El siguiente escrito nace al calor de los hechos ocurridos en la poca concurrida conmemoración de los 61 años del Estado de Israel, organizada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y por su jefe de Gobierno, Mauricio Macri, el cual, aparte de confirmar “su pacto de apoyo” y afianzar sus variados negocios con los empresarios sionistas, busca captar el voto de la comunidad Judea Argentina, en estas próximas elecciones legislativas y también proyectando su candidatura presidencial para fines de este año 2009.
La reflexión nace a partir de una serie de sucesos que nos ayudan a pensar en la posibilidad del desgaste del actuar y de las posiciones políticas del Estado de Israel, desgaste que se hace manifiesto en su constante pérdida de legitimidad para con la comunidad Judía internacional y la humanidad en su conjunto.
La constante propaganda del miedo que se práctica dentro del territorio del actual Israel, ya no cumple su rol a cabalidad. La idea de Goebbels, ministro de propaganda nazi: “miente, miente, que algo quedará”. Se desmorona lentamente, todo lo que sube debe bajar, dijeron alguna vez por ahí y la impunidad del sionismo cada vez esta más cerca del suelo, ya que su intención programática de expansión territorial y el genocidio étnico ya no quedaran impunes ni menos serán permitidos. No sólo por el pueblo no judío que se declara antisionista, si no que también por una “parte” significativa de los propios habitantes de Israel y “parte” de la comunidad judía internacional.
Ya van más de seis décadas de tormento y opresión en las que el pueblo palestino, día tras día sufre la humillación por parte de los ocupantes de sus tierras natales. La Catástrofe o Nakba, se traduce de forma concreta en promesas incumplidas, expulsión, tortura, despojo, muerte, encarcelamiento, segregación racial, desocupación, destrucción de su medio ambiente, de su economía basada principalmente en el cultivo de cítricos y tunas y un largo etc.
Pero la pérdida de legitimidad y el desgaste del actuar del Estado de Israel es cada vez mayor. El quiebre o punto de inflexión lo podemos identificar en la segunda invasión al Líbano (operación que denominaron “Justa Recompensa” por el hecho de que Hizbulah secuestrara a 2 soldados israelíes. Sin embargo, más allá de las razones “oficiales”, la operación ya estaba siendo planeada hace un tiempo y se denominó “Salida Limpia” (1)). Así, en julio de 2006, por primera vez la comunidad judía que reside en Israel y la repartida por el resto del mundo, dijo en masa: basta!!!. Iniciando un cuestionamiento a la masacre y los crímenes del Estado sionista, cuestionamiento que más allá de sus limites cuantitativos, debemos dimensionarlo en términos cualitativos. Ahora, si bien es cierto que sólo el repudio de las masas organizadas es lo que genera los grandes cambios, hoy lentamente avanzamos hacia los cambios necesarios por los que lucha el pueblo palestino, cambios que harían un poco más justo este mundo dominado por el capital, por sus aparatos ideológicos de Estado y por sus armas, que sólo les han sido efectivas apuntando y acribillando a los pueblos desarmados, porque en las guerras armadas por el imperialismo, pocos han sido los triunfos que han logrado.
Este año recién pasado, mientras transcurría la masacre iniciada en Gaza el 27 de diciembre de 2008, que acabó con la vida de más de 1400 Palestinos (la mitad niños, mujeres y menores de 18 años) y dejó alrededor de 5300 heridos, muchos de ellos de gravedad, la comunidad judía y no judía internacional, repudió férreamente la violencia con la que actuó la Haganah (2), tras la razón de Estado (los conceptos derecho a la seguridad y derecho a la existencia creados por el sionismo, se traducen en respuesta a lo que ellos denominan una “agresión”) emanada de los actuales ideólogos del sionismo.
La crisis del proyecto sionista y su programa colonial, la debemos entender como la descalcificación de su ideología impuesta al pueblo judío. Su manifestación la encontramos en sus constantes incursiones bélicas, las que ayudan a fortalecer al nuevo ente sagrado (el Estado sionista), a través del patriotismo y la “racionalidad occidental” (del capital y el garrote) que le imponen a los “bárbaros orientales”, y, a su vez, son la clara muestra del desgaste. E ahí la apertura de un posible conflicto bélico con Irán (3) y la instrumentalización de Hamás y Hizbulah para justificar -frente a los ciudadanos y amplios sectores de la población mundial que aún legitiman y creen en sus actos- las operaciones de “defensa”.
El ocupar la religión o lo sagrado para justificar su coloniaje, ya no es sentido de credibilidad, al contrario tenemos todos claro que el sionismo como sinónimo de fanatismo y fundamentalismo, es parte de la vanguardia de la metástasis (élite burguesa hegemónica) que pretende desde una perspectiva estratégica geopolítica dominar el mundo y sus principales actuales matrices energéticas e hídricas. Además, ya es bien sabido que los dirigentes e ideólogos actuales en su mayoría son ateos bíblicos que sólo pretenden justificar la limpieza étnica en sus antepasados y en escrituras sagradas como la Torá.
La gran pregunta que nos planteamos es ¿quién salvará a Israel del sionismo?. pero esto también es homologable a ¿quien nos salvará del capitalismo?, la respuesta ya la conocemos en nuestra propia experiencia práctica organizativa, es decir, las grandes masas organizadas a través de la acción directa y proponiendo el Federalismo, en oposición al Estado, como forma posible y viable de organizar la sociedad libre de explotación.
Si bien es cierto que aún existe mucho miedo para enfrentar al temido aparato que descalifica, persigue y mata a sus detractores, hoy las voces críticas y de rechazo se multiplican lentamente. Los ejemplos a citar son bastantes, uno de ellos son los más de 300 soldados israelíes que han rechazado órdenes de sus superiores y han ido a parar a la cárcel por su insumisión (4). Otro ejemplo de ello es la comunidad Judeo-Argentina, en la cual también está germinando la ilegitimidad del sionismo, ya que en el aniversario de los 61 años de creación del Estado de Israel (que en lo concreto es la muerte y expulsión sistemática de los palestinos de la tierra en que vivían), organizado por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, participaron un número muy reducido de personas y más que el acto en sí, se terminó destacando la acción de distintos compañeros de organizaciones de intención revolucionaria que repudiaron el acto. Acciones que la AMIA y la prensa burguesa en su complicidad y hermetismo ideológico, las tildó de antisemitismo, toda una táctica que busca desviar la atención de la poca concurrencia al acto de celebración de los 61 años del Estado de Israel(5).
La comunidad Judeo-Argentina es la más grande de Latinoamérica y está ubicada como la sexta más grande del mundo fuera de Israel, por tanto, es en ella (la más cercana para nosotros desde el punto de vista geográfico) donde debemos impulsar las consignas de libertad para el pueblo palestino, de no violencia, de derecho a la existencia y al territorio para desarrollar su vida y cultura propia, y, también develar la dominación totalitaria que intenta ejercer sobre ellas el Estado sionista y su aparato internacional.
Todo esto sumado a la “incertidumbre de la política yanqui para con Oriente Próximo” (6), nos lleva a pensar que una nueva ofensiva bélica por parte de Israel, será muy bien pensada antes de llevarse a cabo. Esta tarea se les dificulta, no por ausencia de capacidad militar para lograr sus objetivos(7), sino por el factor político, lo que se traduce en la escasa legitimidad social de sus actos y posicionamientos políticos, pilar estratégico para lograr objetivos en la sociedad contemporánea al momento de intentar construir políticamente. O mejor dicho es la clave del éxito para lograr las conquistas de cualquier tipo, ya que es la lucha ideológica y política el campo de batalla principal por exelencia.
Pensar en los 61 años de la fundación del Estado sionista es arbitrario desde el punto de vista de la Nakba, la cual se inició desde principios del siglo XX. Por lo mismo es que repetimos con todas las fuerzas y más allá del cansancio: Palestina libre, carajo!!!