Artículo Extraído del Boletín del Grupo Antorcha Libertaria de Bogotá (Colombia), Abril del 2009.
El plan fascista que busca la eliminación física es previamente justificado con una empeñada labor en hacer y promover constantes señalamientos a los luchadores, en la lógica bipolar de Uribe de “están con migo o con el terrorismo”, “la universidad es un nido de terroristas que debemos acabar”, sugiriendo que todos los estudiantes que disienten y en particular los activistas políticos son “terroristas”. Las mentiras reproducidas por los medios de comunicación, criminalizan las opiniones diferentes y la justa lucha del pueblo, para ponerlo del lado de sus mismos opresores y en contra de los luchadores. quieren que un amplio sector de estudiantes termine siendo cómplice y participe de los señalamientos, colaborando con las autoridades, e incluso ofreciendo recompensas. Los señalamientos, ponen en bandeja de plata a los luchadores, para ser un blanco fácil de la reacción, golpear física y moralmente a los activistas y estudiantes y así destruir las posibilidades de luchar organizadamente.
La táctica que utiliza el sistema, combina represión abierta con ataques ideológicos, que minan el espíritu luchador del pueblo: promueven el individualismo, y desprecian la solidaridad y la movilización consciente de las masas, por eso la atacan y tratan de destruir cualquier lucha, al tiempo que promueven un tipo de rebeldía sin sentido que está en contra de todo, y hasta de las mismas organizaciones por considerarlas “autoritarias”. Adicionalmente infiltran el movimiento estudiantil con tiras y provocadores, que pasando como estudiantes de “izquierda” organizan reaccionarias acciones de “sabotaje”, lanzando explosivos caseros mientras se drogan y consumen alcohol, realizando protestas con consignas ambiguas y sin contenido político, para confundir, generar desconfianza entre los estudiantes y hacer ver los grupos políticos como carentes de proyecto político más que el vandalismo. Con la infiltración de las organizaciones políticas, las clases dominantes buscan resquebrajar la cohesión política entre sus miembros hasta degradarlas al nivel de pandilla. No es nuevo, obedece a los manuales imperialistas de contrainsurgencia, y esa fue la táctica empleada contra el Partido Pantera Negra en Estados Unidos a finales de años 60 a 70.
Este sistema les hace creer a los jóvenes que la única manera de soportar una vida miserable es si se “escapan” de la terrible realidad, promoviendo ampliamente el consumo de droga, de manera abierta o encubierta. Esta lógica perversa parte del lucrativo negocio que representa para los traficantes la droga y el alcohol entre los jóvenes y estudiantes, pero también de su infinito deseo de contener el sector más rebelde de la sociedad, de embrutecerlo e impedir que piensen romper con todo aquello que los ate. En los dos últimos semestres han tomado fuerza las conocidas redes de distribución en donde participan estudiantes de primeros semestres, claramente dirigidos por personas “de mayor edad” externas a las universidades, y que son conocidos por ser señaladores y romper con los procesos estudiantiles. La variedad de drogas, la “reforestación” con marihuana y su consumo dentro de la universidad, da luces sobre el tipo de control que ejercen las directivas, quienes ordenan el control político a los estudiantes, mientras permiten el paso sin restricción y la venta de drogas dentro de la universidad, así como la realización sin ningún obstáculo de festivales de drogas y pornografía justificados con el argumento del pluralismo, la “libertad” y el respeto a las ideas.
La solución a esta problemática no es ni el aumento de más cerdos que controlen la universidad, ni tampoco las cámaras o los perros, como muy seguramente entraran a argumentar hipócritamente las directivas. Estas, gozan con el estado de adormecimiento de los estudiantes, pues pueden aplicar con total libertad las medidas tendientes a reformar las universidades al servicio de los intereses de las clases dominantes. Pero además, la droga, seguramente constituirá el mejor argumento para la mayor reacción de la policía, insinuando que el movimiento estudiantil esta infiltrado por el narcotráfico.
Debemos resistir de diversas maneras: oponernos a que instalen mas vigilancia para controlarnos; no permitir que callen y criminalicen a las personas del pueblo que protestan, ni participar en los señalamientos a nadie, y no caer en la trampa creyendo que la droga destruye el sistema, mientras somete a millones de jóvenes a su consumo irracional. Tenemos que cerrar filas con el pueblo, enfilar baterías, y oponer resistencia con coraje a toda la arremetida de este sistema que busca implantar un modelo de universidad y sociedad fascista, que cada día será más fuerte sino no lo detenemos. Se requiere pasar de la resistencia espontánea a una resistencia organizada, única forma de parar esta oleada reaccionaria en contra del pueblo, pero la unidad debe darse con quienes sinceramente luchan y no con los que se disfrazan para aumentar las filas de saboteadores, drogadictos y provocadores. La unidad de los estudiantes contra el fascismo y el destierro de los asesinos dentro de las universidades del país, solo puede lograrse con discusión y un programa político el cual dirija la lucha organizadamente.
Unamos en su solo torrente todo brote de inconformismo y resistencia