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Los libertarios y la Protesta Nacional del 13 de Agosto del 2003 en Chile

category bolivia / peru / ecuador / chile | historia del anarquismo | opinión / análisis author Wednesday August 13, 2014 23:00author by José Antonio Gutiérrez D. Report this post to the editors

El día 13 de Agosto del 2003 ocurrió un hecho que marcó el movimiento ascendente de la protesta popular en Chile y, particularmente, al movimiento anarquista criollo. Esta protesta, a lo interior, fue uno más de los elementos que terminó por fortalecer la política de frentes y permitir así una maduración del movimiento. Se veía esta protesta como un ensayo para las luchas populares que venían –incluido el 30 aniversario del Golpe de Pinochet un mes más tarde- y en cierta medida lo fue. Tanto para el conjunto del pueblo, como para el sector de éste, pequeño pero dinámico, identificado con el anarco-comunismo.
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Los libertarios y la Protesta Nacional del 13 de Agosto del 2003 en Chile

El día 13 de Agosto del 2003 ocurrió un hecho que marcó el movimiento ascendente de la protesta popular en Chile y, particularmente, al movimiento anarquista criollo. Era la primera vez en décadas que los libertarios -entonces agrupados en el Congreso de Unificación Anarco-Comunista (C.U.A.C.)- tomaron un rol decisivo en la jornada de manifestaciones: junto a los compañeros de la Federación de Trabajadores de la Construcción, Madera y Áridos (FETRACOMA) y otras agrupaciones de izquierda revolucionaria (entre ellas el MIR, Identidad Rodriguista, GAP), se agitó el llamado a una protesta nacional para ampliar la convocatoria que había hecho la Central Unitaria de Trabajadores de Chile (CUT), unos meses antes, al paro. Ya con algunos de estos sectores, particularmente con FETRACOMA, había experiencia en agitar una movilización más amplia, al haber co-organizado la protesta en contra del Banco Inter-Americano del Desarrollo (BID), que se había reunido en Santiago de Chile en marzo del 2001, lo cual generó un hecho político que no sería exagerado llamar un punto de inflexión para el anarquismo.

Desde el C.U.A.C. sacamos miles de carteles con los que literalmente empapelamos el centro de Santiago y las zonas periféricas en las que la organización tenía presencia (Cordillera, Sur y Poniente). Siempre recuerdo ir en una micro pasando por fuera de la Biblioteca Nacional, cuando dos personas sentadas cerca de mí comentaban, mirando los carteles ahí puestos por el C.U.A.C., que participarían de la protesta porque estaban hartos de tanta sinvergüenzura. Junto a FETRACOMA y las otras organizaciones de izquierda revolucionaria, también participamos en los comités de coordinación e impulso de la protesta, de su organización y convocatoria, con sectores de la CUT que estaban interesados en que la protesta despegara. Esta protesta consolidó la posición de quienes al interior de la organización estábamos a favor de la política de “inserción social”, desarrollando nuestro trabajo en espacios de articulación social conocidos como “Frentes”. La expresión más clara de esta metodología de trabajo fue el surgimiento del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL) algunos meses antes de las jornadas de protesta, a comienzos del 2003, pero también había sectores poblacionales y sindicales organizados en Frentes (el boletín Despabila, que se menciona en el documento, era el órgano del Frente sindical); mientras, un sector al interior de la organización seguía favoreciendo articularse con otros anarquistas desde lo ideológico y por fuera de la lucha de masas –a través de una “mesa de coordinación anarquista”. Esta protesta, a lo interior, fue uno más de los elementos que terminó por fortalecer la política de frentes y permitir así una maduración del movimiento; de hecho, las demandas planteadas para la protesta recogían las necesidades más sentidas de los distintos Frentes de trabajo político-social (ver uno de los afiches adjuntos a este documento).

El siguiente es un comunicado emitido por el C.U.A.C., el cual redacté dos días después de la protesta y fue discutido, enmendado y aprobado una semana después, por el secretariado de las únicas dos secciones que esta organización llegó a tener: Santiago y Valparaíso. En este documento se sentaba la posición de la organización ante la protesta y se hacía un balance optimista de lo que se veía como un ciclo ascendente de luchas populares en el país. Pese a la represión (cerca de 200 detenidos, 3.800 carabineros reforzando la "seguridad" en el Centro de Santiago y amenazas de utilizar la Ley de Seguridad del Estado, resabio jurídico del pinochetismo), sólo en Santiago se estima que salieron a protestar unas 15.000 personas. En realidad, esta protesta fue sintomática de lo que serían posteriormente las grandes movilizaciones estudiantiles del período 2006-2011 y una mayor disposición ofensiva de otros sectores populares, principalmente algunos enclaves obreros, en la lucha por sus derechos. Se veía esta protesta como un ensayo para las luchas populares que venían –incluido el 30 aniversario del Golpe de Pinochet un mes más tarde- y en cierta medida lo fue. Tanto para el conjunto del pueblo, como para el sector de éste, pequeño pero dinámico, identificado con el anarco-comunismo. Fue con esta protesta que como organización empezamos a aprender a pensar en grande, que fuimos ganando experiencia en liderar luchas sociales en la calle y que nos fuimos ganando el respeto de sectores sindicales y sociales.

11 años después, pareciera que hubiera transcurrido un siglo desde ese acto de desafío abierto al modelo del que fuimos parte.

José Antonio Gutiérrez D.
13 de Agosto, 2014

Aprovecho de agradecer a los compañeros de la UMLEM-Santiago que motivaron la re-publicación de este documento y por haber facilitado, entre otras cosas, fotografías de los carteles que sacó el C.U.A.C. para dicha protesta.




El 13 de agosto en Chile se protestó


Congreso de Unificación Anarco-Comunista


Pese a las amenazas del Gobierno de Lagos, que vociferó iba a aplicar la Ley de Seguridad Interior del Estado a quienes "causaran disturbios", pese a los dispositivos de Fuerzas Especiales ubicados en todos los puntos por los cuales cruzarían las distintas marchas convergentes en el Centro de Santiago (3.000 carabineros sólo en el Centro de la Capital), pese a la campaña de desinformación y confusión sembrada por los medios de prensa y telecomunicaciones oficialistas, pese al deplorable estado de organización en que se encuentra el movimiento sindical y el movimiento obrero en general, pese a la atomización del movimiento popular, pese a tener todo en contra, el 13 de Agosto en Chile se protestó.

Cuando el 1º de Mayo, en medio de disturbios y botellazos que iban y venían, el presidente de la desprestigiada Central Unitaria de Trabajadores de Chile (CUT), Arturo Martínez, anunció un Paro Nacional para el día 13 de Agosto, nadie le dio mayor importancia, y habría pasado como la tradicional "amenaza" de todos los años, que nunca se llevaba a efecto. De hecho, un llamado a Paro en nuestro país, es impracticable: sólo un 9% de la clase trabajadora está sindicalizada, y los únicos sindicatos con capacidad de movilización son los del sector público, estando la totalidad de los sindicatos del sector privado carentes de fuerzas como para siquiera pensar en la eventualidad de parar. ¿Por qué, entonces, Martínez llamaría a Paro? Precisamente, por ser una amenaza impracticable. Decíamos hace un par de años (2001), en un boletín sindical frente a los llamados a paro tradicionales de los Primeros de Mayo "...esto no puede ser tomado más que como una voladura de luces, ya que todos sabemos que el miserable estado de organización de los trabajadores hace que un llamado de esta naturaleza, a un paro, no tenga sentido. Así el 'chino' Martínez quedaba bien con Dios y con el diablo. Claro, porque los trabajadores no lo acusarían de amarillo, y a los patrones no les molesta en nada un llamado a un paro que sabemos que no tiene ninguna posibilidad de ser llevado a la práctica." (Despabila, nº2, Julio 2001) Al parecer, lo mismo estaría ocurriendo en esta ocasión. Pero ¿qué hizo la diferencia entre los llamados anteriores y éste? ¿Qué factor hizo que esta vez sí se llevara adelante el llamado a "paro" de la CUT?

Ciertamente, la diferencia no la hizo la dirigencia de la CUT, que se ha hecho célebre por sus vacilaciones y traiciones abiertas a los intereses de los trabajadores que dicen defender (con su postura vacilante frente al TLC y las Reformas Laborales, por ejemplo). La diferencia la hizo que ésta vez el llamado lo hicieron suyo amplios sectores de base, más allá del mundo sindical incluso, que vienen sintiendo la necesidad de una convergencia en la lucha, que ven cada vez con mayor claridad que es necesario pasar de las rencillas sectarias entre capillas políticas a la lucha contundente en contra de un sistema que nos ha llevado prácticamente a una verdadera esclavitud en pleno siglo XXI. Sin embargo, no sólo basta la voluntad de luchar; es necesario poseer los medios y los objetivos claros, es necesario saber con qué fuerzas se cuenta realmente, para saber cuál es el avance que se le puede sacar a una movilización dada. Es por esto que, ante la imposibilidad y la futilidad de restringir la necesaria expresión del descontento a un "paro", que necesariamente sería expresión de un sector insignificante de la población, muchos sectores populares optaron por llamar a una "protesta" popular, siguiendo el modelo implementado por el pueblo en los años ochenta: expresión del descontento, de todos los sectores del pueblo, mediante las formas de lucha que estimen pertinentes, sin descartar ninguna a priori. Sin duda que el contexto es semejante al de aquel entonces, ya que la aguda crisis aguijonea los hogares populares, y el Gobierno no ha tenido más respuesta a las justas demandas populares que una brutal represión, "justificada" con un populismo patético y torpe de Lagos.

Ya habíamos planteado anteriormente, siguiendo en la contra argumentación a los míticos llamados a paro, que "...poniendo al movimiento sindical tareas irrealizables, se deja de lado lo que podemos realizar. Y hay algo que podemos hacer. Es necesario recuperar el espíritu de rebeldía que sacudió a nuestro país en los años ochenta en contra de la dictadura militar. Hoy también sufrimos una dictadura, pero es una dictadura de los empresarios, quienes hacen y deshacen a su antojo. A ello, es necesario oponer nuestra capacidad de protesta, y es necesario que podamos convocar a una gran Protesta Nacional, donde se desarrollen todas las formas de expresión de nuestro descontento (protestas, movilizaciones, absentismo, etc...) (...) Convocar a una jornada de protesta es algo que podemos hacer, si logramos que se reúnan todas las fuerzas sociales y si trabajamos esa iniciativa con suficiente tiempo." (Despabila, nº2, julio 2001). Es por esta razón, que nuestra organización, consecuente con el análisis que hacíamos desde aquel entonces, se lanzó a la campaña por la Protesta Popular para la jornada de "paro" convocada por la CUT. Tal llamado no tenía, en absoluto, como algunos con mala fe han querido interpretarlo, un sentido divisionista: antes bien, pretendíamos ampliar el espectro de quienes manifestarían su descontento, y por tanto fortalecer la unidad en la lucha del pueblo. Creemos que el llamado no podía restringirse al estrecho segmento de la población en condiciones de parar, sino que debía ampliarse a los trabajadores no sindicalizados (o sea, la mayoría de la clase), a los pobladores cesantes y dueñas de casa, a los estudiantes de la Media y de la Universidad. Y nuestro llamado a protestar, tampoco pretendía "boicotear" a los sectores que estuvieran en condiciones de parar: simplemente, no considerábamos correcto que esta fuera la única forma de expresar nuestro rechazo al modelo, y descartar otras formas de lucha que en las poblaciones, universidades y empresas también pudieran tener lugar. El Paro, constituye una de las tantas formas de protesta, por tanto, nuestro llamado era que quien pudiera parar, lo hiciera, pero quien no, que manifestara su bronca de otra manera.

Con mucho agrado veíamos que el mismo análisis era realizado por distintos grupos y colectividades del campo popular, y eso nos indicaba que existía un cierto sentido común respecto a las necesidades del momento, que permitiría trabajar ampliamente una red de coordinación para la Protesta. Lamentablemente, la coordinación a nivel más amplio, fue baja, pero a nivel local, hubo una convergencia de los más amplios sectores, que abarcó prácticamente a toda la gama de izquierda, bajo una premisa única: protestar contra el modelo.

Consideramos necesario descentralizar la protesta en la Capital. Es decir, que esta no se remitiera a movilizaciones en el centro de Santiago, ya que de esta manera, favorecíamos, por un lado, la centralización de la represión, y por otro, ocurriría que nadie en las poblaciones y en las diferentes comunas del Gran Santiago, se enterarían de que nada hubiera pasado ese día. De forma más estratégica, nos interesaba que al calor de la organización de la protesta se fueran rearmando los lazos de solidaridad y confianza necesarios para la construcción de organización y poder popular, en los distintos espacios locales, fueran universidades, sindicatos o poblaciones. Este mismo esquema, se aplicó, según la capacidad de convocatoria, en provincias.

Todo este proceso de preparación de la Protesta, reveló las falencias de organización, disciplina, y la debilidad general de la izquierda actualmente en Chile; pero a la vez, revelaba la voluntad de protestar en contra del modelo de amplios sectores de la población que veían con buenos ojos que (¡por fin!) la CUT llamara a movilización nacional, y que independiente de ella, manifestaban su voluntad de sumarse de una u otra manera a la protesta, aunque más no fuera confusamente. Se vio que la organización sólo nace en "caliente", y que la lucha sólo nace de la decisión. Además, en momentos de preparación de la protesta, se venían acumulando múltiples tensiones entre distintos sectores del pueblo: las luchas estudiantiles recrudecían en todo el país, la presión de base sindical empujaba a la dirigencia de la CUT a hacerse cargo de sus promesas de Paro, lo cual se hacía sentir en las reuniones de las CUT provinciales en vísperas al Congreso Refundacional de la CUT, que resultaban ser, como regla general, muy críticas a la dirección nacional, por conciliadora y amarilla. A la vez, Lagos y todo su equipo gubernativo asumían una postura paternalista anticuada y de mal gusto, llamando a la mano dura, en contra de los "niños" rebeldes.

Pese a los problemas estudiantiles, la firma del TLC con EEUU, las Reformas que se quieren impulsar frente a la adaptabilidad laboral, el alza del IVA, el plan AUGE de privatización de la salud, la precarización del trabajo, y en general, la baja brutal experimentada en la calidad de vida del pueblo, el Gobierno tenía el descaro de decir que las convocatorias a "paro" eran antojadizas, que no tenían un fin claro, que nadie sabía contra qué se quería protestar. Y sin embargo, tanto el gobierno, como las distintas Municipalidades debieron aplicar medidas de emergencia para aparentar "normalidad" el 13, que estuvo marcado por la tensión desde un par de días antes.

La protesta comenzó el día 12 por la noche en poblaciones de Santiago en la Comuna de Cerro Navia. Esto ya preparaba el terreno para el día 13: en distintas poblaciones ya estaban andando las coordinaciones de pobladores, al igual que en las universidades, estudiantes y funcionarios se tomaban de las manos para manifestar ese día. Los profesores ya habían dicho que se plegarían al paro, y los trabajadores de la salud habían manifestado su adhesión, indicando que sólo atenderían los servicios de urgencia. Los colectiveros y algunos servicios de transporte (como las micros) también habían manifestado su adhesión a la jornada de paro. El día 13, entonces, se inauguró con una serie de cortes de calles y barricadas en las principales ciudades del país. Los servicios de transporte no funcionaban normalmente; incluso, una micro que pretendió salir desde su terminal en Renca, fue quemada. Donde hubieran cortes de calle, los Carabineros llegaban rápidamente a dispersar con guanacos y bombas lacrimógenas; pero eso no impidió que en Valparaíso, marcharan 6.000 personas, que en Concepción, fueran 2.000, que en Santiago las marchas sumaran a un número no precisado de unos cuantos miles de personas, así como que hubiera marchas y manifestaciones en distintos puntos del país (La Serena, Penco, Talcahuano, Buin, etc...). La represión policial hizo que en muchos casos fuera imposible reunir a todo el mundo en un único punto (como en el caso de Santiago) en el cual la protesta asumió formas descentralizadas y dispersas, de agruparse, gritar, resistir y dispersarse. La adhesión en las Escuelas Públicas al paro fue casi absoluto, siendo casi igual el ausentismo escolar, el cual se hizo sentir incluso en los colegios privados. Si bien fue menor en la Salud Pública, también fue una adhesión importante, que en los consultorios alcanzó el 70%. En el transporte, la adhesión fue del orden del 90% para colectivos y 70% para micros. En el Sector Público, el Paro superó al 50%. Como se ve, el Paro se hizo carne en el sector público, que es el mejor organizado, el menos precario, y por consiguiente, el que se encuentra en mejor pie para acatar una convocatoria de esta naturaleza (salvo para el caso de las micros y colectivos, que se encuentran cruzados por conflictos de otro tipo -microempresariales- con el Gobierno). Sin embargo, a la empresa privada si le afectaron tanto el atraso en horario de llegada de muchos trabajadores, así como el ausentismo laboral, que si bien no fue una regla (debiendo bordear el orden del 30% ó el 40%, quizás, sin haber cifras oficiales al respecto), marcó un hito importante en un contexto generalizado de desmovilización. Y aun así, quienes no pudieron parar, salieron a protestar: o las marchas durante el día, realizadas en las ciudades más importantes del país, o en las protestas y barricadas que iluminaron las calles de Chile la noche del 13, en los barrios populares de distintas ciudades, encontrándose los enfrentamientos más duros en Peñalolén (Santiago) en la población Lo Hermida, donde hubo fuego cruzado entre los manifestantes y Carabineros.

El hecho de salir a protestar a la calle una fecha que no fuera el 11 de Septiembre tradicional, ya de por sí, significaba un paso adelante, ya que se sacaba la tradicional barricada poblacional del ámbito de la conmemoración y se llevaba de nuevo al ámbito de la política contingente. Pero la jornada de protesta dejaba el saldo de centenares de detenidos y algunos heridos de diversa índole, lo cual muestra como a las justas demandas populares, el Gobierno "socialista y democrático" de Lagos no supo aplicar otra cosa que una desvergonzada y dictatorial represión, lo cual muestra de cuerpo entero el continuismo de la política de la Concertación con la política del pinochetismo. Represión que incluso, hizo que Zapatillas policiales amanecieran afuera de la casa de algunos de nuestros compañeros. Ya sabemos que esperar para la conmemoración de los 30 años del Golpe del Gorila Pinochet.

La jornada de protesta popular terminaba con una CUT que injustificadamente, se arrogaba un triunfalismo que en realidad no le pertenecía sólo a ella; es verdad que una jornada de protesta como la realizada, no habría sido posible sin la existencia de una organización de carácter nacional como es la CUT, pero también es muy cierto, que tal convocatoria no habría prendido sin amplios sectores populares no representados en la CUT, ni en su estructura, ni en la política de su dirigencia. Tal convocatoria no hubiera prendido de no haberse ampliado del débil actor sindical, a otros actores que también se encuentran en lucha y que también son parte de la clase trabajadora o son solidarios con ésta. Tal convocatoria, en definitiva, no habría prendido si no se hubiera dado el viraje de una convocatoria a paro a una convocatoria a protesta popular.

Hoy existe una inquietud de base bastante grande, existen aires de movilización y desde abajo se tejen las redes de solidaridad entre organizaciones populares e identidades de la izquierda revolucionaria y libertaria, que van adquiriendo mayor organicidad gracias a este "ensayo" del 13 de Agosto. Se van rehaciendo nuevamente las confianzas que se habían perdido tras quince años de disputas internas y sectarias entre los sectores revolucionarios. Se vio quien era quien, quienes estuvieron en la lucha y en la organización, y quienes se hicieron al margen, prefiriendo la polémica retórica y las grandilocuentes amenazas en contra del sistema y los "desviacionistas" o bien la unidad puramente superestructural e ideológica, sin hacer ningún aporte práctico a la lucha de los oprimidos. Se vio a un sector activo y orgánico del movimiento revolucionario en la calle y preparando la protesta, que pudo ver y conocer sus debilidades, su real capacidad de movilización y tomar el pulso al movimiento, el cual se ve, está saludable.

Cuando hay disposición de lucha, el pueblo se entusiasma, lo cual muestra lo importante de la labor de sacar al quiste burocrático del aparataje sindical y participar activamente en la regeneración de un movimiento sindical clasista, de base y combativo, que no se avergüence de la lucha popular. Este 13, fue un ensayo, un primer intento de romper el atomismo y la dispersión de las peleas de nuestro pueblo y llevarlas por un carril unitario, de convergencia en oposición al sistema. Es un paso adelante en 13 años de fragmentación y debilidad. Significa que nos comenzamos a poner de pie nuevamente y que demostraremos que en este país la clase obrera no sólo recibe golpes, sino que también puede golpear de vuelta. Es necesario abandonar nuestra postura defensiva y pasar a la ofensiva, volver a tener confianza en nuestras capacidades. Por nuestra parte, seguiremos en la lucha, seguiremos organizando y fortaleciendo la unidad, pero no cualquier unidad: la unidad desde la base, en la lucha y para la lucha, y con contenido clasista, revolucionario y libertario.

Congreso de Unificación Anarco-Comunista
Valparaíso y Santiago de Chile
20 de Agosto del 2003

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Fri 19 Apr, 09:05

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El 29 de Noviembre de 1999 nacía en el local de la Federación de Trabajadores de la Construcción, Madera y Áridos (FETRACOMA), en la esquina de Almirante Latorre con Claudio Gay, Santiago de Chile, el Congreso de Unificación Anarco-Comunista (CUAC). Este era un intento desde el mundo libertario por dotar al mundo popular en Chile de una organización decididamente anarco-comunista para emprender transformaciones de fondo y de alcance revolucionario en el país. Veinte años después, en el local del Centro Social y Librería Proyección, en la calle San Francisco, algunos de los protagonistas de ese esfuerzo, junto con compañeros que de alguna manera son continuadores de esa tradición, nos reunimos a discutir y evaluar los aciertos y desaciertos, los alcances y falencias de esa experiencia.

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Estos documentos son parte de una serie de entregas a cuentagotas sobre los debates en torno a la organización anarco-comunista que marcaron el período clave para esta corriente en Chile entre 1999 y 2004, de los cuales ya hemos entregado tres: sobre la re-estructuración orgánica del Congreso de Unificación Anarco-Comunista, sobre el Proyecto de Reforma Orgánica de esta organización, y un debate más de fondo sobre su norte político. Con estos dos artículos que ahora damos a conocer como parte de la cuarta entrega de esta serie, damos un paso atrás y volvemos a los momentos de formación del Congreso de Unificación Anarco-Comunista y a las discusiones en torno al por qué de una organización política de los anarquistas. Estos dos artículos, llamados "Acerca de la Organización Revolucionaria Anarquista" (Primera y Segunda Partes) aparecieron originalmente publicados en la Revista Hombre y Sociedad (HyS). El primero, fue publicado en el No.10, Noviembre del 2000, y la segunda parte apareció en el No.13, Agosto del 2001. El primer documento, había sido escrito un año antes, en Octubre de 1999, de cara al Congreso de Unificación Anarco-Comunista que tuvo lugar en la sede sindical de FETRACOMA en la calle Almirante Latorre en el centro de Santiago de Chile el 27 y 28 de Noviembre de ese año. Ese documento fue mi contribución, escrita a título personal, para la discusión sobre organización política, que era el tema clave a discutir en ese Congreso. Ahí, perfilaba la necesidad de una organización política anarquista que se planteara el trabajo popular en el corto plazo, un programa específico de transformaciones a mediano plazo, y objetivos revolucionarios a largo plazo. Esta visión de la organizacion política, estaba en debate con otros modelos de organización que otros participantes llevaban en mente, como establecer una especie de "colectivo" ampliado, o una coordinadora de colectivos (que era la fórmula favorecida por la JA! -Jóvenes Anarquistas- de la Universidad Católica, que estuvieron en el proceso hasta aproximadamente Mayo del 2000, cuando optaron por seguir aparte como colectivo). También estaban en debate las formas específicas que adoptarían los núcleos locales de la organización (organización por frentes, que era lo que favorecíamos quienes veníamos del grupo alrededor de HyS, por comisiones que era favorecido por los militantes del Centro y Sur de Santiago, u organizaciones de carácter territorial, que era lo que planteaba el grupo que venía de Comunitancia, donde estaba Mario Celis, que se inspiraban en el municipalismo libertario de Murray Bookchin). Este articulo dejaba espacio abierto a las variaciones en las formas específicas que adoptaría la organización según las preferencias y las discusiones de los asistentes al Congreso. Sin embargo, era imprescindible para nosotros dejar en claro los principios fundamentales que debía adoptar la organización política -los principios contenidos tanto en la Plataforma del Grupo Dielo Trouda y el Manifiesto Comunista Libertario de Fontenis. Ese era para nosotros el debate central y crucial en ese momento. Cuando uno lee la primera parte del documento, no deja uno de pensar en el estado del movimiento en esa época que se debía discutir de temas tan básicos y de no pocas obviedades, que sin embargo, encendían acaloradas polémicas -como ser la disciplina básica de acatar las decisiones mayoritarias y los mecanismos de toma de decisiones colectivos. Un aspecto clave era para nosotros el mostrar que esto no era una "desviación" provinciana nuestra, sino que éramos parte de algo mucho más grande que estaba creciendo en todo el mundo: esa era la época de auge del "plataformismo", con organizaciones consolidadas en Italia, Irlanda y Francia, y organizaciones emergentes en Suiza, Europa del Este, Sudáfrica, Turquía, etc. Anclar nuestra apuesta organizativa en un movimiento emergente global y en una tradición histórica que hilaba momentos claves de las luchas revolucionarias del siglo XX: Rusia, España y la resistencia anti-fascista, reflejaba nuestra ambición de ser más que un colectivo y de tener raíces profundas en un país donde, salvo nuestro contacto con algunos veteranos del movimiento de décadas pasadas, se había perdido la linea de continuidad del anarquismo militante, existiendo un hiato de casi medio siglo. En el mismo número 10 de HyS, en otro artículo, haciendo una reseña del primer año de vida del C.U.A.C., aclaro esto que para nosotros se había convertido en algo fundamental: no éramos un grupúsculo, sino "un proyecto histórico (...) portador de la herencia legada por toda una vertiente del pensamiento socialista, por generaciones de luchadores y por las esperanzas de igualdad, libertad y fraternidad de todo un pueblo", con la "responsabilidad de situar todo este legado histórico en el presente y proyectarlo hacia el futuro". El segundo documento, fue escrito en el transcurso del 2001, cuando ya se comenzaban a definir las estructuras de la organización, "en torno a la asamblea general, instancia ejecutiva, y a los trabajos prácticos desarrollados por comisiones, áreas en las cuales quienes se encuentran desarrollando alguna experiencia social, pueden abrirla al resto de sus compañeros y trabajar por hacer presentes las líneas de la organziación, decididas por todos en las discusiones de la asamblea" ("Año I del Congreso de Unificación Anarco-Comunista, C.U.A.C., José Antonio Gutiérrez D., HyS No.10, Noviembre 2000). Sin embargo, para entonces nos empezaban a quedar claras las limitaciones tanto de una asamblea en paralelo a la inserción social de la organización, así como de comisiones que en la práctica, funcionaban como colectivos con escasa coordinación. Así, comenzábamos a explorar la necesidad de cualificar la organización y dejar de actuar como un colectivo grande. Buscando debates y referencias en la literatura anarquista clásica, con los cuales fundamentar ideas y posiciones en la discusión de cómo construir organización político-revolucionaria, cuál era su rol, etc. nos encontramos con un gran vacío en la literatura anarquista en cuanto a los fundamentos teóricos de la organización. Notábamos que se hablaba mucho de organización, pero se decía muy poco de cómo construirla, dándosela por sentado. Incluso en la misma "Plataforma" y en el "Manifiesto", se habla de los principios estructuradores de la organización, y de su finalidad, pero -pese a ser dos de los documentos en la tradición libertaria que más desarrollan el tema- no se habla demasiado de su fundamentación -por qué la organización, en que sustrato social se da, cómo interactúa con otras expresiones organizativas, cómo distinguir una organización político-revolucionaria de otras formas orgánicas, etc. En cierto sentido, sentíamos que abordar el tema era un complemento a las propuestas que se venian haciendo desde quienes plantaban la reorganización por Frentes, y los planteamientos de Mario Celis, quien hacía muchas contribuciones sobre la presencia y la inserción social de la organzación, pero tampoco podíamos dejar de lado la organización política. Así nació este documento: como un intento de dar mayor fundamento a la necesidad de la organización político-revolucionaria y entender mejor las bases clasistas en las cuales sustentábamos nuestro proyecto, como un sector específico de un pueblo necesariamente heterogéneo. Si los otros documentos que hacen parte de esta serie de entregas son mucho más contingentes y coyunturales, estos dos artículos forman parte de las ideas centrales que estábamos desarrollando en torno a la cuestión organizativa. Ambos documentos, aunque fueron escritos a título personal, reflejan, en mayor o menor medida, discusiones colectivas que estábamos desarrollando con compañeros en Puente Alto y La Florida, con compañeros que venían de distintas luchas y trayectorias durante todo el período de la llamada "transición democrática" (sic), y de compañeros con quiénes nos encontrábamos en espacios sindicales y estudiantiles. Estas reflexiones informaron muchas de las decisiones políticas que tomaríamos en el transcurso de ese año y que nos llevarían, como sector mayoritario del C.U.A.C., a replantearnos el relacionamiento de nuestra organización con el mundo popular y con las organizaciones sociales en las que actuábamos, en las que teníamos incidencia, y en las que comenzábamos a tener protagonismo e incluso dirigencia -principalmente en los sectores estudiantil y poblacional, pero con algunos intentos cada vez más serios en el plano sindical. Creo que muchas de estas reflexiones son importantísimas hoy, cuando, casi 20 años después de formado el C.U.A.C., el movimiento libertario en Chile ha logrado tener un acumulado de experiencias en luchas y organizaciones populares nada despreciable, pero los intentos de organización politica siguen siendo esquivos, cayéndose frecuentemente en la fragmentación, cuando no en desvaríos autoritarios. Retomar estas discusiones político-teóricas es un primer paso para replantear el debate y seguir con esta deuda pendiente que tenemos los anarco-comunistas criollos con la organización revolucionaria anarquista. José Antonio Gutiérrez D.
1 de Julio, 2019

imageHombre y Sociedad (segunda época) apaga diez velitas [2007] Apr 17 by José Antonio Gutiérrez D. 0 comments

Artículo que apareció originalmente en el número 21 (Primavera 2007) de la publicación comunista-anárquica chilena "Hombre y Sociedad" con motivo del décimo aniversario de esta importante revista, en el que se hace un recuento histórico de su surgimiento, de algunos aspectos del anarquismo en Chile en la década de 1980 y 1990, y una evaluación de su impacto.

imageLa organización anarco-comunista en Chile (3ª Parte): Proyecto para un Nuevo Norte Político al C.U.A... Nov 23 by Frente Estudiantil del C.U.A.C. 0 comments

Después de que comenzara a andar la Reforma Orgánica del C.U.A.C., en Mayo del 2002, las tensiones respecto al curso de la organización, que hasta ese momento habían sido subterráneas, estallaron abiertamente. La reforma orgánica había encontrado la oposición de un sector minoritario en la organización, y solamente fue aceptada de mala gana y a regañadientes por éste, haciendo todo lo posible por poner palos a la rueda y hacerla fracasar. Este sector, a la vez que respetaba formalmente -y sin gran entusiasmo- la nueva estructura, se había planteado como objetivo el lograr una convergencia con otros colectivos anarquistas para ganar en número, a la vez que se daba pie atrás al desarrollo cualitativo de la organización en esos meses. La convergencia con esos colectivos buscaba de alguna manera volver al C.U.A.C. antes de sus orígenes y dar por el traste a la organización en Frentes. Esta convergencia se buscó a través de la creación de un periódico conjunto, llamado "Página Negra" (cuyo primer número apareció en Agosto del 2002, y cuyo segundo y último número aparecería en Enero del 2003), el cual se fue comiendo al propio órgano de la organización, el "ALERTA" (del cual aparecieron cuatro números*). No hubo más trabajo en común que se compartiera aparte de esta publicación, que no fue capaz siquiera de desarrollar una línea editorial coherente.

A la vez que un sector buscaba la unidad con otros anarquistas en base a las afinidades (en circunstancias que uno de los objetivos que habíamos tenido cuando se fundó el C.U.A.C. había sido superar la política de los "grupos de afinidad" y plantearnos como organización político-revolucionaria), en espacios artificiales, desde algunos frentes, pero particularmente desde el estudiantil, estábamos empeñados en crear una política de unidad y convergencia con otros sectores ibertarios, pero asentado en la práctica, en el trabajo de base, en el desarrollo de los frentes como el espacio central de actividad de la organización. Al poco andar, fuimos llamando a esta política de convergencia orgánica "Unidad desde la lucha". Esta consigna se convirtió en el eje que concentró las tesis básicas que sosteníamos en torno a la creación de una organización político-revolucionaria anarco-comunista que tuviera inserción y presencia real en las luchas, y que en un período de reflujo como el que vivía Chile en ese momento (aunque tomábamos nota de todo lo que estaba ocurriendo en el "vecindario", sobre todo en Argentina, con quienes teníamos -y tenemos- sólidos vínculos, y con Bolivia y Perú también), que también pudiera ser una organización que impulsara las luchas y ayudara a dar ese salto cualitativo que creíamos que el pueblo podría dar en ese momento. Tardaría el pueblo aún unos años en dar los primeros pasos en su despertar, pero creemos que mucho del esfuerzo que pusimos en lo estudiantil, sindical y poblacional, fue un aporte muy valioso en este sentido.

El choque entre estas dos concepciones se dio abiertamente después de Septiembre, y hacia Noviembre, la organización estaba llena de maquinaciones intestinas, así como de amenazas de expulsiones proferidas en contra de todos nosotros por el sector que se había enquistado en la asamblea general y se negaba a la reforma. Cuando fue la asamblea de evaluación de la reforma, el 23 de Noviembre, la situación ya era insostenible, con la renuncia del tesorero, amenazas, y cuando se revelaron tentativas de quiebre de la organización. Esta tentativa buscó fortalecerse después, el 29 de Diciembre del 2002, en el Encuentro de Iniciativas Libertarias, organizado desde el espacio de "Página Negra", buscando hacer el quite a todas las estructuras formales que la organización venía trabajando. Esta tentativa no pasó del encuentro. Pero ya para entonces resultaba claro que había que dar un debate político de fondo, y esta comprensión fue la que pavimentó el camino al Congreso Programático de fines del 2003, momento en el cual el C.U.A.C. daría por finalizado un ciclo para convertirse en la Organización Comunista Libertaria de Chile (O.C.L.). En este momento, la crisis era irreversible y este documento, pensado y trabajado desde el Frente Estudiantil del C.U.A.C. en el contexto inmediatamente posterior al encuentro de Evaluación, y mientras se desarrolló el Encuentro de Iniciativas Libertarias, entre los meses de Diciembre y Febrero del 2002 y 2003, reflejó algunos aportes en esa dirección. A mí me tocó redactar el documento, pero sus argumentos fueron todos elaborados colectivamente en varias reuniones y el producto final fue discutido y pulido por todos y todas.

Creo que hubo muchos aportes en ese debate: la necesidad de asentar nuestra práctica en las luchas concretas, utilizar esa práctica como una escuela política, comenzar a pensar sobre qué significa la unidad popular y de los sectores libertarios, convertir nuestras inclinaciones ideológicas en propuestas políticas. Pero quizás el mayor aporte de este debate fue nuestra tentativa de armonizar la idea de una organización unitaria con el principio federativo del anarquismo. Viendo la deriva que posteriormente tendría la O.C.L. creemos que fracasamos en esa apuesta. Sin embargo, la riqueza del debate y las ideas que en ese entonces se defendieron como parte integral del proyecto anarco-comunista en Chile, siguen estando vigentes para la revitalización y el relanzamiento de un proyecto libertario, emancipador, profundamente anti-autoritario, que es tan necesario en un país en el cual el centralismo y el estatlismo son parte del ADN de una izquierda que no ha podido romper el cerco impuesto por el bloque en el poder en el marco de la post-dictadura. Por estas razones publicamos un documento que, hasta este momento, estaba inédito y que hoy, cuando ya ha corrido mucha agua bajo el puente y estamos comenzando a reflexionar de manera más serena pero no menos comprometida en esta trayectoria, puede aportar en la búsqueda de esa alternativa libertaria. José Antonio Gutiérrez D.
23 de Noviembre, 2015 *Aún cuando existieron otros órganos utilizados, como el boletín sindical "Despabila" y el boletín "Unidad". Todos vieron unos tres ó cuatro números cada uno. Sin ser órgano del C.U.A.C., pero muy cercana, editábamos también la revista "Hombre y Sociedad" que tenía una amplia circulación en varios puntos del país.

imageLa organización anarco-comunista en Chile (2ª Parte): Proyecto de Reforma Orgánica del C.U.A.C. (May... Nov 07 by Militantes del C.U.A.C. 0 comments

Cuando se formó el Congreso de Unifiación Anarco-Comunista a finales de 1999, teníamos la visión de pasar de los colectivos (casi todos contra-culturales) a una organización que pudiera converitr el pensamiento libertario en acción política al interior de las masas populares. Así como comprendíamos que el movimiento popular chileno debía re-pensarse y re-crearse, el movimiento libertario también tenía que pasar por el mismo proceso para poder cumplir su rol y aportar en este proceso de levantar nuevos referentes en la lucha por la transformación social en el Chile de la post-dictadura. Hacia finales del 2000 comenzamos a pensar cómo poder convertir nuestro entusiasmo revolucionario en una alternativa libertaria. El primer aporte escrito en esa dirección quedó plasmado en un documento elaborado por Mario Celis, que recogía las discusiones de la Comisión de Propaganda, titulado Reestructuración Orgánica del C.U.A.C. (Marzo 2001). Con esa base, aunque con diferencias metodológicas, comenzamos un proceso de organización en lo poblacional, lo estudiantil y lo sindical. Fue en el plano estudiantil donde, quizás, tuvimos los mayores avances y los que más se sostuvieron en el tiempo, aún cuando en los otros dos frentes tuvimos también importantes logros y ganamos en experiencia. Al poco andar, durante el 2001, comenzó a evidenciarse la inadecuación de las estructuras centrales de la organización en relación a lo que estaba ocurriendo en la "periferia", por así decirlo, del C.U.A.C. Por una parte, algunos frentes, sobre todo en el estudiantil, manteníamos importantes niveles de actividad, inserción y organización. Por otra parte, la estructura central de toma de decisiones, la Asamblea, no reflejaba adecuadamente estos cambios ni los trabajos de base que se realizaban. No todos en la organización tenían trabajo de base ni de inserción social, como lo llamábamos, pero desde el espacio de la Asamblea se podía obstaculizar los avances que estaba haciéndose desde la militancia de base. Al poco tiempo, se hicieron evidentes los peores vicios del asambleísmo: que las decisiones las toman los que tienen el tiempo y el aguante para agotar el debate hasta altas horas de la noche, los que pueden estar en todas las reuniones en el centro de la ciudad (las reuniones de la Asamblea, se realizaban en FETRACOMA, organización sindical que nos acogió y sin cuyo apoyo no habríamos podido existir, pero que estaba físicamente muy alejada de muchos de los espacios de militancia concretos que teníamos), y donde se perdía el impuslo y las propuestas de base. Era evidente que la estructura de la Asamblea, como se estaba dando, desgastaba en lugar de aportar a una organización que estaba en franca expansión. Entendíamos que era necesario conservar los elementos centrales de una apuesta asamblearia, fundada en la democracia directa, pero que había que descentralizar la organización, hacerla más dinámica para que respondiera mejor a las exigencias de la nueva fase a la que entraba la organización en pleno auge de la "inserción social". Debíamos, para este efecto, lograr complementar esta necesidad de la asamblea como un espacio abierto, horizontal, participativo de toma de decisiones, con uno de los principios base de nuestra tradición anarco-comunista, el Federalismo. Es así como, desde el Frente Estudiantil, comenzamos a dar debates para poder hacer una propuesta para la re-estructuración orgánica de la organización. Esto nosotros lo sentimos de manera muy fuerte a comienzos del 2002, cuando las tomas universitarias nos impidieron participar de la Asamblea y fue creciendo la distancia con los Frentes. Este debate fue hecho por partes, hasta que en Mayo del 2002 presentamos este documento titulado "Proyecto de Reforma Orgánica del C.U.A.C.". Este documento fue redactado en el Frente Estudiantil, pero en realidad, habían participado en él otros sectores de la organización, por eso no se presentó como documento de Frente. En él, después de un breve diagnóstico de la crisis de la organización, discutíamos algunas propuestas prácticas para dinamizar la organización y hacerla más adecuada para las exigencias de ese entonces. También adelantamos algunas de las observaciones que se venían haciendo en contra de esta reforma, que buscaba fundamentar la organización en sus frentes, descentralizar y hacer, así, una organización más afín al principio federativo anarquista. Siendo una respuesta de carácter fundamentalmente técnico, sabíamos que había una discusión política muy fuerte que se daría a raíz de esta tentativa de reforma. Así fue y finalmente, a partir de esta propuesta, es que comienza el proceso de polarización de posiciones que llevó finalmente a que un sector se escindiera y a que la organización diera un salto cualitativo durante el 2004, transformándose en lo que originalmente fue la Organización Comunista Libertaria (O.C.L.). José Antonio Gutiérrez D.
7 de Noviembre 2015

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Un fraternal saludo a todos los compañer@s: Somos Ediciones Espíritu Libertario de Santiago de Chile y a través de este deseamos informar que hemos editado recientemente el siguiente libro: "Mujeres y Prensa Anarquista en Chile (1897-1931), compilación realizada por Alejandra Pinto y Adriana Palomera. Salud y anarquia

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