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Venezuela: Anarquismo revolucionario, aquí y ahora

category venezuela / colombia | movimiento anarquista | opinión / análisis author Wednesday October 05, 2011 07:04author by Floreal Castilla Report this post to the editors

Las perspectivas libertarias en la Venezuela chavista son variadas y desde hace tiempo. Pero no siguen los patrones clásicos europeos a los que estamos acostumbrados en la literatura anarquista.
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Las perspectivas libertarias en la Venezuela chavista son variadas y desde hace tiempo. Pero no siguen los patrones clásicos europeos a los que estamos acostumbrados en la literatura anarquista. Porque hay realidades muy nuestras, realidades que tienen que ver con nuestro carácter de zona de la periferia, en la cual no predomina la raza blanca caucásica sino un mestizaje que, a veces, se antoja semejante a una distribución de la desigualdad entre las clases sociales. Eso se puede palpar, por ejemplo, entre la población carcelaria del país, en la cual predominan todos los tonos del negro aunque no falten ni los bachacos ni los blancos de orilla. Lo mismo puede decirse de la mano de obra asalariada, es decir, del trabajador manual, de los habitantes de los cerros o de los barrios marginales en los cuales la civilización y la delincuencia, es decir, la barbarie, son almas del mismo pozo.

La base sociológica del chavismo arraiga en esa sociedad tan dispar de las sociedades sureñas latinoamericanas y de las mismas centro y norteamericanas. En Venezuela se dan las mezclas de lo caribeño con lo andino; de lo guyanés con lo blanco; de lo indio con lo negro; del negro con el blanco; y así hasta el infinito. Y ese mestizaje se da asimismo en las teorías políticas que animan a los jóvenes del país.

En este sentido, el chavismo es ecléctico, hasta el punto de que en los cursos de la Universidad Bolivariana se habla del anarquismo como de cualquier otra teoría política. Pero también aúpa el sincretismo que, entre nosotros, es la religión más propagada a nivel popular.

Podría pensarse que se trata de una estrategia de la cúpula ideológica del chavismo para absorber dentro de la venezolanidad saberes y pareceres díscolos, contradictorios entre sí, o capaces de incentivar la movilización juvenil y popular. Pero también podría pensarse que no es nada deliberado sino el producto cultural más importante de esta sociedad que llamamos Venezuela.

Toda esa revuelta cultural que ha impulsado y ha sido impulsada por el chavismo se sitúa dentro de un marco de crisis sistémica y de contra ofensiva de los pueblos ante las directivas neoliberales que vienen del Norte. Con el agravante de que el “caso Venezuela” parece haber resultado un quebradero de cabeza para sectores hegemónicos del Imperio global que, vistas las causas, no pueden admitir modelos dispares de la lógica metabólica del capitalismo realmente existente que, con cierta debilidad ha venido buscando impulsar desde arriba y mediante el “ordeno y mando” el movimiento chavista, sin que esto signifique que ha echado mano a la represión brutal como si se tratara de un estalinismo tropical del nuevo siglo.

Porque nadie olvida que todas las revoluciones desde arriba han terminado imponiendo directrices que no llevan a la emancipación plena sino a lo sumo a la modernización nacional, al crecimiento de una clase media apegada al consumo y al predominio del trabajo asalariado a las prerrogativas del capital. Nosotros creemos que, en este sentido, la revolución bolivariana desde arriba no será una excepción, y no porque apliquemos el razonamiento inductivo que, bien se sabe, no permite inferir ninguna teoría; si “todos los cisnes son blancos” es falso porque topamos con un cisne negro, no creemos que el chavismo esté en el caso del negro cisne sino en el de la burocracia que deviene en clase dominante, a la corta o a la larga.

Y aquí entramos en la discusión en torno al qué hacer aquí y ahora desde nuestra perspectiva en tanto anarquistas revolucionarios, porque creemos que los objetivos socialistas (también comunistas) sólo son dables mediante la revolución social, entendida no como una mera revolución política, sino como aquella en la cual se alteran las relaciones de propiedad y las fuerzas productivas quedan sometidas al control federalista de los trabajadores, manuales e intelectuales, del campo y de la ciudad, organizados mediante la autogestión en el poder popular democrático desde abajo.

Reconocer, en primer lugar, que muchos activistas andan en la misma onda, es decir, muchos compañeros que vienen de otras toldas ideológicas quieren lo mismo que nosotros aunque se proclamen fieles a otras ideologías. Y, con esos compañeros habremos de trabajar codo a codo por la emancipación de la clase trabajadora.

Nosotros sabemos, ni pendejos que fuéramos, que no podemos prescindir del Estado así como así, pero nuestra perspectiva concibe un gobierno que mande obedeciendo, como dicen los zapatistas de Chiapas. Y esto es posible lograrlo, incluso soportando durante un período el juego burgués de la democracia representativa como es el caso en la Venezuela actual (es decir, los juegos florales entre chavistas y escuálidos), si vamos desmontando el Estado burgués actual y dándole vigencia al Poder Popular que, para más señas, cuenta hoy hasta con un ordenamiento legal dentro de la Constitución de 1999. Vemos esa perspectiva no sólo dentro del territorio venezolano sino ampliándolo al colombiano, es decir, para nosotros es imposible la viabilidad de una revolución social bolivariana dentro de los marcos de las fronteras venezolanas y, por eso, estimamos que debemos redoblar nuestros esfuerzos con los activistas antisistémicos colombianos porque la revolución venezolana pasa por Colombia.

Las sociedades venezolana y colombiana son como la uña y el sucio. Así como el Imperio hegemónico global está consciente que para controlar a Venezuela y a sus riquezas debe controlar Colombia y someter a su pueblo, así también los revolucionarios venezolanos debemos estar conscientes de que subvertir el orden social capitalista en Colombia es tanto como impedir que en Venezuela la hegemonía del capitalismo burgués o burocrático se consolide.

Por eso no somos chavistas, si por tal se entiende el enclaustramiento burocrático de los avances populares que puedan alcanzarse; y no somos escuálidos, así como en Colombia no seríamos ni liberales ni conservadores porque luchamos contra el dominio y contra la explotación (así como contra cualesquiera otras formas de opresión) del capitalismo y de sus Estados.

Aquí y ahora.

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