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Repensar el discurso antipolicial

category iberia | movimiento anarquista | opinión / análisis author Wednesday December 05, 2012 00:12author by Juan Carmona Report this post to the editors

La hostilidad hacia las fuerzas del orden no es nada nuevo entre los desposeídos. Mucho antes de la existencia del anarquismo o del movimiento obrero, los cuerpos armados al servicio de los clases dirigentes han sido objetivo declarado de cualquier motín o revuelta popular. También hoy, en las grandes ciudades actuales, amplios sectores de la población de los barrios periféricos guardan una desconfianza “instintiva” (no ideológica) a la policía. Aún comprendiendo estos legítimos sentimientos de rabia, ya toca decir basta a un discurso que se ha vulgarizado y deformado hasta el extremo.
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En los círculos libertarios, surge de vez en cuando un debate –a menudo informal- sobre que tipo de profesiones son legítimas desde el punto de vista anárquico. Partiendo de la base de que todo trabajo asalariado contribuye a la reproducción del sistema capitalista, toca ahora distinguir qué ocupaciones son cómplices en un grado inaceptable como para ejercerlas y cuales no lo son. Algunos libertarios y libertarias piensan que jamás trabajarían como cuadros intermedios de la industria o del comercio. Se niegan a ser jefecillos o supervisores, zorros en el gallinero del patrón. Otros jamás querrían verse involucrados en el ámbito de la selección de personal, ni querrían ocupar determinados cargos funcionariales con responsabilidad directa en grandes asuntos de Estado. Tampoco hay muchos que quisieran ser sacerdotes ni ejecutivos ni operarios de una central nuclear. Sin embargo, hay una suerte de esquema invariable con las profesiones vetadas para los libertarios, a saber: Juez, militar, carcelero… y, sobre todo, policía.

La hostilidad hacia las fuerzas del orden no es nada nuevo entre los desposeídos. Mucho antes de la existencia del anarquismo o del movimiento obrero, los cuerpos armados al servicio de los clases dirigentes han sido objetivo declarado de cualquier motín o revuelta popular. También hoy, en las grandes ciudades actuales, amplios sectores de la población de los barrios periféricos guardan una desconfianza “instintiva” (no ideológica) a la policía. Aún comprendiendo estos legítimos sentimientos de rabia, ya toca decir basta a un discurso que se ha vulgarizado y deformado hasta el extremo.

Aunque el anarquismo siempre ha puesto énfasis en la lucha contra los poderosos, parece que se derrama infinitamente más esfuerzo y saliva en criticar o deslegitimar a su brazo armado, esto es, la policía. Parte de este foco de atención se explica con facilidad: Es mucho más fácil enfrentarse a estos señores, a los que vemos a diario, que a sus huidizos mandamases, siempre tan bien protegidos. Otro factor influyente es la propia composición social del anarquismo como movimiento. Me refiero a la abundancia en nuestras filas de jóvenes de tendencias contraculturales. Muchas veces, una hostilidad previa hacia las fuerzas de seguridad –por motivos escasamente políticos- se convierte en dogma cuando se empuñan un par de eslóganes ideológicos. Es entonces cuando, de la crítica a la Policía como institución, se pasa a la demonización de los policías como individuos.

Obviamente, una labor fundamental de las fuerzas del orden es reprimir sistemáticamente cualquier movimiento que amenace romper el orden político y social vigente. Por eso nos andamos con ojo con ellos y no nos quedamos quietos ante su impunidad. Por eso no queremos que militen en nuestras organizaciones ni los identificamos como compañeros. Por eso mismo, también, dentro de los cuerpos policiales impera un discurso reaccionario, que legitima su actividad de defender el sistema con la violencia. Y paralelamente, se construye un discurso opuesto en el interior de los movimientos sociales. Uno que legitime la lucha directa contra ellos, haciendo gala, si hace falta, de un abanico de arquetipos sobre los agentes que no tiene nada que envidiar al del “antisistema” de los manuales policiales. ¿Pero el anarquismo es una filosofía para batallar contra la policía o para transformar la sociedad?

Pensemos ahora a un nivel táctico. ¿Qué ganamos alimentando el odio acérrimo e irracional? Por lo pronto, liberar tensiones. Vengar, aunque sea dialécticamente, a nuestros compañeros detenidos y golpeados. En ciertos contextos, ganamos también un beneficio simbólico (estar contra la poli es molón si eres joven y rebelde). Pero también perdemos. Perdemos muchas veces las formas, adoptando estrategias de provocación y “macarrismo” que no nos llevan a ningún sitio. Perdemos el interés de mucha gente humilde y luchadora con familiares y amigos dentro del cuerpo. También perdemos cualquier posibilidad –hipotética, por el momento- de colaboración. Si creemos que la revolución social es una posibilidad (y no un mero símbolo), no podemos negar la importancia de labrar simpatías en las fuerzas represivas. No podemos convencer a todo el mundo, pero tampoco podremos llevar adelante la transformación política y social sobre montañas de cadáveres policiales y coches patrulla ardiendo. Cualquier revolución pasada ha tenido que contar con colaboracionistas dentro de la policía y el ejército. Esto es una obviedad a la luz de la historia y el pensamiento racional. Pero cuéntelo usted en un grupo de curtidos militantes, cuéntelo. Miradas de desaprobación y visos de paternalismo. Parece que si no has entendido que la policía es el enemigo, nunca serás libertario. Son y siempre serán esos malignos represores y cualquier intento de ganar apoyos entre los agentes es fútil e ingenuo. Las consecuencias tácticas de todo esto son claras aunque intenten mantenerse implícitas: La única manera de transformar la sociedad es vencer por la fuerza -desarmando, aprisionando o asesinando- a todos y cada uno de los policías del país.

Para los que no asumen acríticamente esta hostilidad se reservan una serie de peyorativos ismos: Reformista, ciudadanista, izquierdista… Asombrosamente, el odio hacia la policía se ha convertido en un medidor de radicalidad. Si no das el mínimo, podrías ser peligrosamente tolerante como para ser un verdadero revolucionario. Este círculo vicioso nos lleva a consideraciones erróneas. La policía, como brazo armado del orden capitalista, es más que necesaria para el mantenimiento de éste. Por si fuera poco, llevan adelante una labor estigmatizada, la aplicación de la violencia legítima. Queremos ser contundentes con esto: No aspiramos a la existencia de policías en una sociedad libertaria. Aspiramos a construir otro sistema, que a nadie se le olvide. Y por eso, la institución policial nunca será grata a nuestros ojos. Como tampoco lo serán un sinfín más de categorías ocupacionales que operan dentro del Estado y conforman el soporte del sistema actual. Pero no cargamos contra todos esos burócratas y administrativos con la misma saña que contra los policías, a pesar de que contribuyen (¡y en qué medida!) a la reproducción del Estado. Aquí si, hemos asumido que el problema no son esos trabajadores, si no la voluntad de quienes les mandan. Si somos capaces de hacer lo mismo con las fuerzas represivas, asumamos el enfrentamiento como una táctica puntual y no como un símbolo de los muchos que adornan la mitología libertaria. Rompamos con este dogmatismo, forjado en los ambientes más antisociales y underground, y hagamos de lo libertario un movimiento popular y con vocación de masas.

Juan Carmona

author by Manu Garcíapublication date Wed Dec 05, 2012 02:18author address author phone Report this post to the editors

Estimado Juan,

Es cierto lo que comentas: los libertarios, que nos preciamos de iconoclastas, a veces somos más conservadores que un cura preconciliar. Es triste ver la incapacidad de algunos compañeros de salir de las consignas y pensar políticamente. Quizás porque es cómodo mantenerse en la negación de lo existente y plantear como único proyecto alternativo una sociedad sin contradicciones ni conflictos ("la anarquía").

Por ejemplo (y en esta afirmación que haces al final del texto no estoy de acuerdo), se afirma sin dar mayores detalles que en la sociedad que queremos no habrá policía. Lo malo es cuando comienzan preguntas incómodas y en vez de asumir que no tenemos programa preferimos salirnos por la tangente y remitir a nuestro contertulio a generalidades o un futuro hipotético ¿Nos referimos a cualquier tipo de policía, incluida la de tránsito? ¿No será necesaria ninguna coacción social para evitar actos antisociales? ¿Cómo se tratarán dichos actos antisociales (o delitos, como prefiramos)? "Los delitos desaparecerán junto a las clases", solemos decir. ¿Y los dementes? "La influencia benéfica del entorno les hará entrar en razón". ¿Y la defensa frente a enemigos externos? "La revolución será simultánea y por tanto no hará falta tal defensa", dicen unos, "para eso está el pueblo en armas", dicen otros. Muchos se encogen de hombros.

En fin, respuestas fáciles y sobre la base de una hipotética sociedad libertaria para problemas complejos del presente... y de cualquier sociedad en transición al socialismo, sociedades compuestas por sectores con intereses diferentes que pugnan por imponerse, con mayor o menor peso en la vida social, organización, conciencia de clase o fuerza, y que no desaparecerán de un día para otro.

Por supuesto, es más complicado trabajar con programas que con consignas, y pensar en base a las sociedades existentes y no a las que nos gustarían. Es más complicado, pero es lo único que nos puede permitir ser un actor a tener en cuenta, que afronta los problemas y no los evade. Una alternativa y no una fuerza verbalmente muy radical pero incapaz.

Seamos honestos y reconozcamos que todo proceso de cambio, también los hegemonizados por anarquistas, ha tenido que plantearse la cuestión del orden público y de la defensa de los cambios, recurriendo en todos los casos, junto al "pueblo en armas" (materializado en grados y en formas diversas), a organismos especializados ("policías", "ejércitos"). Mejor que empecemos a pensar al respecto, que le demos vueltas a cómo lo podemos hacer, en vez de diferir el problema diciendo "ya se verá" y acabar improvisando una vez que no podamos escurrir más el bulto y nos veamos confrontados con esa eventualidad.

Plantearse dudas y preguntas sobre temas tabú es un buen comienzo, felicito al compañero Carmona por este texto que puede servir como disparador de un debate más amplio sobre programa y sobre estrategia, no sólo en torno a cómo nos planteamos la seguridad pública y la defensa.

Un saludo libertario

author by Martina Manzanopublication date Sun Dec 09, 2012 10:13author email author address author phone Report this post to the editors

Estimado Juan:

Me parece interesante el debate que inicias, es cierto que a veces la lucha antipolicial se convierte en el objetivo, obviándose que el movimiento anarquista y su actuación tiene unos intereses y unos objetivos, si se quiere, más generales, o al menos más allá de la mera lucha antipolicial. No obstante, pienso que la lucha antipolicial, es un paso, es un medio, no se si necesario (tras leertu artículo) para lograr acercarse a los fines de cambio social más generales que desde el anarquismo se persiguen. Es la policia el cuerpo, los profesionales o quienes bregan en las calles frente a la acción directa, es la que trata de reprimir y reprime, la que se infiltra, la que detiene, la que pone denuncias falsas, la que miente en sus declaraciones, la que hace seguimientos, la que establece escuchas... Es complicado por todo esto alejarla del punto de mira, pero probablemnte sea estratégico y haya que planteárselo seriamente.

No me interesa tanto el tema que toca el primer comentarista relacionado con si en la sociedad anarquista tendrá que existir la policia o no, o la forma como establecer la defensa, pienso que este no es el debate ahora. Ahora hay mucho que hacer en esta sociedad no anarquista, y la otra, aún está lejos. Tampoco pienso, como creo que se indica en algún momento en el artículo de Juan Carmona, que el esfuerzo deba centrarse en atraerse la simpatía de las fuerzas del orden sobre el movimiento libertario, pero sí que coincido que quizá sea interesante frenar un poco esta focalización y canalizar las actuaciones hacia otros intereses y no meramente hacia la lucha antipolicial. No obstante, sin bajar la guardia del todo, ya que ellos van a seguir "trabajando" contra el moviento libertario, al menos como cuerpo represor, por la amenaza que quienes están en la lucha por una transformación social de envergadura puedan estar suponiendo.

En cualquier caso, me parece interesante continuar con el tema, no creo que sea fácil poder establecer conclusiones sobre el mismo.

Martina Manzano.

 

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