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La estrategia de guerra en las negociaciones para la paz

category venezuela / colombia | imperialismo / guerra | non-anarchist press author Tuesday July 30, 2013 00:27author by Agencia Prensa Rural Report this post to the editors

El gobierno del presidente Santos, unas veces por obligación y otras por estrategia, se ha visto obligado a negociar con diferentes sectores sociales, sindicales y también con la insurgencia. Primero siempre el plomo, después si conviene, el diálogo.

La posición frente al conflicto social y armado ha sido la de proponer una negociación en caliente, mientras hay plomo se debate en la Habana, mientras hay diálogo continúan los muertos, mientras hay esfuerzos de paz siguen capitaneando los armados.

Las solicitudes de la sociedad civil y de la propia insurgencia de las FARC-EP por establecer un cese al fuego bilateral, fueron ignoradas por el gobierno y se está intentando, por el contrario, acelerar las acciones armadas para conseguir que el enemigo se debilite en el monte. La estrategia de tensar la cuerda es la elegida para el proceso de paz con la insurgencia, como así ha sido en la gran mayoría de los procesos de paz, tanto en Colombia como en otras partes del planeta, siempre que se pacta la paz y no una amnistía hacia una de las partes que ha sido derrotada o está apunto de ser derrotada. Santos no se podía permitir los mismos “errores” que Pastrana en el Caguán, y sobre todo no podía permitirse aparecer como débil ante la ultraderecha fascista de Uribe Vélez, que lo acosa y eventualmente (ojalá no) pueda llegar al poder político nuevamente.

La estrategia generosa de llegar a acuerdos para poder establecer caminos de acercamiento y convergencia, se convierte en una carrera donde todo vale y lo único que importa es llegar victorioso a la meta. En este caso, la paz/derrota del oponente.

Los expertos en negociaciones llaman a esa posición frente al diálogo: Yo gano, tú pierdes. En esta posición frente a la negociación, la mesa es lo de menos. Allá se llega porque no hay más remedio, solicitado por terceras partes o porque se confía en lograr “ventajas” fuera de la mesa que puedan repercutir en el proceso de paz, para una victoria final y, casi siempre, con una agenda oculta.

El presidente Santos acude a la vía pacífica porque sabe que la opción de la derrota militar es inviable (no tiene más remedio), porque la comunidad internacional lleva muchísimos años presionando para la salida negociada (solicitado por terceros) y porque cree que de esa manera ganará legitimidad y credibilidad internacional (busca ventajas), que las guerrillas desaparezcan política y militarmente en una desmovilización (victoria) para instaurar las locomotoras mineras y energéticas con total libertad y con seguridad para las empresas nacionales y extranjeras (agenda oculta). Cambiar algo para no cambiar nada, se puede leer en el Gatto Pardo.

En el caso del Catatumbo la vía es diferente pero el trasfondo es nuevamente el de la estrategia de guerra. Mientras critican duramente a las FARC-EP por las muertes en combate de 15 soldados en Arauca y la mesa pende de un hilo por la propia decisión del estado de continuar la guerra, nuevamente en el Catatumbo deciden continuar la guerra exigiendo una negociación en frío. Que se distensionen las vías y de esa manera se iniciarán las conversaciones, dice Cristo desde las filas liberales. Filas que, por cierto, ni siquiera saben sacar partido político a las embarradas de Santos, en una alineación vergonzosa antidemocrática y sobre todo una señal clara de que se saben derrotados en las urnas de antemano.

Dicen que las vías de hecho no ayudan ni permiten una conversación, pero lo que realmente pasa es que esas protestas no permiten una posición de fuerza en la mesa por parte del gobierno, que vive hoy de su imagen y esa es una imagen que no desean dar. Por eso se mantienen las protestas. Ya no solo eso, es que partir de una posición de fuerza les permite acabar con la protesta y capitalizar las propuestas de los campesinos en función de los intereses del establecimiento y no, desde luego, de los intereses del campesinado. Quieren entrar en una negociación sin ningún tipo de presión donde puedan decidir cuáles son los términos, cuál es la interpretación del conflicto y cuáles son las soluciones. Quieren entrar al diálogo sin contraparte.

Anulada la oposición en la mesa es hora de anularla en la calle, mediante las fuerzas armadas y su terror represivo, que se produzca la tan ansiada desbandada y se pueda proceder a eliminar a los líderes mediante montajes, asesinatos o cualquier otro tipo de estrategia sucia. Puerta abierta para las mineras y mas porción para terratenientes... Nada de Zona de Reserva Campesina por motivos de seguridad nacional.

Como siempre en Colombia, los armados capitaneando las vidas de los civiles a golpe de guerra, sea contra quien sea.

Las vías de hecho junto a las tutelas y derechos de petición se han convertido en las mejores y únicas garantías que tiene el ciudadano o ciudadana para defender sus derechos frente a la oligarquía que secuestra al estado. Aún así, les puede costar la vida, como a los 4 compañeros asesinados en Ocaña. Es triste, pero así es.

Como si de un nuevo Caguán se tratara ¿debe haber distensión y habrá persecución y eliminación de la real oposición política?, ¿Se romperán de nuevo las conversaciones por el accionar de los enemigos de la paz?, ¿Después de la concertación viene el carcelazo, el sicariato y el eterno incumplimiento?

Todo eso lo veremos más adelante. Sin embargo, de lo que si podemos estar seguros es de que la estrategia de guerra tiene dos caras: la de La Habana y la del Catatumbo. Muerte y más muerte junto a la esperanza de una Colombia con justicia social.

Related Link: http://prensarural.org/spip/spip.php?article11514

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