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El concepto del Poder Popular en el anarquismo

category internacional | movimiento anarquista | opinión / análisis author Tuesday September 03, 2013 23:13author by Ali Bei - Assemblea Llibertària del Bages Report this post to the editors

El poder popular consiste en un “empoderamiento” colectivo. Empoderamiento es una palabra inglesa que viene a significar toma de conciencia de un poder que todo individuo tiene. Es un poder basado en la lucha y en la dignidad. Se trata de una comunidad que se “empodera” cuando a resultas de una lucha determinada logra una concienciación. Esta concienciación genera una expectativa de nuevas luchas (ya que se piensa que también será posible la victoria). Cuando se unen varias luchas, con sus victorias o su ejemplo histórico, en un solo movimiento (o comunidad en movimiento) podemos hablar de una comunidad que ha generado poder popular.
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Origen

Desde hace algunos años se viene reivindicando el “poder popular” en diversos movimientos anarquistas latinoamericanos. Se trata de grupos generalmente vinculados a la corriente comunista libertaria (conocidos como plataformistas o especifistas) presente en numerosos países del mundo, y curiosamente ausente del anarquismo ibérico tradicional.

Se trata de un concepto “importado” del marxismo latinoamericano de los años 60 y 70 del siglo XX. En aquella época el marxismo en sus diversas facetas (guevarista, trotskista, leninista o hasta el socialismo de Allende) hablaba sobre la construcción de una base social tendente al socialismo. En esta construcción del socialismo se hablaba del poder popular. La Federación Anarquista Uruguaya (FAU) y otros grupos argentinos aceptaron el término y lo fueron integrando en su quehacer político.

La FAU logró sobrevivir a la dictadura uruguaya (1973-1985), y en los 80 fue prácticamente el único grupo anarquista del Continente americano [1]. En los 90, lentamente, comienza a resurgir en diversos países americanos el anarquismo, y para entonces la FAU ya tenía un cierto bagaje social y político, por lo que pudo influir en la formación política anarquista de varios grupos de diferentes países.

En los últimos años es cuando este desarrollo se ha acelerado generando grandes organizaciones libertarias como la Federación Comunista Libertaria (Santiago de Chile), el Frente de Estudiantes Libertarios (Chile y Argentina), la Coordinadora Anarquista Brasileña o la Federación Anarquista Revolucionaria de Venezuela [2]. Éstos grupos y muchos otros no anarquistas adoptan la posición de la FAU sobre el llamado poder popular.

Concepto

El poder popular consiste en un “empoderamiento” colectivo. Empoderamiento es una palabra inglesa que viene a significar toma de conciencia de un poder que todo individuo tiene. Es un poder basado en la lucha y en la dignidad. Se trata de una comunidad que se “empodera” cuando a resultas de una lucha determinada logra una concienciación. Esta concienciación genera una expectativa de nuevas luchas (ya que se piensa que también será posible la victoria). Cuando se unen varias luchas, con sus victorias o su ejemplo histórico, en un solo movimiento (o comunidad en movimiento) podemos hablar de una comunidad que ha generado poder popular.

El poder popular hace que el “pueblo sea fuerte”. El concepto de un “pueblo fuerte” también está presente en el comunismo libertario latinoamericano, y a menudo ha sido adoptado por los movimientos de liberación nacional. Se trata de que un pueblo empoderado, se convierte en un pueblo, o una comunidad, difícil de doblegar por los poderes estatales o capitalistas. Un pueblo con poder popular es un pueblo respetado. Se habrá llegado a otra etapa de la lucha social, puesto que ya tendremos a la vista la futura sociedad socialista.

El pueblo puede empoderarse mediante las luchas sociales, pero también por su construcción de alternativas que surjan desde el pueblo mismo. En este caso los diferentes procesos de autogestión a pequeña escala contribuyen a la idea de que una autogestión a gran escala es posible (es decir, la socialización de los medios de producción: el socialismo). Cuando se combina una politización general en la sociedad, con una serie de victorias que hayan animado a la gente a intentar ir a más, con unos cuantos proyectos autogestionarios que muestren el camino, entonces este poder colectivo puede llegar a ser verdaderamente revolucionario y le disputará el poder a quienes lo ostentan.

También habría que decir que se trata de un proceso acumulativo. Es decir, que cada victoria estará contribuyendo a alcanzar el objetivo final. Cada lucha se convierte en una acumulación de experiencia, de formación política, de debates, de campañas, que redundará en beneficio del objetivo. Con las luchas se irá viendo claro qué fuerzas políticas contribuyen a empoderar al pueblo y cuáles lo entorpecen y desvían de sus metas.

Ejemplos ibéricos

Para comprender un poco mejor los conceptos de construcción del poder popular pondré un ejemplo que no se suele asociar con estos términos. La Revolución Asturiana de 1934, que fue un proceso de acumulación de fuerzas del proletariado asturiano. Fue un proceso de años, en el cual mediante las huelgas, los boicots, las expropiaciones, los mineros y obreros autóctonos y foráneos que fueron tomando conciencia hasta llegar al año 1934 en el que todas las contradicciones de clase vividas dieron lugar a la huelga general revolucionaria de Octubre.

Los proletarios asturianos habían pasado un año entero lleno de un agudo conflicto de clase en el que se vivieron numerosos enfrentamientos armados, huelgas parciales y pequeñas insurrecciones a escala local, que generaron un ambiente de resistencia generalizado. Se podía decir que la gente le había perdido el respeto a la autoridad, que la desafiaba abiertamente de forma diaria, y que en cuanto tenían la ocasión imponían el poder de la clase obrera, como en la huelga de Gijón (septiembre de 1934), saltándose las prohibiciones gubernamentales al diario Avance (un diario socialista asturiano que favorecía la idea de la revolución social) o haciendo motines en la prisiones que acababan con presos armados y grandes fugas. Todo esto en medio de un proceso de armamento generalizado de la clase obrera (sólo en aquel año se habla de que los obreros asturianos compraron unas 10.000 pistolas con su salario; sin hablar de los numerosos robos de armas en armerías o expropiaciones de dinamita en las minas). El proceso que llevó a la Revolución Asturiana es un potente ejemplo de cómo un pueblo entero construía un poder popular.

Lo que quizás nos cueste más comprender es que en Asturias este poder popular estaba apoyado por los diferentes actores políticos de la izquierda (anarquistas, cenetistas, socialistas, comunistas y marxistas de izquierda) cada uno a su manera, pero todos sumando. Es por ello de reseñar que muy probablemente participaron unas 30.000 personas de entre una población obrera de alrededor de 120.000, lo que indica la magnitud del movimiento. [3]

Papel de los anarquistas

Tradicionalmente ha habido el debate en el seno del movimiento libertario sobre cómo enfocar el proceso que llevará a la revolución social (o al comunismo libertario). Por un lado están los que defienden un movimiento libertario fuerte, numeroso y bien formado que “dirija” al pueblo a la revolución y que convoque insurrecciones y huelgas hasta conseguirlo. Por el otro lado también habría numerosos anarquistas que defienden un pueblo organizado de forma libertaria siendo conscientes de que la comunidad, por ser numerosa debe ser necesariamente plural, y por ello buscando contribuir al conjunto con los métodos propios de los anarquistas, pero dentro de ese pueblo en lucha. Para éste sector el papel de una organización anarquista sería el de aglutinar a los distintos militantes que participan en los movimientos sociales para dotarles de una coordinación, y de una coherencia política propia para sus objetivos.

En el anarquismo ibérico, sin embargo, ha predominado siempre el anarcosindicalismo como forma organizativa de la militancia libertaria. Las organizaciones sindicales han sido siempre vistas como el eje vertebrador de todo el anarquismo, siendo el resto de organizaciones libertarias como apoyo de (y muchas veces supeditadas a) las organizaciones sindicales de masas.

De alguna manera en muchas de las comunidades en lucha latinoamericanas se puede respirar algo de este poder popular (comunidades zapatistas, indígenas, del MST de Brasil, de Oaxaca, comunidades venezonalas, poblaciones chilenas, etc.). Cuando se está en una de estas comunidades se tiene la impresión de estar en un lugar totalmente distinto al nuestro, regido por otras reglas. No quiere decir que se trate de comunidades anarquistas, sino que son lugares en los que “el pueblo manda”. Aunque alguna comunidad de estas se parezca a la sociedad propuesta por el anarquismo, aún el movimiento libertario actual no ha logrado influir lo suficiente en los movimientos populares como para que haya comunidades en lucha inspiradas en el comunismo libertario. Es precisamente ahora cuando el anarquismo vuelve a la partida por un mundo nuevo.

Ali Bei
Assemblea Llibertària del Bages

Publicado originalmente en catalán en ‘Pèsol negre’, número 60

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