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Manifiesto UCL

category internacional | movimiento anarquista | policy statement author Monday February 10, 2020 18:56author by Commission Internationale UCL - UCL Report this post to the editors
Índice
1. Un otro futuro
2. La emergencia ecológica y social
3. Un anticapitalismo vital
4. Un motor, la lucha de clases
5. Liberar la sociedad del Estado
6. Romper la mecánica racista
7. Destruir el patriarcado
8. Combatir todas las alienaciones
9. Un antifascismo social y popular
10. Contra todos los imperialismos
11. Una estrategia que se base en las luchas sociales y la auto-organización.
12. Nuestra práctica sindicalista revolucionaria
13. Valores para un mundo nuevo
14. Proponer un proyecto de sociedad alternativo
15. Contra poder, doble poder y ruptura revolucionaria
16. La creatividad del proletariado
17. Contra los socialismos de Estado
18. Por un comunismo libertario
19. Una organización militante autogestionada
20. Una perspectiva abierta
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MANIFIESTO DE LA UNIÓN COMUNISTA LIBERTARIA


El Manifiesto de la Unión Comunista Libertaria es la base común a toda la organización, adoptado durante el congreso de unificación de Alternativa Libertaria y de la Coordinación de los Grupos Anarquistas, del 8 al 10 de Junio 2019, en el Allier.
Las personas que quieren unirse a la UCL, están invitad@s a leerlo primero, para verificar que esten de acuerdo en las grandes lineas.


1. Un otro futuro

De todas partes, la reacción, la disminución, la destrucción existen. Construido sobre la desigualdad, sobre el acaparamiento de las riquezas por las clases dirigentes, el sistema capitalista y sus relevos a la cabeza de los Estados siguen su escapo por adelante, despreciando las crisis cada vez mas graves que crean y que, ahora, les supera. Profundamente mortífero, este sistema, basado sobre la propiedad privada de los medios de producción, de distribución e intercambio, y también sobre la búsqueda del lucro, destruye los seres vivos y devora el planeta hasta amenazar nuestra misma existencia. Organiza, a escala del mundo, una competencia generalizada que fractura las sociedades, les bota unas contra las otras. Una sola palabra parece prevalecer: la precarización de las condiciones de vida, de trabajo, de sociabilidad. Metódicamente, las solidaridades esenciales para el buen funcionamiento de la sociedad, los derechos agarrados por las luchas a la voracidad de las clases dominantes están atacados y destruidos. Toda contestación esta reprimida con una violencia siempre mas grande.
En los países industriales, el poder ya no se preocupa de legitimar su dominación con un par de distribuciones o con la garantía de libertades publicas. La social-democracia ha vivido. La época es la de la vuelta del miedo. Miedo de perder sus medios de subsistencia, cuando cada una y cada uno está forzado al aislamiento social. Miedo que permite el odio de las diferencias – ultima ventaja de un sistema desnudado - de prosperar en los discursos políticos.
Frente a esa constatación, hay una urgencia de construir un cambio radical de sociedad.
Por lo tanto, nuestro campo social está afligido. La crisis de legitimidad que ataca los gobiernos, acusados con razón de solo representar a ellos mismos y de defender un sistema donde obtienen ganancias, debilita también las organizaciones tradicionales del movimiento social y revolucionario que tienen pena para encarnar una alternativa.
Pero de esa crisis de legitimidad también nacen nuevas movilizaciones, que rechazan las formas de organización y las antiguas ideologías para exigir una democracia directa y radical. Una fusión que lleva posibilidades, escollos, experimentaciones en todos casos.
Esa exigencia de democracia directa, ese rechazo de la delegación, esa afirmación del poder de la base, también son nuestros. Pero aun falta avanzar para que rompen con las ilusiones electorales vendidas por la social-democracia, esa promesa que abandonar su capacidad de decisión para algun@s seria una ventaja para tod@s. También hay una ruptura con la dictadura practicada por los regímenes socialistas autoritarios.
A esa exigencia de democracia directa, agregamos la lucha contra todas las alienaciones y contra todas las opresiones – capitalista, racista, patriarcal, religiosa… - sin jerarquización entre esas. Asumimos también nuestro análisis que una organización formal es a la vez una herramienta útil para las luchas y también un medio de garantizar una real democracia, poniendo en marcha funcionamientos colectivos. Esa organización, la inscribimos en el corriente comunista libertario. Pero no nos fijamos en un dogma que sería definido para siempre. Fundando nuestra práctica política sobre la implicación en las luchas sociales, en nuestros trabajos y nuestras vidas, en acuerdo con las realidades de la sociedad contemporánea, con la evolución de los vínculos de clases y de dominación. Extrayendo en los corrientes revolucionarios, autogestonarios, anti-autoritarios, antiracistas, anarquistas, feministas, ecologistas, sindicalistas tanto pasados como presentes, nos nutrimos de las experiencias llevadas en todos los espacios donde l@s explotad@s luchan para su emancipación. Sin limitar nuestras referencias. Tampoco sin limitarnos a las fronteras de los Estados. Nuestra lucha hace eco a las llevadas en otras partes y se inscribe en solidaridad con ellas. Hace parte de una lucha que es internacional y de un proyecto internacionalista.
El periodo que vivimos es inestable, y no pretendemos tener las respuestas a todos los retos que lleva. Pero sabemos lo que queremos ; no necesitamos hombres providenciales. Sabemos en cuales condiciones queremos vivir y envejecer, trabajar, aprender, amar. Nuestra lucha, detallada en este manifestó, es un combate para una sociedad en la cual la cooperación seria lógica y la competición absurda, en la cual trabajar seria interesante y útil, en la cual la llegada de una persona extranjera seria una buena noticia.
Una sociedad en la cual l@s trabajador@s administrarían ell@s mism@s sus actividades, en la cual l@s usuari@s determinarían ell@s mism@s sus necesidades, en la cual un@ no seria oprimid@ por tener discapacidades, el color de su piel, su género o su sexualidad, en la cual el planeta no seria una basura ni tampoco un botín para sus ganancias. Una sociedad en la cual algun@s, que tienen el capital, no se forrarían sobre l@s demás, donde un jefe no tendría razón contra todo el mundo. Una sociedad despejada del capitalismo y del Estado, del racismo y del patriarcado.

2. La emergencia ecológica y social

El mundo viviente hoy en día esta amenazado, por culpa del cambio climático, de la desestabilización de la biodiversidad, del envenenamiento de las tierras y aguas, de la artificializacion de las tierras, la deforestación etc.
La lucha ecológica es vital ; y es coherente solamente siendo anticapitalistas y anti-productivas. El capitalismo se basa en la necesidad de crecimiento continuo de la producción y su capacidad de afianzarse. Sobreexplota los recursos del planeta, para optimizar la producción y la distribución, y se construye en la extensión de su agarre. Sobreexplota los recursos planetarios. Para optimizar la producción y la distribución, empuja al máximo la especialización y la jerarquía de los espacios con el monopolio. Alejando siempre mas los lugares de producción, de consumo, de vida y de trabajo.
Las clases dominantes se alimentan de la ilusión que seria posible resolver la crisis del medioambiente gracias a la tecnología, sin salir del capitalismo.
Van a combatir cada medida que podría amenazar sus beneficios. Se dicen porta voces de un capitalismo que seria “verde” que promueve soluciones parciales exclusivamente técnicas, abriendo nuevos mercados sin cuestionar la tendencia mortal de acumular indefinidamente el capital. Aceptar el sistema capitalista llega por lo mejor, a diversas soluciones basadas en la “voluntad individual” con impacto global limitado, y al peor, a políticas de racionamiento de las clases populares, que son las primeras víctimas del desastre ecológico. L@s capitalistas confiscan a las clases populares las posibilidades de elegir como consumen, como producen, como se transportan etc. Les obligan entonces a participar a las destrucción del medio ambiental. Al contrario, defendemos la perspectiva de producir respondiendo a las necesidades de la humanidad, respectando los limites de la biosfera. Al lugar de una explotación destructiva de la naturaleza, la humanidad tendrá que encontrar un equilibro con las otras formas de vida.

TRES REVOLUCIONES SON NECESARIAS:
●Una revolución de los medios de producción.
El control de la producción desde l@s campesin@s sera la punta de lanza del combate contra las multinacionales agroalimentarias:
Acabar con la especialización de la agricultura en regiones enteras ; cuestionar el uso masivo de pesticidas y de fertilizantes industriales, de la matanza en cadena ; acabar con la crianza masiva, la pesca industrial etc.
●Una revolución de las formas de vida.
Peleamos por una sociedad igualitaria dentro de la cual los medios de producción serian socializados. Un nuevo mundo de vida podría nacer. La organización de las ciudades, los equilibrios entre ciudades y campos, la organización de nuevos hogares – valorizando la mutualizacion de bienes y de instalaciones – todo podrá ser transformado. Podrá nacer una vida social rica, agrupando amabilidad, cultura, ciencias, actividades físicas, festivas etc, y la posesión de bienes materiales no tendrá mas un espacio central en la vida humana. Una sociedad donde el ser humano no se considera superar las otras especias, regula el impacto de sus implantaciones y actividades sobre el medio ambiental, para al fin vivir en armonía con el resto del mundo viviente.
●Una revolución de los intercambios.
En contra del “libre-mercado”, defendemos la “autonomía productiva”.
Cada regiónes del mundo debe ser capaz de producir lo que necesita una vez liberada de la dependencia hacia las multinacionales. Eso no significa vivir aislad@s , pero con circuitos cortos de intercambios y limitación de los intercambios aléjandonos por los que se pueden producir localmente.
Sectores enteros del capitalismo tendrán que desaparecer, en particular todo lo que tiene que ver con la comercialización de la vida, el control de las clases oprimidas, la publicidad, el plástico de embalaje, la apropiación privada de tierras, edificios y herramientas de producción, la bolsa financiera y la dominación económica, las producciones reservadas a las clases privilegiadas, los tiempos de viaje absurdos que se imponen por la segregación social-geográfica , la extracción de recursos de los suelos de los países del Sur etc.
El uso de materias primarias con alto nivel de peligro, difícilmente reciclable cuya extracción destruye el medio ambiental tendrá que ser severamente limitado y cambiado en la medida de lo posible. Combatimos tanto el uso de las energías fósiles como las nucleares. Reivindicamos salir del sistema nuclear y terminar inmediatamente con su uso civil y militar (no con el uso medicinal), porque es un sistema autoritario, enlazado a la industria militar que genera gestión policial, excesivamente peligrosa, con forma de contaminación irreversible, y opuesto a un sistema energético descentralizado y democrático. Las necesidades en energía, reducidas por los nuevos modos de producción y de vida, podrian ser satisfechas con fuentes de energía renovables, producidas principalmente localmente y de acuerdo con nuestras necesidades.
Una ecología social al centro de nuestras luchas.
El combate ecologista esta estrechamente relacionado al la lucha por un otro tipo de sociedad. Son inseparables del combate por una democracia directa y por una igualdad económica. La construcción de convergencia entre las luchas sociales y ecológicas es un bloque fundamental de una estrategia ecologista consecuente. Nos negamos por anticipación cualquier lógica antia-democratica, dentro cual dichos expertos – muchas veces estrechados a las clases dominantes – decidirían en el lugar de las poblaciones afectadas. No esperamos nada de la institucionalización de las luchas ecologistas, tampoco de las respuestas institucional a la crisis del medio-ambiental. Son ineficaces y preservan los intereses del capitalismo.
Queremos contribuir a la construcción de la lucha ecologista de forma plural:
-Dentro de asociaciones específicamente ecologistas, defendiendo adentro que hay que tomar en cuenta los intereses de las clases populares y buscando debate y alianzas con el movimiento social.
-En el movimiento sindical y las asociaciones de lucha para la vivienda, la salud etc. peleando para que la posición ecológica sea sistemáticamente tomada en cuenta y que el movimiento social llega a ser uno de los actores de la lucha ecológica.
-Participando de la creación de herramientas de producción y de distribución.
Las victorias parciales obtenidas desde las resistencias locales son importantes. Tomaran todo su sentido solamente si pueden debilitar el impacto ideológico del capitalismo. Así las experiencias alternativas – construidas en convergencia con una dinámica de luchas sociales reivindicando la socialización de las herramientas de producción – permitirán de popularizar imaginarios libertarios y estructurar elementos de un contra poder indispensables para la caída del capitalismo.

3. Un anticapitalismo vital

Somos absolutamente anticapitalistas. No nos oponemos solamente a los abusos de un sistema que domina hoy en día en mundo entero. Somos radicalmente opuest@s a sus fundamentos:
La explotación del trabajo humano para el beneficio de minoridad dirigentes y privilegiadas ; la explotación de recursos naturales llegando a la destrucción de estos ; el desarrollo mundial desigual y el imperialismo ; la alienación del individuo ; la dominación estatal y patronal sobre la sociedad.
Anticapitalistas, no aceptamos la carrera por el lucro, la lógica de negocios, el esquema de desarrollo produccionista, la jerarquía y las desigualdades sociales, que son las formas de ser de una sociedad dominada por el modo de producción capitalista.
Somos anticapitalistas por cuestiones sociales, desde nuestra participación en la lucha de clases. Lo somos por cuestiones éticas, por nuestro apego a valores igualitarios, libertarios, de justicia social y de respecto de las especificidades de cada individuo. Lo somos también por cuestiones vitales, porque el capitalismo siempre esta apoyándose en la explotación excesiva cada vez mas extrema de los recursos del medio ambiente amenazando la supervivencia de toda la humanidad.
No existe un capitalismo con “cara humana”
Somos opuest@s al capitalismo cualquier sea la forma histórica bajo cual se presenta: capitalismo liberal o capitalismo de Estado. Somos opuest@s al capitalismo liberal, que nace en la regulación “autónoma” del mercado, pretendiéndose “democrático”. Se basa en un modo de producción cuya misma esencia es antidemocrática y enteramente dedicada a la realización de beneficios de las clases dirigentes. Somos opuest@s al capitalismo de estado, también cuando se pretende “socialista”, o hasta “comunista”. Se basa en un modo de explotación y de dominación tiránica de l@s trabajador@s , y en la determinación autoritaria del mercado, otra vez al beneficio de una clase privilegiada y todopoderosa. Estas dos caras del capitalismo generan una estructura burocrática y tecnócrata. No sostenemos entonces ni una estatizacion parcial o total del capitalismo liberal, ni una privatización parcial o total del capitalismo de Estado. Ya sea en el sector publico o privado, la regla según cual funciona el capitalismo siempre fue la de la colectivizacion de las perdidas y la privatización de los beneficios. “Proteccionismo” y “libre-mercado”, capitalismo nacional y capitalismo mundial son las dos caras de la misma moneda. En función de sus intereses, las clases poseedoras abogan por uno o otro. No sirve buscar una coherencia ideológica. Su único dogma, es el de la propiedad privada de las herramientas de producción y de distribución. Todo lo alrededor es adaptable a las circunstancias.
Nuestro anticapitalismo se inscribe en las luchas cotidianas y la lucha de clase para llegar a un socialismo en autogestión y libertario.

4. Un motor, la lucha de clases

Afirmamos que la división de la sociedad en clases sociales antagonistas sigue siendo el hecho mayor del capitalismo moderno. El capitalismo tubo varias mutaciones, siempre estuvo transformándose a través de ciclos de crisis y extensión, y no dejara de adaptarse. Pero sigue siendo una y otra vez construido en base a relaciones de dominio, dirigentes/dirigid@s, y con sus consecuencias: La explotación de l@s trabajador@s manual y intelectuales por la clase dirigente.
Una concepción moderna del proletariado:
Las clases sociales son determinadas desde sus posiciones en las relaciones de dominio y poder y en la producción – que se trata de la producción de productos materiales, mercantiles, de instalaciones, o de la producción de servicios – en el sector privado como en el publico. La lucha de clase opone principalmente la clase capitalista al proletariado moderno. La clase capitalista esta compuesta de categorías cuales, propietarias y gestionarías de las herramientas de producciones, organizan la producción y acaparan toda la plusvalía, repartiendo la entre ella misma. El proletariado moderno agrupa todos los grupos sociales quien, por ser privad@s de cualquier propiedad ou bienes de medidas de producciones, venden su fuerza de trabajo, por la mayor parte de forma asalariada y sin posibilidad de decisión real sobre la producción.
Entre clase capitalista y proletaria, nuevas capas de trabajador@s de clase media se desarrollaron (gestores, ingenier@s, técnic@s), ocupando tareas de gestión y supervisión. Esta capas de la clase siempre van teniendo mas peso, políticamente y culturalmente. Una buena conducta de la lucha de clase entiende una distinción dentro de estas capas de la clase media, entre las que detienen un poder solamente técnico y profesional, y las que participan a establecer la finalidad de la producción.
Parte de l@s independientes oscilan, de un punto de vista material como ideológico, entre las categorías superior y populares, depende del capital que detienen ( a nivel social, cultural y económico), del beneficio que hacen de sus actividades y de sus condiciones de trabajo. L@s trabajador@s non asalarid@s de la tierra, de la construcción o de la salud por ejemplo – donde la mayor parte sufre la explotación de este sistema de dominio – constituyen siempre una categoria social importante, tanto al nivel de la finalidad generada por su trabajo que por el lugar que ocupan en el medio natural y social.
Los últimos cambios del capitalismo en los países mas ricos diversificaron y derrumbaron el proletariado aunque si es la mayor parte de la sociedad, eso genero mas dificultades para la construcción y la transmisión de una consciencia de clase. El aumento de la lucha de clases de parte de l@s capitalistas genera que una parte siempre mas importante de la población, y de forma durable, se encuentra desempleada o en la precariedad. Nuevas formas de explotación al trabajo se han generadas a fuera del salaria, como el trabajo auto-empresarial, que permiten a grandes grupos, a veces gracias solamente a plataformas numéricas en internet, usar de trabajador@s falsamente independientes y con sueldos muy bajos, sin garantizar ninguna protección social o jurídica.
El recurso a la subcontratación caracteriza el capitalismo actual, generando hasta a veces varios escalones de subcontratación, diluye parte de las responsabilidades patronales generando division en el proletariado, entre l@s personas subcontratadas y l@s que tienen un estatus en la empresa.
Por una posición inclusiva
A pesar de las condiciones y experiencias comunes, el proletariado no es una clase social uniforme. Esta cruzada por otros sistemas de dominios que lo subdividen en grupos sociales diferentes. Las condiciones de trabajo, el sueldo, las posibilidades de encontrar un trabajo dependen de la calificación pero también del sexo, del genero, de las posibles discapacidades, del color de piel, de las capacidades, de la o las idiomas que hablas, de la origen, la orientación sexual, la nacionalidad, la religión real o supuesta… Las mujeres, las personas LGBTI y las personas non-blancas sufren en general mas explotación y de varias formas.
El capitalismo instrumentaliza estas divisiones para generar competencia entre estas diversas fracciones del proletariado. Los combates para la igualdad profesional entre hombres y mujeres, contra las discriminaciones raciales o LGBTI-fóbicas al trabajo, o también para los derechos de l@s trabajador@s sin-papeles son entonces parte integral de la lucha de clases. De la misma forma, las personas que sufren de discapacidad son muy discriminadas y dejadas al margen. Sus necesidades especificas son ignoradas por el capitalismo y las instituciones normativas que consideran que son solamente un “gasto” mas, generando mucha dificultades, o haciendo imposible una integración entera, a la sociedad. Por eso sostenemos las luchas para la igualdad de derechos y condiciones de vida. Se agrega a esto, siendo parte de esta lucha de clase, la lucha contra las jerarquías, con objetivo de abolir la oposición dirigentes/ejecutantes en el trabajo.
Un papel determinante
La visión de una clase únicamente obrera, minoritaria, vanguardia sociológica y fuerza única de accionamiento es una visión superada que toma solamente en cuenta la explotación capitalista negando las otras opresiones.
Este nuevo proletariado multiforme pero con posibilidad de unión en la base de su situación común, dominada, explotada, tiene que buscar posibles convergencias reivindicativas y anticapitalistas con gran partes de la clase media asalariada y otras categorías sociales dominadas por el capitalismo. Estas convergencias se construirá a través de las luchas sociales, los momentos de concientización colectivos y la construcción de nuevos proyectos de transformación de la sociedad.
Nos corresponde, hoy en día, a nostr@s revolucionari@s, reforzar lo inclusivo de nuestras luchas. Hay que acabar de hablar y luchar con una sola parte del proletariado. Este es múltiple, nuestras reivindicaciones tienen que ser múltiples también. Juntar a nuestra visión anticapitalista una visión antipatriarcal y antiracista, es reforzar todo el campo revolucionario, es luchar junt@s para la totalidad del proletario.
La lucha de clases esta al corazón de nuestro combate revolucionario. Esta a la vez capaz de obtener transformaciones parcial (sobre el trabajo, el reparto de las riquezas, el derecho, las instituciones…) opuestas a la lógica y a los intereses de los dominantes, y de una posibilidad de ruptura revolucionaria que lleva las bases de la nueva sociedad, emancipadora para toda la humanidad. El proletariado, por su lugar en las relaciones de dominaciones y de producciones, tendrá un papel central en la ruptura con el capitalismo y la posibilidad de instaurar la autogestión.

5. Liberar la sociedad del Estado

Negamos el mito del Estado republicano, neutro, democrático, que domina los intereses particulares. El Estado es, al contrario, una organización de la violencia de las clases dirigentes que se imponen a la base de la sociedad.
Si el principio estatal surgió hace varios millares de años, el Estado moderno es una institución reciente, que concentra en sus manos la fuerza militar, policial, judicial y los recursos fiscales.
Basado en el mito de la unidad nacional, mas allá de las clases sociales, el Estado constituye una herramienta fundamental de control de las poblaciones y de uniformización cultural.
Es el arma principal de la que disponen las clases dominantes para consolidar su poder, tanto por la fuerza como por la ideología. Constituye el instrumento esencial del colonialismo y del imperialismo modernos.
Mutación del Estado moderno
Bajo el modo de producción capitalista, el gobierno es sin ninguna duda el instrumento de los intereses del capital. Participa en la constitución de grandes monopolios privados y públicos. La ola neoliberal de privatizaciones y de aperturas a la competencia perpetúa la hibridación creciente del alto funcionariado y de la clase capitalista, cuyos representantes circulan, a lo largo de su carrera, entre la finanza, la industria y la administración, creando vínculos cada vez más estrechos entre la esfera estatal y la esfera mercantil. Si el Estado neoliberal pretende intervenir menos directamente en la economía, sigue subvencionando al sector privado, en particular a los sectores estratégicos (armamento, energía, transportes, etc.).
La descentralización del poder del Estado iniciada en Francia durante los años 80 no ha promovido el poder popular; simplemente ha redistribuido las prerrogativas del Estado central a fracciones locales de la élite política.
La nacionalización neoliberal nunca ha cuestionado el principio estatal; solo ha transformado sus modos de acción. La construcción de la Unión Europea ha acompañado una evolución de las atribuciones del Estado aumentando la desposesión democrática y acelerando la destrucción de los servicios públicos.
Ni siquiera lo supranacional, ni el regionalismo, constituyen una manera de escapar a la opresión estatal. En un momento en que el capitalismo neoliberal conoce crisis sucesivas desde los años 80, el Estado aparece aún más como el último baluarte al servicio de la burguesía para imponer sus reformas, reprimir la contestación y defender el orden social desigual.
Una franja cada vez más importante de la burguesía anhela el fortalecimiento autoritario, racista y sexista del Estado, lo atestigua el aumento de las fuerzas políticas conservadoras y de extrema derecha que encuentran una audiencia cada vez más importante en las clases dominantes. Nuestra generación cae en una nueva época marcada a la derecha; más que nunca debemos construir contrapoderes que marquen una ruptura con el Estado.
El sentido de nuestro antiestatismo
El antiestatismo libertario se distingue radicalmente del antiestatismo liberal. El primero quiere emancipar a la sociedad del Estado y del capitalismo; defiende la gestión colectiva de las propiedades y de los servicios públicos.
El segundo quiera a la vez “menos Estado” para liberar los mercados y “más Estado” policial y militar para controlar a la población y defender los intereses capitalistas en el extranjero. El antiestatismo libertario se distingue también claramente del antiestatismo teórico del marxismo-leninismo. Al contrario de lo que afirma éste, el Estado no es solamente un “producto de las contradicciones de clase” condenado a desaparecer por sí mismo con la desaparición de la clase capitalista. La experiencia soviética demostró que es un aparato de dominación en sí mismo, cuya lógica interna es reproducirse creando una tecnocracia que constituye una nueva clase explotadora.
Luchamos también contra las instituciones de represión usadas por el Estado para mantener el orden social: policía, justicia, cárceles, fichaje, control administrativo etc.
La ilusión del cambio por las urnas
No puede existir una democracia real dentro del capitalismo. Por ello, sin hacer del abstencionismo un dogma intangible, boicoteamos las instituciones del estado y las elecciones representativas.
La participación en las elecciones representativas constituye, para el movimiento social y revolucionario, un estancamiento que solo puede generar división, renuncia, institucionalización e instrumentalización, al alejar a los explotad@s, de la acción directa.
Ahora bien, las conquistas sociales no han sido obtenidas gracias a las urnas, a las alianzas o a lealtades electorales, sino por las luchas colectivas. Lejos de suponer desprecio para con las personas que votan, el anti-electoralismo que profesamos es político y no se circunscribe a los plazos electorales, crea un nuevo lazo con el espíritu de la Primera internacional “la emancipación de los trabajadores debe ser la obra de los trabajadores mismos”. Trabajamos para preservar la unidad del movimiento social frente a las divisiones que pueden aparecer durante los plazos electorales. Aun así, no asimilamos los regímenes representativos con los regímenes autoritarios y dictatoriales. Unos y otros no desembocan en el mismo nivel de opresión de los pueblos.
Las libertades públicas – de expresión, de prensa, de asociación, de manifestación – y los servicios públicos son conquistas del movimiento obrero que el Estado solo concedió para preservar el orden social. Frente a la ofensiva de la seguridad destinada a aumentar el control social de la población, hay que defender centímetro a centímetro cada conquista obtenida por la lucha. Sea cual sea el régimen político, nuestro objetivo sigue siendo el mismo: la emancipación de todas y todos y la justicia social.

Una alternativa federalista
Nuestro proyecto político propone sustituir la organización estatal y capitalista por el federalismo autogestionado. En una sociedad así, la población decidirá ella misma las grandes orientaciones económicas y políticas. La revolución, tal como la pensamos, deberá sustituir la democracia directa a la democracia indirecta. Una larga descentralización federalista deberá evitar la desposesión del poder popular en beneficio de un nuevo poder estatal, centralizado y alejado de la sociedad. Una democracia auténtica y verdaderamente emancipadora solo podrá realizarse fuera del capitalismo y del estado, en una sociedad sin clases.

6. Romper la mecánica racista

Ya sea bajo la forma de discursos de odio o de discriminaciones, ya sea difundido por el Estado, la burguesía o el proletariado, el racismo es un sistema de dominación multiforme que crea divisiones en las poblaciones, entre un grupo mayoritario y grupos minoritarios oprimidos, basándose en un origen, criterios físicos o culturales asociados a diferentes estereotipos.
Un producto del nacionalismo y del colonialismo
Los Estados europeos, en su empeño de uniformar los territorios controlados y de centralizar el poder, construyeron políticamente y de manera artificial un “cuerpo nacional” alrededor de una identidad definida como “blanca y cristiana” a partir de una historia truncada – lo que se llama el “relato nacional” - excluyendo y oprimiendo a las minorías que no corresponden a esos criterios.
Ayer como hoy, las minorías que viven dentro del territorio y están excluidas de ese “cuerpo nacional” sufren la dominación racista. En ese contexto es donde se han desarrollado el antisemitismo y la romofobia1 en Europa, definiendo a los judíos y judías y los roms, como la figura anti-nacional, “portadora de una raza” y señalada como exterior al “cuerpo nacional”.
En paralelo, la colonización de América, y a partir del siglo XIX, la extensión del imperialismo colonial al conjunto del mundo no-occidental, se han apoyado en una definición racista de los pueblos no-europeos. Para justificar su esclavización y el acaparamiento de los territorios donde viven y de sus riquezas, los pueblos colonizados fueron designados como inferiores a fin de autorizar el recurso masivo a la esclavitud, a la deportación y al trabajo forzado para millones de individuos.
El racismo dirigido a los descendientes de los pueblos colonizados, en Francia y en los otros países que participaron en la colonización, es también una prolongación de esa historia.
La islamofobia, entendida como el racismo relativo a las personas musulmanas o consideradas como tales, nació también de esas dos dinámicas.
Un baluarte contra las clases posesoras
Los periodos de crisis económica y de regresión social son propicios al fortalecimiento del racismo. Los poderes políticos y la burguesía pueden apoyarse en el racismo para dividir a aquellos y aquellas que deberían juntarse para hacer frente a los efectos devastadores del capitalismo.
Designar chivos expiatorios como responsables del paro, de la precariedad y de la miseria, permite a la burguesía desviar a las clases populares de las reivindicaciones de igualdad económica y social. Las políticas de cierre de las fronteras establecidas por el Estado, las leyes dirigidas a estigmatizar una parte de la población o las prácticas concretas de instituciones políticas (policía, justicia, escuela…) tienden a participar en Francia a la aplicación del racismo de Estado.
El antisemitismo permite por otra parte proteger a la burguesía nacional de la ira popular designando a los judíos y las judías como pseudo-clase dominante con la movilización de estereotipos racistas entorno al tema de una supuesta dominación de la “finanza judía”. Las políticas antisociales están presentadas como el resultado de una “conspiración” y no como lo que son: los efectos del capitalismo.
Por la auto-organización de la lucha
La lucha contra el racismo es un reto esencial para l@s que luchan por la igualdad. Reviste una importancia particular en la lucha de clases para permitir la solidaridad entre todas y todos los explotad@s frente al Estado y a la patronal.
Así, nuestra solidaridad va en primer lugar a los movimientos que asocian con las luchas antiracistas un proyecto democrático de emancipación social que se apoye en las acciones de las clases populares.
Las representaciones construidas por la República colonial se mantienen y permiten que la jerarquía racista continúe ejerciéndose. En los territorios que están aun bajo ocupación francesa, el colonialismo sigue siendo un vector profundo del racismo.
Nos incumbe también luchar contra el racismo dentro de nuestra propia organización con todas las herramientas a nuestra disposición.
El movimiento revolucionario debe tomar conciencia de las transformaciones del sistema de dominación racista, con una marginación progresiva del racismo “biológico”, en beneficio de un racismo “cultural”. Es lo que ocurre con un antisemitismo contemporáneo muy real en el que la estigmatización, las violencias contra las personas consideradas como judías, lindan con las teorías conspirativas.
Es también lo que ha permitido el éxito de la teoría del “choque de civilizaciones”, una de cuyas principales consecuencias han sido las violencias y discriminaciones islamófobas que afectan a casi todos los países occidentales.
Negando la realidad de la islamofobia, algun@s instrumentalizan la necesaria crítica de las religiones para, en realidad, difundir discursos racistas.
Por el contrario, debemos defender un antirracismo claro, lúcido, fundado en un análisis de la realidad social liberado de fantasmas y de esencialismos.

7. Destruir el patriarcado

La lucha por la emancipación y la igualdad entre mujeres y hombres es uno de los temas esenciales del combate libertario.
Nos fijamos como objetivo la abolición del patriarcado como sistema de dominación, la igualdad civil y social entre hombres y mujeres, y la libertad para las mujeres de disponer de su cuerpo, de su capacidad reproductora y de su sexualidad, en el espacio privado y doméstico como en el espacio publico.
Rechazamos todas las discriminaciones basadas en el sexo, el género y la orientación sexual. En efecto consideramos la transfobia, la homofobia, la bifobia, la lesbofobia y la discriminación de las personas intersexuales como manifestaciones del patriarcado. Se basan fundamentalmente, en la existencia de solo dos categorías de sexo distintas – causando así la mutilación de las personas intersexuales – y en la imposición de un modelo heterosexual dominante.
Combatimos estas opresiones y reconocemos la confluencia y las especificidades de las luchas LGBTI.
El patriarcado es un sistema político y económico basado en la división sexuada del trabajo, se traduce por la explotación doméstica que sufren todavía las mujeres del mundo entero. Produce la cultura sexista, solidificada en un sistema de usos y costumbres, de leyes y de códigos sociales.
El sexismo representa todos los prejuicios que atribuyen cualidades o defectos “innatos” a cada género. Las “cualidades naturales” atribuidas por los prejuicios sexistas conducen a una jerarquización entre el grupo de los hombres y el de las mujeres. El patriarcado se apoya en el género – que es una construcción social – para justificar la existencia de categorías hombre y mujer y las desigualdades entre ellas, las violencias contra las mujeres, la asignación a ciertas funciones según el género y la imposición de una norma heterosexual y familiar. Su cruce con otras relaciones de dominación basadas en la clase social, el color de la piel, la orientación sexual, las creencias reales o supuestas, la edad, la situación administrativa, etc. genera otras formas de dominaciones.
La dominación es a la vez ideológica, cultural, social, económica y política relegando a las mujeres a papeles subalternos y desposeyéndolas del control de su vida, de su cuerpo y de su sexualidad. Es también física con las violencias domésticas, el acoso, las violencias sexuales que obstaculizan la vida de las mujeres a la vez por su existencia real y también por la amenaza constante que hacen pesar.
Logros constantemente cuestionados
A lo largo de las décadas, la lucha feminista y antipatriarcal ha logrado avances reales en las conciencias y en la vida. Pero ningún logro es nunca definitivo; debemos seguir defendiéndolos y ampliándolos.
Allí donde hemos ganado terreno – igualdad de derechos, igualdad profesional, aborto y anticoncepción – los movimientos reaccionarios ejercen una presión contraria que tiene como objetivo mantener el sistema de dominación patriarcal.
Una lucha específica es necesaria
La lucha contra el patriarcado es una lucha específica que no se reduce a la lucha contra el capitalismo, aunque ambos se alimentan mutuamente.
El capitalismo se aprovecha del trabajo gratuito realizado aun hoy en día principalmente por las mujeres en la reproducción de la fuerza de trabajo: parir, criar y educar a los hijos, llevar a cabo el trabajo doméstico y los cuidados. Aprovecha el sistema patriarcal para sobreexplotar a las mujeres en trabajos desacreditados y mal pagados. Pero el patriarcado no solo sirve a la clase capitalista.
Así, incluso en nuestro bando, los hombres gozan del trabajo gratuito de las mujeres y están liberados de una serie de tareas de las cuales se encargan las mujeres espontáneamente, empujadas por diversos mecanismos que mantienen y refuerzan esa relación de dominación.
Además las mujeres son las que tienen que soportar en su mayoría el trabajo a tiempo parcial, el paro, la precariedad, sirven de variable de ajuste para la patronal según sus necesidades de mano de obra.
Recíprocamente, las tareas domésticas asignadas a las mujeres (cuidado de las personas, limpieza,…) determinan a su vez la división sexuada del trabajo (distribución por género y jerarquizada de las tareas domésticas y de los trabajos).
Las religiones y el Estado constituyen también apoyos activos del patriarcado imponiendo un orden moral y un modelo familiar heteronormado y jerarquizado y sometiendo a las mujeres y a las minorías sexuales a la violencia institucional y policial.
Antes que defender la familia patriarcal, defendemos todas las formas de asociaciones familiares y sexuales sin jerarquía, basadas en el consentimiento y que tomen en cuenta los derechos de los niños, de las personas LGBTI, también victimas de violencias y de opresión.
Prácticas inclusivas e igualitarias
Las organizaciones revolucionarias están compuestas de personas miembros de una sociedad en un tiempo dado, y por ello portadoras de prejuicios, de modos de actuar, de condicionamientos y de costumbres adquiridos inconscientemente a través de su educación, a pesar de su voluntad de crear una sociedad más igualitaria.
Por eso nos incumbe luchar contra el patriarcado en nuestra propia organización con todos los medios a nuestra disposición.:
-Obrar para que nuestra organización sea más acogedora para las mujeres y las minorías de género en su manera de funcionar.
-Organizarse de manera no sexista (en la repartición de las tareas evitar “los hombres a la política, las mujeres a la logística”).
-Impulsar la toma de responsabilidades por parte de las mujeres y de las minorías de género a nivel local como federal enseñando a los hombres a no ocupar todo el sitio.
-Dar cara a las violencias sexuales y sexistas con un trabajo de vigilancia y favoreciendo la inseguridad de los agresores, que no serán tolerados en la UCL, ni en nuestro entorno.
-Favorecer marcos de debate no mixtos para liberar la palabra.
-Cuestionar nuestras propias costumbres y reflejos con el fin de garantizar que las tareas domésticas y afectivas no sean automáticamente atribuidas a las mujeres de la organización.
-Dotarse de herramientas que favorecen la palabra de l@s más timid@s y menos formad@s.
Rechazamos la concepción tradicional del militante revolucionario disponible para la causa gracias al confinamiento doméstico de su pareja. Intentamos desarrollar una nueva forma, alternativa, de militantismo que no reproduzca dentro del movimiento de emancipación, las relaciones patriarcales y las alienaciones domésticas.

8. Combatir todas las alienaciones

La emancipación individual de cada persona, tiene aspiraciones igualitarias y libertarias que sobrepasan el marco de la lucha de clases, y por eso, para nosotr@s no es una perspectiva secundaria. Decimos que la lucha por la libertad individual no se puede lograr sin luchas colectivas, así que las dos no se oponen.
Las clases y grupos sociales dominantes mantienen una mezcla ideológica que constituye la ideología dominante y que sirve a justificar u ocultar a la dominación y sus mecanismos materiales.
Esta ideología se propaga dentro de la sociedad entera y conduce a parte del proletariado y otros grupos dominados a apoyar un orden social que va contra sus intereses.
Aunque el capitalismo se apoye sobre alienaciones milenarias, o renovadas, también crea otras especificas. Se ve en el trabajo donde las personas son fragmentadas, dominadas y reducidas a mercancías. También se ve en la vida cotidiana, con la lógica de beneficios que dirige el modo de consumo y con la dictadura de la técnicas marketing que impone patrones de belleza y necesidades artificiales.
El capitalismo no ha creado todas las alienaciones que constituyen la ideología dominante pero ellas permiten la intensificación y justificación de su dominación como la del orden establecido con incitaciones al odio y división de la población.
Criticar las religiones radicalmente
Las religiones son unos de los vehículos fundamentales de las alienaciones : por su visión del mundo, su jerarquía, su control sobre la vida intima de cada un@, por los dogmas, tabúes y normas que imponen (derecho al aborto, sexualidad, norma matrimonial, patriarcado...)
Luchamos contra los dogmas pero no contra las personas que creen. Apoyamos la libertad de credo y respetamos las decisiones de cada un@s. Denunciamos las persecuciones o prohibiciones que sufren los creyentes. Pero nuestra organización esta atea, así que lucha por una sociedad libertaria liberada de las religiones.
Como sirven a justificar a un orden social desigual, necesitamos criticar las religiones radicalmente. Luchamos contra los discursos que prohíban las criticas de partes de las realidades sociales pretextando que serán "sagradas" o "divino".
Las religiones no estan fuera de la sociedad a pesar de lo que pretenden. Son partes del espacio político, apoyando por parte la ideología extrema derecha.

Contra la esencialización
Contestamos las normas de genero, sociales, como las jerarquías que se imponen durante la vida entera en nombre de una supuesta "naturaleza" o cientificismo y que justifica desigualdades sociales. La esencialización encierrá las personas en sus datos biológicos, su herencia, su código ADN, limitando su libre voluntad o modos de acción.
Por una educación emancipadora
El sistema educativo participe a enajenar el individuo reproduciendo el orden social establecido y llevando a aceptarlo desde sus primeros años. Es necesario establecer una forma de educación emancipadora para superar colectivamente esas alienaciones. Pero sabemos que las acciones educativas solas no pueden construir la sociedad que queremos.
Desde su inicio, nuestra corriente política se ocupa de la problemática educativa. Defendemos a valores y practicas pedagógicas que se basen en el racionalismo, la cooperación, la creatividad, el respeto de la especificidad de cada un@ para formar personas libres y responsables, capaces de entender y relacionarse con el mundo alrededor. Nos concentramos especialmente sobre la sensibilización contra las discriminaciones racistas, sociales y por motivos de género para poder luchar contra ellas.
Los libertari@s quieren una educación que desarrolla las capacidades físicas, intelectuales y artísticas sin asignarles a ningún orden de prioridad. Esta educación será accesible a todas las personas a lo largo de la vida para emanciparse de la esclavitud de la autoridad o de la competicia, para realizar la sociedad solidaria e igualitaria, los medios como los fines son igualmente importantes. Es por eso que hacemos nuestras las practicas pedagógicas antiautoritarias y la educación popular.
Luchar contra el capacitismo
La sociedad capitalista es una sociedad altamente capacitisma. El capacitismo es una opresión dirigida a la gente con discapacitad, sean físicas o psíquicas, visibles o invisibles. El capitalismo promueve y apoya a estructuras opresivas, que validan a la gente basándose en su capacidad de producción, o de ser explotable en un empleo asalariado. Las personas que no corresponden a esas normas son excluidas, marginadas o minorizadas.
En las ciudades, el capacitismo se cristaliza porque las infraestructuras solo son adaptadas por la gente non discapacitada (sin silla de ruedas por ejemplo). Generalmente, personas discapacitadas se ven más afectadas por la precariedad y la dependencia como accedan más difícilmente al trabajo. Son dejando de lado, tan simbólicamente que socialmente, por este sistema que solo se preocupa del valor del trabajo para integrar o valorizar la gente.

Sin prejuicios o barreras
Somos partidarios y partidarias de una lucha global, contra todas las formas de alienación y opresión, con objetivo de respetar absolutamente cada un@. Para que tod@s puedan vivir, amar, trabajar, crear, expresarse libremente, sin barreras que sean por el color de su piel, por su confesión, su sexo, su nacionalidad, su edad o su modo de vida. Para que tod@s busquen su lugar en la sociedad humana, puedan florecer y disponer de los medios necesarios a su existencia.
Por todo eso queremos articular la lucha de clases con las otras luchas contra las alienaciones. La destrucción del orden capitalismo y de la dominación del patriarcado y del racismo, la construcción de nuevas relaciones sociales igualitarias y libertarias establecerán la bases fundamentales, pero no suficientes, de una era de emancipación. No creemos en un individualismo radical que justifica, por la libertad de un@s, a la opresión de l@s otr@s.

9. Un antifascismo social y popular

El fascismo no se reduce a las experiencias históricas de Mussolini y Hitler. El fascismo sigue presentarse como una "solución" política moderna y se adapta a nuestra época.
El fascismo es una ideología que pretende producir un híbrido con los discursos sociales y nacionales. Esta conectado con la formación de la "derecha revolucionaria" que cuestione la democracia burguesa y el racionalismo de las Luces. El fascismo imagina ser "revolucionario" pero, en realidad, sirve los intereses de la burguesa y destruye la luchas populares que vea como amenazas a la "unidad nacional". Habla de la nación como si fue organismo que debe ser purificado de sus enemigos interiores que son, para el, las minoridades, l@s extranjer@s y también a los elementos subversivos, imponiendo una visión racista, misoginia y LBGTIfobica de la sociedad. Finalmente, su discurso asigna una identidad a un territorio.
Esta ideología no esta anti-capitalista sino que defiende un orden económico, la propiedad privada de los medios de producción y el afán de lucro. Por eso ella opone el capitalismo industrial y nacional que considere como "autentico", al capitalismo financiero, separado de manera arbitraria y asimilado a los judíos y las judías con un discurso antisemita. Este discurso protege la burguesia y acepta las bancas cuando ellas lo financia.
El fascismo quiere movilizar a la masas
Cuando el fascismo llego al poder practica un modo de gobierno que se basa en terrorismo de Estado sumada a una estrategia de terror realizada por bandas armadas con total impunidad. Intenta movilizar masivamente la población en la calle para imponer su visión, eliminar las restricciones legislativas y constitucionales que pueden impedirlo, y amordazar a sus opositores - los movimientos obreros y feministas, las minorías y las organizaciones progresivas o democráticas.
El fascismo es un movimiento y una ideología autónoma que puede ser utilizado por la minoría de propietarios como el ultimo recurso para mantener sus privilegios. Es por eso que, en tiempo de crisis, la mayoría de la burguesia siempre apoya al fascismo contra el movimiento obrero según la formula "mejor Hitler que el Frente Popular".
Así que afirmamos que la lucha contra el fascismo es absolutamente fundamental. No puede ser un objetivo secundario de lucha de clases como se trata de la supervivencia de las dinámicas de emancipación durante los tiempos de crisis.
Una estrategia que se base en los movimientos sociales
Preferimos generalmente que los movimientos sociales sean los instrumentos del cambio y de las acciones sobre la realidad. Pueden tomar un papel fundamental para contener o proponer una alternativa al fascismo. Una huelga, una movilización feminista, una lucha para el alojamiento, la protección de los servicios y transportes públicos no son forzosamente antifascistas. Sin embargo, como siguen a objetivos de emancipación colectiva, constituyen una barrera a la extrema derecha. Primero, ocupan el terreno social y designan a los accionarios, los propietarios, los alquilares y los directores de empresas como real clases dominantes. Segundo, porque proponen otras valores como la solidaridad de clase en lugar de la solidaridad nacional, la ayuda mutua en lugar del rencor o el odio, la emancipación individual y colectiva en lugar del orden tradicional y la responsabilidad colectiva en lugar del culto al jefe.
Es fundamental satisfacer el carácter anti-racista de esas luchas y la apertura a tod@s cualquier es su origen por pena de que los fascistas podrían intentar a orientar las con un objetivo nacionalista.
Una lucha especifica contra la extrema derecha
Sin embargo, aunque las luchas sociales pueden crear un clima propicio para frenar el fascismo no son suficientes. Hay una lucha antifascista especifica que tenemos que llevar a cabo y que sea ideológica, política y militante. Tenemos que denegar la normalización de las teorías reaccionarias con argumentos contrarios para descubrir los falsificadores. Tenemos que organizar una autodefensa de nuestros espacios, de nuestras luchas y de nuestros barrios contra las agresiones fascistas.
Somos partidari@s de la unidad la mas larga que posible, con basas claras humanistas y de clase. El antifascismo social y popular tiene que ir mas allá que las limites del discurso republicano y del activismo que se basa solo en la afinidad o la contra cultura.
No nos limitamos a un antifascismo que se opone a la extrema derecha oficial, también luchamos contra todas las políticas que permiten su instalación.

10. Contra todos los imperialismos

La división de la tierra en Estados nacionales es una construcción del desarrollo histórico del capitalismo y de los Estados. La dominación política del instrumento de las clases dirigentes que es el Estado se apoya sobre el fundamento ideológico que es la nación. La ideología nacional niega todas las diferencias o los antagonismos que pueden aparecer en un territorio : niega la pluralidad de las culturas y de las idiomas, de la lucha de clases, de las dominaciones y opresiones.
Rechazamos cualquier las políticas nacionalistas que construyan en realidad un mito basándose en la pureza y la " autarquía cultural" para dividir los explotados y las explotadas y justificar a su sumisión.
Consideramos que el federalismo libertario sea capaz que coexistan multitudes culturas también que su mezcla sin que una sola esta impuesta por un poder político.
Durante los siglos XIX y XX, el desarrollo del capitalismo se basó fundamentalmente en el saqueo organizado de las riquezas de los países del Sur. Y ha provocado desastres : guerras y matanzas, destrucciones de los equilibrios ecológicos, de las culturas alimentarias y de las producciones locales, todo eso en provecho de los imperios coloniales.
Así que las economías locales se quedan incompletas, dependientes y incapaz de satisfacer las necesidades de las poblaciones causando desigualdades cada vez mayor, miseria, hambre y exilio.
Nuestro anti-colonialismo
Luchamos contra el imperialismo colonial y neo-colonial que legitime los discursos racistas, las operaciones militares, el robo organizado de los recursos naturales y esta formado por una alianza de las burguesas occidentales con los jefes de Estados de las colonias "antiguas".
Las luchas independentistas del siglo XX han provocado una redistribución del imperialismo. La independencia formal ha convertido una dominación directa en una indirecta. Esta dominación se basa en el apoyo de las clases dirigentes nacionales, pero ejercitan el poder en el interés de la potencia colonial antigua.
En muchas des estas colonias antiguas aun hay una presencia militar y económica dominante, asegurándose que los gobiernos sigan siendo compatibles con los intereses del antiguo Estado colonial. Estas relaciones de dominación se han acentuado con la generalización capitalista por el endeudamiento, los mecanismos monetarios y la relaciones comerciales desiguales.
Entre el final de la guerra fría y el comienzo del siglo XXI, nuevos poderes han surgido a diferentes escalas que sean regionales, continentales o mundiales. Entran en concurrencia con las antiguas potencias imperialistas contestando el monopolio de depreciación económica neo-colonial y la influencia sobre las clases dirigentes locales. Aunque ellas pueden aprovechar de esta situación para favorecer sus intereses privados, la población de las antiguas colonias sigue sufriendo de este dominio exterior. Hay un nuevo imperialismo que se sustiye o que se añade a un otro. La concurrencia entre los dos también puede derivar en conflictos por procuración que siempre caen en la población local.
Somos firmemente adversarios y adversarias del imperialismo francés. Exigimos el fin de la tutela del Estado francés sobre los departamentos de ultramar, la eliminación de la Francia-África y el fin del intervencionismo militar exterior.

El apoyo que aportamos a las luchas de los pueblos en contra del imperialismo es a la vez lucido y critico. Históricamente, las luchas anticoloniales, siempre legitimas en sus luchas contra la dominación, y en eso en teoría siempre a sostener, terminaron frecuentemente en regímenes burocráticos militarizados o, hasta implicados en formas de neo colonialismo. Así, nuestra solidaridad va en prioridad a las fuerzas que asocian a sus luchas contra la dominación colonial, proyectos tanto de emancipación social y democráticos como proyectos anticapitalistas y federalistas, apoyándose en la base proletaria y l@s canpesin@s.
Estamos firmemente al lado de los pueblos contra todos los imperialismos sean mundiales o regionales. Rechazamos la postura que consiste en apoyar o despreciar la luchas populares dependiendo del imperialismo que molesten.
Una solidaridad de clase sin fronteras
El capitalismo se ha construido al nivel mundial. No se puede considerar una estrategia de lucha de clase limitándose solo a un país. Los retos son internacionales y tenemos que fortalecer los movimientos sociales para ponerse al día frente al retraso. Tenemos que construir una orientación internacionalista que deberá sobrepasar las resistencias soberanistas y localistas.
Apoyamos firmemente la libertad de circulación e instalación. Los Estados mas poderosos organizan la circulación de los capitales y de las mercancías, y en el mismo tiempo, crean fronteras y murallas entre l@s explotad@s. Estas fronteras no paran la migraciones sino que matan a miles de inmigrantes. También permiten la creación de categorías de trabajador@s ilegales y sin derechos. Luchamos a la vez, para que obtengan la regularización y por la abolición del saqueo comercial capitalista que arruina a sus países y les empujan al exilio.
Estamos a favor de una solidaridad internacional entre tod@s l@s trabajador@s de cualquier país, por la solidaridad entre los pueblos, por la solidaridad feminista y LBGTI, por la solidaridad ecológica, contra los Estados y todos los imperialismos. Siempre tenemos que construir esta unidad internacional con acciones concretas y coordenadas para luchar contra poderes que son multinacionales desde hace mucho tiempo.

11. Una estrategia que se base en las luchas sociales y la auto-organización.

Son las luchas directas desde la base, las únicas que pueden imponer transformaciones reales contra los intereses capitalistas. Oponemos una estrategia de las luchas sociales que son agentes del cambio a una estrategia de transformación que viene de los partidos políticos socialdemócratas por las instituciones del Estado.
L@s agentes de este cambio no son los dirigentes políticos o las minorías militantes sino que l@s trabajador@s, l@s estudiantes y la población que se inscribe en los movimientos de masas sin elitismo.
La auto-gestión de las luchas, el poder de las asambleas generales y la coordinación democrática son las condiciones y las formas necesarias para que todas y todos pueden decidir colectivamente. Muchas experiencias han demostrado que la democracia directa por la auto-gestión funciona.
Una animación auto-gestionaría de las luchas
L@s militantes pueden fundamentalmente ayudar al inicio y al desarrollo des las luchas de masas. Apoyamos una concepción autogestiva de los dinamisador@s de las luchas. Hay una contradicción en la auto-organización en que l@s militantes son activ@s en diferentes papeles centrales de la lucha (como organizador@s, portavoces, coordinador@s, teniendo mandatos...) pero también los movimientos tienen que dirigirse solos para que tod@s pueden hacer oír su voz y responsabilizarse colectivamente. Esa dialéctica viva es necesaria. Permite evitar a dos problemas : los del dirigismo y del espontaneismo.
La autonomía obrera y de los movimientos sociales es necesaria para que la base social sea el sujeto que controla las luchas. Autonomía frente a las instituciones del Estado como de los jefes y patrones o de todas formas de control exterior. Una autonomía también creativa : en las luchas de hoy preparamos las de mañana!
Las luchas sociales no se limiten a las de l@s trabajador@s. Hay que cuestionar generalmente la sociedad con las movilizaciones en los lugares de estudio, de l@s sin empleo, precari@s, por la vivienda, la ecología, el derecho de las mujeres, las luchas contra el racismo...
Contra las tentaciones vanguardistas
Esa descripción de las luchas sociales no da la prioridad al radicalismo de las ideas, sino a la capacidad de movilizar y generar debates colectivos a grandes partes de las clases dominadas.
Una revolución autogestiva no se puede sin la voluntad de toda la sociedad. El impacto actual de nuestras luchas sobre la conciencia colectiva depende de nuestra capacidad a desarrollar las practicas auto-gestionaría y alternativas a nivel de masas.
Por eso lucharemos contra todas las tentaciones vanguardistas, contra las minorías auto-proclamadas que suponen representar la base y que instrumentalizan los cuadros colectivos. Primero tenemos que construir un movimiento masivo sobrepasando sus limites con orientaciones auto-gestionarías.
No decimos que las acciones minorías son malas pero tienen que ampliarse al nivel de la masa.
La concientización por la experiencia.
El sistema capitalista tiene una imensa capacidad para recuperar y, mas tarde, cuestionar todo lo que la relación de poder pudo imponer. A pesar de esto, decimos que las luchas reivindicativas, que no son revolucionarias, pueden movilizar masivamente y permitir una concientiziación y experimentaciones concretas de auto-organización anticapitalistas
También, las alternativas, cooperativas y actividades de la asociaciones auto-gestionarías pueden cuestionar generalmente la sociedad si están en relación con l@s trabajador@s; la población y las luchas de clases.
Nuestra estrategia incluye reivindicaciones de corto como largo plazo. Nuestro objetivo es mejorar la condiciones materiales de vida para tod@s y que, al final, llegue el comunismo libertario.

12. Nuestra práctica sindicalista revolucionaria

El movimiento sindical nació de la voluntad de organización por parte de las trabajadoras y los trabajadores con el fin de rebelarse contra la opresión y la explotación. Permite oponer al empresariado, que cuenta con el aislamiento individual de los proletarios, la fuerza colectiva que conlleva la acción conjunta.
La lucha reivindicativa en los lugares de trabajo y estudios pasa por la acción sindical principalmente. Por eso, recomendamos una participación activa en el sindicalismo, entendido primero como una práctica de lucha y de auto-organización unitaria, de masa y de clase.
Como en toda forma de asociación, esta fuerza colectiva beneficia a los individuos unidos y más ampliamente a nuestra clase, con la condición de que se la apropien una minoría al detrimento de la colectividad. Es el caso cuando existe una distinción entre dirigentes y dirigidos, que conduce a que los dirigentes utilicen la organización para hacer valer sus propios intereses en vez de servir la causa común.
¡El sindicalismo no es una carrera!
También somos conscientes de que el movimiento sindical está -como muchas cosas en un periodo no revolucionario - atravesado por una contradicción entre integración y ruptura. Y que la integración provoca una fuerte tendencia a los compromisos sociales y la burocracia.
Sin embargo, no nos podemos satisfacer del rechazo de los sindicatos por parte del proletariado. Conduce más a desmovilizar los asalariados en vez de acrementar la relación de fuerza frente al Estado y Patronato. Cuando la práctica sindical sea autoorganizada y de lucha de clase, los sindicatos volverán a ser una herramienta interesante para las luchas sociales.
Un repertorio de acciones directas:
Defendemos un sindicalismo revolucionario que recupere la dinámica de auto-organización del proletariado que representa el movimiento sindical, integrándole los logros históricos de las luchas emancipadoras realizadas desde su origen.
Promovemos entonces todo el repertorio de acciones del sindicalismo revolucionario: huelgas, boicot, sabotaje obrero, bloqueos- incluso sus formas novedosas y reinventadas, desde el momento en que se basen en la acción directa de los trabajadores y las trabajadoras.
Defendemos la perspectiva de la huelga general, como arma del proletariado para defender sus intereses, y posible impulsor de una recuperación del control revolucionario de la producción. No significa que haya que multiplicar , fuera de contexto, los llamamientos a una huelga general mistificada, pero que hay que plantearla como un objetivo estratégico, estructurando nuestra acción.
Implica participar de los debates sindicales y hacer vivir - e incluso a veces solo existir - la democracia sindical.

Por la unidad obrera, a pesar de las divisiones
Preconizamos la independencia de los sindicatos frente a todo grupo exterior queriendo instrumentalizarlos, apoyamos la democracia interna y el federalismo, el intercambio, el control y la revocabilidad de los mandatos. Queremos restablecer una práctica interprofesional desarrollando herramientas que permitan la emergencia de una solidaridad y de una conciencia de clase : uniones locales, uniones departamentales, sindicatos y federaciones de industria, confederaciones.
La división sindical es el resultado de varios factores: burocratización, replanteamiento de la independencia sindical, prácticas antidemocráticas etc, a los cuales se añaden también la competencia y las practicas corporativistas. Opuest@s a esta lógica, más allá de los "fetichismos de organización", afirmamos la necesaria unidad obrera y pretendemos trabajar para crear las condiciones de una reunificación del movimiento sindical de clase y de lucha, sin negar las dificultades.
Apoyamos todas otras formas de organización que puedan darse l@s trabajador@s en lucha (asamblea general, consejo de huelga, coordinación...) , sobretodo cuando pueden completar y incluso compensar los límites actuales de las organizaciones sindicales.
Defendemos la solidaridad internacional en el campo sindical. Apoyamos también, una práctica sindical que integra la diversidad del proletariado : trabajador@s del sector público y privado, con o sin empleo, activ@s o jubilad@s, cualquiera que sea su origen, su nacionalidad, su género o su orientación sexual.
Construir una democracia de base
Según la realidad del terreno podemos inscribir nuestro sindicalismo revolucionario en diversas organizaciones sindicales. Lo esencial, para nosotr@s, es la posibilidad real que ofrece tal o tal estructura para desarrollar los colectivos militantes y de la misma forma una actividad reivindicativa. Nuestro sindicalismo se piensa entonces, en términos de terreno, se inscribe primero en las estructuras de base, pero se niega a considerar la fragmentación del movimiento sindical como positiva o inevitable.
Es al servicio de esta actividad de los colectivos de base, y en el respeto escrupuloso de la democracia sindical, que los camaradas pueden tener un mandato en todos los puestos y a todos los niveles, elegidos por los miembros de sus estructuras.
Sindicalistas revolucionari@s, nos oponemos a la división del trabajo social-demócrata entre partidos que se ocupan de la política, es decir también de las cuestiones de sociedad, y trabajo sindical confinado a las reivindicaciones inmediatas. Para nosotr@s, la organización sindical debe ser portadora de una estrategia de transformación de la sociedad, elaborada con completa independencia. Es un espacio esencial para la construcción de un contra poder. Debe permitir perfeccionar las capacidades autogestionarias de nuestra clase.
Si parece obvio que el hecho sindical, como todos los hechos de sociedad importantes, deben ser discutidos en todas partes incluso en las corrientes políticas, refutamos la práctica de fracción que conduce sus miembros, cualquiera que sea su opinión, a actuar de manera concertada para repercutir las directivas de su organización política en el sindicato, despreciando la independencia y la capacidad de elaboración propia de este último.

13. Valores para un mundo nuevo

El comunismo libertario quiere articular de manera lo más armoniosa posible nuestra necesidad de pertenecer a un colectivo y nuestras aspiraciones a ser reconocidos respetados en nuestra singularidad. Lo que queremos es una sociedad donde lo "cada uno con lo suyo" sea convertido en cooperación y apoyo mutuo. Una sociedad donde ya no hay los y las que poseen, y las y los que no tienen nada o poca cosa. Una sociedad donde ya no hay ricos ni pobres. Una sociedad donde las órdenes de las minorías que mandan se vean borrada por las opciones colectivas, libres y asumidas. Una sociedad donde se equilibran y se apoyan mutuamente el individuo, lo local, lo particular y lo colectivo, lo social, lo cultural : una sociedad igualitaria y libertaria.
La igualdad y la libertad sólo pueden ser efectivas en una democracia real que impide la reconstitución de un nuevo poder y nuevas opresiones, que permiten a cada uno y cada una poder hacer valer sus opciones y aspiraciones. El comunismo libertario, es la democracia horizontal y directa; el pueblo soberano autoinstaura la sociedad, autogobierna su política, autoadministra su producción y más globalmente determina sus necesidades colectivas y las maneras de responder a ellas.
La autogestión de la producción, liberada de los imperativos del productivismo y de la carrera al beneficio, puede por fin poner las investigaciones y los avances técnicos al servicio de los individuos. Respetuosa del medioambiente, abre una vía a una relación nueva reintegrando la comunidad de los humanos en el equilibrio de los ecosistemas. Porque satisface las necesidades colectivas y se ha liberado de la relación de explotación, el trabajo puede tomar sentido, perder su carácter alienante, permitiendo a cada uno y cada una acceder al control de sus actividades.

Emancipación individual y colectiva son indisociables
La satisfacción igualitaria de las necesidades expresadas por una sociedad basada en la emancipación de los individuos y de las comunidades de base no significa ni nivelación, ni uniformización, y respeta la multiplicidad de los modos de vida, de los gustos y de las aspiraciones.
El comunismo libertario, es la lucha por una sociedad donde los individuos son libres, iguales y responsables. Libres en un mundo donde pesan las necesidades materiales, y en una sociedad donde todos participan en las tareas comunes y a las responsabilidades colectivas. Libres de expresarse, de crear; libres en su modo de vida, en su sexualidad, en su cultura. Responsables, dueños de su trabajo, participando al lado de todos y todas a la autogestión de la producción y de la sociedad. Iguales a tod@s, entonces llegando a la igualdad con tod@s al reparto de los productos del trabajo.

Para favorecer esta responsabilización, una sociedad autogestionada debe hacer efectiva el acceso a la educación, la información y la cultura con bases emancipadoras.
El comunismo libertario, es el final de un cierto orden del mundo. El final del colonialismo y del imperialismo, en beneficio de una relación igualitaria y solidaria entre todos los pueblos, basado en la autonomía productiva de cada zona, y el intercambio de riquezas entre zonas ricas y pobres. El final del orden del Estado, al provecho de una federación libre de las zonas autogestionadas. El final de las fronteras y de las amenazas de guerra, por un mundo sin barreras y totalmente desmilitarizado.
Defender una ética
El surgir de una sociedad libertaria no significaría el final de la historia y la instauración de un "paraíso terrenal" ; los enlaces de dominación podrían subsistir o resurgir. Será importante poner de realce valores, seguir interrogando funcionamientos, prácticas, y probablemente llevar a cabo luchas.
El conjunto de estos valores implica una coherencia entre los medios y los fines sin los cuales no hay esperanza de vivir en el comunismo libertario. Es la razón por la cual, sin esperar un vuelco revolucionario, intentamos hacer vivir las finalidades aquí y ahora, en nuestras acciones y nuestros compromisos, en nuestros espacios de vida y lucha.

14. Proponer un proyecto de sociedad alternativo

Somos revolucionarios, es decir partisanos y partisanas de una transformación radical de la sociedad. Nuestra acción política quiere poner en adecuación nuestro proyecto de sociedad y los medios para llegar a ello: el balance de la social democracia demuestra que no se puede luchar eficazmente en contra del capitalismo conquistando el poder por vía electoral y reformándolo progresivamente.
Esto no significa tampoco esperar pasivamente una ruptura "inevitable": el porvenir no está escrito en ninguna parte, será lo que haremos de él, y a cada situación histórica el campo de las posibilidades es ampliamente abierto. No hay ninguna razón para que la Historia haya llegado a su estado último: el capitalismo no será la última forma de la sociedad humana. Los sistemas de dominación racista y patriarcal no son una fatalidad.
Pero un socialismo autogestionario y enlaces sociales igualitarios no surgirán mecánicamente al final de una crisis final con una única salida posible. Nacerán de una acción conciente y determinada de las masas explotadas. Materialistas, instruidos e instruidas por la experiencia histórica, sabemos que un verdadero movimiento popular nunca es puro. Puede estar constituido por fuerzas contradictorias, progresistas, como retrógradas, y cada un@ intentará hacer prevaler su proyecto político. L@s revolucionari@s no se pueden satisfacer de juzgar de manera exterior. En las luchas pueden esperar influir en los acontecimientos.
Contra la acción armada aislada
Revolucionarios, no somos partidarios a priori de una solución violenta. Lo esencial en un proceso de transformación está en la obra colectiva, que necesita una autodefensa de la población para salvaguardar lo adquirido. Pero el grado de violencia en una revolución es primero escogido e impuesto por las clases dirigentes caídas. Esta violencia puede entonces ser necesaria. Hay que estar muy atent@s, para protegerse de los excesos y del peligro de militarización.
Excepto en las situaciones de dictadura o de ocupación militar o colonial, estamos opuestos a la acción minoritaria armada llevada a cabo por grupos aislados de la población y del movimiento social. La acción armada, llevada en estas condiciones, conduce al frente a frente peligroso con el Estado; lleva al reforzamiento de éste y al aislamiento de las y los que la practican.
No confundimos por supuesto la acción minoritaria armada con las formas duras tomadas por las luchas de trabajador@s y de la población por la defensa de su adquisiciones y de sus combates. La legitimidad de la acción de l@s revolucionari@s no se determinan en términos de respeto de una legalidad impuesta por el Estado pero evoluciona en función de la conciencia de masas.
Imaginar para transformar la realidad
Un proyecto revolucionario es necesario, alternativo a los socialismos de Estado y al liberalismo. Un proyecto que tiene vocación a llevar a cabo un comunismo libertario a la escala de toda la sociedad, en el plano económico (socialización de los medios de producción y de los productos del trabajo colectivo), político (federalismo libertario como alternativa a toda centralización del poder político) y social (igualdad social entre individuos sin consideración de genero, orientación sexual, origen, capacidades físicas o sicológicas...). La elaboración de un proyecto revolucionario se apoya en experiencias históricas y contemporáneas de luchas, teniendo en cuenta las dificultades encontradas. El proyecto revolucionario necesita entonces una reevaluación regular, intengrando nuevas luchas sociales y evoluciones de la sociedad.
La utopía puede tener una incidencia decisiva en los movimientos sociales. Estimulando la imaginación colectiva, alimenta las luchas inmediatas, tanto en las formas como en los objetivos, y ella puede dar fuerza y crédito a nuestras luchas explorando las posibilidades de una sociedad alternativa. La fantasía es necesaria para transformar las realidades.
Si nos parece necesario que nuestra corriente lleve un tal proyecto, éste no pretende predecir el porvenir, ni preverlo todo, ni ser un conjunto de promesas, ni ser un plan ya listo de una socialismo que hay que construir tal cual.
Es a través de sus experiencias que l@s trabajador@s encontrarán sus respuestas a numerosas preguntas de la sociedad. Pera en su elaboración, nuestras proposiciones pueden tener un valor de contribución y estímulo, influyendo en el debate de ideas y las prácticas en el sentido más libertario, lo más autogestionario posible.

15. Contra poder, doble poder y ruptura revolucionaria

La revolución libertaria no es la sustitución de un equipo dirigente a otro: es una revolución global de las formas económicas, sociales, políticas y culturales de la sociedad.
La revolución no deviene sólo de “una maduración ideológica”, o de condiciones económicas objetivas. Puede aparecer al cabo de una dinámica basada en prácticas sociales, prácticas reales de las masas e individuos, sus luchas que se realizan en las condiciones materiales de cada época, y que permiten una concienciación colectiva y la emergencia de un proyecto de sociedad compartido cada vez más ampliamente.
En un periodo no revolucionario : construir contra poderes
La concienciación revolucionaria se apoya generalmente en una experimentación concreta a través de la lucha de clase, las luchas emancipadoras y su auto-organización. Sindicatos de lucha, colectivos de desemplead@s, colectivos por un techo digno, organizaciones feministas, colectivos antiracistas, colectivos que denuncian las violencias policiales...Todos participan de una lógica de contrapoder frente al capitalismo y al Estado.
Estos contrapoderes son potencialmente embriones de una alternativa política y social, pero sólo potencialmente . Pueden llegar a serlo si adoptan prácticas autogestionarias y perspectivas anticapitalistas, antipatriarcales, antiracistas, ecologistas, revolucionarias....
La corriente comunista libertaria debe contruibuir a ello activamente, y velar a oponerse a los discursos, y a las prácticas dirigistas, ya que la libertad no es para nosotros una meta lejana autorizando el recurso a cualquier medio, pero ella es la meta y el medio.
Por otra parte, fortalecer el poder popular, es también incrementar nuestra autonomía frente a los capitalistas y al Estado. Así, es útil participar a las iniciativas permitiendo reapropiarse la producción, la redistribución, la educación, etc., aportándoles nuestro análisis y nuestros combates anticapitalistas e impulsándoles practicas autogestionarias y emancipadoras.
Durante un periodo pre-revolucionario : fomentar el doble poder
Un periodo pre-revolucionario se abre cuando el Estado se ve desbordado por el incremento de la lucha de clases hasta tal punto que empieza a desmoronarse, y que su autoridad está puesta en tela de juicio. Si algunos lugares de producción están tomados por l@s trabajador@s, el empresariado ve su razón de existir directamente amenazada.
Los contrapoderes activos con anterioridad pueden entonces formar una armadura de una red de órganos democráticos - que se llamen federaciones locales, federaciones industriales, comunas, consejos, asociaciones de barrios o de empresa, asambleas populares - que empiezan a tomar las riendas de las actividades económicas y sociales. La federación progresiva de este conjunto dibuja los contornos de un poder popular sustituyendo el poder del Estado.
Por "poder popular", entendemos no un "estado obrero" según la concepción leninista, sino más bien una dinámica de democracia directa, federalista, controlada por la base.
Durante este proceso - donde el poder capitalista está abiertamente cuestionado - la corriente comunista libertaria no busca formar un "Estado Mayor" aspirando a tomar el poder estatal. Por lo contrario, empuja a que el poder popular tome conciencia del suyo, se consolide, se extienda, y se ponga a pensar a poder sustituir el poder del Estado.
La corriente comunista libertaria debe contribuir a orientar el proceso revolucionario hacia una solución autogestionaria, evitando los peligros de la burocratización, sin dejarse llevar totalmente por la espontaneidad. Esta ya demostró , en la historia, su extraordinario poder creativo así como su inestabilidad también.

16. La creatividad del proletariado

Nuestra concepción del socialismo no es el fruto de una elaboración exterior a las luchas del proletariado. Sostenemos al contrario que son las y los trabajadoras y trabajadores mismos que inventaron y reinventaron las bases de una sociedad alternativa al capitalismo, a través de sus luchas y notablemente en los períodos revolucionarios.
En todos los tiempos y en la época contemporánea, los pueblos buscaron caminos hacia la igualdad social y política. En todas las partes del mundo, durante la Commune de Paris en 1871, en México entre 1910 y 1917, en Rusia y en Ucrania de 1917 a 1921, con la comuna corea de Shinmin (1929-1931), en España de 1936 a 1937, se desarrollaron las bases de otro socialismo posible, finalemente aplastado por la burguesía y/o el fascismo, o trahicionado por la constitución de una nueva clase dirigente. Las experiencias revolucionarias de Chiapas a partir del 1994 y en el Rojava a partir de 2012 constituyen otros ejemplos.
No repetir los errores del pasado
Cada experiencia revolucionaria, cada tiempo fuerte de lucha de clases vino a confirmar esta aspiración a una sociedad y una toma de mando hecha por la base, desde las empresas colectivizadas y autogestionadas hasta las comunas libres.
Nuestro socialimo libertario es entonces el heredero de las tendencias antiautoritarias desarrolladas desde la Primera Internacional por una parte de los movimientos obreros, campesinos y sociales. Hay que reconocer que son otras corrientes las que se impusieron durante décadas: socialismos de estado - social-democracia, leninismo, estalinismo, maiosmo, trotskismo- que se opusieron a aspiraciones populares de autogestión y de democracia directa y que condujeron a los movimientos populares a un callejón sin salida.
El comunismo libertario, elaborado de manera autónoma por las trabajadoras y los trabajadores, ha abierto una perspectiva extraordinaria para la humanidad dibujando a través de realizaciones concretas una forma superior de democracia.
Pero las experiencias históricas de la misma manera revelaron límites y debilidades que tenemos que tomar en cuenta. Por esta razón es necesario un proyecto coherente transmitido por una organización militante para resolver los problemas a los que tienen que enfrentarse y se enfrentará el comunismo libertario.
Si la existencia de un proyecto tal no es una garantía infalible, puede sin embargo ayudar a las masas en lucha a evitar los errores del pasado y llegar la emancipación total.

17. Contra los socialismos de Estado

El balance de los socialismos de Estado, en sus diversas formas, es globalmente negativo. Históricamente, el socialismo de Estado ha servido como arma contra el socialismo creado por los trabajadores y trabajadoras: gestión de crisis por parte de la social-democracia, construcción de un capitalismo “patriota” por parte del estalinismo luego y el maoísmo.
Si esos regímenes pudieron durante algún tiempo orquestar reformas sociales, lo hicieron sin romper nunca con las relaciones de producción capitalistas ni con las jerarquías dirigent@s→dirigido@s.
Lo hicieron reprimiendo o domesticando los movimientos sociales independientes, no vacilando en ciertos periodos en adquirir un rol abiertamente contrarrevolucionario (Alemania 1918-1919, Rusia 1918-1921, España 1937-1939, Hungría 1956, Argelia 1965, Checoslovaquia 1968, Polonia 1980…).
De este modo, ahogaron las capacidades políticas del proletariado y facilitaron el retorno al poder de la burguesía tradicional.
La socialdemocracia
La socialdemocracia reposa en la ilusión de un Estado “neutro”, por encima de las clases, capaz entonces de volverse en favor de los intereses de l@s explotad@s.
Hay allí una doble error: por una parte, la promesa de dirigir el Estado contra los intereses capitalistas. Por otra parte, la promesa de una transformación progresiva, pacífica y legal de la sociedad, paso entonces, a través de leyes y decretos, del capitalismo a socialismo.
Se sigue de ella una estrategia política inserta en las instituciones del capitalismo y respetuosa de estas. La socialdemocracia, en sus variantes socialista, obrerista y ecologista, es ante todo un socialismo estatista que descansa en la delegación de poder en favor de los políticos y las clases dirigentes burocráticas.
Durante el siglo XX, el ascenso al poder de la socialdemocracia pudo traer consigo ciertos avances sociales, pero las conquistas son en realidad el fruto de luchas llevadas a cabo en la base. El rol jugado por la socialdemocracia, agente de las clases dominantes, es entonces poner fin a esas luchas satisfaciendo algunas de sus reivindicaciones antes que se extiendan más y pongan en duda los fundamentos del sistema capitalista. Cuando no hay luchas, la socialdemocracia en el poder no obtiene ninguna concesión y participa incluso en la destrucción de lo que había sido anteriormente conquistado.
El balance de la socialdemocracia es desastroso para el proletariado. Instauración de la “paz social” en la que l@s trabajador@s pierden sus capacidades de resistencia, sumisión de las organizaciones sindicales y del movimiento social al calendario electoral o, cuando la izquierda está en el poder, al de la política gubernamental.
Al fin y al cabo, presa de la trampa de la gestión capitalista, la socialdemocracia siempre ha terminado adoptando sus códigos y su ideología.
Los nacionalismos de izquierda
A veces, los gobiernos pretenden oponerse al capitalismo en nombre de la “patria”. En efecto, el nasserismo en Egipto, el peronismo en Argentina o el chavismo en Venezuela han reivindicado una forma de socialismo al momento de nacionalizar sectores clave de la economía y mejorar la situación de las clases empobrecidas.
A pesar de ello, la ambición real de los nacionalistas de izquierda es formar un capitalismo nacional, asociado a un Estado fuerte dirigido por un líder carismático, mano a mano con una patronal patriota que pone a los movimientos sociales bajo su tutela.
Históricamente, los regímenes nacionalistas de izquierda han engendrado una clase burocrática y una clase poseedora que, lejos de actuar en favor de los intereses de “la patria”, han terminado siempre sirviendo a sus propios intereses en detrimento de pueblos reducidos a la celebración del líder caritativo.
El leninismo y el estalinismo
El leninismo, proyecto de una transformación revolucionaria de la sociedad bajo la dirección de un partido dirigente, utilizando como herramienta la estatización de la economía, hizo agua al despreciar y combatir lo esencial del socialismo autogestionario y federalista, nacido del seno del proletariado. El balance es terrible y las sangrientas dictaduras ensuciaron incluso la misma palabra “comunismo”.
La historia lo demuestra: la estatización de los medios de producción no implica una ruptura con la relación capitalista dirigent@s→dirigid@s, sino más bien el paso de un capitalismo fragmentado y competitivo a un capitalismo de Estado, con su nueva clase explotadora.
Ningún partido puede autoproclamarse “vanguardia del proletariado” e imponer su dictadura a l@s trabajador@s en nombre de su emancipación. La forma centralizada y jerárquica del partido leninista, en sintonía con su función de toma del poder y acaparamiento del aparato de Estado, conduce a la tiranía al interior de la organización, al aplastamiento de la oposición hacia el exterior, a la ruptura entre el partido y los trabajadores y trabajadoras, entre el partido y la sociedad.
La estrategia de toma del poder por parte del partido conduce asimismo a prácticas detestables en el marco de las luchas cotidianas: el esquema de la correa de transmisión que somete a las organizaciones de masas y a los sindicatos a las directivas del partido, dirigismo en la conducción de las luchas, haciendo según los casos prevalecer los intereses del partido a las necesidades de la lucha.
Ciertamente no ponemos en la misma linea leninismo y estalinismo, el primero es una corriente revolucionaria autoritaria, mientras que el segundo es un sistema burocrático totalitario. Sin embargo, ambos salieron del bolchevismo, corriente autoritaria del socialismo. Y es necesario constatar que el leninismo preparó esa burocracia y abrió la vía a los crímenes contra la democracia y el proletariado cometidos por el estalinismo. Esos regímenes son responsables de la restauración del capitalismo, sus clases dirigentes generalmente se mantuvieron en el poder reconvirtiéndose.

18. Por un comunismo libertario

El proyecto de sociedad que proponemos se basa en la experiencia concreta de l@s trabajador@s en lucha, en periodo revolucionario o no: fábricas recuperadas y autogestionadas, comunas libres, consejos obreros, industrias socializadas, colectividades agrarias, federaciones…
Llamamos comunismo libertario a este proyecto, no en referencia a la corriente “comunista” marxista-leninista, sino en continuidad con una corriente más amplia y antigua: anarquista, sindicalista, consejista, antiautoritaria.
Por comunismo entendemos la puesta en común de los medios de producción, sin apropiación privada ni privatización, descentralizada, es decir, sin clases y sin Estado, y la repartición de las riquezas creadas en función de las necesidades de cada un@.
Por libertario, entendemos una sociedad que tiene como objetivo y condición la emancipación de los individuos, que pasa por la igualdad económica y social, así como por una democracia federalista y autogestionaria.
El comunismo libertario es el proyecto de una sociedad en evolución, animada por un proceso revolucionario permanente que extiende progresivamente la nueva sociedad a toda la superficie de la tierra, que gana e integra poco a poco a toda la población.
Contrariamente al capitalismo predador, incapaz de detener su destructivo avance por el planeta, el comunismo libertario puede llegar a un equilibrio entre las capacidades productivas, las necesidades de la población y la capacidades de la biosfera.
Indicamos aquí algunos grandes ejes de este proyecto, tal como podemos concebirlo en su primera fase de construcción, es decir, cuando la población aún no ha sido conquistada, la revolución tiene aún variados enemigos tanto al interior como al exterior y hay que construir con lo que heredamos del capitalismo en materia de tecnologías, organizacion del territorio y desigualdades sociales.
Sobre las relaciones de producción autogestionarias
El comunismo, tal como lo entendemos, reposa en tres puntos indisociables: la socialización de los medios de producción e intercambio, la autogestión de cada unidad de trabajo y la planificación democrática de la producción.
— La socialización significa que los medios de producción e intercambio son propiedad social, un “bien común” de toda la sociedad y están bajo la doble responsabilidad de las federaciones industriales (metalurgia, construcción, agroalimentaria…) y los niveles territoriales más apropiados en cada caso (comunas, regiones, federaciones…). Cada federación industrial está coordinada por un consejo amplio formado por delegad@s de l@s trabajador@s de diversas áreas de la producción. La afiliación de cada área a una federación industrial garantiza una lógica de cooperación y complementariedad, contra la lógica de rivalidad y competencia que prevalece en el marco del mercado capitalista.
— La autogestión significa poder de decisión de las asambleas de trabajador@s, con total libertad de expresión y votos democráticos. La autogestión debe abolir la distancia entre dirigent@s y dirigid@s, la jerarquía entre oficios y, de manera general, la parcelación del trabajo.
En la autogestión, l@s responsables, delegad@s y coordinador@s son elegidos, además de revocables, por las asambleas de base y están encargad@s de poner en obra las grandes decisiones en la organización del trabajo, en base a un mandato imperativo.
La inversión de las relaciones de producción implica una trasformación radical de la naturaleza misma del trabajo. Las funciones manuales e intelectuales, separadas por el capitalismo, deben ser reunificadas: cada trabajadora y trabajador debe poder participar en la concepción y decisión respecto al proceso de producción y su finalidad. Su tiempo de trabajo incorpora el tiempo de decisión, ejecución y formación continua. A lo que se aspira con la contratación de desempleadas y desempleados y la supresión de las funciones inútiles, es a una redistribución y reducción importante del tiempo de trabajo.
Esta desalienación del trabajo remodela profundamente el aparato productivo y el rol de las tecnologías. Con lugares de producción a escala humana, más fáciles de autogestionar. Con tecnologías que ya son utilizadas por los capitalistas para intensificar la explotación, sino que se adaptan a las necesidades reales de los colectivos de trabajo.
— Planificación democrática significa que la producción ya no está guiada por el afán de lucro sino por las necesidades de la población. El valor de uso prevalece por sobre el valor mercantil. Las necesidades humanas, sin embargo, no serán nunca “objetivas”: existen en función de elementos culturales y aspiraciones personales, pero también de lo materialmente disponible.
La diversidad de necesidades llama entonces a la coexistencia de un mecanismo de planificación general y una esfera de intercambio de bienes, a la iniciativa de individuos y comunidades.
La planificación debe determinar las necesidades y orientar la producción hacia la satisfacción de las necesidades fundamentales, respetando los imperativos ecológicos: vivienda, alimentación, transporte, salud, formación… de manera ni competitiva ni contradictoria, la esfera de intercambios espontáneos debe permitir el acceso de cada una y cada uno a comercios y servicios complementarios.
Una democracia directa y federalista
La diferencia entre Estado parlamentario y federación autogestionaria es radical: el poder se transforma, pues los responsables de la coordinación y gestión ordinaria son mandatados, pero se rechaza la delegación del poder sobre grandes decisiones. Se trata entonces de democracia directa.
Esta democracia directa reposa en tres puntos: federación de los territorios, asambleas populares, mandato imperativo (ligado a las estructuras autogestionarias presentes en el seno de las unidades de trabajo).
— La federación de los territorios significa que la sociedad está estructurada a partir de comunas, luego regiones, pues estas son las espacios más directamente controlables por la población.
Las regiones federadas no necesariamente reproducen la división de las antiguas regiones administrativas. Lo importante es que alcancen una autonomía en materia agrícola e industrial que permita maximizar los intercambios en circuitos cortos.
El comunismo libertario apunta a una federación universal de las regiones, más allá de las fronteras lingüísticas. Esta federación se da reglas comunes, garantizando la producción de cada individuo y de cada comunidad. El federalismo permite evitar dos escollos: el centralismo burocrático y la atomización de la sociedad. Es el el equilibrio entre la iniciativa y la autonomía de las unidades federadas, es la solidaridad de todas y todos, la mutualización de los medios y la estructuración de los servicios públicos regionales, es una interdependencia sin jerarquía en donde, para las cuestiones comunes, las decisiones colectivas son tomadas y aplicadas por todas y todos. El federalismo implica una concepción abierta de la sociedad, como lugar en el que buscar el equilibrio entre el interés general y el interés particular, sin reducir nunca el uno al otro.
— Las asambleas populares son la célula democrática de referencia. Esto no se traduce en un asambleísmo perpetuo, que obliga a todas y todos a pasarse la vida en reuniones para controlar cada detalle de la vida de la ciudad. Al poder reunirse, en un determinado lapso, solo una fracción de la población, las asambleas deben ser como un estadio en donde se discutan los grandes proyectos. Es más una etapa democrática previa que una consulta formal de la población (necesaria de todas formas para cada paso), pues la asamblea decide sobre las grandes orientaciones que están en discusión.
Es también en esas asambleas populares que son mandatad@s y eventualmente revocad@s l@s delegad@s que forman los consejos de comunas, regiones y federación.
La democracia directa implica la libertad de expresión y de organización, la libertad de culto, la libertad de prensa. Las corrientes de pensamiento organizadas pueden defender sus puntos de vista y alimentar el debate, pero l@s delegad@s son mandatad@s colectivamente. Una vez designad@s, deben aplicar las decisiones colectivas, y no las de su tendencia.
— El mandato imperativo significa que l@s delegad@s ante los consejos de las comunas, las regiones o la federación no son elegid@s en base a un programa y a promesas, poseyendo un mandato delegado. Son elegid@s en función de su integridad y sus competencias para coordinar la puesta en marcha de las decisiones colectivas, en el marco de un mandato imperativo e irrevocable en el que el fondo no cambiara, aunque la forma puede evolucionar en función de los argumentos.
La democracia federalista autogestionaria representa una forma radicalmente novedosa de poder colectivo, en ruptura con la división gobernantes-gobernad@s, la separación Estado-sociedad y todos los sistemas de clase. Al estar cada una y cada un@ asociad@ a ese poder colectivo, el gobierno baja al taller y a la comuna: es el gobierno de la sociedad, que responde a la autogestión de la producción
La autodefensa de la sociedad
La necesidad de defender a la nueva sociedad de sus enemigos interiores y exteriores implica formas de autodefensa ante las cuales los revolucionarios no pueden recular.
Al menos durante una primera fase de la revolución, la persistencia de opresiones en la sociedad, como violencias racistas, homofóbicas y sexistas, las predaciones y crímenes medioambientales, nos obligan a una profunda reflexión en vistas a establecer un derecho emancipador y una justicia rehabilitadora y reparadora.
Sin embargo, las estructuras de autodefensa y de justicia de la sociedad deben estar estrechamente ligadas a la población y controladas por los consejos, en total ruptura con los órganos represivos de la antigua sociedad.
Los riesgos de militarización o de orden policial son evidentes en una periodo revolucionario, y exigen por lo tanto una aguda vigilancia. La finalidad del comunismo libertario es una sociedad liberada del control militar y policial.

19. Una organización militante autogestionada

La Union comunista libertaria no es un partido : ella no tiene vocación a solicitar los votos de los electores y de las electoras. La actividad esencial de la organización es el desarrollo y la auto-organización de las luchas contra todos los sistemas de dominación : por su política y su propaganda, por su reflexión colectiva, por sur formación, por la ayuda que lleva, por la acción de sus miembros.
Trabaja para el surgimiento de un contrapoder por parte de la base de la sociedad y a una ruptura con el orden capitalista, patriarcal y racista.

Solidaridad, luchas, autogestión
También queremos hacer de la UCL un espacio privilegiado de solidaridad y apoyo mutuo, especialmente contra la represión.
La organización depende del presente manifiesto, hasta que sus miembros decidan de otra forma. Ni programa histórico, ni declaración de principio inamovible, este manifiesto es solamente un momento de un proceso teórico, práctico y organizacional, que contiene en si una dinámica potencial de superación.
Un contrato estatutario pone las reglas de funcionamiento de la organización y une todas y todos sus miembros libremente asociad@s. Las orientaciones estratégicas de la organización, sus tomas de posición, sus decisiones están sometidas al debate, a la decisión colectiva, a los votos de toda la organización. Ella constituye un terreno de experimentación para la democracia autogestionaria y federalista, en coherencia con el proyecto comunista libertario : queremos una sociedad igualitaria, sin dirigentes, y nos esforzamos de hacerla vivir dentro de la UCL.
Esta alternativa en acto permite a l@s militantes de tener una experiencia real y una práctica autogestionaria. Esto les da la posibilidad de difundir con más facilidad y aseguramiento estas prácticas dentro de las luchas y movimientos sociales, dentro de los colectivos, sindicatos y asociaciones en los cuales ell@s militan.
Un funcionamiento en coherencia con nuestras finalidades
La organización es por lo tanto una federación autogestionada, colocada bajo la responsabilidad colectiva de la totalidad de sus militant@s. Derribando la imagen tradicional del partido jerarquizado, pero sin negar la necesidad y la importancia de las actividades de coordinación y animación de la organización, buscamos a establecer un ámbito de debate y de intervención horizontal y descentralizada
La practica del mandato permite conciliar elaboración colectiva y eficiencia, los mandatos están definidos, controlados por l@s miembr@s de la organización que pueden en su caso, revocar las personas encargadas.
La organización es un lugar plural donde, sobre un fondo político común, una gran diversidad de opiniones puede expresarse libremente. Si es natural que tenga una orientación mayoritaria democráticamente decidida, ella garantiza los derechos de las minorías y de los grupos locales a la expresión. Esto en el debate interno por supuesto, pero también en la prensa de la organización, según las modalidades establecidas por el contrato estatutario.
La organización busca la convergencia de acciones de sus miembros con el fin evidente de eficacia. L@s militant@s están ligad@s por sus mandatos cuando se trata de hablar o actuar en nombre de la organización pero, afuera de esto, cada quien puede actuar según sus elección personal.
La organización se rechaza a toda relación social de dirección o de recuperación hacia las luchas de l@s trabajador@s y de la población en general. Ella puede participar a la organización de iniciativas y de movilización. L@s militantes de nuestro corriente pueden tomar todo su lugar en estas luchas. Pero la dirección de las luchas sociales deben quedar bajo el control colectivo de aquell@s les hacen vivir. Nuestro combate es internacional junto con la estructuración del corriente que nosotros construiremos.

20. Una perspectiva abierta

El comunismo libertario que promovemos se inscribe en una larga historia, la del socialismo antiautoritario y que toma sus fuentes en la Primera Internacional. Ella hereda por lo esencial de décadas de luchas, de análisis, de replanteamientos estratégicos de la corriente « lucha de clase ». Es en esta corriente, que es la principal encarnación política de este socialismo, en el cual nos inscribimos.
No tiene nada que ver con un individualismo que negaría el antagonismo de clase y la necesidad de acción colectiva para trastornar el orden del mundo. La apropiación, la socialización y la autogestión de los medios de producción son de nuestro temario para acabar con el capitalismo. Rechazamos la política burguesa, y nuestra intervención es firmemente extraparlamentaria. La « dictadura del proletariado », el leninismo y las experiencias de países dichos « socialistas » no hacen parte de nuestra historia.
Por lo tanto, no pretendemos ningún monopolio. Diversas organizaciones y agrupaciones se reclaman de una filiación libertaria. Estamos a favor del debate, para que las fuerzas estén agrupadas tan seguido de lo posible, sin negar las especificidades de cada una. Un mismo deseo de debates como de unidad nos conduce a rechazar los sectarismos entre todas las fuerzas que combaten sinceramente el capitalismo y los demás sistemas de dominación.

Rechazar los sectarismos
Somos partidari@s de la auto-organización y de la democracia directa, no convencid@s del culto del consenso como al espontaneísmo. Sabemos que estas preocupaciones pueden encontrarse con las de otras “escuelas” del socialismo. Desde la segunda mitad del siglo XX, aún más después del mayo 68, la corriente comunista libertaria supo abrirse a las experiencias, interesarse a las corrientes con los cuales comparte puntos comunes y hasta integrar los acervos positivos.
Así pensamos que un dialogo todavía es posible y deseable con los otros corrientes revolucionarios, de orígenes marxistas o anarquistas.
Si rechazamos las ilusiones de un comunismo de estado vinculadas a las corrientes y teorías marxistas, l@s libertari@s aprovecharon, como Bakunin en su tiempo, sin obsesionarse, del pensamiento materialista y dialéctica sintetizado entre otras cosas por Marx. Sigue ocupando un lugar particular para l@s que quieren cambiar el mundo. En particular cuando no se pierde en el sobre-determinismo económico. Para nosotr@s, no hay ni destino ni fatalidad, somos tod@s quien, por nuestra acción, hacemos historia.
Aprovechar a las mejores fuentes
Aprovechamos más ampliamente en las corrientes que trabajan a la emancipación de todas y todos. Haciendo la experiencia concreta, nuestra corriente supo hacer suya la práctica sindicalista revolucionaria: democracia sindical y obrera, sentido de la huelga, papel de los animadores y animadoras autogestionarios de lucha, estrategias de contrapoder...
Igualmente, sobre la ecología, el feminismo, las luchas anticolonialistas y antiracistas, nuestros análisis han avanzados al contacto de corrientes militantes, de luchas y resistencias bien reales. Antes que todo, es sumergiéndose al corazón de estas luchas y estas resistencias que evitaremos de encerrarnos, de encogernos en un dominio exclusivo estrecho y doctrinario.
Es porque nos inscribimos en una doble perspectiva :
- desarrollar una corriente libertaria inscripta en la“lucha de clase”
- contribuir a la emergencia de un largo movimiento anticapitalista y autogestionario, necesariamente unitario.
La Union Comunista Libertaria no pretende contando sus únicas fuerzas, ser a ella sola la alternativa al capitalismo. Seria no solamente pretencioso pero también peligroso creer o fingir lo contrario. Rechazando el sectarismo y todo aislamiento, queremos ser una de las fuerzas unificadoras por el movimiento revolucionario y el movimiento obrero. En los tiempos de reculacion sociales, la unidad de tod@s l@s anticapitalistas, la abertura al movimiento social, permiten la solidaridad frente a la represión y a una máquina estatal que persigue a l@s revolucionari@s. En los tiempos de aumento de las luchas, esta unidad favorece y amplifica la acción de l@s revolucionari@s en frente a l@s que combaten la ruptura con el viejo mundo. Pero esta unidad no debe esconder nuestras divergencias ideológicas o estratégicas que no faltaran de afirmarse durante un periodo revolucionario.

Volverse en una fuerza politica que cuenta
Esta perspectiva abierta intenta concretizar una fuerza de masas, que influirá a muy gran escala en la sociedad, ayudando a la multiplicación de contrapoderes y preparando las condiciones de la ruptura revolucionario. Este significa inscribir prioritariamente sus intervenciones sobre el terreno social, en la base de la sociedad, enlazando las luchas antipatriarcales, ecologistas, antiracistas, las luchas obreras, proponiéndolas una perspectiva autogestionaria. Un movimiento político y social, y no un nuevo partido.
Acciones nuevas son necesarias para permitir la expresión y la organización de las revueltas de la base de la sociedad. Queremos activamente contribuir a esto porque estas prácticas comunes permitirán las repuestas necesarias, frente a las amenazas de la extrema derecha y las ilusiones vinculadas a la “izquierda” del gobierno. Queremos volvernos mañana una fuerza política mayoritaria, que da a la corriente libertaria inscripta en la lucha de clase, una base ante las masas, y esto en un movimiento revolucionario, inscribiéndose en un movimiento obrero refundado y renovado.

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