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"El rol de los anarquistas ya no pasa por ideologizar los movimientos" Entrevista con Felipe Corrêa

category brazil/guyana/suriname/fguiana | movimiento anarquista | entrevista author Friday October 30, 2009 05:18author by José Antonio Gutiérrez D. Report this post to the editors

La siguiente entrevista con Felipe Corrêa, militante de la Federación Anarquista de Rio de Janeiro (FARJ), uno de los impulsores de la Pro-Federación Anarquista de Sao Paulo (Pro-FASP) (actual Organización Anarquista Socialismo Libertario - OASL) e impulsor de Editorial Faisca, fue realizada en Agosto del presente año. En ella tocamos varios puntos en torno la situación del movimiento popular tras la llegada de Lula al poder, cómo éste ha sabido posicionar a Brasil como una potencia regional en un complejo juego de hegemonías locales y qué rol juegan los anarquistas y sus organizaciones hoy. Estas opiniones nos entregan valiosos elementos para comprender mejor el nuevo equilibrio de poder en la región y el proceso de crítica y re articulación de los movimientos populares tras esfumarse el espejismo reformista.
Imagen de la Fundación de la FARJ, comienzos del 2003
Imagen de la Fundación de la FARJ, comienzos del 2003


¿Podrías hablar un poco del rol de Brasil dentro del escenario mundial y también de América Latina?

Sabemos que hay, desde la década de 1970, un estímulo de la globalización neoliberal, que fue impulsada desde los gobiernos de Thatcher/Reagan y que mantiene su hegemonía ideológica hasta hoy, por lo menos hasta la crisis. En este proceso, hubo un incentivo del “libre” comercio internacional; incentivo a las privatizaciones, una crítica del rol del Estado de bienestar y una consecuente pérdida de derechos por razones de “competitividad internacional”; enflaquecimiento de las organizaciones populares etc. Siguiendo las recetas internacionales, Brasil, que tenía “democracia”, inversiones internacionales y estabilidad, inició, en el gobierno de Fernando Collor de Mello, la implementación de toda esta agenda neoliberal pero no fue capaz de concluirla, lo que Fernando Henrique Cardozo realizó y a lo que Lula, en gran medida, da continuidad hoy. Esta agenda que entregó las empresas estatales a sectores privados que utilizaron financiamiento público para comprarlas y que no generaron nuevos puestos de trabajo, permitió una instalación de multinacionales que vinieron a explotar a los trabajadores y el medio ambiente, enviando las ganancias para sus países de origen.

Esta inclusión en la agenda neoliberal y el seguimiento de las recomendaciones de instituciones internacionales promotoras del neoliberalismo, hicieron que Brasil aumentara su fuerza, principalmente por ser un país considerado “en desarrollo”, léase pobre, con costos de producción bajos, escasa fiscalización ambiental y capacidad de agregar valor en la producción con mano de obra calificada y tecnología de punta. El “modelo chino” viene siendo adoptado ideológicamente por los sectores neoliberales que sustentan que para un mayor desarrollo del país, es necesario disminuir lo que llaman “costo Brasil” para atraer más inversiones, o sea, acabar con derechos de los trabajadores que fueron duramente conquistados por el movimiento obrero. Reivindicaciones de inicios de siglo que Getúlio Vargas incorporó en la legislación en los años 1930.

Este factor económico, sumado a otros de tipo político, ha permitido que Brasil se convierta en una fuerza económica y política enorme a nivel tanto hemisférico como global.

La crisis que se agravó en el año pasado, empieza, en el ámbito ideológico, a poner en cuestión el modelo neoliberal, y por otro lado, señala cambios en términos económicos/políticos de relevancia. A pesar que el poder militar de los EEUU aún es inmenso, hay un crecimiento del poder económico del Asia, principalmente de China, y de los países que aumentan poder por su capacidad política de influencia y persuasión en el campo diplomático, el campo de las relaciones internacionales, como es el caso de Brasil.

Este conjunto de poder económico y político dio a Brasil un rol de gran importancia, a nivel mundial y especialmente en América Latina. Podríamos decir que hoy, dentro de América Latina, Brasil desarrolla este poder y se ha convertido en lo que podríamos llamar un “micro-imperio” y ya adopta posiciones que ponen en situación de opresión y dominación otras partes del continente. Podríamos citar algunas situaciones que ilustran esto, como por ejemplo los problemas con Bolivia por la nacionalización del Gas en el 2006 y la presencia de fuerzas de “paz” de Brasil en Haití.

¿Podrías hablarnos un poco de Lula y del Partido de los Trabajadores (PT), que ahora están en el poder en Brasil? Sé que Lula está con índices de aprobación muy altos en el país. ¿A qué se debe esto?

Para comprender lo que pasa hoy con Lula y el PT es interesante hablar del propio proceso de creación del PT, y lo que él significó. Fue un proceso fundamentado en tres pilares “sociales”: movimientos barriales, con importante rol de las comunidades eclesiales de base que representaban los sectores progresistas de la iglesia católica, la teología de la liberación; el movimiento sindical, que venía renaciendo de manera bastante combativa; y por los exiliados que estaban volviendo a Brasil con la apertura de fines de la dictadura que se arrastraba desde 1964.

El PT es fundado en 1980 con una propuesta radical, de dar participación a los movimientos populares dentro de la esfera estatal, es decir, dentro del marco democrático-representativo. La idea era que el ámbito del Estado debía más ser un ámbito de más participación, complementario con las propuestas de lucha social a nivel barrial y sindical. En realidad, lo que ocurrió es que con el pasar de los años, toda la base social del PT se fue separando de las dirigencias. Uno de los puntos decisivos en la historia del PT fue cuando Collor fue elegido en 1989, que fue el momento en que el PT terminó de consolidar su estrategia política, aceptando algunas actitudes que hasta entonces no eran aceptadas por grandes sectores del partido. Así, por ejemplo, el PT pasa a tener funcionarios pagados y a adecuarse a las estrategias políticas para el proyecto de poder entrar en la máquina de la democracia representativa. En los años de 1990 todo se enfoca a ganar las elecciones presidenciales. Hay que entender que este proceso no fue algo que ocurrió de la noche a la mañana, pero fue algo que en años transformó radicalmente el partido que después elegiría Lula y que acabó con su base social y con los movimientos de base.

Este proceso de constitución del PT, con mucha base popular, dejó una marca muy profunda en los movimientos populares, los cuales, acompañando la estrategia del partido, ayudaron a la elección de Lula, pensando que esto podría significar un avance importante para su lucha, la apertura de espacios, mayores posibilidades de actuación para los movimientos sociales. Hubo una esperanza muy grande en la elección de Lula.

Lo que ocurrió es que el proyecto neoliberal de Fernando Henrique, en lo que dice respecto a la política económica, fue continuado por Lula, pese a que frenaron ciertas privatizaciones o implementaron ciertos programas asistenciales. A pesar de haber tenido mucha expectativa por parte de los movimientos sociales al inicio, al final de este proceso los sectores más combativos comienzan a ser auto críticos de este apoyo dado al gobierno, pues reconocen que el gobierno de Lula se está sustentando en una política neoliberal que está más al lado de los capitalistas que de los sectores populares.

Básicamente, el gobierno de Lula sigue teniendo mucho respaldo por dos pilares: mantener a los capitalistas contentos y ganarse a los sectores más empobrecidos por el asistencialismo, por ejemplo, con la “bolsa familia”, un auxilio económico para los pobres. En medio de esto, queda una clase media, en gran medida comprometida con las ideas del PSDB (partido de Fernando Henrique), y que son el origen de mucho de lo que sale en los grandes medios de comunicación de masas, que odian a Lula, algo que llega a tener trasfondo de clase, diciendo que lo consideran ignorante, que no habla portugués correcto, que no tiene educación ni capacidad de gobernar el país, que tuvo un pasado sindical y que “nunca trabajó”, etc. Pese a esto, la verdad es que a pesar de la retórica de izquierda, el gobierno de Lula, con algunas excepciones como lo son los planos asistenciales, es un gobierno neoliberal. Esto lo comprueba las aprobaciones que el gobierno tiene de parte significativa de los capitalistas.

La elección de Lula no significó un avance o nuevos espacios para las luchas populares y, si hay algo a destacar, es que esto está generando un proceso de auto crítica interesante sobre la participación de los movimientos sociales en el terreno de la política parlamentaria. Lo que no significa decir que no tenga aspectos mejores que el gobierno precedente. Pero este freno al avance de las luchas refuerza hoy la idea de que los movimientos deben ser autónomos y estar unidos a las necesidades del pueblo, que la participación política en los espacios institucionales puede vaciar a las organizaciones populares de su fuerza. A mi ver, muchos movimientos empiezan a percibir que es en la organización fuera del Estado donde está su fuerza y capacidad de transformación.

¿Podrías hablar un poco más sobre estas relaciones de los movimientos populares brasileños con el gobierno Lula con algunos ejemplos concretos?

Por ejemplo, el gobierno de Lula que había dado expectativa a los sin tierra sobre mayores posibilidades de reforma agraria no lo está haciendo, intentando aún sacar el tema de la agenda política. Justamente en este momento, hay una marcha del MST que va de Campinas hasta Sao Paulo, como parte de una jornada de lucha mucho mayor para intentar nuevamente meter el tema en la agenda.

En la realidad, el MST es solamente un ejemplo más entre varios movimientos sociales y organizaciones sindicales que tienen una posición por el avance de las conquistas populares y por la transformación social. Muchos metieron sus esfuerzos en la estrategia parlamentaria, de llevar Lula al poder, y cuando llegó, no ha hecho más que los otros presidentes anteriores en relación a las luchas del campo social-popular. Eso ciertamente ha frustrado muchos a los movimientos populares que no cedieron al proyecto del gobierno del PT.

Muchas de las expectativas en el gobierno Lula que fueron frustradas, terminaron por obligar los movimientos más combativos a hacer una reflexión sobre su rol en la política. Como dije, hay hoy una crítica de parte de los movimientos que empiezan a cuestionar la estrategia parlamentaria, en la cual siempre tuvieron una expectativa muy grande. Estos movimientos, en este momento, vuelven a un accionar más fuerte, porque al inicio se habían desmovilizado un poco aguardando qué iba a hacer el gobierno. Algunos sectores comenzaron a organizarse y protestar por sí solos, diciendo que si se esperaba del gobierno no se sacaría nada en limpio.

En estos sectores más combativos, hay una evaluación de que la elección de Lula enfrió la lucha de clases en el país. Es un proceso muy interesante lo que se vive ahora, en que hay movimientos reflexionando mucho sobre la estrategia, lo que trae necesariamente una discusión sobre la acción directa, y particularmente sobre la cuestión de la necesidad de autonomía de los movimientos, frente al gobierno y a los partidos. No quiero decir que todos los movimientos están desligados del gobierno, que no tienen contacto, que son independientes, pero si hay sectores que están reflexionando sobre el rol negativo de esta fuerza que se ha metido de la transformación por la vía del Estado, lo que fortalece nuestro punto de vista y nuestra estrategia de transformación, que no consiste en hacer parte del aparato del Estado.

Podría ejemplificar esto hablando particularmente del MST, fundamentalmente en las regionales de Sao Paulo y Campinas, en las cuales hoy existe un debate fuerte sobre la necesidad de autonomía en los movimientos sociales y de un proyecto propio capaz de tener posibilidades de transformación a nivel de masas, una crítica al gobierno neoliberal de Lula e incluso una propuesta bastante interesante llevada a cabo por un compañero llamado Gilmar Mauro sobre el poder popular, la cual es bastante libertaria desde nuestro punto de vista.

Podríamos hablar también de otros tantos movimientos sociales como el Movimiento de los Trabajadores Desempleados que, en Rio de Janeiro, también se desarrolla de manera muy intensa, con posiciones bastante críticas sobre el gobierno Lula y sobre el propio reformismo, por ejemplo, en su carta de principios, por ejemplo, el movimiento se declara revolucionario, empezando un desarrollo importante dentro de las favelas, espacio que hoy está abandonado por la izquierda y en el cual vemos grandes posibilidades.

Además, hay movimientos de sin techo, de pequeños agricultores, de catadores de material reciclado, movimientos comunitarios, que en mayor o menor medida, a pesar del reflujo de luchas que vivimos en Brasil, nos dan algunas posibilidades y que están empezando esta discusión critica sobre el gobierno Lula. En este contexto, el proceso que se dio con el gobierno de Lula está siendo bastante importante para esclarecer que el movimiento cuando tiene su fuerza convertida en base de apoyo a un gobierno, pierde necesariamente su capacidad de transformación.

En el ámbito sindical la cosa es un poco distinta. Hay sectores muy comprometidos con los patrones y el gobierno, no necesariamente con Lula, sino con cualquier gobierno. Fuerza sindical, por ejemplo, siempre ha sido un sindicato apéndice de la patronal y del Estado. La CUT, que fue fundamental en el proceso del PT, está absolutamente burocratizada y hoy hay campañas para que los sindicatos se salgan y formen otras agrupaciones. En lo que se podría llamar izquierda, en el sindicalismo más combativo, tenemos Conlutas, que está hegemonizada por un partido trotskista, el PSTU, y tenemos también la Intersindical, que es una iniciativa interesante, que está dividida entre sectores del PSOL, un partido de “radicales” expulsados del PT, los cuales están en conversaciones con Conlutas para formar una nueva agrupación sindical, y hay también un sector dentro de Intersindical que agrupa las tendencias más combativas y autónomas, dentro de la cual nuestra corriente ve posibilidades de trabajo. Este sector entiende que no es el momento de crear una nueva central sindical, por la fragmentación que vive el sindicalismo en Brasil, y es el propio movimiento sindical que debe ser reconstruido.

¿Qué rol cumple el movimiento anarquista en este proceso de auto crítica y reflexión de los movimientos populares?

Estamos viviendo en Brasil un momento muy relevante para el anarquismo de nuestra corriente, o sea especifista. Actualmente, hay un proceso de aproximación de las seis organizaciones de esta corriente que existen y una que está en proceso de formación. Todas estas organizaciones participan de luchas sociales.

Podríamos decir que nuestra corriente, hoy, a nivel nacional, está en los desempleados, sin techo, movimientos agroecológicos, pequeños agricultores, movimientos comunitarios, sin tierra, recicladores, mujeres, indígenas, estudiantes y ahora hay organizaciones que empezarán con el trabajo sindical. O sea, se están haciendo muchas cosas.

El rol de los anarquistas ya no pasa por ideologizar los movimientos, o sea, agrupar al pueblo para que defienda una u otra ideología. Creemos que es la ideología la que tiene que estar dentro de los movimientos y no los movimientos los que tiene que estar dentro de la ideología.

En esta perspectiva, nuestro rol es estimular valores, sentimientos, aspiraciones que consideramos parte de un sector determinado del pueblo y que por medio de esto, tengamos cómo ejercer influencia trabajando como fermento para la lucha de clases y los movimientos populares. No consideramos este un proceso de una vía, sino un proceso dialéctico, de la organización política hacia los movimientos populares y viceversa. En este proceso, buscamos influenciar los movimientos, estimulando características como combatividad, autonomía, democracia directa, acción directa, clasismo, perspectiva de largo plazo revolucionaria. Es en este sentido que la realidad brasileña viene dando muchos ejemplos, uno de ellos el gobierno Lula, que nos ayudan a hacer la auto critica dentro de los movimientos y estimular nuestros puntos de vista.

Creemos que la organización de los movimientos populares con estas características, conectados uno a otro, pueden constituir la fuerza social capaz de hacer la transformación social por la cual luchamos.

¿Podrías comentar sobre el proceso de FAO y FASP?

El Foro del Anarquismo Organizado (FAO) es un espacio de articulación y debate entre individuos, grupos y organizaciones que tienen intención de realizar trabajo social o que ya lo realizan. Su primera edición aconteció el 2002 en Belém (Para), realizándose diversos otros encuentros desde entonces. Básicamente, la idea del FAO es promover seis compromisos: debate entre el anarquismo organizado de Brasil, apuntando a la construcción de una organización anarquista nacional; estimular la creación de nuevos grupos y organizaciones; articular estos grupos; trabajar colectivamente en los diferentes niveles de lucha anarquista, barrial, sindical, estudiantil, etc.; la propia lucha por la construcción de esta organización anarquista nacional y finalmente establecer relaciones internacionales, con prioridad en Sudamérica.

Nosotros en la FARJ tuvimos un problema con el FAO el 2003 cuando nos impidieron registrarnos en el encuentro nacional del 2003. Esto pues el proceso del anarquismo especifista en Rio de Janeiro estaba cruzando un conflicto en el cual se oponían la FARJ de un lado y la Federación Anarquista Insurrección (FAI), que después se transformaría en UNIPA, de otro. Las organizaciones del FAO, entonces más próximas a la otra organización, prefirieron a ella y no a FARJ, rompiendo los lazos con nosotros. Después de algún tiempo, UNIPA se separaría del FAO, pero no hubo más relaciones entre FARJ y las otras organizaciones del FAO hasta el 2008. En este año nos encontramos en un curso que un compañero de FARJ suministraba al MST y volvimos a los contactos. Tuvimos una delegación del FAO que nos visitó en Rio de Janeiro en el inicio del 2009 y hubo un reconocimiento de que la decisión del pasado, de excluirnos, había sido equivocada.

Desde entonces restablecemos las relaciones y de poco a poco nos estamos integrando. Hoy están en el FAO la Federación Anarquista Gaúcha (FAG) de Rio Grande do Sul, Vermelho e Negro de Bahia, Coletivo Anarquista Zumbi dos Palmares (CAZP) de Alagoas, Rusga Libertária de Mato Grosso. Nosotros de la FARJ nos estamos aproximando cada vez más y dando continuidad a las relaciones orgánicas que también tenemos con la Organización Resistencia Libertaria de Ceará y también con la Pró-Federación Anarquista de San Pablo (FASP).

La Pró-FASP está en el proceso de sumar militancia e iniciar su trabajo desde julio del 2008, cuando realizamos el primero encuentro Pró-FASP. Desde entonces estamos en contacto con otros militantes, sumando gente, trabajando y preparando todo para su fundación. En este un año y poco más que llevamos, muchas cosas se han realizado en términos de trabajo, trabajos con el MST, comunitarios, con los indígenas, de género entre otros. Realizamos el II Encuentro Pró-FASP con una gran participación y ahora estamos preparándonos para la fundación que ocurrirá en 18 de noviembre del 2009, una fecha conmemorativa de la insurrección anarquista del Río de Janeiro en 1918, que fue una tentativa de construir un primer soviet en Brasil.

¡Realmente, al menos para mí, las perspectivas del anarquismo especifista en Brasil son muy promisorias!

* En el inicio de 2011 la FASP cambió de nombre para Organización Anarquista Socialismo Libertario (OASL) y ingresó formalmente en el FAO.

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