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Si el río suena… ¿significa paz a la vista?

category venezuela / colombia | imperialismo / guerra | portada author Tuesday August 28, 2012 15:08author by José Antonio Gutiérrez D. Report this post to the editors

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Guerrillero de las FARC-EP en el Caquetá (Fotografía de Carlos Villalón)

Las conversaciones de paz han vuelto a ponerse, con el beneplácito de una buena parte del establecimiento, en la agenda política colombiana. Este acercamiento no es gratuito ni nace de una buena voluntad del mandatario: es obvio que la tesis del “fin del fin” carece de sustento y que el Plan Colombia tocó techo. Aunque la firma de este acuerdo es un desarrollo positivo, no podemos ser excesivamente optimistas, ni mucho menos, triunfalistas, pensando que la “paz”, por sí sola, representará un triunfo para los sectores populares y sus demandas históricas, bloqueadas a sangre y fuego por más de medio siglo, desde el Estado. Hay que tener plena conciencia de que el camino hacia un eventual proceso de negociaciones está plagado de contratiempos, así como de que existen diferencias sustanciales, de fondo, respecto al tema de qué esperar de estas negociaciones o qué se entiende por esa palabra en boca de todos, “paz”.

[Português] [English]

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  • Paz para Colombia... Javier Orozco P.


    Si el río suena… ¿significa paz a la vista?

    Las conversaciones de paz han vuelto a ponerse, con el beneplácito de una buena parte del establecimiento, en la agenda política colombiana. Una pataleta de Uribe, que denunció acercamientos del gobierno con las FARC-EP en Cuba, buscando con ello canalizar apoyo para su proyecto ultraderechista[1], bastó para que se generara toda una corriente de opinión favorable a estos acercamientos, saliéndole el tiro por la culata. Santos, frente al tema, se manejó con gran hermetismo pero hoy TeleSur ya ha dado la noticia del millón: las FARC-EP habrían firmado el inicio de un acuerdo de paz con el gobierno colombiano[2]. Las expectativas son grandes cuando hace apenas unos días Gabino, máximo comandante del ELN, declaraba estar dispuesto a sumarse a una iniciativa de diálogo en la que tomaran parte las FARC-EP[3]. Pronunciamiento de gran importancia ya que entre las lecciones del pasado, está que no es posible hoy la negociación en paralelo con las distintas expresiones del movimiento guerrillero colombiano. En momentos en que escribo estas notas, estamos a la espera del pronunciamiento oficial de Juan Manuel Santos al respecto.

    Este acercamiento no es gratuito ni nace de una buena voluntad del mandatario: es obvio que la tesis del “fin del fin” carece de sustento y que el Plan Colombia tocó techo. La insurgencia ha respondido al desafío planteado por el avance del militarismo y un nuevo ciclo de luchas sociales amenaza con el deterioro de la situación política en el mediano plazo, a un nivel que será difícil de controlar para la oligarquía. El escenario político parece, a veces, peligrosamente volátil. Por otra parte, tampoco sorprende la voluntad de la insurgencia para acercarse a una mesa de negociaciones: por una parte, porque es la insurgencia la que ha venido planteando desde hace 30 años, en todos los tonos posibles, la solución política al conflicto social y armado, y por otra parte, porque la insurgencia ha mejorado notablemente en los últimos años su posición de fuerza, no sólo en lo militar, sino sobre todo, en lo político.

    Cuidarse de las falsas ilusiones

    Aunque la firma de este acuerdo es un desarrollo positivo, no podemos ser excesivamente optimistas, ni mucho menos, triunfalistas, pensando que la “paz”, por sí sola, representará un triunfo para los sectores populares y sus demandas históricas, bloqueadas a sangre y fuego por más de medio siglo, desde el Estado. Hay que tener plena conciencia de que el camino hacia un eventual proceso de negociaciones está plagado de contratiempos, así como de que existen diferencias sustanciales, de fondo, respecto al tema de qué esperar de estas negociaciones o qué se entiende por esa palabra en boca de todos, “paz”. Hay que tener plena conciencia de que la oligarquía con la cual se negocia es la más sanguinaria del continente y que no entra a negociar por un súbito cambio de corazón.

    Mientras que el conjunto de las organizaciones sociales plantean que la paz es mucho más que el cese al fuego, sino que consistiría en la resolución colectiva de problemas estructurales que originan la violencia, para el Estado sigue siendo un tema de desmovilización, reinserción y la discusión de formalidades judiciales relacionadas[4]. Santos quiere “una ‘paz express’, sumaria, mecánica. La quiere clandestina, sin la presencia de la multitud, sin sociedad civil, sin organizaciones populares. La quiere sin reformas, sin cambios de ninguna índole en la sociedad nacional. Para él es suficiente con el marco legal que se aprobó recientemente y tal vez las reglamentaciones que con dificultad podrá tramitar en un Senado hostil que se le sustrae aceleradamente ante el inminente proceso electoral”[5].

    Santos ha sostenido una posición ambigua ante el tema de la paz: por una parte, dice tener las llaves de la paz, que un día se le pierden y al día siguiente aparecen en una caja fuerte; por otra parte, profundiza la guerra sucia, mediante el fortalecimiento de la militarización de las comunidades rurales (los llamados planes de Consolidación Territorial); mediante el fortalecimiento de los golpes a los mandos medios de la insurgencia y una estrategia de judicialización de las “redes de apoyo” del movimiento guerrillero que somete al poder judicial a las necesidades del proyecto contrainsurgente (esencia del Plan Espada de Honor); y por último, mediante el fortalecimiento de la impunidad para las acciones de las fuerzas armadas dentro de una estrategia sistemática de terrorismo de estado (la resurrección del llamado fuero militar, acuerdo al que llegaron Santos con Uribe recientemente).

    Desde la perspectiva santista, paz o guerra no son sino estrategias para imponer un insostenible proyecto económico-social neoliberal, basado en el Plan de (Sub) Desarrollo Nacional del santismo, cuyos pilares son la agroindustria y la megaminería. Si se logra convertir esta oportunidad para abrir negociaciones en un espacio desde el cual impulsar las transformaciones sociales que demanda el pueblo colombiano, dependerá de la capacidad de presión y movilización del propio pueblo, y tal cosa sucederá a pesar del Estado, no gracias a él.

    ¿Paz? ¿Qué paz?

    Hay una cosa que el bloque dominante no pierde de vista. Es que la negociación con la insurgencia hoy no es lo mismo que las negociaciones de 1990-1994. Acá no hay organizaciones cuyo espectro ideológico es un liberalismo radicalizado; no estamos ante grupos reformistas en armas, cuya dirección está copada por la “socialbacanería”; tampoco las demandas políticas de estas organizaciones insurgentes serán satisfechas con promesas de reformas constitucionales cosméticas ni con garantías generosas para desmovilizarse, ni aceptarán una “agenda restringida”. Estamos ante movimientos revolucionarios que representan a los más pobres de los más pobres. Estamos ante movimientos guerrilleros que representan las aspiraciones históricas de ese campesinado que siempre se quedó debajo de todas las iniciativas de “paz”. Estamos ante insurgentes cuyos pies se confunden con la tierra que pisan. Estamos ante quienes no han tenido nada y lo merecen todo.

    Tampoco estamos ante grupos derrotados militarmente como los que se desmovilizaron en 1990-1994, sino que estamos ante organizaciones fuertemente arraigadas en amplias regiones del país, con capacidad operativa en casi todo el territorio nacional, con una renovada capacidad de golpear a las fuerzas armadas del Estado; en amplias regiones del país, la insurgencia es una realidad política insoslayable, un auténtico doble poder, que es legitimado en otras comunidades pisoteadas por la consolidación territorial del Ejército y el flagelo paramilitar. Aunque se quieran convencer de lo contrario algunos comentaristas[6], si la insurgencia negocia hoy es porque puede negociar, porque tiene fuerza y capacidad para hacerlo. Y bien saben en la Casa de Nariño que la desmovilización y la rendición anhelada por el uribismo no son una opción política.

    Esto lo reconoce un artículo del 25 de Agosto de El Espectador:

    Es claro que las Farc no son un interlocutor fácil. Quieren reforma agraria, así sea basada en la Ley de Tierras y la Ley de Víctimas; pretenden que se debatan las formas de contratación con las multinacionales petroleras y mineras; requieren espacios políticos para avanzar hacia un contexto más democrático, y creen que hoy la paz pasa también por el manejo óptimo del medio ambiente. Lo demás son detalles de forma, como el inamovible de que en caso de concretar una negociación, tiene que hacerse en el territorio nacional.”[7]

    Resulta apenas obvio que el discurso de las FARC-EP como una organización “terrorista”, “bandolerizada”, “convertida en cartel del narcotráfico”, “lumpenizada”, es insostenible, pura propaganda, aún cuando puedan cuestionarse ciertos métodos que utiliza. Nadie en su sano juicio puede negar que todos los aspectos que la insurgencia reclama (tierras, recursos naturales, democracia, medio ambiente, educación, salud, seguridad social, etc.) son temas de crucial importancia, donde las políticas del gobierno hacen agua y que requieren de la más amplia participación del conjunto de la sociedad. Que la insurgencia tome estos temas y los convierta en elementos indisociables del avance de cualquier tentativa por superar el conflicto social y armado de raíz, es una auténtica pesadilla para los sectores más recalcitrantes de la oligarquía. No es la supuesta bandolerización de la insurgencia, tan bullada por los medios oficiales, lo que aterra a la oligarquía, sino su carácter político y revolucionario, así como su capacidad para articular las demandas de diferentes sectores sociales.

    Es por ello que el bloque dominante sabe que la gran lucha que se viene a futuro es en el plano político, más que en el militar. Voceros del empresariado se han pronunciado a favor de una agenda de negociación restringida moldeada en la negociación con el M-19, es decir, una negociación sin cambios estructurales[8]. Esperan salir de las negociaciones con el menor número de concesiones y reformas posibles, y saben que esto los pone en contradicción no solamente con la insurgencia, sino con un sector importante del pueblo organizado. Por esto, debemos estar alertas ante el recrudecimiento de la guerra sucia y de los ataques en contra de las organizaciones populares en lucha por el cambio social que, tradicionalmente, han acompañado los procesos de diálogo en Colombia.

    Se agota, momentáneamente, la estrategia militarista

    Pero aunque esa oligarquía tenga mucho recelo de abrir las puertas a negociaciones que, con toda seguridad, terminarán en un debate nacional sobre proyectos antagónicos de país, sabe también que el persistir en el rumbo guerrerista es ponerse la soga al cuello; la insurgencia se fortalece y existe hoy un escalamiento del conflicto social y de la movilización popular en todo el país, que de persistir, podría amenazar seriamente la hegemonía del bloque dominante. El país se encuentra al borde de un nuevo ciclo de violencia precipitado por el desplazamiento forzado, el despojo violento de campesinos y comunidades, la penetración de la megaminería y la agroindustria en todo el país. La violencia con la que se viene imponiendo el modelo santificado en el Plan de (Sub) Desarrollo Nacional de Santos, genera, necesariamente, resistencia. Y la resistencia, en un país como Colombia, se da de múltiples formas, siendo caldo de cultivo para una situación potencialmente explosiva.

    Negociar con la insurgencia le puede servir a la oligarquía, en sus más optimistas proyecciones, para lograr la paz neoliberal que permita el avance del proyecto neoliberal agro-extractivista, reduciendo los niveles de resistencia, al menos, de los proyectos insurgentes. En una encuesta a empresarios colombianos hecha por la Fundación Ideas para la Paz, “La gran mayoría dejó claro que descarta una agenda de negociación que incluya reformas estructurales y con múltiples actores, como sucedió en el Caguán. Prefieren una restringida al desarme, la desmovilización y la reintegración donde el Estado puede ser ‘generoso’.”[9]. O sea, paz para facilitar la explotación de las masas y del medio ambiente colombiano.

    En las proyecciones menos optimistas de la oligarquía, las negociaciones servirían al menos para ganar tiempo y prepararse para enfrentar, de manera más letal y eficiente, el siguiente ciclo de violencia que se cierne sobre el horizonte. Tal fue la intención real del gobierno de Pastrana al enfrentar el proceso de negociaciones de San Vicente del Caguán. El propio Pastrana, que hablaba de paz, mientras negociaba el Plan Colombia y daba rienda suelta a la herramienta paramilitar del Estado, reconoció cínicamente en un artículo a los diez años del quiebre de los diálogos del Cagúan este hecho:

    “[El] Plan Colombia (…) [nos] permitió sentarnos a la mesa de diálogo en desventaja inicial, prácticamente desarmados, con la certeza de que se habría de concluir, tras éxito o fracaso, con un Estado armado hasta los dientes y listo, como nunca antes, tanto para la guerra como para la paz.”[10]

    En ambos casos, sea que la oligarquía busque la pacificación del país sin cambios sustanciales o sea que busquen ganar tiempo para seguir con el negocio de la guerra, cualquier paz que se logre será efímera, será apenas la calma que anteceda la violenta tempestad que arreciará de la mano de los excluidos, de los despojados, de los violentados, de los oprimidos. Y son ellos los que deben movilizarse para imponer la necesaria voluntad de cambios estructurales y de fondo: el viento sopla a su favor de momento, pues la movilización popular va en alza y existe una saludable tendencia a la unidad de los que luchan. Estos dos elementos favorecen la posibilidad de que el bloque popular se convierta en un factor de peso en las negociaciones, más aún cuando el bloque dominante presenta contradicciones internas que, sin ser antagónicas, son bastante agudas y le generan una crisis de hegemonía.

    Los “enemigos (no tan) agazapados”: Santoyo y las contradicciones interburguesas

    La hegemonía del bloque dominante, consolidada durante casi una década de Plan Colombia y la mal llamada “Seguridad Democrática” (de la cual Santos fue un continuador), se ve afectada no solamente por la creciente movilización y descontento popular, sino que por la erosión de la unidad del bloque dominante. Cada vez se vuelven más frecuentes los choques entre el uribismo atrincherado entre los elementos enardecidos de las fuerzas militares, de los ganaderos, de la narcoburguesía y del gamonalismo, todos los cuales ven en la guerra su gran negocio, y el santismo que representa los intereses supremos de los cacaos y del Capital transnacional, que buscan la “paz” para abrir paso a sus negocios e inversiones en el area agro-extractivista. Aunque estos últimos sectores también hayan recurrido al paramilitarismo para asegurar la “confianza inversionista” y al despojo violento para enriquecerse, privilegiarían una manera menos costosa de garantizar sus ganancias, lo que los pone en una situación un tanto diferente a los sectores de la burguesía que dependen, estructuralmente, del despojo violento para acumular Capital.

    El columnista Alfredo Molano, hace unos meses, analizaba esta contradicción en el bloque dominante y el impacto que tendría sobre un eventual proceso de negociación:

    al presidente le queda más fácil negociar con la guerrilla que con los militares, los empresarios y los gamonales para no terminar derrotado en otro Caguán. Fue esa carencia el verdadero obstáculo de la negociación entre Pastrana y Marulanda. El error del expresidente no fue el despeje de 30.000 kilómetros, fue no haber negociado previamente con el establecimiento y con los militares el precio que esas dos poderosas fuerzas estaban dispuestas a pagar.”[11]

    Mientras se profundiza la crisis de hegemonía del bloque en el poder, y mientras avanzan las luchas populares así como la insurgencia, sería insensato para Santos no reaccionar ante la agitación que el uribismo lleva adelante en los cuarteles y su trabajo de polarización al interior del establecimiento. Ni Santos (ni los cacaos a los que representa, ni el imperialismo que lo respalda) aceptarán que Uribe se convierta en un factor de desestabilización. Todos ellos apoyaron a Uribe mientras éste les sirvió y les ayudó a recomponer la maltrecha hegemonía de una oligarquía decadente. Pero ni el imperialismo ni la oligarquía tienen amigos, sino que sólo intereses. En el momento en que deja de cumplir ese rol, Uribe se convierte en un “desechable”.

    En este sentido debe leerse el acorralamiento general al que la justicia está sometiendo al círculo íntimo del uribismo, con la condena de Rito Alejo, los crecientes señalamientos de paramilitares como Mancuso por sus nexos con las AUC, los líos de los familiares narcos del ex presidente y la deportación del general Santoyo. No es que recién nos estemos dando cuenta de lo podrido del entorno de Uribe; eso se sabe desde hace tiempo, pero ahora el contexto es otro. Particularmente el caso Santoyo parece ser un apriete importante contra Uribe: si alguien puede compremeterlo en el narcotráfico y el paramilitarismo, es él. Ya ha empezado a hablar de algunos generales, incluido el brazo derecho de Uribe, Mario Montoya, y ha amenazado con “cantar” sobre políticos[12]. ¿Será Santoyo la carta del santismo para intentar poner a Uribe bajo control? Habrá que ver la reacción de Uribe al anuncio de paz, lo que probablemente hará a través del Twitter. Pero si decide seguir jugando a la desestabilización, su caída, muy probablemente será solamente cosa de tiempo.

    Meterle pueblo a la negociación

    Aún cuando debamos ver las negociaciones sin ingenuidad y con bastante realismo, es indudable que el actual momento abre un potencial enorme para superar las condiciones estructurales que han llevado al conflicto social y armado en Colombia, y que han alimentado a este modelo de capitalismo mafioso que acumula en función del despojo violento. Tanto Santos como los empresarios rechazan, o son reacios a aceptar, la participación de “múltiples actores” en el proceso de paz. Es decir, buscan excluir al pueblo de la resolución de un conflicto que le afecta directamente, dejando así intactas las condiciones para el estallido de nuevas violencias, como las que crónicamente azotan a las sociedades del post conflicto centroamericano. Aún cuando el movimiento guerrillero en Colombia sea parte de un acumulado importante de luchas populares en Colombia, y aún cuando tenga un nivel de legitimidad muy importante en muchas regiones del país, está claro que ni la insurgencia, ni ninguna expresión del movimiento popular colombiano pueden tomar la representación exclusiva del movimiento popular.

    La propia insurgencia se ha manifestado en múltiples ocasiones en acuerdo con esta posición, la cual ven como consistente con sus postulados históricos. En su respuesta al profesor Medófilo Medina, el comandante máximo de las FARC-EP, Timoleón Jiménez, explica el sentido de la lucha política, “por el poder para el pueblo”, de esta guerrilla comunista: “Ni en [el] Programa Agrario, ni en ningún documento posterior de las FARC hasta la fecha de hoy, se ha planteado jamás que como organización político militar nuestra meta sea la toma del poder tras derrotar en una guerra de posiciones al Ejército colombiano, como se repite una y otra vez por todos aquellos que insisten en señalarnos la imposibilidad de ese objetivo. Desde nuestro nacimiento las FARC hemos concebido el acceso al poder como una cuestión de multitudes en agitación y movimiento.”[13]

    En esa linea, el citado artículo de El Espectador plantea claramente, como un problema para la negociación, que:

    De antemano se sabe que otro de los aspectos difíciles es la agenda de las Farc. Al respecto, está claro que en principio la pretensión de la guerrilla es meterle sociedad civil al asunto. Es decir, que los movimientos sociales, la academia o las minorías políticas tengan la misma vocería que puedan tener los gremios económicos. Por eso el denominado movimiento de la Marcha Patriótica puede cobrar protagonismo. Se trata de crear espacios políticos donde la discusión no se limite únicamente al pulso entre el Gobierno y la guerrilla. (…) Sobre el tema del Cauca las Farc tienen un pensamiento claro: si se llega a dar un proceso de paz con el Gobierno, los indígenas de ese departamento tienen que tener una vocería especial en la mesa de diálogo.”[14]

    Es necesario que el pueblo reclame y exija su derecho a tomar parte de este proceso y lo convierta en un diálogo nacional en el que se discutan los proyectos de país que están confrontados en un conflicto que no es solamente armado, sino ante todo social. Sobre la solución política, la misma respuesta del comandante Timoleón Jiménez establece que ésta:

    no puede entenderse sino como un replanteamiento del orden existente. No se trata de que guerrilleros arrepentidos y previamente desacreditados en extremo, entreguen las armas, se sometan al escarnio mediático y jurídico, para luego, con la espada pendiendo de un hilo sobre sus cabezas, ingresar al mercado de la política partidista a fin de hacer coro a las mentiras oficiales. De lo que se trata es de reconstruir las reglas de la democracia para que se debatan ideas y programas en igualdad de oportunidades. Sin el riesgo de ser asesinados al llegar a casa. O desaparecidos y torturados por una misteriosa mano negra que ya se anuncia que existe, como aquellas fuerzas oscuras que exterminaron a la Unión Patriótica bajo la mirada impasible de la clase política colombiana. Es justo que se abra un debate público y libre sobre estos asuntos, que se pueda hablar de estos temas sin ser arrollados de inmediato por los monopolios informativos concertados.

    Hay que meterle pueblo a estas negociaciones, aunque le moleste a la oligarquía ver a tanto patirrajado copando el debate político, terreno reservado por dos largos siglos de vida republicana a una élite dorada, a estirpes moribundas y decadentes cuyos apellidos se repiten una y otra vez ocupando todos los cargos de poder. Se trata de copar ese espacio, de llevar el debate político sobre la paz y la guerra, sobre el modelo político y económico a todas las plazas públicas de Colombia, a todas las facultades y escuelas, a todos los centros de trabajo, a las minas y las veredas rurales. Se trata de utilizar este debate para impulsar un proyecto de país que recoja y armonice las demandas más sentidas de todos los sectores populares que hoy luchan contra el modelo económico de muerte y saqueo impuesto por los de arriba.

    El anuncio del inicio de este nuevo camino en búsqueda de la solución política, no debe significar que haya que desmovilizar al pueblo. Muy por el contrario, indica que es hora de que el pueblo salga a luchar aún con más decisión, que se profundice la movilización social y que se fortalezcan los espacios de unidad del pueblo en lucha. Debemos rodear, más que nunca expresiones como la Marcha Patriótica para evitar un nuevo genocidio y proteger los espacios desde los cuales el pueblo movilizado hace sentir su voz y su apuesta por una nueva sociedad. Debemos apoyar las luchas de los campesinos, de los trabajadores, de los presos políticos, que hoy se encuentran en desobediencia y huelgas en todo el país. Debemos exigir el cese a la estigmatización, la persecución y el encarcelamiento de luchadores sociales. Hay que exigir el levantamiento del mote de "organizaciones terroristas" a los insurgentes para así garantizar las condiciones óptimas para el diálogo franco y libre. Debemos exigir que de este acuerdo inicial se avance a un cese al fuego bilateral y al desmonte del paramilitarismo como una manera de proteger la vida y la integridad de ese pueblo que hoy debe convertirse en el actor protagónico de este proceso.

    Solamente la movilización popular garantizará que este proceso de paz que se vislumbra en el horizonte concluya con las transformaciones estructurales que reclaman amplios sectores en Colombia. Y a la luz de los enormes desafíos planteados desde el poder, esta lucha por la paz no será nada menos que una lucha abiertamente revolucionaria. Es hora de hablar claramente sobre la naturaleza revolucionaria de esta lucha, que compromete la confrontación de un modelo basado en la explotación, el saqueo, la muerte y la exclusión, con un modelo que crece en el corazón del pueblo, basado en la inclusión, en el respeto a las comunidades y al medio ambiente, de carácter sostenible para proteger la vida, la dignidad y la autodeterminación de las personas. No es nada más ni nada menos que el tipo de Colombia que se quiere construir lo que está en juego.

    José Antonio Gutiérrez D.
    27 de Agosto, 2012


    [1] http://www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-...-cuba
    [2] http://www.telesurtv.net/articulos/2012/08/27/santos-y-....html Ver también http://www.caracol.com.co/noticias/escuche-aqui-la-entr....aspx y http://www.semana.com/nacion/telesur-dice-gobierno-farc....aspx
    [3] http://www.semana.com/nacion/eln-dispuesto-proceso-conj....aspx
    [4] Para un artículo que refleja las actitudes predominantes en el Estado sobre los alcances limitados que esperan de una eventual negociación, ver http://www.elespectador.com/impreso/politica/articulo-3...antos
    [5] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=155098&titular=l...eblo-
    [6] Ver, por ejemplo, la última columna de Humberto de la Calle http://www.elespectador.com/opinion/columna-370093-paz o el siguiente artículo http://www.elespectador.com/impreso/politica/articulo-3...antos Ver, en respuesta a esta tesis, un artículo nuestro previo http://www.anarkismo.net/article/21961
    [7] http://www.elespectador.com/impreso/politica/articulo-3...e-paz
    [8] http://verdadabierta.com/component/content/article/52-f...farc/
    [9] http://verdadabierta.com/component/content/article/52-f...farc/
    [10] http://www.eltiempo.com/Multimedia/especiales/caguan-pr...861-7
    [11] http://www.elespectador.com/opinion/columna-353508-gran...rtida
    [12] http://www.elespectador.com/impreso/judicial/articulo-3...ticos
    [13] http://prensarural.org/spip/spip.php?article7176
    [14] http://www.elespectador.com/impreso/politica/articulo-3...e-paz

  • author by Coordinador Nacional Agrario de Colombia - CNApublication date Sun Oct 21, 2012 19:55author address author phone Report this post to the editors

    Saludamos y vemos un ambiente esperanzador que comiencen hoy en Noruega los diálogos entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Colombia FARC EP y el Gobierno Nacional, se abre así una ventana de esperanza y deseo que comience a manifestarse el anhelo que tenemos los colombianos y colombianas por la PAZ, una paz que nos ha sido negada desde tiempos inmemorables a los campesinos, campesinas, afrodescendientes, indígenas, pobladores urbanos, al pueblo colombiano en general.

    Somos hoy once millones de campesinas, campesinos, afrodescendientes e indígenas unos 5.400.000 campesinos, 1.600.000 indígenas con 87 etnias equivalente al 3.4% de la población colombiana, y unos 4.000.000 Afrocolombianos que aun habitamos nuestros campos y nos resistimos a salir de él.

    Somos también quienes hemos vivido y continuamos viviendo el terror implantado mediante los asesinatos selectivos, las masacres, la desaparición forzada, el encarcelamiento, el desvertebramiento y destrucción de nuestras organizaciones campesinas, negras e indígenas; conscientes que este terror tiene como único fin el de entregar nuestros territorios “libres de problemas” para la inversión de capital transnacional, ejerciendo mediante la fuerza el control territorial en lo económico, político, militar y social; vemos hoy como justo en las regiones donde más se instauró esta política de terror las empresas trasnacionales hacen presencia para la explotación de nuestros bienes mineros, energéticos, madereros, y de biodiversidad, como también la implementación de plantaciones de monocultivos, Megaproyectos, agronegocios, obras de infraestructura, turismo entre otras.

    Hemos sentido y vivido también ante esta macabra política mencionada el despojo de nuestras tierras, millones de hectáreas concentradas en pocos dueños condenándonos al desarraigo la miseria y opresión.

    Conocemos que la política aplicada mediante el terror de la muerte, el despojo de nuestras tierras, las leyes nocivas, la política de comercio internacional llámese TLCs, los agronegocios el desarraigo de nuestros territorios va conduciendo a que en Colombia exista en el futuro un campo sin campesinos, para que seamos empleados como trabajadores de mano de obra barata en las grandes plantaciones y agronegocios, negros e indígenas que cuiden los bosques, la producción de oxigeno y agua y sirvan como atractivo para mostrar ante el turismo de la salud que hoy se promociona ante el mundo.

    Como campesinos, campesinas, indígenas, afrodescendientes, pequeños mineros, agromineros, pescadores, trabajadores rurales, ambientalistas, estudiantes, profesores, niños y niñas que conformamos el CNA planteamos:

    La necesidad de dialogar y negociar con el conjunto de la insurgencia colombiana incluyendo al Ejército de Liberación Nacional ELN.

    Garantizar también la participación de toda la sociedad colombiana, las organizaciones campesinas, indígenas, afrodescendientes y sociales en general quienes hemos construido y tenemos propuestas de región, sector pero también de país.

    Consideramos que se debe parar la guerra, conscientes que no solo el silenciamiento de los fusiles es suficiente, aunque si importante. La solución al conflicto social y armado que vive el país pasa por dar solución definitiva a los desequilibrios sociales que hoy existen y a los problemas que hoy nos aquejan.

    Solucionar el problema de la tenencia de la tierra, su uso y propiedad garantizando nuestra vida y permanencia en ella con la autonomía de ser nosotros y nosotras quienes administremos nuestros territorios, ya que los concebimos como el centro de nuestra vida, cosmovisión y unidad.

    Solucionar y garantizar con políticas eficaces lo que para nosotros y nosotras es una vida digna con acceso de todos y todas a la educación, la salud, la vivienda, la recreación, las vías de comunicación, la recreación, la tecnología, el respeto al saber tradicional y ancestral como también a nuestra identidad, cultura y tradiciones..

    Se deben establecer políticas encaminadas a proteger la producción nacional de alimentos garantizando nuestra soberanía y autonomía alimentaria, dentro de nuestros patrones culturales tradicionales.

    Resolver para el país y nuestras comunidades la real soberanía y autonomía política, económica, cultural, social y ambiental.

    Garantizar la verdad la justicia y la reparación y la no repetición a los crímenes de lesa humanidad, y violaciones a los derechos humanos, como también el retorno con garantías a los despojados a nuestras tierras y territorios.

    Por último:

    Invitamos a todos los colombianos y colombianas a fortalecer la unidad, exigiendo del gobierno colombiano la participación de todos y todas en el proceso de paz.

    Llamamos a las organizaciones hermanas del continente y del mundo, estar atentas y brindar solidaridad en este crucial momento para la paz que continuamos demandando en nuestro país que sin lugar a dudas incidirá en el continente entero.

    “Por la Defensa y recuperación del campo colombianoVida digna y soberanía popular”

    author by Agencia Prensa Ruralpublication date Thu Oct 04, 2012 12:49author address author phone Report this post to the editors

    La guerrilla de las FARC ha confirmado desde Cuba que las conversaciones de paz con el Gobierno de Santos se iniciarán el próximo 15 de octubre en Oslo.

    Rodrigo Granda, miembros del equipo de los rebeldes, ha leído desde la Habana a la emisora colombiana Blu Radio, un comunicado que dijo estar firmado tanto por las FARC como por el Gobierno de Colombia.

    "El Gobierno Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP) informan a la opinión pública nacional e internacional, que en reunión sostenida por los equipos técnicos de ambas partes se aprobó comenzar las conversaciones el 15 de octubre del año en curso y hacer un anuncio público el 17 de octubre en la ciudad de Oslo", ha indicado Granda.

    El guerrillero ha hecho referencia al "compromiso firmado" el 26 de agosto pasado en La Habana que dio lugar al llamado Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, que permitirá abrir la mesa de diálogo en Oslo para después trasladar las negociaciones a La Habana.

    El Gobierno colombiano y las FARC iniciarán así su tercer proceso de paz en los casi 50 años de conflicto armado, con Cuba y Noruega como garantes y Chile y Venezuela en calidad de acompañantes.

    Las FARC y el Gobierno colombiano anunciaron el acuerdo a finales de agosto tras seis meses de conversaciones exploratorias y secretas celebradas en La Habana.

    Este anuncio se ha producido el mismo día en que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ha dicho que será intervenido de un cáncer de próstata que no le obligará, sin embargo, a abandonar sus funciones como Jefe del Estado.

    Related Link: http://prensarural.org/spip/spip.php?article9293
    author by Alberto Pinzón Sánchezpublication date Thu Sep 27, 2012 22:06author address author phone Report this post to the editors

    La firma del acuerdo de agosto en la Habana, entre el gobierno colombiano y las FARC para la terminación del conflicto social armado de Colombia; ha abierto una nueva situación política y social en el país. Una nueva cualidad que pocos han captado en su verdadero tamaño, arrastrados o empujados por la inercia de décadas de Hegemonía absoluta de los medios de comunicación y de los formidables Aparatos Ideológicos de Estado (AIE), como la Iglesia, la Escuela y el bipartidismo liberal conservador; tradicionalmente empeñados en mostrar el espantoso conflicto interno colombiano como una lucha a muerte, o cruzada religiosa triunfante entre el Bien y el Mal.

    A la cual muy pronto se le sobrepuso sincréticamente, el binomio ideológico estadounidense que soportó la guerra fría: la contradicción insoluble entre comunismo con su degeneración burocrática y la democracia bipartidista representativa en su versión estadounidense, como únicas opciones civilizatorias y que la vida misma se ha encargado de demostrar no eran las únicas, en el largo camino humanista de lograr la Democracia directa y popular como la descrita por Marx en 1781, en la Comuna de Paris.

    Hay un desconcierto frente a algo inesperado y ante lo cual muy pocos estaban preparados, como es la búsqueda de una vía política para la finalización del conflicto (opuesta antagónicamente a la vía militar), porque el triunfo militar sobre el diablo siempre se dio por descontado. Y así como la semana pasada se vio una verdadera eclosión de agendas paralelas e individuales, a la signada en la Habana, hoy desde los mismos medios de comunicación, convertidos en un baluarte irreductible del nacional catolicismo de la oligarquía colombiana, se pasa a imponer la matriz mediática encaminada a exculpar de su responsabilidad directa en origen y gestación del conflicto interno a la clase dominante colombiana, quien desde hace 200 años DIRIGE los destinos del llamado Estado colombiano y que desde sus inicios en 1830 recurrió al uso del Poder del Estado para hacer política y resolver contradicciones sociales o políticas por la vía militar.

    Lo atestigua el hecho histórico infame de 9 guerras civiles en el siglo XIX, la guerra de los mil días concluida al iniciar el siglo- XX- cambalache, la masacre de las bananeras en 1928, la violencia bipartidista del 1946, el sucesivo exterminio gaitanista, los bombardeos militares en los llanos y en el Tolima en 1954, y, diez años más tarde, el ataque aero-trasportado del Plan Laso de los EEUU sobre 48 campesinos comunistas de Marquetalia, con el consecuente surgimiento de la guerrilla resistente de las Farc y su prolongación con sucesivos planes norteamericanos de exterminio y expansión geoestratégica, hasta el día de hoy.

    En breve: desconocer, ex profeso, la sangrienta realidad histórica colombiana y, la violencia militarista ejercida desde el Poder del Estado con la carátula de la legalidad y la derrota del diablo, para continuar justificando la impunidad secular característica.

    Ante la nueva realidad (de la cual hay que partir) azorados le preguntan al frio asesino jugador de póker ¿Vamos a negociar con el diablo? Y reciben como respuesta, el eco de su angelical pregunta: “Donde el diablo Mora”. No les cabe preguntarse ¿Se pactará el fin del uso secular de la violencia militarista, ilegal e ilegítima, ejercida desde la cúpula del Estado contra las gentes del común satanizadas de antemano? No. A lo sumo recurren al revisionismo histórico y perestroiko ruso, para imaginarse un celestial postconflicto sin narco- para- militares, y sin organizaciones de izquierda que reclamen la tesis leninista de las variadas acciones de masas en su resistencia unitaria contra el exterminio y el terror decretado y ejercido desde la cúpula militarista del Poder central.

    “Yo ordené eliminar matar a Alfonso Cano a pesar de que él inició las conversaciones de paz” dice exultante con frialdad de asesino JM Santos, desde su podio privilegiado en EEUU este 25.09.2012. Bien asesorado, el tahúr pretende continuar aterrorizando a sus adversarios, advirtiéndoles que con la misma frialdad con la que dio la orden “eliminar” a Alfonso, puede pararse de la mesa de diálogos de la Habana, cuando en su fuero lo considere conveniente. Para eso ya también ha metido la basa mentirosa de que, si las conversaciones fracasan, él es el único responsable de lo que suceda.

    Miente JM Santos una vez más. Si las conversaciones fracasan la negra noche reaccionaria y regresiva que envolverá a Colombia será responsabilidad de todos los colombianos que no fuimos capaces de rodear desde la calle, esa mesa de paz con suficiente decisión hasta permitir que Santos en un pase ligero de manos, se apropie de la responsabilidad de patearla cuando el juego que pactó no le sea agradable.

    Esa debe ser nuestra respuesta al traicionero puñal del jugador de póker sangriento, y nuestro mayor homenaje al sacrificado comandante Cano, buscador infatigable de la paz para Colombia: Rodear en calles y carreteras la mesa de diálogos de paz de la Habana, insistiendo en las reformas estructurales que la sociedad necesita y, recordando siempre la verdad de la Historia sangrienta de Colombia; hasta que el ejercicio del Poder del Estado vuelva a ser legal y legitimo y democrático. No un baño militarista de sangre impuesto con terror desde las alturas.

    author by Mesa Nacional de Unidad Agrariapublication date Fri Sep 14, 2012 00:56author address author phone Report this post to the editors

    La reciente firma en la Habana Cuba, del acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera realizado entre el gobierno nacional, que preside Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC – EP, abren un nuevo escenario en la vida política del país y a su vez la posibilidad de poder alcanzar una solución negociada al conflicto armado, que ha desangrado al pueblo colombiano por más de cinco décadas.

    La Mesa Nacional de Unidad Agraria, segura de que este momento histórico para los colombianos, se convierte en una oportunidad indiscutible que puede poner fin al largo conflicto armado y llegar a un real proceso de paz con justicia social. Pero también consientes, que el proceso de diálogos que se inicia tendrá muchos tropiezos y enemigos, que deberán superarse en el camino, hacia la firma final de un tratado de paz entre las partes. Por ello respaldamos de manera incondicional los diálogos de paz, que se instalaran oficialmente en Oslo, Noruega, el próximo mes de octubre y que posteriormente se trasladaran a Cuba. A su vez llamamos a las partes a no levantarse de la mesa de negociaciones, a pesar de las adversidades que puedan presentarse en el desarrollo de estas conversaciones.

    Como es de conocimiento público, uno de los puntos principales de la agenda a negociar, es el relacionado a la discusión de una política de desarrollo agrario integral, que según el acuerdo busca impulsar la integración de las regiones y el desarrollo social, económico y equitativo del país, entre otros. Punto este que consideramos esencial para avanzar en la superación de una de las causas que dieron origen al largo conflicto social y armado que vive el país, por lo que desde la Mesa Nacional de Unidad Agraria, ponemos a disposición de las partes, nuestra propuesta de ley general de tierras, reforma agraria y desarrollo rural integral (Ley Alterna). La cual encarna el sentimiento y necesidad histórica de solución definitiva al problema agrario y exclusión social del campesinado colombiano, que le ha arrebatado el derecho a vivir dignamente.

    Por último consideramos necesario para consolidar el proceso de diálogos y alcanzar un acuerdo de paz duradera, las siguientes sugerencias:

    1. Amplia participación social, popular y sectorial.

    2. Avanzar en un pronto acuerdo de cese bilateral al fuego.

    author by Variospublication date Thu Sep 13, 2012 18:51author address author phone Report this post to the editors

    Saludamos los esfuerzos de acercamiento para la búsqueda de paz a través del diálogo y la negociación política entre el gobierno del Presidente Santos y la guerrillera de las FARC-EP.

    Deseamos que se habilite un acercamiento y una respuesta a las manifestaciones reiteradas para dialogar de la guerrilla del ELN.

    Este ambiente no hubiera sido posible sin el clamor permanente de la sociedad, de valerosas comunidades y organizaciones, y el valor en el último tiempo de Colombianas y Colombianos por la Paz, en cabeza de Piedad Córdoba, que a través del intercambio epistolar han logrado respuestas humanitarias y políticas de las guerrillas de las FARC y del ELN, con las liberaciones de personas privadas de la libertad en poder de las FARC, con sus manifestaciones respecto a la situación de privados de la libertad en centros carcelarios de Colombia y en el extranjero de guerrilleros de las FARC y del ELN, y con su apoyo concreto a propuestas humanitarias de las comunidades a lo largo y ancho de Colombia en medio del conflicto armado.

    Siendo testigos en nuestras visitas a diferentes lugares de Colombia de las graves afectaciones que sufren las comunidades, organizaciones y personas que afirman sus derechos en medio del conflicto armado, instamos al gobierno que conduce está negociación propiciar una plena participación de las víctimas, sus organizaciones y la sociedad civil organizada para que se conduzcan a cambios progresivos, profundos y soberanos en lo económico, lo sociales y lo político que son causas que han dado origen al conflicto armado y la exclusión social.

    Los eventuales acuerdos en un espacio de diálogo son una oportunidad para sentar bases sólidas en proyecciones democráticas pero por sí mismo no son los constitutivos de los cambios democráticos urgente de inclusión que se requieren. La Transición hacia la paz duradera es mucho más que justicia, verdad, reparación y garantías de no repetición, lo que exige del Estado colombiano una disposición de voluntad política para redefinir el presupuesto nacional en orden a la inclusión, a la protección de derechos, a la protección de la riqueza biológica y de intercambios comerciales justos.

    Una paz duradera no es contraria a los derechos de las víctimas a la verdad, a la justicia, y a la reparación. Las discusiones en torno a mecanismos de Justicia Transicional para encontrar fórmulas jurídicamente viables y éticamente aceptables, no puede partir de la renuncia de investigación penal. Por el contrario, cualquier pretensión en este sentido debe partir de una investigación eficaz y profunda, de lograr el esclarecimiento judicial de estructuras de mando y beneficiarios, para que sea valorar los proyectos de Estado y sociedad construidos por los responsables de crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y graves y sistemáticas violaciones de derechos humanos. Entre ellas, por ejemplo, la necesidad del conocimiento y la devolución de las personas desaparecidas o las garantías plenas para el retorno con dignidad.

    La paz requiere enfrentar muros consolidados de criminalidad con agentes y estructuras estatales que han posibilitado el exterminio del movimiento social y de expresiones políticas. Estas operaciones encubiertas han asegurado la acumulación o la protección de la riqueza, y las lógicas de corrupción en el ejercicio del poder.

    Sin que se esclarezca a fondo la verdad de los crímenes cometidos contra esas poblaciones, sus autores materiales y verdaderos beneficiarios, sin que haya investigaciones penales diligentes, oportunas y por medios imparciales e independientes con sanciones proporcionales a la gravedad de los crímenes cometidos, y una reparación integral que recoja las demandas de las víctimas, difícilmente no es posible habilitar salidas penales. Ningún pacto puede ser de espaldas a las víctimas y la sociedad. En este sentido, las guerrillas de las FARC y del ELN deberán asumir sus responsabilidades éticas, politicas y juridicas, sin que se desconozca el carácter de sus delitos políticos, y que se identifiquen con precisión las afecciones y los daños causados a personas en su vida e integridad y libertad.

    Invitamos al presidente Santos a considerar la propuesta de comunidades, en las que hemos estado presentes, de pactar un cese al fuego verificable para hacer creíble el proceso a quiénes han padecido como sujetos pasivos el conflicto armado. Un cese bilateral hará creíble y llevará también a las guerrillas actuar en consonancia con su voluntad hacia la salida al conflicto.

    Vemos con preocupación como se vulnera el camino hacia el diálogo con con la reforma a la Justicia Penal Militar y el llamado proyecto del Derecho Operacional. Dos apuestas que proyectan la idea de la continuidad del conflicto armado interno y que pretenden asegurar desde ya la impunidad y las fases de militarización de la sociedad que se ha venido dando con la fase de consolidación militar.

    En la reforma de la justicia penal militar se plantea la presunción de la relación con el servicio a las operaciones y procedimientos de la Fuerza Pública en las que se cometan violaciones de derechos humanos e infracciones al derecho humanitario se podrán comprender como acciones de servicio. La Reforma deja abierta la posibilidad de manipular la escena del crimen, de omitir la recogida de pruebas y elementos asociados que podrían comprobar la responsabilidad de agentes estatales.

    Esta Reforma desconoce el deber de garantía de los estados sobre los ciudadanos, desnaturaliza el carácter de un Estado de Derecho y su responsabilidad de PREVENIR Y SANCIONAR la responsabilidad por las violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario.

    Aunque no ha sido reglamentado y se dice que no comprende a agentes estatales, nos asaltan preocupaciones por interpretaciones de aplicación del Marco Legal para la Paz, que aunque no ha sido reglamentado, puede ser interpretado a través de la selección y priorización de las investigaciones de los máximos responsables de crímenes de lesa humanidad, genocidio, o crímenes de guerra cometidos de manera sistemática como una renuncia per se investigar la gran mayoría de los crímenes cometidos. Adicionalmente, como una ventana de salida para los pocos agentes estatales condenados quienes se podrían beneficiar con la suspensión de la ejecución de la pena u otras alternativas. Se debe posibilitar fórmulas transicionales respetando los derechos de las víctimas.

    Si la verdad pretende propiciar una conciencia colectiva de lo que no debe volver a repetir, la constitución de una Comisión de la Verdad, luego de unos eventuales acuerdos con las guerrillas, debe considerar iniciativas del deber a la memoria y del derecho a la verdad ya existentes, entre ellas, la que hemos trabajado con organizaciones, comunidades y grupos de víctimas a través de nuestra labor de comisionados, y que hoy se encuentran en propuesta de Comisión de la Verdad de la Comisión Ética y del Movimiento de Víctima.

    La ausencia de un cese al fuego en las aproximaciones entre el gobierno y las guerrillas, al lado de estas reformas legales y la continuidad de la militarización y control social territorial preocupa como factores que generan mayores víctimas, mayor victimización y hagan poco cierto la voluntad hacia la paz.

    La lucha contra la impunidad, la depuración de la fuerza pública y entidades estatales de personas responsables de graves violaciones de derechos humanos para recuperar con hechos la confianza en las autoridades, una mayor democratización y participación de amplios sectores de la sociedad civil en la deliberación política, una limitación seria en la acumulación de la riqueza y una distribución en conformidad con un Estado Social de Derecho y un reconocimiento de los derechos de las víctimas, serán factores determinantes para un proceso que posibilite una democracia profunda en Colombia.

    Firman:

    Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nóbel de Paz, SERPAJ, Argentina

    Asociación France Amerique Latine; Francia

    Carlos Fazio, investigador y catedrático de la UNAM; periodista, Méjico

    Comisión Ética contra la Tortura de Chile - Chile

    Coordinadora de Ex presos y Ex presas Políticos de Chile

    Comunidad Cristiana de Santo Tomas, Andrés Redondo, Pilar Sánchez, Alberto Giráldez Dávila, España

    Enrique Santiago, abogado, experto en derecho internacional, España

    Gilberto Rivas y López, antropólogo, catedrático del Instituto de Antropología e Historia, Méjico

    Lorenzo Loncon; werken comunidad mapuche newen mapa, pueblo Mapuche

    Mary Bricker-Jenkins, PhD, Poor People’s Economic Human Rights Campaign, EEUU

    Mirta Acuña de Baravalle; Madres de la Plaza de Mayo - Línea Fundadora, Argentina

    Observatorio de la Escuela de las Américas (SOA WATCH); Elizabeth Deligio, Charity Ryerson, EEUU

    Rick Ufford Chase; Director Ejecutivo de la Sociedad Presbiteriana de Paz de la Iglesia Menonita, EEUU

    Stephen Haymes, Universidad de dePAul, EEUU

    Vicente Font Gregori, Directora del Instituto Catalán Internacional para la Paz;

    Antonio Pigrau Solé, abogado, experto en derecho internacional,

    Espai Catalunya-Comissió Ètica, España.

    Movimiento Sin Tierra de Brasil

    author by Carlos Medina Gallego - Docente –Investigador, Universidad Nacional de Colombiapublication date Wed Sep 12, 2012 19:06author address author phone Report this post to the editors

    Los acercamiento del Gobierno del presidente Juan Manuel Santos con las FARC-EP, en el camino de iniciar un proceso de solución política negociada al conflicto armado han sido recibidos por la comunidad nacional e internacional de la mejor manera, con grandes expectativas y motivaciones y, no por ello sin objeciones, escepticismos y pronosticados fracasos por parte de algunos sectores radicales unidos ideológica y políticamente a la administración del ex - presidente Uribe.

    La posibilidad de ampliar este proceso para que el ELN ingrese a él o se posesione de manera simultánea y paralela un proceso independiente que se fije propósitos similares, debe colocarse al frente de las preocupaciones no solo del Gobierno Nacional, sino, igualmente de la dirigencia del ELN representada por la Dirección Nacional y el Comando Central (COCE) de la organización.

    Se especula, más con deseo que con veracidad alguna, que se están produciendo acercamientos entre las partes y, eso seria de la mayor importancia, si estos acercamientos se hacen con discreción y sus resultados expresan la voluntad de las partes de avanzar en concretar en acciones e iniciativas conjuntas las permanentes manifestaciones de disposición para marchar en un proceso de solución negociada.

    El ELN transitó una largo proceso de acercamientos y diálogos durante la administración Uribe en siete rondas de conversaciones en la Habana-Cuba en el periodo que se extendió entre el 16 de Diciembre del 2005 y el 18 de Julio del 2007, en los que se avanzó de manera importante en la elaboración de un Acuerdo Base, que hoy habría que revisar pero que contienen un acumulado de conversaciones que son susceptibles de ser repasadas, transformadas y mejoradas. La mayor herencia de ese proceso fue la creación de una metodología de diálogo y negociación que constituyen sin duda patrimonios intelectuales y políticos para viabilizar un proceso con la insurgencia cuando se ha tomado de manera irreversible la decisión de ir hacia la paz y, la lucha social y política.

    Ninguna organización armada en el país, se ha peleado tanto un proceso de paz como el ELN, y ninguna organización ha sido tan irrespetada, al reducir sus iniciativas a un procedimiento residual de procesos mayores. Las Rondas de negociación con el ELN dejaron en claro dos aspectos que resultan primordiales a tomar en consideración hoy en los diálogos con la insurgencia y que son razón de la preocupación de los sectores que miran el proceso con escepticismo e incertidumbre: el primero la necesidad de ir construyendo en el proceso mismo un ambiente para la paz, que tendría como temáticas de reflexión, discusión y acuerdo, el cese al fuego y las hostilidades y, el segundo, ponderar en su justa dimensión los espacios de participación de la sociedad, en escenarios operativos de construcción de programas de desarrollo y paz, Consejos Nacionales, Regionales, Departamentales y Municipales de Paz, y espacios ciudadanos y comunitarios para hacer seguimiento a los acuerdos, establecer las veedurías y garantizar el cumplimiento de los mismos.

    Tal vez el mayor acierto que se puede lograr en un espacio de negociación es una agenda operativa de finalización del conflicto armado, unida a la apertura de una agenda amplia de reivindicaciones, reformas y transformaciones sociales liderada ya no por la insurgencia, si no por las organizaciones sociales y políticas, protegidas, respetadas y escuchadas por toda la institucionalidad del Estado que apunte a resolver los grandes problemas del país.

    El ELN conjuntamente con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos tienen la responsabilidad de pensar, decidir y poner en marcha un proceso de paz que en el tiempo coincida con el iniciado por las FARC-EP, pero que tome en consideración las especificidades de esta organización que igual ha hecho presencia en el país a lo largo de medio siglo. Seguramente distintos sectores de la sociedad civil, política y la academia estarían dispuestos a prestar sus buenos servicios para que se produjeran estos acercamientos, si no existieran todavía. Que bueno seria que las partes echaran mano de la Comisión Facilitadora Civil que contribuyó en los acercamientos de las Rondas de la Habana y que seguramente, estaría dispuesta a contribuir en crear los escenarios de una Agenda y Metodología para el dialogo GOBIERNO-ELN.

    Sin embargo, sin importar por donde se produzcan los acercamientos, lo que resulta urgente es que Nicolás Rodríguez Bautista, Antonio García, Pablo Beltrán, Ramiro Vargas y el otro miembro del COCE, conjuntamente con la Dirección Nacional, entiendan el momento histórico y tomen la decisión de marchar de manera definitiva e irreversible tras una agenda de paz, realista y alcanzable en los actuales momentos del conflicto y que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos entienda la importancia que tiene para el país un proceso de solución política negociada con el ELN.

    Resultan de la mayor importancia las declaraciones del comandante “Pablo” del Frente de Guerra Oriental, del cual hace parte el Frente Domingo Laín, en el sentido de que el ELN esta dispuesto para recorrer una ruta de acercamiento y diálogos de paz con el gobierno del Presidente Santos, dadas a conocer por el programa Grandes Temas, conducido por el director de Canal Capital, Hollman Morris-

    Estas declaraciones resultan de la mayor importancia en cuanto que esta estructura del ELN ha mostrado siempre una gran independencia y autonomía en sus decisiones y se envía a través de ellas un mensaje de unida de criterio y explicita subordinación de esas estructuras a las orientación y a la cadena de mando del COCE y del comandante del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista. Esperemos que este anuncio constituya la semilla de la que germine un proceso con el ELN.

    No quisiera dejar de señalar la responsabilidad que tiene la sociedad civil y ciudadana, los movimientos sociales, de las organizaciones políticas, la prensa democrática, la academia y la institucionalidad en general de contribuir con optimismo a la salida política del conflicto armado, sin entorpecer los procesos, recuperando el protagonismo que se debe tener en la ampliación y profundización de la democracia en el país a partir de sus propias agendas reivindicativas: lo peor que le podría pasar a un proceso de estos es que todos los sectores de la sociedad le colgaran unos sus agendas reivindicativas especificas y, los otros, su carga de escepticismos y sus augurios de fracaso.

    author by ELNpublication date Tue Sep 11, 2012 16:15author address author phone Report this post to the editors

    Ya hemos expuesto las dificultades a superar, en un camino hacia la paz y ésta semana han abundado los ejemplos, no por ello, perdemos la confianza, por el contrario, reafirmamos nuestro compromiso en la monumental empresa.

    Si hemos resistido medio siglo de guerra, continuar buscando la paz, sigue siendo nuestra apuesta. En ello nos animan millones de humildes de esta patria herida y mancillada, a quienes se les ha negado ese derecho, consagrado en la Constitución Nacional, hasta ahora como adorno.|

    En los días pasados, el presidente Santos, nos convocó públicamente a participar en el proceso de paz, y entendemos su llamado, como respuesta a nuestras reiteradas solicitudes y exigencias, para iniciar ese camino.

    Señor Presidente, usted sabe que la paz que considera válida y sensata el ELN, es la que significa cambios estructurales para Colombia y ello se sintetiza en justicia y equidad social, democracia real y soberanía. Alcanzarla no es sencillo, ni es un acto, por el contrario, es bien difícil, pero es el único camino de futuro y compartimos con usted que debemos ser realistas comenzando por la manera como debemos iniciar el intercambio y establecer la agenda.

    LUEGO DE SUS ANUNCIOS respecto de la mesa con los compañeros de las FARC, se han expresado los políticos, los gremios, los expertos, los militares y ex-militares principalmente, usted ha conformado con ellos, la delegación del gobierno en la mesa de diálogo. Del otro lado, están los negociadores de las FARC. La pregunta que muchos nos hacemos es:

    ¿En qué parte de la mesa se van a sentar los otros representantes de la sociedad colombiana que deben tener voz y voto para que la mesa no quede coja y la paz trunca?

    Nos referimos a los trabajadores, campesinos, estudiantes, académicos, maestros, intelectuales y el resto de fuerzas vivas de la sociedad. Solo con su inclusión, la paz será posible Usted planteó que era indispensable corregir los errores cometidos en las experiencias anteriores de diálogos, ese fue uno de ellos.

    Es indispensable reconocer, que ni el gobierno ni la insurgencia puede abrogarse el derecho, de reemplazar la sociedad en la mesa y definir por ella. Por lo tanto expresamos la urgencia de que las organizaciones populares y sociales organicen sus agendas con sus representantes. Esta es una tarea en la que nadie puede remplazarlos y en la que sin ellos, el camino de la paz comienza equivocado.

    EL VENIDERO MES DE OCTUBRE, histórica fecha de resistencia y lucha, el movimiento popular y social se expresará en las calles; sin duda en su agenda, la paz ocupará el lugar preponderante y nada más sensato que incorporarla como parte de la mesa, de manera integral y no delegada.

    Estamos de acuerdo que el camino hacia la paz, implica apuntar a terminar el conflicto y no ha prolongarlo, ese conflicto es social y armado, solo abordándolo en sus dos componentes, la paz será real y posible.

    Es contradictorio iniciar y mantener un dialogo en medio de la guerra, eso representa un peligro grave para el proceso de paz. ¿No son suficientes cinco décadas de guerra para quienes quieren contar la paz en montones de cadáveres y charcos de sangre? No hay duda que, es un mal precedente para comenzar y es indispensable cambiar la lógica.

    Estamos obligados presidente Santos, a actuar con sensatez y escuchar los clamores de los colombianos y las colombianas que solicitan un cese al fuego bilateral, o una tregua bilateral,porque ellos están en medio del conflicto y son las víctimas.

    No debe sorprender a nadie que las luchas venideras de las masas colombianas, abogarán por el cese bilateral del fuego y las hostilidades porque son las víctimas del conflicto, pero además, ese paso le dará certezas al proceso por la paz de Colombia.

    NO PODEMOS DEJAR DE MENCIONAR, un serio escollo para alcanzar la paz, expresado en un reciente comunicado de los militares retirados, firmado por el Brigadier General Jaime Ruiz Barrera, allí se dice:

    “La paz podría ser la victoria, pero, como bien se dice, para alcanzarla, hay que ganar la guerra. Ganar la guerra es quebrar la voluntad de acción de los terroristas. Es debilitarlos tanto como sea necesario para lograr que renuncien a sus aspiraciones y se sometan a las leyes de la República….”

    “Debe modificarse la agenda, e imponer un cese al fuego unilateral que prohíba expresamente el accionar terrorista indiscriminado contra la población civil, el uso de campos minados, el desalojo de tierras, el secuestro, la extorsión, la comisión de otros delitos atroces y la utilización del movimiento “Marcha Patriótica” como brazo político de la organización terrorista. Este movimiento político deberá ser liquidado hasta tanto no se llegue a un acuerdo final de suspensión del conflicto armado”.

    Para los representantes de esta corriente de pensamiento, no son suficientes 50 años de guerra con más de medio millón de muertos entre otras desgracias y sigue soñando con “ganar la guerra” acudiendo a exterminar las organizaciones populares, como es el caso de la amenaza a la Marcha Patriótica, lo cual merece la más enérgica condena porque son los métodos terroristas de Estado que llevaron a Colombia a esta encrucijada, una mesa defendiendo esas posiciones, deja demasiados sin sabores.

    TODA COLOMBIA DEBE PRONUNCIARSE sobre esta grave amenaza, lo mismo que la comunidad internacional, mucho más cuando existen los antecedentes del aniquilamiento de organizaciones de masas como La Unión Patriótica, A Luchar y el Frente popular, y particularmente ahora que se empieza a abrir, la posibilidad de un camino para la paz.

    La paz nos exige grandeza, el conflicto no se supera con la vieja aspiración guerrerista de una insurgencia rendida y desmovilizada, ese es un camino fracasado, tampoco es como dicen algunos, hacer la revolución por contrato.

    Solo la sensatez, racionalidad y arduo trabajo de todos los luchadores por la paz, sacará a Colombia del túnel donde los señores de la guerra la internaron. Blindar el proceso, es lograr que las mayorías marginadas de siempre, asuman el protagonismo de la paz. Ese es el reto, las organizaciones populares y las sociales, los patriotas y demócratas de Colombia tienen la palabra.

    author by Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra - ACVCpublication date Fri Sep 07, 2012 14:14author address author phone Report this post to the editors

    La Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra -ACVC recibe con mucha esperanza la firma del "Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera" suscrito entre las partes confrontadas: el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC.

    La ACVC se complace al constatar que el primer punto de la agenda acordada busca solucionar los conflictos por la tierra y sus recursos, garantizar el acceso a estos, construir política agraria y de desarrollo rural, dotar de infraestructura y servicios al campo colombiano, posibilitar la soberanía alimentaria y el mercado local para el campesinado. Estos son, sin duda, pasos ineludibles hacia el logro de la paz.

    La ACVC siempre ha considerado que el conflicto colombiano es político, social y armado. Por lo tanto la salida de la guerra pasa por lograr la inclusión política con plenas garantías para ejercer los derechos civiles y políticos, por establecer la verdad y llegar a la justicia, por reparar a las víctimas, pero también pasa la paz por garantizar el acceso a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales para todos y todas.

    La ACVC aporta a este proceso sus aprendizajes sobre la defensa de los derechos humanos, participación comunitaria, desarrollo rural, soberanía alimentaria y concertación, adquiridos durante años de experiencia de organización y resistencia en medio del conflicto armado, contenidos en la iniciativa de la Zona de Reserva Campesina del Valle del Río Cimitarra y en el "Manifiesto por la Tierra y la Paz", resultado del primer Encuentro Nacional de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes por la Tierra y la Paz de Colombia, celebrado el año pasado en Barrancabermeja, como un modesto aporte a los acumulados necesarios para el logro de una paz sostenible y duradera.

    Hacemos un llamado a toda la sociedad colombiana para que nos sumemos en las movilizaciones ciudadanas y sociales por la paz. Los beneficiarios de la guerra son una élite minoritaria, los beneficiarios de la paz seremos todos.

    Related Link: http://prensarural.org/spip/spip.php?article9062
    author by Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra - ACVCpublication date Fri Sep 07, 2012 14:14author address author phone Report this post to the editors

    La Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra -ACVC recibe con mucha esperanza la firma del "Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera" suscrito entre las partes confrontadas: el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC.

    La ACVC se complace al constatar que el primer punto de la agenda acordada busca solucionar los conflictos por la tierra y sus recursos, garantizar el acceso a estos, construir política agraria y de desarrollo rural, dotar de infraestructura y servicios al campo colombiano, posibilitar la soberanía alimentaria y el mercado local para el campesinado. Estos son, sin duda, pasos ineludibles hacia el logro de la paz.

    La ACVC siempre ha considerado que el conflicto colombiano es político, social y armado. Por lo tanto la salida de la guerra pasa por lograr la inclusión política con plenas garantías para ejercer los derechos civiles y políticos, por establecer la verdad y llegar a la justicia, por reparar a las víctimas, pero también pasa la paz por garantizar el acceso a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales para todos y todas.

    La ACVC aporta a este proceso sus aprendizajes sobre la defensa de los derechos humanos, participación comunitaria, desarrollo rural, soberanía alimentaria y concertación, adquiridos durante años de experiencia de organización y resistencia en medio del conflicto armado, contenidos en la iniciativa de la Zona de Reserva Campesina del Valle del Río Cimitarra y en el "Manifiesto por la Tierra y la Paz", resultado del primer Encuentro Nacional de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes por la Tierra y la Paz de Colombia, celebrado el año pasado en Barrancabermeja, como un modesto aporte a los acumulados necesarios para el logro de una paz sostenible y duradera.

    Hacemos un llamado a toda la sociedad colombiana para que nos sumemos en las movilizaciones ciudadanas y sociales por la paz. Los beneficiarios de la guerra son una élite minoritaria, los beneficiarios de la paz seremos todos.

    Related Link: http://prensarural.org/spip/spip.php?article9062
    author by Congreso de Pazpublication date Fri Sep 07, 2012 01:08author address author phone Report this post to the editors

    Comunicado a la opinión pública:

    TERMINAR LA GUERRA PARA HACER NUEVO PAIS:
    UNA TAREA DE COLOMBIA ENTERA

    1. Saludamos los Diálogos de Paz y la firma de una Agenda para la negociación entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP con el objetivo de buscar salidas al conflicto armado interno. Es un hecho de gran trascendencia y que saludamos con optimismo. Los anuncios del ELN de vincularse a un proceso amplio y multilateral de paz, con participación de la sociedad civil, aumentan las posibilidades de terminar la cruenta guerra que ya se acerca a medio siglo de existencia. Se reafirman los argumentos que insisten en que la Solución dialogada y negociada del conflicto se impone a los intentos dolorosos de salidas militaristas.
    2. La naturaleza del conflicto colombiano determina que sea la sociedad civil, constructora de país desde diversos procesos sociales y además víctima directa del conflicto, quien juegue un papel protagónico en este escenario. Los temas que forman parte de la agenda pactada reclaman establecer unos mecanismos que permitan expresar, proponer, argumentar y decidir a la sociedad en ellos. Permitir que las aspiraciones de la sociedad se manifiesten en el marco de las negociaciones, es otorgarle legitimidad al proceso.
    3. Llamamos al Gobierno y a la Insurgencia a que no se levanten de la mesa de diálogo hasta llegar a un acuerdo definitivo construido con la participación activa de la sociedad colombiana. Entendemos que el camino del diálogo y la negociación va estar plagado de dificultades y provocaciones. Las organizaciones sociales, políticas, deseamos que las partes pacten en el menos tiempo posible un cese bilateral de hostilidades de tal forma que facilite las negociaciones y cierre posibilidades a quienes tienen interés en torpedear el proceso apoyándose en la continuidad del conflicto.
    4. Los sectores sociales y populares asumimos la responsabilidad que nos corresponde para aportar a que el proceso que han emprendido el Gobierno y la Insurgencia llegue a feliz puerto. Por eso quienes suscribimos el presente comunicado hacemos extensivo a toda la sociedad el llamado a construir una RUTA SOCIAL COMÚN PARA LA PAZ, que articule las distintas iniciativas que como el Congreso Nacional por la Paz, las Constituyentes Populares por la paz, la Semana Por la paz y el Congreso de Universidades por la paz, entre otras, hagan posible la construcción de un movimiento social por la paz, que no permita una vuelta atrás y que garantice que al centro de las solución política del conflicto estén las aspiraciones del pueblo colombiano.
    5. En el entendido que el escenario natural de los movimientos sociales es la movilización ciudadana, convocamos a acompañar la instalación de las mesas de negociación, proponiendo e instalando un dialogo social el próximo 5 de octubre, con una GRAN JORNADA NACIONAL, donde millones de colombianas y colombianos digamos de forma contundente: Colombia está por la paz, y ésta transita por importantes cambios políticos y socio-económicos en nuestro ordenamiento como país.
    Bogotá, septiembre 3 de 2012

    RUTA SOCIAL COMÚN PARA LA PAZ

    Congreso de los Pueblos, Minga Social y Comunitaria, Colombianos y Colombianas por la Paz, Comosoc, Iglesia Presbiteriana, Iglesia Luterana, Redepaz-Semana por la Paz, Red Universitaria por la Paz, Partido Comunista Colombiano, Poder y Unidad Popular, Fuerza Común, Movimiento por los Derechos del Pueblo, Asociación de Cabildos del Norte del Cauca ACIN, Asociación Minga, Unión Sindical Obrera, Ruta Pacifica de las Mujeres, Corporación Humanas, Casa de la Mujer, Periódico Desde abajo, Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, Corporación Ensayos, PCS, Corporación Nomadesc, Coordinador Nacional Agrario –CNA, Colectivo de Mujeres Excombatientes de la Insurgencia, Paz con Dignidad, Proyecto Puentes para la Paz, Iglesia Menonita/Justapaz, Espacio regional de paz del Cauca, Comunitar, Cima, Movimiento campesino de Cajibio, Iapes-Ofb, Centro de Promoción y Cultura, Instituto Nacional Sindical, Confluencia de Mujeres para la Acción Pública…
    Siguen Firmas

    author by Timoleón Jiménez - FARC-EPpublication date Wed Sep 05, 2012 18:31author address author phone Report this post to the editors

    "Una paz fundada en las transformaciones económicas, políticas y sociales necesarias para alcanzar el punto de equilibrio aceptable para todos, en la extirpación definitiva de las razones que alimentan la confrontación armada"

    "La paz es una noble y legítima aspiración que la insurgencia colombiana defiende desde hace ya medio siglo (...) Han transcurrido 10 años desde cuando Pastrana decidió echar en saco roto sus propósitos de paz (...) es claro que todo fue un ardid oficial para ganar tiempo, cuanta muerte y destrucción, cuanto dolor y lágrimas, cuanto luto y despojo inútiles, cuantas vidas y sonrisas cercenadas, para finalmente concluir que la salida no es la guerra sino el diálogo civilizado. Pueda ser que Colombia entera debe ponerse en pie para impedir que no suceda lo mismo esta vez, nuestra patria no merece esta guerra que declararon contra ella. Pero una década atrás no solo se vino sobre Colombia y su pueblo una espantosa embestida militar, paramilitar, judicial, económica, política y social, también cayeron sobre nosotros como aves de presa los propagandistas del régimen con su discurso difamatorio y venenoso (...) de qué estigma infamante no fuimos cubiertos quiénes hicimos frente a la guerra y la violencia desatada con frenesí desde el poder".

    *"El gobierno ha reiterado una y mil veces su inamovible decisión de no permitir ninguna de las que califica como 'concesiones en el terreno de la guerra', en su extraño parecer cualquier posibilidad de cese al fuego, tregua, armisticio o despeje, únicamente contribuye a la creación de incentivos perversos (...) pese a tales señales las FARC-EP guardamos la sincera aspiración de que el régimen no intenta repetir la misma trama del pasado (...)".

    "La realidad nacional impondrá la voluntad de las grandes mayorías que necesitan la paz con 'justicia social'. A un lado del camino deben quedar los firmantes de fabulosos contratos derivados de la guerra, los que encuentran en los grandes presupuestos de defensa un rápido camino al enriquecimiento, los que acrecientan velozmente sus propiedades e inversiones con base en el pillaje contra los indefensos. A la obsesiva e indolente posición de identificar la paz exclusivamente con la victoria, de alcanzarla mediante brutales operaciones militares y policiales de aniquilamiento, de conquistarla con base en devastadores bombardeos y ametrallamientos, de identificarla con la consagración de la impunidad para la arbitrariedad de sus agentes, de tejerla con millares de capturas masivas, allanamientos, persecuciones, desplazamientos, y toda clase de represiones contra la población colombiana que reclama sus derechos, de asimilarla a la aceleración las locomotoras de la infamia, resulta urgente enfrentar una concepción distinta, justa, realista y constructiva: 'una paz fundada en las transformaciones económicas, políticas y sociales necesarias para alcanzar el punto de equilibrio aceptable para todos, en la extirpación definitiva de las razones que alimentan la confrontación armada'."

    "Aún se escuchan con fuerza voces oficiales que abiertamente persisten en la salida militar (...)"

    "Es a los millones de víctimas de este régimen elitista y violento, a los afectados por sus políticas neoliberales de desangre, a los que sueñan con una democracia real en una patria amable en desarrollo y en paz, a quienes corresponde jugar en adelante su rol protagónico por una nueva Colombia. A ellos estamos dirigiéndonos las FARC con nuestro corazón en la mano. (...) 'Se trata de luchar por profundas modificaciones del orden vigente'."

    Timoleón Jiménez llama a la participación popular: "(...) la participación general del pueblo colombiano en las discusiones de paz, llamamos a Colombia entera a pronunciarse, a exigir su participación o a asumirla en las calles y carreteras (...)"

    Timoleón Jiménez acerca de los militares: "Saben bien que la necesidad los ha impelido a jugarse la vida, que alimentan a sus familias con el miedo permanente a la muerte o a la invalidez, son colombianos del pueblo que aman la vida y sueñan con prolongarla, que sufren necesidades y ven a sus hijos crecer en medio de tan aciago panorama de incertidumbre social y violencia, no pueden querer esta guerra... habrá en su cúpula elementos guerreristas y ambiciosos, que se prestan a los más sucios propósitos, gentes como Rito Alejo del Río o Santoyo: penetrados hasta los tuétanos por las doctrinas imperiales de la 'seguridad nacional' que convierten en hongos a los hombres; pero también debe haber patriotas, militares honestos que se preguntan por qué razón las fuerzas armadas colombianas se encuentran al servicio de poderosas multinacionales que saquean las riquezas del país, por qué su papel se reduce a la intimidación, al aplastamiento de la población inconforme con las políticas antipatrióticas de gobiernos corruptos, que se cuestionan por su papel de garantes de un injusto orden de las cosas, que se indignan al ver cómo sus altos mandos dan sumisos partes a generales extranjeros (...)"

    "Haber llegado a la Habana es el resultado de (...) cada consigna pintada en una pared, de cada acto de masas (...) de la movilización campesina, de las arrolladoras marchas, de la protesta social, de la lucha contra las fumigaciones, de los paros y huelgas contra el gran capital transnacional, de todos esos encuentros de mujeres, de artistas, de estudiantes y jóvenes (...) Semejante torrente ya no podrá detenerse, estamos seguros de que seguirá creciendo y se llevará por delante los planes imperiales, los aviones cazas, los tanques de guerra, los infernales desembarcos, los batallones de combate terrestre, los brutales escuadrones antimotines, los falsos positivos, las amenazas y los emplazamientos, el paramilitarismo, los pedantes jurisconsultos, la falsedad mediática, la politiquería rastrera, las políticas neoliberales."

    Ver video:

    Related Link: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=155569&titular=%22la-salida-no-es-la-guerra-sino-el-di%E1logo%22-
    author by ELNpublication date Wed Sep 05, 2012 18:14author address author phone Report this post to the editors

    Es positivo el anuncio de paz del Presidente, luego de sus más recientes y reiterados pregones llamando a la guerra.

    La urgencia de la paz ha sido reclamada por las grandes mayorías durante todo el tiempo de este conflicto fratricida, a través de todas sus expresiones de lucha; por eso para quienes estamos del lado de las mayorías, el anuncio del Presidente es positivo, así como todas las expresiones de respaldo a la paz de Colombia desde todo los ámbitos del país como de la Comunidad internacional, mucho más cuando unas son expresiones teóricas y otras, las más importantes, acciones de gobiernos y pueblos que en actitud prudente y denodada, asumen la responsabilidad de trabajar por los anhelos de paz de todas y todos los Colombianos.

    Por parte del ELN, nos hemos comprometido y realizado serios esfuerzos por la paz, desde hace mas de 20 años, incluida la firma de una agenda de acuerdos que el presidente Pastrana reversó por presión de los paramilitares, respaldados desde entonces, por quienes hoy alzan su voz en contra de un posible acuerdo para la paz de Colombia.

    Los fracasos en el proceso de paz, no nos ha amilanado, al punto que incluso en el gobierno de Uribe, conociendo sus propósitos guerreristas y sus posturas retardatarias, se estableció una mesa que ese gobierno cerró de manera abrupta e irresponsable.

    Por eso reafirmamos que no es solo ahora, sino desde hace mas de dos décadas, que hemos hecho esfuerzos por un proceso serio, responsable e incluyente de la sociedad y hemos ratificado esa postura de manera reiterada.

    Sin embargo, expresamos otra vez, que buscamos una paz que es esquiva porque ese genérico PAZ, no tiene para todos las mismas connotaciones, contenidos y esencia.

    Para los pobres de Colombia, paz es justicia y equidad social, democracia real, soberanía y de manera muy particular pero profunda, el resarcimiento efectivo por los estragos de este conflicto social y armado fratricida, que ha destruido y generado profundas malformaciones en la sociedad, perdiéndose los parámetros que permite la convivencia, la tolerancia, el reconocimiento a la diferencia y la diversidad, dentro de principios éticos.

    Para la clase en el poder, la paz es diferente, ella ve la paz que las mayorías reclamamos como un estado de cosas donde no se afecten sus intereses económicos y políticos, su poder, sus aspiraciones capitalistas y su futuro personal, concebidos dentro del sistema capitalista.

    Lograr conciliar estas dos concepciones contrapuestas, requiere para la clase gobernante hacer concesiones, grandes esfuerzos y sacrificios, pero es el arte y el camino para construir la paz estable y duradera. Por eso la gran pregunta, ¿tiene la clase gobernante la disposición de transitar el camino hacia una paz de profundo contenido social y político?

    Para los pobres de Colombia y los revolucionarios, la paz es la recuperación de los derechos siempre negados, mientras que para los ricos, la paz les exige grandes esfuerzos porque implica reconocer los derechos de todos y asumir ese reto en lo político, lo económico y lo social.

    Consientes de estos escollos, debemos reiterar y hacer el llamado a comprometernos por la paz auténtica, desafiando las dificultades que existen y trabajando para que entre todas las expresiones de la sociedad y el decidido apoyo de la comunidad internacional, se pueda blindar el proceso contra los atranques por desacuerdos, como por los ataques de sus enemigos.

    Hemos planteado que la llave de la paz está en manos del pueblo y la nación, el Presidente era quien debía abrir los espacios del dialogo con la insurgencia como el primer paso, ya que un proceso de paz real, es mucho más complejo porque debe interpretar todas las expresiones políticas y sociales que no se logra solamente en una mesa insurgencia gobierno.

    Es entonces indispensable que ahora, todas las organizaciones populares y sociales, en su más variada composición, sean parte del proceso de paz porque, como varias de ellas lo han expresado, en este propósito nadie las va a reemplazar y solo con su participación activa, será posible hacer de la paz un proceso real, estable, duradero y profundo, que supere las causas que originaron y alimentan el conflicto y que colme los sueños y aspiraciones de la Colombia que nos merecemos todos, porque se haya superado la larga noche de más de medio siglo de conflicto social y armado, que hoy tiene a nuestro país en la más profunda crisis de su historia y en la que la guerra es el camino a la destrucción.

    Entendida la paz dentro del contexto expuesto arriba, Colombia y la comunidad internacional pueden contar con el ELN para tan importante reto y aspiración.

    author by Reinaldo Spitaletta - El Espectadorpublication date Tue Sep 04, 2012 19:28author address author phone Report this post to the editors

    La guerra, partera de la historia de la humanidad. La guerra, continuación de la política por otros medios. La guerra como posibilidad de la paz.

    O de otra guerra, como pasó al finalizar la Gran Guerra con el Tratado de Versalles, que, en rigor, fue la declaratoria para la segunda conflagración mundial. Una larga paz bien vale una guerra, dicen.

    Qué curioso. La guerra, incluida la de Troya, ha tenido estrategas. Generales tremendos. Teóricos desde Sun Tzu, el chino que dijo, entre tantos asuntos sobre la guerra, que en esencia el “arte de la guerra es el arte de la vida”, hasta grandes novelistas como Tolstoi, Hemingway, Norman Mailer, Stephen Crane y Vasili Grossman, por citar solo algunos. Tzu advertía que el arte de la guerra se fundamenta en el engaño, pero el supremo arte, según él, está en someter al enemigo sin luchar. Qué curioso. La paz tiene, tal vez, menos sacerdotes. Gandhi pudiera ser uno. Mandela, otro.

    Tolstoi, autor de Guerra y Paz, una suerte de Ilíada moderna, decía que el poder es la causa de todos los males de que sufre la humanidad. Y el poder, cualquiera que este sea, tendrá siempre la guerra como una posibilidad de permanecer. Y en este punto habría que observar, en estos tiempos de desastre planetario, que la guerra también se ha tenido como un negocio extraordinario. Se han urdido guerras para ganar mercados, rutas comerciales, aplastar pueblos y quedarse con sus riquezas, y, en especial, para establecer una industria de armas y otras “delicadezas”.

    Hoy que despierta la esperanza de una solución política negociada al largo conflicto interno colombiano, tanto la guerra como la paz tornan a ser objeto de miradas diversas, desde la de los fundamentalistas que a ultranza se oponen a cualquier acercamiento, como los que consideran que tanto una y otra pueden ser una fuente de ganancias. Y en este escenario chocan concepciones guerreristas y pacifistas.

    Colombia en todo caso ha tenido en su vida republicana más tiempo de guerras civiles (o de guerras contra los civiles), conflictos armados, violencias partidistas, que períodos de tranquilidad. Una de las decisivas causas de enfrentamientos en el país, ha sido la tierra. Aquí no podríamos decir con el inca y su poesía, que el hombre es tierra que anda, sino que es tierra que se disputa, se quita, se expropia, se adueña por la fuerza. Jamás se ha cumplido por estos andurriales aquello de “la tierra es para quien la trabaja”.

    El caldo de cultivo para las guerrillas ha sido, en Colombia, el despojo de tierras a campesinos; la miseria de vastos sectores sociales; los privilegios repartidos entre una minoría oligárquica; la intolerancia frente a pensamientos disidentes y otros factores que tienen que ver tanto con el estómago como con la cabeza. El conflicto lleva más de cincuenta años y sus raíces se hunden más allá del Bogotazo. Incluso, pudiera tener que ver con haber arrebatado a campesinos gallinas y marranos. Es que somos tan pobres, diría algún personaje de Rulfo.

    Los miles de muertos de la Violencia, aquel período de terror en el que “pájaros” y chulavitas masacraron por doquier; la aparición de la guerrilla liberal y después o al mismo tiempo del bandolerismo; el surgimiento de grupos de autodefensa tras los bombardeos a Marquetalia y otras regiones y luego la emergencia de grupos guerrilleros, han caracterizado el ya viejo baño de sangre, que en múltiples veces ha sido azuzado y patrocinado por gamonales y las castas dominantes.

    El conflicto armado colombiano, atravesado como si lo anterior fuera poco, por los carteles de la droga, mafias y paramilitares, las injerencias de la CIA y los Estados Unidos, las transnacionales, en fin, merece otra vez un nuevo intento de solución pacífica. Pudiera ser un paso hacia la civilización, aunque se diga que ésta, la civilización, ha sido la que más guerras ha inventado.

    Tantos cantos se han hecho a la guerra, que parece que da más réditos que la paz. Los perros de la guerra ladran en todas partes. Y la paz, caso extraño, pertenece más al terreno del desprestigio. ¿Habrá un arte de la paz? ¿Será que como en otros intentos de buscar la paz, se apelará, como en la guerra, al arte del engaño?

    Related Link: http://www.elespectador.com/opinion/columna-372216-paz-y-el-arte-del-engano
    author by ANNCOLpublication date Mon Sep 03, 2012 21:59author address author phone Report this post to the editors

    Los hechos políticos se nutren de su propia construcción. Por ello, la construcción de una Colombia en Paz depende de que en las discusiones –que no diálogos- de los Acuerdos de Paz se aborden las causas que dieron origen al conflicto interno en sus dimensiones económicas, políticas y sociales.

    Ese abordaje es el que no quieren algunos representantes del « establecimiento » super corrompido y politiquero. Ellos quieren « vencer en la mesa de negociaciones » a la insurgencia armada, cosa que no lograron ni han logrado en el plano militar. Esta última precisión es imprescindible a la hora de las discusiones y diálogos.

    El « procurador », ese personaje super retardatario y corrompido como es Ordóñez, mete su cucharada en el tema de la Paz, tema en el cual es totalmente ajeno y adolece de una ignorancia absoluta. Y con su pose de « ángel de los demonios » se cree todopoderoso porque la Corte Suprema de Justicia retomando sus posiciones retardatarias lo postula para un segundo período.
    Lo cual demuestra la justeza en la posición de las FARC-EP de la necesidad de cambiar las costumbres políticas y entrar a construir con el pueblo la forma de hacer política verdadera, priorizando la solución de los ingentes y largamente aplazados problemas políticos (corrupción, transfuguismo, respeto a los derechos humanos, en primer lugar el derecho a la vida porque sin vida es imposible el goce de los otros derechos, reivindicaciones sociales, económicas, etc), y condenando a los corrompidos al ostracismo político, cuando no a la cárcel.

    En ese orden de ideas, es también necesario aclarar que los guerrilleros de las FARC y el ELN son políticos en su esencia. La forma de hacer política de la oligarquía –de la mano con el imperio gringo- no les dejó otra opción que adelantar la lucha política con las armas en la mano, a fin de defender la vida de los colombianos y la soberanía nacional. Ellos han construído su « carrera política » a golpes de fusil, no es que el « establecimiento » les ofrezca « construir una carrera política », sino que ellos han abierto su espacio, desbrozado el camino de su carrera política, con los hechos político-militares del accionar guerrillero por más de 50 años.

    Igualmente se deben abordar las dimensiones económicas y sociales, con hechos y cifras reales y no con las maquilladas de los funcionarios al servicio de la oligarquía. Además, el estado es una creación oligárquica que ellos deconstruyen cuando les conviene o es necesario ajustar a las nuevas « realidades » según el punto de vista burgués. Por ello, los que creen que el estado burgués es intocable y sempiterno están más que equivocados.

    Si el pueblo colomibano, que debe tener su vocería en las conversaciones de Paz, participando directamente del proceso y acompañándolo con sus manifestaciones, foros, actos, mítines, propaganda, etc, decide en su sabio entender de Constituyente Primario que es necesario « tocar » al Estado, pues no le vemos ningún problema. La soberanía nacional, largamente defendida por las FARC, reside en el pueblo y éste debe ejercerla. No podemos « seguir en las mismas con los mismos », pues entonces de nada han valido 50 años de lucha.

    Colombia tiene que cambiar y el cambio debe ser total. No podemos aplazar la satisfaccion de éstas ansias de libertad y democracia de los colombianos, mejor dicho, del pueblo colombiano.

    author by Alfredo Molano Bravo - El Espectadorpublication date Sun Sep 02, 2012 18:01author address author phone Report this post to the editors

    GRAN PARTE DE LA OPINIÓN PÚBLICA ha recibido con esperanza la confirmación por parte del presidente de iniciar conversaciones con las Farc e invitar al Eln a participar en ellas.

    Lo creo justo porque el cangrejeo llevaba 50 años y ninguna de las partes había podido romper el caparazón del otro. En ese medio siglo —¡medio siglo!— ha habido días de más y días de menos para unos y para otros. Pero para nosotros, el resto, todo ha sido oscuridad, salvo en las dos oportunidades en que se abrió el postigo: con Betancur y con Pastrana.

    Del primero, la idea de transformar poco a poco la guerrilla en partido sigue siendo totalmente válida. El desafío es de nuevo grande. Las guerrillas podrán, si las garantías son sólidas, dejar las armas, pero no su intención de hacer política; lo que es justo y legítimo. En esa determinación nace uno de los grandes obstáculos: los partidos políticos se han negado siempre a hacerle campo a una oposición que cuestione al establecimiento. Aceptan oposición dentro del sistema pero no contra él, lo que quiere decir que monopolizan el binomio Gobierno-oposición. Hay que recordarlo: mientras el profesor Cepeda se desgañitaba defendiendo el esquema Gobierno-oposición siendo ministro de Gobierno, a la UP la acribillaban en calles y veredas. Los partidos aceptan en el papel la perspectiva de una fuerza política que entre en el juego electoral, pero, recordémoslo también, cuando la UP les quitaba consejos y alcaldías en Urabá y Meta, se acribilló a la izquierda en esas regiones. Se ve más claro en las plazas de los pueblos que en la Avenida de Chile.

    De Pastrana hay que rescatar el intento de sentar a los cacaos a conversar con los guerrillos. Sentar en una misma mesa —aunque fuera en realidad una mesita— a Echavarría Olózaga y a Marulanda a charlar sobre tierras, o al presidente de la Bolsa de Nueva York con Raúl Reyes, no fue sólo para tomarse la foto sino para acercar a las partes a un diálogo cuyas posiciones frente a frente no eran tan irreconciliables. No son tan irreconciliables. La foto que faltó fue la del Mono Jojoy con Bedoya o con Mora. Foto difícil porque ahí está el verdadero nudo. No se trata de esa pendejada que llaman honor y que en el fondo es pura soberbia. La cosa es más simple: la plata. Sin guerrilla, el presupuesto nacional cambia de prioridades. Betancur tuvo que pagar con el Palacio de Justicia haber tratado de poner en su lugar constitucional a las Fuerzas Armadas, a Samper el general Bedoya lo amenazó con sacarlo a sablazo limpio y a Pastrana casi le tumban el avión donde iba su comisionado de Paz para Caracas. Las bayonetas son las bayonetas y sirven para todo, decía Napoleón, menos para sentarse en ellas. A mí me da por pensar que como la cosa va en serio, la reacción de los enemigos agazapados de la paz va a ser más fuerte. Pocos pueden dudar que será acaudillada por Uribe. Hay suficientes evidencias de que la palabra ‘paz’ significa para el expresidente y su gente una declaración de guerra. Uribe se viene con todos sus fierros: sus parlamentarios, encabezados por Vélez y Darío Salazar, dirán lo mismo que dijeron en su hora Bedoya y todos esos generales “que no se rinden”, y con ellos todos los oferentes al homenaje al general del Río. Para decirlo con más con claridad: yo pienso que Uribe trataría de dividir a las Fuerzas Militares para atravesársele a Santos. En eso están hace días con el cuento del fuero militar y la cháchara de la desmoralización de los coroneles. Más grave: los ejércitos paramilitares están limpiando sus fusiles.

    Pero como el mismo mal a veces trae el remedio, Santos tiene un as bajo la mesa: Santoyo. El general Santoyo sabe lo que el país sospecha y ese es su único capital para negociar con el juez en Virginia. Dicen por ahí: si Álvaro no se queda quieto, varias personas de su entorno personal, civiles y militares, terminan de pasajeros en el avioncito de la DEA volando hacia alguna corte federal en EE.UU. No es coincidencia que el anuncio de las conversaciones de paz se haya hecho después de la extradición de Santoyo.

    Related Link: http://www.elespectador.com/opinion/columna-371750-el-tatequieto
    author by FARC-EP & Gobierno de Colombiapublication date Thu Aug 30, 2012 18:43author address author phone Report this post to the editors

    ACUERDO GENERAL PARA LA TERMINACION DEL CONFLICTO Y LA CONSTRUCCION DE UNA PAZ ESTABLE Y DURADERA:

    “Los delegados del Gobierno de la República de Colombia (Gobierno Nacional) y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP):

    Como resultado del Encuentro Exploratorio que tuvo como sede La Habana, Cuba, entre Febrero 23 de 2012 y (xxx), y que contó con la participación del Gobierno de la República de Cuba y del Gobierno de Noruega como garantes, y con el apoyo del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela como facilitador de logística y acompañante:

    Con la decisión mutua de poner fin al conflicto como condición esencial para la construcción de la paz estable y duradera; atendiendo el clamor de la población por la paz, y reconociendo que:

    La construcción de la paz es un asunto de la sociedad en su conjunto que requiere de la participación de todos, sin distinción; El respeto de los derechos humanos en todos los confines del territorio nacional es un fin del Estado que debe promoverse; El desarrollo económico con justicia social y en armonía con el medio ambiente, es garantía de paz y progreso.

    El desarrollo social con equidad y bienestar, incluyendo las grandes mayorías, permite crecer como país; Una Colombia en paz jugará un papel activo y soberano en la paz y el desarrollo regional y mundial; Es importante ampliar la democracia como condición para lograr bases sólidas de la paz; Con la disposición total del Gobierno Nacional y de las FARC-EP de llegar a un acuerdo, y la invitación a toda la sociedad colombiana, así como a los organismos de integración regional y a la comunidad internacional, a acompañar este proceso;

    Hemos acordado:

    I. Iniciar conversaciones directas e ininterrumpidas sobre los puntos de la agenda aquí establecida, con el fin de alcanzar un Acuerdo Final para la terminación del conflicto que contribuya a la construcción de la paz estable y duradera.

    II. Establecer una mesa de conversaciones que se instalará públicamente (un mes después del anuncio público) en Oslo, Noruega, y cuya sede principal será La Habana, Cuba. La mesa podrá hacer reuniones en otros países.

    III. Garantizar la efectividad del proceso y concluir el trabajo sobre los puntos de la agenda de manera expedita y en el menor tiempo posible, para cumplir con las expectativas de la sociedad sobre pronto acuerdo. En todo caso, la duración estará sujeta a evaluaciones periódicas de los avances.

    IV. Desarrollar las conversaciones con el apoyo de los gobiernos de Cuba y Noruega como garantes y los gobiernos de Venezuela y Chile como acompañantes. De acuerdo con las necesidades del proceso, se podrá de común acuerdo invitar a otros.

    V. La siguiente agenda:

    1. Política de desarrollo agrario integral
    - El desarrollo agrario integral es determinante para impulsar la integración de las regiones y el desarrollo social y económico equitativo del país.
    - Acceso y uso de la tierra. Tierras improductivas. Formalización de la propiedad. Frontera agrícola y protección de zonas de reserva.
    - Programas de desarrollo con enfoque territorial.
    - Infraestructura y adecuación de tierras.

    - Desarrollo social: salud, educación, vivienda, erradicación de la pobreza.

    - Estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa. Asistencia técnica. Subsidios. Crédito. Generación de ingresos. Mercadeo. Formalización laboral.
    - Sistema de seguridad alimentaria.

    2. Participación política
    - Derechos y garantías para el ejercicio de la oposición política en general y en particular para los nuevos movimientos que surjan luego de la firma del Acuerdo Final. Acceso a medios de comunicación.
    - Mecanismos democráticos de participación ciudadana, incluidos los de participación directa, en los diferentes niveles y diversos temas.
    - Medidas efectivas para promover mayor participación en la política nacional, regional y local de todos los sectores, incluyendo la población más vulnerable, igualdad de condiciones y con garantías de seguridad.

    3. Fin del conflicto
    Proceso integral y simultáneo que implica:
    - Cese al fuego y de hostilidades bilaterales y definitivas.
    - Dejación de las armas. Reincorporación de las FARC-EP a la vida civil – en lo económico, lo social y lo político -, de acuerdo a sus intereses.
    - El Gobierno Nacional, coordinará la revisión de la situación de las personas privadas, procesadas o condenadas, por pertenecer o colaborar con las FARC-EP.
    - En forma paralela el gobierno nacional intensificará el combate para acabar la organizaciones criminales y sus redes de apoyo, incluyendo la lucha contra la corrupción y la impunidad, en particular contra cualquier organización responsable de homicidios y masacres o que atente contra defensores de derechos humanos, movimientos sociales o movimientos políticos.
    - El Gobierno Nacional revisará y hará las reformas y los ajustes institucionales necesarios para hacer frente a los retos de la construcción de la paz.
    - Garantías de seguridad.
    - En el marco de lo establecido en el Punto 5 (Víctimas) de este acuerdo se esclarecerá, entre otros, el fenómeno del paramilitarismo.
    - La firma del Acuerdo Final inicia este proceso, el cual debe desarrollarse en un tiempo prudencial acordado por las partes.

    4. Solución al problema de las drogas ilícitas
    - Programas de sustitución de cultivos ilícitos. Planes integrales de desarrollo con participación de las comunidades en el diseño, ejecución y evaluación de los programas de sustitución y recuperación ambiental de las áreas afectadas por los cultivos ilícitos.
    - Programas de prevención del consumo y salud pública.
    - Solución del fenómeno de producción del consumo y la salud pública.

    5. Víctimas
    - Resarcir a las víctimas está en el centro del acuerdo Gobierno Nacional – FARC-EP. En ese sentido se tratarán:
    - Derechos humanos de las víctimas.
    - Verdad.

    6. Implementación, verificación y refrendación
    La firma del Acuerdo Final da inicio a la implementación de todos los puntos acordados.

    - Mecanismos de implementación y verificación:
    a. Sistema de implementación, dándole especial importancia a las regiones.
    b. Comisiones de seguimiento y verificación.
    c. Mecanismos de resolución de diferencias.

    Estos mecanismos tendrán capacidad y poder de ejecución y estarán confirmadas por representante de las partes y de la sociedad según el caso.

    - Acompañamiento internacional.

    - Cronograma.

    - Presupuesto.

    - Herramienta de difusión y comunicación.

    - Mecanismo de refrendación de los acuerdos.

    Las siguientes reglas de funcionamiento:
    1. En las sesiones de la Mesa participarán hasta 10 personas por delegación, de los cuales hasta 5 serán plenipotenciarios quienes llevarán la vocería respectiva. Cada delegación estará compuesta hasta por 30 representantes.

    2. Con el fin de contribuir al desarrollo del proceso se podrán realizar consultas a expertos sobre los temas de la Agenda, una vez surtido el trámite correspondiente.

    3. Para garantizar la transparencia del proceso, la Mesa elaborará informes periódicos.

    4. Se establecerá un mecanismo para dar a conocer conjuntamente los avances de la Mesa. Las discusiones de la Mesa no se harán públicas.

    5. Se implementará una estrategia de difusión eficaz.

    6. Para garantizar la más amplia participación posible, se establecerá un mecanismo de recepción de propuestas sobre los puntos de la agenda de ciudadanos y organizaciones, por medios físicos o electrónicos. De común acuerdo y en un tiempo determinado, la Mesa podrá hacer consultas directas y recibir propuestas sobre dichos puntos, o delegar en un tercero la organización de espacios de participación.

    7. El Gobierno Nacional garantizará los recursos necesarios para el funcionamiento de la Mesa, que serán administrados de manera eficaz y
    transparente.

    8. La Mesa contará con la tecnología necesaria para adelantar el proceso.

    9. Las conversaciones iniciarán con el punto Política de desarrollo agrario integral y se seguirá con el orden que la Mesa acuerde.

    10. Las conversaciones se darán bajo el principio que nada está acordado hasta que todo esté acordado.

    author by Partido Comunista Colombianopublication date Wed Aug 29, 2012 22:11author address author phone Report this post to the editors

    El anuncio manifiesto en los medios y ratificado por el presidente del acuerdo suscrito en La Habana para dar inicio al dialogo del gobierno y las Farc es un paso trascendente en la búsqueda de la paz. Se confirma el argumento, defendido por los partidarios de la paz, de que se han venido conjugando factores objetivos que hacen imperativa una salida política y no militar del conflicto. El ELN ha expresado también su decisión de participar en el proceso.

    Este hecho eminentemente positivo no puede ocultar que se trata solo de un primer paso. La profunda incidencia de la guerra interna, de sus enormes costos humanos, fiscales, económicos y ecológicos, del intervencionismo del Comando Sur en el escalamiento y degradación de la misma, hacen prever un pulso complejo y difícil, en el que solo la actuación del pueblo y su movilización unitaria y masiva podrán detener la mano del guerrerismo y de las fuerzas que conspiran contra la paz.

    Las fuerzas democráticas tienen una oportunidad singular de contribuir al avance positivo del proceso que comienza. No basta que cesen los fuegos, se requieren cambios que contribuyan a revertir el deterioro de las condiciones de vida de millones de compatriotas, el derecho a la tierra, a la soberanía alimentaria, al territorio, a la educación, la salud, el empleo, la vivienda. En las condiciones de hoy todos los derechos esenciales y la libertad política se encuentran cruzados por la guerra convertida en política de Estado.

    Es preocupante que este proceso transcurra en medio de los enfrentamientos, los bombardeos aéreos, la militarización extrema del país y la pervivencia del paramilitarismo contrainsurgente. La tesis oficial de que `la paz es la victoria' da a entender que el Estado propenderá por imponer una ventaja militar todo el tiempo que dure la negociación. Las garantías ciudadanas, los derechos humanos y el derecho internacional humanitario son requisitos insustituibles en el desenvolvimiento de los diálogos.

    La izquierda debe actuar con sentido activo y no ser simple espectadora en esta coyuntura. El clamor popular, las justas reclamaciones de las víctimas por verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, las resistencias indígenas, campesinas, las luchas frente a los megaproyectos minero energéticos, las reclamaciones obreras por el derecho al salario justo, a la contratación colectiva y el derecho a la sindicalización exigen nuevos niveles de la lucha política y de la unidad de la izquierda.

    El PCC hace un llamado a todos los sectores de la sociedad, en especial al movimiento popular, a apoyar la vía del dialogo, la intervención de las organizaciones del pueblo en las mesas de trabajo con la agenda social y persistir en la protesta social prevista para el mes de octubre frente al modelo económico, el derecho a la salud, a la educación superior publica gratuita y de calidad articulados orgánicamente a la lucha por la paz democrática. Un gran evento unitario por la paz podría devenir en un escenario de convergencias y dinámicas de un amplio movimiento nacional por la paz.

    Partido Comunista Colombiano
    Comité Ejecutivo

    Bogota, agosto 27 de 2012

    author by GLORIA INÉS RAMÍREZ RÍOS - Senadora de la República elegida por el PDApublication date Wed Aug 29, 2012 21:12author address author phone Report this post to the editors

    Los medios de comunicación han informado con gran despliegue que en el día de ayer (27 de agosto) fue firmado en la ciudad de La Habana (Cuba) una acuerdo entre representantes del gobierno colombiano y de las FARC para iniciar un proceso de diálogos formales, con el compromiso de no levantarse de la mesa hasta no suscribir un pacto de paz, y el Presidente de la República, a su turno, ha confirmado que se realizan diálogos exploratorios para buscar la paz.

    Para la inmensa mayoría de nuestro pueblo, particularmente para quienes hemos luchado durante largos años por la salida negociada al conflicto interno, se trata de la noticia más importante de los últimos tiempos y una de las más esperadas por nuestro país.

    Simultáneamente, el Comandante del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, ha dicho que su organización está dispuesta a iniciar un diálogo de paz sin condiciones, que podría darse en conjunto con las FARC, para ponerle fin al conflicto, lo que hace aún más promisorias las posibilidades de acabar de manera civilizada cerca de 50 años de confrontación armada.

    Este hecho constituye un triunfo muy significativo para las fuerzas sociales y políticas amigas de la paz, y es una derrota de los sectores guerreristas, que no conciben alternativa distinta de la paz de los sepulcros.

    Varios sondeos recientes de opinión indican que la gran mayoría de la población respalda el diálogo para la paz, y lo propio han hecho ONG’S de derechos humanos, dirigentes políticos, militares en retiro, el Presidente del Consejo de Estado, el Fiscal General de la Nación y voceros de diversos sectores de la opinión pública, así como el Representante de Naciones Unidas y la comunidad internacional. Sin embargo, experiencias de procesos anteriores enseñan que la ultraderecha hará todo lo posible por descalificar y torpedear las negociaciones y que el proceso que está por iniciarse no será ajeno a esa realidad.

    Es así como el ex presidente Uribe ha creado el llamado Frente Contra el Terrorismo, con el propósito de oponerse a cualquier negociación con la guerrilla, y ahora ha lanzado una agresiva andanada contra el diálogo con el argumento delirante de que favorece la reelección del Presidente de Venezuela Hugo Chávez. Con el cinismo que lo caracteriza, se olvida de que durante su segundo mandato él también hizo gestiones orientadas a buscar el diálogo con la guerrilla.

    El movimiento popular y todos los partidarios de la paz tienen, entonces, el reto de rodear la negociación y de movilizarse para conjurar cualquier provocación o sabotaje. El gobierno, por su parte, debe adoptar medidas de protección eficaces y oportunas para las personas y organizaciones en riesgo y ofrecer las debidas garantías para la movilización popular.

    En lo que respecta a la agenda del diálogo, debe tenerse en cuenta que de lo que se trata no es de firmar la rendición, sino de ocuparse de los temas relativos a las causas que le dieron origen al conflicto y lo han alimentado, para evitar que vuelva a reproducirse. Nosotros concebimos el diálogo como una oportunidad histórica para sentar las bases de un mejor país y no como un simple medio para salir de la confrontación armada. Por lo tanto, a nuestro juicio, el diálogo debe conducir a la construcción de acuerdos sobre los cambios democráticos avanzados que necesita la sociedad colombiana para lograr una paz digna que tenga como fundamentos la democracia y la justicia social, que garantice los derechos de las víctimas y que le ofrezca a la insurgencia posibilidades reales de hacer política y de reintegrarse a la vida civil en condiciones de dignidad.

    Como Senadora de la República elegida por el Polo Democrático Alternativo, saludo la apertura del diálogo entre el gobierno y las FARC y aspiro a que incluya también al ELN; manifiesto mi plena disposición a contribuir a su desarrollo exitoso y llamo a todas y todos los colombianos amantes de la paz a defender este logro tan difícilmente alcanzado y a rodearlo del más amplio respaldo para que pueda culminar, por fin, en un pacto de paz para nuestro país.

    Bogotá, D.C., 28 de agosto de 2012

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