"Pensamos que el acto terrorista es el resultado de la decisión de individuos aislados o de círculos que les ayudan. Por eso el terror centralizado, en el que un individuo ejecuta las decisiones de los demás, va en contra de nuestros principios." [Ελληνικά] [English] [Français]
Esta observación puede servir de criterio para distinguir los actos que ayudan a la revolución y los que resultan ser una pérdida inútil de fuerza y de vidas humanas. La primera condición, de importancia vital, consiste en que los actos de un terrorista sean comprensibles para todos, sin largas explicaciones ni un complicado motivo. En cada localidad hay individuos tan conocidos por sus acciones (no importa si en todo el país o entre los vecinos de una comarca) que cualquier anuncio de un atentado contra ellos, de una manera inmediata y sin que sea necesario el apoyo de la propaganda revolucionaria, revela su pasado y el acto terrorista aparece con absoluta claridad. Si para comprender un acto el hombre de la calle, que no es militante, se tiene que romper la cabeza, la influencia de ese acto resulta nula o incluso negativa. El acto de protesta se convierte entonces para las masas en un crimen incomprensible.
Consideramos que la acción por el terror en política y en economía, ya sea centralizada o “espontánea”, es completamente artificial. Luchamos igualmente en contra de la opresión económica y política, la opresión del estado centralista y de los poderes locales.
En el problema del terror hay otro aspecto: el de la organización. Pensamos que el acto terrorista es el resultado de la decisión de individuos aislados o de círculos que les ayudan. Por eso el terror centralizado, en el que un individuo ejecuta las decisiones de los demás, va en contra de nuestros principios. Así como nos parece imposible alejar a los camaradas de los actos revolucionarios en nombre de la disciplina de partido, tampoco nos parece posible invitarlos a que brinden su vida por actos que ellos mismos no hayan decidido y pensado.
La principal diferencia sobre la cuestión del terror entre nosotros y los partidos políticos consiste en que no pensamos en absoluto que el terror puede servir como medio para cambiar el orden actual. En cambio lo consideramos como una manifestación completamente natural de la consciencia indignada y como un acto de autodefensa que precisamente por eso tiene un sentido de agitación, permitiendo el desarrollo del sentimiento de indignación en el pueblo.
Kropotkin
(Acerca de los actos de protesta individual y colectiva, resolución adoptada en el Congreso anarcocomunista de octubre de 1906 en Londres; reproducida en Russkaya Revoliutsia Anarjizm, pp. 8-9, Londres 1907)