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Super Size My Pay

category nueva zelanda / islas del pacífico | workplace struggles | opinión / análisis author Thursday June 07, 2007 02:58author by Toby Report this post to the editors

Sindicalismo en los establecimientos de comida rápida de Nueva Zelanda

En Nueva Zelanda, cientos de trabajadores de establecimientos de comida rápida secundaron una innovadora campaña llamada "Super-Size My Pay" ("aumenta mi sueldo") durante 2005-2006. Éste es un análisis de la campaña extraído del número de diciembre de 2006 de "Direct Action", periódico de los IWW de Australia y traducido al castellano por Manu García, de la CNT española.


"Super-Size My Pay": los trabajadores de los establecimientos de comida rápida se organizan


La campaña, impulsada por el sindicato Unite, fue llamada así tras el popular documental de Morgan Spurlock que costó millones a Mc Donalds, al salir reflejada su comida como poco saludable y peligrosa.

"Super-Size My Pay" se marcó como objetivo acabar con las políticas antiobreras de la dirección de las empresas de comida rápida, basadas en la superexplotación y salarios de miseria. Una de las principales tácticas de la campaña fue atacar la imagen corporativa. La campaña se basó también en huelgas cortas pero contundentes, piquetes y el apoyo de la comunidad además del sindical. Estas tácticas flexibles fueron muy efectivas debido a que son adecuadas a la naturaleza del trabajo precario de hoy en día. Al final,, la campaña tuvo un éxito moderado. Se obtuvo una conquista notable: los 7000 trabajadores del sector en Nueva Zelanda no harán más horas extras. Asimismo, consiguieron salarios más altos y mejores condiciones de trabajo. Los métodos de Unite han sido promovidos fuera de Nueva Zelanda como una forma eficaz de combatir a los gigantes de la comida rápida y la precariedad. Incluso se ha creado una organización hermana en Australia, llamada también Unite.

Pero la campaña tuvo sus fallos. Al final, SSMP dependió demasiado de un puñado de organizadores que creaban una imagen mediática. También se basó demasiado en un pequeño grupo de sindicalistas organizando a los trabajadores, más que en trabajadores organizándose por sí mismos. Cuando los trabajadores comenzaron a hacerlo, a veces declarando huelgas salvajes, los burócratas de Unite intentaron frenar sus acciones. El presidente de Unite firmó un acuerdo con la patronal sin consultar a las bases del sindicato. Muchos han afirmado que Unite es un nuevo sindicato similar a los IWW. Pero en mi opinión eso carece de fundamento, sobre todo por la falta de democracia en Unite.

Trabajo precario

El sector de la comida rápida está a la cabeza de la precarización de la fuerza de trabajo. Hasta que empezó la campaña, todos los trabajadores del sector en Nueva Zelanda eran temporales. Podían ver aumentar o descender sus horas de trabajo según la voluntad del jefe. El enorme poder que tenían los encargados locales sobre la plantilla dificultaba la protesta de ésta. Todo aquel que se señalaba podía ver sus horas de trabajo reducidas. Los trabajadores del sector no sólo están precarizados, sino también mal pagados, sobreexplotados, en unas condiciones de seguridad e higiene lamentables y bajo la vigilancia permanente de la dirección. Muchos trabajadores adultos cobran 10,25 dólares neozelandeses por hora y los menores de 18 años incluso menos. Una desproporcionada mayoría son mujeres, maoríes, de islas del Pacífico, discapacitados e inmigrantes. De manera que la fuerza de trabajo es multicultural y a menudo la dirección lo utiliza para ponerlos a unos contra otros.

La fuerza de trabajo, además, es sobre todo joven. Muchos son adolescentes, que cobran menos que un adulto. Una minoría significativa son estudiantes que trabajan para pagarse los estudios. La mano de obra está muy dispersa y es muy oscilante, por lo que las experiencias se pierden, complicando la organización.

"¡Haz el amor, no beneficios!" Una campaña innovadora

La campaña SSMP fue lanzada a fines de 2005. Se basó en tres demandas: (1) 12 dólares por hora como salario mínimo (2) abolición de los salarios juveniles (3) horas de trabajo fijas. DE modo que los objetivos de la campaña eran bastante moderados, especialmente en lo referente a la subida del salario mínimo a 12 dólares, una cantidad que muchos empresarios estaban dispuestos a pagar. La mayoría de trabajadores necesitaba un incremento mucho mayor, ya que su poder de compra había estado bajando en los últimos 20 años. Pero las demandas más radicales eran acabar con los salarios juveniles y, sobre todo, con la precariedad.

En un primer momento, la campaña se centró en Auckland, aunque también se sostuvieron huelgas en Whangarei y Wellington. Participaron trabajadores de Kentucky Fried Chicken (KFC), Starbucks, Pizza Hut, Mc Donalds y Burger King. Haré un breve resumen de lo que fue la campaña, centrándome en sus tácticas relativamente novedosas, para que el lector vea si puede usarlas en su entorno. Unite, el sindicato que lanzó la campaña, fue creado en 1998 como respuesta a la introducción por parte del gobierno del Work for the Dole (N. del T.: sistema creado por el gobierno australiano por el cual los trabajadores en paro son llamados a trabajar en servicios comunitarios). Unite se centró en un principio en organizar a los parados. Cuando Unite fue relanzada en 2003 por ex-líderes de Alianza, una escisión del Partido Laborista, se centró en organizar a trabajadores en precario y mal pagados. La campaña SSMP fue clave para ello. Unite rápidamente pasó de 200 a 5000 miembros. Su estrategia fue enviar voluntarios, más que liberados, a las puertas de los establecimientos a afiliar a cuantos trabajadores fuera posible.

Entre los organizadores voluntarios (N. del T.: es decir, no liberados) había de todo: unos eran anarquistas, otros leninistas, otros socialdemócratas y muchos de ellos apolíticos. Uno de los coordinadores de la campaña, que además fue quien tuvo la idea de lanzarla, es anarquista. Muchos de los organizadores militaban en el movimiento anticapitalista.

La primera huelga en la historia de Starbucks

El 23 de noviembre de 2005 arrancaba el primer conflicto de la campaña: la primera huelga en la historia de Starbucks, en el establecimiento de K Road, en el centro de Auckland. Lo que empezó como una pequeña protesta de trabajadores de un establecimiento se convirtió en una huelga de ámbito local cuando los trabajadores de Starbucks se enteraron de que la empresa pensaba llevar encargados para cubrir los puestos de los huelguistas de K Road. Más de 30 trabajadores de 10 Starbucks de Auckland se unieron a los 150 empleados de KFC, Pizza Hut, Mc Donalds... que se concentraban a las puertas de la cafetería de K Road.

Joe Carolan, uno de los organizadores de la campaña, describía así la energía y el colorido de la huelga: "La huelga del Starbucks de K Road fue brillante, especialmente cuando se produjeron las huelgas salvajes en St. Luke, Newmarket y el centro. Era divertido ver a los huelguistas subidos en lo alto del Autobús de la Libertad de los Trabajadores, visibilizando el piquete (pancartas coloridas, música a todo trapo, café de comercio justo, la solidaridad extendiéndose a través de una atractiva página web, de e-mails y de volantes), con técnicas tomadas del Movimiento por la Justicia Global y ahora usadas por su primo, el movimiento sindical. Supimos tras este primer piquete que la campaña tendría éxito. Muchos otros trabajadores de establecimientos de comida rápida siguieron la huelga de Starbucks, lo que les animó a sostener huelgas en sus centros de trabajo, como el KFC de Balmoral. La huelga de Balmoral fue más larga y tuvo más apoyo que la de Starbucks. Tres de los cinco cabecillas de la huelga de Balmoral eran menores de edad y ganaban sólo 7,80 dólares neozelandeses a la hora. Sam van der Kolk, de 15 años, dijo ante el establecimiento: "busco con esta huelga dar a conocer a la comunidad lo mal pagados que estamos. Hago esto por todos".

A las huelgas en KFC le siguieron una serie de pequeñas huelgas en Pizza Hut, Mc Donalds y Burger King. La huelga de Mc Donalds fue la primera que sufría la cadena en Nueva Zelanda. Cuando se declaraban los conflictos, las amenazas por parte de la dirección eran recurrentes. Pero eso sólo consiguió encrespar más los ánimos. Muchas huelgas fueron una respuesta al acoso por parte de los encargados.

Huelgas Relámpago

La mayoría de las huelgas fueron cortas, de apenas unas horas. Esto se debió a que el sindicato tenía pocos fondos y los trabajadores no podían resistir semanas, ni siquiera días, de huelga, debido a lo mal pagados que estaban. De manera que necesitaban hacer pequeñas huelgas con un gran impacto. Carolan señala: "Muchos establecimientos estaban preparados para ir a la huelga en Navidad, Nochevieja y Año Nuevo, lo que habría supuesto un duro golpe para las empresas, tanto monetario como de imagen. Una huelga de unas horas en alguno de esos días sólo hacía perder al trabajador 10 o 20 dólares, pero costaba a la empresa miles. Nuestra herramienta era una suerte de guerrilla sindical, la Huelga Relámpago. La primera Huelga Relámpago golpeó el KFC de Lincoln Road el 21 de diciembre. Los capitalistas sintieron el golpe: negociaron un alto el fuego durante el período clave entre Navidad y Año Nuevo".

El uso de los medios de comunicación dió a los huelguistas algo de impulso. Intentaron dar desde ellos una mala imagen de las empresas. Por ejemplo, un piquete en KFC usó el lema "KFC= Kiwis for Cheap" (KFC=Kiwis baratos) [N. del T.: el kiwi es un ave neozelandesa]. Pero el depender de la imagen en los medios y de huelgas cortas fue también una de los puntos débiles de la campaña, que careció de fuerza en los centros de trabajo. Uno de los coordinadores de la campaña, Simon Oosterman, comenta: "no teníamos dinero, teníamos pocos focos activos, huelgas cortas, gente (incluidos los organizadores) sin experiencia sindical, apenas recursos, mucho apoyo verbal por parte de otros sindicatos pero casi nula presencia o apoyo físico... En la compañía donde teníamos representación (Restaurant Brands, que posee KFC, Starbucks y Pizza Hut en Nueva Zelanda) sólo contábamos con 1000 de los 7000 empleados. Sólo unos centenares de trabajadores fueron a la huelga durante la campaña. Los trabajadores probaban nuevas tácticas según avanzaba el conflicto. Los piquetes móviles se les ocurrieron a los trabajadores de Auckland oeste. Se trataba de vehículos llenos de huelguistas bloqueando las entradas de los establecimientos. Al mismo tiempo que daban vueltas con el coche, hacían sonar el claxon y berreaban. La campaña fue multicultural y se usaron pancartas en diversos idiomas. Los piquetes fueron divertidos y electrizantes, complementados con música alta y carteles coloridos. El día de San Valentín, los trabajadores del KFC de Botany Downs fueron a la huelga bajo el lema "Haz el amor, no beneficios".

Construyendo solidaridad

El apoyo de la gente de la calle y de militantes de izquierda durante las huelgas y piquetes fue uno de los puntales de la campaña, como también lo fue la rápida solidaridad prestada por otros trabajadores del sector, que se movían en el "autobús de la solidaridad". En algunos días de lucha estos piquetes móviles se usaron en una serie de breves huelgas rotativas. En el día de lucha de McDonalds hubo huelgas en 7 establecimientos de esa cadena. Otro ejemplo de construcción de solidaridad fueron los 1000 asistentes a una reunión en el Auditorio de Auckland. El 18 de marzo hubo un concierto en apoyo de la campaña. Una gran manifestación que agrupó a unas mil personas bajó por la calle principal de Auckland parando ante los grandes restaurantes bloqueando sus entradas.

El 21 de marzo, los estudiantes de secundaria pararon las clases reclamando la abolición del salario juvenil. ¡Una huelga estudiantil de solidaridad! Unas mil personas se congregaron en la calle principal de Auckland, la mayoría de ellos estudiantes de instituto. Juventud Radical, un grupo juvenil anticapitalista, organizó la huelga, por más o menos los mismos motivos que originaron un levantamiento juvenil en Francia. La marcha estudiantil, llamada "Disturbios juvenil" por el NZ Herald (N. del T.: prensa burguesa) incluyó un buen número de sentadas en la calzada. Juventud Radical había estado haciendo campaña por la abolición del salario juvenil antes de que Unite la asumiera. La cooperación entre Juventud Radical y Unite fue importante y un buen ejemplo de apoyo a la campaña desde fuera del sindicato. Acudieron a las huelgas y protestas de SSMP, organizaron conferencias y asumieron mucho "trabajo sucio", como la pegada de carteles, por ejemplo.

Paso a los burócratas

A fines de 2005 y comienzos de 2006, la campaña obtuvo una gran popularidad y la confianza en ella aumentó entre los jóvenes trabajadores. Jennifer Carmichael, cabecilla de la huelga de Starbucks y militante no liberada de Unite, dijo "he ido a casi todas las grandes huelgas y a algunas de las pequeñas. Han sido emocionantes, alentadoras, estimulantes. Tras ellas la gente iba con la cabeza alta porque habían conseguido fuerza, esperanza y unidad. Recomiendo las huelgas porque son un arma poderosa. Los jefes se dieron cuenta de que no podían seguir tratando a la gente como hasta entonces".

Para comienzos de 2006, cientos de jóvenes estudiantes y trabajadores se han agrupado, trabajando codo a codo y practicando la acción directa, sin demasiada ayuda por parte del sindicato. La campaña está empezando a escapar del control de los burócratas. De modo que Matt McCarten, dirigente de Unite-Auckland negocia con la patronal que no habrá huelgas en ciertos momentos. Pero algunos militantes del sindicato y los trabajadores no saben esto y se producen varias huelgas salvajes. En la centralita de Restaurant Brands en Auckland, que es la centralita nacional de KFC y Pizza Hut, McCarten intenta frenar la huelga de sus trabajadores la noche antes de que comience la negociación de su convenio, pero fracasa. Los trabajadores ya han votado ir a la huelga y McCarten les ordena no hacerlo. Los trabajadores van a la huelga. Los trabajadores, como éstos de la centralita, comienzan a tomar la iniciativa de algunas de las huelgas. A resultas de ello, tanto la jerarquía sindical como la patronal están interesados en negociar cuanto antes el convenio. Y es lo que hacen. Pero para ser justos, no es algo que llegue caído del cielo; al final el principal objetivo de la campaña es conseguir un convenio para los trabajadores del sector. McCarten firma el acuerdo sin consultar a las bases del sindicato, que no tienen la oportunidad de poder votar la oferta presentada por la patronal. Sólo consulta, mediante mensaje de móvil, a algunos militantes de Auckland, tratándose como se trataba de una campaña nacional. El acuerdo afecta a 7000 trabajadores de Restaurant Brands. Se consiguen muchas cosas. Se aseguran aumentos de sueldo. Significativamente, la empresa acepta acabar con los salarios juveniles y la precariedad. Como primer paso para acabar con los salarios juveniles, elevan la escala salarial para los menores de edad a un 90% del salario adulto, de manera que la retribución de algunos de ellos sube en un 34%. También se consiguen más horas fijas. El sindicato consigue más de 20 mejoras más. Por ejemplo, los descansos aumentan de 10 a 15 minutos y vuelve el pago más elevado de las horas extras. McCarten califica el acuerdo de histórico. Hay quienes piensan que el convenio no es demasiado bueno, sobre todo por el pequeño aumento salarial para algunas categorías. Jennifer Carmichael de Starbucks dijo: "pudimos haber conseguido más, pero ha sido un primer paso".

Como consecuencia del acuerdo, la efervescencia generada por la campaña se vino abajo. Aunque McDonalds no firmó el acuerdo, las acciones pararon, hasta se declaró finalizada la campaña (fue relanzada a mediados de 2006 centrada en McDonalds, pero no ha tenido ni de lejos el impacto de la anterior).

Un gran inconveniente de la campaña SSMP y de otras por el estilo, es que la lucha de base sólo se usó durante un periodo corto para presionar a la patronal por un convenio. En otras palabras, SSMP fue una campaña convencional de un sindicato (con tácticas poco convencionales) para conseguir un convenio.

Este punto de vista implica que la lucha y la campaña sólo tienen lugar cuando un convenio expira y el sindicato necesita meter presión para negociar mejores condiciones. De manera que la actividad es esporádica y tan pronto como empieza acaba y es difícil construir una militancia que se mantenga. Un gran problema en Nueva Zelanda es que la ley impide a los sindicatos y los trabajadores declarar huelgas mientras están vigentes los convenios. De aquí que los sindicatos, como Unite, sean muy reacios a luchar mientras están vigentes los convenios; en efecto, parte del trabajo de un sindicato es reforzar los convenios de los trabajadores que supuestamente representan.

¿Un sindicato de base?

Hay quien ha afirmado que Unite es un sindicato revolucionario en la tradición de los IWW. Dean Parker, un escritor de izquierdas, ha dicho que, por su cruzada para organizar al trabajador precario y los peores pagados, por su exhuberancia y su militancia, los IWW de ayer eran similares a Unite de hoy en día. Joe Carolan, militante de Unite en Auckland, declaró: "los Red Feds de la propia Nueva Zelanda, los Wobblies (N. del T.: modo como el que se conoce a los integrantes de los IWW) norteamericanos, la TGWU irlandesa de Larkin y Connolly, todas ellas me recuerdan a Unite".

Ciertamente, Unite tiene un puñado de rasgos sindicalistas revolucionarios. Como los sindicatos revolucionarios, pretende organizar a los desorganizados. Como los sindicatos revolucionarios, está abierto a todos los trabajadores, incluidos los autónomos. Además, Unite no quiere que la profesión sea un motivo de división entre los trabajadores.

Hay muchos aspectos en Unite que no son sindicalistas revolucionarios. Como se ha señalado más arriba, Unite intenta negociar convenios con los capitalistas. Los IWW tradicionalmente no han firmado convenios, porque los ven como una traba para los trabajadores al ser ilegal hacer huelga mientras está en vigor el convenio. Ellos argumentan que restricciones legales similares no impiden que los IWW organicen huelgas, ni frenaron a los participantes en las huelgas salvajes de los 70. Pero sobre todo, Unite no está regida por sus bases; está regida de arriba a abajo por un puñado de liberados como McCarten. A pesar de ello, durante la campaña SSMP, los militantes y los trabajadores de base tuvieron alguna autonomía e iniciativa propia. Un buen ejemplo de la manera en que funciona Unite es que el convenio con Restaurant Brands no fue debatido, simplemente se le llevó a las bases como hecho consumado.

De McCarten, su presidente en Auckland, que pertenecía al Partido Laborista y a la Alianza, se conocen bien sus maneras autoritarias. Como todo burócrata, ha intentado suprimir la iniciativa propia de los trabajadores. En el piquete del Burger King de Porirua, en Wellington, trabajadores en huelga bloquearon una entrada para coches, haciendo que muchos se volvieran. McCarten intentó frenar eso. Cuando un cliente perdió los nervios y arremetió contra algunos trabajadores, éstos le rompieron el parabrisas. Llegó la policía y McCarten se enfadó mucho con los trabajadores. Medió con los policías (la persona que rompió el cristal fue detenida pero poco después fue liberada) e hizo todo lo posible para que los coches pudieran entrar. El mismo McCarten, hace unos años, se saltó un piquete que la sección de Waitemata de Unite había organizado contra la conmemoración de la huelga general de 1913. Unite-Waitemata estaba protestando contra la presencia en la conmemoración de policías veteranos, presencia especialmente grave porque esas fuerzas ayudaron a reprimir la revuelta de 1913.

Unite permite que se creen secciones locales y se supone que tienen una relativa autonomía. Pero en la práctica carecen de ella. Por ejemplo, la sección de Waitemata (en Auckland oeste) ha sido advertida mediante un ultimatum por la ejecutiva nacional de Unite de que o cesa de criticar a McCarten o se juega la expulsión. Ha habido otras reacciones en secciones locales por el férreo control centralizado por parte de los dirigentes de Unite. ¡A la sección de Christchurch no se le reconoció como miembro por oposición de la jerarquía de Unite! La disidencia con Unite ha llevado, por el momento, a una escisión. McCarten expulsó recientemente a varios militantes de Unite, que lanzaron un nuevo sindicato, Solidarity Union, que está dirigido por troskistas de Socialist Worker. Su presencia es muy reducida.

A diferencia de los sindicatos revolucionarios, Unite no tiene finalidades radicales. Sus estatutos no hacen mención a la lucha de clases o al control obrero. No es un sindicato anticapitalista. Sólo aspira a un mejor trato para los trabajadores peor pagados. A diferencia de los sindicatos revolucionarios, que están orgullosos de su independencia de los partidos políticos, muchos de los líderes de Unite están estrechamente ligados con partidos socialdemócratas. Muchos son antiguos integrantes de la Alianza, un partido socialdemócrata.

Burócratas de Unite como McCarten y Mike Treen están involucrados en Workers Charter (Carta Obrera), un grupo que dice ser embrión de un nuevo partido político de izquierda, con la coalición británica Respect y la Alianza Socialista australiana como referentes. De manera, que hay sospechas fundadas de que Unite sea un intento de crear una base obrera para las ambiciones políticas de sus líderes. Un grupo leninista ha dicho que en vez de Super-Size My Pay (aumenta mi sueldo), la campaña debería ser rebautizada como Super-Size My Party (aumenta mi partido). Pero, como Workers Charter cada vez está más dominada por la organización troskista Socialist Worker, McCarten y Treen han perdido interés en ella como potencial vehículo para su carrera parlamentaria. De manera que las afirmaciones de que Unite es un sindicato radical o revolucionario hay que ponerlas en duda. Desde luego, como los sindicatos en Nueva Zelanda son desde hace tiempo una basura, en cuanto ha aparecido un nuevo sindicato con un puñado de nuevas ideas y un poco más de energía, ha parecido, en comparación, muy radical.

Conclusión

Nuevas formas de lucha requieren nuevos modelos organizativos. Unite no es un nuevo tipo de sindicato. Bueno, es parcialmente un nuevo modelo organizativo: es un intento pionero de adaptar el sindicalismo burocrático de la vieja escuela al mundo del trabajo fragmentado de hoy. La burocracia sindical, con SSMP, cooptó las tácticas enérgicas del movimiento anticapitalista para sus propios fines. Y SSMP ha ayudado a Unite a convertirse en un sindicato de un tamaño considerable (sólo unos 10 sindicatos neozelandeses son más grandes). Sin embargo, SSMP ha sido una campaña innovadora que conectó con la naturaleza del trabajo precario de hoy. La importancia real de SSMP reside en el hecho de que los trabajadores mostraron que se puede desafiar a lo que parecía la invencible industria de la comida rápida. Puede aprenderse mucho de la campaña: el recurso a la solidaridad exterior, incluso a la de estudiantes de instituto en huelga; las huelgas rápidas; los piquetes móviles; el ataque a la marca corporativa y otras tácticas provenientes del movimiento anticapitalista. Y finalmente, sobre todo, muchos trabajadores del sector han aprendido la valiosa lección de que no deben confiar nunca en los dirigentes y funcionarios sindicales.

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