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Palestina 1972-1982. El sueño perdido de un comunismo islámico

category mashriq / arabia / iraq | historia | opinión / análisis author Tuesday May 04, 2010 07:24author by Guillaume Davranche (AL Paris Sud) - Alternative Libertaire

[Extraído del dossier especial del número de febrero 2010 de la publicación mensual Alternative Libertaire].

Socialismo, nacionalismo, islamismo…las fronteras ideológicas son algunas veces porosas en Medio Oriente. En los años ‘70s los maoístas Líbano-palestinos intentaron hacer una síntesis original antes de sumarse a la Revolución Iraní.
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Los grupos prochinos de los años 1970, han tenido, a veces, una trayectoria sorprendente. Sin embargo, los maoístas del Medio Oriente presentan un interés algo más que anecdótico, en tanto que perfilaron el prototipo de lo que pudo ser la unión de militantes revolucionarios con el Islam político en los años 1980. En el número especial de diciembre de 2008 de los Cuadernos del Institut Religioscope, Nicolás Dot-Poullard exhuma y analiza este episodio.

En 1974, Fatah, entonces basado en el Líbano, desarrolla una pequeña fracción maoísta en su seno, bajo el nombre de Brigada Estudiantil, compuestos por estudiantes libaneses y algunos cuadros de Fatah. La Brigada Estudiantil es rápidamente influenciada por un pequeño grupo de inspiración prochina: la Resistencia Popular, fuertemente enraizada en un barrio de Trípoli. Su carismático dirigente, Khalil Akkaoui, va a imponerse como el principal ideólogo del maoísmo Libanés-palestino.

“Entrismo” en el Islam

Esta corriente maoísta se inspira en el tercermundismo (“el nacionalismo, es la conciencia de clase de las naciones proletarias”), en la Revolución cultural china, en la guerra anti-imperialista en Vietnam y en las guerrillas rojas de America Latina. ¿Entonces que tenía que ver el Islam en todo esto?

Una persona cercana a Akkaoui cuenta: “la búsqueda de Khalil (…) era encontrar una ideología que fuera, como él decía, evidente y popular. Partió del marxismo para llegar al Islam. Pero su Islam estaba bastante próximo al marxismo; Khalil me decía todos los días que el Islam, en esta región, es una ideología evidente, que habla a los más pobres. Ese era el proyecto de Khalil: un Islam de los desheredados, un Islam que fuera retirado de las manos de los poderes de turno, y un Islam que no fuera fundamentalista”.

La doctrina maoísta, en si misma, explica esta “búsqueda”. Su concepto central es “la línea de masas”, recomienda a los militantes fundirse “con las masas populares” y a inspirarse en ellas. Para esto se debían establecer en las fábricas o en los campos de refugiados palestinos. Roger Assaf recuerda, no sin humor: “la iniciación al Islam, es una puesta en práctica de principios maoístas. Yo ingresé al Islam así como otros ingresaron a las fábricas. Pero aquí, en el Líbano, no ingresamos a la fabrica, porque no hay fabricas, o muy pocas… (risas)…” Es así como los militantes ateos y materialistas redescubren un plano cultural que, para ellos, era obsoleto: la religión.

Pekín-Moscu-Teherán: el crítico año de 1979

Operando una síntesis programática, el maoísmo Libanés-palestino en pocas palabras reposa, según Dot-Pouillard, sobre un “trinomio izquierda-tercermundismo-islam”…que después de 1979 se reduce a los dos últimos términos.

El año 1979 es, en efecto, el fin de una época. La recentralizacion del partido comunista chino, la guerra sino-vietnamita de febrero a marzo de 1979, y la intervención militar rusa en Afghanistán, consternaron a los anti-imperialistas del mundo entero. Al mismo tiempo, en Irán, una revolución popular derrocaba a una monarquía pro-americana y llevaba al islamismo al poder. Para muchos militantes árabes, el centro de gravedad mundial anti-imperialista abandonaba Hanoi o Pekín. Se desplazaba irresistiblemente hacia Teherán. Pese a las desilusiones que ocurren cuando el régimen de los mullahs muestra su verdadero rostro reaccionario.

Al final, dice este mismo autor, la utopia de un “Islam tercermundista progresista” o de un “comunismo árabe-musulmán”, nunca se realizó. El grupo de Khalil Akkaoui se asoció a otros grupos post-maoístas para crear, en 1982, el Movimiento de Unificación Islámica (Tawhid). En cuanto a la Brigada de estudiantes del Fatah, sus miembros chiítas se afilian espontáneamente a Hezbollah.

La lógica del Etado predomina

¿Qué fue de esos militantes después? Dot-Pouillard identifica tres trayectorias tipicas. Algunos, decepcionados del marxismo leninismo antes de ser decepcionados por la revolución iraní, como Roger Assaf, se retiraron de la vida política, conservando sus lazos con la religión. Otros, continuaron en la lucha bajo la influencia del Estado iraní, como Imad Moughnie, quien se convierte en uno de los responsables militares de Hezbollah, asesinado en febrero del 2008, o Aris Naqache, quien pasó ocho años en la cárcel en Francia por haber intentado asesinar al antiguo ministro del Sha de Irán. Sólo Khalil Akkaoui continuó defendiendo la vía de “un Islam de los pobres”, anti-imperialista e independiente de toda lógica estatal extranjera. Convertido en una figura local tan imprescindible como molesta en Trípoli, fue asesinado, muy probablemente por los servicios secretos sirios, en 1986. Fin de la historia. Nicolás Dot-Pouillar, por su parte, no se limita a contar la historia. La acompaña de interesantes reflexiones sobre el anti-imperialismo, el nacionalismo árabe, y la inaccesible “teología islámica de la liberación” que hubiera podido ser facilitada por la experiencia de los maoistas Libaneses-palestinos.

Guillaume Devranche (AL Paris Sud)

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