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El debate en torno a Charlie Hebdo... ser no ser, esa es la cuestión

category venezuela / colombia | migración / racismo | opinión / análisis author Tuesday January 13, 2015 04:55author by José Antonio Gutiérrez D. Report this post to the editors

Recientemente escribí un breve artículo titulado Je ne sui spas Charlie (Yo no Soy Charlie) sobre la respuesta que suscitó la masacre de los caricaturistas de Charlie Hebdo en París en los medios comunicativos y sociales, así como sobre ciertos contenidos de la revista, en particular la trivialización del asesinato de musulmanes. Este artículo ha despertado una viva polémica que no necesariamente ha tenido que ver con la intención con que el artículo fue escrito, pero que sin embargo ha servido para estimular un debate en momentos en que desde todas las esquinas buscan acallarlo con consignas fáciles.
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El debate en torno a Charlie Hebdo... ser no ser, esa es la cuestión

Recientemente escribí un breve artículo titulado Je ne sui spas Charlie (Yo no Soy Charlie) sobre la respuesta que suscitó la masacre de los caricaturistas de Charlie Hebdo en París en los medios comunicativos y sociales, así como sobre ciertos contenidos de la revista, en particular la trivialización del asesinato de musulmanes. Este artículo ha despertado una viva polémica que no necesariamente ha tenido que ver con la intención con que el artículo fue escrito, pero que sin embargo ha servido para estimular un debate en momentos en que desde todas las esquinas buscan acallarlo con consignas fáciles. Un amigo decía que lo único que vale la pena escribir es lo que molesta al poder y al pensamiento hegemónico, aunque éste se disfrace de alternativo.

Dentro de los maniqueísmos impuestos (estás con Charlie o con el islamismo), a muchos les parece sorprendente que alguien pueda repudiar a la vez el ataque a la oficina de Charlie Hebdo y las caricaturas de esta revista. Sea por estrechez mental, mala comprensión de lectura, mala fe o lisa y llana estupidez, hay quienes han llegado a la sorprendente conclusión de que denunciar el carácter racista –evidente- de muchas de las caricaturas del Charlie Hebdo significa, en el mejor de los casos, “hacer el juego a los terroristas” o, en el peor de los casos, avalar la masacre. No ponerse la camiseta Yo Soy Charlie te convierte en sospechoso, en uno de los “otros”. Pues yo no entro a ese chantaje. Creo que es un deber moral no solamente repudiar el ataque, sino sobre todo y con más fuerza, oponerse a esta avalancha de racismo y xenofobia que inunda a Europa, donde 80 años después el neonazismo se está poniendo de moda nuevamente, precisamente, gracias a la islamofobia. Así mismo, hay que oponerse a las representaciones culturales que, manipuladas o no, consciente o inconscientemente, se están utilizando para fomentar el odio. Posición que no es nada fácil en medio del macartismo reinante y de la actitud refleja de muchos a ponerse la camiseta Yo soy Charlie siguiendo ciegamente las tendencias de facebook.

Los que son y los que no son

El artículo representó a muchos que no creen que, por repudiar el crimen perpetuado contra Charlie Hebdo por extremistas islámicos, se vuelva aceptable tanto la representación racista que en esta revista o en otros medios de comunicación se hace de las personas de países musulmanes, como celebrar estas representaciones, circularlas y apoyar acríticamente una consigna tan manipulable como Je suis Charlie. Re-publicar tales caricaturas no es ni “valiente” ni “irreverente”; es seguir echando gratuitamente leña al fuego en una situación ya lo suficientemente explosiva, que requiere abrir las puertas a un mayor dialogo inter-cultural, no un portazo. El artículo representó a muchos para quienes lo ocurrido en París no debe vaciarse de contexto histórico, como si el colonialismo y las agresiones imperialistas tanto de Francia como de las potencias de Occidente no tuvieran nada que ver en toda esta carnicería global –posición argumentada de manera muy convincente por Robert Fisk en un artículo en el Independent[1]. También representó a quienes ven con preocupación la manipulación de este crimen para justificar futuros crímenes sea en la forma de ataques racistas a inmigrantes o de intervenciones militares como la intervención indirecta de Francia en Siria, donde, dicho sea de paso, los hermanos Kouachi obtuvieron su entrenamiento militar con los “combatientes de la libertad” apoyados por los galos. Por último, representó a quienes no pasan por alto la hipocresía de muchos jefes de Estado que marcharon en París por la “libertad de expresión” pero que censuran, amordazan y asesinan periodistas en sus propios países (o en los que ocupan)[2]. Ironías de la vida: un caricaturista de Charlie Hebdo, Bernard Holtrop, dijo el sábado que “vomitamos en toda esta gente que de repente se hacen llamar nuestros amigos. (…) Nunca han visto a Charlie Hebdo”.

Pero también desató la reacción de muchos detractores, desde diferentes ángulos. La agresividad de algunos es claramente reflejo del ambiente de beligerancia que se nos infunde desde los medios de comunicación de masas como parte de la “Guerra contra el Terrorismo” y que se respira particularmente pesado acá en Europa. Basta ver los comentarios que suscita cualquier mención a árabes en internet para darse cuenta que hay una islamofobia impresionante: agresividad que, lejos de ser puramente discursiva, se refleja en ataques contra miembros de la comunidad árabe europea, en agresión simbólica e insultos, en apoyo abierto o tácito a bombardeos en tierras árabes o al estrangulamiento de Palestina. La semana ha terminado con los extremistas abatidos después de una cacería implacable que no podía terminar en nada más que en su muerte; pero todavía quedan cinco millones de musulmanes en Francia, todos potencialmente peligrosos, todos amenazantes, todos culpables hasta que no se demuestre lo contrario. Una buena dosis de paranoia es necesaria para alimentar este despreciable sentimiento: cualquiera que escuchara hablar a ciertos comentaristas se imaginaría que vivimos en una Europa dominada por clérigos islamistas que imponen la sharia, que acorralan al pensamiento secular y al cristiano, y se roban “nuestras” mujeres. Steve Emerson, por ejemplo, un supuesto experto en “terrorismo”, decía en Fox News que Birmingham era una ciudad totalmente islámica a la que no podían entrar gente que no fuera de esa religión[3]. Aunque la estupidez de este comentario no pasó desapercibida, existe una corriente de opinión que cree, contra toda evidencia, que estamos rodeados y tenemos que ir por ellos, cogerlos donde se escondan, en sus barrios o en sus países, y seguir así alimentando esta interminable guerra civilizatoria.

El argumento abiertamente racista

¿Cuáles son las objeciones en contra de quienes rechazan el ataque sin ponerse la camiseta de Charlie?[4] Más allá de quienes no pasan del nivel del insulto o de la consigna que busca acallar la crítica de manera proto-fascista (“si no te gusta, no lo compres y cállate”), hay ciertas objeciones que se repiten una y otra vez. El primer grupo de objetores ha esgrimido argumentos abiertamente racistas. No faltan los que escribieron que los “musulmanes”, todos, sin excepción, son bárbaros, que nos consideran a todos los “occidentales”, sin excepción, como infieles que tenemos que morir. Esa es, por lo general, la posición de gente que en su vida no han conocido a un musulmán, salvo a través de las caricaturas del Charlie Hebdo o a través de la igualmente caricaturesca tesis del choque de las civilizaciones. Dentro de estas perlas encontramos los que dicen: los musulmanes son fanáticos enceguecidos, son atrasados medievales, animales, devuélvanlos a su país, si no les gusta que se vayan, aprendamos de Israel que los puso en cintura, hay que aplastarlos, no los apacigüemos sino que enfrentémoslos, decidamos a qué valores somos fieles, linchémosles, olvidémonos de los derechos humanos y colguémoslos de las pelotas, y otras bellezas. No me detendré mucho en este tipo de comentarios pero creo que valida mi punto de vista de que existe un substrato racista innegable que apela a ciertos defensores de la consigna Yo Soy Charlie, y que el interés de muchos en reproducir estas caricaturas desafortunadas va mucho más allá de una inocente defensa de la libertad de expresión.

La sagrada ideología de la libertad de expresión

El segundo grupo está compuesto por los que asumen la defensa del principio de la libertad de expresión como un valor sagrado y absoluto. Sin embargo, la libertad de expresión, como todas las libertades parciales democráticas, tiene límites. Y esa libertad de expresión absoluta que celebran muchos comentaristas, ese supuesto nihilismo de Charlie Hebdo que criticaba “por igual a todos” es una ficción: primero, porque no todos son iguales. Hay sensibilidades insoslayables cuando se hace mofa de un sector vulnerable de la población, o de la cultura de un país que el gobierno del tuyo está invadiendo, o bombardeando, o ha colonizado. La violencia simbólica va de la mano de una violencia real: si las potencias occidentales solamente usaran caricaturas no habría ningún problema, pero aparte de tinta hay muchas bombas y sangre derramada. Esto lo señala de manera muy clara la Unión de Judíos Franceses por la Paz, quienes en su comunicado frente a este hecho, dicen claramente que no podemos olvidar que el contexto en el que se publican las caricaturas, “¿Podemos imaginarnos caricaturas de una revista progresista criticando a la religión judía en los años treinta, en los momentos en que se desarrollaba el antisemitismo y la persecución de judíos?” señalando que las caricaturas de Charlie Hebdo son parte de esa islamofobia que en Francia se disfraza del llamado a proteger la “laicidad” de “ellos”[5]. Más allá de que las pornográficas caricaturas de Charlie difícilmente pueden ser consideradas graciosas, se habla del humor, de la ironía, de la sátira, como si estas categorías les pusieran por fuera de la crítica: todos sabemos que, cuando el machismo se disfraza de chiste, ante la crítica, aparece el “Club de Toby” a decir que las feministas no tienen sentido del humor.

Segundo, el argumento de la libertad de expresión es ficticio porque Charlie Hebdo tampoco los criticaba a todos por igual. La recarga de humor anti-islámico en la última década (curiosamente coincidente con la Guerra contra el Terrorismo) es evidente a cualquiera que haya leído la revista en el último tiempo. Eso, sin mencionar que había temas tabúes en esta revista, por ejemplo, el Holocausto. Desde luego que sería horrible hacer caricaturas del Holocausto, pero también es horrible hacer caricaturas de la masacre de egipcios o de la tragedia que son los ataques suicidas. Pero no digamos que nos reímos de todo si, en la práctica, no lo hacemos. En la práctica, unos son víctimas y los otros, material humorístico.

Eso, desde luego, no es solamente doble moral de la revista. Es una doble moral consagrada en las mismas leyes francesas que prohíben cualquier cuestionamiento al Holocausto, incluso si uno discute si los muertos fueron 6 ó 5 millones. La posición de Noam Chomsky, quien dice que la libertad de expresión solamente tiene sentido ante las opiniones que uno detesta, es decir que se publique todo sin excepción. Otra posición sería aceptar que la libertad de expresión absoluta no existe, que no es aceptable el nihilismo disolvente según el cual uno pueda andar insultando y diciendo lo que se le da la gana de quién quiera, pero que debe haber reglas claramente definidas y consistentes por igual para todos. Yo no puedo decir obscenidades a menores de edad, ni puedo incitar al odio en contra de las minorías: tiene que haber ciertas reglas para la convivencia, sobretodo en sociedades altamente diversas. Acá no vale escudarse en que los caricaturistas eran de izquierda, como si ser de izquierda nos hiciera inmunes a los prejuicios: más aún cuando comprobamos que la izquierda francesa ha tenido una notable evolución reciente hacia el “intervencionismo humanitario”[6], llegando Cohn-Bendit, ícono de Mayo del ’68, a apoyar la invasión a Irak. Tampoco sirve argumentar que alguno de ellos simpatizaba con el anarquismo, como si esto les diera patente de corso para el “humor” racista o para negar la importancia de ciertas reglas para regular la comunicación en sociedad –hasta donde sé, la posición anarquista no es la ausencia de reglas, sino el acuerdo colectivo de esas reglas de manera que sea lo más aceptable para todos los involucrados, aún para las minorías. Pero esa posición republicana de que tenemos libertad de expresión absoluta, pero solamente cuando nos conviene, es insostenible. Con esta doble moral, Francia ha prohibido en el pasado las manifestaciones pro-palestinas, ha censurado al humorista Dieudonne y ahora, el primer ministro Manuel Valls dice que no ser Charlie puede ser considerado como sospechoso.

Dentro de este grupo de opinión, hay quienes salen inmediatamente a afirmar, sin sonrojarse, que la “libertad de expresión” marca la línea divisoria entre las “dos civilizaciones”, occidental y oriental… desde luego, yo puedo escribir este artículo gracias a nuestra libertad de expresión; si viviera en una tiranía árabe no podría, dicen. Esto por una parte, ignora que la situación de la libertad de expresión en nuestra “civilización occidental” que es, por decir lo menos, precaria. Primero, porque los monopolios informativos que controlan el 90% de los medios, marcan pautas muy claras de lo que es aceptable decir y lo que no, asunto sobre el cual ha trabajado extensamente Noam Chomsky. No hay más espacio en los medios de masas que para el pensamiento único y cualquier periodista que quiera conseguir trabajo sabe que necesita evitar ciertos temas incómodos: el mercado puede regular tan bien la opinión ciudadana como el fanatismo religioso. Los medios alternativos son frecuentemente clausurados, se les exige “equilibrio” para diluir mensajes alternativos o se prohíbe abiertamente ciertos mensajes políticos. En países como México, Guatemala, Colombia, por nombrar algunos de “nuestra civilización”, que comparten sus valores seculares y sus libertades formalmente, cientos de periodistas han sido asesinados y miles amenazados en los últimos años, sin ninguna clase de escándalo internacional. Una amiga de un blog francés me decía, de hecho, que estando plenamente de acuerdo con el contenido de mi artículo, si lo publicaba en su blog temía que se lo bajaran: la auto-censura en nuestros medios es enorme. Pero por otra parte, la opinión de quienes creen que en un país árabe uno no puede expresarse, también desconocen el valor del trabajo de miles de periodistas y comunicadores alternativos árabes que constantemente escriben y hablan desde países como Egipto, Líbano, Palestina, Túnez, Siria todos los días, a veces desafiando ocupaciones militares, a veces desafiando dictaduras, a veces desafiando a los fanáticos, a veces porque los dejan. Desconoce que un medio árabe, Al Jazeera, tiene un repertorio de opiniones mucho más amplio y una calidad informativa mucho mayor que la mayoría de los grandes medios occidentales, y que hace quedar a CNN como un miserable pasquín. El hecho de que los árabes, o la gente de países musulmanes, no necesariamente hablen alguna de las cuatro grandes lenguas coloniales (castellano, francés, inglés, portugués) no significa que no hablen en absoluto o que no tengan nada importante que decir. Este presupuesto también refleja esa arrogancia colonial de la que hablaba.

Nosotros que somos tan peculiares…

Están, por último, los que plantean que uno no entiende o que no conoce, y que por eso critica. Parte de este argumento se deriva de una vieja arrogancia colonial repartida democráticamente entre los europeos del sur y del norte. Según ellos, la cultura occidental (y francesa, por supuesto), está muy por encima de la capacidad de comprensión de nosotros los bárbaros. Hay que entenderlos en su contexto dicen; asumiendo que esta crítica pueda ser parcialmente válida, las imágenes de Charlie Hebdo hace rato circulan por fuera de este contexto, en un mundo que no tiene esa capacidad intelectual para comprender la excepcional cultura francesa (salvo, por algunos intelectuales afrancesados por aquí y por allá). Esgrimen la peculiaridad de los valores republicanos de Francia, “cuna” de los derechos humanos y del Estado moderno. Sin embargo, la Francia actual no es la descendiente directa de la Francia revolucionaria de 1789-1793, sino que es mucho más descendiente de los excesos del terror y de la reacción de Thermidor. Francia no es tanto la descendiente de esa república provinciana de finales del siglo XVIII, como la descendiente de ese inmenso imperio de finales del siglo XIX. Por eso es que hace no mucho el ministro de educación recomendaba impartir en las escuelas lecciones sobre los aspectos positivos del colonialismo.

De la mano de este grupo de críticas hay una dosis no menor de elitismo a la vez que un doble rasero: uno tiene que ser lo suficientemente sofisticado e inteligente para entender la genialidad de Charlie Hebdo. Como a veces se dice del arte, si a uno no le gusta, es porque no lo entiende. Si uno tuviera la capacidad o la educación para entenderlo, sería imposible que no le guste. Toda crítica se origina, necesariamente, en la ignorancia del crítico. Algunos comentarios de franceses decían que yo no puedo criticar a Charlie porque no sé (supuestamente) nada de su cultura, otros que porque no vivo en Francia y uno, incluso, porque no vivo en París (¡!)… pero ellos si pueden criticar al Islam desde Francia porque allá lo saben todo. Curioso que esta exigencia de quienes demandan que uno haya leído todas y cada una las ediciones de Charlie Hebdo para poder criticarlo, que uno haya vivido períodos prolongados de tiempo en ese país para familiarizarse con las peculiaridades de la cultura francesa, sin lo cual las sutilezas del “humor” de Charlie Hebdo nos serían inaccesibles, no se aplica a ellos. Bendecidos por su pasaporte, los caricaturistas y sus defensores sí pueden criticar, y más aún, burlarse de culturas o religiones a las que apenas conocen, o que no conocen en absoluto.

Todo en su contexto

Las caricaturas no son sólo eso, simples caricaturas, como muchos comentaristas afirman. Las caricaturas entregan mensajes que, en determinados contextos, como el que actualmente se respira en Europa, pueden inspirar odio xenófobo, agresiones racistas y justificar aventuras coloniales en curso. De esto ya había hablado antes, en un artículo escrito con el académico judío-irlandés David Landy “Las viñetas políticas van más allá de un mero asunto de ‘libertad de expresión’. Tratar el tema sólo desde este punto de vista elude un debate sobre el legado del colonialismo y de un orden imperial injusto en el mundo de hoy, un mundo en el que algunos se sienten autorizados, mediante estas ‘inocentes’ viñetas, a justificar la violencia de dicho orden. Un ‘inocente dibujo’ puede ser más efectivo para expandir la intolerancia que un discurso”[7]. Las caricaturas no matan, pero generan discursos en torno a la violencia material. No es suficiente decir “qué puede hacer un artista si su obra la usan unos racistas idiotas”; desde luego que no todo está en manos del artista y la incomprensión puede jugar una mala pasada pese a las intenciones de éste. Pero tampoco el artista puede disociarse totalmente de responsabilidad ante su obra, particularmente cuando hablamos de patrones y de temas recurrentes. Ya sé que en el mundo post-moderno en que habitamos, de un individualismo rabioso, hablar de “responsabilidad moral” es casi que una palabra sucia. Pero prefiero este lenguaje que para algunos sonará anticuado, al egoísmo anti-social que se nos inculca mediante los aparatos ideológicos del sistema y que refuerza la extraordinaria individuación de las nuevas tecnologías digitales. Más aún cuando a la fecha (12 de Enero) ha habido por lo menos 42 ataques islamofóbicos en Francia los cuales han pasado totalmente inadvertidos y que, afortunadamente, no han dejado muertos, pero que incluyen balas, granadas, pintadas a Mezquitas con el lema Yo soy Charlie, así como ataques físicos[8]. Decir que las caricaturas no son algo tan inocente o que los caricaturistas tienen responsabilidad moral por la utilización que se hace de sus obras no justifica en ningún caso el asesinato, pero sí aclara por qué no me sumo a la moda Yo Soy Charlie.

Charlie Hebdo no insulta solamente a los “extemistas” –Charlie Hebdo insulta a todos los musulmanes y los amalgama en un mismo estereotipo, en un momento en que sus países son bombardeados e intervenidos por la OTAN, Francia, EEUU, etc., y mientras se les trata en Europa como ciudadanos de segunda clase, como una “quinta columna” o como un tumor a extirpar. He tenido la oportunidad de compartir con egipcios, turcos, palestinos, kurdos de izquierda, seculares, y ninguno sentía que las caricaturas eran una genialidad: las sentían como algo profundamente hiriente e injusto. Nada justifica una masacre, pero tampoco podemos justificar el trato denigrante a los demás. Si hay algo que resume el espíritu progresista que inauguró la Revolución Francesa (en la cual uno de mis ancestros, como dato anecdótico, donó su cabeza), es el lema Libertad, Igualdad, Fraternidad. Las tres son indisociables. La Libertad es una infamia cuando no está acompañada de Igualdad, que es mucho más que ser iguales ante la ley. Y ambas son una ilusión si tampoco hay Fraternidad. Y no es fraternal burlarse de las creencias, cultura o estilo de vida de sectores vulnerables de la sociedad desde una posición privilegiada, máxime cuando la mayoría de los musulmanes no se encuentran en Francia por casualidad, sino por la historia colonial de éste país. Esa es la diferencia entre el humor de Charlie Hebdo y el de, por ejemplo, Quino, humorista político fino, que jamás ha tenido que recurrir a la vulgaridad sensacionalista, ni al “todo vale”, ni a burlarse de los excluidos,para generar reflexión y pensamiento crítico. Pensamiento crítico cada vez más difícil en el mundo del hashtag y de los mensajes globales de dos líneas en “tiempo real”. Defender este espacio para el pensamiento crítico en un mundo que cada vez se desquicia más, significa hoy, para mí, no ser Charlie.

José Antonio Gutiérrez D.
12 de Enero, 2015


[1] La jornada de México publicó una traducción al castellano http://www.jornada.unam.mx/2015/01/10/opinion/017a1mun
[2] Entre estos encontramos al Rey de Jordania, al primer ministro turco, a Netanyahu de Israel, al ministro de relaciones exteriores ruso, a representantes de EEUU, etc.
[3] http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/northamerica/....html
[4] Debido al elevado número de comentarios, no los citaré individualmente, sino que los he agrupado en tres categorías gruesas para facilitar esta contribución. De la misma manera, en este debate, me apoyo bastante en comentarios favorables al artículo que respondían a algunos de los críticos. En este sentido considero los argumentos que de aquí en adelante desarrollo como una elaboración colectiva.
[5] http://www.ujfp.org/spip.php?article3760
[6] Que Jean Bricmont discute en detalle en su libro “Humanitarian Imperialism”.
[7] http://anarkismo.net/article/21217
[8] http://paris-luttes.info/deferlante-raciste-et-islamophobe-2397

author by Villalonpublication date Mon Feb 02, 2015 21:58author address author phone Report this post to the editors

Había estado de acuerdo con el primer artículo pero este demuestra con contundencia lo acertado su critica. José Antonio Gutiérrez nos da una lección de verdadera civilización y humanidad.

author by Saltamontespublication date Thu Jan 15, 2015 05:45author address author phone Report this post to the editors

Al igual que el anterior "Je ne suis pas Charlie", el presente artículo nos muestra con mucha claridad el trasfondo que se oculta detrás de las manipulaciones de la prensa comprometida con el sistema capitalista actual, sistema que tenemos que soportar en prácticamente todos los paises del planeta.

Los poderosos del mundo son los dueños de los medios de comunicación más difundidos, por eso es que ellos orientan y educan a las masas, para obtener una opinión pública favorable a sus intereses hegemónicos. Esto es así, y si alguien no lo comprende es por estar saturado - con lavado cerebral - por el sistema capitalista actual. Dentro de la libertad de expresión debemos hacer una gran distinción entre el poder que tienen los medios de comunicación y el minúsculo alcance de la opinión personal de un ciudadano común. Proclaman que "todos tienen libertad de expresión", pero en los hechos únicamente podemos escuchar a los poderosos de la comunicación, los demás no tenemos la opción de ser escuchados en esa misma magnitud. La mentada "libertad de expresión" sólo es efectiva cuando puedas pagar espacios en los grandes medios; es, en definitiva, una libertad de expresión capitalista. Desde esta perspectiva, casi podemos afirmar que el ciudadano común no tiene efectividad en su libertad de expresión pues su audiencia es minúscula. En los hechos prácticos, los ciudadanos comunes no tenemos manera de hacernos escuchar masivamente; si tus pensamientos no son transmitidos, entonces eres inefectivo e inofensivo, pero te decimos nomás que tienes "libertad de expresión". Lindo, ¿verdad?

El ataque a Charlie Hebdo es típicamente una más de las provocaciones creadas para avasallar con permiso oficial a un sector de la humanidad. Los que detentan el poder capitalista siempre fabrican pretextos para invadir, haciendo creer que son los "malos" los que perpetraron tal o cual atentado, y por tanto merecen el castigo, cuando sabemos de muchos casos en que los atentados son planificados y perpetrados por los mismos organismos de inteligencia que son financiados y organizados por ... los que detentan el poder capitalista. Estas acciones son las llamadas "de falsa bandera".

Buen artículo. Donde sea que estés, gracias José Antonio Gutierrez.

author by libertinopublication date Wed Jan 14, 2015 19:23author address author phone Report this post to the editors

Así es Sergio y después sacan una editorial sobre la libertad de expresión. Tienen mucho huevo esos mal llamados comunistas. Cada vez más socialdemócratas e incapaces de asumir el debate. Les quedan muchos resabos del camarada Stalin.

author by Sergiopublication date Wed Jan 14, 2015 04:26author address author phone Report this post to the editors

El Semanario Voz argumentando, en palabras de su director, combatir a los fundamentalistas que los atacan, decidieron retirar de la web su primer articulo sobre el tema. Lamentable.

author by Sam Berckmanpublication date Wed Jan 14, 2015 03:20author address author phone Report this post to the editors

I'm sorry i personnally don't speak spanish but i have to say this :

I don't undertsand how it's possible nowadays to use a cartoon of Latuff to illustrate an article on anarkismo. This guy went to Teheran to receive a prise for "holocausts caricatures" from the Teheran fasciste regime, during the ahmadinejad era.
He is known for many antisemitic cartoons.

By the way FYI, Bricmont is also known for his ties with french fascist (the eurasist tendency), for example the nazi Soral.

By the way this drawing used to illustrate an article about Charlie Hebdo is just bullshit. While the newspaper should rightously be criticised for participating in the french and global wave of islamophobia, it is also know to draw cartoons targetting jewish religion.
So using this cartoon is participating in the racist propaganda that just ended up making people of a national minority killing people of another national minority, opposing jewish and muslim people wich is exactly what the fascists do... And what's also helping zionist propaganda among the jewish national minority in France.

author by Samuele Mazzolinipublication date Tue Jan 13, 2015 21:34author address author phone Report this post to the editors

La oleada de indignación y solidaridad tipificada por el eslogan #jesuischarlie ha sido una manifestación transversal que ha permitido que los contenidos de la revista golpeada por el terrible atentado terrorista fueran regados por los cuatro costados. Es la libertad de expresión la que llena sin pausas el espacio de la discusión y que anima la difusión de viñetas que llevan coranes acribillados, Jesuses penetrados analmente por el Espíritu Santo, Mahomas ridiculizados.

Yo también quiero juntar mi voz para remachar la belleza de este derecho, excavando una posición que imprescindiblemente extiende la solidaridad del caso, sin caer en la trampa de abrazar los contenidos de los dibujadores franceses. Qué mejor que hacerlo con la misma actitud polémica que distinguía sus caricaturas: ¡Que viva la libertad de expresión, abajo Charlie Hebdo! ¿No es esta una magnífica celebración de aquel derecho que Charlie Hebdo defendía de manera estrenua, rompiendo esquemas al poder decirlo todo sin temer a nada y a nadie?

Pero a diferencia de sus dibujos, esta posición no ofende a nadie: expresa un desacuerdo radical respetando la dignidad de los que son aludidos. Justo lo que los dibujadores asesinados no hacían. Como todos los derechos, incluso el de la libertad de expresión no debería ser entendido sin límites éticos, como un ente absoluto, justamente porque los derechos, si son llevados al extremo, dejan de ser compatibles entre sí y la exaltación de uno va en perjuicio de otro. Así, la libertad de mofarse de una religión choca con el derecho al respeto y a la honorabilidad religiosa y cultural. Derechos y responsabilidades no deberían ser jamás separados porque solamente juntos encarnan esa tensión que debería estar en la base de la convivencia entre personas y grupos que se identifican en objetos distintos.

Pero hay algo más. La línea editorial de la revista era imbuida por un peculiar racismo de molde iluminista, una tentación que va más allá de la batalla por la laicidad del Estado. Lo que Charlie Hebdo no aguantaba era que la gente creyese en Dios, sugiriendo como base para la construcción de la ciudadanía la renuncia de la incómoda carga religiosa. La sensación es que aquí estamos muy lejos de la sátira irreverente que sonroja a los poderosos y a los fanáticos. El mensaje vehiculado era que, para pertenecer a esta sociedad (la de la République), no solamente tienes que abandonar tu dogma fundamentalista, sino tu religión y cultura tout court: despójate de tu retrógrado y antiguo bagaje y, voilà, tú también podrás gozar del alborozo infinito que regalan las libres sociedades, donde se razona científicamente, donde todos adherimos a un mínimo común denominador (el nuestro) y abandonamos costumbres que la historia es destinada a sacarse de encima.

Es un rodillo homogeneizador, todo menos que plural: en este sentido, la posición del periódico francés calca el hipócrita pluralismo liberal, donde el Otro es asimilado o aniquilado. La historia y la autodefinición de izquierda del periódico no lo condonan: de islamofobia y racismo se trata, ya sea por difidencia hacia el Otro, o por el instinto colonial de educarlo.

Related Link: http://www.telegrafo.com.ec/opinion/columnistas/item/abajo-charlie-hebdo.html
author by Roger Susopublication date Tue Jan 13, 2015 19:16author address author phone Report this post to the editors

Ramon Espadaler, el conseller democristiano de Interior de la Generalitat de Catalunya, coincidió ayer en París con los responsables de Interior de los países europeos, así como de EEUU, el coordinador antiterrorista de la Unión Europea y el comisario europeo de Asuntos de Interior. Sin embargo, él no participó de las reuniones de la cumbre programada este domingo de urgencia tras el atentado contra Charlie Hebdo y el secuestro del supermercado kosher en París. Lo hizo otro catalán, el ministro español Jorge Fernández Díaz, que como los ministros presentes, aboga por el establecimiento de controles fronterizos, aunque esto rompa frontalmente con el convenio de Schengen.

La capital francesa fue este domingo el escenario de una histórica marcha sin precedentes “en defensa de los valores democráticos y la libertad”. En medio de unas excepcionales medidas de seguridad, medio centenar de jefes de Estado y de gobierno de todo el mundo, los principales dirigentes políticos del país y destacados representantes de las comunidades religiosas encabezaron “la gran marcha republicana” convocada contra el “terrorismo yihadista” y la libertad de expresión.

Espadaler, un gestor político que en su ejercicio, contradiciendo el lema de la convocatoria republicana, ha justificado que los antidisturbios comiesen en la sede de los Caballeros Legionarios porque “pagaron la consumición”, que ha tachado a las habitantes de la Kasa de la Muntanya de “terroristas anarquistas” o ha mirado hacia otro lado cuando los Mossos intentaron entrar en la redacción de la Directa y rompieron el cristal de la puerta que hirió a una persona por el impacto de los cristales, compartió pancarta con otros personajes de opaca y dudosa defensa de las libertades civiles y políticas. Uno es el ya citado ministro Fernández Díaz, que ha recortado el derecho a la protesta a través de la Ley Mordaza y legalizado las devoluciones en caliente en Ceuta y Melilla.

En la lista de “nuevos amigos de Charlie Hebdo“, más allá del Storyfy de Daniel Wickham, se encuentran Angela Merkel, David Cameron, Matteo Renzi, Klaus Iohannis, Petró Poroshenko -Anoche, la sede del diario pro-ruso Slavyanka en Járkov fue atacada con artefactos incendiarios y pintadas neonazis y amenazantes-, Pedro Passos Coehlo o Sergei Lavrov. También, el presidente catalán Artur Mas, el asesor del cual, Josep Maria Via, tuvo que ser indemnizado con 10.000 euros tras una condena a la revista Café amb Llet, tras una demanda de Vía, cuando ésta había publicado los casos de corrupción que afectan a los políticos convergentes Ramón Bagó, Carlos Manté y Xavier Crespo, así como la opacidad en la gestión de otros responsables del Consorcio Sanitario del Alt Maresme y la Selva, como la gerente de los hospitales de Blanes y Calella, la alcaldesa de Calella, Montserrat Candini (CiU), o el alcalde de Blanes, Josep Marigó (PSC).

Mariano Rajoy, que cuando era ministro en el Ejecutivo de José María Aznar firmó el cierre de los diarios Egunkaria y Egin en un intento criminalizador de la izquierda abertzale y que recientemente y coincidiendo con los atentados en París, su gobierno ha guardado el silencio más frío en relación a la imputación del humorista Facu Díaz por una parodia sobre el PP, también ha estado en París. Adicionalmente, el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, que cuando era primer ministro de Luxemburgo creó las estructuras adecuadas para la evasión fiscal y el daño común capitalista de Ikea, Apple y 300 empresas más y estuvo implicado en el caso Bommeleeër, la trama ultraderechista de terrorismo de Estado Gladio en Luxemburgo. Juncker estuvo en la cabecera de la marcha.

Políticos que han gobernado o gobiernan con la ultraderecha

El primer ministro holandés Mark Rutte también estuvo presente en París. En las elecciones de 2010, el Partido de la Libertad del populista ultraderechista e islamófobo Geert Wilders, imputado hace pocas semanas por haber pedido “limpiar el país de marroquíes”, arrasó, convirtiéndose en la tercera fuerza política con el 15’4% y 24 diputados apoyando, después de 127 días de negociaciones, al gobierno en minoría de Mark Rutte a cambio de mano dura en materia de inmigración. Sin embargo, Wilders retiró en 2012 el apoyo a la coalición de Rutte partidaria del ajuste presupuestario del 3% de déficit impuesto por la UE, los recortes sociales y la subida de la edad de jubilación. El gobierno cayó, pero Rutte volvió a formar gobierno en los siguientes comicios.

El actual primer ministro griego Antonis Samarás entró en 2009 en el gobierno después de la caída del Pasok de Georgios Papandreou, y lo hizo en el gobierno tecnócrata de Lukas Papademos, un gobierno de unidad nacional entre el Pasok, el partido conservador nueva Democracia -su partido- y el partido ultraderechista Concentración Popular Ortodoxa (LAOS), para aplicar los duros recortes asociados al segundo rescate financiero del país y, después, convocar elecciones anticipadas. Años después, y con la amenaza electoral del partido neonazi Amanecer Dorado a su derecha, Samarás decidió, en 2012, lanzarse a la caza del migrante sin papeles en un intento de ganarle espacio a Amanecer Dorado con mensajes de “defensa del orden público frente al crimen y la inmigración ilegal” y puso en marcha la Operación Zeus Xenios. Se trató de un dispositivo policial basado en redadas masivas en los barrios populares de las ciudades para detener a personas indocumentadas, basándose simplemente en “su apariencia física” para expulsarlas del país. En la operación se detuvo a unas 6.000 personas y presentaron cargos contra 1.600 por entrada ilegal en Grecia, que seguidamente fueron deportadas a sus países de origen después de pasar por campamentos improvisados. Ayer se manifestó por la libertad.

Espadaler también compartió espacio con Boiko Borísov y Laimdota Straujuma. Borisov es el primer ministro de Bulgaria por el partido liberal-conservador y populista Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB), un partido manchado de corrupción y que gobierna el país con el apoyo del Frente Patriótico, una formación formada por rebotados y escindidos del partido ultraderechista, anti rumanos, anti turcos y neofascista Ataka y los herederos ultranacionalistas de la Organización Revolucionaria Interior Macedonia-Movimiento Nacional Búlgaro. Borisov, en 2013, durante las masivas protestas ciudadanas contra el monopolio industrial en el sector energético y el incremento de las facturas de la electricidad y el agua, ordenó a la policía cargar contra los periodistas que cubrían las protestas.

Straujuma, por su parte, es la primera ministra de Letonia, líder de la formación liberal-conservadora Unidad, el principal partido de la coalición, que absorbió en sus filas al Partido Reformista de Zatlers, y reeditó la coalición con la Unión de verdes y Granjeros, y el partido ultraderechista y ultranacionalista Alianza Nacional-Todo por Letonia (NA). NA es un partido estrechamente vinculado a los viejos colaboracionistas nazis de Letonia, conectado a los veteranos y legionarios de las Waffen-SS que organizan anualmente marchas en memoria por el centro de Riga. Es también un partido anti izquierda y también racista, ya que considera a la comunidad rusa del país como “inferior, y extranjera en Letonia”. La formación tiene conexiones con grupos neonazis militantes como el Centro Gustavs Celmins, que usan como escuadrones de choque.

Políticos que coartan a la prensa

El semanario polaco Wprost publicó en verano una grabación de audio con una comprometedora conversación entre el ministro de Interior Bart?omiej Sienkiewicz y el gobernador del Banco Central de Polonia, Marek Belka. En ella, Belka hablaba de medidas desde el Banco Central para favorecer al ejecutivo en las próximas elecciones. Días después de la filtración, la policía irrumpió en la redacción de Wprost en búsqueda de información y fuentes, exigiendo a las periodistas revelar sus fuentes. Ayer, la premier de Polonia, Ewa Kopaszi, se manifestó en París por la libertad de prensa.

Hungría se ha convertido un Estado nuevo de sesgo autocrático construido alrededor del primer ministro Viktor Orbán y su partido, el conservador Fidesz. La flamante Ley Fundamental fue aprobada gracias a la mayoría de dos tercios que desde 2010 el Fidesz tiene el parlamento. El texto ha redibujado las circunscripciones electorales en beneficio del Fidesz. Lo más destacado, sin embargo, es la restricción draconiana de las libertades básicas, la violación de la separación de poderes, la autorización al primer ministro para gobernar con decretos-ley, el aumento del control gubernamental sobre el Banco Central y el amordazamiento de los medios de comunicación. Orbán desfiló por París.

Irlanda es un país en el que la blasfemia está perseguida como “ofensa” con multas de hasta 25.000 euros. La ley contradice la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. El primer ministro conservador irlandés, Enda Kenny, también estuvo presente en la marcha parisina “de la libertad de expresión”. La revista Charlie Hebdo en Irlanda estaría en números rojos.

El primer ministro de Mali, Modibo Keita, presente en los Campos Elíseos, se ocupó personalmente de la expulsión de la periodista freelance francesa Dorothée Thiénot, que explicaba cómo el ejército maliense perpetraba abusos de los derechos humanos y matanzas indiscriminadas a supuestos terroristas y rebeldes tuaregs.

Dos de los más desconocidos y dos de los más escandalosos también estuvieron en el centro de la Isla de Francia: Ali Bongo, dictador de Gabón, apoyado por Francia en una dictadura familiar que inició su padre Omar en 1967. En 2003, Bongo clausuró tres diarios: Ezombolo, la Griffe y La Calotte por informar sobre la corrupción. Y Denis Sassou Nguesso, dictador del Congo-Brazzaville. Sassou Nguesso fue dictador del país entre 1979 y 1992. Francia, a sotto vocce, exigió elecciones para blanquear la dictadura y Sassou Nguesso las perdió quedando tercero. Entonces, desencadenó una guerra contra Pascal Lissouba, el candidato ganador. El conflicto armado dejó miles de muertos en ambos bandos y desde 1997 es presidente, coartando las libertades de prensa del país.

El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, es el jefe del gobierno que ha encarcelado a más periodistas del mundo. En diciembre pasado varios periodistas y trabajadores de los medios de comunicación fueron detenidos en una razia en Turquía contra la libertad de prensa, algunos de renombre como el redactor jefe del diario Zaman, Ekrem Dumanli, y el director de ediciones de la cadena de televisión Samanyolu, Hidayet Karaca. La situación de represión informativa es más grave que nunca en Turquía. Ya en marzo pasado, el ahora presidente Recep Tayyip Erdogan ordenó cerrar Twitter y YouTube. Ayer paseó por París.

Tras Turquía, el país que encarcela a más periodistas es Bahrein. El ministro de Asuntos Exteriores, Khalid bin Ahmed Al Khalifa, desfiló por París. La represión a la prensa es un hecho cotidiano en el pequeño emirato, que se esfuerza en reprimir cualquier reportaje crítico con la monarquía y que informa de las revueltas populares. Tres periodistas están en prisión y varios bloggers han sido perseguidos y golpeados. En Túnez, el blogger Yassine Ayari fue enviado a prisión por un tribunal militar “por difamar al ejército” en posts en Facebook. Ayer, el primer ministro Mehdi Joma estuvo en París. Como el embajador de Arabia Saudí en Francia, dos días después de la condena en su país del blogger Raif Badawai a 50 latigazos “por haber insultado al Islam”.

Egipto envió a Francia al ministro de Asuntos Exteriores y antiguo embajador en EEUU Sameh Shoukry, representante de un gobierno que ha condenado a prisión a tres periodistas de Al Jazeera “acusados de colaborar con los Hermanos Musulmanes”. Así, el corresponsal australiano Peter Greste, que había trabajado antes para la BBC, y el egipcio con nacionalidad canadiense Mohamed Fahmy, recibieron una pena de siete años de prisión. El egipcio Baher Mohamed fue sentenciado a 10 años, siete por los mismos cargos que sus compañeros y tres porque la fiscalía alegó que llevaba una bala cuando fue detenido.

La Argelia de Abdelaziz Buteflika es también un Estado caracterizado por la ausencia de pluralismo e independencia de su sistema mediático, donde existe mucha censura y autocensura. Además, los visados de prensa están restringidos geográfica, editorial y temporalmente. Las periodistas deben obtener autorizaciones especiales para moverse en según qué regiones. La prensa local tiene muchas dificultades para cubrir eventos sociales y varios periodistas, como Abdessami Abdelhai, fueron detenidos y agredidos mientras cubrían manifestaciones. Hipócritamente, envió al ministro de Asuntos Exteriores Ramtane Lamamra a la marcha solidaria con Charlie Hebdo.

El rey Abdulá de Jordania fue otro de los participantes. El año pasado, su gobierno sentenció in absentia a 15 años de prisión y a trabajos forzados al periodista palestino-jordano Mudar Zahran, quien ha escrito sobre las estrechas relaciones de Jordania con EEUU y la connivencia con Israel y el rol de la monarquía hachemita en repeler rebeliones populares.

Israel tampoco es un país que deje libertades en la prensa, sobre todo extranjera, cuando se trata de cubrir el conflicto armado con Palestina. La intimidación, expulsión e incluso la muerte, son frecuentes. Durante el año 2014, según datos de Reporteros Sin Fronteras, 66 periodistas fueron asesinados por el ejército israelí en el ejercicio de sus funciones, de los cuales 17 periodistas palestinos durante la ofensiva militar en Gaza el año pasado. Al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, tampoco le ha temblado el pulso para reprimir a aquellos periodistas palestinos que han criticado su gestión e informado de los casos de corrupción de su partido.

El Fiscal General de EE.UU., Eric Holder, es el responsable político de la coartada de libertades periodísticas en el país norteamericano. Durante las protestas del movimiento Occupy o contra la brutalidad policial y violencia racista en Ferguson fueron detenidos varios periodistas como Wesley Lowery, un reportero del The Washington Post, o Yasha Levine, de Pando Daily. Jens Stoltenberg es el Secretario General de la OTAN, una organización que todavía no ha sido procesada por perpetrar el bombardeo en 1999 en el edificio de la radiotelevisión serbia donde murieron 16 personas, entre periodistas y personal de la cadena RTS. Stoltenberg estaba en París “por la libertad de expresión”.

“Los nuevos amigos de Charlie Hebdo“, manifestó Bernard Holtrop, alias Willem, el caricaturista de Charlie Hebdo al diario holandés De Volkskrant, “me hacen vomitar”. “Nos hacen vomitar todas estas personas que de repente dicen que son nuestros amigos y encabezan la manifestación de París”.

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