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Saturday November 27, 2010 03:40 by Cuervo - Alternative Libertaire
¿Prenderá la chispa? Publicamos la traducción al castellano de un informe sobre el movimiento contra la reforma de las pensiones en Francia escrito por un compañero de Alternative Libertaire, organización comunista libertaria del país galo que ha participado activamente en el proceso. Francia se aproxima a su segundo mes de lucha en torno a la cuestión de la reforma de su sistema de pensiones por jubilación. El gobierno quiere acabar con él, transformándolo progresivamente en un sistema de pensiones por capitalización, obviamente abriendo ese mercado a los intereses privados. Para hacerlo, el gobierno ha decidido reformar el sistema subiendo la edad de jubilación de los 60 a los 62 años, y colocando en los 65 la edad para acceder a la pensión completa y, en los próximos años, 67. El principal argumento del gobierno gira en torno a la cuestión de la financiación del actual sistema de pensiones, considerando que el sistema tiene un déficit de 32 mil millones EUR. Lo que olvida decir es que la deuda real del fondo de pensiones asciende a sólo 2 mil millones, siendo los otros 30 mil millones el resultado de la crisis financiera de 2008, pues se tomó dinero de esos fondos para tapar su agujero y que, como de costumbre, el pueblo pagara por la errática gestión del capitalismo. La verdadera pregunta, que obvia Sarkozy (pero también gran parte de la izquierda) es ¿qué clase de sociedad queremos? ¿queremos hacernos cargo de las personas después de toda una vida de trabajo? ¿o queremos entregarles a un puñado de especuladores para que les saquen los cuartos? La respuesta está muy clara. Los dirigentes sindicales y, muy tímidamente, el Partido Socialista en la oposición, en una primera fase del movimiento querían debatir sobre el proyecto y modificarlo drásticamente. Pero el tiempo ha ido radicalizando los planteamientos y lo que los trabajadores gritan en las manifestaciones es su rechazo frontal. Y punto. La reforma, dicho llanamente, es injusta, brutal y el modo de conseguir que se aprobara la ley, muy al estilo de Sarkozy, ha sido truculenta y bordeando la legalidad (mediante la intimidación al Senado y a la Asamblea Nacional, entre otras cosas). Según se abre el telón, la escena muestra a un Estado racista contra los vagabundos, los gitanos , los sin papeles; brutalidad policial cotidiana; escándalos en los que se hallan involucrados el mundo de los negocios y miembros del gobierno, entre ellos el propio ministro encargado de la reforma de las pensiones (Alain Woerth). En resumen: el país tiene muchos, pero que muchos motivos para estar cabreado. Según el movimiento va cobrando impulso, todos estos temas van saliendo a la luz. Las cosas, por supuesto, son un poco más complejas. Por ejemplo, hay una distancia entre lo que los trabajadores esperan obtener y a lo que sus sindicatos están dispuestos a llegar. Con un paso lento pero seguro, el movimiento sindical francés ha pasado de posiciones de lucha de clases, altamente imbuido de la conciencia de jugar un papel en el cambio social, a una posición reformista, incluso por parte de los sindicatos más politizados, como CGT (1). Esta evolución comenzó 20 años atrás y explica en parte el modo de actuar que los dirigentes sindicales han imprimido al movimiento desde que empezó a mediados de septiembre (hubo, por supuesto, algunas maniobras justo antes de las vacaciones de verano, en junio y julio). CGT, CFDT, FO y SUD han organizado el movimiento en torno a “días de acción”. La estrategia consiste en movilizaciones de un solo día con el objetivo de mostrar al gobierno quién mueve el país. El primero de estos días de acción, el 7 de septiembre, sacó a cerca de dos millones de personas a las calles. El siguiente, el 23 de septiembre, la cifra subió a 2.700.000, el 2 de octubre se manifestaron 3 millones y más o menos el mismo número lo hicieron el siguiente día 21. Parcialmente, la estrategia funcionó. Las primeras manifestaciones fueron reprimidas duramente por la policía (más de 1000 personas fueron detenidas el primer día de acción), fortaleciendo paradójicamente el movimiento. Cada acción ha convocado no sólo a más gente, sino a nuevos sectores, gente del sector privado que nunca había salido a las calles previamente. En octubre, el movimiento fue secundado masivamente por los estudiantes secundarios y sostenido con firmeza por los trabajadores sindicalizados del sector petrolero, que bloquearon las 12 refinerías estratégicas en todo el país. Esta estrategia (bloquear las refinerías y crear una escasez significativa de petróleo) ha sido realmente uno de los pilares del movimiento hasta el momento. Es también uno de los factores más sólidos en un panorama generalmente endeble. Otros sectores deben aprovechar el momento si se pretende que el movimiento perdure y gane en consistencia de cara al gobierno y a las burocracias sindicales. Así que el movimiento se halla en este punto. Ha sido duro, a veces violento, y Sarkozy no ha dudado en jugar sus cartas a fondo, sometiendo su modo de hacer a ratificación por el Parlamento, forzando ilegalmente a la Asamblea a votar y amenazando de igual modo al Senado, usando todos los recursos a su alcance para ganar tiempo (cuando escribimos estas líneas, 26 de octubre, se espera la votación final y el gobierno ha advertido de que “no será lo mismo protestar una vez que la reforma haya sido aprobada”. De hecho, estamos seguros de ello). Pero, como ya se ha comentado, las cosas no son tan simples. La burocracia sindical piensa que todavía se puede sacar algo del movimiento (o perder menos) sujetando a sus tropas para no ir a una huelga indefinida. De ahí la táctica de desgaste de las acciones de un solo día, que son una manera de ir soltando fuelle y mantener el proceso bajo control. En este punto la CFDT, por supuesto de parte del reformismo, está jugando el rol de eslabón más débil. La CGT juega el de punta de lanza, no sin cierta bravuconería y amenazando con romper la baraja, pero pareciendo cada día que pasa más incapaz de manejar los piquetes que están llevando a cabo los huelguistas: con tozudez, creatividad, dedicación e ilusión. Sarkozy seguramente cierre las puertas a una negociación. Y eso coloca sobre todo a la CFDT, y hasta cierto punto a la CGT, entre la espada y la pared, ante el impulso de sus bases. En este panorama, Alternative Libertaire ha estado prácticamente en todos los frentes, luchando como lo solemos hacer: horizontalmente, desde los sindicatos y desde fuera, en los piquetes y participando en las asambleas generales para exponer una orientación libertaria, entre otras maneras llamando a la autogestión de las huelgas desde el nivel local y a sobrepasar en la lucha las actuales estructuras sindicales. Globalmente, estamos empujando hacia la radicalización y politización del movimiento extendiéndolo a más sectores, y aquí la palabra clave es masificación. Igual de importante es el trabajo hacia la convergencia de todas las organizaciones y luchas populares para agrupar al movimiento contra la reforma de las pensiones en una gran voz de protesta contra la política gubernamental. Dos cuestiones son cruciales: la primera obviamente es salir victoriosos frente a la desastrosa política social del gobierno. Porque si se aprueba la ley con sus disposiciones actuales, abrirá las puertas al siguiente objetivo de Sarkozy: el sistema de la seguridad social. Si consigue la rendición en la cuestión de las jubilaciones, reformará la seguridad social también al modo neoliberal. La segunda cuestión es estar lo mejor posicionados que sea posible tras la finalización de este proceso. ¿Qué sindicatos lo estarán, qué partidos de izquierda y con qué reglas de juego? Las dos confederaciones sindicales más grandes, la CGT y la CFDT, procurarán moderar el movimiento, procurando que no se convierta en demasiado… revolucionario, demasiado poderoso y demasiado exigente al gobierno. ¿Cuál será su credibilidad al final del proceso? El Partido Socialista, que se ha tomado su tiempo para unirse al movimiento, apenas tiene credibilidad incluso para el francés no politizado. De hecho, su reticencia a pronunciarse contra la reforma es altamente sospechosa. Sabemos lo que nos podemos esperar (y lo que no) de él. También sabemos que está de acuerdo, en todas las cuestiones de fondo, con la política capitalista de Sarkozy. Su postura podría constituir, en último extremo y paradójicamente, el principal factor que llevara a Sarkozy a ganar unas nuevas elecciones. Para Sarkozy, una victoria supondría agrupar a las huestes conservadoras (ahora en desbandada), trasladando la división a las filas de la oposición del PS, así como tener la vía abierta para un desmantelamiento completo del sistema social francés, terminando con los derechos laborales y sociales y colocando su cadáver en manos del sector privado. Nosotros, los comunistas libertarios, sostenemos la necesidad de forjar la unidad en la lucha de las organizaciones sindicales de nuestra clase. Considerando que las direcciones sindicales son el eslabón débil del movimiento, necesitamos conseguir peso en las decisiones allá donde tengamos influencia: a nivel regional, sectorial, local, en los tajos… Necesitamos estar presentes sobre el terreno, en los piquetes, porque ahí es donde la chispa comenzará a prender. Necesitamos arraigar el movimiento en las empresas, en los ramos, mucho más de lo que lo está hoy. Necesitamos intensificar el movimiento: a día de hoy contamos con el apoyo masivo del país y el odio masivo del gobierno. Contamos con la fuerza real de millones de personas en las calles, pero obviamente necesitamos más para que el conjunto del sistema (Sarkozy pero también sus aliados objetivos los socialistas) tiemble. ¡Necesitamos una huelga indefinida, con el sector privado secundándola y la chispa prendiendo desde abajo!
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