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Lo que no dice el artículo del Washington Post (I Parte)

category venezuela / colombia | imperialismo / guerra | opinión / análisis author Friday January 10, 2014 21:13author by José Antonio Gutiérrez D. Report this post to the editors

El artículo del Washington Post no me pareció, salvo uno que otro dato, ni tan revelador, ni bien investigado: está escrito con sesgos importantes, con no poca dosis de propaganda, carente de profundidad histórica o analítica y con una comprensión muy superficial tanto de la dinámica como de la realidad del conflicto social y armado colombiano. Pero esta última crítica la haré específicamente en un futuro artículo. Por ahora me interesa mucho más lo que no se dice en este artículo que lo que se dice. Sobre todo en base a la posición de la oligarquía colombiana en el “nuevo orden mundial” y la intervención imperialista en el país, que va mucho más allá de lo que la autora del artículo, Dana Priest, está dispuesta a reconocer. Los servicios de inteligencia de EEUU operan en Colombia de manera eficiente, extendida y su rol va mucho más allá de dar apoyo a las iniciativas del gobierno. En realidad, el gobierno colombiano carece de iniciativa y se limita a poner los combatientes para estrategias político-militares diseñadas en otras latitudes.
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Lo que no dice el artículo del Washington Post (I Parte)

Antonio Caballero, decía en 1998 que “en el fondo nuestra guerra es muy sencilla: es el fruto del imperialismo y de la lucha de clases. Dos cosas que, según las clases dirigentes colombianas, no existen. Así que seguiremos en guerra”[1]. Nunca esta aseveración fue más cierta, ahora que se levanta la polvareda por las “revelaciones” del Washington Post[2], que no dicen sino lo que muchos sabemos: que en buena medida esta oligarquía parásita, cleptómana, corrupta y mafiosa, se mantiene en el poder gracias a la intervención activa de los Estados Unidos en los asuntos colombianos.

Me costó entender por qué este artículo en particular causó tanto revuelo, si dice cosas que venimos diciendo desde hace mucho tiempo sobre la intervención norteamericana en el conflicto. El artículo apenas revela la existencia de “fondos negros”, cuyos montos no se dan a conocer, pero que serían muy superiores a las cifras oficiales de asistencia militar contenidas en el Plan Colombia (U$9.000.000.000). La existencia de asistencia militar, sobretodo en inteligencia y tecnología de punta, así como la presencia extendida de “asesores”, “contratistas” y mercenarios de la CIA y la NSA no es nada novedoso, salvo que, por primera vez, reconocen con meridiana claridad el carácter central que tienen para la estrategia militar “colombiana”. La sorpresa, en gran medida, se explica por la mediocridad de la prensa colombiana que se dedica exclusivamente, a repetir como guacamayas lo que vociferan mandos militares y el relamido ministro Pinzón respecto al conflicto. La prensa investigativa está muerta (literalmente) en Colombia y hay que enterarse de estas cosas a través de la prensa internacional. Un hecho vergonzoso, pero que es parte de la estrategia integral contrainsurgente del Estado para mantener a la opinión pública en la ignorancia de la realidad del conflicto y alimentarla con propaganda ridícula y exagerada.

El artículo del Washington Post no me pareció, salvo uno que otro dato, ni tan revelador, ni bien investigado: está escrito con sesgos importantes, con no poca dosis de propaganda, carente de profundidad histórica o analítica y con una comprensión muy superficial tanto de la dinámica como de la realidad del conflicto social y armado colombiano. Pero esta última crítica la haré específicamente en un futuro artículo. Por ahora me interesa mucho más lo que no se dice en este artículo que lo que se dice. Sobre todo en base a la posición de la oligarquía colombiana en el “nuevo orden mundial” y la intervención imperialista en el país, que va mucho más allá de lo que la autora del artículo, Dana Priest, está dispuesta a reconocer. En base a ello, podemos establecer algunos elementos para el análisis de la realidad política que creo son claves para el actual momento.

  • Que la voz cantante en la política colombiana son los EEUU. Esto es así desde el inicio mismo del actual conflicto. No tiene sentido negociar la paz sólo con una oligarquía títere porque este no es un conflicto entre “colombianos”; una de las partes está claramente subordinada. “Es imposible no advertir la centralidad absoluta de Estados Unidos en la definición de las líneas políticas que adoptó la élite del poder en Colombia” dice el investigador Marco Palacios, “del anti-comunismo de la Guerra Fría a la ‘guerra a las drogas’ y a la ‘guerra global al terrorismo’, Washington le provee los argumentos y la agenda”[3]. La presencia de algún funcionario estadounidense en la mesa de negociaciones de La Habana debería ser una prioridad, para así negociar realmente con el amo y no solamente con su perro.

  • Que aunque sean la potencia dominante, no sólo los EEUU han metido mano del conflicto colombiano. Varios otros países (la Unión Europea, Israel, China, países sudamericanos) han metido mano en el conflicto colombiano según lo dicten sus particulares intereses geoestratégicos y, principalmente, económicos, siempre en línea con los dictados elementales de las doctrinas de Washington.

  • La participación de intereses foráneos y el vínculo íntimo entre inversiones y conflicto, demuestran la naturaleza de clase del conflicto colombiano, siendo ésta una guerra de despojo: contra el bolsillo de los trabajadores, contra los medios de subsistencia de los campesinos, contra los recursos naturales de todo el pueblo. Si Carl von Clausewitz decía que la guerra era la continuación de la política por otros medios, en el caso colombiano también es la continuación de la acumulación de capital por otros medios.

  • Que la estrategia contrainsurgente no ha sido sólo militar, sino integral; incluyendo elementos propios de la guerra sucia (paramilitarismo y terrorismo estatal), represión policial a la disidencia, aspectos cívico-militares mediante la “cooperación internacional”, cooptación de movimientos y discursos, inversión para consolidar el despojo, desinformación y una campaña ideológica sin precedentes. Esto con el fin de desarticular cualquier forma de resistencia a la imposición de un modelo económico-social en beneficio primordial del orden global diseñado en Washington y de una ínfima oligarquía que comparte los despojos.

  • Son estos elementos los que procederemos a estudiar en un poco más de detalle en las siguientes páginas.

    Haciendo memoria: una relación abusiva pero duradera

    El artículo en cuestión revela, sin proponérselo, que la relación de los EEUU hacia Colombia, descrita tanto por la servil oligarquía criolla como por sus amos imperialistas como amistosa cooperación entre socios, es algo muy diferente en realidad. El carácter de esta relación queda claro en el incidente que describe este artículo cuando el campamento de Raúl Reyes ha sido localizado por la inteligencia norteamericana: le pasan el dato a las fuerzas armadas colombianas y les dicen “sólo no la caguen” (“just don’t fuck it up”). Así, literalmente; tal cual se escucha. Esa no es la relación de dos socios iguales, sino el trato que se da a un chiquillo bobalicón, torpe, tonto. Una relación asimétrica cruzada por un talante avasallador de corte claramente colonial, como reconoce el mismo Alfredo Rangel, ideólogo uribista “pura cepa”: “Es cierto que Colombia en ocasiones ha padecido un trato indigno por parte de funcionarios y congresistas de Estados Unidos durante las negociaciones y la ejecución del Plan Colombia”. Pese a ello, recomienda que “aunque suene paradójico, debemos tener claro que la forma más eficiente de garantizar nuestra soberanía nacional, es mantenernos como fuerte aliado bajo la sombrilla protectora de los Estados Unidos. Y para esto es necesario mantener Plan Colombia (sic)” [4]. Recordemos que no existe ninguna amenaza externa sobre Colombia (salvo la representada por EEUU), así que las invocaciones a la “Soberanía Nacional” deben ser entendidas como un eufemismo para referirse a los estrechos intereses de la oligarquía que maneja al país como si fuera su finca.

    Esta relación ha sido duradera, sin importar lo viciada y tóxica. Pese a que existen de hace tiempo especulaciones sobre el rol que la CIA pudo tener en el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 1948 (hecho que descontroló la espiral ascendente de violencia que consumía al país), mientras el general Marshall fundaba la OEA durante la IX conferencia Panamericana en Bogotá[5], está bien establecida la injerencia norteamericana en los asuntos de “seguridad nacional” en Colombia desde 1962, con el suplemento secreto al informe del General Yarborough sobre una visita a Colombia, en el cual recomienda la creación y “entrenamiento clandestino” de escuadrones paramilitares “en operaciones de represión (…) y contra-propaganda y, en la medida en que sea necesario, impulsar sabotajes y/o actividades terroristas paramilitares contra los conocidos partidarios del comunismo. Los Estados Unidos deben apoyar esto”[6]. Y eso es lo que vienen haciendo desde entonces, desde esa época en que se hablaba en plata blanca, sin tanto eufemismo, siendo los mismos EEUU quienes recomendaban el terrorismo. Los escuadrones de la muerte que han teñido de sangre el territorio colombiano fueron creados por instigación directa de EEUU antes de que surgieran las actuales guerrillas FARC-EP, ELN, EPL (a contravía del discurso oficial que plantea al paramilitarismo como respuesta a la insurgencia), e indirectamente, siguen alimentando la guerra sucia.

    Los investigadores de la Universidad de Harvard y de la Universidad de Nueva York en EEUU, Oeindrila Dube y Suresh Naidu, comprobaron, en base a un estudio cuantitativo publicado en el 2010, que entre 1988 y 2005 el aumento de ayuda militar de EEUU a Colombia conllevó a un aumento promedio del orden de 138% anual en los ataques paramilitares. Esta investigación reforzaba la tesis de que, a través de la cooperación al Ejército colombiano, la ayuda norteamericana estaba reforzando al paramilitarismo a través de provisión de armamento de punta, apoyo logístico y en inteligencia[7]. El mismo estudio, señalaba la influencia de esta ayuda en el comportamiento electoral en los municipios con bases militares y en relación al aumento de asesinatos de funcionarios públicos y alcaldes a manos del paramilitarismo, todos elementos de gran peso para explicar la “derechización” inducida del espectro político en esos años. No es de extrañar entonces que los servicios de inteligencia norteamericanos en Colombia no se hayan dedicado jamás a perseguir a uno de los llamados “actores del conflicto” que tantos buenos servicios les ha ofrecido.

    La influencia también ha sido ideológica, creando un determinado tipo de Ejército domesticado acorde a sus intereses. El ejército colombiano, que comenzó a instruirse en la Doctrina de Seguridad Nacional y a estudiar ávidamente los documentos sobre operativos contra fuerzas irregulares de los EEUU tempranamente en la década de 1960, precipitó la guerra sucia para demostrar que habían aprendido la lección. El surgimiento de las FARC-EP como una fuerza guerrillera, precisamente, se cocinó en medio de la resistencia a los bombardeos y ataques desproporcionados a las llamadas “repúblicas independientes” en Marquetalia, El Pato, Guayabero y Riochiquito en el marco del Plan LASO (Latin American Security Operation –Operación de Seguridad en América Latina), diseñado y orientado por los EEUU, llevado a cabo por la obsecuente carne de cañón colombiana[8].

    Esta no es una lista exhaustiva, pero es esclarecedora de que el interés de EEUU por intervenir en Colombia a través de la arrodillada clase dominante criolla, sus idiotas útiles (proxies locales en su jerga), es muy antigua y no se desarrolló, como afirma el Washington Post, con la captura de tres contratistas norteamericanos por parte de las FARC-EP en el 2003[9]. Como señala en su último libro Marco Palacios “el límite de la soberanía nacional colombiana es la subordinación pragmática de las élites del poder a los grandes paradigmas y políticas de Washington, en particular, la Guerra Fría, la guerra a las drogas, la guerra al terrorismo y al crimen organizado"[10]. Si a alguien realmente debemos agradecer más de medio siglo de sangría, es al generoso Tío Sam en el norte.

    Historia incompleta

    Tampoco el Washington Post profundiza en la injerencia de otras potencias en el conflicto social y armado colombiano. Esta injerencia, si bien está enmarcada en los paradigmas de Washington y no desplaza a EEUU como el patrón principal de Colombia, refleja que el entreguismo de la oligarquía colombiana es compulsivo y se deriva de su debilidad estructural. Este no es un listado ni intensivo ni extensivo de la real magnitud de la intervención de la “comunidad internacional” en el conflicto, sino una sencilla muestra para corroborar lo que acá se afirma.

    a. Israel

    No se menciona, por ejemplo, la importante relación de Israel con Colombia, desarrollada fundamentalmente a partir del segundo período de Álvaro Uribe, que demuestra como los regímenes más repelentes del globo se dan la mano para asesinar, reprimir y masacrar. Ésta va más allá de la participación de mercenarios como Yair Klein (y varios más, entre ellos Izhack Shoshany, Mariot Shoshany, Tzedak Abraham, Terry Melnik, Avraham Tzadaka, Amatzia Sheuli, Yaakov Brine, David Candotti, Michael Harari, etc.)[11], que cualificaron la estrategia de escuadrones de la muerte iniciada en los ‘60 por iniciativa de Washington, impartiendo, a finales de los ’80, clases en métodos de tortura y muerte a los narco-paramilitares que luego formarían las genocidas AUC[12].

    Israel es uno de los principales proveedores de armas del Estado colombiano (un 40% del presupuesto de compra de armamentos, entre ellos aviones Kfir, fusiles Galil, aviones no tripulados –los temibles y controvertidos drones-[13] etc.) y un importante asesor militar del Estado. Juan Manuel Santos, entonces ministro de defensa y mano derecha de Uribe, contrató por cifras millonarias a varios asesores militares israelíes, a través de la empresa de seguridad privada Global CST, dirigida Yisrael Ziv, responsable directo de las peores atrocidades en la Franja de Gaza a comienzos de la década del 2000, para dar con los comandantes de las FARC-EP, declarados “objetivos de alto valor”[14]. Son quizás estos asesores, más que la CIA, los cuales fueron clave en dar con varios comandantes guerrilleros para ser asesinados a sangre fría, con métodos no muy diferentes a los utilizados por ellos para martirizar al pueblo palestino. No por nada, Santos, siendo candidato presidencial en el 2010, exclamaba que se sentía orgulloso de que Colombia sea considerada la Israel de América Latina (y nada indica que le ha cambiado el corazón, como se desprendió de su visita a Israel en Junio pasado)[15].

    b. Unión Europea

    Tampoco se profundiza en el rol, supuestamente más benigno de la Unión Europea, que tiene enormes intereses en Colombia, como lo demuestra el Tratado de Libre Comercio que buscan ratificar e implementar en el curso del primer semestre del 2014.

    Sabido es que países europeos han apoyado militarmente a Colombia, mediante asistencia, ventas o licencias para exportaciones: tal es el caso del Reino Unido, que llegó a ser el segundo mayor proveedor de asistencia militar a Colombia después de EEUU[16]. Pese a haber anunciado en el 2009 el término de la ayuda militar a Colombia la cual, con la excusa de operaciones anti-narcóticos y capacitación en derechos humanos, era desviada a tareas contrainsurgentes y operaciones psicológicas, ha seguido entregando ayuda reservada bajo la excusa anti-narcótica[17]. El Reino Unido también ha entregado importante asistencia en labores de inteligencia en el pasado, que comenzó desde inicios de la década de 1990, y sigue siendo un importante vendedor de armas al ejército colombiano: se calcula que, en el período 2008-2012, ha vendido, por lo menos, £6.000.000 en equipo militar y £18.000.000 para equipo de doble uso, es decir, de uso represivo tanto policial como militar (unos €7.300.000 y €22.000.000 respectivamente)[18]. España, uno de los principales exportadores de armamento en el mundo, sin embargo, es, de lejos el mayor proveedor de armas a Colombia, incluyendo aviones, munición para artillería, cohetes, etc. En la primera mitad de 2009 las ventas de armamento fueron valoradas en €33.000.000[19], para el 2011 se calcula al menos en €25.000.000[20], mientras que en el 2012 España vendió helicópteros, bombas y cohetes por un valor total de casi €40.000.000[21]. Todos los cuales han sido utilizados para bombardear comunidades campesinas en una guerra no declarada.

    Pero no es en lo estrictamente militar donde reside la importancia estratégica de la cooperación europea. La política de cooperación europea hacia Colombia define un importante eje con la implementación de los llamados “Laboratorios de Paz”, los cuales definirían una aproximación a la construcción de paz de manera supuestamente alternativa al Plan Colombia de EEUU. Sin embargo, vemos que es una estrategia complementaria que, en sus elementos cívicos, fortalece la visión militarista de los EEUU y del propio Estado colombiano, que en su “Estrategia de Cooperación Internacional 2007-2010”, establece la importancia de la “confianza inversionista” en la consolidación del Estado en áreas recuperadas militarmente a la insurgencia[22]. Este programa comenzó el 2002 en el Magdalena Medio, y luego se fue, progresivamente, extendiendo en distintas fases al Oriente Antioqueño, Norte de Santander, Macizo y Alto Patía (Cauca y Nariño), Montes de María, Meta. El 2011, bajo el nombre de “Nuevos Territorios de Paz”, esta misma estrategia fue extendida al Canal del Dique y Bajo Magdalena (Atlántico y Bolívar), Caquetá y Guaviare.

    El programa de la UE busca, en sus propios términos, lograr una participación ciudadana en la construcción de paz en territorios en conflicto, reconociendo que el problema fundamental en estas zonas sería la “ausencia del Estado”, fortaleciendo la cohesión social y la confianza de la población en las autoridades, a la vez que se busca complementar la construcción de paz con estrategias de desarrollo[23]. En principio, todo suena muy bonito, pero basta que uno se haga una serie de preguntas para que esta retórica se vuelva bastante inquietante. ¿Qué concepto de paz maneja la UE? ¿El problema es la ausencia del Estado, o la naturaleza violenta, terrorista, excluyente del mismo Estado? ¿No es el mismo Estado el que ha ido expulsando a los pequeños campesinos a las zonas de colonización en el proceso de despojo violento en masa que ha caracterizado al menos medio siglo de política colombiana? ¿En qué se diferencia la tesis de la “ausencia del Estado” a la tesis de las “áreas sin ley” o “sin gobierno” con las cuales EEUU justifica la intervención militar? ¿Qué significa la cacareada cohesión social en torno a un Estado mafioso, violento y paramilitarizado? ¿No es algo perverso tratar de crear confianza de la población hacia las autoridades, cuando esas mismas autoridades están involucradas hasta la médula con el paramilitarismo, la mafia y la militarización de los territorios? Que en la práctica estos programas han sido coordinados mediante el Centro de Coordinación de Acción Integral (CCAI) del gobierno, organismo creado en el 2004 para coordinar los aspectos cívicos con la consolidación militar de los territorios, es bastante diciente.

    Este programa europeo ha terminado convirtiendo la “construcción de paz” en parte de una estrategia cívico-militar de “pacificación violenta” (en oposición a una solución negociada). ¿No resulta curioso que los laboratorios se den en el marco del conflicto, apoyando decididamente las acciones de una de las partes del conflicto, el Estado, al cual es la única parte a la que se le reconoce legitimidad? Mientras tanto, a la insurgencia, la UE la ha satanizado declarándola (sin ningún argumento legal de peso) como “terrorista”, a la vez que hace la vista gorda a los crímenes atroces cometidos por el Estado en el marco de la guerra sucia. ¿Es esta una forma de apoyar la paz en Colombia?

    La “participación ciudadana”, ha terminado siendo una manera de involucrar, mediante el chantaje de los recursos de la financiación internacional, a las organizaciones sociales en las estrategias de consolidación del Estado (terrorista) y de hacerlas repetir las cosas que el poder quiere oír: “violentos”, “actores armados”, “ausencia de Estado”, “fuego cruzado”, “neutralidad”, etc. Esta mutación del discurso, que obscurece la realidad del conflicto social y armado así como el rol violento del Estado, es particularmente dramático en organizaciones prioritarias para el financiamiento europeo, como son organizaciones indígenas y de mujeres. Incluso una opinóloga bastante entusiasta de los laboratorios de paz, ha debido reconocer, al referirse al involucramiento de la “sociedad civil” con el Estado en medio de la conflagración, que es “posible que esta relación sea más una cooptación por parte del Estado de las iniciativas locales y la cooperación internacional” que otra cosa[24]. Los laboratorios de paz no son sino un mecanismo de desmovilización de los movimientos populares para facilitar la paz exprés y la estrategia militar del gobierno, y así facilitar la inversión de las multinacionales europeas[25] gracias al entreguismo de las “locomotoras” santistas. Todo esto, claro está, con un discurso socialdemócrata y “progre”. En esta última fase, de manera perversa, el Estado, a través de las agencias internacionales, incluso se apropia mañosamente ya no sólo de conceptos como “territorio”, “sostenibilidad” y “desarrollo alternativo”, sino que llega incluso a levantar la bandera de la “soberanía alimentaria” a la vez que se acelera la locomotora agroindustrial[26], mediante la promoción de “alianzas productivas” (donde los campesinos se hacen partícipes del modelo agroindustrial en condiciones de desventaja ante los conglomerados de la palma, el caucho, etc.) y “cooperativas de trabajo asociado” que aumentan la explotación a destajo.

    La experiencia de la UE en promover los procesos de “paz basura” en Centroamérica, que llevaron a la desmovilización guerrillera para consolidar sociedades aún más desiguales, violentas, anómicas y disfuncionales, deberían llamar a la cautela de las organizaciones verdaderamente populares en torno al rol benefactor de los europeos. Ahí están los casos de El Salvador y Guatemala, triste espejo sobre el cual Colombia debería mirarse para no permitir que ese sea su futuro.

    c. ONGs

    Las organizaciones “no gubernamentales”[27] se han convertido en promotores de las políticas de gobiernos que proveen los fondos de cooperación internacional, sea directamente, o a través de las instituciones financieras multilaterales en las cuales tienen peso. Con proverbial sabiduría decía un dirigente campesino colombiano en una de las zonas cubiertas por los programas de asistencia europea que “los proyectos de pancoger son la zanahoria con la que intentan entrar con sus proyectos de monocultivos de palma y caucho”[28]. La Cooperación Internacional es una de las principales vías mediante las cuales la UE, los EEUU y el Banco Mundial, han venido promoviendo el modelo de desarrollo agroindustrial, el cual, en la mayoría de los casos, se viene dando en áreas de expansión y consolidación paramiltar[29]. En este sentido, ha habido una íntima relación entre el modelo neoliberal-rentista de desarrollo, la “confianza inversionista”, los megaproyectos y la guerra sucia, que ha implicado violaciones en masa, desplazamiento forzado y el asesinato sistemático de sindicalistas[30].

    De la mano de las políticas económicas diseñadas para Colombia por las instituciones financieras, se estimulan “alianzas productivas” con grandes capitalistas mediante el modelo de cooperativas de trabajo asociado, todo con un manto de proyectos de desarrollo alternativo[31]. Quizás el capítulo más siniestro de todos, es la relación que ha habido entre las “alianzas productivas” para producir biodiesel de palma africana, estimuladas con generosas donaciones de USAID, la agencia de cooperación del gobierno de EEUU, y la estrategia de despojo de tierras paramilitar[32]. En ocasiones, como en el caso de Cooproagrosur (Simití, Bolívar), dineros del Plan Colombia y de USAID llegaron directamente a los paramilitares[33]. También USAID ha financiado a un grupo significativo de parapolíticos a través de las ONGs estadounidenses International Republican Institute (Instituto Internacional Republicano, IRI) y del National Democratic Institute (Instituto Nacional Democrático, NDI)[34], demostrando que la participación de la llamada “comunidad internacional” en el conflicto colombiano asume múltiples e insospechadas facetas.

    Pero sin lugar a dudas, que el rol más nocivo de muchas ONGs ha sido de carácter político, fundamentalmente mediante la cooptación de los discursos transformadores y mediante la influencia en los programas de los movimientos sociales (con exigencias de “profesionalización”, “tecnificación”, etc.). Esto, como hemos dicho, ha hecho estragos principalmente en organizaciones indígenas, afrocolombianas, de mueres y comunitarias. Con ello, han logrado facilitar, aunque en muchos casos no haya sido esa la intención inicial, la cooptación por parte del gobierno de la que ya se habló más arriba, a la vez que ha sido un factor innegable de desmovilización popular en muchos casos, institucionalizando a los movimientos. Este impacto fue denunciado por la iniciativa más importante de derechos humanos por parte de movimientos sociales, el proyecto “Colombia Nunca Más”:

    El afán de neutralidad se ha expresado en Colombia (…) como una política de simetrías. Asume la forma de una presión social, no pocas veces extorsiva, para que los análisis académicos, las estrategias informativas y las acciones humanitarias, se enmarquen en una estricta simetría: se tiene derecho a denunciar los crímenes de una de las partes en conflicto, a condición de denunciar simétricamente los de la parte contraria (…) Para no pocos periodistas, comunicadores sociales, analistas, académicos y activistas de derechos humanos, asumir la política de las simetrías ha constituido el obligado precio a pagar para conservar su empleo, y muchas veces para conservar su vida (…)

    Este mismo proyecto del Nunca Más ha tenido que resistir muchas presiones de agencias financiadoras, que quisieron condicionar sus aportes a una opción por la política de las simetrías (…)

    La política de simetrías se erige como una barrera que impide enjuiciar el conflicto desde perspectivas no inmediatistas; desde los móviles profundos de cada uno de los actores; desde los modelos de sociedad que el conflicto pone en juego; desde las aspiraciones y pretensiones globales de cada actor; desde perspectivas que permitan evaluar el conjunto de las violencias que afectan a las capas más vulnerables de la sociedad; desde responsabilidades profundas frente al futuro (…) La política de simetrías busca inmovilizar a la sociedad, convenciéndola de que ‘todos los actores son igualmente perversos’ y de que lo mejor es marginarse, descomprometerse en toda medida, y entrar a gozar del ‘paraíso ético’ del que condena a todo el mundo menos a sí mismo (…)
    "[35]

    No es necesario insistir en lo conveniente que ha resultado para el establecimiento colombiano esta política de meter todos los violentos en el mismo saco e invisibilizar así el rol de las instituciones públicas o, en el peor de los casos, igualarlo a otras muchas formas de violencia. Del mismo modo, el diluir los discursos transformadores y en resistencia a la imposición del modelo en un coro de neutralidad también ha sido muy funcional a la política de violencia oficial, tan funcional como afirmar, contra toda evidencia, que el “conflicto armado” sería una más de las causas de la pobreza y el atraso colombiano, y no expresión de esta miseria, de la resistencia causada por la secular política de acumulación por despojo violento. Discursos todos, patrocinados con jugosos proyectos de las agencias internacionales, que han reforzado el dominio ideológico de la oligarquía más sanguinaria del continente y forzado un aparente consenso de la “sociedad civil” (de la cual están excluidos los “disidentes”) en torno al modelo.

    d. China

    También el gobierno colombiano mantiene un acuerdo de cooperación militar con China, con el cual el país asiático ha facilitado material logístico y equipos para el ejército[36]. Es imposible ignorar que esta “asistencia” se dé en un marco diferente al interés de la voraz economía china en establecer una base de operaciones más fuerte en Colombia, país rico en biodiversidad y recursos naturales estratégicos para la economía china.

    e. Latinoamérica

    Mucho menos se habla de la creciente participación de otros países como Brasil, que desde el 2011 viene desarrollando embarcaciones militares fluviales y aviones no tripulados (drones) conjuntamente[37]. Brasil y Colombia tienen acuerdos de cooperación para fortalecer la industria militar, aparte de acuerdos de colaboración en información militar y haber acordado la creación de un centro integrado para la región amazónica[38]. Un elemento clave en la estrategia militar impulsada desde el 2006, ante la incapacidad del Ejército colombiano de derrotar a los guerrilleros en el campo de batalla, ha sido fortalecer la fuerza aérea, donde han logrado los golpes más importantes a los rebeldes. Aparte de la inteligencia de EEUU e Israel, de los sistemas GPS y bombas “inteligentes” proporcionadas por la CIA y la NSA, los aviones Súper Tucanos del Brasil han jugado un papel crucial. Estos aviones fueron utilizados para bombardear, por órdenes de la CIA y con el beneplácito de Juan Manuel Santos, entonces ministro de defensa de Álvaro Uribe, territorio ecuatoriano en Marzo del 2008 para asesinar al líder guerrillero Raúl Reyes.

    La participación de Brasil en el conflicto, plantea el problema sobre qué se entiende en realidad como la “unidad latinoamericana” concepto que ya es hora que la izquierda latinoamericana lo asuma de manera un poco más crítica y con menos romanticismo trasnochado. Más aún cuando la política de buena vecindad de Santos con Venezuela y Ecuador también ha sido un factor importante en la política contrainsurgente, pues ha logrado, efectivamente, la cooperación militar de estos dos países (del llamado bloque progresista) en la estrategia contrainsurgente colombiana mediante la aplicación de la doctrina del yunque y el martillo en las fronteras, con Ecuador movilizando 10.000 soldados a la frontera, y con Venezuela colaborando en repetidas ocasiones en la entrega de supuestos insurgentes a las autoridades colombianas, en muchos casos, saltándose incluso la legalidad[39]. No es casual que Rafael Correa, presidente de Ecuador, haya dicho, ante las revelaciones del Washington Post que fueron hechas… ¡para dañar su excelente relación con Santos![40] Mejor barrer esto bajo la alfombra, hacer la vista gorda ante el intervencionismo y la complicidad de Santos en todo el embrollo ese, que todos sigamos siendo “amigos”. Reconocer esta connivencia entre los vecinos “progresistas” con el régimen colombiano resulta bastante incómodo para la mayoría de la izquierda, que con el argumento de la unidad latinoamericana pueden excusar lo inexcusable.

    Interrogantes más allá de las “operaciones quirúrgicas”

    Como hemos visto, los servicios de inteligencia de EEUU operan en Colombia de manera eficiente, extendida y su rol va mucho más allá de dar apoyo a las iniciativas del gobierno. En realidad, el gobierno colombiano carece de iniciativa y se limita a poner los combatientes para estrategias político-militares diseñadas en otras latitudes.

    Estas estrategias militares van mucho más allá de la lucha contra el movimiento guerrillero. El artículo de Priest no menciona algo que ya habían denunciado en el mismo Washington Post las periodistas Claudia Julieta Duque y Karen De Young: el financiamiento y patrocinio de la CIA al Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), oficina de inteligencia colombiana[41], verdadera policía política, dependiente del Ejecutivo, que durante el gobierno de Álvaro Uribe elaboró un programa integral de amedrentamiento, escuchas y chuzadas, seguimiento y amenazas en contra de la oposición política, defensores de derechos humanos, sindicalistas, periodistas, en fin, contra cualquiera que Uribe considerase una “amenaza”. Este plan fue llamado, a su momento, por el periodista Juan Gossaín, un acto de terrorismo de Estado, como un “crimen monstruoso”[42]. Más grave, es que la embajada de EEUU creó, al interior del DAS, un grupo de inteligencia denominado GAME, que reportaba directamente a la embajada norteamericana a cambio de un sueldo mensual, demostrándose así que EEUU tiene un control directo sobre la inteligencia colombiana[43].

    Hay varias preguntas que nos podemos hacer en base a lo que no se dice en el artículo, cosas que se insinúan pero cuyas respuestas aún no podemos conocer a cabalidad. Dada la penetración norteamericana en Colombia, en sus organismos de inteligencia, etc. el argumento de que “no lo sabíamos” o “no estábamos enterados” ya no es defendible. Una reciente editorial de La Jornada afirma que, en “un ejemplo más de la doble moral característica de Washington, Álvaro Uribe concluyó sus días al frente de la Casa de Nariño en medio de acusaciones de funcionarios y legisladores estadounidenses por los atropellos cometidos por su gobierno en el contexto de la política de un plan de contrainsurgencia del gobierno colombiano alentado por la propia Casa Blanca”[44]. Para los EEUU el discurso de derechos humanos, es sólo eso, un discurso, un envoltorio conveniente con el cual endulzar las verdaderas razones detrás de decisiones macabras, para no indigestar a la opinión pública.

    Las respuestas a estas preguntas (respuestas detalladas, precisas, no genéricas) son fundamentales para desentrañar la realidad de más de medio siglo de conflicto y guerra sucia en Colombia:

  • ¿Cuál ha sido el rol que EEUU ha tenido en el desarrollo, sostenimiento, expansión y mutación del paramilitarismo (ahora llamadas Bacrim) en Colombia? Es difícil que, con ese nivel de conocimiento de la realidad colombiana no se hayan enterado, más aún cuando el mismo artículo de Priest reconoce que la inteligencia norteamericana hacía la vista gorda ante el paramilitarismo porque sólo les interesaban las FARC-EP.

  • Si la correlación paramilitarismo/ayuda militar norteamericana descubierta por Dube y Naidu es causal, como todo parece indicar, ¿cuáles son los mecanismos exactos mediante los cuales la ayuda militar norteamericana llega al paramilitarismo (vía el Ejército) y por qué el gobierno de EEUU no ha hecho nada para frenar este flujo? ¿cómo se ha mantenido ese flujo después de la fragmentación del mando centralizado paramilitar (AUC) y su reconversión en bandas regionales?

  • ¿Qué rol real han tenido las agencias de inteligencia norteamericanas en la estrategia de aniquilar al sindicalismo? Estrategia en la cual está bien comprobada la entusiasta participación de multinacionales norteamericanas como Chiquita y en la cual participó activamente el DAS, agencia donde EEUU tenía sus garras firmemente clavadas.

  • ¿Existe una estrategia pensada por estos organismos de EEUU para acelerar el desplazamiento masivo y el despojo de tierras a fin de favorecer a sus grandes capitales que están invirtiendo en áreas como los agro-negocios y la industria minero-energética? En otras palabras, el desplazamiento masivo en Colombia, ¿responde a una estrategia diseñada desde Washington, o es solamente utilizado en su beneficio de manera oportunista?

  • ¿Existe asesoramiento norteamericano específicamente impartido para aplastar la oposición política o la protesta social por medios militares, como vimos en el paro agrario de agosto del 2013?

  • ¿Cuál es la relación entre el narcotráfico, que ha permeado el paramilitarismo y sectores del Ejército, con las agencias norteamericanas? ¿Qué interés tiene EEUU de promover la “Guerra contra las Drogas” a la vez que se ignora (o al parecer se estimula) el narco-paramilitarismo? ¿valorización del producto? ¿pantalla para actividades contrainsurgentes? ¿criminalizar la rebelión? ¿todas las anteriores?

  • ¿Cuál es el nivel real de participación directa, mediante asesores, del gobierno norteamericano en el diseño de políticas de gobierno en Colombia, más allá del conflicto? ¿quién diseñó las locomotoras, la política de la seguridad democrática y la confianza inversionista?

  • Dado el nivel de entreguismo del régimen colombiano, ¿Con quién hay que negociar la paz entonces? ¿Por qué no hay un representante del gobierno de los EEUU, si ellos son realmente los que mueven los hilos? ¿Tiene algún sentido negociar con un gobierno que no decide y peor aún, que no es siquiera determinante a la hora de definir los destinos del país? ¿Quién es la voz cantante por parte del gobierno en la mesa? ¿Quién define lo que es negociable y lo que no? ¿Quién realmente se opone al cese al fuego?

  • El Ministro Pinzón ha sido uno de los principales obstáculos en el proceso de paz, al que constantemente ha torpedeado con montajes y declaraciones irresponsables. En este ataque sistemático a las negociaciones de paz ¿De quién sigue órdenes? ¿de Uribe Vélez? ¿del Pentágono? ¿de la CIA? ¿de Santos? ¿de todos los anteriores? ¿de ninguno de los anteriores?

  • No esperamos que la perezosa prensa colombiana, cómplice de la brutalidad del régimen, examine estas preguntas o siquiera se las haga. Estas son algunas preguntas que tenemos todo el derecho a hacer después de la revelación de este artículo así como de la bochornosa competencia entre el ministro Pinzón, Pastrana, Uribe y Santos para demostrar quién es el más arrodillado. La respuesta a estas preguntas debería ser una tarea de los investigadores comprometidos y de los medios populares, que operan, como bien se sabe, en muy adversas circunstancias.

    ¿Quién paga el precio del entreguismo de la oligarquía?

    Nada en la vida es gratis. En una permanente crisis hegemónica, carente de legitimidad, acosada por el malestar y la subversión interna, la oligarquía colombiana debe constantemente negociar su poder con la comunidad internacional que le arroja chalecos salvavidas bajo la forma de la cooperación internacional y asistencia militar en la sacrosanta lucha contra el “terrorismo y las drogas”. Como contrapartida, entregan la soberanía del país (cada vez más ajeno para los colombianos), confundiendo, como Rangel, “soberanía” con el dominio absoluto de una élite raquítica. Entregan los recursos, los servicios, la mano de obra barata, el turismo sexual a granel, venden barato al país a cambio del apoyo necesario para mantenerse formalmente en el poder. Saben que su única garantía para estar la cabeza de una de las últimas republiquetas oligárquicas del hemisferio occidental, aunque ésta sea manejada a control remoto desde el “frío país del norte”. Las diferentes iniciativas legales del gobierno para promover la extranjerización de tierras y su negativa a poner límites al acaparamiento de tierras por parte de extranjeros en las negociaciones de La Habana, las “Locomotoras para el Desarrollo”, todo esto debe ser leído en clave de este intercambio abusivo en el cual Colombia, su territorio y su pueblo, son moneda de cambio.

    El precio de lanzar el chaleco salvavidas de esta oligarquía parásita y criminal ha sido cobrado con creces mediante la inversión en el negocio de la guerra y mediante diversos Tratados de Libre Comercio impuestos al pueblo colombiano. Ahí tanto la Unión Europea, como los EEUU e Israel han sido beneficiarios principales. Las crecientes movilizaciones en contra de este aperturismo económico irresponsable (contracara del despojo violento), catapultadas por las protestas campesinas durante el 2013, demuestran que el pueblo despierta ante esta tiranía neoliberal impuesta, literalmente, a sangre y fuego. Que esta guerra no es sólo contra el movimiento guerrillero sino que contra el conjunto del pueblo, es algo que se debe entender para poder superar falsas dicotomías y avanzar hacia un acuerdo mínimo para transformar estructuralmente el país, acabando así con esta situación de dependencia y arrodillamiento. El proceso de paz actualmente en curso, ha creado un importante espacio, de muchos que deben surgir, para elaborar esa visión de país alternativo. Se requiere de una amplia movilización para rodearla, para extenderla, para profundizar su contenido y sus alcances, acorde a la gravedad del cáncer que corroe a la Republica de Colombia.

    José Antonio Gutiérrez D.
    2 de Enero, 2013


    [1] Semana, 10 de Agosto de 1998. Citado en José Manuel Martín Medem, “Colombia Feroz”, página de inicio.
    [2] http://www.washingtonpost.com/sf/investigative/2013/12/...mbia/ Una versión en castellano de este artículo está disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178552&titular=d...ncia-
    [3] Marco Palacios, “Violencia Pública en Colombia, 1958-2010”, Fondo de Cultura Económica (Bogotá), 2012, pp.35-36.
    [4] http://www.semana.com/opinion/articulo/viva-plan-colomb...264-3
    [5] Para tal efecto puede revisarse el citado libro de Martín Medem, primer capítulo. Sobre el rol de EEUU en la primera ola de Violencia, en el contexto de la Guerra Fría, puede también consultarse Gonzalo Sánchez, “Grandes Potencias, el 9 de Abril y la Violencia”, Planeta (Bogotá), 2000.
    [6] Citado en “Colombia Nunca Más –Crímenes de Lesa Humanidad, Zona 14ª 1966… Tomo I” (Bogotá), 2000, p.16.
    [7] “Bases, Bullets and Ballots: The Effect of US Military Aid on Political Conflict in Colombia”, Center for Global Development (Washington), 2010.
    [8] Existen numerosas versiones de estos eventos, desde todas las vertientes ideológicas pero prácticamente ninguna justifica estos operativos y la han reconocido como una decisión desastrosa e indefendible, estimulada por el fanatismo de la Guerra Fría. La versión oficial de las FARC-EP sobre este fatídico evento quedó plasmada en el documento de Jacobo Arenas “Diario de la Resistencia de Marquetalia”, publicado originalmente en Checoslovaquia en 1968. De él existen numerosas re-ediciones.
    [9] Se puede consultar para mayor información de la influencia de la Doctrina de Seguridad Nacional y la injerencia norteamericana en las raíces del actual conflicto los trabajos de Francisco Leal Buitrago “La Seguridad Nacional a la Deriva: del Frente Nacional a la Posguerra Fría” (2002), “La Inseguridad de la Seguridad: Colombia 1958-2005” (2006) y el artículo publicado en la Revista de Estudios Sociales No.15 (2003) “La Doctrina de la Seguridad Nacional: Materialización de la Guerra Fría en América del Sur”.
    [10] Marco Palacios, op.cit., p.27.
    [11] http://www.semana.com/especiales/articulo/los-perros-de...302-3
    [12] “Colombia Nunca Más”, pp.35-36
    [13] http://www.semana.com/nacion/articulo/israel-estudiara-...547-3 http://www.ynetnews.com/Ext/Comp/ArticleLayout/CdaArtic....html
    [14] http://www.semana.com/nacion/articulo/wikileaks-el-pape...054-3 http://www.ynetnews.com/Ext/Comp/ArticleLayout/CdaArtic....html
    [15] http://www.elespectador.com/video-207170-santos-orgullo...srael
    [16] http://www.theguardian.com/world/2003/jul/09/colombia.d...ister
    [17] http://www.theguardian.com/world/2009/apr/29/colombia-u...y-aid http://colombiareports.co/british-mps-call-on-complete-...mbia/
    [18] http://www.caat.org.uk/resources/export-licences/licenc...ombia
    [19] http://periodismohumano.com/economia/espana-aumenta-la-....html
    [20] http://www.eldiario.es/internacional/dictaduras-Espana-....html
    [21] http://www.oxfamintermon.org/sites/default/files/articu...l.pdf
    [22] Dirección de Cooperación Internacional de la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional, Noviembre 2007.
    [23] Sobre los “Laboratorios de Paz”, puede consultarse el entusiasta trabajo “¿Qué significan los laboratorios de paz para la Unión europea?” de Dorly Castañeda, en Colombia Internacional 69, Enero-Junio 2009, Universidad de los Andes (Bogotá), pp.162-179. También puede revisarse http://blog.cerac.org.co/la-paz-de-los-pequenos-nadas-u...ombia . Una visión un poco más crítica, en la cual se muestra a los laboratorios como una buena idea con una implementación problemática, puede encontrarse en http://www.academia.edu/2571195/_Laboratorios_de_Paz_en...ombia . Una apreciación crítica de esta política europea, supuestamente, de construcción de paz, puede encontrarse en los siguientes documentos: http://observatoriosocial.udenar.edu.co/wp-content/uplo...s.pdf http://www.tni.org/sites/www.tni.org/archives/policybri...s.pdf http://www.comunidadandina.org/BDA/docs/CAN-INT-0052.pdf
    [24] Castañeda, op.cit., p.179.
    [25] Desde el comienzo de este programa el interés de la UE por facilitar condiciones de estabilidad para sus inversiones directas fue claramente establecido, ver http://observatoriosocial.udenar.edu.co/wp-content/uplo...s.pdf
    [26] Ver, por ejemplo, documento del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) “Importancia Estratégica del Programa Nuevos Territorios de Paz en Colombia Desarrollado con la Cooperación Financiera No Reembolsable de la Unión Europea”, Octubre del 2012, https://www.dnp.gov.co/LinkClick.aspx?fileticket=Kj7y1n...=1475
    [27] Sin lugar a dudas que el concepto de ONGs abarca a un amplio espectro de organizaciones con diferencias importantes en términos de su discurso, metodologías de incidencia, filosofías, objetivos, etc. Sin embargo, existe una creciente homogenización de ellas mediante el estímulo financiero a aquellas que “se portan bien”, y mediante el desfinanciamiento a aquellas que no.
    [28] http://observatoriosocial.udenar.edu.co/wp-content/uplo...s.pdf
    [29] http://www.tni.org/sites/www.tni.org/archives/policybri...s.pdf
    [30] Ver dos artículos previos escritos para este efecto http://www.anarkismo.net/article/19933 y http://www.anarkismo.net/article/17505
    [31] http://www.tni.org/sites/www.tni.org/files/download/bri...8.pdf
    [32] Para el caso del Catatumbo, un ejemplo de muchos, hay testimonio en la siguiente crónica de Molano Bravo http://www.elespectador.com/impreso/judicial/articulo-3...tumbo
    [33] http://www.verdadabierta.com/las-victimas/1963-platas-d...paras http://lasillavacia.com/historia/2182
    [34] http://lasillavacia.com/historia/estados-unidos-financi...27629
    [35] “Colombia Nunca Más”, pp.101-102 (énfasis en el original).
    [36] http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-...fensa y http://www.ingenierosmilitares.mil.co/?idcategoria=350557
    [37] http://m.semana.com/nacion/articulo/crece-industria-militar-colombiana-drones-barcos-fluviales-propios/267233-3 https://www.indumil.gov.co/noticia/noticia/143-colombia...fensa
    [38] http://www.telesurtv.net/articulos/2012/05/02/colombia-...icana http://www.elmundo.com/movil/noticia_detalle.php?idx=19...7016&
    [39] http://anarkismo.wsm.ie/article/19852
    [40] http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/E/ecuador...a.asp
    [41] Debido a los escándalos de esta agencia, el DAS fue disuelto por orden del presidente Santos en el 2011, dándose creación a la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) que es lo mismo pero con otro nombre.
    [42] http://prensarural.org/spip/spip.php?article3884 Para un análisis y transcripción de la editorial de Gossaín, ver http://www.anarkismo.net/article/16405
    [43] http://www.washingtonpost.com/national/national-securit....html (traducción al castellano http://lasillavacia.com/historia/este-es-el-articulo-de...26983) http://lasillavacia.com/historia/el-detras-de-camaras-d...ga-27
    [44] http://www.jornada.unam.mx/2013/12/23/opinion/002a1edi

    author by Pablo Catatumbo - FARC-EPpublication date Sun Jan 12, 2014 16:56author address author phone Report this post to the editors

    En las últimas semanas la opinión pública ha conocido importantes revelaciones de medios internacionales sobre la injerencia directa de la comunidad de inteligencia del gobierno de los Estados Unidos en nuestros asuntos internos, con gravísimas repercusiones dentro del marco de las relaciones del gobierno colombiano con países vecinos, así como en el desarrollo del conflicto social y armado que vive Colombia.

    Confirman estos documentos la gran cantidad de pronunciamientos de las FARC-EP respecto a la transnacionalización del conflicto colombiano y la creciente dependencia y servilismo de las fuerzas armadas del Estado colombiano al aparato militar estadounidense.

    Cuando señalamos y denunciamos este hecho hace ya unos cuantos años, fuimos tachados de fantasiosos, de exagerados y hasta de dinosaurios: el discurso antiimperialista - recalcaban algunos - es algo caduco y sin asidero en el mundo actual.

    Pero ahora la cruda realidad nos ratifica y vuelve a poner las cosas en su medida objetiva: el aparato militar colombiano no es más que un engranaje dentro de la maquinaria de guerra de los EE.UU, demostrándose que la insurgencia colombiana no combate simplemente a un enemigo local, sino al imperialismo más poderoso que haya existido sobre la faz de la tierra.

    En este sentido es justo y necesario resaltar un elemento central de las revelaciones en mención. La forma cómo se implementó la tecnología que permite la realización de bombardeos aéreos georeferenciados a campamentos de las FARC-EP, utilizando tecnología de última generación, contra guerrilleros sin ninguna posibilidad de respuesta o de defensa.

    Se hace mención al papel rector de la embajada estadounidense en Bogotá dentro de todo este proceso, así como la compleja actividad de la comunidad de inteligencia del mismo país dentro del territorio colombiano.

    Pero lo más indignante de las revelaciones es que una vez implementada la tecnología de la que hablamos, la CIA se atribuyó el monopolio del conocimiento de los mecanismos de encriptación de las bombas, y el gobierno colombiano, sumiso, aceptó, ocultando esa decisión al pueblo colombiano. En lenguaje sencillo, esto quiere decir que los bombardeos solo podían realizarse si había expresa autorización de la Agencia Central de Inteligencia, CIA.

    Lo denunciado por el Washington Post, da cuenta del fehaciente carácter dependiente de un ejército mercenario que, cada vez más, pierde su carácter nacional y asume un papel de lacayo y de peón de ajedrez en el marco del plan de dominación del Imperio.

    Entregar el mando de las operaciones militares a un ejército extranjero y ocultárselo al país durante años, es un delito de Lesa Patria, es una infamia que mancilla nuestra soberanía e independencia y constituye delito de traición a la patria.

    Ni siquiera Chiang Kai- shek, un presidente títere de la llamada China nacionalista, aceptó la entrega del monopolio de la dirección de sus tropas en plena guerra contra el Japón, cuando en el verano de 1944 el presidente de los E.U. Franklin Delano Roosevelt le solicitó el traspaso del mando de sus tropas al general Stilwell, con el argumento de que los Estados Unidos estaban abasteciéndolos. La respuesta de Chiang Kai-Shek fue la expulsión y la solicitud de retorno a Washington del general Stilwell.

    Bajo esa directa injerencia extranjera, murieron heroicamente nuestros camaradas Raúl Reyes, Jorge Briceño, Martín Caballero, Acacio Medina y decenas de otros guerrilleros mártires de la lucha antiimperialista.
    Ninguna de estas victorias militares del enemigo son victorias del ejército colombiano. Son mérito del andamiaje militar del imperialismo estadounidense, que es el enemigo que combatimos esforzadamente todos los días.

    Falazmente, el régimen ha construido una matriz mediática basada en una espectacularidad, que en nada se corresponde con el derecho de gentes, y en una falsa gloria que ni es propia, ni es muestra de audacia, mucho menos de capacidad militar.

    Todo esto se ha hecho público en momentos en que las FARC EP desarrollamos conversaciones de paz con el gobierno de Colombia. Que aún así, mantengamos en alto nuestro compromiso con la paz y la búsqueda de una salida política civilizada al conflicto, es señal de nuestra sinceridad y altura como revolucionarios.

    Paralelo a esto, casi desde el inicio mismo de los diálogos, y haciendo uso de “malwares” de última generación, (programas de intoxicación informática e introducción de virus), se iniciaron operaciones encubiertas buscando infectar las computadores de contactos electrónicos de las FARC-EP, para llevar a cabo operaciones de control e identificación, al tiempo que se adelantaban intensivas operaciones de desinformación y de desprestigio en contra de integrantes de nuestra Delegación en la Habana, utilizando correos masivos, cuentas falsas en las redes sociales y la resonancia cómplice de algunos medios de comunicación.

    De la misma manera, se han repetido sucesivos ataques contra los servidores de las páginas web farianas, tanto de la página oficial de la Delegación como contra la de la Delegación de Paz. La cuenta oficial de la Delegación de las FARC en Facebook ha tenido que ser cambiada en varias ocasiones pues el sabotaje impide su correcto funcionamiento.

    A lo anterior, hay que sumarle numerosas acciones de abierto boicot al proceso de paz. La revelación que hiciera el Coronel Orozco, del Ejército, a Álvaro Uribe, de las coordenadas de extracción de los comandantes Sergio Ibañez y Laura Villa, es una de ellas.

    Igualmente ha ocurrido con varias tergiversaciones a algunos comunicados y algunas entrevistas dadas por los integrantes de nuestra Delegación de Paz a las que se suman sucesivas campañas “anónimas” que logran amplia repercusión en los medios, retomando temas trillados, como la presunta vida burguesa de la Delegación de Paz en La Habana, la campaña de desprestigio contra Santrich y Alexandra Nariño, la foto de Iván en una moto Harley Davinson como si eso fuera un delito, las fotos del Catamarán, o de Ricardo Téllez en la Habana, supuestos escándalos sexuales por parte de integrantes de esta delegación, o su vinculación con la minería ilegal sin fundamento alguno y el fraudulento link de la revista Semana presentando a Laura Villa como ex guerrillera.

    Cabe preguntarse: ¿Quién puede estar detrás de todo esto?

    La más reciente de ellas, da luz sobre el origen de estas campañas de sabotaje contra la paz que ansía nuestro pueblo. Nos referimos a la campaña iniciada desde la red de emisoras del Ejército Nacional, tergiversando las declaraciones del comandante Pablo Catatumbo, integrante del Secretariado de las FARC-EP, en una entrevista con la periodista Natalia Orozco.

    Desde las emisoras del Ejército y la página web de la Tercera División se falsea el contenido de sus declaraciones y se le presenta como si se tratara de un ex guerrillero desmovilizado que disfruta de privilegios desde La Habana, Cuba. Se trata pues, de la corroboración del papel del Ministerio de Defensa detrás de toda este andamiaje mediático. Lo que nos lleva a la siguiente reflexión:

    ¿Está el Ministerio de Defensa por fuera del engranaje del gobierno Santos, cuya bandera de campaña es que la paz dialogada es posible? ¿Es el Ministro de guerra Pinzón y los suyos un islote reaccionario?

    O, por el contrario, la apuesta del régimen sigue siendo la de seguir recurriendo a esa política de doble carril de la zanahoria y el garrote, la de ofrecer el diálogo, pero a la vez hacerlo inviable, manteniendo al mismo tiempo el incremento del gasto militar y el acrecentamiento ilimitado de su máquina de guerra, so pena de que se firme un acuerdo de paz sin contenidos.

    La experiencia de cuatro procesos anteriores en la búsqueda de una salida política al largo conflicto con las FARC-EP demuestra que esa estrategia no funciona.

    Eso solo puede conducir a aumentar la desconfianza entre las partes y a alejar las posibilidades de alcanzar pronto un acuerdo en consenso, que signifique para Colombia la firma de un verdadero tratado de paz en dirección a poner fin al largo conflicto armado, que enrumbe al país por los caminos de una Paz estable y duradera.

    author by Secretariado del Estado Mayor - FARC-EPpublication date Sun Jan 12, 2014 16:57author address author phone Report this post to the editors

    El día 21 de diciembre de 2013 el diario Washington Post publicó un informe [1] acerca de la más reciente acción encubierta de la CIA, la NSA y el Pentágono, es decir, de los Estados Unidos de América, en el conflicto armado interno colombiano, la cual envuelve decisiones y autorizaciones de por lo menos los tres últimos gobiernos de ese país.

    Interesante revelación, que pone de presente ante los ojos de muchos incrédulos, cómo los intereses representados por los gobiernos de Estados Unidos son uno de los principales detonantes y animadores de la larga guerra que soportamos los colombianos. Estudios más ambiciosos podrían fácilmente comprobar que lo mismo ha ocurrido desde los tiempos de la Operación Marquetalia, en 1964, algo que se reconoce públicamente en Colombia, pero que a la hora de examinar la naturaleza del conflicto se evade con irresponsabilidad asombrosa.

    Según el informe, el programa de acción encubierta ha ayudado al Ejército colombiano a matar al menos a dos docenas de líderes rebeldes, de acuerdo con entrevistas realizadas a más de 30 funcionarios retirados y en ejercicio de Estados Unidos y de Colombia, al tiempo que ha envuelto operaciones de espionaje electrónico y escuchas por parte de la Agencia Nacional de Seguridad, operaciones todas financiadas con un presupuesto secreto de miles de millones de dólares, distintos a los nueve mil millones de ayuda contemplados en el Plan Colombia.

    Mientras el Presidente Santos, de acuerdo con el mismo informe, trató de restar importancia al tema al ser entrevistado al respecto por el diario norteamericano, su ministro Pinzón no tuvo el menor reparo en salir a los medios a reconocerlo y endulzarlo como parte de los tradicionales acuerdos militares entre los dos países. Está claro que ninguno de los dos siente el menor aprecio por la soberanía colombiana, puesto que sobre su ánimo pesan más las imposiciones gringas en materia de drogas y terrorismo que cualquier consideración de tipo nacional. De los generales y almirantes colombianos ni hablar, sus rodillas están encallecidas por causa de tan prolongado arrodillamiento.

    No es que no se supiera o no se tuviera idea de ello, pero algo queda más claro con el informe del periódico estadounidense. Por ejemplo, que tiene toda razón el columnista Oscar Collazos cuando sugiere que la mayor contradicción que anima el debate entre los últimos presidentes colombianos, estriba en demostrar cuál de ellos se ha encargado de matar a un número más alto de sus compatriotas. Debate que además es reproducido con evidente interés por los medios colombianos, siempre tan proclives a publicitar y engrandecer lo que tan nefandos personajes llaman crímenes de las guerrillas. O que se pueda ahora parodiar a la senadora Piedad Córdoba cuando afirmó que Colombia era una inmensa fosa común, diciendo que con el consentimiento de los últimos gobiernos,Colombia es víctima de la más descarada e impune de las chuzadas por cuenta de los servicios de inteligencia de una potencia extranjera.

    Del mismo modo, el citado informe incluye revelaciones que producen escalofríos. Al reseñar que según el Presidente Santos “parte de la experiencia y de la eficiencia de nuestras operaciones y nuestras operaciones especiales han sido el producto de un mejor entrenamiento y conocimiento que hemos adquirido de muchos países, entre ellos los Estados Unidos”, avala lo que el informe precisa en torno al traslado de la experiencia norteamericana en Afganistán y el combate a Al Qaeda al conflicto colombiano, es decir los procedimientos de inteligencia que incluyen los sobornos, las capturas ilegales, los desaparecimientos, las torturas y las presiones ilegales contra personas de quienes se espera conseguir información.

    De donde se desprende que la actual degradación de los métodos empleados por las fuerzas militares, policiales y de seguridad colombianas tienen origen en la instrucción y asesoría brindada por los norteamericanos. El gobierno de Juan Manuel Santos es conocedor de los secuestros, chantajes, amenazas de muerte y atentados empleados por la inteligencia colombiana en su afán por conseguir, mediante las familias de los mandos y combatientes guerrilleros, la ubicación de estos con el objetivo de asesinarlos, métodos de los que no se han escapado ni siquiera los familiares de los integrantes por parte de las FARC-EP en la Mesa de La Habana.Como conoce bien, por sus tiempos como ministro de defensa de Álvaro Uribe, la verdadera trama de la inteligencia militar que condujo al espantoso asesinato y mutilación del camarada Iván Ríos.

    Tampoco pueden escapar al análisis del informe, las interpretaciones unilaterales e interesadas de las leyes internacionales por parte de los sucesivos gobiernos estadounidenses, actitud ante la cual la dirigencia colombiana se inclina de manera sumisa. Bastó con que el señor Reagan autorizara las intervenciones militares de su país en cualquier nación bajo la excusa del combate al narcotráfico, o que el señor Clinton las autorizara para garantizar a su país control de los recursos estratégicos ubicados en cualquier lugar del mundo, o que el señor Bush obrara de igual manera con el pretexto de prevenir lo que su gobierno calificara de amenaza terrorista, para que las nociones de independencia, soberanía y auto determinación delos pueblos pasaran al museo de la historia, al lado de los cadáveres de los derechos fundamentales de la persona humana.

    Sólo tan descarado reinado de la arbitrariedad nacida de la fuerza bruta permite explicar, como lo corrobora el informe, la agresión de las fuerzas militares colombianas contra la soberanía del Ecuador el 1 de marzo de 2008, así como los sucesivos asesinatos a traiciónde comandantes guerrilleros colombianos por fuera del combate, mediante el empleo de las cínicamente llamadas bombas inteligentes o el accionar de las fuerzas especiales. El informe revela los esfuerzos de la CIA y el Pentágono por obtener las repudiables y solitarias interpretaciones jurídicas mediante las cuales se perpetran todos estos crímenes, al tiempo que deja al descubierto la perversidad de las academias norteamericanas de leyes en que se cuecen todas esas novísimas teorías legales, que se encargan de legitimar el terror como método respetable de actuación política.

    Es seguro que estudiosos más sesudos podrán extraer muchas más implicaciones del mencionado informe, pero además de lo dicho cabe preguntarse a estas alturas, cuando se aproxima en La Habana la discusión sobre el tema de los cultivos de uso ilícito, cuál es el verdadero papel que esta oligarquía vendepatria concede en realidad a la Mesa de Diálogos y el Proceso de Paz con las FARC-EP, o a una eventual Mesa con el ELN, cuando está expuesta ante la opinión nacional e internacional la suma de intereses que impulsan la profundización del conflicto armado en nuestro país. Cuántas dudas deja sembradas el informe comentado sobre la voluntad de paz del Estado colombiano y su amo imperial. Lo cual nos reafirma en la idea de que una verdadera paz en nuestro país sólo puede ser conseguida con la participación masiva y decidida de los millones de colombianos víctimas de este régimen, que acaban de sufrir una burla más con el ridículo aumento del salario mínimo legal, mientras crece geométricamente el presupuesto militar para aplastar su inconformidad.

    SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL DE LAS FARC-EP

    Montañas de Colombia, enero de 2014, año del 50 aniversario de nuestro alzamiento.

    author by Alberto Pinzón Sánchezpublication date Thu Feb 06, 2014 19:22author address author phone Report this post to the editors

    Hitler era el Führer (caudillo) del tercer Reich Alemán, pero el verdadero poder Nazi estaba concentrado en Heinrich Himmler, el todopoderoso “Reichführer” de la Omnipotente S.S (Schütz Staffel o escuadras de protección) encargada de manejar el servicio de seguridad del Estado y de la Policía secreta o Gestapo. Al finalizar la segunda guerra mundial, este organismo fue físicamente destruido, pero no así su modelo teórico que, vino a enriquecer la teoría Imperialista de los servicios de inteligencia, con los capos nazis capturados y sobrevivientes rápidamente extraditados a los EEUU e Inglaterra.

    En Colombia, las dictaduras civiles de los falangistas conservadores Ospina Pérez y Laureano Gómez (entre 1946-1953) crean una caricatura de la Gestapo nazi ampliamente conocido por sus torturas, asesinatos y desapariciones dentro del pueblo gaitanista colombiano, como SIC (Servicio de Inteligencia Colombiano) el que posteriormente, en octubre de 1953, es decir durante la dictadura militar de Rojas Pinilla y con la asesoría de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense, se oficializaría con en el nombre de “Departamento Administrativo del Servicio de Inteligencia Colombiano, ente especializado para los asuntos de seguridad interior y exterior de la Nación” .

    A partir de 1960, durante la gestión de Alberto Lleras Camargo, y al influjo de la misión militar estadounidense del general Yaranborough, este organismo se reorganiza para llamarse simplemente Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) hasta cuando es plenamente capturado por la mafia Narco Paramilitar en el gobierno de Uribe Vélez, con Noguera Cotes, Narváez, Peñate, Maria del Pilar Hurtado ect , y en el 2009 nuevamente se le cambia únicamente de nombre y se convierte en Dirección Nacional de Inteligencia (DNI)

    Pero también, a raíz de la misión militar del general Yaranborough, en febrero de 1962, es enviado por la cúpula militar imperante en aquel entonces a Fort Halabird (EE.UU) al teniente coronel Ricardo Charry Solano, quien a su regreso un año después, organiza el tenebroso BINCI (batallón de inteligencia y contrainteligencia Charry Solano)

    Legalizado en 1964 por el Comando General del Ejército mediante disposición No. 020 del 02 de Noviembre de 1964, hasta la actualidad, en donde al picar en este enlace aparece la línea de mando así : http://www.esici.edu.co/?idcategoria=217160

    ¿Cuál es la sorpresa? Allí aparecen seis fotografías una el presidente de Colombia Juan Manuel Santos. 2- El ministro de defensa Juan Carlos Pinzón. 3 El comandante general de las FF MM general Leonardo Alfonso Barrero Gordillo 4 El comandante del ejercito General Juan Pablo Rodríguez Barragán 5 El Director de “Jefatura de Educación y Doctrina” (anticomunista) brigadier general Jorge E. Suarez Ortiz. Y 6 El Director del Centro brigadier general Luis Fernando Navarro.

    El 05 de febrero 2014, después de las denuncias de la revista semana sobre el espionaje a los delegados del gobierno en las conversaciones de paz de la Habana y a otras instituciones oficiales, Santos y su ministro Pinzón anuncian a todo bombo el cambio cosmético del jefe de inteligencia del Ejército brigadier general Mauricio Ricardo Zúñiga, y al director de la Central de Inteligencia Técnica de esa misma institución brigadier general Jorge Zuluaga. Pero dejando intacta la línea de mando “operativa y tropera” del Charry Solano, arriba descrita. ¿Por qué?

    Una institución tan centralizada y rígida como la Inteligencia militar bajo ningún aspecto puede ser catalogada de “rueda suelta” como lo están escribiendo y diciendo los periodistas del régimen. El cuchitril del barrio Galerías, camuflado como un almorzadero barato donde vendían frijoles con garra y bandeja paisa, precisamente para despistar mejor y poder cumplir su execrable misión, no estaba recolectando información (base de cualquier inteligencia actual) para venderla a cualquiera. Eso es falso. Este grupo de guerra psicológica muy bien compartimentado y organizado, recibía órdenes superiores y suministraba información procesada a sus superiores:

    Ahora bien, que no llegara hasta el presidente Santos y se quedara en manos del Minguerra Pinzón y de la embajada más grande del mundo en Bogotá, la que ha suministrado todos esos equipos y donde funciona otra “oficinita” semejante pero más poderosa de la CIA; es otra cosa y puede también significar otras cosas :

    1- Que quien gobierna a Colombia no es Juan Manuel Santos

    2- Que un Poder infinitamente superior y con sede en Washington no confía en él y debe espiarlo como han hecho con los presidentes de Francia, Alemania ect y otros líderes mundiales.

    3- Que al gobierno de los EEUU no le interesan sobremanera los temas sobre tierras y garantías políticas que se pactaron en la Habana entre Las Farc y el gobierno Colombiano de Santos; sino que solamente le interesa el tercer tema (Narcotráfico). Por eso al igual que hizo con Samper cuando el proceso ocho mil, van a aprovechar la debilidad electoral de Santos para apretar la soga hasta tenerlo cianótico pero sin ahorcarlo del todo. ¡Igualitico!, y esto explica las “filtraciones estratégicas y las fotos” sobre el proceso de la Habana a Uribe Vélez. La salida del conservatismo de la Unidad Nacional con su ruptura. Y, la arremetida asesina del narco- paramilitarismo oficial contra la Marcha Patriótica, la UP, y la Izquierda en General que se está viviendo.

    4- Que de firmarse un pacto de paz en la Habana para finalizar el conflicto, el gobierno colombiano actual no será capaz de garantizar el “post-conflicto” que ofrece. Porque el Terrorismo de Estado sigue campante e impune, operando ante los ojos (agrandados) del propio Santos.

    5- Que todo el escándalo suscitado por este episodio del espionaje a sus propios miembros de gobierno, al igual que los demás episodios abominables (ilegales e ilegítimos) donde se han visto involucrados los dos sistemas de “Inteligencia Nacional, la del DAS y la del Charry Solano, NO pasará de unas “investigación exhaustiva” y posiblemente (como es usual) el cambio cosmético de nombre de algún organismo comprometido. Eso de las “Fuerzas oscuras” (que ya están claras pero impunes) y de “llegar hasta las últimas consecuencias” e “imponer el imperio de la ley” no es más que demagogia electoral reeleccionista, que torna aún más azarosa e incierta la capacidad del Gobierno de sacar adelante y con éxito el proceso de paz de la Habana.

    Es por eso que nos reafirmamos en nuestra concepción de que es el Pueblo movilizado y consciente quien tiene la llave de la paz en Colombia, lo demás es creer en la bondad y la “vocación democrática” de la CIA.

    author by Delegación de Paz de las FARC-EPpublication date Tue Mar 11, 2014 00:14author address author phone Report this post to the editors

    El siniestro rostro de la Alianza geopolítica entre Washington y Bogotá se volvió a mostrar tras la difusión de la agenda del ministro de guerra, Juan Carlos Pinzón, con motivo de su participación en el “Diálogo de Alto Nivel en seguridad” con la CIA y el Departamento de Estado.

    Varios asuntos llaman la atención y generan más duda y desconfianza en que el gobierno colombiano esté pensando sinceramente en la paz interna y en las buenas relaciones con sus vecinos.

    Mientras se habla de posconflicto, aparte de mantener las altas cifras del gasto militar, se pide más apoyo para incrementar la guerra, concretamente buscando nuevos subsidios para el denominado Plan Espada de Honor 2 que ilusamente apunta al aniquilamiento de Bloques guerrilleros de las FARC.

    Está claro que el gobierno maneja un doble discurso, con dos agendas diferentes para la conducción de los destinos del país. Aparte de la Agenda de paz de La Habana, la agenda de guerra se sigue urdiendo en conciliábulos oscuros con el gobierno de los Estados Unidos.

    Quizá atendiendo las críticas al prohibicionismo, al tratamiento punitivo y militar que muchos sectores académicos y científicos han hecho desde diversas partes del mundo para llegar a la conclusión de que la guerra antidrogas ha fracasado, el Presidente Santos ha hablado sobre la necesidad de reformular tal política, que en nuestro país ha causado profundización del conflicto, desplazamientos forzados y deterioro ambiental entre otros males.

    Sin embargo, y en contravía de todo lo que al respecto se debate hoy en La Habana, en la agenda extraviada de Pinzón aparece como punto de primer orden, el componente de lucha contra el narcotráfico dentro del esquema de las campañas militares contrainsurgentes, incluido el intervencionismo de Washington.

    Siendo conocido que Estados Unidos se abstiene de participar en las fumigaciones aéreas si los países con presencia de cultivos de uso ilícito no lo piden, en el colmo de la sumisión el gobierno de Colombia le suplica que se continúe con las aspersiones del agente naranja de la corporación Monsanto en nuestros campos.

    ¿Será que definitivamente piensan hacer caso omiso al rechazo que los pobladores rurales con sus pliegos y marchas multitudinarias han hecho contra estas prácticas criminales de fumigación? Tal como lo hizo con pobladores ecuatorianos afectados por las aspersiones en la frontera, en vez de seguir envenenando los campos de Colombia, el gobierno Santos debe indemnizar también a los campesinos afectados en nuestro país.

    En la agenda de guerra de Pinzón, vuelve a asomar sus orejas la unilateralidad en el tratamiento de temas que son de discusión en la Mesa de La Habana. Aspectos de la justicia transicional, que tratan del favorecimiento a militares involucrados en crímenes de lesa humanidad y alusiones al futuro de la insurgencia, se tramitan en la paralela mesa imperial, que al fin de cuentas parece ser la que traza las políticas y decisiones de nuestra contraparte.

    Si hay tanto interés del gobierno de Bogotá en la bendición de los Estados Unidos, las FARC-EP insisten en que se viabilice la participación de un representante del gobierno de este país en el proceso de conversaciones.

    En el tratamiento de la paz, el gobierno y su ministerio de guerra, deben abandonar la ambigüedad, pero además deben dejar atrás la hipocresía de la diplomacia del buen vecino y actuar con transparencia, pues no es correcto que se siga maquinando, ya no solo desde Bogotá, sino también desde Washington contra un país que como Venezuela, ha acompañado con empeño y desinteresadamente el proceso paz, poniendo todo de su parte para que se logre la reconciliación de los colombianos.

    ¿Cómo puede entenderse que mientras la cancillería hace reuniones de cooperación con autoridades venezolanas, de manera oculta se pida a Washington apoyo para aumentar la capacidad de acción de las fuerzas militares con la descabellada tesis de que podría presentarse en el futuro un escenario de confrontación con Venezuela o Nicaragua?

    Ojalá que la gestión de reuniones de coordinación de ministros de defensa de la Alianza Pacífico, EEUU y Canadá, impulsada por Colombia, no termine convirtiéndose en una suerte de estrategia neocolonial que afecte la paz del vecindario, por la que recientemente abogó la CELAC.

     
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