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Resistiendo al olvido. La masacre de Llana Caliente en San Vicente de Chucurí

category venezuela / colombia | community struggles | reseña author Thursday June 01, 2017 00:10author by Centro de Comunicación y Educación Popular - Enraizando - Centro de Comunicación y Educación Popular - Enraizandoauthor address https://centrodecomunicacionyeducacionpopularenraizando.wordpress.com/ Report this post to the editors

El 29 de mayo de 1988, en la vereda Llana Caliente del Magdalena Medio Santandereano, fueron asesinados más de 50 campesinos por 240 militares del Batallón de infantería número 40 “General Luciano D’ElHuyar” ,quienes actuaron en conjunto con miembros del grupo paramilitar “Los Macetos” dirigido por exguerrilleros que desertaron de las filas insurgentes para apoyar a los militares en su guerra sucia contra organizaciones como: La Asociación Nacional de Usuarios Campesinos- Unión y Reconstrucción (ANUC-UR), ¡A luchar!, Unión Patriótica, el Frente Popular y la Coordinadora Popular del Magdalena Medio. Éstos hechos se reconocen como “La masacre de Llana Caliente” realizada con el objetivo de detener la movilización campesina que se venía presentando desde el 27 de mayo en San Vicente de Chucurí.
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El 29 de mayo de 1988, en la vereda Llana Caliente del Magdalena Medio Santandereano, fueron asesinados más de 50 campesinos por 240 militares del Batallón de infantería número 40 “General Luciano D’ElHuyar” ,quienes actuaron en conjunto con miembros del grupo paramilitar “Los Macetos” dirigido por exguerrilleros que desertaron de las filas insurgentes para apoyar a los militares en su guerra sucia contra organizaciones como: La Asociación Nacional de Usuarios Campesinos- Unión y Reconstrucción (ANUC-UR), ¡A luchar!, Unión Patriótica, el Frente Popular y la Coordinadora Popular del Magdalena Medio. Éstos hechos se reconocen como “La masacre de Llana Caliente” realizada con el objetivo de detener la movilización campesina que se venía presentando desde el 27 de mayo en San Vicente de Chucurí.

De acuerdo con el archivo de Masacres del Centro de Memoria Histórica, el ejército habría asesinado 13 campesinos; sin embargo, de acuerdo con testimonios de campesinos sobrevivientes a la masacre, como por datos recogidos por los investigadores de “Colombia Nunca Más”, las víctimas fueron muchas más, se estima que además de los 13 asesinatos, existieron otros 38 campesinos muertos cuyos cuerpos fueron desaparecidos; años después a pocos kilómetros, en el sitio conocido como Hoyo Malo, fueron hallados más de 100 cadáveres fruto de la represión y persecución de militares de la brigada 40 que actuaron en conjunto con grupos paramilitares desde inicios de la década de los 80.

Los paramilitares hicieron su arribo a San Vicente de Chucurí desde 1982, lo que corresponde al periodo histórico de formación de grupos paramilitares en todo el Magdalena Medio, estableciendo las bases de la estrategia de guerra sucia que se extendió por casi todo el país y que aún persiste en la persecución violenta y criminal de los movimientos sociales en Colombia. La primera organización paramilitar que apareció en San Vicente de Chucurí fue el grupo “Muerte A Secuestradores (MAS)”, financiado por terratenientes y entrenados por la fuerza pública. Del MAS poco a poco se desprendieron otros comandos paramilitares en la región como el grupo de sicarios “Los grillos” en 1982, “Los tiznados” y “Los justicieros del mal” en 1983, el grupo paramilitar autodenominado “El ejército de los pobres” en 1984 y finalmente “Los macetos” quienes realizaron las masacres de La Fortuna, Llana Caliente y Tres Amigos. Pese a que la violencia contra las organizaciones sociales inició desde principios de los 80, las acciones de muerte contra el movimiento campesino se intensifican después del Paro del Nororiente realizado el 7 y 9 de junio de 1987 que movilizó a más de 7500 campesinos de 20 municipios de Santander, y que alcanzó grandes movilizaciones en Bolívar, Cesar y Norte de Santander.

El Paro del Nororiente de junio del 87 fue convocado por la “Coordinadora Popular del Magdalena Medio” y tenía dentro de su pliego de peticiones reivindicaciones propias de comunidades campesinas que han sido abandonadas por el Estado. Las reivindicaciones eran muy diversas, tenía que ver con construcción de las vías a Bucaramanga y Barrancabermeja, la construcción del hospital El Carmen, planes de vivienda, la extensión de las redes de electricidad, acueducto y alcantarillado, aumento de la planta docente en colegios, medidas de protección medio ambiental frente a la explotación petrolera, respeto a la vida, a la libre movilización y a la no persecución del movimiento social. Las movilizaciones del 7 al 9 de junio paralizaron el nororiente colombiano, lograron repercusión nacional y obligaron al Gobierno Nacional y departamental a la realización de convenios con el movimiento campesino; sin embargo, luego de la movilización, se intensificó la violencia contra las organizaciones sociales y populares.

Casi un año después del Paro del Nororiente, el Estado no había cumplido con los acuerdos generados con el movimiento campesino, por lo que la Coordinadora Popular del Magdalena Medio, pese al clima de violencia que se vivía en la región, se vio obligada a reiniciar las movilizaciones para mayo de 1988, exigiendo al gobierno nacional el cumplimiento de los acuerdos. Desde las primeras movilizaciones del 87 los grandes medios de comunicación hegemónicos y el Gobierno Nacional declararon que las movilizaciones campesinas de Santander no eran sociales sino políticas, y que detrás del movimiento campesino se encontraban las organizaciones insurgentes. Con esto no solo se desconocieron las reivindicaciones campesinas y la autonomía del movimiento social, sino que también sirvieron como sentencia de muerte contra los activistas sociales que participaron en marchas y movilizaciones, ésta campaña de tergiversación del movimiento social se tradujo en la persecución y asesinato de campesinos por el Batallón de Infantería número 40 y grupos paramilitares.

El día 28 de mayo de 1988 el Ejército Nacional bloqueó las vías de acceso a San Vicente de Chucurí intentando detener más de 100 vehículos y 3000 campesinos que debían concentrarse en la cabecera municipal para marchar hacia Bucaramanga. El Teniente Coronel Rogelio Correa, quien dirigía los soldados del Batallón Luciano D’Elhuyar, dio la orden de cercar las vías con alambre de púas y hombres armados a los costados de la carretera, para evitar a toda costa el ingreso de los campesinos a San Vicente de Chucurí. Sin embargo, el movimiento no dio marcha atrás y a las 2 de la tarde intentaron cruzar las barreras del ejército. Ése mismo día el teniente correa se encontraba festejando sus cumpleaños y bajo los efectos del alcohol fue llamado para impedir a los manifestantes cruzar las barreras, fue allí cuando dio la orden al soldado Luis Suárez de disparar contra uno de los campesinos que intentaba cruzar los obstáculos, el soldado se negó a obedecer la orden por lo que Correa le disparó. Ante el asesinato del soldado, el paramilitar y escolta del teniente Correa Campos, Luis Uribe alias “Comandante Camilo”, detonó su arma contra el teniente causándole la muerte. De manera inmediata soldados y miembros del grupo paramilitar, iniciaron la oleada de disparos contra “El comandante Camilo”; luego del cruce de disparos, los militares decidieron atacar la movilización, disparando contra los manifestantes por más de una hora y media, dejando más de 50 muertos, además de detenciones y apresamientos.

Mientras la balacera contra la movilización se extendía, algunos de los manifestantes se escondieron bajo los vehículos apostados al borde de la carretera, mientras que otros intentaron escapar del lugar de los acontecimientos, sin embargo muchos fueron apresados y los sobrevivientes fueron fotografiados y reseñados; siendo víctimas posteriores de persecución, hostigamientos y amenazas que más tarde dieron lugar a desapariciones. Luego, muchos de estos cuerpos fueron encontrados en la fosa común de Hoyo Malo en la Vereda Santa Rosa. Entre los manifestantes asesinados se encontraban los campesinos Arnulfo Ramírez Izaquita, Nelson Otero Martínez, Alfredo Ríos Barrios, Luis Enrique Sánchez Millán, Luis José Archila Plata, José Joaquín Zambrano Molina, Pablo Manuel Hernández Rodríguez, Esperanza Herrera Villa, José Natividad Velandia Prada, Raúl Antonio Gómez Chaparro, José Méndez, Wilson Botero y Clemente Quiroga.

A tan solo 2 meses de la masacre se formó un nuevo grupo paramilitar denominado “Comando Rogelio Correa Campos” en honor al Teniente Coronel que comandaba la Brigada 40 y al grupo paramilitar que actuó el día de la masacre de Llana Caliente. Durante el transcurso del 88 al 89, continuaron los asesinatos, desapariciones, torturas contra las organizaciones sociales y populares logrando la consolidación del paramilitarismo y la desarticulación de lo que fue un poderoso movimiento campesino.

Resistiendo al Olvido es un proyecto que busca recuperar la memoria de todos aquellos que, pese a las condiciones de violencia, continuaron luchando en busca del logro de las reivindicaciones de los sectores populares. El movimiento campesino de San Vicente de Chucurí enfrentó una estrategia de exterminio que duró más de una década, pese a este contexto de violencia, defendió sus organizaciones y realizó poderosas movilizaciones que paralizaron el nororiente colombiano. Su memoria debe permanecer viva para que el pasado nos permita comprender los juegos de poder, los actores y las formas de dominación que han transitado hasta el presente, pero también para buscar caminos de dignidad y autonomía que nos permita construir un mejor futuro.

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