Policía atribuye asonada provocada por la opresión paramilitar en Ayapel (Córdoba) al paro minero

venezuela / colombia | antifascismo | non-anarchist press Thursday August 01, 2013 23:45 by Agencia Prensa Rural

Ayapel (Córdoba) sufrío antesdeayer una asonada que provocó daños en la casa del alcalde, la alcaldía y varios carros. La multitud se agrupó al rededor de la alcaldía después de que los poderosos grupos paramilitares de la zona declarasen un paro armado.

Al parecer un grupo de ciudadanos incendió el edificio público, siguiendo después hacia la casa del alcalde, que también fue pasto de las llamas y de un presunto saqueo.

La interpretación que un malpensado podría hacer desde la distancia sería la siguiente: Los comerciantes y vecinos están cansados de la impunidad y control descarado de los grupos paramilitares, ante la connivencia de policía y alcaldía. Los grupos paramilitares por razones desconocidas, pero seguramente para afianzar su poder y generar zozobra convocan a un paro armado. Esta vez la cosa se tuerce, los comerciantes y vecinos, salen a la calle y van a pedir explicaciones al alcalde, para que restablezca el orden público y acabe con las extorsiones y abusos de los grupos criminales. Al no obtener respuesta y al esconderse el alcalde, la población entra en cólera, factor que aprovechan los detractores políticos del alcalde para generar las condiciones para que se produzca la quema de la alcaldía y posteriormente de la casa del alcalde, aprovechando un caldo de cultivo que el mismo ha generado, antes los continuos incumplimientos y desidia. Una vez pasada la asonada, los grupos paramilitares amedrantan a la población nuevamente y se hace efectivo el paro, unas cuantas horas mas tarde de lo previsto y con unos cuantos daños colaterales por el camino.

La interpretación de la policía, en boca del coronel Jaime Ávila, comandante de la policía DECOR, es que los desmanes vienen patrocinados por los campesinos que adelantan el paro minero en Caucasia (Antioquia) y que están interesados en que haya esa situación en esa población para desestabilizar y generar zozobra.

Esa situación recuerda a la asonada que se produjo en Tibú, donde los vecinos y vecinas adelantaron una protesta y se produjeron daños a la casa del alcalde, la fiscalía y la alcaldía. Inmediatamente todos los medios culparon a los campesinos que adelantaban protestas en el exterior del municipio, entre uno y 4 kilómetros fuera del casco urbano.

El propósito es la criminalización de la protesta social aprovechando cualquier incidente, y de paso, tapar la realidad sobre la connivencia de la fuerza pública y los poderes políticos locales con los numerosos grupos paramilitares, mal llamados BACRIM, los cuales colocan y financian a su antojo hombres de paja en las alcaldías para proteger sus turbios y delictivos negocios. También es una buena ocasión para tapar los ojos del que no quiere ver y ocultar la violencia estructural, que es respondida con violencia directa, cuando se dan las condiciones, y si no hay una orientación política en la protesta.

Tanto en el Catatumbo como en Caucasia como en Ayapel seguramente esas condiciones están muy presentes, pero en las dos primeras existe una orientación política que busca poner en el centro los problemas de los excluidos y sus propuestas de solución.