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Feminicidios en Chile: apenas la punta del iceberg

category bolivia / peru / ecuador / chile | género | opinión / análisis author Thursday December 08, 2016 15:51author by Catalina A. Mura Report this post to the editors

Cuarenta y ocho. Posiblemente, cuando este artículo esté siendo compartido, la cifra sea mayor. Cuarenta y ocho son los feminicidios que han ocurrido en Chile durante el 2016, cuarenta y ocho son las mujeres a quienes han arrebatado sus vidas, sus proyectos, su amor y sus sueños. No podemos quedarnos en silencio, ¿o sí?
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Hablamos de fe-mi-ni-ci-dios, porque la palabra “femicidio”, como ha sido popularizada, hace referencia al asesinato de una mujer por su cónyuge o conviviente. A contramano, el término “feminicidio” se refiere al asesinato de una mujer por su condición de género, es decir, el asesinar a una mujer por el solo hecho de serlo. Reconoce que hay algo detrás que explica todo esto, algo más grande que la sola maldad del femicida.

La ley chilena, en este sentido, no reconoce como femicidio cuando las mujeres son muertas por sus parejas no siendo cónyuges o convivientes, ni todas aquellas que han sido víctimas de agresiones sexuales y luego asesinadas, ni los crímenes contra mujeres vinculadas al precarizado ambiente de la prostitución. Tenemos, para variar, una ley insuficiente para enfrentar un crimen que solo es la punta del iceberg de un problema mucho más profundo: la violencia contra las mujeres.

No deja de ser cierto que es una problemática cada vez más visible. Ciertamente las feministas hemos sido las responsables históricas de la denuncia pública, pero los medios de comunicación, a través de la crónica roja, se han preocupado de mediatizar como sangrientas obras de psicópatas excepcionales los crímenes contra las mujeres (“crímenes pasionales”), en particular aquellos que tienen que ver con la violencia física. Pero es fundamental entender que existen muchas más formas de violencia contra las mujeres: cada vez que una mujer es manipulada, maltratada psicológicamente; cada vez que la publicidad y los medios nos imponen patrones estéticos que atentan contra nuestra salud y bienestar; cada vez que somos acosadas en el trabajo, y también, cuando estamos obligadas a cumplir doble jornada en el empleo y luego en el hogar; cada vez que ganamos menos por la misma labor, nos cobran más por el derecho a la salud y recibimos pensiones aún más indignas que el resto; cada vez que no nos dejan decidir sobre nuestros cuerpos y proyectos de vida; cada vez que nos encarcelan por defendernos, o bien por crímenes que no cometimos; cada vez que nos violentan aún más si somos indígenas, si somos inmigrantes, si somos pobres, lesbianas o transexuales. No podemos no tener presentes a Lorenza Cayuhan, mujer mapuche obligada a parir engrillada, a la machi Francisca Linconao, encarcelada injustamente, a Macarena Valdés, asesinada por defender su tierra del saqueo y la depredación, a Litzi Odalis, mujer transexual apuñalada por el odio a la diferencia.

La crueldad aquí expuesta excede el ámbito privado, excede la mal llamada “violencia intrafamiliar”. No son hombres en particular quienes nos violentan, sino una sociedad completa que valida un sistema donde a cada sexo le corresponde un rol inamovible, que pone a toda persona que no sea varón adulto, blanco, con dinero y heterosexual, en una situación de inferioridad y vulnerabilidad, de la que el Estado no solo no nos protege, sino también es cómplice. Ese sistema tiene un nombre: patriarcado.

Las violencias contra las mujeres, en Chile y en todo el mundo, son múltiples y diversas. No podemos hacer la vista gorda, porque nos duele, nos golpea, nos encarcela, nos mata. No queda otro camino que abandonar las ropas de víctima, y asumir que estamos en una guerra en la que nunca quisimos estar, y que sin embargo, nos azota cada día. Y si bien queda mucho por debatir en torno a cómo superarlo (y que podrá ser motivo de un próximo artículo), hay cosas que ya tenemos bastante claras. En primer lugar, es que con los agresores no habrá tolerancia, incluyendo al Estado misógino. Y en segundo lugar, pero igual o más importante, es que nuestra mejor arma es la autodefensa y el amor y solidaridad entre nosotras.

Related Link: http://www.periodico-solidaridad.cl/2016/12/04/feminicidios-en-chile-apenas-la-punta-del-iceberg-por-catalina-a-mura/
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