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Salud y patriarcado

category bolivia / peru / ecuador / chile | género | opinión / análisis author Tuesday November 29, 2016 00:13author by Melissa Sepúlveda - Solidaridad, Federación Comunista Libertaria Report this post to the editors

El objetivo de este artículo es aportar al desarrollo de una construcción feminista en el ámbito de la salud y particularmente al fortalecimiento del proceso de construcción programática que está viviendo el Movimiento Salud para Todas y Todos (MSpT).
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Últimamente me ha sorprendido gratamente, después de varios años de majadería feminista, la existencia de cierta intención dentro del movimiento popular de incorporar una perspectiva feminista en su análisis y praxis. Ya es habitual la utilización de lenguaje inclusivo en asambleas y reuniones, y hasta pareciera incomodar la palabra de quien no lo incorpora. Sin embargo, a la hora de plasmar esta intención en los programas de lucha de los diversos movimientos sociales que se están desarrollando en el territorio chileno y Wallmapu, la falta de herramientas para el análisis feminista de la realidad es evidente.

El objetivo de este artículo es aportar al desarrollo de una construcción feminista en el ámbito de la salud y particularmente al fortalecimiento del proceso de construcción programática que está viviendo el Movimiento Salud para Todas y Todos (MSpT). Para esto es fundamental poder identificar las formas en que opera y se reproduce el patriarcado dentro de las prácticas de salud, ya sean las administradas por los servicios de salud del Estado como las que proveen otros actores sociales a los que acuden particularmente mujeres y niños/as.

A mi juicio, un primer punto central es reconocer el patriarcado como un sistema de dominación, diferente y anterior al capitalismo, del que este último se nutre para ejercer explotación a mujeres y niñas en todo el mundo. El modelo de salud está directamente relacionado con los sistemas de dominación imperantes, articulan la cosmovisión y relaciones sociales determinando la economía, política y cultura de las sociedades. El sistema de salud, por su parte, es la materialización de este modelo y se expresa como una serie de conocimientos, saberes y prácticas ejercidas desde la institucionalidad del Estado o fuera de esta para el control sanitario de la población. Este entremado, particularmente en las sociedades capitalistas, fue concebido con el objetivo de garantizar una masa “sana” de trabajadores y trabajadoras que pueda cumplir con las necesidades de producción y en el caso de las mujeres asegurar la reproducción de esa clase trabajadora. Coherente con esto, el sistema biomédico, centrado en las patologías del individuo y que ignora los determinantes sociales de la salud, edifica el sistema de salud que existe en Chile, que se mantiene a pesar de los intentos académicos que han mostrado su ineficiencia para lograr una población más sana, pues logra cumplir con sus objetivos productivos y reproductivos.

Por otra parte, es necesario reconocer que la hegemonía de este modelo de salud está directamente relacionado con la colonización y el genocidio occidental, afianzándose mediante la lucha contra otras y anteriores formas de ejercer la práctica médica: machis, comadronas, curanderas, y parteras fueron excluidas del saber técnico médico y desplazadas todas las formas de conocimiento que no provengan de los estándares institucionales de evidencia científica. Por lo tanto, la primera gran tarea es reconocer, dentro del análisis del modelo de salud que vivimos, que este corresponde a un modelo patriarcal, capitalista y colonial.

Propongo identificar al menos cuatro niveles en los que opera el patriarcado en el modelo y sistema de salud hegemónico. Estos están relacionados entre sí y se expresan cotidianamente en las prácticas de atención de salud.

¡) Androcentrismo. Históricamente, el modelo biomédico ha tenido un carácter androcéntrico, esto es, identifica al hombre como centro de la realidad y desde él construye el entorno, sistema o cosmovisión. El sujeto al que atiende el sistema de salud es masculino y en base a eso establece la universalidad, siendo incapaz de observar el género como determinante de las condiciones de salud y enfermedad. Por ejemplo se afirma que ser mujer es factor de riesgo para desarrollar patología mental, sin considerar las condiciones sociales que implican la mayor prevalencia de patologías psicoafectivas en mujeres. Por otra parte, la aproximación del sistema sanitario a la especificidad de las mujeres ha sido principalmente a través de su función reproductiva, relegándolas socialmente a los roles de madre y esposa, de modo tal que su salud ha estado principalmente vinculada, en la medicina occidental, a su fisiología reproductiva, es decir, a la gestación, anticoncepción, planificación familiar, y recientemente, la menopausia.

ii) Vínculo patriarcal con el sistema de atención en salud. Afirmamos fehacientemente que en nuestra sociedad existe una relación clientelar con el sistema de atención sanitaria, propio del modelo de mercado. Lo que obviamos es que ese vínculo es posible gracias a las relaciones patriarcales, que esconde mucho más que la compra-venta de salud y que es incorporado tempranamente en nuestro primer espacio de socialización: la familia. En la estructura familiar quien condensa todos los poderes es el “pater”, incluidos el de la vida y la muerte sobre hijos, esposa(s) y esclavos. La estabilidad de este modelo que muy bien conocemos se basa en la dependencia. La condición de vulnerabilidad que supone un cuerpo enfermo nos hace buscar protección, y si bien este vínculo se refleja en hombres y mujeres, estas últimas son particularmente dependientes del sistema de atención de salud, quienes son las que más consultan, ya sea como protagonistas o cuidadoras.

iii) Violencia médica contra las mujeres y otras identidades no masculinas. Diariamente observamos vulneración de derechos básicos en las prácticas de atención de salud, los prejuicios y falta de perspectiva de género de las y los profesionales de la salud se traduce en violencia, donde la falta de conocimiento sobre nuestros cuerpos se transforma en terreno fértil para el autoritarismo médico. El maltrato a mujeres y transexuales con patología mental, necesidades especiales u obesidad, como también la violencia obstétrica y ginecológica, son algunos ejemplos que develan la incapacidad de reconocer a las mujeres y otras identidades dentro del sistema sanitario dado por el modelo androcéntrico de salud.

iv) Subjetividad femenina sobre los procesos de salud-enfermedad. Directamente relacionado con el vínculo patriarcal con el sistema de atención, las mujeres no nos percibimos ni se nos identifica socialmente como sujetos con capacidad de autodeterminación, por lo que la incorporación de cambios favorables a nuestra salud está continuamente bajo boicot. Así por ejemplo, podemos asegurar que existe un proceso de feminización de la obesidad en las sociedades occidentalizadas, particularmente en las mujeres pobres, relacionadas con baja autoestima y percepción de autoeficacia a la hora de incorporar cambios en los hábitos alimentarios.

Necesitamos construir un nuevo modelo y sistema de salud que dignifique a nuestros pueblos, quite la centralidad en la producción y reproducción del capital, fortaleciendo una mirada de conservación de la salud por sobre la administración de las patologías y que contribuya activamente a desmantelar las relaciones patriarcales. Este será un largo camino de reflexión, autocrítica, generación de conocimientos nuevos y recuperación de saberes ancestrales. Afortunadamente hemos dado los primeros pasos. La invitación a ser parte de este proceso está hecha.

Related Link: http://www.periodico-solidaridad.cl/2016/10/02/salud-y-patriarcado-por-melissa-sepulveda/
author by Alternativa Libertaria/FdCA - Ufficio Relazioni Internazionalipublication date Wed Dec 21, 2016 20:23author address author phone Report this post to the editors

Salute e patriarcato
by Melissa Sepúlveda - Solidaridad, Federación Comunista Libertaria

Ultimamente mi ha piacevolmente sorpreso, dopo diversi anni di sciocchezze femministe, l'esistenza di un'intenzione all'interno del movimento popolare di incorporare nell'analisi e nella prassi una prospettiva femminista.

L'uso di un linguaggio inclusivo durante le assemblee e le riunioni è già una pratica consolidata, tanto che quasi sembra creare imbarazzo la parola di chi non lo utilizza. Tuttavia, nel momento di plasmare questa intenzione nei programmi di lotta dei diversi movimenti sociali che si stanno sviluppando nel territorio cileno e a Wallmapu, la mancanza di strumenti per un'analisi femminista della realtà è evidente.

L'obiettivo di questo articolo è portare allo sviluppo di una costruzione femminista nell'ambito della salute e in particolare al rafforzamento del processo di costruzione programmatica che si sta svolgendo all'interno del movimento "MSpT-Salud para Todas y Todos" (Salute per tutti e per tutte). Per questo è di fondamentale importanza identificare le forme attraverso le quali agisce e si riproduce il patriarcato all'interno delle pratiche di salute, che siano amministrate dai servizi sanitari statali o provenienti da altri attori sociali che accudiscono principalmente donne e bambini/e.

A mio giudizio, un primo punto centrale è riconoscere il patriarcato come un sistema di dominio, differente e anteriore al capitalismo, del quale quest'ultimo si nutre per esercitare lo sfruttamento delle donne e delle bambine in tutto il mondo.

Il modello di salute è direttamente collegato ai sistemi di dominazione imperanti, che articolano la visione del mondo e le relazioni sociali determinando l'economia, la politica e la cultura delle società. Il sistema sanitario, da parte sua, è la materializzazione di questo modello e si esprime attraverso una serie di conoscenze, saperi e pratiche esercitate dentro e fuori dell'istituzione dello Stato per il controllo sanitario della popolazione.

Questo scenario, specialmente nelle società capitaliste, è stato concepito con l'obiettivo di garantire una massa "sana" di lavoratori e di lavoratrici che potesse soddisfare le necessità di produzione e, nel caso delle donne, assicurare la riproduzione della classe lavoratrice. Di conseguenza, il sistema biomedico, centrato sulle patologie dell'individuo, e che ignora quindi le determinati sociali della salute, edifica il sistema sanitario che esiste in Cile, che continua a rimanere lo stesso nonostante i tentativi accademici abbiamo dimostrato la sua insufficienza per ottenere una popolazione più sana, che possa appunto portare a realizzazione i suoi obiettivi produttivi e riproduttivi.

D'altra parte è necessario riconoscere che l'egemonia di questo modello di salute è direttamente collegata alla colonizzazione e al genocidio occidentale, reggendosi sulla lotta contro forme diverse e anteriori di esercitare la pratica medica: ostetriche e guaritrici sono state escluse dal sapere tecnico medico, mentre ogni forma di conoscenza non riconosciuta dagli standard istituzionali di evidenza scientifica è stata rimossa. Pertanto il primo compito è quello di riconoscere, dentro all'analisi del modello di salute in cui viviamo, che questo corrisponde ad un modello patriarcale, capitalista e colonialista.

Propongo di identificare almeno quattro livelli su cui agisce il patriarcato nel modello e nel sistema sanitario egemonico. Questi si relazionano tra loro e si esprimono quotidianamente nella pratica sanitaria.

1) Androcentrismo. Storicamente, il modello biomedico ha un carattere androcentrico, ovvero esso identifica l'uomo come centro della realtà e a partire da lui costruisce l'ambiente, il sistema e la visione del mondo. Il soggetto che usufruisce del servizio sanitario è maschile e in base ad esso si stabilisce l'universalità, essendo incapace di osservare e riconoscere il genere come determinante per le condizioni di salute e di malattia delle persone. Per esempio si ritiene che le donne corrano un rischio maggiore di incorrere in patologie mentali, senza però considerare le condizioni sociali che implicano la prevalenza di patologie psicoaffettive nelle donne. D'altra parte l'approccio del sistema sanitario nei confronti della specificità delle donne è legato soprattutto alla loro funzione riproduttiva, relegandole socialmente al ruolo di madri e di mogli, tanto che la salute, nella medicina occidentale, è orientata principalmente alla riproduzione, ovvero alla gestazione, alla contraccezione, alla pianificazione familiare, e recentemente, alla menopausa.

2) Vincolo patriarcale del sistema sanitario. Affermiamo inconfutabilmente che nella nostra società esiste un rapporto clientelare con il sistema sanitario, proprio del modello del mercato. Ciò che occorre considerare è che questo vincolo è possibile grazie alla relazioni patriarcali, che nascondono molto più che la compravendita della salute, e che esso è si è radicato molto presto nel nostro primo spazio di socializzazione: la famiglia.

Nella struttura familiare chi condensa tutti i poteri è il "padre", incluso il potere di vita e di morte sui figli, sulla/e moglie/i e gli schiavi. La stabilità di questo modello che conosciamo molto bene si basa sulla dipendenza. La condizione di vulnerabilità in cui si trova un corpo malato, fa sì che esso cerchi protezione, e se questo rapporto si riflette chiaramente sugli uomini e sulle donne, queste ultime sono particolarmente dipendenti dal sistema sanitario, poiché sono coloro che lo consultano maggiormente, sia come pazienti che come "accuditrici".

3) Violenza medica contro le donne o altre identità non maschili. Ogni giorno assistiamo alla violazione dei diritti basici nelle pratiche sanitarie, i pregiudizi e la mancanza di una prospettiva di genere dei/delle professionisti/e della salute si traduce in violenza, dove la mancanza di conoscenza dei nostri corpi si trasforma in un terreno fertile per l'autoritarismo medico. Il maltrattamento di donne e transessuali con patologie mentali, necessità speciali o obesità, così come la violenza ostetrica e ginecologica, sono alcuni esempi che svelano l'incapacità di riconoscere le donne e altre identità dentro al sistema sanitario costruito su un modello androcentrico di salute.

4) Soggettività femminile nei processi di salute-malattia. Direttamente collegato al vincolo patriarcale del sistema sanitario è il fatto che noi donne non ci percepiamo e non veniamo identificate socialmente come soggetti con capacità di autodeterminazione, per questo la realizzazione di cambiamenti favorevoli per la nostra salute viene costantemente boicottata. Così per esempio, possiamo affermare che esiste un processo di femminilizzazione dell'obesità nelle società occidentali, particolarmente tra le donne povere, legata ad una bassa autostima e ad una bassa percezione di efficacia nei confronti di cambiamenti nelle abitudini alimentari.

Dobbiamo costruire un nuovo modello e un nuovo sistema di salute, che sia dignitoso per il nostro popolo, che abbandoni la centralità del capitale nei processi di produzione e di riproduzione, rafforzando una prospettiva mirata alla conservazione della salute più che all'amministrazione delle patologie, e che contribuisca attivamente a smantellare le relazioni patriarcali. Questo sarà un lungo cammino di riflessione, autocritica, produzione di saperi nuovi e recupero di saperi ancestrali. Fortunatamente abbiamo fatto i primi passi. L'invito a fare parte di questo processo è stato lanciato.

(traduzione a cura di AL/fdca-Ufficio Relazioni Internazionali)

Link esterno: http://www.periodico-solidaridad.cl/2016/10/02/salud-y-...veda/

 
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