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Privado, Público, Estatal y Social

category argentina/uruguay/paraguay | la izquierda | opinión / análisis author Thursday December 27, 2012 00:41author by Bandera Negra - Tendencia Estudiantil Libertariaauthor email bandera.negra.estudiantil at gmail dot com Report this post to the editors

Este artículo intenta ser un resumen sobre lo que Bandera Negra comprende acerca de los ámbitos Publicos, Estatales, Privados y sociales. Muchas veces desde una vision libertaria se tiende a confundir espacios, y se tiene un visión de que TODO es lo mismo. Intentamos desglosar esta visión y comprender que cada cual tiene sus particularidades, y en base a eso la acción que nos compete como organización social.
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Lxs compañerxs que nos organizamos en Bandera Negra, al constituir una tendencia estudiantil libertaria, hemos optado por una serie de acuerdos que sientan las bases de nuestro camino militante. Uno de estos es el Antiestatismo, es decir, la lucha contra el Estado, por entenderlo como una herramienta de dominación de clase. Sin embargo, en nuestra práctica cotidiana, son muy comunes los reclamos al gobierno (que administra el Estado), como el de mayor presupuesto para la educación. ¿Acaso nuestra militancia se encuentra en contradicción con nuestros postulados ideológicos? Exactamente lo contrario.

La educación pública, tal cual la conocemos, es un servicio que hace realidad un derecho universal, el de todxs lxs habitantes del país a acceder a la mayoría de los niveles de escolarización sin tener que pagar para hacerlo. Pero toda la estructura que permite hacer efectivo este derecho, está materialmente sostenida por el Estado (edificios, sueldos, etc). El mismo esquema se repite para el resto de los servicios públicos, con sus características particulares: educación, jubilaciones, planes sociales, etc. Abramos un poco la cancha, entonces, y pensemos en cómo se articula la lucha contra el Estado y el reclamo de presencia estatal en la asignación y efectivización de los servicios públicos.

Un derecho es lo opuesto a un privilegio, y si por algo se caracteriza el capitalismo es por la concentración de privilegios en las manos de la clase propietaria. Entonces, cuando el pueblo avanza y consigue que un derecho se haga efectivo para todxs, estamos frente a una esfera de la vida que rompe con la lógica más descarnada del capital. Al garantizar el acceso a un servicio por parte de las mayorías, el mercado pierde un público que, de otra manera, sería su cautivo. En el caso del sistema educativo, la destrucción constante y consciente de la educación pública en la provincia de Buenos Aires permitió el aumento proporcional de las instituciones privadas, ya no solo para los sectores de mayores ingresos, sino a casi todos los niveles. Este proceso privatizador dejó la educación en manos de empresarios, y a pesar de tibias medidas, esta lógica no ha sido modificada aún. Pero este fue un aspecto más de la gran ola neoliberal del menemismo, en donde la clase obrera y el pueblo en su conjunto fueron rematadxs después de la derrota histórica que representa el genocidio iniciado en 1976. La imposibilidad de ofrecer resistencia a la avanzada del capital, y la consiguiente implantación de la privatización en gran parte de los servicios anteriormente públicos de gestión estatal, demuestran que el estado de los servicios públicos es la cristalización de un momento determinado de la lucha de clases. Pero a pesar de que mayor privatización se traduce inmediatamente en mayor mercado, lucro y búsqueda de ganancias con las necesidades sociales, no necesariamente lo público se asocia con el bienestar popular. Entre público y privado hay tonos grises, debido a que no es posible un antagonismo real entre Estado y Mercado, ya que ambos son puntales del capitalismo. La promulgación de una ley por parte de un gobierno no significa inmediatamente la materialización de un derecho social, sino que es un puntapié institucional que muchas veces suele quedarse en ese nivel. El único reaseguro que tenemos de que aquello que se escribe en los despachos gubernamentales se haga efectivo, es mediante la lucha y la organización. Pero esto debe ser, para nosotrxs, un primer paso de un camino muy largo. Así como en los ’90, además de la derrota material del pueblo se hizo efectiva una derrota cultural al convencer a las mayorías de que lo privado era mejor y más eficiente que lo público de gestión estatal, ahora es otra la batalla de conciencias que debemos librar. La recuperación por parte del Estado de diversas esferas de la vida pública ocupadas por el mercado en el trayecto más crudo del neoliberalismo, ha tomado como elemento legitimante un culto hacia la gestión estatal. En el paradigma kirchnerista, e incluso en sus sectores más avanzados o de izquierda, se encuentra presente la noción de la gestión estatal como un horizonte ideal, un fin al que debemos llegar en todos los aspectos.

Lógicamente, este razonamiento no tiene presente cual es la división de clases de la sociedad capitalista y que papel ocupa el Estado en la misma. Pero, aún más grave, ni siquiera tiene un mínimo de confianza en las capacidades del pueblo de organizar su propia vida, de autogestionar sus necesidades, derechos y servicios. Es por eso que como libertarixs, nuestro deber es empujar las conquistas populares siempre hacia delante, yendo incluso contra el falso sentido común instalado (que sabemos es altamente variable según la época), pero sin despegarnos de la realidad cotidiana.

Debemos luchar porque sean lxs propixs interesadxs quienes se encarguen de controlar, e incluso gestionar, los servicios públicos que garantizan sus derechos. Más aún, cuestionar el origen de los fondos que los sustentan, de la manera en que estos son extraídos al pueblo por una maquinaria al servicio del capitalismo, y proponer modelos alternativos de financiación. Un ejemplo de esto lo podemos ver en la lucha del movimiento estudiantil chileno en contra de la educación privada. Fueron avanzando desde una primera explosión de rabia generalizada al verse inmersxs en una red financiera de créditos y préstamos de la que no podían escapar, hacia el cuestionamiento del carácter privado de la extracción del cobre (principal exportación chilena). Con la nacionalización de la explotación del cobre, el Estado tendría a disposición los recursos necesarios para sostener una educación verdaderamente pública. Pero para modificar las concesiones de este importante mineral, es necesario un cambio total de paradigma en la sociedad chilena, e incluso en sus clases dirigentes, como el que tímidamente se operó en nuestro país luego de la consolidación del kirchnerismo tras la rebelión del 2001. Aunque sabemos que la única garantía para que esto suceda no vendrá por el recambio del personal administrador del Estado, sino por la lucha a fondo y consecuente del pueblo y sus organizaciones, únicas capaces de hacer efectivos sus derechos y los mecanismos que los garanticen.

Lo decimos bien claro: nuestro objetivo es la autogestión de los servicios públicos. Pero entendemos que esto solo puede darse en una situación revolucionaria, donde el Estado sea incapaz de hacer valer el dominio del Capital sobre el Pueblo. Por lo tanto, nuestro rol en las luchas por los servicios públicos es hacer visible la necesidad de la autogestión social, y la contradicción entre este objetivo y el capitalismo como sistema de acumulación, lo que tiene como única realización positiva un cambio social radical.

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