user preferences

[Colombia] ¿Es posible graffitear custodiado por la policía?

category venezuela / colombia | cultura | opinión / análisis author Thursday November 07, 2013 23:00author by CILEP - Perspectiva Libertaria Express Report this post to the editors

Como ya es de todos y todas conocido, hace días Justin Bieber estuvo pintando en un muro de la calle 26 en Bogotá, custodiado por sus escoltas y por un nutrido grupo de policías.
justinbieberstreetart.jpg


¿Es posible graffitear custodiado por la policía?

Como ya es de todos y todas conocido, hace días Justin Bieber estuvo pintando en un muro de la calle 26 en Bogotá, custodiado por sus escoltas y por un nutrido grupo de policías. Como era de esperarse, al día siguiente se armó un escándalo en el que, más que la “irreverencia” del muchacho canadiense, se cuestionó el hecho de que la policía permitiera esa contravención. El General Palomino, director de la Policía, declaró que el graffiti era una forma legítima de expresión y que teníamos que evolucionar de una vez por todas, o algo así. El alcalde, Gustavo Petro, también dijo que la policía cumplió con su deber. La prensa, de prácticamente todas las orillas ideológicas, puso el grito en el cielo.

Hay muchas cosas para decir sobre este suceso. Por ejemplo, podríamos empezar por afirmar que la justicia es pa` los de ruana, que la fuerza pública está al servicio del mejor postor, y quizás terminar preguntándonos por qué los y las colombianas somos tan hospitalarios con los extranjeros, ¿expresiones de nuestro complejo de inferioridad y rezagos del colonialismo?. Podríamos, así mismo, cuestionar el escándalo en sí mismo, como una forma más de publicidad del joven canadiense que todos los días, desde hace por lo menos cuatro o cinco años, ha salido en la prensa, incluso la prensa nacional donde a priori debería importar poco lo que haga o deje de hacer el muchacho.

Sin embargo, hay algo que realmente indigna de la forma como se ha registrado este hecho. El primero de noviembre, un editorial de El Espectador, esgrimió algunas de las razones antes mencionadas (goo.gl/uQHWsh). Entre otras cosas, afirmaba: “Resulta apenas lógico que el país se indigne ante este hecho: fresca aún está en la memoria la imagen de Diego Felipe Becerra, el grafitero al que un agente de Policía le disparó en la espalda luego de estar haciendo exactamente lo mismo en otra parte de la ciudad”.

Aquí hay algo que resulta inadmisible, por no decir descabellado: el que por llamar la atención, por vender una noticia, se utilice la memoria de Diego Felipe Becerra y se ponga al mismo nivel con lo que hizo Justin Bieber. Más tarde, en las redes sociales circularon mensajes con el mismo significado: preguntaban, por ejemplo,, por qué la policía no había asesinado a Justin Bieber, como lo había hecho con Diego Felipe Becerra, o decían que mientras a uno lo escoltaban para que rayara las pareces, al otro lo asesinaban.

No se trata de hacer una comparación, odiosa como todas, entre estas dos personas. El problema es juntar y hacer equivalentes dos cosas totalmente distintas, peras con manzanas, por decirlo de alguna manera.

Por qué no empezamos por preguntarnos si lo que hacía Diego Felipe Becerra es, de alguna forma, comparable con lo que hizo Justin Bieber, “exactamente lo mismo” como dice el editorial de El Espectador. O, dicho en otras palabras, ¿lo que hizo el adolescente canadiense es un graffiti?, ¿se puede graffitear si se está escoltado por la policía?

No creemos necesario retrotraernos a mayo del 68 para mostrar el carácter irreverente e incluso subversivo del graffiti, hacer la genealogía y la etimología de la expresión y, menos aún, pontificar sobre lo que “verdaderamente” significa. Son las y los jóvenes que ponen en práctica el graffiti, como una expresión artística popular, como una forma de vida, como una forma de diversión o como un medio de expresión, quienes tienen la legitimidad para dotar de significado esa palabra y esa práctica.

Pero de lo que sí estamos seguros y seguras, es que independientemente del mensaje explícito que contengan los graffitis, o de la forma como queramos concebirlo, su hechura misma supone un trance de rebeldía. El acto mismo de plasmar una idea o un sentimiento en una pared, allí donde está prohibido, allí donde se impone la estética inerte de una ciudad pensada para el privilegio es, en sí mismo, una toma de posición frente al mundo, un grito en el murmullo de la alienante rutina. Se puede rayar una pared en presencia de la policía, como hizo Justin Bieber, pero no se puede hacer un graffiti en esa situación o, cuando menos, esos garabatos no pueden merecer el título de graffiti.

Related Link: https://cilep.jux.com/plexpress/1786919

This page has not been translated into Kurdî / کوردی yet.

This page can be viewed in
English Italiano Deutsch
© 2005-2024 Anarkismo.net. Unless otherwise stated by the author, all content is free for non-commercial reuse, reprint, and rebroadcast, on the net and elsewhere. Opinions are those of the contributors and are not necessarily endorsed by Anarkismo.net. [ Disclaimer | Privacy ]