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Haití: La Cara Sucia de las Razones Humanitarias

category américa central / caribe | imperialismo / guerra | opinión / análisis author Tuesday June 21, 2005 03:52author by Jose Antonio Gutierrez D. Report this post to the editors

Sobre el golpismo yanqui en Haiti (Abril del 2004)

Este articulo fue preparado en abril del 2004 y publicado por OSL-Argentina, en Buenos Aires como un folleto.... hoy, a mas de un año de la intervencion criminal, donde el gobierno chileno no solo fue complice, sino que participo activamente en la masacre haitiana, las victimas se siguen contando (ya van 10.000) y la resistencia sigue sumando fuerzas, pese a la adversidad. Pronto, prepararemos una segunda entrega de este trabajo (con informacion actualizada y algunas observaciones que vale la pena readecuar, como el uso del termino chimere, por ejemplo) y esperamos que la segunda entrega se vea acompañada de acciones practicas de solidaridad con el pueblo haitiano.... Ninguna lucha sin solidaridad!
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LA INVASIÓN A HAITÍ: LA CARA SUCIA DE LAS RAZONES HUMANITARIAS

¿Por qué la Naturaleza, que todo ha creado
Creó esa planta la cual nos extenúa con trabajo?
Nuestro aliento la ventila, nuestras lágrimas la riegan,
Nuestro sudor viste el suelo sobre el cual crece.
Piensen los amos, cuyo corazó es de acero,
Piensen cuántas espaldas se han reventado
Por las dulzuras con que sus cañas pagan

(William Cowper, 1788, “Lamento del Negro”)

En las novelas policiales, el asesino siempre vuelve a la escena del crímen. En política internacional, ocurre algo parecido. Los EEUU tienen por costumbre volver a aquellos países que ya han devastado, que ya han intervenido, asegurándose siempre de tener sobre estas regiones las riendas sujetadas bien firmemente. Haití es una de esas pobres víctimas sobre las que el imperialismo se ha ensañado, y ha estado por dos siglos estrujándole hasta el último centavo, hasta la última gota de sudor y sangre. Recientemente, la intervención “humanitaria” de Bush y Co. ha vuelto a poner a esta pequeña nación en el quehacer noticioso. Nuevamente, para nuestra prensa, Haití existe.

Pero no puede entenderse la actual coyuntura haitiana, simplemente, desde las “fallas” del derrocado gobierno de Aristide, o desde los hechos de violencia que lo precipitaron: es necesario abordar el problema en toda su complejidad, mirar en su profunda dimensión histórica, para constatar como las cadenas del pasado sobreviven en el tiempo para determinar la actualidad, colándose, como el viento, por las rendijas de la historia, en el presente. Y constatar cómo no hay cambio posible, mientras no haya voluntad política y resolución para enfrentar ese pasado que, como un espectro desde el borde de nuestro siglo, observa celoso al embrión que se incuba en los más hondo de la sociedad haitiana y latinoamericana. La historia de Haití es indisociable de esa herencia de opresiones, bajo la forma del Amo, del Maitre, del Master. Pero no sólo están esas raíces temporales, hondamente clavadas en la realidad haitiana, configurando el rostro de su actual sociedad; también está esa secuencia interminable de hechos relacionados y concatenados, que deben comprenderse para entender donde se ubica Haití dentro del panorama internacional actual. Es necesario discernir el lugar que ocupa este pequeño país caribeño en el cuadro de las relaciones internacionales, para constatar las estrechas vinculaciones entre lo que sucede en Haití, con lo que pasa en Venezuela, en Irak, y para poder comprender un hecho tan inverosímil, como que Chile esté interviniendo militarmente en el otro extremo de nuestro continente. La intervención militar entusiasta del payaso pro-yanqui de Lagos, no constituye un hecho del azar, sino que es fruto de una derivación peligrosa en el panorama internacional, a la cual los revolucionarios en general, y los anarco-comunistas en particular, debiéramos tomarle el peso que se merece.

Con la intención de poder entender el proceso haitiano dentro de su perspectiva sincrónica y diacrónica, inserto en el pasado y el presente como una unidad histórica, es que es necesario comenzar este trayecto en los albores coloniales de Haití. Intentaremos poder comprender, así, la real naturaleza de este opresor cancerbero capitalista que muerde incesantemente al pueblo haitiano y latinoamericano, y que es necesario enfrentar decididamente en todas sus manifestaciones para poder alcanzar la liberación que se impone como necesidad de primer orden para los explotados y oprimidos del mundo, ante la agresividad que muestra el capitalismo y el imperialismo, aún bajo sus mascaras “humanitarias”.

HAITI, FRUTO DEL GENOCIDIO Y LA ESCLAVITUD: DE DECIR “SI, AMO” A DECIR “OUI, MAITRE”.

Haití está en una isla en medio del Caribe, compartida con República Dominicana; en épocas de la conquista de América por los españoles, esta isla fue llamada La Española (Hispaniola). Y sus habitantes originarios, los Taínos, que llamaban a esta isla Quisqueya, tuvieron el dudoso “privilegio” de ser la primera población americana en encontrarse cara a cara con los hispanos en 1492. Inmediatamente, los Taínos fueron forzados a trabajar en los lavaderos de oro y en yacimientos auríferos, para gloria de “Su Majestad” el rey de España, y para satisfacer la ambición de la naciente burguesía y la nobleza de entonces. Este trabajo forzado, resultaba un concepto absolutamente extraño al modo de vida tradicional de los caribeños, por lo que éstos se mostraban un tanto levantiscos y rebeldes ante sus nuevos amos. Las sucesivas rebeliones indígenas, llevaron a que Colón debiera ocupar militarmente la isla en 1495 y a someter por la fuerza bruta a una población que se mostraba reacia a dejarse gobernar o explotar. Se impusieron brutales tributos en oro sobre los nativos, y quienes no eran capaces de alcanzar las sumas requeridas por la codicia hispana, eran salvajamente castigados, cortándoseles una mano o asesinándoles. Pronto, el asesinato impune sobre los Taíno, hizo que éstos optaran por ahorrar trabajo a los amos europeos y comenzaran a asesinar a sus propios hijos y recién nacidos, a fin de que no sufrieran el destino que ellos debían padecer en carne propia. El holocausto al que esta población fue sometida, llevó a que muchos indígenas optaron por la muerte por sus propias manos, es decir, por el suicidio, el cual las más de las veces era colectivo. Se envenenaban o ahorcaban, todo con fin de huír de la esclavitud a que los sometía la Corona española.

En 1493, se calcula que la Española tenía unos 3.000.000 de Taínos; en 1514 quedaban tan sólo 22.726 en edad de trabajar (lo que significaba desde los 14 a los 70 años, según los rapaces estándares coloniales); para 1519, o sea, 27 años después que Colón “descubriera” el Nuevo Mundo (el cual estaba enteramente descubierto y poblado desde Alaska hasta Tierra del Fuego), los Taíno ya eran parte del recuerdo de los primeros conquistadores y escasamente se podía encontrar alguno, puro o a lo más, mestizo. En una pavorosa expresión de Darwinismo social, los Taíno no habían sobrevivido la prueba de la explotación a manos españolas. En 1515, para suplir la falta de mano de obra local, los indígenas de las islas vecinas de Aruba, Curacao y Bonaire son llevados a la isla… sin embargo, éstos tampoco tardaron en correr el mismo destino. Pero las Colonias no se podían despoblar, y los ibéricos no tardaron en encontrar el substituto perfecto para los desaparecidos indígenas: los negros de Guinea. 10 años después de llegado Colón, llegaban los primeros esclavos negros a la isla. Masas humanas comenzaron a ser transportadas desde África con destino a la isla, enriqueciendo ya no sólo a los conquistadores y las autoridades coloniales, sino que además, a todos los involucrados en el emergente y lucrativo negocio del tráfico de esclavos, que hasta la fecha permanece como una de las más escandalosas verguenzas de la historia humana. Junto a los Taíno, desaparecía, hacia 1520, como principal actividad en la isla, la explotación del oro, y pasaban a serlo las plantaciones intensivas, en particular, la caña de azúcar. 1516 es el año en que la Colonia hace su primera exportación de azúcar a Europa, expandiéndose esta actividad en los años subsiguientes (1530). Los esclavos de Guinea, resultaban perfectos para el trabajo en la caña: tenían una resistente constitución física y soportaban las condiciones de humedad y calor del Caribe.

A mediados del siglo XVI, La Española perdía interés para sus colonos originales, ya que el oro de México o Perú resultaba una presa mucho más cotizada. Desde entonces, el abandono de esta colonia llevará a que los asentamientos españoles sean productores principalmente de ganado. Y mientras España perdía interes en el Caribe, ingleses, holandeses y franceses, ponían sus ojos en la región. Primero, llegan los piratas a saquear las prósperas Colonias hispanas. Así, el pirata Francis Drake asolará las costas de la Española a fines del siglo XVI, arrasando los asentamientos de colonos (1587). Posteriormente, a mediados del siglo XVII, los franceses comienzan a asentarse en la parte occidental de la isla. Bautizan a su colonia Saint-Domingue. Sus primeras plantaciones son de tábaco, el cual comercian con los asentamientos españoles de oriente. En 1697, se realiza el Tratado de Ryswick, entre España y Francia, y los primeros ceden, oficialmente, la parte occidental de la isla a los franceses. Las plantaciones se intensifican y se agrega al tabáco el algodón, el café y el azúcar. Pero poco cambiará para los esclavos de la isla, quienes seguirán despertándose y acostándose con el sol, cortando caña, para que puedan saborear exquisitos postres las cortes imperiales europeas y los banqueros alemanes y holandeses.

La colonia llegó a ser tan próspera durante el siglo XVIII, que fue conocida, como la Perla de las Antillas: hasta 1520 la principal productora de oro, ahora era el principal productor de azúcar y de café del mundo. Pero el régimen mercantilista que Francia impone sobre la isla, desincentiva la producción local en grado sumo: ni siquiera el azúcar es refinada por artesanos de la colonia. Ésta se exportaba cruda y era refinada fuera de ella. Hasta el día de hoy, el azúcar refinada que se encuentra en el Caribe, es toda importada. Las restricciones sobre la producción local, sobre el comercio, y sobre el desarrollo de una clase artesanal numerosa en la isla, acumulan el capital y las ganancias en la metrópoli. Sobre esta base, se asienta la piedra angular de la economía haitiana hasta el día de hoy, como un pesado lastre lanzado sobre las futuras generaciones de ese país. Con perspectiva histórica, además, debe buscarse entender el “subdesarrollo” y el atrofiamiento de la economía haitiana, y no en una mítica “incapacidad genética” de los negros para controlar sus destinos. Así, Haití tempranamente ve todas sus capacidades productivas limitadas a la producción de azúcar bruta. Y en la medida que el azúcar sigue exportándose en grandes cantidades desde la isla, las importaciones se verán reducidas a que siguieran llegando más esclavos, para seguir engordando a los colonizadores y a quienes se enriquecieron a costa del tráfico humano. Los números de esclavos llegados a la isla no eran nada despreciables: 27.000 en 1786, 40.000 en 1787; en 1780, los esclavos eran el 90% de la población de la Colonia, o sea, unas 500.000 almas. Pero debido a las fatigosas jornadas de trabajo, a la mala alimentación y a lo duro del trato de los amos, la mortandad de los esclavos era altísima. Y se suplía este sacrificio con más y más esclavos traídos del África. Hasta que ya no se pudo más. Y la Revolución reventó en 1791, poco después que en Francia.

La Revolución en Haití respondió a las profundas contradicciones acumuladas por un modelo colonialista profundamente inhumano, que reducía al 90% de la población a ser literalmente bestias de carga, pero fue ayudada por la crisis constitucional de 1790 en la isla: se conformó una Asamblea General en Saint-Marc, un asentamiento de la colonia, que decretó una Constitución que rechazaba la autoridad del Gobernador. En este contexto, las míseras condiciones de vida y el esclavismo, todo reventó en la cara de los colonos. Las luchas enfrentaban a tres actores principales: los colonos blancos, los negros libres y los negros esclavos. Nada pudo frenar la rebelión en contra de las autoridades francesas, ni siquiera reformas como la abolición de la esclavitud en 1794. Un año mas tarde, en 1795, el Tratado de Basle, cedía a los franceses el control completo sobre la isla. Las rebeliones continuaron y se alzaba, como caudillo militar de los negros en 1798, Toussaint L’Ouverture, un negro libre. Éste, proclama a la isla “una e indivisible” y ocupa militarmente la parte oriental de la isla en 1801, cedida a las autoridades francesas. Los colonizadores huían desesperadamente de la isla, y los campesinos incendiaban las plantaciones, auténtico símbolo y expresión material a la vez, de su explotación y de su miseria. L’Ouverture era apresado en 1802 por las tropas napoleónicas llamadas a someter la rebelión de los esclavos, y moría de tuberculosis al año siguiente, apresado por la República que cínicamente gritaba a los cuatro vientos “Igualdad, Fraternidad, Libertad”. Pero esta marea humana que marchaba hacia la liberación no podía ser sometida por ninguna autoridad colonial, con lo cual ganaron, a precio de su propia sangre, la independencia y el derecho a ser la primera República Negra, el 1o de Enero de 1804, decretada por Jacques Dessalines, el “padre de la patria” haitiano.

DE LA COLONIA A LA INDEPENDENCIA: DE DECIR “OUI, MAITRE”, A DECIR “YES, MASTER”.

Pero como el ejemplo no era recomendable a seguir por otros países que también tenían sus propios intereses coloniales y esclavos, pronto la naciente República de Haiti (o Ayití, como ellos mismos la llaman en su idioma, el Kreyóle) debió enfrentar el bloqueo de Inglaterra, sumado al de Francia. Por las presiones de las dos potencias colonialistas, EEUU también suspendió el comercio con Haití en 1806. Pese a levantar el bloqueo en 1809, EEUU no reconoció formalmente a Haití hasta 1862, pues pensaban que tener cónsules mulatos o embajadores negros en EEUU, sería mal ejemplo para los esclavos locales. O sea, desde el inicio, este país fue aislado y castigado por quienes hoy dicen intervenir en él por razones “humanitarias”. Otros países fueron reticentes al reconocimiento diplomático; Haití era el hermano leproso entre la comunidad internacional de países independientes. Incluso los independentistas latinoamericanos, como Francisco de Miranda y Simón Bolívar, que habían recurrido a la República Negra pidiendo ayuda para su Ejército Libertador, una vez que conquistaron el poder, le dieron la espalda. Tal vez en sus sueños pan-americanistas, no tenía cabida una República de ex-esclavos. Por otra parte, la economía de la naciente República estaba destrozada tras 13 años de guerra de independencia: los quintales de azúcar exportados desde tierra haitiana descendían de 930.000 en 1781 a sólo 55.000 en 1818. Las cifras son decidoras.

Recién en 1825, Francia reconocerá la independencia de este país, pero le exigirá pagar una elevada indemnización, de 150 millones de francos, lo que equivaldría, actualmente, a 44 veces el presupuesto anual del Estado haitiano (!!!), para lo cual la pobre nación tuvo que endeudarse por cien años (con banqueros principalmente franceses). Tempranamente, este país es sometido arbitrariamente al peso de la deuda con su anterior colonizador. Así, se puede levantar el bloqueo, reemprender los negocios, seguir recibiendo el azúcar, el café, el cacao, sin perder las ventajas de la sujeción económica. Haití, desde 1838, hasta 1883, estuvo pagando al Estado francés, que exigirá este pago de indemnizaciones por las “pérdidas” de los colonos galos que abandonaron sus plantaciones con la sublevación (¿Cuándo será el día en que los colonizados de ayer, reclamemos indemnizaciones por las ganancias que les hemos dado en siglos, perdiendo todo en el camino?). Así, nuestra hermana República ha tempranamente padecido del chantaje económico, de las deudas externas, del bloqueo y del embargo, tácticas tan difundidas a lo largo y ancho de nuestro maltratado tercer mundo, por la osadía de ser la primera República de esclavos negros en alzarse contra los blancos, y demostrar lo falaces de todos los prejuicios racistas contra la autodeterminación de los pueblos. A comienzos del siglo XX, el 80% del presupuesto anual de Haití era absorvido por las deudas externas contraídas para “compensar” a Francia. Alto precio tuvieron que pagar los ex-esclavos haitianos por su libertad.

La República liberal, además, lejos de ser la más alta expresión de la igualdad y la libertad entre los ciudadanos, albergaba en su seno una naciente elite, que tomará el lugar de los viejos amos coloniales. Esta contradicción había ya aflorado en los levantamientos de 1791 entre esclavos y negros libres. La nueva élite dominante trataba de calcar en las “democracias” europeas, modelos a seguir: así, el rey Henri Christophe (1807-1820), se declaraba admirador de Inglaterra, país que le respondió prohibiendo el comercio entre Jamaica (la colonia inglesa más importante en el Caribe) e ignorándola, en términos diplomáticos, hasta después que Francia la reconociera formalmente. De esta manera, azotada por sus contradicciones internas, y por las presiones externas, la República de Haití nacería manca, deforme, desfinanciada, dependiente, monoproductora. Condenada a la pobreza por las fuerzas del mercado. Castigada por lo que ha significado en la historia de la lucha contra la esclavitud y el colonialismo. Y con las cadenas que el capitalismo y los fantasmas del imperialismo y del colonialismo le han obligado a cargar desde su nacimiento, como parodia de la esclavitud de antaño.

Luego de que en 1809 el Este de la isla fuera devuelto a España (quien lo había cedido en 1795), entre 1822 y 1844, Haití, cuyo presidente entonces era Jean Pierre Boyer, ocupará la vecina Colonia española. Terminada la ocupación, nacerá a la vida República Dominicana, la cual nunca perdonará a la nación negra haberse “entrometido” en territorio “blanqueado”. El racismo anti-haitiano como argumento de Estado en República Dominicana alcanzará su apogeo cuando el dictador dominicano Trujillo, estrecho aliado de los EEUU, asesine a 15.000 haitianos en 1937. Ante esta clase de atrocidades, que no escandalizaron en absoluto al gobierno yanqui, el presidente estadounidense Roosevelt declaraba “Trujillo es un hijo de puta, pero al menos es nuestro hijo de puta” (¡curiosamente, hay quienes aún erigen a Roosevelt como paladín de la democracia! Democracia a la norteamericana, probablemente…).

Disputas de poder entre fracciones rivales, que se sucedían en interminables luchas, siempre condicionadas por la omnipresencia francesa, dan la oportunidad para que en 1915, los EEUU puedan invadir la isla, y eclipsar la presencia francesa en su “patio trasero”. Un hecho que precipitó esta acción bélica yanqui, fue el hecho de que Alemania mostraba interés en echar mano sobre Ayití. Su hegemonía en el Caribe, de esta manera, pasaba a ser clara (en el mismo momento histórico, ocupaba Nicaragua y Panamá), y está inserta dentro de sus movimientos para pasar a convertirse en la potencia mundial que desplazó a Inglaterra como principal fuerza imperial en el mundo posteriormente a la Primera Guerra Mundial. La intervención fue justificada en términos enteramente racistas, hablándose explícitamente de Haití como un país de “salvajes” que necesitaban de un control férreo por parte de las potencias extranjeras. Para este fin impusieron una Constitución e implantaron un sistema de trabajo forzado, que no era sino una versión remozada del antiguo sistema esclavista. Así sometieron a la isla caribeña a cumplir la tarea de proveer al mercado yanqui de las materias primas que éste necesitaba (azúcar, cacao, café) y perpetuar su estado monoproductor, con una industria atrofiada y sin mayor diversificación de actividades económicas. La producción azucarera pasaba de representar el 3% de las exportaciones haitianas, entre 1916-1926, a representar el 20% en 1939. La similitud con el modus operandi yanqui en Medio Oriente no deja de sorprendernos, casi cien años después.

Debido a los múltiples problemas generados por el sistema del “trabajo forzado”, el cual se tradujo en nuevas sublevaciones (que produjeron luchadores de la envergadura de Charlemagne Peralte, cabeza del movimiento de resistencia Cacos, brutalmente asesinado por los lacayos del imperialismo yanqui el 1 de noviembre de 1919), los marines yanquis permanecieron como fuerza de ocupación hasta 1934, y éste sistema fue finalmente descartado por los costos de su imposición. Cabe destacar que durante el período de la ocupación, los EEUU no mostraron ninguna clase de interés en desarrollar Haití, ni siquiera en un sentido capitalista, prevaleciendo una economía de subsistencia, al lado de las plantaciones cafeteras y azucareras. Es más, la pauperización haitiana se vio acrecentada, precisamente, a costa de la intervención yanqui. Luego del retiro de las tropas de EEUU, una serie de caudillos rivalizan por calentar el sillón presidencial por un tiempo, hasta que un dictador logra asentar brutalmente su poder, con el gentil auspicio del Tío Sam: Francois Duvalier, más conocido como Papa Doc. Este “humilde” doctor (de ahí el apodo paternalista con que él mismo se designó, Papa Doc), era Director General del Servicio Nacional Público de Salud en 1946, para luego convertirse en Ministro de Salud y de Trabajo. Opuesto al Golpe de Estado de Paul Magloire en 1950 se retiró de la vida pública, hasta una amnistía decretada en 1956. Alcanza el poder en unas elecciones, por decir lo menos, corruptas en 1957, año que inaugura el inicio de una de las dictaduras más brutales que se recuerden en América Latina, bajo la cual la oposición debía enfrentar diariamente (y con la vista gorda de los organismos internacionales bajo dominio norteamericano) la amenaza de la tortura, el asesinato político, la cárcel y la desaparición. Sus adversarios políticos llenaban las celdas en campos de concentración como Fort Dimanche. En 1961, en medio de nuevas elecciones corruptas, es re-elegido y en 1964 se autoproclama presidente “vitalicio”. Su régimen fue un régimen atípico de “terrorismo de Estado”, en el cual la disidencia era suprimida, y donde existían escuadrones de la muerte, los infámemente célebres Tontons Macoutes, que eran auténticas pandillas que aterrorizaban a la población para evitar la expresión del descontento; pero además, el terror asumía un carácter sobrenatural en esta dictadura, y es el uso de prácticas del vudú las que hacen que este tipo de terrorismo estatal sea atípico. Todo en la dictadura estaba diseñado para atemorizar a la población con la idea de que éste controlaba fuerzas sobrenaturales y que quien lo enfrentara, enfrentaba su hechicería. Su vestimenta trataba de asemejar el traje del “Barón Samedí”, el espíritu (loa) de los muertos en el panteón vudú. Para una población devota y fervorosa en lo que se refiere a este tipo de culto, la amenaza no era vista con ligereza. No resulta casual que, incluso, los Tontons Macoutes hayan sido reclutados entre brujos vinculados al vudú, para darles un carácter más aterrador y rodearlos de una aureola de “respeto”. El mismo término Tontons Macoutes, dice relación con unos míticos brujos del panteón vudú que hacen desaparecer gente.

Su régimen, caracterizado por la brutalidad, costó la vida a 60.000 haitianos, masacrados por razones políticas. Todo esto, con la complacencia de la Casa Blanca, quienes tenían en Papa Doc a un fiel aliado, devoto en la Cruzada contra el Comunismo, hostil a Cuba y a las ideas de igualdad social: durante su régimen, el analfabetismo alcanzaba al 90% de la población; en 1963, los ingresos per cápita bordeaban los U$ 80 al año y el 64% de los ingresos estatales son apropiados en una red de corrupción, yendo a parar directamente a cuentas en Suiza. Duvalier, además, organizó un verdadero tráfico de trabajadores haitianos hacia República Dominicana, a la más pura usanza esclavista: en 1966 en República Dominicana había 500.000 haitianos trabajando, de los cuales 40.000 trabajaban para CEA, la compañía azucarera estatal. Por cada haitiano traficado, Duvalier recibía U$ 60 pagados por el Estado dominicano. Todo esto, con pleno conocimiento del gendarme de América del Norte. Cuando Cuba invade Haití el 12 de Agosto de 1959, con la idea de deponer al dictador, EEUU le brinda todo su apoyo a Duvalier.

La vida de Papa Doc llega a su término en 1971, sucediéndole su hijo, Jean Claude Duvalier, Baby Doc. Él continúa la política de exterminio de la disidencia y las prácticas de terrorismo de Estado, como buen “hijo de Tigre”. Pero para entonces, los EEUU ya no están contentos con sólo mantener las plantaciones. En esta época comienzan las experiencias de “aprovechamiento” de las ventajas comparativas de una mano de obra barata (o más bien abaratada) por parte de los capitalistas estadounidenses, con vista a ciertas manufacturas. En Brasil, esto ocurría bajo la dictadura (desde 1964 en el poder) y en México, con las maquiladoras en Tijuana, desde 1968-1970. Se aprovecha, así, una mano de obra a precio de servidumbre, para incorporarla a la industria manufacturera en áreas de nula calificación. Este “desarrollo” de la industria manufacturera, no está diseñado para satisfacer localmente los productos de primera necesidad de la población local (vesturario, transporte, electrodomésticos, etc.), sino que para satisfacer una demanda estrictamente extranjera. Como resultado, no se desarrolla un mercado interno, porque no hay necesidad de aumentar los salarios para elevar la capacidad adquisitiva de la población local y así sustentar la industria local; como la demanda es estrictamente producto del mercado externo, el mercado laboral interno permanece inalterado, y se mantienen los salarios de subsistencia. O incluso, éstos se rebajan a la fuerza por las dictaduras. Negocio redondo para las Transnacionales y para una burguesía haitiana raquítica y absolutamente dependiente del imperialismo de EEUU. Comienzan a instalarse, en ese momento, en la frontera con República Dominicana, Zonas Francas, que no son más que maquiladoras haitianas, en las cuales se borda ropa, se ensamblan pelotas de béisbol, equipos eléctricos y cintas de audio (cassettes), por trabajadores, muchos de ellos niños, que no obtienen un salario menos escuálido que sus hermanos de las plantaciones. Y por supuesto, con sueldos mucho menores que los que recibiría un obrero gringo por el mismo trabajo (de ahí la ventaja comparativa para los capitalistas). Y todo para exportación. Baby Doc hizo bien su trabajo, apoyado por sus amos de Washington y sustentado por su ejército de Tontons Macoutes: no sólo mantuvo los salarios de hambre de las plantaciones, sino que fue capaz de aún presionarlos más, al límite de la supervivencia humana. Se calcula que entre 1971 y 1975, período en el que se da un auténtico boom de las “zonas francas-maquiladoras” haitianas y de la inversión de EEUU en el país, los salarios son reducidos en un 25% de su valor real.

El año 1970, el 74,2% de la población activa está ocupada en la agricultura; para 1982, este número desciende a 64,9%. Lo mismo ocurre en el Producto Interno Bruto (PIB): entre 1974-1975, la agricultura representa el 40,9% del PIB. En 1983, representa el 33%. Como contraparte, el porcentaje del PIB representado por las manufacturas, aumenta de un 13,7% en 1975, a un 17,8% en 1980. Esta mano de obra empleada en las manufacturas, representa una economía de enclave, en que la subcontratación es la regla. Cabe destacar que Haití secunda sólo a México, como principal economía de subcontratación de los EEUU en occidente (por lo que la comparación de las Zonas Francas haitianas con las Maquiladoras mexicanas representa algo más que una simple analogía formal).

Mientras la clase trabajadora y popular de Haití se empobrecía, el dictador se enriquecía, y amasaba jugosas fortunas en cuentas nacionales e internacionales. A modo de ejemplo, el año 1980 el FMI entrega, en préstamo, U$ 22 millones de ayuda a Haití, de los cuales, U$ 16 millones pasan derechamente a la cuenta de Baby Doc. Pero el pueblo haitiano también amasaba lo suyo: la bronca por los siglos de postergación y humillaciones, por el hambre, la pobreza y el cansancio de una explotación feroz. Comienza, entonces, un nuevo ciclo de protestas que llevará a que la Casa Blanca “recomiende” a la dictadura de Baby Doc introducir reformas democráticas, para evitar un levantamiento popular. Esto no es posible por la tosudez del dictador y los levantamientos populares se suceden uno tras otro, con fuerza incontenible, a lo que impotentemente la dictadura es capaz de responder sólo con más represión. Hasta que Duvalier, luego de elecciones fraudulentas en 1985, en las que obtiene el 99% de apoyo, es obligado a escapar del país en 1986, no sin antes haber desfalcado las arcas nacionales, para pasar una feliz jubilación en Cote d’Azur, protegido por la comunidad de capitalistas internacionales, con EEUU y Francia a la cabeza, que le están eternamente agradecidos por “favores concedidos”.

Durante su dictadura, se estima que Baby Doc robó U$ 800.000.000 a Haití; aparte de los muertos, hay razones de sobra para que el dictador sea juzgado en Tribunales Internacionales, cosa que no ocurrirá, porque en ellos Baby Doc podría hablar demasiado sobre sus anteriores amos de Washington y París. Por los yanquis, mejor que se quede calladito, no más. Como otras transiciones en Latinoamérica (ej. El caso chileno es el mejor ejemplo de ello) o en otras partes del mundo (ver nuevamente el caso iraquí, o Sudáfrica), la transición “democrática” de Haití es vigilada bien de cerca por el totalitarismo yanqui, con el fanático de Reagan en el poder. En el caso de Haití, que tiene por particularidad que la “válvula de escape” democrática libera tensiones por siglos de explotación y miseria absolutas, se permite que el pueblo masacre a los Tontons Macoutes y a algunos responsables menores de las violaciones a los derechos humanos en Haití durante décadas. Pero se protege, por otra parte, a Duvalier y los altos responsables de la dictadura, por los compromisos que hay entre medio de ellos y el imperialismo. Entonces, no se toca al dictador y diversas juntas administran el país (procurando que las condiciones económicas no cambien mucho) desde 1986 hasta 1990, año en que hay elecciones libres por primera vez en la historia de Ayití. Aparece como figura notable en estas elecciones un cura salesiano, adepto a la Teología de la Liberación, conocedor de la miseria de los pobres del país, ya que no sólo predicaba en las villas miserias haitianas, sino que vivía en ellas y compartía la suerte de los explotados, y que con sus apasionados discursos encendía la pasión de las masas. Denunciando al imperialismo yanqui, a las clases dominantes locales, al sistema, se abría paso como un vendaval de esperanza en el alma de los pobres de Haití. Este personaje era, ni más ni menos, que Jean-Bertrand Aristide. El pueblo, con cariño, le llamaba Titid.

ARISTIDE: ENTRE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL.

Y el pueblo votó por él. Gana las elecciones con 67% de los votos en diciembre de 1990. Pero también se gana la desconfianza de la Casa Blanca, y el entonces presidente de EEUU, George Bush padre (llamado Papa Bush, por el periódico francés Le Monde Libertaire), representante de los más rancios sectores republicanos yanquis, no veía con buenos ojos el discurso populista de Aristide. Y antes de poner a prueba su consecuencia, no le da oportunidad de gobernar más que unos cuantos meses, y favorece un golpe de Estado en el cual la CIA estuvo directamente involucrada. Se impone como nuevo dictador, el 29 de Septiembre de 1991, con la simpatía de Bush, de la elite local y de los ex-duvalieristas, el militar Raoul Cédras. Aristide se exilia a los EEUU, donde es adoctrinado por la clase política yanqui, mientras la masacre en el país sigue su curso, y cuenta los muertos por miles –se estiman en 4.000 los asesinados por esta dictadura, casi todos provenientes de las capas más empobrecidad de la sociedad haitiana. Muchos que huían del nuevo dictador, como ya había ocurrido en época de los Duvalier, eran devueltos en las costas de Miami a Haití. Los EEUU, país que se llena la boca con sus razones “humanitarias”, devolvía a los haitianos a la isla, a enfrentar una muerte segura. Todos los deportados sufrían la prisión o el asesinato. Llama la atención el trato diferente que recibían los balseros cubanos de los balseros haitianos: los cubanos eran bien recibidos y los haitianos, deportados. ¿Por qué? Porque de los cubanos se podía extraer provecho político y usarlos en la denuncia al régimen de Castro en Cuba, y los haitianos resultaban incómodos, al evidenciar la situación escandalosa de una dictadura “amiga” de los EEUU y que Washington no tenía ningún interés de desestabilizar.

Durante este período, los EEUU toman distancia discursiva del dictador Cédras y su régimen sustentado en el terror y escuadrones de la muerte (el llamado FRAPH). Declaran un embargo económico

Fue sólo cuando Aristide comprendió que más vale tener a los EEUU de aliados que de enemigos, y con el cambio de presidente en los EEUU, al asumir Clinton, demócrata y más proclive a regimenes liberales títeres de la Casa Blanca que a dictaduras abiertas, que se sella el término de la dictadura de Cédras, que cumplió el fin de recordar a los haitianos los límites de la democracia. El 19 de septiembre de 1994, 20.000 US Marines ocupan Haití, y traen de vuelta al derrocado presidente Aristide. Como la Constitución haitiana prohíbe la elección por dos períodos consecutivos de un mismo presidente, Titid no toma la presidencia directamente, sino que ejerce el poder de forma indirecta a través de un estrecho colaborador, Réné Préval. La primera medida que toman, es disolver al ejército para evitar futuros golpes de Estado. El partido Fanmi Lavalas (Familia Avalancha) en el poder, ahora favorece la implementación de ajustes estructurales y programas de austeridad diseñados por el FMI, como la flexibilidad salarial, que benefician a los intereses transnacionales en las Zonas Francas, en perjuicio del pueblo haitiano. Estudios llevados a cabo por el National Labour Comitee de EEUU, demuestra que las industrias de Walt Disney en Haití pagan 7 centavos de dólar a las trabajadoras haitianas por un piyama que se vende en Miami a U$11,97. Con lo cual, estas trabajadoras perciben un salario de 28 centavos de dólar la hora. Para entender lo que significa la plusvalía extraída a estas proletarias, hay que tener en mente que tan sólo trabajando 156 años, alcanzarían a ahorrar las ganacias que sus productos producen en Walt Disney ¡en una hora!!!. Lavalas se compromete a priorizar el pago de la deuda externa y a llevar adelante un proceso de apertura económica a las exportaciones agrícolas de EEUU, país que exige levantar los subsidios a la agricultura haitiana… pese al hecho de que el arroz importado desde EEUU a Haití estaba subsidiado en su país de origen. Esta apertura termina por destruír gran parte de la agricultura haitiana, uno de cuyos pilares, en el último tiempo, había pasado a ser el arroz. Además, privatiza el sector de telecomunicaciones, teniendo por beneficiarios (¡sorpresa, sorpresa!) a sectores ligados al Partido Demócrata en EEUU. El proceso de pauperización de la población haitiana es llevado a extremos inimaginables, lo que resta base social de apoyo a Aristide entre los pobres que alguna vez habían depositado tantas esperanzas en él.

Pero el partido Lavalas no parecía suficientemente radical en su neoliberalismo para los buitres del Partido Republicano de EEUU, que exigían privatizar hasta el último rincón de la paupérrimo país caribeño, y que seguían desconfiando del pasado izquierdista del cura Titid, quien se mostraba reacio a privatizar en exceso, y preferían en el poder a alguien más confiable, que desde siempre haya sido leal a Washington. Desde su mayoría parlamentaria, boicotean, desde 1995 toda clase ayuda económica al isla, y exigen, a rajatabla, el pago a la deuda externa haitiana (sin importarles los costos sociales que ello acarrea), que alcanzaba la inmensa cifra de U$ 1.200.000.000 en 1999. El país se hunde por todas partes: apenas logra mantenerse a flote gracias a los U$ 300 millones que recibe al año por parte de los 2.000.000 de emigrados haitianos, lo que constituye casi el equivalente al presupuesto anual del Estado de Haití. En 1999, el partido Lavalas pretende captar más fondos a través del plan “turismo-diáspora”, que estimularía a los locales en el extranjero a pasar vacaciones en la isla (el turismo con los agentes extranjeros, como nueva forma de mercantilismo, deja todas las ganancias en las lineas aéreas y agencias, dejando nada a Haití). Pero la economía real haitiana está en bancarrota (¿alguna vez no lo estuvo?), y el 80% de su población se encuentra sumida en la pobreza extrema y el 60% de la población está desempleada. Del 40% que tiene empleo, el 66% se desempeña en labores agrícolas, el 25% en el sector Servicios y el 9% en las industrias de las Zonas Francas. Además, se deben sumar a esto las profundas desigualdades sociales dentro de la misma sociedad haitiana, que la hacen una de las que presenta una lucha de clases de las más agudas en el continente: un 1% de la población posee la mitad de las riquezas y el 4% posee alrededor de un 65% de la tierra. El PIB es de aproximadamente U$ 10.600 millones (2002), debiendo corresponder el ingreso per cápita a unos U$ 1.400, pero alcanzando en realidad apenas a unos U$ 368 al año, debiendo, la mayoría de los haitianos sobrevivir con menos de un dólar al día.

El año 2000, el partido Lavalas vuelve a ganar las elecciones (con una participación electoral escuálida, de tan sólo el 10% de la masa votante), y Aristide es elegido nuevamente presidente, con un 91% pero sin el aura de “tribuno” que lo caracterizaría en los años 80 y que lo haría tan popular entre los pobres de Haití. Ahora muchos comenzaban a mirarlo con desconfianza; no sólo por su nueva orientación económica, sino también por escándalos como el asesinato de sindicalistas de Batay Ouvriyé (Batalla Obrera) el 27 de mayo del 2002, en que el gobierno, en vez de aclarar la situación, termina encarcelando sindicalistas y reprimiendo a las víctimas; otro escándalo fue el de las Cooperativas: el presidente estimuló a los ahorristas a ahorrar en Cooperativas, con tasas más que favorables, de 140% anuales… pero al poco andar, éstas quebraron y el dinero de los ahorristas desapareció. La única medida que tomó el gobierno, fue reprimir a la asociación de victimas de las cooperativas, encarcelando a su dirigente Jean Georges. En este momento, además, los Republicanos deciden endurecer su linea y ese año, Préval debe afrontar un golpe de Estado fallido con apoyo de la CIA. Los republicanos bloquearon, igualmente, un préstamo de U$ 560.000.000 del Banco Mundial a la isla. Después, EEUU bloquea un préstamo de U$ 400.000.000 aprobado por el BID, obligándole, en julio del 2003 a pagar U$ 32.000.000 por conceptos de deuda externa, lo que se tradujo en desfinanciamiento en educación (el área fuerte del gobierno) y salud, y en el término del subsidio al combustible, lo que a su vez, se tradujo en alza en el precio del petróleo y en una espiral ascendente inflacionaria. Se endurece el embargo a Haití, el cual es apoyado por la Comunidad Europea, cuando Aristide comete la “insolencia” de exigir a Francia la devolución de los pagos por compensaciones entregados en el siglo XIX por Haití, correspondientes a 22 mil millones de euros, en su valor actual y con reajustes. A esta altura el cura ya no es más simpático para los franceses tampoco. Y menos, cuando emite opiniones críticas (que nunca se traducen en prácticas muy consecuentes, a decir verdad) a la Globalización y a la flexibilidad salarial impuesta por el FMI en Haití (en contradicción a las leyes sobre el salario mínimo establecidas por el mismo Aristide). Además, se muestra “lento” y reticente a las privatizaciones. Así, Titid se encuentra entre dos fuegos: por una parte, es víctima de la desconfianza de los EEUU y sus lacayos en el mundo diplomático y financiero, debido a su discurso populista, que no está dispuesto a implementar en la práctica, pero que mantiene para no echarse encima al pueblo. Y por otra parte, sufre también de la desconfianza popular, porque, pese a su discurso populista, ven que implementa las medidas neoliberales diseñadas por el FMI que él mismo critica e introduce programas de austeridad en detrimento de los intereses populares, para no echarse encima a la Banca Mundial y a los poderes fácticos de la Comunidad Internacional de EEUU y la Unión Europea. Por tratar de quedar bien con Dios y con el diablo, por no ser ni chicha ni limoná, al final Titid queda solo, sin apoyo popular sustancial, y huérfano de la comunidad financiera internacional y la ayuda económica. Queda solo, al timón de un Estado raquítico, y con una burguesía minúscula, pero poderosa en la política interna, que es enteramente hostil a su mandato. Pero sería incompleto decir que estaba simplemente solo: tenía a todos, en mayor o menor medida, en su contra, al pueblo y a la burguesía, al frente interno y al frente externo. Y debería sustentar su frágil poder en milicias informales llamadas los Chiméres. El escenario estaba listo para deshacerse de un elemento que ha resultado molesto para las políticas expansionistas yanquis en los últimos veinte años.

EL GOLPISMO EN HAITÍ: TERRORISMO YANQUI EN ACCIÓN

EEUU se decide a aplicar, desde el año 1998, una política más agresiva de desestabilización del régimen, por definición inestable, de Puerto Príncipe (aparte de la presión económica y diplomática –el traidor y ex-izquierdista francés Régis Debray encabezará gestiones diplomáticas para evitar que los países vecinos a Haití celebren los 200 años de vida “independiente” de la República Negra, cumplidos a comienzos de año). Con ayuda del Instituto Republicano Internacional, organismo político para financiar partidos pro-republicanos en el mundo, en 1998 forman la Convergencia Democrática, que resucitará en Septiembre del año pasado como Grupo de los 184 (G-184), cuya cabeza es André Apaid, burgués haitiano de origen estadounidense, propietario de industrias maquiladoras textiles, antiguo partidario de la dictadura de los Duvalier –sus 4.000 trabajadores ganan tan sólo U$0.68 al día, menos que los U$1.50 diarios legales. Ellos han jugado a la oposición “democrática”, negándose, por ejemplo, a nombrar participantes para la Comisión Electoral, demorando las elecciones parlamentarias, y boicoteando procesos eleccionarios como el del año 2000. A ellos se suman, dentro del G-184, otros representantes de la “sociedad civil” (o sea, representantes de la burguesía no representada explícitamente en ningún partido) como sindicatos amarillos de técnicos y profesionales y algunas agrupaciones estudiantiles.

Por otra parte, desde el 2001 (año en que se frustran dos intentos de Golpe de Estado) financian a los adversarios de Aristide refugiados en República Dominicana. Los que consisten en gente de la calaña de Guy Philippe, ex jefe de policía en Puerto Príncipe, vinculado al tráfico de droga en aquel puerto y ex-golpista (2002), cuyos héroes son los asesinos Pinochet y Ronald Reagan, o Louis Jodel Chamblain, líder de los escuadrones de la muerte del dictador Cédras (1991-1994), acusado de asesinar más de 3.000 partidarios de Aristide, y entusiasta duvalierista, así como de otros miembros del disuelto ejército de Haití. Ellos han sido debidamente denunciados por la Plataforma de Organizaciones Haitianas de Defensa de los Derechos Humanos. La CIA los entrena, y les consigue fusiles M-16, auténtico símbolo del terrorismo yanqui en el mundo. Incluso, en febrero de 2003, 200 soldados de fuerzas especiales de EEUU, viajan a República Dominicana, con autorización del presidente dominicano, Hipólito Mejía, a entrenarlos. Estas bandas armadas por la CIA venían desde hace un tiempo realizando escaramuzas y ataques en la frontera con Haití, usando a República Dominicana como base, e incursionando en el centro y en el norte, para atacar a activistas de Fanmi Lavalas. Esta es la oposición que no reconocen, pero que alimentan, la que critican sutilmente (cuidándose de no condenarla), pero que, oh, ha surgido supuestamente de forma “espontánea”, supuestamente “al margen” de la influencia yanqui, pero que curiosamente encaja perfecto en el puzle de la desestabilización. La oposición oficial se distancia de ellos, pero atrás del telón, estan hermanados. Así, pueden aplicar indirectamente la fuerza sin necesidad de preocuparse por eventuales cuestionamientos sobre derechos humanos o condenas por parte de la comunidad internacional.

Esta política es calcada a la aplicada en Chile, durante el período de la Unidad Popular, donde liberan la lucha por mantener los privilegios de la burguesía a dos frentes: uno oficial, “democrático, a través del parlamento y los partidos oficiales (en Chile fueron el Partido Nacional y la Democracia Cristiana), así como por agrupaciones de la “sociedad civil” (organizaciones gremiales, sectores estudiantiles –UC- y profesionales) y otro frente, no oficial, no reconocido, pero igualmente financiado, a través de grupos de “choque”, como fue Patria y Libertad. Además, de la presión internacional, diplomática y financiera.

La sublevación comienza al mando de Philippe en el norte del país, al mando de un ejército de ex-golpistas y de personajes vinculados a torturas y asesinatos durante las anteriores dictaduras, con ayuda de un ex-Chimére, Butteur Metayer, autoproclamados como el Frente de Resistencia Nacional para la Liberación de Haití (FRNLH), en Gonaives, el día 5 de Febrero, extendiéndose rápidamente hacia el sur. Las ciudades y pueblos van cayendo uno a uno; procediéndose al saqueo por parte de los “rebeldes” del FRNLH y a la ejecución de los militantes del partido Lavalas. Estando Cap Haitien en control, con lo cual el FRNLH controlaba dos de las tres ciudades más importantes del país (teniendo la vista puesta en la capital, Puerto Príncipe), el 21 de Febrero la oposición “democrática” de Apaid, rechaza discutir una solución al conflicto y demanda la renuncia inmediata de Aristide. El 23 de Febrero, hacía su entrada Chamblain, por la frontera central con República Dominicana, con lo que se estrecha el cerco sobre la capital. Finalmente, el 29 de Febrero, soldados yanquis, coordinados con el ejército francés, secuestran a Aristide y lo envían a la República Centroafricana, para luego decir que Titid ha renunciado para evitar un baño de sangre, que de todos modos, ya estaba ocurriendo. Lo cual es desmentido por el propio Aristide, para verguenza de sus secuestradores. A esta altura, ya habían muerto cien haitianos en el conflicto, a lo que la revista The Economist (06/03/04) dirá, en tono casi complaciente, “No ha habido nada como un baño de sangre, de hecho, menos de cien personas han sido asesinadas desde el inicio de los actos de violencia”. Me pregunto que diría esta misma revista si las víctimas no fueran haitianos, sino ciudadanos de los EEUU, y si la matanza no estuviera ocurriendo en el Caribe, sino en Nueva York. Sin lugar a dudas, la reacción habría sido otra.

En estos momentos, EEUU se decide a entrar en escena, con la excusa de una intervención humanitaria, para evitar derramamiento de sangre inútil. Francia, país con intereses en la región, le acompaña. Se suman ejércitos títeres de Australia, Canadá y ¡Chile!!! para dar la apariencia de una coalición “humanitaria” internacional. ¿Podríamos seriamente creer en una intervención humanitaria por parte de los gobiernos que han desangrado a Ayití con la deuda externa, con pagos de compensaciones fraudulentos, con intervenciones sangrientas, por parte de aquellos que han sido los anteriores amos esclavistas, que han apoyado abiertamente a las mas horrendas dictaduras en ese país? ¿Creerán que somos tan babosos para creer que cualquier clase de iniciativa humanitaria pueda surgir de los principales agresores a la humanidad, la libertad y la dignidad del pueblo haitiano? Ni que decir, que bajo la intervención “humanitaria” el número de muertos ha triplicado las cifras anteriores a la presencia de los US Marines: los muertos ya suman 430. De ellos, 130 han ocurrido en combates y 300 muertos a manos de expediciones punitivas de las tropas del FRNLH de Philippe, quien se ha auto-proclamado “comandante en jefe” del nuevo ejército haitiano, que no es otra cosa que el FRNLH.

EEUU critica a estos personajes sospechosos tras el Golpe, sin condenarlos, y dice que no tienen lugar en una futura administración democrática, pero tampoco hacen mucho por sacarlos de escena. De la misma manera, la restitución del ejército en Haití no le resulta del todo cómoda a EEUU, que perciben que podría ser una fuente de posteriores dolores de cabeza en manos de los gángsters que han derrocado a Aristide. Así, el Tío Sam, juega, como de costumbre, a la política del “tonto útil”: te utilizo mientras me sirves, para luego desecharte. Sin embargo, la incertidumbre de que Philippe también esté jugando al “tonto útil” con EEUU pueda ser otra de las razones por las cuales se “justifica” una intervención “humanitaria”.

Seguido a la caída de Aristide, se forma un gobierno de “reconciliación nacional”, pro-EEUU, que incluye al dócil Boniface Alexandre (ex- presidente de la Corte Suprema) de Presidente, el cual es plenamente confiable para los Republicanos. También se incluye al ex-primer ministro de Aristide, Yvone Neptune. El nuevo primer ministro será el duvalierista Gerard Latortue, quien ha calificado a los asesinos del FRNLH como “luchadores de la libertad” (el mismo título que habría recibido Osama Bin Laden por parte de Reagan y Bush padre en la época en que éste combatía las autoridades soviéticas en Afganistán).

Colin Powell, secretario de Estado de EEUU, en su reciente visita a Puerto Príncipe, el día 5 de abril, se ha mostrado conforme con el nuevo gobierno y se ha annuciado que para este año se reanudará la “ayuda humanitaria” a Haití, comenzando con U$ 55 millones. También ya tiene contempladas las elecciones para el año 2005, entrando en ejercicio el nuevo gobierno, a más tardar, el 7 de Febrero del 2006. Pero estas elecciones, como es usual en las transiciones supervisadas por EEUU, no serán más que una pantalla, ya estando aprobado en Washington quien será el probable próximo presidente haitiano: el general Herard Abraham, hombre de confianza de Washington.

¿QUÉ HAY DETRÁS DE LA INTERVENCIÓN “HUMANITARIA”?

Dick Cheney, secretario de Defensa de EEUU, ha dicho que Aristide “había sido elegido democráticamente, pero que eso no significaba que fuera un gobernante democrático”. Lo han acusado de violaciones a los Derechos Humanos y de ejercer dictatorialmente su mandato. ¿Podríamos creer esa versión de los hechos que precipitaron la caída de Aristide? No, cuando observamos que la democracia no ha sido, precisamente, una preocupación de los EEUU en la región (ver su propia intervención, 1915-1934, su apoyo a los Duvalier y a Cédras). Ni cuando vemos los hombres del FRNLH, financiados por la CIA, cuyo prontuario está plagado de acusaciones de torturas y asesinatos. Más patéticamente se evidencia esta mentira, cuando nos enteramos de que el nuevo gobierno pretende extraditar a Aristide para juzgarlo por violaciones a los DDHH, mientras con su complicidad, Baby Doc Duvalier, luego de saquear al país, asesinar y torturar a diestra y siniestra, ha planteado su interés de regresar a Haití. Apenas enterado del levantamiento de Philippe, el ex-dictador anunció su regreso, que no ha levantado ninguna clase de petición de extradición por parte del nuevo gobierno, en vista de sus crímenes de sobra conocidos.

También, se ha dicho que Aristide estaría involucrado en el tráfico de drogas, y Colin Powell ha afirmado que EEUU estaría interesado en pedir la extradición de Aristide para juzgarlo en Miami por delitos ligados al narcotráfico. Habría que ser bastante ingenuo en creer en la autenticidad de estas intenciones de “salud pública”, cuando, nuevamente, vemos el financiamiento que han dado a Philippe, el cual es conocido como un hombre importante en el narcotráfico de Puerto Príncipe, especialmente, en momentos en que era jefe de policía en la capital haitiana. Si bien es cierto que una cantidad importante del tráfico de Cocaína pasa por Haití (14%) en la ruta Colombia-EEUU, no existe mayor interés de parte de los EEUU de aplicar políticas para eliminar este problema en sus propias fronteras, que constituyen el mayor mercado de cocaína del mundo. Ni tampoco hay mayores intentos de atacar algunas de las políticas impuestas por el FMI que han transformado a Haití en un paraíso para el lavado de dinero (ej. Liberalización del mercado de divisas extranjeras). En realidad, no hay mayor problema con el narcotráfico, por parte de los EEUU, que parecen interesados en conservar las fabulosas ganancias que los empresarios yanquis obtienen de las drogas y tener un gobierno títere que proteja este negocio, del que tanto burgués profita. Tras la lucha contra el narcotráfico no hay nada más que una excusa para intervenir en las políticas de los países tercer mundistas.

También han dicho que intervienen para poner orden y evitar excesos por parte de los “rebeldes”. Para evitar la sangre inocente. Una intervención “humanitaria”. Muchas gracias señores de Washington, pero el problema de los gángsters del FRNLH no existiría si USTEDES no lo hubieran financiado y armado. Y Si USTEDES no hubieran jugado a la desestabilización. Además, las cifras son claras: la cantidad de muertos, se ha triplicado desde que las tropas “humanitarias” llegaron.

¿Qué nos queda entonces de los argumentos entregados para justificar esta intervención? Nada. Absolutamente, nada. Las explicaciones hay que buscarlas por otro lado. Ciertamente que Titid no era de la simpatía de los EEUU e incomodaba a sectores de la Comunidad Internacional (ej. Francia). Los Republicanos estaban empeñados en sacarlo del camino e instalar a un gobierno dócil, más estable y “confiable” que asegure los negocios involucrados, que privatice, ojalá, hasta el aire y dé garantías a la mantención de la “ventaja comparativa” de la mano de obra haitiana en las Zonas Francas (flexibilidad salarial). Con estos fines tenían ganas de sacarlo, y la intervención resultaba necesaria para evitar que el curso planeado por Washington no se desviara y terminaran en el poder elementos más difíciles de controlar y de menor “fiabilidad” que el mismo Aristide.

Por otra parte, habrían intereses geo-estratégicos en la región. El control directo de Haití, es parte del plan de militarización de la región planteado por los “halcones” del Pentágono, que bajo el influjo de la doctrina de Bush, llevan adelante su política militarista, imperialista e intervencionista abiertamente y sin ninguna clase de pudor; la administración Bush, más que ninguna otra en el último tiempo, ha hecho reposar tanto el poderío económico y político de EEUU en su potencial bélico. Y probablemente quieren asegurar un control directo antes de las elecciones presidenciales. Haití está emplazada en un área geo-estratégicamente privilegiada en el Caribe, región que el documento “Santa Fe I” (1981), llama el “lago marxista-leninsta”, por ninguna filiación ideológica particular, sino simplemente, poniendo un mote a fin de “satanizar” las movilizaciones populares en un área sobremanera azotada por el sistema capitalista. Desde ahí, se mantiene una posición privilegiada para controlar la cuenca de Centroamerica, el Caribe y Sudamérica. Desde Haití se vigila Panamá, Colombia, Venezuela y Cuba, para asegurar que las aguas del “lago marxista-leninista” no se agiten. Y también se controla directamente una parte importante del flujo de narcóticos a los EEUU…

Como se ve, de humanitaria la intervención yanqui no tiene nada. Lo que hay son intereses puramente económicos, intereses políticos cavernarios e intereses geo-estratégicos militares.

¿Y QUÉ MONOS PINTA CHILE EN MEDIO?

Chile ha pasado de ser alumno modelo del neoliberalismo, a ser un enclave imperialista en América del Sur. La firma del Tratado de Libre Comercio con EEUU no puede ser entendida más que como un movimiento apresurado del Tío Sam para asegurarse de un bastión desde el cual promover el ALCA hacia el resto de la región. La clase dominante en Chile, a través del empresariado y los políticos del gobierno y de su oposición parlamentaria, parecieran estar desesperados por complacer en todo sentido a la administración Bush. Y a éstos les conviene tener un interlocutor local con el resto de una región que les mira con desconfianza desde hace ya un tiempo. En la Cumbre de Monterrey, en enero del presente año, Bush tuvo en Lagos su mejor aliado para tratar de pasar el tema del ALCA. Esperan que un gobierno que ha hecho suyas las doctrinas neoliberales sirva para influenciar en este sentido al resto de la región, sacudida por movilizaciones que se oponen a los programas de ajustes estructurales y las medidas de austeridad impuestas desde Norteamerica.

Chile, ya ha mostrado, en 15 años de gobernabilidad neoliberal, que es un aliado fiable para los EEUU. Y la administración Bush pareciera ya no estar contenta con que Chile simplemente aplique el recetario neoliberal, en lo interno, y que sea fiel a los mandatos de la Casa Blanca. Entendiendo a nuestro país como su enclave regional, esperan que el gobierno de Lagos tome parte activa en mantener el “equilibrio” capitalista regional. Esto lo pretenden lograr usando a nuestro país como su embajada, como un mediador diplomático, pero también contemplan a Chile como un aliado bélico en la eventualidad de intervenciones militares en Latinoamérica. El ejemplo de Haití es claro; pero también durante la crisis boliviana de octubre del pasado año, expertos militares chilenos brindaron orientación técnica a los carniceros del pueblo altiplánico. A este fin responde la agenda modernizadora del Ejército. No busca proteger al país de míticas amenazas de los vecinos, sino que de dotar a las FFAA chilenas de capacidad para intervenir en la región cada vez que el imperialismo lo requiera, para instalar gobiernos títeres obedientes al FMI.

No se puede justificar de otra manera un exagerado gasto militar de U$ 2.600.000.000 en Chile, para el año 2003 (¡3% del PIB!), mientras educación y salud sufren recortes o ven frustradas las demandas por mayor gasto en estas áreas, por “falta de fondos”.

La presencia del mercenario Ejército chileno en Haití responde a esta lógica intervencionista regional, y sirve con fines propagandísticos al gobierno de Bush: pueden afirmar que la acción militar “humanitaria” en Haití no es una acción de los EEUU solos, sino que es la intervención de una coalición más amplia (argumentos semejantes han usado en Irak, gracias a la presencia inglesa, española, polaca, etc. en ese país). Y la presencia de un país latinoamericano como Chile, sirve para lavar aún mas la sucia cara de la intervención yanqui. Así, pueden crear la ilusión de “multipolaridad” en un mundo cada vez más “unipolar”.

¿HAY ALGÚN FUTURO PARA AYITÍ?

Ayití, la República Negra, es el país más pobre de nuestro continente. Y la intervención militar yanqui no pretende solucionar este problema, sino que lo agravará, debido a los intereses económicos y políticos detrás de las fuerzas de ocupación. Con 7.527.817 de habitantes, los agudos problemas sociales que enfrenta, no han sido solucionados por el capitalismo ni por las intervenciones extranjeras. Es más, precisamente la miseria haitiana se explica gracias a 200 años de presencia capitalista e intervencionismo imperialista:

Ayití sigue siendo un país en el cual subsiste un 60% de analfabetismo en los mayores de 15 años (pese a los programas de alfabetización de Aristide), en el cual hay un 7,6% de mortandad infantil, y entre los sobrevivientes, uno de cada tres niños menores de 5 años sufren de desnutrición. Ayití es un país en el cual la esperanza de vida para el hombre es de 50 años y de 52 años para la mujer (sólo un 3,7% de la población es mayor de 65 años). O sea, la vida de un haitiano son alrededor 50 años de hambre, explotación y miseria. Un país en el cual el 40% de la población no tiene acceso a ninguna clase de atención médica, habiendo tan sólo 1,2 doctores por cada 10.000 haitianos. Presencia médica magra, si consideramos que un 6,1% de la población sufre de SIDA. Y sigue siendo uno de los principales productores de azúcar, pero donde, paradojalmente, la azúcar refinada es toda importada.

En este contexto de miseria crónica y de desesperación, no existe confianza en la población de que las cosas mejoren con la intervención militar yanqui, la que, si bien no es probable que enfrente complicaciones como las de Irak, si enfrenta un grado de oposición importante. Mientras continúan, por una parte, los enfrentamientos entre partidarios de Philippe y partidarios de Aristide, y por otra, los gángsters armados siguen haciendo de las suyas en las barriadas marginales, los US Marines enfrentan un grado cada vez mayor de hostilidad por parte de los habitantes locales. Y no sólo enfrentan este rechazo entre la población local, sino que además, la Comunidad del Caribe (CARICOM), no ha reconocido al nuevo gobierno haitiano y exige una investigación a fondo sobre las condiciones de la caida de Titid. De hecho, tras una breve estadía en República Centroafricana, Aristide ha viajado a Jamaica, lo que ha creado tensiones diplomáticas entre las autoridades haitianas y las de la vecina isla. No parece que por lo pronto el panorama se vaya a estabilizar.

Mientras tanto, nada cambia mucho para el campesino o para el obrero de la zona franca, salvo que hay más represión y más hambre. El sindicato SOKOWA (Sendika Ouvriyé Kodevi Wanament) de la industria textil en Ouanaminthe, perteneciente al Grupo M, ha denunciado internacionalmente los despidos ilícitos en las zonas francas de dirigentes sindicales y el uso de fuerza, por parte de las tropas “rebeldes” del FRNLH, para obligar a los obreros a trabajar. Las huelgas están prohibidas y son bajadas con amenazas y agresiones de los paramilitares y del ejercito dominicano. Bienvenido al nuevo Haití. No me cabe ninguna duda porque el señor Colin Powell ha mostrado su “satisfacción” con el nuevo gobierno…

Las necesidades del pueblo haitiano no pueden ser satisfechas por el sistema que se ha mostrado como un fracaso para mejorar sus condiciones de vida. Ni puede significar ninguna mejora, la profundización neoliberal de ese sistema el cual les ha traído sólo miseria y sufrimientos. La única solución a la crisis haitiana, ha de gestarse en el Ayití profundo, en el seno mismo del pueblo que trabaja y protesta. Porque es el conjunto del pueblo el único actor político en ese país que no va a tranzar ni va a hacer concesiones, como aquellas a las que se comprometió Aristide. Los mismos que ayer abolieron la esclavitud, esa negra marea humana, mañana han de abolir las cadenas modernas del capitalismo. La organización popular, desde la base, es la única que va a defender el derecho a la vida de este pueblo caribeño, en el campo, en las poblaciones, en las zonas francas. Esa es quizás, la tarea fundamental para el pueblo haitiano hoy día: levantar organizaciones de clase, autónomas del Estado y de las organizaciones patronales que puedan dar voz independiente a un pueblo que se ha visto limitado a optar por alternativas entre lo malo y lo menos malo. Por eso nuestro apoyo va a organizaciones sindicales como Batay Ouvriyé que han dado una voz independiente en los sucesos, que han protestado, han organizado huelgas en las Zonas Francas, y han mostrado un camino de lucha autónoma a los tradicionales detentores del poder. Esa es la base necesaria sobre la cual construir cualquier alternativa de futuro para Ayití.

Esta clase de organización popular es la única que puede implementar soluciones duraderas a los profundos problemas de esta sociedad: oponer la colectivización de la tierra a la concentración que hoy en día presenta; oponer diversificación de la producción a dependencia; oponer organización federativa a centralismo estatal; oponer economía al servicio del ser humano, a seres humanos al servicio de la economía; oponer autogestión y propiedad pública colectivizada a las privatizaciones; oponerse al capitalismo y abrir camino al comunismo libertario, desde la base, creativo, producto histórico de la maduración del proletariado y no mandatado desde las direcciones añejas de dictaduras de partido único. Y para ayudarles en este camino, nuestro llamado de apoyo en su lucha contra el invasor debe ser categórico y exigir que los EEUU o cualquier otra nación imperialista, saque las manos de Haití. Basta de intervenciones. Los eventos parecieran darnos la razón de que la opción libertaria, hoy en día, no es una simple opción para el pueblo de Haití: constituye una necesidad.

José Antonio Gutiérrez D.
Abril 2004

author by Anarkismo Editorial Group - Anarkismopublication date Tue Jun 21, 2005 03:53author address author phone Report this post to the editors

las publicaremos a la brevedad.

author by Gerardo Lynx - Nuevos Añospublication date Wed Mar 08, 2006 01:18author email southstar_ar at yahoo dot com dot arauthor address CAPITAL FEDERAL. BUENOS AIRES. ARGENTINAauthor phone Report this post to the editors

Porque no ponen los pies sobre la tierra y ven la realidad y se sacan la venda del marxiamo y el comunismo que los ciega y no los deja conocer.

O sencillamente, dejen de tirar constantes malas onda y hablen con la verdad, para hablar de Haiti hay que conocer Haiti y sus costumbres, sus culturas y las pocas ganas de su po9blacion de cambiar.

Alli han tenido 200 años de independencia para la cual nunca estuvieron preparados y aun continuan con sus males internos, no se organizaron jamas y solo han tenido luchas por el poder y lo continuan haciendo.

Por favor, dejen de meter la cuña y ayuden a que este pais salga adelante y dejen que la comunidad internacional ayude, o todavia no se dieron cuenta que el comunismo se termino, Rusia lo tuivo por 70 años y asi le fue, Cuba esta alejada del mundo, en Cuba lo mde la medicina y la educacion es una mentira, Chavez es un estupido que se cree Bolivar, otro estupido con ansias de emperador y encima ustedes alentando no se que estupidez marxista..............POR FAVOR!!!!!!!!!!!

author by José Antonio Gutiérrezpublication date Wed Mar 08, 2006 21:43author address author phone Report this post to the editors

...No basta sólo hablar fuerte e incultar, sino usar la cabeza hermano. Y eso te falta, pues se nota que ni siquiera leíste el artículo y que hablas sólo por el despecho de saber que tu gobierno (así como otros en América Latina, incluído el chileno) no cumplen en Haití sino el triste rol de marionetas del imperialismo norteamericano. De secundones de Bush, nada más.

Conocemos muy bien al pueblo haitiano, contamos con suficientes contactos y personas que conocemos directamente, además de estar bastante informados de su historia y acontecer noticioso. Eso queda de más claro en los artículos que hemos escrito. Obviamente, el que no tiene idea, eres tú, pues sino no dirías la soberana estupidez de que el pueblo haitiano no quiere cambiar (no te has enterado de las grandes luchas populares por transformar y democratizar la sociedad haitiana, que fueron las que derrocaron a Duvalier -lée el artículo y después opina). Y ni qué decir de tu simplismo acerca de que "no estuvieron preparados para su independencia"... bueno, lo que menos, ese comentario es racista. Pero peor aún es que traspiras ignorancia sobre la historia haitiana y sobre las profundas causas del atraso social de Haití. Te insisto, echa una ojeada al artículo y después habla.

Sobre la "ayuda" de la comunidad internacional, puedes revisar el siguiente artículo:
http://www.anarkismo.net/newswire.php?story_id=1063

Sobre los 70 años de Rusia o lo de Cuba, eso me tiene sin cuidado; lo que si me preocupa es que en este lindo mundo que tú defiendes 23 mil personas mueren al día de hambre, y eso que ya no hay "dictaduras comunistas" para culpar, la riqueza se ha polarizado a niveles impresionantes, las agresiones imperialistas dejan los saldos en muertos por miles y dramas como el haitiano ocurren en medio de la indiferencia generalizada de los medios.

Ah, y por último, este portal no es "marxista" sino anarquista... cualquiera se hubiera dado cuenta, menos un "genio" como vos.

author by Henry Boisrolin - Comité Democrático Haitiano en Argentinapublication date Fri Mar 10, 2006 21:58author email comiteh at yahoo dot com dot arauthor address author phone Report this post to the editors

Estas líneas son para responder al autor de los agravios lanzados por un cierto Sr. Gerardo Lynx contra el Cro. José Antonio Gutiérrez acerca de su artículo -brillante a mi entender- sobre Haití. Sirvan también las mismas como expresión de solidaridad de un haitiano en nombre de su pueblo con José.
En primer término, queda claro que ese Sr. expone como todo conocimiento sobre Haití sólo insultos evidenciando su ideología reaccionaria hasta la médula. Pues en ningún momento pude encontrar a través de su diatriba furiosa un solo argumento contrarrestando las verdades reflejadas -con nivel sorprendente para un extranjero analizando la compleja crisis de mi país- en el texto de José. Por ende, tengo que concluir que él no posee conocimiento alguno acerca de mi país.
A esta altura del desarrollo de acontecimientos tan dolorosos, pero significativos y prometedores de un futuro mejor gracias a las luchas de los pueblos por liberarse del yugo del imperialismo no sólo en Haití sino también en el mundo, leer esos tipos de "comentarios" efectuados por ese Sr. Lynx cuya pobreza intelectual y moral quedó en evidencia, lo único que queda por decir es reconocer que estamos ante un hecho lamentable. Tan lamentable, que ni siquiera Lynx ofrece la oportunidad de debate. Lo digo de ese modo, porque no se puede debatir con alguien que no formula datos, argumentos, análisis, etc., etc.
Cro. José, es obvio que la verdad duele -y mucho- sobre todo a reaccionarios recalcitrantes y encima ignorantes -por lo menos con respecto a mi país- tal como se presenta el Sr. Lynx.
Una vez más, tengo que elogiarte por tu compromiso político solidario y nivel intelectual lleno de moral revolucionaria expresando el ideario de esa gran humanidad que ya dijo BASTA a las injusticias.
Una última palabra, Sr. Lynx, si por esas casualidades le queda un poco de vergüenza como ser humano, le pediría que me demostrara su conocimiento acerca de la realidad de mi país AYITI.
Saludos a todos
Henry Boisrolin
Coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina

author by Elypublication date Sat Mar 10, 2018 04:11author email author address author phone Report this post to the editors

Estimado un agrado leer su lúcido artículo.Siendo marzo 2018¿qué opina de la masiva llegada de haitanos a Chile?.

author by José Antonio Gutiérrez D.publication date Mon May 21, 2018 14:03author address author phone Report this post to the editors

Muchas gracias por su amable comentario. La inmigración masiva es un tema vinculado estrechamente al desarrollo de vínculos coloniales a nivel global. Desde el momento en que el Estado de Chile decidió participar en la ocupació haitiana del 2004, es natural que sectores de ese país busquen las oportunidades que en su propio país les han sido arrebatadas por esa misma ocupación y el impacto económico, social y político que tuvo en la isla. Lo que me preocupa es la reacción profundamente xenófoba y racista que se ha visto por parte de la población chilena. Ese racismo y esa xenofobia no son nuevos: están en la base misma de la formación del Estado chileno que trató de mostrarse a sí mismo como "civilizado" y blanco -sin ser ni lo uno ni lo otro, sino una población mestiza y un país altamente beligerante- en oposición a un Perú y una Bolivia bárbaros. Este fenómeno no ha sido suficientemente analizado por la izquierda chilena, y creo que ese racismo, esa xenofobia y la falta de una política real ante el tema de la inmigración (recuerdo los debates en el sindicalismo ante la llegada de peruanos en los '90) es una tarea aun pendiente.

Pero también es importante retomar la denuncia de la ocupación y cuestionar el rol sub-imperial que Chile está jugando a nivel hemisférico en cuanto Estado -no en cuanto gobiernos. Creo que la izquierda chilena no ha sido enfática con la denuncia de la ocupación haitiana (como si lo ha sido, por ejemplo, la izquierda uruguaya) y muchos han visto el rol de Chile hasta casi como un tema benevolente. El tema haitiano y el rol de Chile en él han estado francamente ausentes del debate. Como si el imperialismo fuera solamente un tema de ciertos actores, algo que hacen otros, y no un complejo sistema global con redes y estratos. Ahí dejó otro artículo en el que planteo algunas de estas cosas.

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