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Irán: preludio de otra invasión imperialista

category brazil/guyana/suriname/fguiana | imperialismo / guerra | opinión / análisis author Saturday January 21, 2012 02:40author by Michel Navarro - Organização Anarquista Socialismo Libertário (OASL) Report this post to the editors

Al margen de la propaganda elaborada por los grandes medios internacionales en torno a una supuesta “amenaza iraní” contra la seguridad internacional, el hecho es que los Estados Unidos están tratando por todos los medios de forzar acciones más “osadas” por parte del gobierno irainí para tener así más excusas para una futura invasión.
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Irán: preludio de otra invasión imperialista


La guerra no declarada contra Irán ya sobrepasó hace un tiempo los límites de una guerra retórica. Desde los gobiernos de Bush II, que en su política de “guerra contra el terror” situó a Irán en el “eje del mal”, hasta el gobierno Obama, los Estados Unidos consiguieron que la ONU aprobara 4 sanciones económicas contra Irán.

Todas las sanciones tienen como justificación el mismo argumento: el gobierno de los ayatollahs está enriqueciendo uranio con el propósito de construir armas nucleares. La última resolución, del 9 de junio de 2011, amplió el abanico de sanciones ya aprobadas en las tres resoluciones anteriores. La resolución prevé castigos a las entidades extranjeras que vendan petróleo refinado a Irán, o que aporten a su capacidad doméstica de refinamiento. A los países también se les prohíbe facilitar que Irán invierta en sus plantas de enriquecimiento nuclear, en minas de uranio y en otras tecnologías nucleares relacionadas, y la venta de equipamiento militar pesado, como tanques, aviones, sistemas de misiles… Otro punto de impacto de las resoluciones es el de los negocios y transacciones financieras efectuadas por el cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, cuyos miembros poseen varias empresas en el sector de la energía. 40 empresas están en la lista negra y se mencionó al Banco Central Iraní, pidiendo a los países que “ejerzan vigilancia” en sus negocios con él. Ahora, los Estados Unidos presionan para que se vote una resolución que coloque obstáculos al Banco Central del país, dificultando el pago de cuentas y estrangulando las transacciones financieras entre el Banco Central de Irán y los bancos centrales de otros países, además de restringir las transacciones internacionales con otros bancos iraníes. La amenaza se extiende a través de la posibilidad de futuras sanciones dirigidas específicamente contra el petróleo iraní. Los Estados Unidos amenazan con bloquear la importación de petróleo de Irán lo que, como consecuencia, dificultaría la entrada de capitales por la venta de petróleo, principal fuente de ingresos del país.

En el teatro de informaciones y contra-informaciones, portavoces estadounidenses afimrna que el bloqueo a las importaciones de petróleo tendrá lugar en el caso de que Irán continúe con sus amenazas de bloquear el estrecho de Ormuz, trozo de océano entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán por donde pasa entre el 30 y el 40% de todo el petróleo consumido en el mundo.

Al margen de la propaganda elaborada por los grandes medios internacionales en torno a una supuesta “amenaza iraní” contra la seguridad internacional, el hecho es que los Estados Unidos están tratando por todos los medios de forzar acciones más “osadas” por parte del gobierno iraní para tener así más excusas para una futura invasión. Los Estados Unidos saben que las sanciones económicas nunca debilitan a los regímenes (sean dictatoriales o no) que de alguna manera se niegan a aceptar una posición de gobiernos clientelistas bajo el dominio estadounidense. Para el debilitamiento de un régimen las sanciones económicas suelen mostrarse, por lo general, contraproducentes. Lo que acaba ocurriendo es un fortalecimiento del régimen por el mayor apoyo que pasa a recibir de su población o por el aumento de la represión interna, pasando a justificar la represión de cualquier movimiento de oposición con el argumento de que son financiados por las fuerzas imperialistas. Las sanciones siempre atacan más a la población que al gobierno.

En Irak, por ejemplo, una década de sanciones sistemáticas, mucho más pesadas que las que se están imponiendo a Irán, fueron el motivo directo de la muerte de miles de niños y del empobrecimiento de la mayoría de la población, y solamente ayudó a que la dictadura de Saddam se volviera cada vez más violenta y represiva. Las sanciones estrangulan a la población y fortalecen al régimen.

Si las sanciones no son una estrategia eficaz, aunque se vendan así, para derribar gobiernos no clientelistas ¿cuál es entonces la razón real de que los Estados Unidos, por medio de las Naciones Unidas, insista con esas medidas? Bueno, dado los resultados, los objetivos parecen claros: castigar directamente a la población por el “mal comportamiento” del régimen. Entiéndase “mal comportamiento” por no servilismo y no participación en el orden geopolítico impuesto por Washington para la región. Y, por medio de ese castigo, llevar al régimen a “comportamientos” que alimenten una excusa para una invasión al país para “restablecer” la supuesta “estabilidad amenazada”.

La razón del imperialismo estadounidense en la región no es solamente el petróleo, pero sin duda es un motivo fundamental. Una década de invasión de Irak no llevó estabilidad interna al país y a la región. Muy al contrario. Hoy Irak está sumergido en conflictos sectarios, con las pocas infraestructuras y servicios públicos que quedaban machacados, con un aumento del empobrecimiento de la población, con aproximadamente un millón de muertos directos a causa de la guerra, con la proliferación de organizaciones terroristas internacionales en el país (organizaciones cuya presencia era prácticamente inexistente antes de la invasión) y un gobierno fantoche que ni siquiera consigue manejar los conflictos de poder entre sus integrantes. Con todo, a pesar del caos en el que se encuentra Irak y de los gastos exorbitantes de la guerra (en gran parte pagados con el dinero del contribuyente estadounidense), las fuentes de petróleo de Irak, el segundo mayor productor del mundo, están casi todas bajo control de las grandes corporaciones de petróleo occidentales (Shell, BP, ExxonMobil). De acuerdo a la Administración de Información de Energía de los Estados Unidos (para que nos hagamos una idea del potencial) Irak posee en reservas en torno a 112 miles de millones de barriles y se calcula que el 90% de dichas reservas siguen sin explotar a consecuencia de las sanciones económicas y de la guerra. Los gigantes estadounidenses del petróleo estaban fuera de Irak desde 1973 hasta la invasión del país en 2003. Desde la invasión, esas corporaciones consiguieron los principales y más lucrativos contratos de explotación del petróleo y del gas en la región.

Las históricas relaciones amistosas entre los EEUU y la dictadura saudí, el régimen con diferencia más represor de la región, aseguran la hegemonía de las corporaciones petrolíferas estadounidenses en el país, que es el mayor productor de petróleo del mundo. Y, con la invasión estadounidense de Irak y el control del petróleo por las corporaciones occidentales, los yanquis consolidan su hegemonía sobre la producción y comercialización del petróleo en Oriente Medio.

Pero, a pesar de la crisis económica en que se encuentra, con una deuda pública inmensa, aproximadamente el 10% de la población desempleada, también enfangado en Afganistán, etc., los Estados Unidos muestran, a pesar del escepticismo de muchos analistas, una disposición para, a corto o medio plazo, invadir el tercer mayor productor de petróleo del mundo. Aunque el gobierno Obama no realiza todavía explícitamente, al menos en la esfera retórica de las declaraciones públicas, una amenaza directa de invasión, la mayoría de los candidatos republicanos, en su disputa para ver quién enfrentará a Obama en las elecciones presidenciales de 2012, no se cortan respecto al asunto de Irán, y dicen que actualmente el gobierno de los ayatollahs es la principal amenaza contra la seguridad de los Estados Unidos y del mundo, y que si es preciso habrá una incursión militar. Quien todavía piensa que una invasión de Irán es poco probable, dado sobre todo el contexto de crisis económica por el que atraviesan los Estados Unidos y el mundo, subestiman el poder que el complejo industrial bélico estadounidense tiene para presionar y el gobierno de los EEUU para estar constantemente en guerra. Los Estados Unidos no saldrían de Irak y anunciarían la salida de Afganistán para el 2014 si no tuvieran en el horizonte una nueva incursión militar para un tiempo no tan distante.

Con los pozos de petróleo de Arabia Saudí e Irak asegurados, lo que falta para consolidar la hegemonía occidental en el control del petróleo de Oriente Medio es justamente el petróleo iraní. ¿Pero cómo crear las condiciones para que las corporaciones estadounidenses sean hegemónicas en Irán? Para que eso ocurra, dada la dificultad de que ascienda un gobierno clientelista en Irán, no parece haber otra alternativa que no sea la invasión militar. En cuanto a quienes ven en la política exterior estadounidense siempre la sombra del sionismo, es decir, del famoso lobby israelí, creo que un poco más de análisis revela que una futura invasión de Irán por los Estados Unidos responde mucho más a una estrategia económica y militar de los propios EEUU que a una supuesta presión de Israel. Es muy probable que, en caso de que se inicien los preparativos más concretos para una invasión, principalmente con el intento de conseguir una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizando una intervención, algún país con poder de veto vote en contra. Sin embargo, recordemos que los Estados Unidos invadieron Irak a pesar de que el Consejo de Seguridad vetó la invasión. Por lo tanto, que no nos sorprenda que eso se llegue a repetir en el caso de Irán. Lo que está por ver es si países como China (que importa petróleo iraní e invierte fuertemente en la construcción de la infraestructura del país) y Rusia se opondrán de forma más incisiva, al menos en el campo de la diplomacia, intentando incluso intervenir para que se produzcan negociaciones. Con todo, de nuevo, recordemos que el año pasado Brasil y Turquía, aunque lejos de tener el poder de negociación de China, llegaron a un acuerdo con Irán, un acuerdo propuesto incluso por el propio gobierno de Estados Unidos, según el cual Irán se comprometía a transportar parte de su uranio de bajo enriquecimiento a Turquía para su almacenamiento, a cambio de combustible nuclear para investigaciones en el área médica. Más concretamente, el acuerdo contemplaba que Irán enviara a Turquía 1.2 toneladas de uranio, aproximadamente la mitad de lo que poseía, bajo la superivisión de la Agencia Internacional para la Energía Atómica. A cambio, Irán recibiría, en el plazo de un año, 120 kg de combustible altamente enriquecido de parte de algunos países firmantes del tratado de no proliferación de armas nucleares (entre ellos Estados Unidos, Rusia y Francia). Aun en el momento de la firma del acuerdo, Washington declaró su escepticismo en relación a su eficacia, y mantiene una campaña por más sanciones económicas. Lo que prueba que los intereses estadounidenses para presionar a Irán no se reducen a la cuestión nuclear.

La población iraní parece muy consciente de las amenazas que enfrenta su país y de la posibilidad de sufrir, en un futuro próximo, una intervención de la mayor potencia bélica del globo, que posee el mayor arsenal nuclear existente y cuyos gastos militares anuales suman entre el 43 y el 46% del total mundial, es decir, casi la mitad de los gastos militares de todos los países del mundo juntos. Hasta los movimientos de oposición al régimen (dentro de ellos el mayor es el Movimiento Verde que coordinó las manifestaciones masivas de 2009, que fueron duramente reprimidas) se oponen a las sanciones, que buscan excluir a Irán del sistema financiero internacional. El Movimiento Verde declaró abiertamente que esas sanciones aíslan y estrangulan económicamente al país, afectando directamente a la vida de la población y fortaleciendo al régimen.

Está claro que Irán no es Irak. Irán es el país con mayor población chiíta, actualmente tiene una influencia creciente en el orden geopolítico de la región y, a pesar de no haber realizado nunca incursiones militares más allá de su territorio, apoya a grupos y movimientos de resistencia nacional, como Hezbollah en el Líbano y Hamas en Gaza, y se opone decididamente al Estado de Israel y a su política de apartheid respecto al pueblo palestino. También hay que señalar que el régimen de los ayatollahs ascendió al poder como resultado de una revolución que en 1979 depuso al régimen del Sha, que en 1953 había derribado, con apoyo de los Estados Unidos, a un gobierno nacionalista laico y elegido democráticamente que había nacionalizado el petróleo del país. Con todo, a pesar de la influencia política de Irán, que en gran parte es resultado de la geopolítica actual de la región, en el plano militar Teherán está lejos de ser una fuerza preponderante. Irán es uno de los países de la región con menor presupuesto militar, 7 mil millones de dólares al año. Israel invierte anualmente 12 (y es el único país de la región que posee armas nucleares, alrededor de 200 ojivas) y Arabia Saudí 25.

Nadie desea que Irán desarrolle armas nucleares, pero en el contexto de la actual crisis un análisis racional de sus líderes sería que, teniendo en cuenta la invasión de Irak y la continuidad de la presencia en Afganistán (Irak limita al oeste con Irán y Afganistán al este), los intentos de aislar económicamente a Irán y las amenazas a su soberanía, la única alternativa que quedaría para disuadir una futura invasión del país sería el desarrollo de tecnología nuclear para fines militares.

Históricamente, la intervención directa e indirecta de los Estados Unidos en la región ha sido por diferencia la principal causa de inestabilidad en Oriente Medio. La actual guerra retórica y económica contra Irán, acompañada de la guerra secreta, que ya llevó al asesinato de 4 científicos iraníes (sea responsabilidad de la CIA, del MOSSAD o de quien sea) es otra etapa de la injerencia imperial de los Estados Unidos en la región. La actitud más agresiva de los EEUU en el último mes apunta en el sentido de que el imperio, sobre todo con las revoluciones y levantamientos en curso en el Norte de África y en Oriente Medio, entiende que su hegemonía puede estar encontrando serios límites. La situación interna de Egipto continúa inestable, con una revolución todavía en marcha y, por tanto, es una incógnita cuál será su política exterior en los próximos años: si seguirá servil al imperio o tendrá una posición más independiente. Yemen, Qatar, Siria… están lejos de resolver a corto plazo las crisis políticas y sociales por las que atraviesan. Hasta la propia derecha israelí, actualmente en el poder, ha ignorado algunos posicionamientos de Washington en torno a la cuestión palestina.

Todo se mueve en la incertidumbre. El orden geopolítico de la región está sufriendo transformaciones que aún no apuntan a un horizonte previsible. La OTAN, con el apoyo un tanto distanciado de los Estados Unidos, derribó la dictadura de Gaddafi, pero la situación política inestable de Libia puede aún dificultar el acceso de de las corporaciones de petróleo occidentales al oro negro libio.

Esta coyuntura de transformaciones impulsadas en parte por la voz de los pueblos, que se están haciendo oir, no parece que frene las intenciones estadounidenses de invadir Irán. ¿Tendremos que ver en esta década más de una intervención criminal del imperialismo yanqui en la región? La única certidumbre es que una nueva incursión militar estadounidense en la región dejaría un mundo más violento e inseguro, y a la población del imperio más vulnerable.

Michel Navarro


Traducción: Manu García

 #   Title   Author   Date 
   otra mirada     Manu García    Sat Jan 21, 2012 04:18 
   preocupante     José Antonio Gutiérrez D.    Sat Jan 21, 2012 19:10 
   El mito de un Irán “aislado”     Pepe Escobar    Sat Jan 21, 2012 20:18 


 

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