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¿Unidad frente a la crisis?

category iberia | la izquierda | opinión / análisis author Wednesday October 17, 2012 00:55author by Manu García Report this post to the editors

Sigue faltando en el escenario político español el bloque que supere la atomización y la dispersión de las luchas y reivindicaciones de los de abajo, que los ilusione sintetizando y expresando sus intereses y aspiraciones, siendo capaz de asumir la disputa de la hegemonía.
Tres grandes amigos con intereses comunes: García-Margallo, Juan Carlos de Borbón y Emilio Botín
Tres grandes amigos con intereses comunes: García-Margallo, Juan Carlos de Borbón y Emilio Botín

La carta abierta publicada recientemente por Juan Carlos de Borbón ha levantado una oleada de comentarios. El Borbón hace un llamamiento a “superar las dificultades actuales actuando unidos, caminando juntos, aunando nuestras voces, remando a la vez” y a evitar “dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas”.

Las palabras del rey, que en el marco de la resaca post-Diada, la más multitudinaria y reivindicativa en años, han sido interpretadas como dirigidas principalmente al soberanismo catalán, también contienen el habitual llamado navideño al pacto interclasista: un planteamiento que parte de una premisa falsa.

Y es que el pacto social hace mucho que dejó de existir en los hechos: lo rompieron unilateralmente los grandes capitalistas, y en el marco de la crisis no parecen para nada interesados en recomponerlo, sino todo lo contrario. Los ataques contra los servicios públicos y otras conquistas populares se profundizan, y los sectores hegemónicos de la patronal, los más ligados al capital financiero, piden echarle más leña al fuego. La concentración del ingreso se profundiza y la exclusión de cada vez más capas de la población es la consecuencia de políticas económicas serviles a los intereses capitalistas y ajenas a las necesidades sociales.

En este panorama, los llamados a la “unidad nacional” con el manido argumento de que “todos vamos en el mismo barco” huelen a cuerno quemado. No se le puede pedir al pueblo que tenga más paciencia, en unos momentos en que le están dejando literalmente a la intemperie, y siendo tan patente que los efectos de la crisis están siendo muy disímiles: penurias e inestabilidad para la mayoría y crecientes beneficios y facilidades para unos pocos.

Si las continuas faltas de respeto del rey y de otros personajes de similar extracción social todavía no tienen la contestación contundente que se merecen no es porque no sean sentidas por muchos como una afrenta (y más después de destaparse varios casos de corrupción en la Casa Real), sino por la falta de instrumentos para manifestarlo y tomar las medidas oportunas.

Y es que sigue faltando en el escenario político español el bloque que supere la atomización y la dispersión de las luchas y reivindicaciones de los de abajo, que los ilusione sintetizando y expresando sus intereses y aspiraciones, siendo capaz de asumir la disputa de la hegemonía.

Esta debilidad no significa que la acción de los de abajo no despierte los temores de la oligarquía y de sus testaferros. Así lo demuestra su reacción ante los flashes de rebeldía popular, en que sectores del pueblo se salen del rol sumiso en que lo quieren confinar. Se ha visto en su actitud cerrada al diálogo, represiva y criminalizadora, frente a los mineros, los defensores de la sanidad y la educación públicas, el proletariado rural andaluz, el 15-M o los estudiantes.

De momento lo han tenido fácil: la dispersión de estas luchas ha facilitado su aplacamiento o su derrota. Para no seguir chocando contra el muro, urge sellar una alianza lo más sólida posible entre todos estos sectores populares, que transversalice las demandas y masifique las luchas. Trabajando junto a todas las fuerzas opuestas a los recortes en construir el bloque orgánico y el programa que le permita al pueblo aspirar a dejar de ser comparsa y paganini de esta crisis y convertirse en un actor político y social con voz propia y capacidad de darle vuelta a la tortilla.

La situación de postración de nuestra clase nos demanda la máxima generosidad, un esfuerzo de compresión mutua, de búsqueda de lo que nos une a todas las fuerzas populares. Podemos andar camino juntos sin renunciar a las especificidades propias. Está en el ADN del movimiento obrero: juntos podemos, solos no. Las jornadas de lucha conjuntas son un paso positivo, pero hemos de ser conscientes de que en su formato actual no pasan de lo simbólico: la colaboración, para dar sus frutos, ha de ser más consistente y constante.

¿Unidad frente a la crisis? Claro que sí: unidad popular. Lo demás, borbonadas.

Manu García


Publicado en el número de octubre de 2012 del periódico "CNT"

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