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Monday May 05, 2008 11:58 by José Antonio Gutiérrez D.
Este artículo fue originalmente escrito para la revista anarquista costarricense "La Libertad" número 8. Debido a que este número se ha retrasado, hemos decidido publicarlo en este medio para su difusión. Los Acuerdos de Asociación de la Unión Europea: ¡América Latina en la Mira!A fines de Octubre, concluía la primera ronda de negociaciones de un acuerdo comercial entre Centro América y la Unión Europea en San José de Costa Rica, ciudad que aún no se reponía del duro golpe recibido el 7 de Octubre con el referéndum-fraudulento que dio el vamos al acuerdo de libre comercio con EEUU. Pero, ¿de qué estamos hablando? ¿Qué son estas negociaciones de las cuales nadie se ha enterado bien de qué van? ¿Acuerdos comerciales con la Unión Europea (UE)? Eso no suena tan mal después de todo... todos sabemos que la vieja Europa es una potencia inclinada al bienestar social, medio social-demócrata, más benévola de cualquier modo que la potencia del norte (los EEUU). Son más demócratas. Tal vez de acá a un año todos estemos contando con un sistema de seguridad social de estándares suecos y manejando un Volvo último modelo. Esto es lo que, sinceramente, muchos latinoamericanos piensan cuando se ventila la posibilidad de acuerdos comerciales con la UE, los cuales se presentan bajo el nombre de Acuerdos de Asociación. Incluso, muchos en la izquierda piensan de esta manera, y creen que cuando el libre comercio se disfraza con los ropajes de la social democracia, por algún truco de prestidigitación, se convierte inmediatamente en algo benigno o, al menos, no tan nocivo. Así, mientras se levanta en toda América Morena la resistencia contra los TLCs (Tratados de Libre Comercio) con los EEUU, las negociaciones con la UE, en que un TLC es disfrazado de Acuerdo de Asociación, han pasado peligrosamente desapercibidas. Y digo peligrosamente desapercibidas, porque estas negociaciones presentan una amenaza tan grande como los TLCs con los EEUU o como el ALCA. Y quizás presenten un riesgo aún mayor, ya que la poca resistencia que encuentran (más por desconocimiento que nada) significa que no habrá la vigilancia popular que podría de otra manera amortiguar los impactos más negativos de estos acuerdos. El hecho es muy sencillo: existiendo las reglas de comercio internacionales dictadas desde la OMC[1], cualquier acuerdo de libre comercio entre dos partes debe ir, para tener algún sentido, más allá de las normas mínimas impuestas por esta organización, o sea, ser OMC plus, como se dice. En este sentido, los acuerdos planteados con la UE plantean aún mayores liberalizaciones de nuestros mercados que los ya planteados por el principal organismo regulador del comercio internacional[2]. O sea, para nuestros pueblos, cualquier acuerdo de libre comercio es solamente para peor que lo que ya tenemos. Esto es así, aunque los de arriba no se cansen de repetir eso de que el libre comercio abre oportunidades, que producen empleo, que tenemos que ser más competitivos, etc. La experiencia práctica nos demuestra que cada vez que los mercados tercermundistas se han liberalizado, esto solamente ha jugado en beneficio de la parte más fuerte, es decir, de los países centrales. No hay una, ni siquiera una sola experiencia, donde el libre comercio haya producido progreso y bienestar para las capas populares[3]. La construcción de la Europa GlobalAntes de hacer un trato, es necesario saber con quién se está negociando. Cuando se nos habla, a los inocentes latinos, de Europa, la primera imagen que se nos viene a la mente es el Estado de bienestar de Suecia. Sin entrar en detalles sobre los múltiples ataques que las corrientes neoliberales están hoy propinando incluso a los países escandinavos, simplemente diremos que Suecia es más bien la excepción y no la regla en Europa. Rara vez, al hablar de Europa, pensamos en la retrógrada Polonia, en la corrupta Italia, en el viraje a la derecha neoconservadora en Alemania y Francia, o en la Inglaterra invasora de Irak. Europa ha pasado por un proceso interno de construcción desde el Tratado de Roma en 1957, en la cual se ha afirmado, al menos desde comienzos de los ’80, una orientación claramente neoliberal, la cual se consolidó en 1992 con el Tratado de Maastricht. Aquí ya estamos a fines de la Guerra Fría, y desde entonces, la UE está tratando de convertirse en un actor global que de una u otra manera llene el vacío de poder y de influencia que dejó la caída del bloque soviético y que los EEUU fracasó en llenar (en Maastricht se plantea, entre otras cosas, que la Comunidad Económica Europea debería convertirse en Unión Europea, con un nivel de centralización política que permita responder con una estrategia única a las necesidades expansivas planteadas por los capitalistas, agrupados en organizaciones patronales tales como ERT[4]). Este vuelco neoliberal, de la mano con su intencionalidad imperialista, se expresó con toda nitidez en el comunicado del comisionado de comercio de la UE, Peter Mandelson, quien afirmaba lo siguiente en sus comunicados sobre la nueva “Europa Global”[5]: “La política de comercio europeo debe ser parte integral de una aproximación más amplia a la reforma económica y la competitividad. Una economía de la UE más fuerte en lo interno, significa una Europa que debe hacerse más competitiva hacia lo externo. Debemos abrir mercados y crear nuevas oportunidades para el comercio y asegurar que las compañías europeas sean capaces de competir en condiciones justas en esos mercados”[6] “Si nuestra fortaleza económica se construye sobre el comercio, entonces, nuestra prosperidad está directamente ligada a la apertura de los mercados a los cuales les vendemos (...) Y al afrontar las barreras en el extranjero no es solamente un asunto de rebajar tarifas –es un asunto de crear mercados en que las empresas europeas tengan acuerdos justos, con libertad para competir y la protección legal para hacerlo”[7] ¿Me puede comentar alguien cuál es la diferencia con la retórica neoliberal de los EEUU? El mensaje de Peter Mandelson, a fin de cuentas es que hay que conquistar nuevos mercados –es decir, subordinarlos a los requerimientos de los capitalistas europeos- mientras que se generan las condiciones para una mayor competitividad en la misma vieja Europa: o sea, desmantelar lo poco que va quedando de seguridad social y generar mayores niveles de precariedad. América Latina en la miraEsta política de “conquista” se ha expresado en la expansión económica de la UE hacia sus ex-zonas de influencia (América Latina, el Sudeste Asiático y África), la cual ha sido vertiginosa: para el caso latinoamericano, la UE es el principal contribuyente de Inversión Extranjera Directa en América Latina –principalmente, en servicios privatizados, pero también en algunas actividades extractivas y capital financiero- y es el segundo socio comercial de América Latina –primer socio para el área del MERCOSUR. Es de resaltar que mientras el 86,4% de los productos exportados de América Latina hacia la UE son productos primarios, el 83% de los productos importados desde la UE por América Latina, son manufacturas[8]. Lentamente, la UE va desplazando a los EEUU del escenario comercial y financiero, aunque no así del geo-político. Este aumento (no tan) silencioso de los intereses económicos en la UE ha ido de la mano de empresas como Telefónica, Santander, FENOSA, Endesa, Suez, Shell, Repsol, Veolia, etc. Transnacionales que se hicieron, literalmente, la América en el proceso de privatización y consecuente pauperización social de los ’90. Estas empresas, como era de esperarse, no han tenido un desempeño más ético que las transnacionales yanquis United Fruit Company o la Kenecott. Las guerras del agua en El Alto, Bolivia, están como botón de muestra para los incrédulos. A fin de cuentas, el capitalismo tiene un único rostro y está signado por el enriquecimiento de pocos con el empobrecimiento de muchos. Cualquiera con un mínimo conocimiento de la historia reciente de la penetración financiera y de inversiones de la UE en América Latina sabe que todo el cuento de la “globalización alternativa” europea, no es más que una falacia barata. Y esta globalización “alternativa” tiene a América Latina en la mira con su nueva máscara: Los Acuerdos de Asociación (AdA). ¿Qué son, en estricto rigor, los Acuerdos de Asociación?Son acuerdos que buscan redefinir las relaciones de la Unión Europea con el tercer mundo. Se fundamentan en tres áreas: Diálogo Político[9], Cooperación[10] y Comercio. Pese a toda esta retórica, no son más que acuerdos de libre comercio[11]. Este hecho queda claramente demostrado en que la comisión que actualmente negocia el AdA con Centroamérica está compuesto por 1 mesa de trabajo de diálogo político, 1 de cooperación y 12 mesas de comercio. Actualmente, la UE está negociando estos acuerdos con América Central y con la Comunidad Andina de Naciones[12]. Las negociaciones son de carácter bi-regional (UE-CAN, ej.) debido a que tal forma de negociación simplifica el proceso de negociación, pero además, porque así se utiliza el mínimo común denominador regional –es decir, la economía más abierta y liberalizada- para imponer esas condiciones al resto de los países. Además, las regiones presentan un atractivo mucho mayor para la UE que cada país por sí solo. Dentro de estas negociaciones, se plantea de manera explícita, por parte de la UE, no recibir ninguna clase de trato discriminatorio respecto a otros socios comerciales, lo que quiere decir que la UE reclama las mismas ventajas que se entregan a Washington con el CAFTA[13]. Dicho de otro modo, un eventual AdA con la UE no puede ser menos neoliberal que el TLC con los EEUU, esa es una de sus exigencias. Puede ser igual, o incluso peor. Si pensaron que con el TLC de EEUU ya lo habían visto todo, falta aún por ver cómo serán los AdAs con la UE. En términos generales, se plantea ampliar la liberalización de mercados de ciertos servicios básicos como son el agua, la energía, el transporte público, la información y las telecomunicaciones, amén de otras demandas como eliminar las barreras para el movimiento de Capitales, eliminar las barreras arancelarias y no arancelarias al comercio, mayor acceso a los inversionistas europeos y protección a éstos, liberalizar el acceso a recursos estratégicos y a contratos públicos, etc[14]. Los efectos que esto pueda tener para el pueblo, dadas casi dos décadas de experiencia en esta materia, serían desastrosos. Si bien se habla de considerar las asimetrías entre las partes y aplicar ciertas medidas transitorias que protejan a las partes más débiles a la hora de implementar el libre comercio, no existen mecanismos detallados para saber cómo se piensa hacer esto, y en cualquier caso, se piensa en un período de transición fijo de un cierto número de años. En el caso de las negociaciones de la UE con la CAN, este período es de... ¡diez años apenas! Luego de este período de transición la igualdad de condiciones de todas las partes debiera ser absoluta. ¡Cómo si en una década se le fuera a igualar la ventaja que nos han impuesto por cinco siglos de dependencia, explotación y atraso! La dizque “globalización alternativa” de la UE frente a la realidad...Todo lo que hemos enunciado respecto al AdA UE-Centro América, es consistente con el giro de la UE que se ha fortalecido en lo que va de este siglo. Sencillamente, nos limitaremos a citar fragmentos del comunicado de la comisión de Comercio de la UE “La Europa Global”, los cuales nos pueden dar una idea de lo que se nos viene encima: “Aún no vivimos en un mundo sin aranceles, pero muchos sectores están encaminados en esa dirección. Para Europa, el conocimiento, la innovación, la propiedad intelectual, los servicios y el uso eficiente de los recursos, son las claves para la competitividad” (p.3) “Más que nunca, Europa necesita importar para exportar. Eliminar las restricciones en el acceso a los recursos tales como la energía, los metales y escoria, materias primas incluyendo ciertos productos agrícolas, cueros y pieles, debe ser una prioridad absoluta” (p.7) “En cuanto al contenido, los nuevos Acuerdos de Libre Comercio impulsados por la competitividad deberían ser globales y ambiciosos en su ámbito de aplicación, teniendo como objetivo el grado más elevado posible de liberalización comercial, incluida una amplia liberalización de los servicios y la inversión” (p.10) “Los servicios son la piedra angular de la economía de la UE. Representan el 77% del PIB y del empleo, un área de ventaja comparativa europea con gran potencial para el crecimiento de las exportaciones europeas. Gradualmente, la liberalización del comercio global en servicios es un factor de importancia para el crecimiento económico futuro (...) los contratos públicos es otra área de un gran potencial, aún no explotado, para los exportadores de la UE. Las empresas de la UE son líderes mundiales en áreas como equipos de transporte, obras públicas y utilidades. Pero se enfrentan a prácticas discriminatorias con casi todos nuestros socios comerciales, los que en efecto cancelan así oportunidades de exportación” (p.8). Por más que disfracen de una retórica humanista y desarrollista este TLC, el pueblo sabe muy bien lo que se esconde detrás de las loables intenciones del capitalismo global. Es sabido el impacto que los tratados de libre comercio han tenido en nuestra región: en México comunidades completas dependen solamente de las remesas que los familiares en EEUU les envían. Este ha sido el único salvavidas de una catástrofe absoluta. Pero con el aumento del costo de vida y con la baja del dólar, esta situación amenaza con reventar en cualquier momento, dejando a millones en una situación completamente desesperada. Ciertamente que el grueso de los impactos negativos sobre la economía mexicana y la exacerbación de sus contradicciones, provienen de la aplicación del NAFTA, pero lo que es seguro es que el TLC con la UE no ha ayudado en nada y antes bien ha contribuido a empeorar la situación económica del pueblo mexicano. Desde la entrada en vigor del TLC EU-México en el 2000, el déficit comercial mexicano con la UE ha aumentado en un 79,6%; se ha incrementado el control oligopólico de la banca, hoy día concentrado en 4 bancos, tres de los cuales son europeos (BBVA, HSBC y Santander), caracterizados por sus prácticas usureras y que controlan más del 50% de la banca mexicana; la privatización de servicios tales como electricidad y agua, que han redundado en graves irregularidades, grandes ganancias y en un servicio pobre y caro; el diálogo político ha sido utilizado para presionar más apertura económica; y por último, la cooperación ha estado concentrada en proyectos de interés para las firmas europeas, principalmente de infraestructura, y no se ha tomado en consideración las necesidades de las poblaciones locales. El TLC firmado entre Chile y la UE, no ha tenido mejores resultados: ha reforzado la penetración europea en los sectores primario-exportadores en Chile en lugar de producir la tan mentada diversificación de las exportaciones, a la vez que el desempleo ha aumentado, en vez de reducirse como era esperado con los flujos de capitales europeos que supuestamente producirían nuevas plazas de trabajo[15] Estos ejemplos concretos ilustran bien el impacto que un eventual “Acuerdo de Asociación” podría tener en las aún más frágiles economías centroamericanas. Sirva esto como un llamado de atención para estar alertas con lo que se nos viene. ¿Qué hacer entonces?Lo primero es lo primero: dar a conocer estos acuerdos que nos quieren meter sin siquiera un asomo de discusión. Exigir información. Si no la dan, buscarla. Asumir una postura activa y no esperar a que la Divina Providencia nos libre de todo mal. Alertar al pueblo, por lo menos, que las organizaciones populares se pronuncien. Y tener en cuenta que estamos en una carrera contra el tiempo: se acordó comenzar las negociaciones en Junio del 2007, la primera ronda de negociaciones ocurrió en San José de Costa Rica en Octubre del 2007[16], la segunda ronda tuvo lugar en Febrero en Bruselas[17], y las siguientes rondas se esperan para Abril en El Salvador, para Julio nuevamente en Bruselas, para Octubre en Guatemala, y en Diciembre de este año debiera estarse concluyendo el acuerdo en Bruselas. Tenemos menos de un año y la burguesía está determinada a sacar este acuerdo a como de lugar cuanto antes. La tarea de oponerse a él no es fácil: estamos viviendo un verdadero aluvión de acuerdos de libre comercio que nos quieren hacer pasar como inevitables, y peor aún, que por su omnipresencia llevan a muchos en el campo popular a observarles a la distancia con un cierto aire de resignación. Pero hay manos a ambos lados del océano que están tendidas para colaborar en una tarea conjunta de lucha en contra de estos acuerdos. Pues, a fin de cuentas, lo que está en juego es demasiado, no solamente hacia la CAN o hacia América Central, sino que hacia el propio pueblo europeo que debido al carácter bi-regional de estos acuerdos, verá también sus propios servicios bajo la amenaza de las empresas transnacionales. Es necesario generar esa conciencia de que no estamos solos, pero también la voluntad necesaria para tender los puentes solidarios que nos permitan combatir hoy el futuro de explotación que nos quieren imponer y que mañana nos permita forjar el futuro de solidaridad que crece en nuestros corazones. José Antonio Gutiérrez D. |
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