Este 8 de marzo conmemoramos un nuevo día de las mujeres trabajadoras. Esta fecha festiva y de lucha, fue creada por el movimiento de mujeres desde el Segundo Congreso Internacional de Mujeres Socialistas de 1910, que se pronunció también en solidaridad con las huelgas de las mujeres obreras y contra la guerra en ciernes. Esta nació y se desarrolló como una fecha de protesta por la plena igualdad civil y política, el fin de la brecha salarial y por el pleno disfrute de la vida, una lucha que hoy también es la nuestra.

8 de marzo: Nunca mas sin nosotras

Este 8 de marzo conmemoramos un nuevo día de las mujeres trabajadoras. Esta fecha festiva y de lucha, fue creada por el movimiento de mujeres desde el Segundo Congreso Internacional de Mujeres Socialistas de 1910, que se pronunció también en solidaridad con las huelgas de las mujeres obreras y contra la guerra en ciernes. Esta nació y se desarrolló como una fecha de protesta por la plena igualdad civil y política, el fin de la brecha salarial y por el pleno disfrute de la vida, una lucha que hoy también es la nuestra.

En la actual coyuntura mundial se hace urgente recordar que el feminismo popular, que reivindicamos, tiene una larga y fuerte posición de crítica al imperialismo, el militarismo y la guerra. Allí donde los sectores liberales del feminismo se unieron con entusiasmo a las cruzadas de patriotismo sangriento, fueron las mujeres antimilitaristas rusas, lideradas por las obreras textiles de Petrogrado, las que el 8 de marzo de 1917, a través de un más que justo acto de valiente “traición” contra la supuesta guerra sagrada de su imperio, se movilizaron contra el hambre y la guerra, dando inicio a la Revolución Rusa, derrocando al zarismo y cimentando el final de la Primera Guerra Mundial.

Hoy la invasión de Ucrania por el ejército Ruso y la creciente tensión militar entre imperios en Europa, vuelve a poner en cercanía de los países ricos la amenaza de la guerra, la misma que con tanta frialdad estos habían desplazado y promocionado en el tercer mundo. Hoy la lucha antipatriarcal de las mujeres y las disidencias sexuales pasa por la lucha antimilitarista, y la exigencia del fin de la guerra en Ucrania, la retirada inmediata de las tropas rusas, la libre autodeterminación de los pueblos de la región y el fin de la carrera armamentista entre Rusia y la OTAN liderada por Estados Unidos.

En ese mismo sentido, la pelea contra la guerra pasa también por luchar contra la ocupación de Israel sobre Palestina, de Marruecos sobre el Sahara Occidental, de Arabia Saudi sobre Yemen y de Turquía sobre el norte de Siria, todas estas intervenciones militares de estados autoritarios y patriarcales, aliados históricos de los países occidentales. La pelea pasa por apoyar la lucha de las mujeres de Afganistán contra la opresión del régimen talibán, y la pelea del movimiento feminista en México contra los feminicidios y en Chile por el aborto legal, reivindicaciones de alcance continental y mundial.

En la actual coyuntura nacional venimos en cambio, de un histórico aunque aún frágil triunfo legal, un importante avance en los derechos humanos, sexuales, reproductivos y no reproductivos de las mujeres y personas gestantes. Y esto porque tras la demanda interpuesta por la campaña feminista Causa Justa y la lucha autónoma por la legalización del aborto que en el país se despliega desde 1970, la Corte Constitucional aprobó la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo hasta las 24 semanas de embarazo.

Bien pronto el gobierno de Iván Duque salió a rechazar esta importante medida, y los sectores antiderechos, encabezados por los fundamentalistas cristianos que apoyan al gobierno uribista, salieron a defender la familia “tradicional”, esa ideal con tan escasa correspondencia con la realidad, tan lleno de maltrato y violencia. Así que para asegurar y mantener esta victoria, y frenar la reacción conservadora, hay que presionar por hacer efectiva la sentencia legal y redoblar los esfuerzos por la educación sexual integral y la movilización.

Además del aborto legal, el 8 de marzo representa la lucha de las mujeres trabajadoras por la igualdad de trabajos y salarios y por la socialización de las tareas de cuidado; la lucha por el fin del acoso sexual en los espacios laborales por parte de jefes y compañeros, y por la plena participación de las mujeres en un sindicalismo democrático y clasista atento a las voces, necesidades y perspectivas feministas y disidentes; la lucha contra el desempleo y el trabajo precario, incrementado por la crisis económica de 2020, que golpea con desigual énfasis a las mujeres y por los permisos de maternidad y paternidad, la guarderías públicas y la adaptación horaria, conquistas laborales, hoy barridas por el neoliberalismo, que debemos recuperar; además de la lucha por la inclusión laboral trans en todos los sectores económicos.

Mujeres y disidencias combativas y organizadas
¡Arriba las que luchan!
Grupo Libertario Vía Libre

El pasado lunes 21 de febrero de 2022, la Corte Constitucional de Colombia, respondiendo a la demanda colectiva interpuesta por la campaña feminista Causa Justa, declaró, por estrecha mayoría, la legalidad de la interrupción voluntaria del embarazo en el país hasta la semana 24 de gestación (aproximadamente 5 meses y medio de embarazo). Con esta sentencia se ha logrado una gran victoria para todas las mujeres y personas con capacidad de gestar, que hoy celebramos.

Se despenalizo por la lucha feminista

El pasado lunes 21 de febrero de 2022, la Corte Constitucional de Colombia, respondiendo a la demanda colectiva interpuesta por la campaña feminista Causa Justa, declaró, por estrecha mayoría, la legalidad de la interrupción voluntaria del embarazo en el país hasta la semana 24 de gestación (aproximadamente 5 meses y medio de embarazo). Con esta sentencia se ha logrado una gran victoria para todas las mujeres y personas con capacidad de gestar, que hoy celebramos.

Desde 1970 el aborto legal es una demanda central del movimiento feminista en el país por el profundo impacto que tiene la maternidad obligatoria a la hora de limitar la autonomía personal y sexual de las mujeres y personas gestantes. Así, a finales de 1990, tras años de movilización del movimiento de mujeres y disidente, se consiguió un importante avance cuando en 2006, y tras el infame caso de parto forzado que condujo a la muerte de Marta Sulay Gonzales, la Corte despenalizó el aborto en tres casos: violación, riesgo para la salud física o mental de la madre y malformaciones graves del feto. De forma más reciente, la consolidación del movimiento feminista latinoamericano impactó positivamente en el país y se fortalecieron diversas iniciativas que, desde 2020, se articularon y lograron masificar las convocatorias por el aborto legal del 28 de septiembre.

La lucha pasa ahora por incorporar nuevas tareas como exigir la aplicación de esta práctica de manera segura, gratuita y eficaz, en un sistema de salud que hasta hoy impone fuertes e ilegales trabas burocráticas a los casos extremos de interrupción voluntaria del embarazo. Esto en un sector desigual, fragmentado y privatizado con Hospitales e Instituciones Prestadoras de Salud (IPS) quebradas y vaciadas de personal; con Entidades Promotoras de Salud (EPS) que restringen procedimientos y velan por un multimillonario negocio privado sobre la base de recursos públicos y donde sigue vigente el autoritarismo de las ordenes y sectas religiosas católicas, históricamente fuertes ante la ausencia de salud pública. Por eso, las futuras luchas por la aplicación de aborto en el actual sistema de salud se conectan con la pelea de un nuevo sistema público, laico, gratuito, financiado y de sensibilidad feminista.

Los nuevos campos de disputa no pueden llevarnos a olvidar la viejas tareas que pasan por la continuación de la pelea hasta la plena legalización del aborto sin restricciones, el desprocesamiento judicial y la reparación de todas las mujeres judicializadas por abortar y el fortalecimiento de los aún insuficientes esfuerzos por la educación sexual integral en todo los niveles educativos así como la garantía de medidas de anticoncepción y planificación gratuitas.

No podemos dejar de señalar que la estrategia de presión judicial, por lo que ha optado la mayoría del movimiento de mujeres y disidencias sexuales, ha mostrado logros y también importantes limitaciones. Sin embargo, parece bastante claro que muchos de los cambios legales solo surgieron después de años de movilización, lucha y propaganda, así como de avances en la organización autónoma y la capacidad de autogestión de las mujeres y las disidentes que empezaron a posicionar la demanda por el aborto en el debate político y en la opinión pública. El cambio que hoy vivimos no se explica porque las demandas judiciales del pasado hayan sido obra de malas abogadas y las actuales demandas lo hayan sido de buenas especialistas, sino porque la propia actividad independiente, de un creciente y activo movimiento de mujeres y disidencias de sexo y género, modificó el terreno cultural y político sobre el que operan las legislaciones.

El actual logro no debe hacernos perder la perspectiva de la situación general; las elites conservadoras de los poderes públicos siguen ahí, los sectores antiderechos mantienen su hegemonía sobre el poder económico, ejecutivo y legislativo a nivel nacional y regional, y los fundamentalistas religiosos son una fuerza política y cultural importante. La capacidad de los tradicionalistas para movilizarse en defensa del orden patriarcal sigue viva, como lo muestra el caso de su fuerte respuesta en 2016 ante la propuesta de educación sexual promovida por el Ministerio de Educación Nacional. Lo anterior, tras el proceso judicial surgido del infame caso de discriminación institucional, ejercido contra el estudiante libertario y disidente sexual, Sergio Urrego y que se concretó en una movilización clerical repleta de desinformación y odio a la diversidad, con la que la derecha religiosa logró tumbar los lineamientos en la calle y, con ella, a la ministra neoliberal Parody. Por eso, hoy resulta tan urgente la tarea de avanzar en una educación sexual integral y liberadora, desde adentro y desde afuera de las instituciones escolares.

Es tiempo de celebrar pero también de fortalecer el movimiento y continuar la lucha contra el patriarcado y el capitalismo.

¡Por el derecho a decidir y la despenalización total del aborto!
¡Arriba las que luchan!

Grupo Libertario Vía Libre

Hoy como ayer, la lucha es por tierra, dignidad y libertad.

Día nacional de la lucha campesina

El 21 de febrero de 1971 la clase campesina, impulsada por la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) desarrollo una jornada masiva de invasiones y siembras de tierra por la mayor parte del país, con el fin de presionar por el avance de la reforma agraria en Colombia, bloqueada en ese entonces por el gobierno de Misael Pastrana del Frente Nacional. Esta multitudinaria protesta que sumo entre 350 y 600 ocupaciones de predios realizadas por unas 15.000 familias, con mayor fuerza en departamentos como Córdoba, Tolima y Sucre, se extendió durante toda la segunda parte de febrero, y fue contestado con múltiples desalojos por parte de fuerzas policiales y para estatales al servicio de los latifundistas.

El 21 de febrero, fue fruto de un importante proceso de crecimiento, fortalecimiento y radicalización política del movimiento campesino nacional organizado en la ANUC tras su Primer Congreso Nacional, la adopción del Mandato Campesino y el desarrollo de propuestas de gestión cooperativa y comunitaria de la tierra y sus productos. La fecha supuso un hito en la acción colectiva de los sectores campesinos en la historia moderna del país, lo que llevo a su fijación por las propias organizaciones de trabajadoras rurales a mediados de 1970, como día nacional de la lucha campesina. En 1971 además se presentaron invasiones coordinadas de tierras en enero y octubre, y el año se convirtió en el de mayor registro de luchas sociales durante todo el Frente Nacional, luchas que buscaron coordinarse en el parcial paro nacional del 8 de marzo de ese año, reprimido por el gobierno.

En un país caracterizado por el gran latifundio capitalista, y tras el fracaso de las tímidas reformas rurales de origen gubernamental de 1936, 1944, 1961 y 1968, las únicas expresiones exitosas de reforma agraria fueron aquellas realizadas por la propia población campesina, desde abajo y con acción directa popular, primero en 1930 y luego de forma mas extensa desde 1970. Unas décadas mas tarde, una parte importante de los objetivos de las fuerzas paramilitares se concentraron justamente en desarrollar una violenta contra reforma rural, amparada por los capitalistas agrarios, que busco liquidar la organización campesina, y facilito la consolidación en medio de la miseria rural, del latifundio ganadero, los monocultivos industriales como la palma y las concesiones mineras.

Hoy Colombia es un país de enorme desigualdad de la propiedad de la tierra y uno de las regiones en mayor riesgo de inseguridad alimentaria aguda por falta de cultivos soberano de alimentos según el Fondo Mundial de Alimentos. En el país la población campesina lucha desde múltiples expresiones organizativas, aprendiendo y compartiendo con los pueblos indígenas y negros, buscando retomar la senda del Paro Agrario de 2013, por la redistribución de la tierra, políticas de apoyo gubernamental a los pequeños productores, inversión social en las zonas rurales, respeto de los derechos humanos, autonomía de los territorios colectivos como las zonas de reserva campesina o los territorios agroalimentarios campesinos, defensa de la vocación agrícola del territorio, defensa del medio ambiente, cumplimiento gubernamental de los puntos de reforma rural de los acuerdos de La Habana de 2016, así como justicia y reparación frente al despojo del conflicto.

Hoy como ayer, la lucha es por tierra, dignidad y libertad.
¡Arriba las que luchan!

Grupo Libertario Vía Libre

Viernes 28 de enero a las 6:00 pm en el Teatro Libre del centro (Calle 12b # 2-44, Bogotá)

Les invitamos al lanzamiento del libro: “Fibras en Rojo y Negro. Historia del anarquismo en Colombia (1910-2019)”, una conversación entre Juan José Mariño e Iván Darío Álvarez, el próximo viernes 28 de enero a las 6:00 pm en el Teatro Libre del centro (Calle 12b # 2-44, Bogotá).
Entrada libre, nos cuidamos con las medidas de bio seguridad.

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El pasado jueves 25 de noviembre de 2021 se desarrollaron al menos dos importantes movilizaciones sociales en Bogotá y varias ciudades del país. En la capital, en la mañana se convocó dentro del marco de un paro nacional parcial, una marcha sindical y popular por el centro de la ciudad con eje en el rechazo a la política del gobierno Duque. Un poco después, en horas de la tarde se presentó una movilización feminista, desde el sur hacia el centro de la ciudad, con eje en la lucha por la eliminación de las violencias contra las mujeres. Las militantes de Vía Libre participamos en ambas convocatorias, y por esto compartimos nuestra lectura de las mismas.

El pasado jueves 25 de noviembre de 2021 se desarrollaron al menos dos importantes movilizaciones sociales en Bogotá y varias ciudades del país. En la capital, en la mañana se convocó dentro del marco de un paro nacional parcial, una marcha sindical y popular por el centro de la ciudad con eje en el rechazo a la política del gobierno Duque. Un poco después, en horas de la tarde se presentó una movilización feminista, desde el sur hacia el centro de la ciudad, con eje en la lucha por la eliminación de las violencias contra las mujeres. Las militantes de Vía Libre participamos en ambas convocatorias, y por esto compartimos nuestra lectura de las mismas.

La marcha de la mañana, convocada por el Comité Nacional de Paro, contó con la participación de unas 7 mil personas, que siguieron el recorrido tradicional entre el Parque Nacional y la Plaza de Bolívar por la carrera 7 y la 13 y luego la avenida Jiménez. El acto fue presidido por las centrales sindicales, esto es la Confederación General del Trabajo (CGT) que contó con organizaciones de salud, recaudación de impuestos y obras públicas distritales; la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) con la presencia sobre todo de bancarios; y la mayoritaria asistencia de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), así como de la organización de pensionados de la Confederación de Pensionados de Colombia (CPC). La marcha contó con una importante presencia de los maestros de Fecode, el único sector en huelga parcial, y presencia de maestros de la Asociación de Trabajadoras de la Educación (ADE), con delegaciones de al menos 6 colegios distritales, así como integrantes de la Asociación de Educadores de Cundinamarca (ADEC) de Chía y Mosquera y de delegaciones de mediano tamaño de organizaciones de otros departamentos del país como Adem del Meta, Simatol de Tolima y Sindimaestros de Boyacá. También fue importante la presencia de las trabajadoras de la salud de Anthoc y de la coordinación Salud en paro, así como un grupo de obreros de la Palma Aceitera, hoy en conflicto en el norte del país. También se sumaron delegaciones de docentes universitarias, así como bancarias, trabajadoras de entidades públicas como la DIAN, y algunas delegaciones del transporte y la industria.

La movilización de la tarde, fue convocada por la plataforma feminista Somos Un Rostro Colectivo, que contó con la participación de unas 3 mil personas, con un recorrido entre el Parque de Ciudad Jardín sur y la Plaza Bolívar, que transcurrió por la calle 10, la carrera octava y luego la carrera séptima. Afectada por la lluvia, la marcha, encabezada por familiares de víctimas de feminicidio, realizo algunas paradas primero frente a Medicina Legal donde se desarrolló un acto de familiares de víctimas de violencia contra las mujeres y luego, frente al Palacio de Justicia para defender la legalización del aborto. Finalmente se desarrolló un concierto y un acto cultural que concentro más personas en la Plaza mayor de la ciudad. En esta convocatoria se presentó una mayoría de mujeres jóvenes, colectivos feministas y estudiantes, aunque también se sumaron algunas trabajadoras de la educación y el petróleo, así como la siempre valiosa presencia de grupos de mujeres trans.

Reflexión

Las jornadas de protesta del 25 de noviembre, nos volvieron a mostrar el estado de reflujo relativo de la movilización popular, tras el fin del estallido social del primer semestre del año. Las grandes multitudes de jóvenes populares no se movilizaron de forma significativa en esta jornada, y como hemos advertido antes, ni las viejas organizaciones sindicales, ni las nuevas organizaciones feministas, han logrado incorporar a estos sectores.

Por otro lado, el del 25 de noviembre seria en nuestro registro, el segundo paro nacional del 2021 y la novena convocatoria de huelga general durante el gobierno Duque. El paro y la movilización fueron comparativamente pequeñas, consiguiendo un impacto laboral modesto, circunscrito sobre todo a la educación básica del sector público, además de ciertos niveles de anormalidad en el sector salud y algunas instituciones estatales. Este movimiento menor, se sumaría así a los paros del 28 de noviembre de 2018 con marchas sindicales y estudiantiles, del 25 de abril de 2019 con marchas sindicales, barriales y estudiantiles, el gran paro del 21 de noviembre de ese mismo año que inicio la jornada de protesta nacional, con sus continuaciones parciales del 27 de noviembre y el 5 de diciembre, los movimiento más pequeños del 21 de octubre y el 19 de noviembre de 2020, y por último la enorme convocatoria del 28 de abril de 2021 que inicio el pasado estallido social.

Por otra parte, en la marcha sindical se evidencia la falta de desarrollo de una perspectiva feminista entre la mayoría de organizaciones obreras. Aunque la marcha fue convocada con una simbología femenina y tenia como uno de sus ejes formales centrales la eliminación de las violencias de género, este tema apenas fue abordado en las consignas de la actividad y el acto central en la Plaza. Sin embargo, resaltamos como un avance positivo el que las mujeres de la CUT, lideradas por las educadoras, encabezaran el bloque de esta central sindical, se vieran cubre bocas y pañuelos morados y rosados y se sumaran algunas consignas feministas al repertorio sindical.

Mientras tanto, en la marcha de mujeres, aunque fue relevante la organización de un acto unitario si se sintió una disminución de participantes frente a las convocatorias de los años pasados. Aunque hay una presencia festiva importante por el vehículo con el sonido central, faltaron más consignas reivindicativas especificas en el transcurso de la marcha. Por otra parte, consideramos que el uso de la violencia política por parte de ciertos sectores de manifestantes, no puede ponerse por encima de la centralidad de las actividades de las víctimas directas de violencia machista y la fuerza misma de la movilización.

Seguimos en ese sentido con la tarea de fortalecer el movimiento sindical y de mujeres, y su capacidad de organización y movilización callejera, buscando un movimiento obrero con enfoque feminista y un feminismo con mirada de clase.

¡Arriba las que luchas!

Grupo Libertario Vía Libre