la Soberanía y sus apoyos ideológicos ha estudiado bastante bien este componente nada homogéneo y estable, con el fin de controlarlo y manipularlo, y ha desarrollado, enfocado y ajustado todos sus métodos sucios a sus características. En cambio, su estudio (junto con el estudio de los métodos y tácticas de manipulación y propaganda masivas usados por el Poder) ha sido subestimado o descuidado por las personas que luchan contra él. En vez de esto, se consumen principalmente en lemas de denuncia, fáciles de confeccionar y fácilmente manejados y manipulados por los aparatos ideológicos de la Dominación, y lo más importante: con una penetración mínima en la sociedad.

Desde hace dos años en Grecia están ocurriendo unos acontecimientos que constituyen un hito. Fueron prediseñados por el Poder supranacional en los años ´90. La imposición de todas estas medidas económicas penosas que transforman la sociedad en un mercado de cuerpos sin alma esclavizados, la abolición de los derechos laborales y sociales y la imposición de la indignación en la sociedad, ocurren ahora, porque en esta parte de Europa se está realizando no sólo un experimento, sino una tentativa de alteración de la propia sociedad. Por oposición a la sociedad europea occidental, la sociedad griega no ha asimilado, interiorizado y aceptado plenamente la ideología de la Dominación capitalista y sobre todo no ha llegado a emplear el lenguaje del Poder, a defender sus invenciones ideológicas y a creer de forma determinista en la ley y el orden como doctrina y panacea, en la medida en que lo hace, por ejemplo, el promedio alemán o español. Además, la “ética del trabajo” en Grecia no se ha arraigado como se ha hecho, por razones históricas, en países de Europa Occidental y América del Norte. Esto es lo que viene a cambiar la ofensiva cruel del totalitarismo. Al mismo tiempo, pretende machacar los movimientos radicales y los reflejos de la sociedad, que en Grecia son claramente más discernibles, desarrollados y peligrosos para el Poder que las de Europa Occidental. Dos características, sin embargo, tiene la sociedad griega hipertróficas en relación con las sociedades del llamado mundo desarrollado. La mentalidad pequeñoburguesa y la falta de identidad. Ambos han sido utilizados en exceso por la propaganda del Poder después de la Transición. La primera fue difundida con métodos científicos a la sociedad de una manera adecuada, así que se aleara con el individualismo muy particular de la sociedad griega y que se consolidara en la conciencia colectiva esta mezcla repelente que se convirtió en estandarte y modelo de una parte significativa de la sociedad griega. La segunda fue cubierta con toneladas de propaganda nacional. Ambas constituían unos instrumentos ideológicos claves del Poder hasta que todos estos componentes de la sociedad supieron de sobra que es el capitalismo. La primera ha comenzado a desmoronarse y la segunda ha comenzado a ser seriamente cuestionada.

La ofensiva pues del Capital trasnacional y del totalitarismo supranacional tiene múltiples repercusiones y resultados inesperados. Una cosa es cierta: la sociedad griega se está polarizando y al tiempo empieza a percatarse de sus características adolescentes. Justo ahora se vislumbra una primera tentativa de politicalización suya (al menos de una parte de ella), pero no debido a un proceso de concientización interno y premeditado, sino debido a unas condiciones externas, impuestas a la sociedad casi instantánea y violentamente y que casi la despertaron de su letargo, de la ilusión del consumismo, del sueño pequeñoburgués, de la falsa ilusión de la prosperidad. En el 12 de febrero todo esto fue sacudido por tercera vez desde diciembre de 2008 y el pasado mes de mayo/junio. Sólo que esta vez algunas cosas han sido diferentes.

Lo que vivimos aquella noche difícilmente se describe con palabras. Una abigarrada multitud salió a las calles, no para protestar pacíficamente, sino para atacar de diferentes maneras y en diferentes niveles a lo que está causando el saqueo de su vida. Aquella gente estaba decidida. Por primera vez los manifestantes mostraron tanta tenacidad a sus objetivos. A pesar de los ataques rabiosos que iban recibiendo por parte de las fuerzas de represión, no se retiraban en desbandada, no huían. No sólo regresaban al campo de batalla, sino que en muchos casos pasaban al contra-ataque. Atacando hicieron huir a la guardia mercenaria de los perros del Poder. Atacando lograron recuperar la posesión de la plaza mayor de Síntagma, la cual habían recibido la orden de evacuar las fuerzas represivas, así que los medios de engaño y manipulación masivos mostraran a los súbditos la realidad virtual de una plaza vacía.

Tal vez por primera vez en este grado, el público aplaudió, apoyó y en numerosas ocasiones participó en los enfrentamientos callejeros y en los ataques. Esto admite varias interpretaciones, no necesariamente en contradicción entre ellas. Es tanta la rabia de la gente por lo que se le impone, que desborda y arrastra lo que encuentra a su paso. La energía emitida fue tal que ninguna represión podría detenerla. Existe ya la convicción generalizada de que el Sistema no es invencible, pero para derrotarlo se requiere lucha y sobre todo mucha persistencia y organización. Si las maniobras de los manifestantes rebelados en el 12 de febrero hubieran sido coordinadas y hubieran estado organizadas, tal vez la evolución de la historia habría sido diferente. Tomemos esto en cuenta, ya que todavía todo está abierto.

Lo más importante es, sin embargo, el hecho de que se va sobrepasando la noción estúpida de que la lucha tiene que ser pacífica. Esta percepción es difundida tanto por la Izquierda sometida al Régimen, como por las diversas ramificaciones de activismo apolítico que han surgido últimamente como una consecuencia natural de la transición súbita y violenta de la aparente calma de la apatía y la dejadez a la tormenta que estamos viviendo en la actualidad. En otras palabras, cuando se les quemó el culo reaccionaron, creyendo con una ingenuidad infantil que algunos los habían traicionado, que no tenían el derecho de hacer eso, que les agarraron el juguete de las manos y esto no es justo. ¿Infantilismo? ¿Ingenuidad? Sí, es una de las facetas de las características adolescentes de la sociedad griega. La madurez política y sobre todo social, no vienen de la noche a la mañana, ni de maneras mecanicistas.

Puede que este componente social no tenga la experiencia política o las suficientes imágenes para percatarse de que en el capitalismo el trabajador es un esclavo asalariado, y que en realidad nada le pertenece y si algo se le ha concedido temporalmente, esto se hace para conseguir su mejor explotación, y que en condiciones de guerra social y terrorismo parece por lo menos ingenuo hablar de paz, la Izquierda, no obstante, no es ingenua, sabe muy bien que se está jugando e igual de bien porque vende el mismo cuento desde hace muchos años. En una sola noche quedó hecho pedazos la propaganda que vendía y sigue vendiendo de que “vamos a enseñarles pacíficamente que somos muchos, muchísimos, y entonces ellos se verán obligados a retirarse y retirar todas las medidas”. Y entonces volveremos a la situación anterior a la crisis, con mejores sueldos y aún mejores patrones, y colorín colorado este cuento se ha acabado… No le puedes decir estas gilipolleces a alguien que testimonia el robo de salarios, prestaciones, subsidios, asistencia médica y derechos, y sobre todo de su propia vida, de su propio futuro.

Fue la primera vez que la derrota del otro partido de la Izquierda, del llamado Partido Comunista, se reflejó de una manera tan obvia en la mirada de sus miembros. Varios cientos de ellos que se habían quedado después de la tramitación de la concentración-funeral, lo más rápido posible, hicieron de costumbre unos “cordones”, probablemente no sea que entrara en su formación y que les contaminara el medio millón de personas que estaban dando una batalla contra las fuerzas represivas por todo el centro de Atenas… Los pocos de ellos que se habían quedado alineados en dos esquinas de las calles del centro, veían a su alrededor a la gente corriendo, gritando consignas, recibiendo cargas por los denominados equipos antidisturbios de la Policía y luego pasando al ataque, ahogándose de los gases lacrimógenos, y ellos estando como unos soldaditos parados, gritando con voz temblorosa desde lejos, hacia algún pueblo desconocido: “no te agaches la cabeza”, y contemplando la rebelión sin participar en ella. No obstante, su mirada era diferente de la de otras veces, nada que ver con aquella mirada firme, altanera que llevaban puesta hasta hace poco tiempo. Al menos algunos de ellos. Más insegura de lo que salía de sus bocas, más triste. Como si quisiera decir “y yo, el gilipollas, ¿qué carajo estoy haciendo aquí, si el pueblo al que se supone que me dirijo como una vanguardia (aquí se ríe) me hace caso omiso, está rebelado?…” Como si se preguntara (por fin) de la actitud de su liderazgo, el cual atribuye a “provocadores” lo que no puede controlar y canalizar a unas áreas confinadas y anodinas para el Sistema. Sólo que esta vez los “provocadores” fueron la mitad de la población de Atenas…

Por oposición a manifestaciones anteriores, los objetivos fueron seleccionados, selectivos y con un contenido semántico, simbólico y real claro. Desde el momento en que no era posible lanzarse contra el Parlamento y la Policía con uñas y dientes rechazaba a la multitud rebelde de la plaza de Síntagma (Constitución), fueron puestos en la punta de mira otros edificios-símbolos de los contemporáneos déspotas nuestros: cajeros automáticos y bancos, casas de empeño, joyerías, tiendas departamentales, filiales de multinacionales, así como cámaras de vigilancia. Sin embargo, en esta manifestación los ataques y su incendio tuvieron una dinámica diferente.

Por un lado, la mayoría de la gente no abucheaba, en cambio aplaudía, gritaba consignas, sacaba fotos y video de los incendios, en muchos casos participaba activamente, hacía comentarios positivos, lo pasaba bien. Pero no nos anticipemos a sacar conclusiones acerca de esta actitud de la gente. En su mayoría no es un producto de un proceso ideológico llevado a cabo anteriormente a su manifestación, ni toda esta gente “ha adquirido una conciencia social por haber salido a la calle”. Ahora que el Poder le ha quitado todo lo que tenía, muestra una relativa tolerancia a algo que mañana puede que abuchee otra vez. Se trata de una especie de oportunismo en su versión más vulgar. Por otro lado, aquel componente de la sociedad que está profundamente dormido no nada cierto que se despierte cuando las “condiciones objetivas” empeoren. De ser así, entonces los pueblos de África, por ejemplo, deberían haberse sublevado desde hace mucho tiempo. Simplemente, ahora les ha llegado el mensaje de la rebelión de forma clara y algo penetró en su inconsciente, entre las múltiples capas de propaganda que está depositando de manera constante y científica la ideología dominante. Esta es otra razón por la el 12 de febrero es un hito.

No fue sólo por la masividad y por las características cualitativas que esta vez los ataques fueran diferentes, fue el hecho de que esta vez tuvieron algo que las apartó de la esfera de lo meramente espectacular, les confirió un significado y los asoció con la realidad que estamos viviendo; la lúgubre de nuestra cotidianidad y la que vivimos la noche del 12 de febrero. Ese algo fue la sensación que nos hace decir sin la menor duda que estamos viviendo una rebelión, o más bien el preludio de una rebelión que está por venir. Algo cambió también en las tácticas de propaganda de los medios de desinformación. Con medio millón en las calles de Atenas y con otros tantos en el resto de Grecia en aquella noche o durante los otros días de las movilizaciones, esta vez no podrían haber colado fácilmente el mensaje de los 100 encapuchados que otra vez rompieron todo. Presos del pánico, se vieron forzados a sacar del arsenal de su propaganda guarra, algo más ingenuo, pero destinado al subconsciente del patriota pequeñoburgués (no nos olvidemos de estas dos características).

Usaron comentarios lacrimógenos y enfocaron de manera casi deformadora en los edificios neoclásicos que ardían, colando en el subconsciente del espectador u oyente desprevenido el mensaje subliminal que “se está destruyendo nuestra historia”, haciéndolo (o incitándolo a) identificarse con el pasado nacional colectivo, como se lo han enseñado en las instituciones de propaganda ideológica, llamadas escuelas y universidades. No le dijeron sin embargo que Atenas tiene miles de edificios neoclásicos que albergaron a la alta burguesía del siglo XIX y los amenazados fueron 4-5. No le dijeron que es exactamente lo que albergan estos edificios y por qué fueron atacados por los manifestantes, junto con otros que no son neoclásicos… No le enseñaron la imagen de todas las calles del centro, que estaban abarrotadas de gente, sólo enfocaron lo más cerca posible en las llamas. No le dijeron que el… “café que se incendió en el centro” era una cafetería de la cadena de tiendas multinacional Starbucks, que el edificio histórico que invadieron y quemaron por dentro cientos de manifestantes aplaudidos por toda la manifestación era el edificio principal de banco pecador Alpha Bank, un edificio que albergó el primer banco de Grecia, el peor soberano feudal en la historia del Estado griego contemporáneo.

Además de las otras, se valieron de viejas armas, dirigiéndose obviamente a un público (entre los otros) que ha picado el cebo y no le hacen falta unos métodos más modernos para ser manipulado y aterrorizado. Los medios de propaganda masiva, totalmente ruines y degradados, usan varios métodos de propaganda, porque el público al que se dirigen es diverso. Enfocaron en las tiendas y vitrinas rotas, pero esta vez presos del pánico, han cometido un error les va a costar muy caro. Han pretendido tocar la fibra sentimental del público, hablando de los cientos de puestos de trabajo que se van a perder a causa de las tiendas quemadas o rotas que van a cerrar. Se trata de un truco copiado de manuales de desinformación de otros países y otras épocas, o sacado de un cerebro guarro y estúpido de algún extranjero, mercenario profesional de la propaganda, quien desconoce la realidad griega. En un país que tiene más desempleados que trabajadores, en el que cada día se pierden cientos de puestos de esclavitud asalariada, este argumento parece por lo menos ridículo y exasperante. Además, todos sabemos que estos grandes almacenes están asegurados y no tienen necesidad ni siquiera de la indemnización de una compañía de seguros para volver a abrir. Y aunque no lo estén, ¿qué más da? ¿Desde cuándo los oprimidos se preocupan por los intereses de sus explotadores?

Aislaron por completo la imagen de la manifestación impresionante, de las calles abarrotadas, de las luchas callejeras y los enfrentamientos por todo el centro de la ciudad durante horas, de la de los incendios, y por supuesto ocultaron completamente la razón por la que toda esta gente había salido a la calle. Se lo presentaron al telespectador que no había asistido a la manifestación como una orgía de vandalismo y saqueos. Sin embargo, no nos explicaron por qué alguien no tiene que proceder a la expropiación de bienes de una empresa que lo roba al diario. La mentira, en conjunto con la deformación y con grandes dosis de miedo, es la receta estándar de estos miserables energúmenos. La masividad de la manifestación no les permitió reproducir la fábula de los pocos malos que se cuelan en la manifestación de los muchos, buenos y pacíficos. Desde el segundo día después de la manifestación, sin embargo, cuando los ejecutivos de la desinformación oficial se dieron cuenta del tamaño de su derrota e hicieron un recuento de los daños (de los daños causados a ellos y a sus amos, del chasco que se llevaron), la copla cambió. Levantaron la voz y empezaron a hablar cada vez más a menudo de “imágenes de pánico y de caos”, con el fin de rescatar lo que se podía rescatar de su metedura de pata. Pero hagan lo que hagan, esta vez el partido lo tienen perdido. También porque esta vez la contrainformación funcionó más directamente y con mayor eficiencia que otras veces, de boca en boca, con mensajes por teléfono, con llamadas, con mensajes por correo electrónico, por cualquier medio al alcance de cada quien.

En lugar de epílogo, escribamos algo que vimos escrito y que constituye el mensaje más claro a los oficiales de la propaganda del Régimen: “Los canales han cometido grandes crímenes en los últimos años y han sometido a la gente a una tremenda violencia psicológica, con tal de que aceptara los memorándum y falsos chantajes. Cuando la rebelión llegue a sus canales, como es lo normal, entonces su fin va a ser duro, humillante e inolvidable, y serán ellos mismos los que lo habrán causado…” La rebelión del 12 de febrero envió este mensaje no sólo a los canales y a los demás mecanismos de manipulación, sino a todos los gobernantes y a los que sirven su Régimen podrido. Su estado de pánico demuestra que han recibido el mensaje. Que se difunda pues al resto de la sociedad, junto con todo lo que nos ha enseñado la lucha por la liberación social.

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